Y, siguiendo con la lógica, ¿¿qué clase de películas me aseguran tales condiciones?? coño, pues las de Chris Alexander, un auténtico especialista en eso del corto alargado. Ya hablé de él hace un tiempo, de su condición de ex-editor de "Fangoria", de como ello le valía para recibir apoyo y ayudas de ciertos personajillos "importantes" del sector, y... bueno, aquí viene la segunda confesión: de lo mal que me cae.
Lo tenía atragantado de antes (no puedo sufrir su cara de pasmao, esa gorrita detestable que lleva siempre y el rollo pedante del que, ocasionalmente, hace gala), pero podía tolerarlo como bicho curioso. Después de cierto affaire -que no comentaré, es cosa mía, aunque contribuyó a convertir el atragantamiento en "algo personal"-, ya no valía ni eso. Detesto a Chris Alexander. Sin su pasado "Fangoriano", pertenecería a los miles y miles de pringados que hacen cacotas con la vídeo-cámara creyéndose "filmmakers" legítimos, lejos de trascender. Pero él se puede permitir el gusto de ir a tomar unas copichuelas con Charles Band, convencerle para que invierta capital en sus peliculillas y, luego, las cuele en los servicios de streaming de "Full Moon". Y Band, claro, acepta. En parte porque anda muy perdido últimamente y está dispuesto a tocar cualquier palo en espera de que alguno suene. Lo máximo que el ex-capitoste de "Empire" ha aportado al "cine" de Alexander son tetillas. Antes las actrices le salían con camisón, marcando pezón, pero poco más. En sus roñas recientes, y de las que hablaré a continuación, se ven ubres. Algunas muy gonitas.
Así pues, tengan en consideración que las siguientes tres películas las consumí con música ajena en los oídos. Algo que podría considerarse trágico pues el juego auditivo se supone tiene mucho peso en las pelis de Alexander, ya que él mismo se encarga de componer y tocar lo que suena en la banda sonora, rollo "Goblin", retro-techno setentero. Pero, dadas las circunstancias, me la trae tremendamente floja. Para el caso, el mentado acompañamiento vino de la mano de "The amazing crowns", "The Onyas", "Teenage Head", "The Oblivians" y "Dirtys". Gracias a todos ellos por hacerme la experiencia más soportable.
La primera en caer fue "It knows you´re alone". Una pava de hermosos mondongos encuentra en la orilla de la playa un... errr... ¿cómo definirlo? teléfono muy tocho que antaño usaban los barcos para comunicarse entre ellos (¿arrastrado por el mar a pesar del peso?). Se lo lleva a casa, lo limpia y, claro, una noche suena. Lo coge y escucha sonidos raros, como voces distorsionadas del más allá. Por lo visto hay un fantasma muy cabreado en el lugar y utiliza el parato para darle al pico y, de paso, materializarse con fines bien pérfidos.
Bien, Alexander cumple con la papeleta del buen zineasta digital moderno esclavo de las plataformas. Lo primero es que tu peli ejerza de buen concepto, antes que buena videomovie. Así, remarcas mucho las referencias para que el fan medio se sitúe: Un cartel muy chanin con regusto a los setenta. Unos créditos a base de guiños tan sutiles como recibir un martillazo en la polla (por ahí leemos los nombres de A.M.Frank y Daniel White... como se suele decir ahora: if you know, you know), mucha morralla psicodélica a base de filtros, lesbianismo de chichinabo, toda una ristra de características propias del cine facturado en los 70 y, muy especialmente, el eurotrash que don Alexander hace suyas... pero sin más.... de modo completamente superficial, hueco, vacío. Porquesí. ¿Y el resto? pos una trama lineal como el cordel de un támpax, leeeeeeenta cual tortuga asmática, carente de imaginación o alguna resolución ingeniosa y una escueta duración de escasos 50 minutos que, encima, se hacen eternos. Ya les decía arriba, cortos alargados ad infinitum. Le quitas los paseos interminables y el rellenismo estético, y se queda en unos 10 minutos... igualmente aburridos.
