“Vampires” cuenta, en forma de falso documental, la vida de
una familia de excéntricos vampiros que ha de enfrentarse a su día a día. Los
padres obsesionados con alimentarse y la hija que quiere ser humana y le
encanta el color rosa y el hijo que se quiere pasar por la piedra a la líder de
la comunidad vampírica de Bélgica. Mientras, para que se alimenten, la policía
les proporciona inmigrantes y, así, no se comen a la gente de bien.
Básicamente, lo que hace “Lo que hacemos en las sombras” es
rodar al mismo estilo que está rodada esta, usar la misma cadencia y el mismo
tipo de humor para contar una historia distinta, pero la misma en esencia;
también es un falso documental sobre una excéntrica familia de vampiros. Hacen
otras cosas, dicen otros chistes, pero lo demás es lo mismo. Sin embargo ¿cuál
es la diferencia? Pues que mientras que la de Jermaine Clemet y Taika Waititi
es ultra divertida, esta, aun con cierto gracejo, no llega a los niveles de la
neozelandesa y resulta un tanto tostón. ¿Es ético robar una idea y mejorarla
sustancialmente? Pues la verdad, no lo se muy bien. Pero si que se reconocer la
genuinidad y, tras ver “Vampires”, está claro que “Lo que hacemos en las
sombras” no lo es. Es mejor película, sin duda, pero no es genuina.
En cuanto al hurto, en el caso de que lo haya, no sería
raro. Ambas películas, sus directores, se han paseado por los mismos festivales
(Turín, Sitges) sin inmutarse, por lo que no se puede descartar en ningún
momento que las malas ideas hayan aflorado en las mentes de los neozelandeses,
más poderosos, más célebres que el director de la película Belga, Vincent Lanoo,
más bien tirando a desconocido, pero también menos habilidoso en lo que a
comedia se refiere, porque, sin embargo, posteriormente, si que tiene un film
absolutamente incendiario que sí que me parece estupendo y que sentó algo de
cátedra: “Au nom du fils”.
Al margen de esto y de la curiosidad que podamos sentir al
respecto, “Vampires” no tiene nada más reseñable, más allá de ser una mala
comedia sobre vampiros. Y el hecho de que “Lo que hacemos en las sombras”
exista, no hace más que otorgarle más valor a esta, aunque sea porque es un
robo descarado.