Cuando esta película llegó a nuestros videoclubes en los
primeros años de los 90, sus distribuidores, los tan entrañables como engañosos
señores de Record Vision, la publicitaron para que pareciera un film de acción,
género este con el que a la distribuidora le debería ir bien. Tan bien le iba,
que poco después se pegaron la machada de distribuir “Terminator 2” con lo que
Record Visión se hizo grande y comenzó a combinar sus habituales direct to
video con taquillazos mainstream (y el porno) convirtiéndose en uno de los
sellos pequeños más populares y poderosos de aquellos días.
Pero antes de esto, en sus tiempos verdaderamente modestos,
lanzó esta “Pacto en la sombra”. Y no es una película de acción como reza la
carátula. Se trata de un slasher de cuando el subgénero agonizaba, que toma
como premisa principal el mito de “El fantasma de la ópera”, lo vulgariza, lo contemporiza
y lo llena de sangre.
Cuenta la historia de un individuo que campa a sus anchas
por un centro comercial con una máscara cometiendo asesinatos. A priori parece
que estos asesinatos son aleatorios, pero no. Resulta que este señor, para
salvar la vida de su novia durante un incendio, murió quemado. Ha pasado un año
de este incidente y su novia entra a trabajar en un centro comercial que está
construido justo en el lugar del incendio. Este individuo mora por allí y está
a la que salta para acuchillar, decapitar o prender fuego a todo aquél que
suponga una amenaza de cualquier tipo para su novia.
Un film del todo incompetente que puede llegar a crispar los
nervios de quienes lo vean, primero porque está explicado tan mal, que no se
sabe que pasa hasta que en el meridiano de la película vemos un encuentro entre
la chica y el asesino, y comprendemos que se trata de su novia a la que está
protegiendo. Por otro lado, los asesinatos son torpes, lentos y poco
truculentos. El desarrollo, un coñazo y los efectos especiales de baratillo. Yo
reseño aquí esta película, pero en realidad, tampoco es que tenga algo
reseñable más allá de lo que cuento al principio de querer hacerla pasar por un
film de acción. Aunque nunca está de más dejar constancia de estas mierdecillas
inocuas y desangeladas. No en balde, los críticos norteamericanos se cebaron
con ella en la prensa escrita.
Con un título larguísimo que deja más en evidencia el
parentesco que quiere guardar con “El fantasma de la ópera”, “The Phantom of
the Mall: Eric’s Revenge”, la cinta está dirigida por Richard Friedman, más
conocido por haber dirigido con anterioridad “Doom Asylum” y que continuó hasta
el día de hoy por esta senda de la serie B más inadvertida y soseras, siendo
también responsable de otras basuras que llegaron a nuestro país como la
curiosa “Born, el embrión del mal” o "El talismán del terror".
Si eres completista, deberías verla, si no, pasa de ella.