Las creaciones de Peyo me tenían embelesado siendo crío. Disfrutaba de un montonazo de ellas en formato figurita, leía los tebeos (sufrí el trauma de perder uno cuando dos gitanillos me lo mangaron), vi la serie de dibujos durante su emisión, compraba el foiegras Apis porque regalaban pegatas con los bichos azules y, por supuesto, consumí "La flauta de los pitufos" en la gran pantalla. Justamente, el comic que la inspiró cayó en medio de la colección tebeística regular, así pues me sorprendió encontrarme a los pitufos como personajes secundarios y, sobre todo, físicamente tan distintos. Eran larguiruchos, más delgados. Y no habitaban un bosque verde y frondoso, más bien algo seco y semi-desértico. Claro, aquel era su debut. El consiguiente éxito provocó que, en el proceso, sus formas y, en general, su universo fuese suavizado, "rechoncheado", haciéndolo más bonito de cara al personal, otorgándole a cada pitufo una personalidad bien marcada, cosa ausente en "La flauta de los pitufos" formato papel. Y, así, cuando decidieron hacer la respectiva adaptación animada, se decantaron por aquellos. Es decir, los del film son los pitufos posteriores, no los originales. Van más en consonancia con lo que ya conocíamos entonces, las respectivas gracietas, el pitufo gafitas siendo brutalmente agredido, el perezoso, el fortachón, la cancioncita, el bosque repleto de hermosas flores, etc. Normal. El resto se mantiene ajustadamente fiel a las viñetas, con algunos leves cambios suponemos justificados por el formato, y la pérdida de detallismo en los dibujos.
Así pues, la cosa va de una flauta que, accidentalmente, cae en manos del simpático Pirluit, quien al tocarla ve como la gente baila contra su voluntad, hasta el desmayo. Un ladrón se entera de su existencia y la manga con el fin de dejar inconscientes a posibles víctimas para sustraerles los dineros. Pirluit y su amigo Johan recurren a un mago, quien les dice que la flauta fue fabricada por los pitufos y solo ellos pueden ayudar. Así que los manda para allá en una inquietante y extraña sesión de hipnosis extra-corporal. Se harán amigos de los seres azules, que les fabricarán otra flauta y contribuirán a localizar la original y neutralizar al malo.
Pues a lo tonto, resulta que "La flauta de los pitufos", the movie, es una cosilla de agradecidos 70 minutos la mar de agradable y amena. Sus técnicas algo toscas y crudas, aunque decentes, devienen todo un regalo para estos ojos agotados de tanto CGI, tanta computadora y fría perfección. La historia flojea un pelo justo tras el segmento protagonizado por los pitufos, pero el desenlace llega antes de que se torne insoportable y, sí, disfrutas lo justo y necesario, aunque seas un señor de mediana edad con canas hasta en los pelos del culo. Claro que mi pasado intensamente pitufista habrá contribuido. Sin embargo, a diferencia de lo que me ocurre cuando escucho canciones del padre Abraham, aquí no sentí ni gota de nostalgia. Simplemente, lo pitufé bien.