Tenía cuatro motivos de peso para ver esta película. Primero, porque es de terror. Segundo, porque es la secuela de "Malevolence" y, como dije en aquella reseña, el fin consistía en deglutir la trilogía al completo. Tercero... y cuarto, ¡las tetas de Alexandra Daddario! Protagonista femenina y una de las cositas más exquisitas y pajeables del panorama cinematográfico actual. "Bereavement" sigue a la peli que lanzó de verdad a la muchacha, "Percy Jackson y el ladrón del rayo", es decir, que podemos gozarla jovencita, mojable como un churro en chocolate y luciendo un "top" de esos ceñidos, de generoso escote y, encima, blanco. Vamos, que toca sobredosis de pezones erectos. Que se lo digan al propio director y guionista, Stevan Mena, responsable también de la primera parte, quien no dudó un segundo en explotar en el póster todo el potencial erótico de la zagala.
Dejando de lado apreciaciones masturbatorias, y centrándonos en lo que toca, hay que aclarar que "Bereavement" es una precuela. Narra los hechos acontecidos antes de "Malevolence", es decir, el origen del asesino, de cómo pasa de inocente infante a tremebunda máquina de matar. Así pues, mientras presenciamos toda esta parte, con el crío asistiendo a los horribles crímenes del tarado que lo adoptó por la fuerza, en paralelo nos van narrando el drama de la Daddario, la típica "chica diferente" que se ha instalado en casa de su tío y que, inevitablemente, terminará inmiscuyéndose en la rutina del clan criminal.
Hay que decir que se nota una generosa mejora con respecto a "Malevolence". En todos los sentidos. Más guita (un presupuesto de dos millones de dólares, diez veces el de la primera), una historia mucho más interesante y una ristra de personajes más ricos con los que es fácil empatizar y a los que dan vida un reparto notable. Junto a la Daddario encontramos a Michael Biehn y John Savage (quien nos reserva un epílogo que, en su sencillez, y sin mucha parafernalia, resulta de lo más triste). Brett Rickaby da vida a algo más que un psycho killer con máscara, este tiene "chicha". Y se agradece.
Las escenas de asesinatos son brutas, intensas y crueles.
Así pues, estamos ante ese raro ejemplo de secuela que supera, y con creces, a la peli de origen. Tampoco es que sea la mojama, ni un dechado de diversión, pero desde luego demuestra que disponer de más medios no siempre se traduce en perder la esencia o parir un producto más desangelado. Todo lo contrario.
Recomendable (y ni siquiera hace falta que hayas visto "Malevolence" para pillarle el gusto).