El porno americano de los años 70 tenía la cualidad de, con
un presupuesto no mucho mayor que el de cualquier película sexploitation, o
cualquier sex comedy de su tiempo, ofrecernos una película alternativa al mismo
tiempo que nos ofrece las consabidas escenas de sexo explicito. Así, si “Tras
la puerta verde” era la apuesta que el cine pornográfico ofrecía a las
tendencias más vanguardistas por parte de los populares hermanos Mitchell, “Garganta
profunda” sería una sex comedy en toda regla. Cito estas dos por tratarse de títulos
míticos dentro del cine porno, pero lo cierto es que en aquella época, había
porno buscando sus argumentos dentro de thrillers, dramas u otros géneros del
cine convencional. Sin embargo la comedia es algo que siempre ha casado bien con
el porno. Ahí tenemos los escarceos cómico-pornográficos de nuestro Jess Franco
En ese sentido, el porno americano setentero está cuajado de
títulos cómicos.
“Hot & Saucy Pizza girls”, se merece un lugar de honor
por derecho propio en el olimpo del porno divertido, porque a fin de cuentas,
no deja de ser como una producción de la Crown International Pictures con el
aliciente de que las despampanantes chicas que dan título a la cinta aparecen
follando, amén tomar como ejemplo la cantidad de títulos raunchy que por aquél
entonces pululaban por las carteleras de cualquier cine de segunda. Por lo
demás, es la típica comedieta picantona de
trama idiota y funcional entretenimiento, que estéticamente sirve al Tarantino
de turno para inspirarse en la forma de ser y vestir de las musas de sus
películas.
En este caso la comedia que ofrece es tonta pero
curiosamente resultona y divertida y ocurre, al contrario que con el porno de
otras décadas, que aquí damos al avance rápido en las escenas explícitas, y nos
ponemos a ver las de transición, al contrario que con el porno posterior, mucho
más centrado en el folleteo que en otra cosa. El de los 70, no deja de ser cine
en ningún momento, algo que hoy por hoy ha dejado de ser.
En “Hot & Saucy Pizza girls”, el gerente de una pizzería
tiene una plantilla de guapas adolescentes que servirán pizzas a domicilio en
patinete. Después de contratar a una nueva chica (y follarsela), le explicará
en que consiste el trabajo de las repartidoras, en el cual tendrán que repartir
las pizzas y darles un servicio sexual a los clientes, así, si una clienta pide
“pimiento”, esa palabra servirá de consigna para saber que si un cliente lo
pide, tendrá que ser apremiado con una felación.
Por otro lado, tenemos una bizarra subtrama, en la que una
gallina gigante que nunca vemos en pantalla ¡viola a una de las repartidoras! por
lo que el detective Blackie, que siempre va de negro, iniciará una
investigación que le servirá para pasarse por la piedra a la más cachonda de
las pizza girls, Desireé Cousteau, actriz de sugerentes curvas y estrellato
mediano que tras una intentona de pasarse al cine convencional de serie B
con “La cárcel caliente”, el debut como director de Jonathan Demme, acabó su
carrera en el porno marcada de por vida, sin despuntar demasiado tan siquiera
en el género con el que hizo carrera.
Que este engendro fílmico destinado a que asquerosos y
purulentos hombres desperados se pajéen en cines X de sesión continua acabe
siendo más divertido que otros títulos al uso del subgénero cómico al que la
adscribimos —la sex comedy—, es para, desde luego, relativizar todo. “Hot &
Saucy Pizza Girls”, con su aspecto barato y pobretón, es francamente un
producto alegre, desenfadado y gracioso, al margen de lo cachondos que podamos,
o no, ponernos.
El curioso casting que realizó la producción para
seleccionar a las actrices, no consistía únicamente en la elección de estas por
sus atributos actorales, físicos o feladores, sino que se hizo especial
hincapié en que tenían que defenderse medianamente bien con la tabla de skate
board, ya que en el film deberían ser filmadas patinando casi el mismo número
de veces que tenían que ser filmadas follando. Las más torpes, debieron
aprender a marchas forzadas.
Como venía siendo habitual en el porno de la época, y al
igual que “Garganta profunda”, la que nos ocupa es una película financiada por
la mafia. En esta ocasión, el dinero vino por parte de una familia que operaba
en Chicago.
Uno de los mafiosos inversores se empeñó en asistir al
rodaje cada día, por lo que participaba activamente en las decisiones del
director, Bob Chinn, que no le replicaba poseedor de dos dedos de frente y
cautela, no así el protagonista, John Holmes (poseedor del falo más grande del
cine porno de los 70 ostentando 35 centímetros de polla), que increpaba al
inversor diciéndole que no se metiera en su trabajo. El inversor hacía oídos
sordos a las peticiones de Holmes.
Asimismo Holmes, el último día de rodaje, prendió fuego
accidentalmente el decorado que representaba la pizzería donde se ubica la
acción. Pero a John Holmes le faltaba medio tornillo, y puede que esa fuera la
reacción a las desavenencias con los inversores, y tanto intrusismo y voyeurismo
en el plató. Intuyéndolo así el mafioso de Chicago, amenazó a Holmes con
partirle las piernas.
Bob Chinn, director de la cinta, era un estudiante de la
escuela de cine de UCLA de la promoción del 66, que como estudioso y consumidor
del porno primigenio ahondó en el tema rodando el documental “The history of
pornography”. Tras graduarse, el paso natural era dirigir cine para adultos
siendo el responsable de diversos loops de corte amateur hasta, poco a poco,
meterse de lleno en la industria llegando a tener gran éxito en la misma. Dirigiendo varios títulos para
lucimiento de John Holmes, “Hot & Saucy Pizza Girls” es de sus películas
más celebres.
El impacto popular de esta cinta ha sido tan grande, que
incluso la pizzería-museo Pizza Brain, sita en Filadelfia, y que cuenta con la
exposición de memorabilia y objetos de colección relacionados con la pizza más
grande del mundo, cuenta con una copia de la película en sus vitrinas.
Curiosa. Y entretenida.