Las mafias internacionales comienzan a instalarse en la ciudad de Barcelona, y un policía comienza
a investigar para intentar impedir que esto ocurra.
Así de simple es la trama de la película. En realidad un ir
y venir por parte del protagonista, que pregunta, vuelve a preguntar y compra
jaco para confidentes yonkies, mientras las subtramas se van resolviendo ellas
solitas.
Alguna persecución de coches más o menos aceptable y poco
más.
Lo bueno de la película, es que se atreve con un género puro
y duro en unos tiempos en los que ya se había instaurado el tipo de cine de los
Carlos Sauras, Jose Luises Cuerdas, Vicentes Arandas y demás, que acabaron
asesinando el cine español, y ya solo por eso, se merece mi respeto.
Sin embargo la película es lo que es; un pequeño bodriete
con un argumento y una trama de lo más endeble que no se sostiene por ningún
lado porque no hay una historia (ni buena, ni mala) que contar.
Las maneras de dirigir de Iglesias Bonns, a estas alturas
están trasnochadas y le dan a la película apariencia de película chunga, y pese
a que de ritmo anda la cosa bien, incluso con momentos trepidantes, al final,
mientras la vemos, nos preguntamos que cojones estamos viendo y por qué nos
aburrimos tanto con tanto camelleo, poli duro, juez corrupto y persecución,
cuando todo esto debería ser, a priori, harto vibrante.
En el reparto, actores de la escuela Catalana de toda la
vida como Alfred Lucheti, Jordi Torras o Sergi Mateu, junto con Fernando
Guillén, Joaquín Kremel y una jovencísima Maribel Verdú, que, como siempre, nos
muestra sus redondos pechos y rosados pezones… pero todavía no iba de diva...