miércoles, 30 de agosto de 2017

LOS FOTOCROMOS (Y EL PÓSTER) DE "ESTA CASA ES UNA RUINA"

Todo lo que podíamos haber dicho sobre esta película, ya lo dijimos en el AVT Podcast.
Así, sin más, les dejo con los fotocromos y el póster.















lunes, 28 de agosto de 2017

GHOST

“Ghost” fue un fenómeno social en 1990, una película que habiendo costado tan solo 22 millones de dólares, llegó a recaudar cerca de 600 convirtiéndose así en la película más taquillera de los 90, y uno de los films de mayor trascendencia en su momento.
Con fama de moñas, de edulcorada y de estúpida, fui a verla de adolescente al cine, como cualquier hijo de vecino (en España fueron a verla cerca de 4 millones de espectadores) y pese a los cientos de pases televisivos que se le ha dado, jamás volví a verla. Recuerdo que en su momento me entretuve, pero no es el tipo de cine que suscite mayor interés en mí. Así que recientemente, y aprovechando que la tenían en un “Cash Converters” por un pavo, dedico ver como ha aguantado el paso del tiempo.
Cuenta la historia de un banquero que está a punto de casarse con su novia, hasta que este es asesinado por un ratero, y quedar en tierra su fantasma. Este, vagando por la vida, descubre que su asesinato no ha sido fortuito, sino planeado por un compañero suyo que está robando unos cuantos millones de dólares y que casi ha sido descubierto por él. Con la ayuda de una Médium, nuestro protagonista hará que su novia descubra todo el entuerto que gira en torno a su asesinato, para así poder irse en paz, no sin antes decirle  a su novia lo mucho que la quiere y la cantidad de amor que se lleva al otro barrio. A las féminas, les encantaba este argumento, y les encantaba el bueno de Swayze, temprana y tristemente fallecido hace algunos años.
Teniendo en cuenta lo mal que queda a día de hoy el cine noventero, he de decir que no ha envejecido tan mal, ni es tan edulcorada ni tan moñas, pero tampoco es una película a reivindicar. Es puro “Fast Food”, ver y olvidar. Sin más.
Sin embargo, toda ella es una rara avis, puesto que fue un enorme éxito a nivel mundial –y una peli muy de su época-  con un director que venía de hacer un cine opuesto a este, que luego no tuvo mucha suerte.
Y es que cuando el guionista Bruce Joel Rubin salió del teatro de ver una obra clásica, y en ella, un fantasma le dice al protagonista que ha de vengar su muerte, se le ocurrió que ese era un buen punto de partida para una película de Hollywood, por lo que desarrolló el guion de “Ghost” y  al verlo los ejecutivos del estudio, a estos les entusiasmó, por lo que el producto tuvo luz verde en seguida. En la mente de  Rubin, estaba que la película se convirtiera en un clásico moderno –lo consiguió, no obstante-  Y producida por Paramount, mucho se tenía que torcer la cosa. En su mente, la película estaría interpretada por Tom Cruise, que rechazó la oferta. Tom Hanks, que parecía adecuadísimo en ese momento, lo rechazó por el mismo motivo que Cruise; no quería interpretar personajes que estuvieran muertos, por pura superstición.
Más avanzada la preproducción, Paramount vino con la estupenda noticia de que ya tenían director para la película. Dijeron que habían conseguido al mejor, al más rentable. Rubin se esperaba a Steven Spielberg o a Martin Scorsese, pero el estudio le dijo que no, que tenían uno mejor todavía. Cuando preguntó que de quién se trataba, y el estudio respondió que Jerry Zucker, Rubin se llevó las manos a la cabeza. ¿Cómo iba a dirigir uno de los directores de “Aterriza como puedas” o “Top Secret” su película? No parecía el adecuado, pero el estudio convenció a Rubin de que esas películas, no solo habían sido taquilleras, sino que además de eso, eran muy buenas películas a pesar de ser “Spoofs”. Nada más conocer a Zucker, y ver los puntos de vista comunes, y el entusiasmo que le ponía al proyecto, pronto hicieron migas y el trabajo fue armonioso. Zucker, estancado como estaba en esos míticos “Spoofs”, quería cambiar de tercio y hacer algo distinto.
Así pues, con las presencias de Demi Moore, que despuntaba, y Patrick Swayze que le encantó a Zucker tras verle en un programa de televisión emocionarse con la reciente muerte de su padre, amén de ser uno de los pocos actores que no rechazaron el papel por hacer de muerto, pusieron en marcha una película que si ajustamos a los precios de hoy en día, sería una de las más taquilleras de todos los tiempos. El contrapunto cómico lo puso una muy en alza Whoopy Goldberg, que acometió el papel de médium sin chirriar demasiado, y se convirtió, según la crítica yankie, en lo mejor de la película. No en valde se llevó el Oscar a la mejor actriz secundaria ese año.
La película fue un bombazo en todos los sentidos, se metió a público y crítica en el bolsillo, miles de parejas se enamoraron viendo la película –o escuchando su banda sonora compuesta de viejos éxitos de décadas anteriores- y dejó para la posteridad la romántica escena en la que, mientras los protas se manosean un poco haciendo alfarería, hacen el amor de una manera sexy y delicada. De hecho, esta escena propició que en 1990, se dispararan las matriculaciones en las escuelas de alfarería. Cosas estas que solo provoca el cine.
La carrera de los tres protagonistas se relanzó con mayor fuerza, si bien es cierto que Zucker, aún habiéndose desencasillado, tan solo haría dos películas después, “El primer Caballero” y “Ratas a la carrera”, sin embargo, tuvo una prospera carrera como productor.
Y del resto, ya saben. Clásico moderno, de los pocos que dio la década de los noventa en lo que a cine de estudio se refiere (que ya sabemos que el indie de aquellos años está muy bien considerado).

