Enésima reivindicación del fenómeno “grindhouse”, esta vez proveniente de Alemania, en este estupendo —y cortito— documental que, más que de un tipo de subgénero, vendría a hablarnos de los cines donde era habitual que se proyectaran en Alemania las películas exploitation. Al igual que en España serían los cines de barrio y los de sesión continua los lugares donde el espectador podía ver por pocos duros películas exploit, serie Z, cine de Kung Fu o películas “S” —aunque hay que tener en cuenta que en nuestro país muchas de estas películas se estrenaban en cines de estreno con todos los honores—, en Alemania los complejos cinematográficos en los que se solía exhibir toda esta morralla eran los llamados “cines de estación”. Se ve que en los años 50, con la proliferación del comercio en las estaciones de tren, dentro de muchas de ellas se habilitaron salas de sesión continua que servían, más que para que el público disfrutara de las películas, para que los viajeros que llegaban a la estación con tiempo o los que su tren sufría un retraso, tuvieran un lugar en el que esperar entretenidos. Durante el declive de lo que fueron en general los cines de estación, estos se convirtieron progresivamente en lupanares de vicio que proyectaban cine porno y alojaban a toda suerte de chaperos, pajilleros y prostitutas. Es por eso que junto a la pantalla solían colgar relojes grandes y luminosos para que a sus clientes no se les pasara la hora de tomar el tren.
La programación sería la típica de un cine de barrio.
“Cinema Perverso”, con la eterna estructura del cabezote parlante, reúne a un buen número de reputadas (o no) personalidades del cine fantástico alemán como puedan ser Uwe Boll, Christian Anders, Jörg Buttgereit o René Weller que recordarán el tipo de películas que se proyectaban en esos lugares o su experiencia con alguna de aquellas películas, en el caso de haber participado.
La verdad es que el documental no propone nada nuevo más allá de lo que nos han contado otros documentales americanos, sin embargo la baza fuerte la tiene a la hora de hablarnos del producto autóctono. De esa manera “Cinema Perverso” le pasa factura a subgéneros alemanes que en la mayoría de los casos son desconocidos para el público estándar, como la popular comedia sexy bávara o una especie de subgénero parejo a nuestra clasificación “S” que serían las “report movies”, poco más que documentales sensacionalistas que con la excusa de educar al personal se nos muestra todo el folleteo posible al estilo de los “higiene films”, y que contaba con una zona concreta como era el barrio de St. Pauli en Hamburgo (sí, el barrio donde “El monstruo de St. Pauli” cometía sus fechorías…) para situar las escenas morbosas que querían enseñarnos los directores, ya que se trata de un barrio popular por la inmundicia, los marineros y las chicas fáciles que albergan sus calles. También descubrimos los “stereostrips” que vendrían siendo el equivalente al nudie americano, pero más soso aún si cabe y que, proveniente de Suiza o Finlandia, fue plagiado por nuestros amigos alemanes sin ningún tipo de escrúpulo porque, al fin y al cabo, era un producto que resultaba altamente rentable. También nos hablan de géneros alemanes de corte popular o, más curioso todavía, nos explican que muchas películas americanas eran demasiado cortas para los circuitos de exhibición alemanes, así que, con el fin de llegar a un mínimo de metraje estipulado, las distribuidoras rodaban material de relleno que luego insertaban de manera tosca y chabacana sobre el negativo original, por lo que se alteraba la obra considerablemente. No hay nada que me parezca más estafa que eso, una película americana que, sin la productora saberlo siquiera, lleva minutos extra de metraje alemán dirigido por váyanse ustedes a saber quién.
En definitiva se trata de un documental ameno, dinámico, curioso y entretenido con el que a estas alturas no vamos a aprender ya mucho más, pero que al menos nos descubre una serie de títulos y estilos alemanes que hay que tener presentes porque, al fin y al cabo, se trata de la cinematografía folclórica de un país que, aunque cercano, en muchos aspectos sigue siendo un gran desconocido.
Dirige la cosa Oliver Schwehm, documentalista para televisión que, además de este, ha dedicado documentales a figuras internacionales del fantástico como pueda ser Christopher Lee, pero también, a figuras del más rutilante eurodance como el dedicado a la estafa que supuso al mundo los Milli “don’t forget my number” Manilli.
Recomendable para echar un ratillo agradable.