Al igual que LA HORA INCOGNITA, EL REFUGIO DEL MIEDO forma parte de esas “Raras Avis” que pululan tímidamente por la cinematografía patria, y dedican su metraje al rollete post-apocalíptico (o pre-apocalíptico en el caso de la de Ozores), y que, sin duda, tienen un lugar de honor en nuestro cine fantástico. Pero si en AVT pecamos de algo, es de ser soberanamente serios; EL REFUGIO DEL MIEDO es una película bien considerada, respetada por el fandom mas enteradillo y sabiondo, por el mero hecho de ser de corte post-apocalíptico y procedencia española. Es decir, el único rasero por el que se mide la película, es por el género que cultiva, exótico para según que nacionalidad. Bien: EL REFUGIO DEL MIEDO en realidad, ¡ES UN COÑAZO DE TRES PARES DE COJONES!
Parece mentira que se reivindique esta mierda por el mero hecho de ser española y de un género específico. Cuando esto se estrenó, siendo, no obstante, un fracaso estrepitoso (y merecido, si el publico le hubiera dado una oportunidad), los americanos ya habían hecho películas de calidad, adaptaciones de las novelas de Richard Matheson como EL ULTIMO HOMBRE VIVO o CUANDO EL DESTINO NOS ALCANCE, que, efectivamente, eran películas buenas. ¿Quién quería ver una piltrafilla española teniendo las americanas, que estaban repletas de ritmo y visualmente eran (son) espectaculares?
Bien, aclarado esto, ahora sí, decir que, particularmente, EL REFUGIO DEL MIEDO me ha caído simpática.
Dos matrimonios y el hijo de uno de ellos, se encuentran en un piso que en realidad es un refugio atómico. Los dos “cabezas de familia” son militares y aguardan ahí hasta que la radiación nuclear desaparezca y entonces poder continuar con sus despreciables vidas fuera. Pero de mientras se suceden los problemas. Las golfas de las mujeres actúan como lo que son y una de ellas se folla al hijo de la otra pareja, lo que acarreará conyugales consecuencias en un entorno hostil… y post-apocalíptico.
La principal intención de la película es que no se note que es española, por ello está ambientada en Nueva York, y eso nos lo aclaran durante los títulos de créditos, en los que insertan planos de la ciudad a cascoporro. ¿Lo consigue? A medias. Los peinados de los actores, así como algunos objetos del entorno inmobiliario del piso donde transcurre el 90% de la peli, le hacen cantar la Traviata en algunos planos. No obstante, la fotografía, los colores chillones y el ambiente setentero, si que podrían hacerla pasar por yanki en un momento dado.
Y si, está simpática, hay un par de escenas que, por delirantes o por estúpidas, hacen que nos centremos plenamente y lleguemos a disfrutar de lo que vemos, pero el tempo tedioso y el aburrimiento imponente, al final pasan factura. ¡Bah!, Minucias, nada que no solucione el “Fast Fordward”.
Con todo, se puede ver, pero como curiosidad, como rareza, como frikada si queréis, pero JAMÁS, como una gran película del cine español, porque en realidad es una mierda.
En el reparto Craig Hill, Patty Shephard, Fernando Hilbeck, Teresa Gimpera y Pedro Mari Sánchez, el entrañable Críspulo de LA GRAN FAMILIA, y doblador habitual de José Luis Manzano (y que, paradójicamente, aquí aparece doblado), que se prodiga como un poderoso galán, clónico de Ashton Kutcher (¡joder, si parecía que estaba viendo una peli de el¡) y le da el toque de gracia al film.
En la dirección, otro director que me cae muy simpático también, José Ulloa, que además de generar culto por esta película, lo genera también por otra de palo muy diferente, pero en todos los sentidos, infinitamente mejor (¿O quizás infinitamente peor?) que esta: ANDALUCÍA CHICA, vehículo tardío de ¿lucimiento? para el cantante de copla Antonio Molina, en plena decadencia de su decadencia.