viernes, 25 de agosto de 2017

LOS HIJOS DE...

Esta extraña comedia, de desmedida mala hostia y particular sentido del humor, básicamente se sustenta de dos tramas que se entrelazan; por un lado, tenemos una  mujer que acaba de enviudar, porque por ir a sacar unas fotos en un safari, su marido es devorado por un león. Como la deja viuda y sin un duro, contrata al novio de la chacha para que se cargue al león, cosa a la cual accede, no sin ciertas reticencias.
Por otro lado, tenemos a un joven al cual su novia lo deja por no tener un padre reconocido. Así que la madre de este le enrolla con la viuda del comido por la fiera, a cambio de que estos le solucionen la vida en lo referente a lo económico.
Muy curiosa, muy divertida y muy negra, resulta esta película del mítico Luis María Delgado, que en hora y pocos minutos se saca de la manga una de esas comedias atípicas dentro de la cinematografía española. Sin duda se trata de una de las películas más autorales de Delgado, y la más personal ya que es su película más pura, y no al servicio de alguna celebridad como acostumbraba. Por eso se rodea de nombres como Pedro Osinaga, María José Cantudo o Rafael Hernández, y la cosa queda, por lo menos, curiosa y simpática.
Y aunque tuvo otras películas personales, Delgado, al igual que Álvaro Sáenz de Heredia, era conocido por hacer películas para el cantante  o humorista de turno, siendo las más destacadas “Hamelín” con Miguel Ríos, “La Garbanza Negra que en paz descanse” con Tip y Coll, “¿Dónde estará mi niño?” con Manolo Escobar, “Loca por el circo” con Teresa Rabal, “Chispita y sus gorilas” con Chispita y el Tito y el Piraña, o esa maravilla que es “Ni se te ocurra… dejar de verla” con Cruz y Raya.
Por eso, y aunque me encantan todas estas películas, yo creo que “Los hijos de…”, por otro lado tan ignota y desconocida, es una cosa aparte para poder juzgar a Luis María Delgado en su justa medida y calibrarlo debidamente.
Entretenida y diferente, amén de, por un lado, tener una dirección encomiable a la par que chapuceras maneras de solventar según que situaciones, yo creo que bien merece la pena echarle un vistazo.
Aunque es una película que apenas ha trascendido  después de su estreno en salas, lo cierto es que en su momento llegó a meter en cines 359.000 espectadores del año 1976. Un moderado éxito en su época, que coño.

miércoles, 23 de agosto de 2017

LOS FOTOCROMOS DE "LA CABRA"

