sábado, 24 de diciembre de 2016

EL FIN DEL MUNDO

Owen tiene un problema. En realidad dos. Serían tres si contáramos su sobrepeso, aunque ello no le impida tener una novia bien atractiva, una por la que compite un mazas guaperas que intenta follársela y se toma a chota a nuestro protagonista. ¿Por qué?, pues porque a pesar de tener estudios de alta graduación, Owen ha preferido dedicar tiempo y esfuerzo a su pasión, abriendo un vídeo-club "frikista" especializado en.... ¡películas de catástrofes!. Sus favoritas. Las suyas y las de aquellos amigos con los que comparte chispeantes charlas sobre ciencia ficción.
¿Y los otros dos problemas de los que hablaba antes?, uno es que su pareja quiere que se centre, encuentre un curro respetable y bien pagado o cortará con él. El otro es que... bueno, el mundo está a punto de acabarse por culpa de una explosión de plasma que cae a la tierra destruyendo y matando por doquier. Es ahora cuando Owen demostrará a todos los que se ríen de él que el pasarse horas y horas viendo pelis de catástrofes le ha dotado de los suficientes conocimientos como para sobrevivir a tal entuerto. Una vez asumido ello, toca sacar del manicomio al único tipo capaz de solventar el problema, el Doctor Walter Brown, al que sus colegas llaman "Doc....... Brown" para mayor algarabía de Owen.
Esta es, a rasgos generales, la trama de "El fin del mundo", otra de las tantas y tantas películas baratas de catástrofes que hoy día se producen y que suelen ser habituales en la programación de "Syfy Channel". De hecho, su director, Steven R. Monroe, responsable también del remake de "I spit on your grave", ha firmado unas cuantas de ellas. Imagino que cansado de no salirse nunca de la rutina y la fórmula, Monroe decidió romper con todo pariendo esta "El fin del mundo" que, sin ser nada del otro jueves, es un poco más soportable de lo habitual. Sin duda gracias a su comedido pero bien presente sentido del humor (algo no muy común en el género) y a, efectivamente, que sus protagonistas son lo que son, lo que le sirve al director para reivindicar esta clase de cine, el "nerdismo" en general y, de paso, pintar al guapo y cachas, normalmente el héroe de la función, como el malo.
El desenlace es tan precipitado, anodino, tonto y cutre como de costumbre, pero al menos el resto puede verse sin sufrir demasiado y con una leve sonrisa de complicidad en el rostro.