viernes, 6 de mayo de 2016

YO COMPRÉ UNA MOTO VAMPIRO

Datada en 1990, “Yo compré una moto vampiro” sería una de la últimas genuinas series Z que encontraríamos en los videoclubes, antes de que el “Boom” del gore y los subgéneros acabara con todo tan solo unos pocos años después.
Pero claro, una película que trata sobre una moto vampiro, y con ese título, no es para tomársela muy en serio, parece una cosa intencionada, una película más que forma parte de ese extraño subgénero en el que objetos y/o alimentos inanimados cobran vida para matar personas -¿Qué nombre tendrá este subgénero?- al que pertenecen “El ataque de los tomates asesinos” o “Rubber” o “La Masacre del Microondas”, todas, poco más que comedias paródicas. Amén de un título que homenajea a los clásicos de los años 50, aquellas películas que comenzaban con el “I Was…” en el título.
Sin embargo, viendo la película, me da en la nariz que sus artífices se la toman más en serio de lo que parece. Es más, el humor que hay – que lo hay- es nimio, y me da la sensación de que querían hacer una película de terror.
Britanica hasta la médula –y con aspecto totalmente British-, cuenta la historia de un Ocultista que es asesinado por una panda de moteros. El alma de este posee a la moto de uno de ellos. Pasa el tiempo y un amante de las motos compra esta moto poseída y la somete a una reparación; le falta tiempo para cobrar vida y ponerse a matar gente, en busca de moteros a los que llevarse por delante. Entre medias, da tiempo hasta a practicarle un exorcismo a la puta moto. Y claro, su nuevo dueño, deberá detenerla para que deje de matar.
En realidad es una tontería cuyo interés radica en lo descabellado de la propuesta, si bien, al final, y como ya he dicho, la película se toma en serio en si misma y la vemos como lo que es; una película sobre espíritus que en lugar de poseer personas poseen objetos.
Hay un par de momento con la moto acorralando a sus víctimas que pueden incluso poner al espectador en tensión, pero solo unos segundos, porque rápidamente volvemos  a la moto y una moto no da miedo. No es “Christine”.
Destacaría el gore, cuando tardíamente hace acto de presencia, ya que este es bien jugosito, logrado y bien traido, y pone la nota de color a una película que tiende al tedio por encima de cualquier otra cosa.
No llega a simpática, no es una comedia, tampoco es una película de terror, pero tiene su gracia.
El director, Dirk Campbell, ya después de esto se dedicó a la televisión, y en el reparto actores Ingleses, no dejando de ser curiosa la presencia de Anthony Daniels, que si aquí hace del cura que Exorciza y persigue a la moto vampiro, es popular por haber dado vida a C3PO en la saga de “Star Wars”.
Huelga decir, que es malísima, pero tiene su nosequé.