La comedia de acción francesa, tan de moda en los setenta y ochenta y con resquicios de ella hasta hace poco con "El Embolao", tenía en Francis Bever un gran aliado. El otro sería Belmondo. "La Cabra" sería un éxito internacional y llegó a nuestras pantallas a nivel mainstream, no en salas de arte y ensayo, y en ella, Gerard Depardieu y Pierre Richard, estaban estupendos.
Aquí les dejo con sus fotocromos.















lunes, 21 de agosto de 2017

UNA PANDILLA DE LUNATICOS

Los años 1988, 1989 y 1990,  son ese limbo de transición entre los 80 y 90 durante los cuales las películas que salen de aquella época suelen ser un tanto sosainas y desubicadas. Sin saber el año, no sabríamos deciren que fechas fueron rodadas. Asimismo, en lo que a la comedia se refiere,  de esos años salieron unas cosas asépticas, blancas y carentes de imaginación, de las que esta “Una pandilla de lunáticos” sería un claro exponente. Ya lo dije en la entrada perteneciente a los fotocromos de la misma; que no aguantan el visionado.
Sin embargo, tengo comprobado que según edad y momento con el que se revisa una película, la percepción de la misma puede cambiar… y en mi caso, pongo como ejemplo, también esta “Una pandilla de lunáticos”,  porque viéndola anoche, de madrugada, con las expectativas de dormirme mientras la veía, finalmente me entretuvo y la vi tan ricamente.
Pero no vengo a reivindicarla como comedia imperecedera. Lo cierto es que es una película mala a más no poder, verla y olvidarla. Pero por lo que fuera, anoche la disfruté lo suficiente como para acabarla con una sonrisilla en la cara.
Se trata de una comedia que, aunque inspirada en la novela homónima de Ellis Weiner, homenajea, parodia, (se nutre de) –llámenlo como quieran – claramente en el clásico de Milos Forman “Alguien voló sobre el nido del cuco”. Toma los elementos divertidos de la película de Forman –que los hay- y les da una vuelta para convertir esos elementos en una comedia para todos los públicos. De hecho, en referencia a esta “inspiración”, la crítica yankie del momento, decía de la película que chupa tanto de “Alguien voló sobre el nido del cuco” que parecía que en cualquier momento iba a aparecer por ahí Jack Nicholson. Aunque no lo hacía, porque el personaje del protagonista, Michael Keaton, es un sosias del que hacía Nicholson. Misma enfermedad mental, misma conducta, misma actitud. Y aunque a día de Hoy Michael Keaton sea un actor reivindicado y de prestigio, en aquello años, intuyo que pre-Batman –Aunque en España, “Una pandilla de lunáticos” se estrenó inmediatamente después de la del hombre murcielago, quizás para aprovechar el tirón- no tenía nada que ver con Nicholson, más allá de haber compartido protagonismo en “Batman”.
La idea de base de “Una pandilla de lunáticos”, es la misma que la de “Alguien voló sobre el nido del cuco”; un grupo de enfermos psiquiátricos que salen  del hospital de excursión y la cosa se les complica. En este caso, un doctor quiere llevarlos a un partido de Baseball con tan mala suerte que, presenciando por error un asesinato, a este le malogran llevándole al hospital y dejando a los enfermos a su suerte, que tendrán que ingeniárselas para resolver el entuerto, encontrar a su doctor, y que todo se solucione de tal manera que ni despidan al médico, ni les atiborren a ellos a pastillas.
Simpática, a decir verdad. Veremos dentro de unos años, si la reviso, que tal me sienta verla de nuevo.
Junto a Michael Keaton –y su Mullet- un grupo de actores en absoluto estado de gracia como son Peter Boyle, Stephen Furst acabando sus días de mayor gloria, e inmenso, Christopher Lloyd.
Dirige el asunto Howard Zieff, director asiduo de comedia, quien cuenta, en su escueta filmografía, con títulos que en su momento fueron tan populares como “Combate de fondo” o “La recluta Benjamín”, finalizando sus días en la dirección cinematográfica con esos éxitos de principios de los noventa que fueron “Mi Chica” y “Mi Chica 2” al servicio de Macaulay Culkin y Ana Chlumsky, que aunque no acabó tan drogadicta como Culkin, si que acabó de lleno en la televisión, no acordándose de ella a día de hoy, ni su puñetera madre.

