Producido por Nas, “Fresh Dressed” analiza la evolución,
auge y caída de la moda urbana, es decir de la ropa que se ponían los raperos
y, de ahí, a cuando una cultura que surge de las calles y de la gente pobre, se
vuelve pija. Y es que si bien debemos a Run-DMC el hecho de que en el Hip-Hop
se usara la ropa de deportes, las zapatillas, las gorras y demás enseres
característicos de los raperos, fue más por una cuestión parroquial y económica
que por otra cosa. Run-DMC se vestían con Adidas porque querían empatizar con
la gente de la calle que vestía de esa misma manera. Pero claro, según avanzan
los 90 y los chavales comienzan a llevar pantalones grandes, los diseñadores de
moda se dan cuenta de que hay dinero en esos atuendos y comienzan a diseñar
ropa —carísima— que imita el estilo callejero que los chavales podían
improvisar en los bazares de sus barrios. Nacen así marcas como Karl Kani, Fubu
o Roc-a-Wear (entre tropecientas) que, según ellos, cubrían las necesidades de
una comunidad que estaba más por aparentar que por otra cosa. Y se forran
haciendo ropas grandotas para los raperos. Ceden su marca a los artistas, estos
las sacan en sus vídeoclips y el negocio ya está montado en todo el mundo. Sin
embargo, la moda es pasajera, por lo que en la década de 2000 hay tal
saturación de marcas de ropa urbana, que el negocio acaba yéndose prácticamente
a pique sobreviviendo la clásica ropa de deportes, Nike, Adidas, Puma y lo
clásico.
También se habla de las megaestrellas del rap interesadas en
ropa de alto diseño, Louis Vuitton, Versace y Dolce & Gabbana, al
representar esta un estatus que estos no tenían en las calles, porque esas
prendas representan el poder y el éxito.
La cara más estúpida y superficial de una cultura a priori
genuina, ensuciada por un complejo de inferioridad enorme que hundió a la misma
en el fango.
El documental en cualquier caso, no se moja, no critica ni
juzga, solamente se dedica a analizar estos aspectos, ahonda en cómo todo es
consecuencia de las ropas —baratas— y customizadas de las viejas pandillas del
bronx en los años 70 y cómo esto se va desvirtuando hasta que un simple abrigo
para el frío de una marca concreta puede llegar a costar hasta 1000 dólares, y
cómo muchos chavales no dudan en disparar a otros para robarles las prendas.
La conclusión es que, todo es moda, que todo tiene su
momento, y que el estado actual del Hip-hop deambula entre traperos que usan
ropa de alto diseño y raperos más modestos que se visten con lo primero que
pillan o con la ropa deportiva de toda la vida.
No deja de ser interesante, así como se comprueba, que
América es un país que se mueve por el dinero y las apariencias y que, por muy
originaria que sea la cultura del Hip-Hop, esta no es menos americana y, por
tanto, superficial, hipócrita y aparente.
El documental contiene declaraciones de raperos metidos a
diseñadores como Puff Daddy o Kanye West, o de diseñadores de las marcas que
más arriba he citado.
Como documental, curioso, entretenido y distinto.
Dirige, en lo que
fue su debut, Sacha Jenkins, documentalista especializado en Hip-Hop y cuyo
último trabajo está siendo un éxito en las plataformas digitales, la serie
documental centrada en el mítico grupo Wu-Tang Clan, “Wu-Tang Clan: Of mics and
mens” y que pese a la buena recepción que ha tenido, es bastante flojico.
“Fresh Dressed”, tiene más gracia.