Derek Wayne Johnson, director de “Stallone: Frank, that is”, es un absoluto fanático de “Rocky” y “Karate Kid” y por ende del director de las mismas, John G. Avildsen, al que considera asimismo una especie de mentor. De este modo, Johnson, basándose en el libro sobre el director “The Films of Jonh G. Avildsen: Rocky, The Karate Kid, and other underdogs” de Larry Powell y Tom Garret, se lía a grabar entrevistas para crear este documento que sirve de complemento visual al libro de Powell y Garret y de homenaje casi póstumo, ya que el director de “Rocky” falleció poco después de que el documental viese la luz.
Se trata de una divertida propuesta a base de entrevistas, material de archivo y filmaciones superocheras del propio director, que al mismo tiempo que nos hace participes de convenciones y homenajes en los que se proyectan las principales películas de Avildsen. Súmenle a eso la ristra de anécdotas de rodaje que se cuentan en el documental, muchos datos biográficos, y obtenemos un trabajo que nos deja la mar de satisfechos. Sin embargo, me llama poderosamente la atención el hecho de que este documental nace como una reivindicación del director desde una perspectiva desconocida para mí, porque, no es que nos muestre a un clásico del Hollywood moderno, sino que nos presenta a un director ninguneado y olvidado, prácticamente como si se tratara de un outsaider que nunca recibió el crédito que se merecía. Esto me choca porque no hace falta ser un erudito para encontrar en la figura de Avildsen a un director esencial del cine de estudios en los setenta y ochenta, cualquiera que sea mínimamente aficionado el cine sabe situar en seguida al director y asociarlo a una posición privilegiada. Para dejarnos claro que eso no es así, lo primero que hace el documental es mostrarnos al público llano que no tiene ni pajolera idea del director cuando se pregunta por él. Aunque lo cierto es que los entrevistados son unos infraseres que lo más probable es que tampoco sepan dónde tienen la mano izquierda. Lo que sí que queda claro con estas entrevistas es que, aunque la gente no sabe quien es Avildsen, todo el mundo aprecia y sabe cuáles son sus películas, al menos “Rocky” y “Karate Kid” y, centrándose en esas dos, el documental da cuenta de la vida y obra del director.
Podrían haberlas omitido y centrarse en el resto, que las tiene muy buenas, buenas, regulares y horrorosas, sin embargo son pocos los minutos que se le concede a cintas como “Escuela de rebeldes”, “Mis locos vecinos” o “La fuerza de uno”, para basar el grueso de la película en las sagas anteriormente citadas nombrando al resto de pasada, por lo que el discurso del documental queda en entredicho. Sus inicios en el cine de derribo con películas como “Desmadre en la escuela” o “Turn on to love”, desaparecen del documental como si prácticamente no hubieran existido y dándonos a entender que el inicio de su carrera comienza con “Joe, ciudadano americano”. Con lo interesante que hubiera sido saber algo a cerca de estas producciones tan ignotas.
Con todo, el material biográfico que se nos muestra, así como la documentación sobre “Rocky” y “Karate Kid” es tan abundante y amena, que pasamos un rato estupendo, además de ver lo patético que puede llegar a ser un director de cine no reconocido por la masa: Avildsen entra en los restaurantes y, si no le reconoce el camarero, le pregunta a este que si sabe a que se refiere eso de “dar cera, pulir cera”. Cuando el camarero le responde que eso pertenece a la película “Karate Kid”, Avildsen aclara: “pues yo la dirigí” para ganarse las atenciones del camarero. Esto lo cuenta el propio Alvidsen en primera persona en el documental, y contradice, también, el discurso que tiene toda la película que viene a decirnos que, si en realidad no triunfó, fue porque era un director humilde y sencillo carente de ego. Mis cojones.
En definitiva, muy majo el documental, muy entretenido.