No hace ninguna falta decir que la experiencia resultó dolorosa. Especialmente en lo que se refiere al concepto "modorra". Sí, por ahí andaban las sobreexpuestas tetas de Lina. El bigotacho del duro Antonio. Y las señas de identidad del director (zooms a porrillo, fotografía costrosa). Pero de la peli resultante ni me acuerdo. Mi cerebro se encargó de borrar todo posible residuo de lo que, entonces, me pareció un rollo patatero sin el más mínimo elemento redentor. Rápidamente me sentí culpable por haber hecho gastar aquel dinero en algo tan prescindible y, con el tiempo, acabó en manos de algún colega.
Eso es todo lo que puedo decirles del título que protagoniza los fotocromos de hoy. Con la peculiaridad de que están todos y es la primera vez que "disfrutamos" de un producto del amigo Franco en semejante modalidad. Si no sabían cómo valorarlo, ahora ya lo saben. Siempre pueden echarse una risa a costa del arte ejecutado rotulador mediante por el improvisado censor, cosa esta que es ya todo un clásico entre los fotocromos de producciones clasificadas "S".
¡Adelante!.