Después de darse un atracón de matar malos en "El justiciero de la noche", Kersey vuelve a Los Ángeles, donde rehace su vida con una nueva novia -a la que, por supuesto, dobla la edad- y la hija de esta. Todo va bien hasta que una sobredosis mata a la chavalilla. Por suerte Kersey acaba con el camello que le vendió la droga con la facilidad del que acaba con un gusano. Pronto recibe un chantaje telefónico bastante golosito; un tipo que conoce su identidad le ofrece no delatarle a cambio de que se ventile a todos los narcotraficantes de la ciudad, y visto lo visto, nuestro hombre no se resiste demasiado a la oferta. Aunque la cosa tiene truco.
Michael Winner abandona la saga en y le pasa el testigo a J. Lee Thompson, un director en nómina de la "Cannon" responsable de títulos tan entrañables para la compañía como "Las minas del rey Salomón", "Kinjite, prohibido en occidente" o "La ley de Murphy", entre otras. "Yo soy la justicia 2" es la mas floja de cuantas llevamos vistas -respecto a la franquicia-. Aunque eso no quiere decir que no sea igualmente una peli de lo mas entretenida. Le cuesta arrancar, pero cuando lo hace se vuelve imparable. Y contradictoria, porque al comienzo vemos a Paul Kersey haciendo lo suyo, matando un tipo, y cuando este está en el suelo, descubrimos que se trata del mismo Paul Kersey. Seguidamente, este despierta. Era una pesadilla. Una metáfora estúpida que nos deja claro que el justiciero empieza a sentirse culpable por sus actos. Sin embargo, en la siguiente secuencia, todo esto se va al garete, de manera mas amoral que nunca, pues Kersey ya no solo mata por venganza, si no por encargo.
Con un final acojonante, como ya es habitual en esta saga (de los que te quedas pillado, vaya...) Paul Kersey ya no volvería a las pantallas hasta casi diez años después -y veinte desde la primera-... pero a esas alturas ya el justiciero estaría desfasado.