viernes, 27 de mayo de 2022

EL ASESINO DE PEDRALBES

“El asesino de Pedralbes” es uno de esos documentales de culto dentro de la cinematografía española, que junto a otras piezas como “Queridísimos verdugos” o “El desencanto”, conforman un triunvirato de historias morbosas, macabras en inquietantes, no exentas de cierto amarillismo, que hace las delicias de los cinéfilos de alto copete que las citan entre sus favoritas alegando ser material de alto interés cultural, cuando la verdad es que se acercan a ellas por el morbo que suscita el caso real de marras. Yo sentencio, aquí y sin despeinarme, que estos documentales son lo más cercano al "mondo" que ha dado este país. No obstante, se trata de muy buenos documentales y con el handicap que supone el haber sido rodados en cine en su momento, cosa que me entusiasma —los documentales en 35 mm—.
En esta ocasión nos encontramos ante una cosa única.
Jose Luis Cerveto era un individuo que, habiendo sido abusado sexualmente por varios adultos durante su infancia, desarrolló una personalidad psicopática y altamente compleja, que lo llevó a convertirse en un auténtico pederasta y en un asesino sin escrúpulos.
En 1974, cuando trabajaba en un chalet de Pedralbes para un matrimonio de dinero, gracias a una serie de demonios internos, acaba asesinándolos en el interior de su dormitorio a puñaladas; tantas, que dejó los cuerpos destrozados. A pesar de currarse una coartada, Cerveto fue detenido al poco tiempo y llevado a prisión. Una vez allí, decide confesar su crimen.
Ante tal tesitura, el cineasta y documentalista Gonzalo Herralde, se traslada con un equipo de filmación hasta la prisión de Huesca donde Cerveto cumple condena en 1978, con el fin de entrevistarlo profusamente y con cinco semanas por delante de filmación. También entrevistaría a personas cercanas.
El caso es que al individuo le da por contarle al director con pelos y señales, y una locuacidad que asusta, como planeó, ejecutó y manejó el famoso asesinato, y, ya que estaba, también confesaría gran parte de sus delitos sexuales contra menores, quedándose él mismo sorprendido al narrar que abusó, incluso, de un niño de 7 años.
Obviamente, la salud mental de Cerveto está altamente trastocada hasta tal punto que él mismo se cuestiona frente a la cámara su cordura y pide ayuda desesperadamente, si bien, y ante la imposibilidad de redención, también pide a gritos la pena de muerte.
Un ser despreciable, peligroso e inquietante que, desde luego, es nocivo para la sociedad.
Entonces el documental, formal, sin aspavientos, recoge un testimonio sobrecogedor que le pone a uno de mal cuerpo, primero por el grafismo de las narraciones de Cerveto, al que da gusto oírle, y al que le intuimos una inteligencia natural muy peligrosa, y en segundo lugar porque el espectador se hace una imagen de lo que se está contando y, claro, se pone malo. Además, la mirada del asesino de Pedralbes, aturde. Está claramente muy loco.
En definitiva, un interesante documental, de los que una vez se ha terminado pasan un par de días y uno sigue acordándose de él, y una prueba de lo mal que anda la justicia; por sus delitos fue condenado a dos penas de muerte, pero se libró del garrote vil tras la abolición de la misma. Un tipo con suerte.
El documental acaba con José Luis Cerveto condenado a las dos penas, así que buscando info para ver que fue de él, descubro que 10 años después, en 1988, el individuo es puesto en libertad, se busca la vida como artesanal fabricante de caretas que pone a la venta en un mercadillo de Vallecas, y allí es de nuevo detenido y acusado por abusar de dos menores de 11 y 13 años.
No encuentro mucha más info al respecto, pero en un acto ya de sensacionalismo al cubo, cuando el programa de La 2 de RTVE “Versión española” emite el documental en 2001, resulta que uno de los invitados que va a hablar de la película ¡Es el propio Cerveto! que, por supuesto, se crece ante la cámara dando pie a su elaborada verborrea.
Y, llámenme conservador si quieren, pero yo no hago más que preguntarme “¿qué hace un asesino y pederasta confeso que fue condenado a dos penas de muerte, vivo, coleando y comentando sus fechorías en completa libertad en un programa de televisión?” Claro que igual le sacaron de la prisión donde se pudre para el programa y después volvió al hoyo, no he sido capaz de corroborarlo.
Como sea, un documental recomendable y altamente sobrecogedor.
Se estrenó en pases pequeños en Madrid y Barcelona para después distribuirse en vídeo de alquiler. Y me resulta fascinante el póster promocional con el que se estrenó, ya que, según este, la prensa le acusó de sádico, de asesino… y de homosexual.  Como si ser homosexual fuera equiparable a ser un sádico y un asesino (jajajajaja!). Cosas de la época.