Han pasado 16 años desde que el llamado "El Destripador" rebanara el cuello a unas cuantas víctimas, incluida su propia esposa. Aunque supuestamente fue cazado, no consiguieron encontrar el cadáver y los chavales nacidos el último día que actuó (entre ellos su hijo), viven convencidos de su pronto regreso para seguir matando. Como era de esperar, comienza la escabechina y los caídos son esos mismos teenagers ¿Es uno que se está cepillando al resto o el criminal original?
Le tenía muchas ganas a "Almas Condenadas". Y no porque la recordara con cariño, más bien lo contrario. Pero era uno de los títulos olvidados e ignorados de la filmografía de Wes Craven. Un Craven que, entre mediados y finales de los 2000, andaba más de capa caída que nunca. Tuvo mogollón de problemas con "La maldición (Cursed)", el plomo aquel sobre hombres lobo protagonizado por la otrora apetecible Christina Ricci (que mal le sentó adelgazar, oiga) Se apartó un poquito del terror metiéndose de lleno en el thriller con "Vuelo Nocturno", una cosucha pasable con regusto a telefilm. Y volvió al género que le vio alcanzar el estrellato con "Almas Condenadas" ("My soul to take" en v.o.) Siempre hemos sabido que tío Wes estaba hasta el gorro de su vinculación con el terror. Como hombre de negocios y frustrado intelectual, lo abordaba progresivamente con menos pasión y entusiasmo. Lo que también es lógico. En "Almas Condenadas" la cosa anda ya bajo mínimos. No se muy bien qué pasó por su cabeza cuando se puso con el guion. Por un lado, estamos ante una tortilla confusa y caótica con ribetes de psicología de manual. Y por otro, un slasher en el que, incluso, parece que el cineasta intenta sacarse otro Freddy de la manga (como ya hiciera con "Shocker, 100.000 voltios de terror") a base de asesino de voz rara esputando puntuales chascarrillos. En fin, todo muy confuso, muy plasta, especialmente cuando nos metemos de lleno en terreno "adolescentes con problemas". La película todavía cuenta con una introducción intensa, pero la posterior caída a los abismos lo manda todo al carajo.
Encima, dura 1 hora y 47. ¡No hacía falta, leñe! Le sobran 15 minutos, como poco. El clímax es un coñazo, me dormí en mi más reciente intentona. Y el enigma muy fácil de resolver. Más potables son los créditos finales, sobre todo por el despliegue del story-board casi completo.
El fracaso de la película (no me extraña que nadie hable de ella, nació para ser olvidada... hasta que vengan los esnobs de Bloody Disgusting y sentencien que en realidad es una obra maestra incomprendida) no contribuyó nada a hacer despegar la carrera de su joven reparto. El único que ha logrado algo a posteriori ha sido Frank Grillo. El resto, pues muchos terminaron como carne de serie televisiva. Destacaría a Emily Meade, solo por la cara de hijaputa que gasta, dando vida a un rol muy típico en el cine norteamericano ambientado en instis, el de la estudiante con alma de líder a la que todos siguen, escuchan y temen. No sé si eso se da mucho en los colegios actuales desssspaña, pero en mi época no ocurría y, por ello, me cuesta tanto entenderlo.
Entre la peña currando tras la cámara, encontramos al bueno de Kenneth J. Hall, uno de esos personajes que merecerían más atenciones. Eventualmente se ocupa de efectos especiales, moldear criaturas o fabricar disfraces estrambóticos (y le va muy bien, es a lo que se dedica profesionalmente hoy día), pero también pasaba el rato escribiendo guiones para leyendas de la serie Z y, directamente, dirigiendo. Suya es la mítica -por las razones equivocadas- "Engendro Satánico", incluida en nuestro pest-seller.
Desesperado ante la situación, el siguiente paso de Wes Craven fue obvio y previsible, retomar su éxito más reciente en el tiempo, "Scream, vigila quien llama", con una cuarta y también muy poco recordable entrega. Y de la tumba creativa, a la humana. Descansen en paz, él y "Almas Condenadas"