A "The Blood", banda punk británica con fama de ser algo más talentosa y capacitada musicalmente que sus compañeros de escena (y facturadores de algunas canciones bien alejadas de la habitual matraca machacona y simple), los descubrí consumiendo el volumen 1 del vídeo "Punk & Disorderly". Su clip -de la estupenda canción "Such Fun"- me resultó rematadamente sórdido, dejándome una horrible sensación de suciedad. Ver al cantante con cara de demente y su descontrolada mandíbula -o al guitarra luciendo una ermilla de piel de animal muerto- contribuyeron a ello. Quien me iba a decir entonces que, años después, aquel individuo berreón y tarado se reciclaría a experto en humanidades -y lo digo en serio- e incluso osaría resucitar a "The Blood". Además, de manera sucia y sibilina. Les cuento.
Resulta que, llegado el momento, Colin Smith, que así se llama (aunque solía usar el seudónimo de Cardinal Jesus Hate), cansado de tanta violencia y cochambre, dejó el grupo. De este modo, el guitarra y alma máter, Jamie Cantwell -alias JJ Bedsore-, decidió mantener la antorcha llameante, encargándose también de canturrear, dándole una pátina más metalera, pero sin llegar al jevi puro. Esta nueva encarnación conservaba el espíritu cafre, ofensivo y peleón, y parió algunos discos que, sin ser la repanocha, tampoco están ni tan mal, como "Smell Yourself" o "Spillage". Todo esto ocurrió a lo largo de la década de los noventa, durante la que Cantwell, fiel a su tendencia autodestructiva, no paró de castigarse el cuerpo. Tanto, tanto que, al final, la palma en 2004.
Y entonces, ¡alehop!, dos años después reaparece Colin Smith, convertido ahora en un tipo respetable, y tiene la desfachatez de retomar a "The Blood", asegurándose así una perrillas a base de vivir del pasado visitando esos lamentables tugurios festivaleros de nostalgia punkista. Pero no le basta con ello, resulta que las nuevas grabaciones del combo aspiran a temáticas más elevadas y políticamente correctas, aparcando el nihilismo y la mala leche propias de los "Blood" ochenteros y noventeros. Sí, claro, está bien y es lícito cambiar... cuando hay cierta honestidad y coherencia en ello. Si de verdad te apetece cantar sobre cosas más serias y pasarte al acústico (¡ouch!), no recurras a una banda de tus años mozos que destacaba, precisamente, por ser lo opuesto. Crea una nueva y lánzate al ruedo. Pero es más cómodo ahorrarse todo el trajín que empezar de cero. El que procediera justo después del palmamiento de su ex compañero lo hace todavía más sucio (puedo imaginar a Cantwell removiéndose en su tumba) y... ¡sórdido!Para la ocasión, la canción elegida tendría que haber sido "Such Fun", pero por razones obvias, y porque siempre mola salirse un poco por la tangente, he escogido otra de mis favoritas. Una, además, que pega mucho en este blog dada su naturaleza (la del blog y la de ustedes), "Degenerate".