Como se suele decir, he gastado ríos de tinta proclamando a los cuatro vientos lo mucho que "Posesión Infernal" y "Creepshow" hicieron por mi cinefagia, especialmente aquella enfocada al terror y fantástico. Pero no son las únicas. De hecho, hay un par bastante más antiguas que, de alguna manera, las precedieron y me marcaron lo suficiente como para querer más. De una de ellas, "Matar o no matar", hablé profusamente en un número de mi querido y diminuto fanzine. De la otra casi me había olvidado hasta que la rescaté hace unos días en la televisión, "S.O.S. El mundo en peligro". Sí, Terence Fisher, Peter Cushing, terror británico de los sesenta, bla, bla... todo como muy estupendo. Pero debo aclarar que, en general, esa clase de material no suele interesarme. No me hace demasiado tilín la "Hammer". Puede que sienta más simpatía por "Amicus", pero el fanatismo, en este caso, queda lejos de mi jurisdicción. Por eso, el afecto que despliego hacia la peli reseñada es una agradable anomalía, resultado de la anécdota del cómo la consumí en su día, sentado en el sillón junto al resto de la familia, cubriéndome los ojos con alguna revista y escuchando horrorizado los sonidos esputados desde la caja tonta. Recuerdo perfectamente a mi querida madre intentando sacar hierro al asunto a base de bromear con el aspecto de los monstruos que pueblan la película, pero no funcionaba. Lo pasé bastante mal, sobre todo oyendo los graznidos de los mismos y a mis hermanos comentar la amputación de mano hacha mediante que sufre Cushing (una escena bastante truculenta si tenemos en cuanta la época y tal. Llama la atención lo "bien" que se lo toma el personaje. British hasta la médula).
En una pequeña isla comienzan a aparecer grotescos cadáveres a los que algo les ha absorbido los huesos, convirtiéndolos en huecas masas gelatinosas deformes. Unos científicos acuden a investigar y descubren la existencia de unas criaturas surgidas de un experimento fallido. Tienen caparazón de tortuga y cabeza de serpiente/anguila. Además, son capaces de dividirse, por lo que como no se den prisa, pronto la isla quedará infestada.
Aparcando todo sentimentalismo nostálgico, "S.O.S. El mundo en peligro" (farragoso título hispánico de "Island of Terror") es una peli muy del montón. Terence Fisher pone el automático y tira millas, sin pararse mucho a pensar. Todo en ella es de manual, convencional. Tal vez lo único destacable sean los bichos y las consecuencias de sus ataques. Pero al menos puedo evitar recurrir a aquello de "Mejor quedarme con el buen recuerdo y no volver a verla". Sirve pa pasar el rato tontainamente. Y eso ya es mucho.