Al margen de esta pataleta, por suerte, llega Garci con esta
precuela de “El Crack” y tapa bocas. “El Crack cero” en su primera semana de
exhibición, ha sido un éxito de taquilla y de crítica, compitiendo con un
mastodonte como es el “Joker” de Tod Phillips que se estrenó el mismo día. Y yo
me alegro mucho de que al “El Crack cero” le vaya bien, y que los medios se
hayan rendido ante el trabajo de un director que, ninguneado como está en la
industria de nuestro cine sencillamente por sus preferencias a la hora de ir a
la urnas, ha demostrado que una buena película de corte clásico, sin artificios
y con material reciclado (todos los exteriores, ese Madrid de los años
setenta, pertenecen a descartes de otras
películas de Garci), puede interesar al público de 2019. También es cierto que
en la sala de cine en la que la vi, llena de parejas casi octogenarias y
cincuentones medio conservadores, yo era el espectador más joven. Y es tan
buena, que todos esos subnormales posmodernos que estaban afilando el cuchillo
cuando supieron que Garci volvía al ruedo, tuvieron que guardárselo. Estaba
oxidado. Su chiste ya no les hacia gracia ni a sí mismos.
Pero es que “El Crack cero” es una estupenda película. Muy
Garci, con sus encadenados, sus fundidos a negro y su lentitud maravillosa.
Recrear los tiempos más o menos mozos de esos grandes personajes
que son Germán “El Piojo” Areta y “El
Moro”, era una tarea difícil porque
había que suplantar a Alfredo Landa y a Miguel Rellán. En un principio se contó
con Víctor Clavijo para el papel de Areta, pero pronto fue sustituido por un
actor que tampoco me decía mucho como es Carlos Santos. Y “El Moro” está
interpretado por Miguel Ángel Muñoz. Menudo peso sobre los hombros de estos dos
actores. Sin embargo, dan los dos el tipo de sobra. Carlos Santos está
correcto, es un Areta más que digno, mientras que la gran sorpresa me la he
llevado con Muñoz que está esplendido. Y es que hay mucho prejuicio porque este
chaval, no creo que sea un mal actor, simplemente que está estigmatizado por
haber trabajado durante años en aquella serie vil que fue “Un paso adelante”. Y
aquí lo demuestra porque, no imita a Miguel Rellán, pero claramente se ha
empapado del personaje, y lo hace muy bien.
Así, la acción nos traslada a unos años antes del primer
“Crack” y tenemos la toma de contacto entre Areta y el Moro, que se sumergirán
juntos en el primer caso conjunto, el supuesto suicidio de un afamado sastre.
La amante de este contrata los servicios de Areta Investigaciones, ya que esta
considera que el suicidio no fue tal, sino que fue un asesinato. Así de simple
y sencillo, la película se compone de la investigación y los interrogatorios a
los que nuestros detectives someterán a los distintos personajes. Estupenda.
En blanco y negro, “El Crack cero” es una película
nostálgica para los setentones que añoran los tiempos de la transición y, por
ende, las películas de “El Crack”. Y así como el primer “Crack” era más deudor
del cine de justicieros de los 70 (con toquecitos noir) esta lo es más del cine
negro americano de los años 50 al cual Garci dedica un bonito homenaje. Como
fuere, y con tantos años de diferencia y tratándose de una precuela, “El Crack
cero” es un agradable colofón, autoral, cinéfilo, garciano, para una de las
sagas de cine de género español más cojonudas que ha dado nuestra
cinematografía. A ver si la racha en taquilla sigue en sucesivas semanas.
Como curiosidad les dejo aquí con lo que llaman un
“deepfake” que rula por Youtube y en el que han sustituido infograficamente a
Carlos Santos por un Alfredo Landa notablemente rejuvenecido para la ocasión.
Como curiosidad está bien, pero los avances de la tecnología, me producen
escalofríos. No quiero ver películas protagonizadas por actores muertos.