"Scream of the blind dead" era la que me hacía más gracia, básicamente por tratarse de un homenaje a los templarios de Amando de Ossorio. ¿La enésima secuela en formato amateur, como tantas se han hecho -y tan jodidamente mal- estos años? Eso pensaba yo, pero no. En apenas 38 minutos (igualmente eternos) Alexander se vale de cierta iconografía propia de la franquicia hispánica (en este caso reducidas a UN templario) para contar lo de siempre, a la manera de siempre. Una tipa guapa (muy guapa, Stephanie Delorme), impulsada por una voz que la llama del más allá, baja del tren, llega hasta una vieja iglesia, se masturba recordando cómo se folló a su amante lesbi y, entonces, aparece un templario que la persigue.... y persigue.... y persigue.... y persigue.... y persigue.... y persigue.... y persigue.... y persigue.... y persigue.... y persigue.... y persigue.... y persigue... y per... eso. Hasta que la mata. That´s all folks. Incluye cameo de Lone Fleming, por supuesto... solo que, acorde a este cine de tecnología digital, limitado a la voz. Es decir, ni siquiera le pagaron un billete para ir a "rodar" a Canadá, bastó con una llamada por Skype. Evidentemente, toda la publi / promo de "Scream of the blind dead" es dolorosamente engañosa. Y eso aporta algo positivo, el careto que se le va a quedar a todo retardado fan del fantaterror cuando se siente frente a la tele dispuesto a ver esto.
La verdad es que habría dejado la tortura aquí, pero estaba gozando de mi particular banda sonora y no quería cortarla, así pues me busqué otra chrisalexanderdada para acompañar. Una cortita, eso sí. La elegida fue "Parasite Lady" de... no recuerdo bien, 40 y pico minutos.
Una tipa vive metida en un ataúd. Se levanta, se ducha para que le veamos las tetas, sale a la calle, visita una feria muy retro, se liga a otra pava, se la lleva a un motel, le abre el cuello y bebe su sangre. Al día siguiente, lo mimmo. Y así hasta que se enamora de una de sus víctimas, pero la madre superiora de las chupadoras de sangre no permitirá a su pupila tal capricho. En fins. Si el cine de Chris Alexander ya es aburrido y repetitivo, alargado hasta la ofensa, aquí la cosa se torna cruel, ya que de eso va la trama, de ver a doña parásito sumida en idéntica rutina día tras día. Hay que ser joputa. Todo ello pues a lo digital, a lo estéticamente hermoso propio de un vídeo de karaoke, diálogos mínimos, cámaras lentas, filtros hasta aturdir, bla, bla. Sin novedad. Todo aquello que parapeta su verdadera condición de producto hueco, sin alma, sin trama, sin esencia, pero lo suficiente recargado estéticamente -y pomposo- para que el fan medio se flipe, se ciegue, y diga maravillas aluego en las detestables redes sociales habituales. ¡Panda de cretinos!.
Sin embargo reconozco que, en el fondo, es hasta respetable que Chris Alexander se mantenga tan fiel a sus características maneras. Ahora bien, no sé como no se aburre de hacer exactamente siempre lo mismo, de idéntico modo. Me sorprende esa criminal falta de inquietud creativa, ciertamente.
Una tipa vive metida en un ataúd. Se levanta, se ducha para que le veamos las tetas, sale a la calle, visita una feria muy retro, se liga a otra pava, se la lleva a un motel, le abre el cuello y bebe su sangre. Al día siguiente, lo mimmo. Y así hasta que se enamora de una de sus víctimas, pero la madre superiora de las chupadoras de sangre no permitirá a su pupila tal capricho. En fins. Si el cine de Chris Alexander ya es aburrido y repetitivo, alargado hasta la ofensa, aquí la cosa se torna cruel, ya que de eso va la trama, de ver a doña parásito sumida en idéntica rutina día tras día. Hay que ser joputa. Todo ello pues a lo digital, a lo estéticamente hermoso propio de un vídeo de karaoke, diálogos mínimos, cámaras lentas, filtros hasta aturdir, bla, bla. Sin novedad. Todo aquello que parapeta su verdadera condición de producto hueco, sin alma, sin trama, sin esencia, pero lo suficiente recargado estéticamente -y pomposo- para que el fan medio se flipe, se ciegue, y diga maravillas aluego en las detestables redes sociales habituales. ¡Panda de cretinos!.
Sin embargo reconozco que, en el fondo, es hasta respetable que Chris Alexander se mantenga tan fiel a sus características maneras. Ahora bien, no sé como no se aburre de hacer exactamente siempre lo mismo, de idéntico modo. Me sorprende esa criminal falta de inquietud creativa, ciertamente.
Y que a gusto me he quedao, oiga.