
Pablo Thevenet (¡que nombre tan Naschy!) es un actor que en su momento fue muy grande, pero en la actualidad no le dan trabajo ni siquiera de extra. Su agente le consigue un currillo como animador de puerta en un puti-club regentado por un tipo de lo más extraño. Como Thevenet considera que ya no hace películas por culpa de los actorcillos provenientes de las series de televisión y programas de cotilleo, aprovecha que en su trabajo actual tiene que disfrazarse de asesinos célebres para matarlos a todos, incluidos aquellos que le putearon en algún momento de su vida. De por medio, una compañía que se dedica a filmar películas "snuff", le contrata.
A ver, "Rojo Sangre" está muy entretenida, pero el argumento es bastante confuso. Mi cerebro llega a alcanzar que el prota, firmando el contrato de animador de puerta, ha pactado con Satanás, pero no comprendo qué pinta en todo esto lo del "snuff".
Lo que verdaderamente me gusta, son las cantidades industriales de odio que desprende el guión (firmado por el propio Naschy), quien toma un nombre ficticio para interpretar (es un decir) a un actor que ha protagonizado las mismas películas que Paul Naschy protagonizó. No se corta ni un pelo en decir con todo el morro los títulos de algunas de estas. Ni de lanzar feroces puyas a sus enemigos. Jacinto se desquita a gusto, se caga en todo y en todos en la industria y lo hace con un guión ridículo, como solo él sabe, pero efectivo y divertido.
En el apartado carnaza, la película, que podríamos meter fácilmente en el saco del slasher, cumple, mostrando algunos destripamientos la mar de jugositos.
Fascinante en su patetismo, "Rojo Sangre" viene dirigida -y bastante bien- por Christian Molina (no, no es hijo de Paul) quien debutaba con esta producción que vio muy poquita gente, para luego seguir con "Diario de una ninfómana" y su respectiva polémica.