Consternados por este caso, o quizás viendo negocio, la
revista de tendencias “Stern” se puso en contacto con ella. Así, en 1980, los periodistas Horst Hieck y Kai Hermann la entrevistaron en
profundidad. De aquellas conversaciones salió el libro “Yo, Christiane F: Los
hijos de la droga” que se convirtió en un best seller a nivel mundial.
Tal éxito propició que el paso natural fuera adaptar el
libro al cine, por lo que se puso en marcha una producción que contaba el
periplo de la muchacha entre los años 1977 y 1979, en la que se nos muestra su
descenso a los infiernos cuando probó la primera dosis tras un concierto
de David Bowie, su posterior conversión a prostituta, su relación con un muchacho también yonkie, y posteriores intentos
de rehabilitación fallidos por parte de ambos. Todo ello desde un punto de
vista sórdido y decadente que deja mal cuerpo al espectador. La crudeza con la
que son tratadas algunas secuencias —hay una de pasar el mono que muy
bien se podría insertar en “El Exorcista”, vomitona incluida— no dejan a nadie
impasible.
La producción, milimétricamente medida a cargo de Bernd
Eichinger, fue un auténtico caos de principio a fin, no solo porque la
mayoría de los secundarios y extras eran drogadictos reales que campaban por la
estación de Zooligischer Garten, centro neurálgico de prostitución y consumo de heroína, sino también por las tensiones propias de un rodaje tan duro. Es por esto
que el director contratado inicialmente, Roland Klick, despedido a las dos semanas tras una pelea en la que incluso se llegó a
las manos con Eichinguer. Fue sustituido entonces por Uli Edel, director de
solvencia más que probada y popular por sus incursiones en Hollywood filmando
títulos como “Última salida Brooklyn” o “El cuerpo del delito”, así como
algún que otro episodio para “Historias de la Cripta”.
Por otro lado, la película cuenta con la actuación completa
(y lisérgica) de David Bowie, que hasta compuso algunos temas exclusivos para
la banda sonora. Como Christiane F prueba la heroína tras su actuación en
Berlín, la producción decidió recrearlo. Para ello, el equipo se trasladó hasta
Nueva York donde se ambientó debidamente la sala en la que Bowie actuaba y, en montaje, se combinó esta con escenas del público filmado en un concierto de "AC/DC". El resultado es perfecto y nadie diría que
es todo un batiburrillo. La aparición de Bowie en la
película ayudó a su promoción en todo el mundo y, por consiguiente, una
importante taquilla.
En España no pudo ser más oportuna ya que llegó en plena vorágine del popularmente llamado cine quinqui, e
incluso, “Yo, Cristina F” determinó un poco los derroteros que llevarían
películas posteriores. Sin duda, Eloy de la Iglesia debió verla y
tomar buenas notas ya que la frase “Tienes los ojos como puntas de alfiler” se
escucha en esta película, pero también en “El Pico 2” cuyo rodaje
fue posterior. Así mismo, “Yo, el Vaquilla” de
José Antonio de la Loma, decide poner un título en primera persona claramente
deudor del de la película que nos ocupa.
“Yo, Cristina F” a día de hoy permanece un tanto olvidada
de la memoria popular, pero en su momento fue un auténtico pelotazo llegando a congregar en salas a casi 900.000 espectadores, todo un hito en
nuestro país para una película alemana. Y es que corrían tiempos turbios en
España a principios de los 80, donde, como muy bien sabemos, la heroína hizo
polvo a la población en ambientes periféricos o, más curioso todavía, en
ambientes esnobistas de artistas y músicos.
Por lo demás, mentar las controversias propias de ser un film protagonizado por una menor que incluso llega a mostrar un desnudo de espaldas,
en una interpretación magistral a cargo de Natja Brunckhorst que pone los pelos
de punta. Brunckhorst, al contrario que sus compañeros de reparto, continuó
haciendo cine en Alemania. En España pudimos verla en “La princesa y el
Guerrero” en el año 2000, y a día de hoy continúa interpretando para la pantalla, pero
siempre será recordada por su primer papel, este de Christiane F, con el que
sin duda, se encasilló.
La película, dura, feista, un drámon de tres pares de
cojones, verdaderamente merece la pena. La recomiendo encarecidamente.
En cuanto a la verdadera Christiane F, pese al final
esperanzador de su biopic, anda con una salud muy delicada porque jamás llegó a dejar del todo su adicción.