Cuenta la historia de un dentista de destacada posición
social que hastiado de una vida sexual junto a su mujer, que incluso le
consiente que tenga ciertas aventurillas, se compra una muñeca hinchable. Con
el uso de esta y, al comprobar que no habla, no se queja y no molesta, acaba
enamorándose de ella. No solo este queda encoñado de la muñecaja, sino que su
familia acaba aceptando a la muñeca como a su novia. Pero, a posteriori, del
uso, acaba cogiendo manía a esta, lo que acarreará funestas consecuencias para
ella.
Rara y surrealista, tiene la capacidad de incomodar al
espectador, de producirle desasosiego y al mismo tiempo fascinarle ya que, no
solo nunca llegamos a aprobar esa relación, sino que la condenamos y se nos
antoja antipática, el dentista nos resulta aún más antipático y casi sentimos
lástima de la esposa de este, pero queremos seguir sabiendo que pasa con la
muñeca y deseando que continúe la irracionalidad del dentista; se casa con
ella, pero al igual que algunas de sus amistades, queremos verles tener hijos, y
en última instancia, porque, como el personaje, el espectador también coge
manía a la muñeca, queremos que por fin la mate y se deshaga de ella.
En definitiva, una extraña película de lo más interesante.
En el momento de su estreno la película pasó sin pena ni
gloria en España, y quizás para estar Franco aún vivo, no se trataba de una
película muy oportuna. En Europa si funcionó bien. Aquí, 452.000 espectadores
la situaban en la taquilla como una película del montón. Se quejaba Berlanga en
sus memorias contadas a Jess Franco, que pudiera ser que la película no
funcionara todo lo bien que debía, a nivel crítico, porque a Luis Buñuel le pareció una
porquería. La tachó de pornográfica y, en consecuencia, con la opinión de
Buñuel muy presente, los estudiantes de cine y los críticos la hicieron de
menos. Berlanga se preguntaba que como podía ser posible que Buñuel viera la
película de aquella manera, cuando probablemente era la película más buñuelesca
que Berlanga había hecho. Y yo digo que quizás por eso mismo le cogió manía.
Después de “Tamaño Natural”, Berlanga retomaría su
estructura habitual en “La Escopeta Nacional”, y la elevaría a otra categoría
dejando bien marcado, en lo sucesivo, el estilo Berlanga. Pero para mí, esta
“rara avis”, es lo mejor de su estupenda filmografía.
En el reparto, enorme, Michel Piccolí, —quizás sea su
presencia la que hace parecer a esta película como si fuera una de Ferreri—,
Valentine Tessier, Queta Claver, Manuel Alexandre, Julieta Serrano, Luis Ciges,
Amparo Soler Leal (luciendo unas estupendas tetas, quien lo diría, de una mujer
de su edad…) Rada Rasimov…