miércoles, 16 de agosto de 2017

LOS FOTOCROMOS DE "BLUES BROTHERS 2000"

La cabeza se la tenían que haber cortado a John Landis solo por esta película. Una secuela de "Granujas a todo ritmo" en plenos años 90, que no solo no interesaba a nadie, sino que además era la aberración fílmica del siglo. Con un niño repelente, John Goodman en vez de John Belushi (ya puestos, que lo hubiera hecho James) y un negro; Don Cheadle.
Gente más jóven fan de la primera parte, creen que esta segunda no existe... para dejar testimonio de que sí, aquí les dejo sus fotocromos.












lunes, 14 de agosto de 2017

SPIDER-MAN: HOMECOMING

Apenas lleva tres semanas en cartel y ya ha acumulado cerca de 800 millones de dólares en  todo el mundo. Y es que “Spider-Man: Homecoming” era el reboot que al trepamuros le hacía falta, así como “Volver a casa” era absolutamente necesario. La  decisión de Columbia, poseedora de los derechos del personaje para el cine, de compartir estos con Marvel Studios es la mejor que se ha tomado en el cine de Súper Héroes desde que este se ha convertido en el principal sustento de la industria Hollywoodiense. Y el incluir a un personaje tan querido como Spider-Man dentro del universo cinematográfico de Marvel, un soplo de aire fresco, y más teniendo en cuenta como se ha planteado el nuevo universo Spider-Man.
Como fan del personaje —es el personaje Marvel que más he leído— he de decir que ninguna de las películas existentes al respecto me han defraudado. Las de Sam Raimi, me gustaron, el primer reboot, las de “Amazing Spider-Man” un poco menos, pero también las tengo en alta estima. Sin embargo, “Spider-Man: Homecoming” es tan buena que hace parecer a todas las anteriores una puta mierda, e incluso es posible, bajo mi punto de vista, que estemos ante mi película del Universo Marvel favorita.
Y es buena, básicamente por tres motivos: La idiosincrasia del personaje exige que no sea tan espectacular como el resto, a saber, “ Los Vengadores” o “Guardianes de la Galaxia”. Y eso aquí es respetado. No es que no tenga escenas espectaculares, si que las tiene, pero a la altura urbana de nuestro amigo y vecino. En segundo lugar, todo el mundo sabe el origen de Spider-Man, así que no nos lo cuenta otra vez. No hace falta. Se limita a recordarnos que Spider-Man ya estuvo presente en “Capitán América: Civil War” y a partir de ahí se desarrolla un nuevo personaje que ya es de sobra conocido por todos. Y en tercer lugar, la película es cojonuda porque se salta a la torera todos los protocolos del universo clásico de Spider-man, y aún así, es el Spider-Man que el lector mejor identificará con los tebeos. Aquí el traje no se lo cose el propio Peter Parker, sino que se lo fabrica Tony Stark, así, tenemos un traje robotizado que e ajusta al cuerpo mecánicamente, mueve los ojos e incluso, al igual que la armadura de Iron-Man, tiene un asistente parlanchín con el que Parker se comunica. Y también tiene todos los gadgets típicos del Spider-Mán más clásico; el rastreador araña, la linterna araña, etc, así como otros gadgets que no desvelaré por no spoilear más de la cuenta.
