“Teen Wolf” era una pequeña —y efectiva— película de serie B que logró trascender más allá de los circuitos marginales, primero, porque el protagonista era un Michael J. Fox a punto de convertirse en mega estrella mundial gracias a “Regreso al futuro” (lo que benefició a esta) y, segundo, porque la película no estaba nada mal. Por otro lado, se trataba de un pequeño homenaje postmoderno a aquellos títulos de serie B de los años 50 en los que los adolescentes se convertían en alguna suerte de monstruo. Las más populares, “I was a teenage Werewolf”, “How to make a Monster” o “Yo fui un Frankenstein adolescente”.
Por supuesto, y en esa línea, a “Teen Wolf” le comenzarían a salir, sobre todo para ser explotados en videoclubes, sus oportunos expolios e imitaciones que cambiando el monstruo por aquello de abaratar costes según qué producción, pasaban a la posteridad con más pena que gloria, siendo estas películas, quizás, los últimos ramalazos de una "serie B/Z" genuina que no volvería nunca más —si acaso, impostada durante las dos últimas décadas—. De este modo (y en la rama vampírica del asunto), a títulos como “Yo compré una moto vampiro”, “Cazador de Vampiros”o “El Vampiro adolescente” se le suma esta “Aprendiz de Vampiro” cuyo título americano, “Teen Vamp”, ratifica todo esto que les digo.
Se trata de una producción verdaderamente cochambrosa rodada en 16 mm. por un tal Samuel Bradford. Bradford, tan solo dirigió en su carrera esta película para, después, ser uno de los guionistas de la segunda parte (algo bastarda) de una vieja película de perritos titulada “Fieles hasta la muerte”, y desaparecer del mundo del cine sin dejar rastro. Sin embargo, en su película “Aprendiz de Vampiro” ya demostraba tener un ego desmesurado plasmando su labor como director con su propia rúbrica superpuesta en los créditos, como si se tratara del mismísimo Samuel Goldwing…algunos empiezan la casa por el techo. Porque además la película es lo más insípido que hay.
Cuenta la historia de un adolescente de aspecto bastante desagradable que tras una serie de fracasos amorosos, decide contratar los servicios de una prostituta. Esta puta resulta ser una vampiro que le muerde, por lo que nuestro protagonista se convertirá en uno de ellos y utilizará sus nuevas cualidades para medrar y ligar con las chicas. De este modo, se sucederán las —supuestamente— disparatadas situaciones cómicas que propiciarán que el vampiro adolescente acabe mordiendo a unos cuantos en su camino, cuando no, pasarlas canutas en momentos en los que las chicas le piden expresamente ser mordidas.
Una tontería sin mayor importancia cuyos atisbos terroríficos no funcionan del mismo modo que tampoco lo hacen los cómicos (a no ser, los dos o tres momentos en los que toda comedia presente es involuntaria y, dentro de los cuales, resulta hilarante el encontronazo de nuestro protagonista, ya convertido en vampiro, con un negro…). Estéticamente, puede resultar curiosa, máxime cuando el grano del 16 mm, su crudeza, lo cutre de algunos encuadres sumado a la ambientación en los años 50, además de la selección de canciones utilizadas para ilustrar todo eso, recuerdan ligeramente al John Waters de la primera etapa, más concretamente al de “Cosa de hembras”, pero mucho me temo que este posible parecido, más que deudor o con afán de homenaje, se antoja puramente casual y todos los parecidos con la obra de Waters no son más que pura coincidencia. Una vez sabido esto, todo lo demás en la película, como les digo, no tiene la más mínima importancia.
Dentro del desangelado reparto compuesto en su mayoría de actores de tercera y aficionados, contamos con la presencia asimismo desangelada de un Clu Gulager que tras aparecer en “El regreso de los muertos vivientes”, acepta papeles en tanta "serie B" como le ofrecen, siendo esta intervención como el reverendo, una de las más tristes de cuantas hizo.
En “Aprendiz de Vampiro”, la estética, el 16 mm y el rollete amateuroide que se gasta mola bastante… pero es que, todo lo demás, es una verdadera mierda.
La película fue distribuida en nuestro país en formato alquiler por la Dister. Y no debieron poner en circulación demasiadas copias, porque no era una de las películas más habituales en las estanterías.