Clásico de la golden era del slasher, “Cumpleaños Mortal” es
una producción canadiense que se aprovechaba del tirón de “La noche deHalloween” siendo el enésimo film con una festividad en su título como excusa
para que un asesino de identidad anónima masacre al mayor número de jovencitos
posibles. Producido por John Dunning y
rodado a la par que otro clásico de la
época, “San Valentín sangriento” —también de Dunning—, aunque estrenado
después, “Cumpleaños Mortal” es una pequeña cinta de culto que está, a todo
efecto, sobre valorada por el fandom.
Tan rentables eran estas películas a principios de los
ochenta que la Columbia pictures no tuvo el más mínimo reparo en comprar este
pequeño film independiente, gastarse en publicidad lo mismo que costó rodarlo y
fracasar en el intento, recaudando al final de su carrera, más o menos, lo
mismo que habían invertido en su totalidad.
Así, tenemos a un grupo de estudiantes bastante pijos,
clasistas e irritables, que va falleciendo en un entorno académico a manos de
una figura misteriosa vestida de negro y con guantes de cuero. Por otro lado
tenemos a Virginia, virginal estudiante que regresa al colegio tras haber
estado convaleciente después de una operación cerebral y de la que se nos van mostrando, a través de
flashbacks, las circunstancias que la han llevado a estar donde está en esos
momentos. Todo ello nos sirve para que, entre unas cosas y otras, mientras el
espectador hace sus cábalas deduciendo quién es el asesino que de tan creativa
forma está haciendo morir a estos chavales, el guion nos vaya confundiendo
hasta que llegan un par de giros que desembocarán
en un final a la “Scooby Doo”, con el
verdadero malo quitándose la careta, que resulta un tanto lamentable.
Y es que aunque en la dirección tenemos al veterano J. LeeThompson, que venía de rodar clásicos como “Los cañones de Navarone” o “El cabo
del terror”, y pese a las trazas de película solvente que se gasta el film,
Thompson no se hace del todo con la película. Todo resulta confuso y tedioso, a
pesar de las ingentes cantidades de sangre en algunas de sus escenas —según
cuentan, J. Lee Thompson, la despilfarraba a cubos por el set de rodaje— y el
intento de ser una cosa dinámica y vistosa. El producto resultante, no es más
que un revoltijo de conceptos e ideas que no acaban de funcionar, que van
avanzando a trompicones a través de sus excesivas dos horas de metraje.
Thompson, y para darle empaque al producto, se trajo consigo
a otro veterano, Glenn Ford que realiza su papel mecánicamente y se lo ventila
en un par de sesiones que luego en montaje ya se irán estirando a lo largo de la película para que
parezca que está presente durante toda ella. En realidad, su presencia en esta es
irrelevante. Está ahí, pero si no estuviera daría exactamente lo mismo. Lo
bueno es que durante el rodaje de la película, Ford, estaba completamente
alcoholizado y dándose de hostias con todo el mundo en el set, motivo este por
el que hubo que paralizar el rodaje en alguna ocasión. Al final sus desplantes
violentos se solucionaron con diplomacia.
“Cumpleaños Mortal” se convertiría en un proyecto de
transición en la carrera de Thompson ya que, poco después, se especializaría en
productos al servicio de Charles Bronson, dando algunos de sus títulos más
populares, como por ejemplo “Yo soy la justicia II” o “Mensajero de la muerte”,
ambos de la era Cannon.
Por lo demás, un slasher flojíto, tan insípido como icónico
es su póster original, con ese muchacho a punto de ser trincado por un pincho
moruno. La anécdota está en que en la película, sí que hay una escena en la que
un muchacho es atravesado por un pincho moruno… pero no es el que aparece en el
póster.
Poco más. Sólo para completistas.