Por otro lado, las principales motivaciones de Spider-Man no son otras que ingresar en Los Vengadores, por lo que hará méritos en su día a día. Aquí no hay Tío Ben que haga sentir culpable al muchacho, ni una responsabilidad anexa a un gran poder. Y aunque la aparición de Stark y el resto de referencias al universo Marvel son importantes para esta película, está todo introducido de una manera tan sutil, y tan hábil, que en posteriores entregas de la saga, si es que las hay, está todo preparado para que ya no sean tan necesarias, y disfrutemos de las aventuras de Spidey sin necesidad de cameos de Iron-Man, Capitán America y demás.
Otro punto que me ha llamado la atención es la distinción de clases; mientras que los Vengadores son un grupo de élite, poco menos que millonarios haciendo de las suyas con su pasta y/o súper poderes, “Spider-Man: Homecoming” quiere dejar claro que Spidey es un súper héroe del proletariado, un chaval de Queens (el Queens mejor recreado del cine hasta ahora, dónde, casi, el único hombre de raza blanca que se sitúa en ese barrio es nuestro Peter Parker) y que por lo tanto, no tiene mucho que hacer con sus coetáneos megalomaníacos. No puedo decir más sin spoilear.
Por otro lado, Tom Holland está estupendo como Peter Parker/Spider-Man, es sin duda el mejor de los tres que lo han interpretado en los últimos 17 años, y consigue un personaje simpatiquísimo con el que empatizamos, con el que nos divertimos y que resulta tierno y entrañable. Un acierto.
Así mismo, otra jugada maestra es la inclusión de Michael Keaton como El Buitre. Resulta un revulsivo para Marvel, y una patada en los huevos al subnormal de Iñarritu, ya que, intencionadamente o no, El Buitre es la respuesta de Marvel a “Birdman”, y lo hace con el actor que interpretó esa oda anti super héroes. Al margen de eso, Keaton está estupendo también, y al igual que Spider-Man, El Buitre es un villano del proletariado, un autentico currela, un albañil, hasta la polla de los poderosos y de los destrozos que causan los súper héroes. Esos destrozos precisamente, cobran un interés especial en esta cinta, ya que además de los motivos de la ira del Buitre, son la excusa perfecta para introducir a otros personajes muy queridos del universo Marvel de los cómics: Control de Daños, la unidad especial encargada de reparar los daños ocasionados por los súper héroes.
En definitiva, que está todo perfecto en este “Spider-Man: Homecoming”, amén de ser una película endiabladamente entretenida y vibrante; cada vez que Spider-Man entra en acción, la platea vibra.
El argumento es sencillo: En su afán por ingresar en Los Vegadores (como ya he dicho antes), Spider-Man trata de hacer méritos en su cuidad luchando contra el crimen, hasta que un peligroso Buitre entra en escena con planes más malévolos que le tocan de lleno a los Vengadores, y Spidey hará todo lo posible por evitar la catástrofe.
El director, Jon Watss, venía de hacer “Fan Movies” de “Robocop”. Pronto saltó al cine independiente con “Coche policial”, y ahora nos ofrece este mastodonte con el que dará que hablar (para bien) durante el resto de su carrera. Marvel no es tonta… y cuenta con esta jóven promesa para “Spider-Man”, pero es que para la próxima “Black Panther”, también cuenta con uno de los directores jóvenes más interesantes que hay en el panorama actual, Ryan Clooger, el dire de la magnífica “Creed”.
Así, da verdadero gusto ir al cine.

