Los hermanos Quiroz, Eduardo y Juan, de ascendencia latina, manazas donde los haya, encontraron en la primera década del nuevo mileno, gracias al resurgir del formato domestico con la llegada del DVD, un nicho al que se abrazaron como si de una amante se tratara. Así que comenzaron a facturar toda suerte de películas de carácter amateur en las que contaban únicamente con localizaciones de corte guerrillero, actores de tercera fila y una cámara de vídeo, con la finalidad de distribuirlas en dicho formato. Eso sí, se ganaron cierto seguimiento por parte del fandom más cafre gracias a que se especializaron en hacer películas de gangsters chicanos a ritmo de un hip-hop de quinta regional facturado también por los propios hermanos.
La década de 00, a la que yo llamo “segunda era dorada del videoclub”, retrospectivamente hablando puede que sea la que más títulos de segunda, tercera y cuarta fila generó gracias a las bondades del entonces nuevo disco versátil digital. Apareció un nuevo cine de serie B y serie Z que alimentaba las estanterías de los videoclubs, pero también comenzaron a aparecer en el mercado americano películas amateur con ediciones en DVD bastante decentes que tenían cierta vida comercial. Dentro de esta categoría también hubo cosas mejores y peores, pero, los hermanos Quiroz puede que sean lo peor de lo peor del cine amateur americano distribuido comercialmente. Estos tipos básicamente lanzan una idea atractiva al aire, diseñan un póster más o menos llamativo y luego la película la resuelven con la mayor tacañería posible, tirando de conversaciones insulsas y evitando la posible elaboración de efectos especiales y/o escenas de acción mínimamente complicadas. Aplican la ley del mínimo esfuerzo llevada a cabo con el mínimo talento.
La película más conocida de esta dupla es la titulada “The Dope Game”, un folletin sobre narcos y venganzas en la que actores inexpertos hablan y hablan y hablan. Y poco más. Yo no fui capaz de aguantarla entera. No les iría mal, porque poco después rodaron una secuela, “The Dope Game 2”, cuya caratula de vídeo era más espectacular que la anterior, la película me imagino que sería un mojón de similares características.
Los Quiroz duraron en el tiempo lo que duró el auge del formato DVD y, cuando este empezó a estar de capa caída, dejaron de facturar películas, por lo que estuvieron en activo desde 1998 hasta 2012. Pariendo absolutas infamias. Cuando el negocio del DVD pegó el bajonazo ya no les salía rentable seguir en el juego, así pues, se buscarían las habichuelas en otros menesteres, si es que no han acabado en las calles vendiendo heroína y crack.
Lo que les diferencia de otros amateur de la época es que estas películas son especialmente malas, especialmente aburridas, están especialmente mal dirigidas y son absolutamente incapaces de conseguir algún tipo de efecto o emoción en el espectador. Aquí no hay risas involuntarias, ni efectos especiales cutres. Nada. Solo actores malos improvisando sobre la marcha, guardando —un poco— deuda con el Zen filmaking, que posiblemente sea la mayor patraña de la historia de las imágenes en movimiento.
De esta “San Franpsycho” lo único que mola es el título. Por lo demás, cuando los hermanos la rodaron, lo hicieron un poco con la mentalidad de expoliar por enésima vez el reciente éxito de “Zodiac” de David Fincher. Y en cierto modo es un buen exploit porque en “San Franpsycho”, al igual que en “Zodiac” también se habla mucho. De hecho no hacen otra cosa.
La movida va de un asesino en serie (al que nunca vemos claramente asesinar a nadie porque, salvo por el asesinato por asfixia de apertura, jamás se nos muestra un asesinato directamente en cámara) que tras una escabechina deja mensajes ininteligibles en hojas de papel a modo de pistas. Un detective irá investigando al respecto consultando con reporteros, curas, etc…
Pues la película tiene la gracia justa. Imagínense aguantar las dos horas que dura esto…
En la otra mano, tenemos a Joe Estevez (ya saben, hermano de Martin y tío de Charlie, Emilio y Ramón) más contenido que de costumbre —pero actuando tan mal como siempre— dando vida al detective que investiga a esta especie barata de asesino del zodiaco que se da paseitos por el centro de la ciudad a cámara lenta, con el fin de alargar la agonía (y el metraje) y que le entran ataques de histeria en su domicilio. Al asesino lo interpreta un amigo de los directores llamado José Rosete, pero en el plantel de estrellas, también contamos con Todd Bridges, que en nuestro país se hizo popular por interpretar a Willis en la sitcom “Arnold” junto a Gary Coleman, y que en “San Franpsycho” aparece un par de momentos, habla un poco y se va…
En definitiva. Para ver que cojones es esto y, tras comprobarlo, borrar la suscripción a Plex que es donde tienen películas de estas a cholón.
Otros títulos de los Quiroz serían “The Dammed”, “Drug Lord” o “Veteranos”. Todo morralla.