viernes, 11 de agosto de 2017

OFICIAL Y CABALLERO

No había visto yo nunca – y desconozco el motivo real, puesto que a mí las pasteladas románticas suelen gustarme- este “Oficial y Caballero” considerado ya un clásico con 36 años de edad, y la verdad es que el estatus de clásico del que goza se lo tiene de sobra merecido. Se trata de una película cojonuda y de una vigencia absoluta, que se mantiene como si hubiera sido rodada ayer. Y puedo decir esto pues llegué a ella virgen, no hay condicionante por mi parte a la hora de evaluarla, y  E.T´s”, “Goonies”, “Indianas Jones” y “Star Warses” aparte, “Oficial y Caballero” es una de las mejores muestras para comprender por qué el cine de los ochenta era tan cojonudo, al margen del cine espectáculo nacido en aquella década, tan popular hoy entre el populacho. Si hablamos de “Oficial y Caballero”, tan alejada -y tan cercana en cierto modo- de todo aquello, hablamos de gran cine, del que perdura, del que se disfruta dando igual la década en que nos veamos la película y del que se ha ganado a pulso el estatus de clásico del cual disfruta.
Protagonizada por Richar Gere y Debra Winger (aunque nombres como el de Travolta, que rechazo el papel, Geena Davis, Jennifer Jason Leigh,Jeff  Bridges o Christopher Reeve, se barajaron para protagonizar la película), cuenta la historia de un par de cadetes aspirantes a pilotos de los Marines de los USA que, aún advertidos de la presencia por la zona de “Caza-oficiales” (mujeres casaderas que buscan cazar a un oficial en busca de una vida mejor), se encoñan con un par de ellas, y mientras que uno acaba tomándose la relación más en serio –motivo este que le inducirá al suicidio- el otro ofrece sexo honesto desde el principio. Entre tanto, tendrán que lidiar con el vehemente del Sargento instructor, que se las hará pasar putas en su camino hacia la graduación.
Resulta muy curioso, que esta película que costó tan solo 6 millones de dólares y que recaudó más de 200 (en nuestro país la vieron más de dos millones y medio de personas), haya llegado a convertirse en lo que es hoy, puesto que durante su concepción no las tenía todas consigo; Don Simpson, el productor, ávido de cocaína y pastillotes, odiaba el guion, no le gustaba la película en general, ni le gustaba Debra Winger. Los continuos días de lluvia ponían en peligro los rodajes diarios y cuando escampaba, se quedaba una luz natural muy chunga, que por otro lado y pese a todo, favoreció el look de la película. Para más inri, la pareja protagonista se llevaba a matar, Winger decía que Gere era un desaborío y Gere le tenía envidia a la Winger, acusándola de, cuando ambos estaban en escena, robarle los planos, de ser más carismática que él.
Por otro lado, ese maravilloso final en el que Richard Gere, ya licenciado, entra en la fábrica de papel en la que trabaja Debra Winger, y a pesar de todo lo anteriormente vivido, se la lleva en brazos para darle la vida que ella buscaba –huelga decir que su amor se intuye verdadero-, un final tan icónico como la propia película, un final que madres de la época y jovencitas adolescentes recuerdan con especial excitación, y un final que posiblemente sea el verdadero motor del éxito de la película, a punto estuvo de no ser rodado; Tanto Don Simpson, como el director Taylor Hackford, como el propio Richard Gere, coincidian en que el final era una moñada  y que los derroteros de la cinta iban por otros senderos más duros. No se iba a rodar ese final. Pero ante la insistencia del guionista Douglas Day Stewart, que si que defendía el guion, como para que se callara, Hackford decidió rodarlo en una sola toma con la idea de desecharlo. Sin embargo, cuando lo rodaba, en las instalaciones reales de una fábrica de papel, dos de las trabajadoras que hacían de extra para la escena, al ver a Gere saliendo de allí con Winger en brazos, se emocionaron y se pusieron a llorar como dos benditas. Supo entonces Hackford, que ese final iba a funcionar. Cuando finalmente montaron la escena, con la música de Joe Cocker, y lo vieron juntos Gere, Simpson y el director, decidieron incluirlo porque, aunque en un principio eso no les gustaba, comprendieron que le daría un sentido distinto a la película, y que eso les iba a proporcionar un éxito mayor. Y así fue. De hecho, lo más recordado de la película, es su final.
La película fue un éxito mundial sin precedentes.
Por otro lado, le valió el Oscar como actor secundario a Louis Gosset Jr. que interpreta al hijoputa del sargento, y que como le pasó a todos los actores negros que ganan Oscars como secundarios –caso mismo de Cuba Gooding Jr.- después del premio, pocos papeles relevantes protagonizaría después, encasillandose Gosset en papeles de militar con mala hostia.
Debra Winger por el contrario, despegaría en su carrera, aunque poco después acabaría hasta el coño de Hollywood reduciendo así su intervención según avanzaba el tiempo, Richard Gere se convertiría en galán y Súper-Estrella en una carrera que se prolongó hasta, prácticamente, nuestros días, y el director, Taylor Hackford, rodaría unos cuantos films de éxito, si bien, ninguno llegaría a las cotas de popularidad y calidad que el que nos ocupa. Como muestra de su trabajo, citaré, “Noches de Sol”, al servicio de Gregory Hines y “Pactar con el diablo”con Al Pacino.
Qué gran película.

miércoles, 9 de agosto de 2017

LOS FOTOCROMOS DE "LA PATRULLA DE LOS INMORALES"

Una comedia setentera de Robert Aldrich, director de "Doce del patíbulo", entre otras, que transcurriendo en un entorno policial, no era en exceso desmadrada. Lo desmadrado vino cuando aprovechando el tirón de "Loca Academia de Policía", apareció esta película en videoclubes a ver si picába alguien.
No me extiendo más, que la reseña del film en cuestión, caerá en un momento u otro. Les dejo con los fotocromos.