Tardío (y demencial) exploit italiano de “Top Gun” (ahora que está tan de moda) facturado en los 90 con fines comerciales totalmente aviesos y realizada con la cara más dura que se pueda uno imaginar. Y es que, aunque el material de base que utiliza para su desarrollo es idéntico al de “Top Gun”, si los italianos son expertos en algo es en rizar el rizo, así que, no contentos con mangar la estética a la película de Tony Scott —la escena de créditos que nos presenta la flota de aviones es exacta—, también casi le mangan el título a otra producción de éxito de los 80, “El Trueno Azul” y, además, no se les ocurre otra cosa que aderezar el mejunje nada menos que con ¡abduciones extraterrestres!
Así, tenemos a dos pilotos de la OTAN que pasan su tiempo entre rudas conversaciones de tipos duros y juegos de cartas, cuando no, salen con sus aviones a probar una serie de maniobras. En una de estas, estando en el aire observan en lo alto de la colina una extraña luz azul que, cuando uno de estos pilotos sobrevuela sobre ella, se lo traga. El otro piloto regresará solo a la base convencido de que las luces que se han tragado vivo a su colega son de origen extraterrestre y, con toda la OTAN en contra diciendo que se trata de un fenómeno electro magnético, decidirá investigar por su cuenta, lo que le llevará a conocer a una rubia irrelevante que no sirve para otra cosa más que para que nuestro protagonista tenga un interés romántico.
En un momento dado, este piloto saldrá con un anciano en garrota a subir la montaña para llegar a la zona donde las luces alien se tragaron a su compañero,y lo hace con la ropa que lleva, sin la adecuada equipación de escalada (¡¡¡). El desenlace, que no desvelaré por supuesto, es una de las cosas más improbables, tontas, estúpidas y descabelladas que he visto yo en una película.
Lo más interesante de “Blue Tornado” es su reparto eminentemente internacional, al menos en lo que a los papeles estelares se refiere, así, tenemos a una suerte de Maverick llamado Alex interpretado por un decadente Dirk Benedict recién finalizado su periplo en “El Equipo A” al que le secunda una por otro lado en alza y exitosa Patsy Kensit, que lo mismo te hacía un blockbuster hollywoodiense, que aparecía en una película de Pilar Miró, que te salía en esto. El compañero de Alex tragado por la luz azul, no es otro que Ted McGinley, más conocido por interpretar a Stan Gable, el malo de la saga de “La revancha de los novatos”. Finalizamos el cast con la presencia de un David Warner desubicadísimo en su papel de comandante de la tropa aerea, pensando todo el rato en cuando va a cobrar su cheque y, así, regresar a su país. Vamos, un reparto de campanillas.
No menos interesante resulta que, a pesar de lo chapucero del plagio en general, no aparenta ser tan pobretón como cabía esperar y hay que decir que las tomas con aviones reales de la aviación italiana no desmerecen en absoluto de las rodadas para el original “Top Gun”, y sin llegar a la espectacularidad de aquellas —solo por un pelo— por lo menos dan el pego, salvo porque el material aéreo es excesivo y al final la película es un continuo ir y venir de Dirk Benedict para arriba y para abajo, yendo a la biblioteca a buscar libros sobre OVNIS y teniendo largas e intrascendentes conversaciones sobre el tema con sus compañeros de reparto, junto al sin sentido de secuencias de aviones que despegan, vuelan o aterrizan mientras el director de fotografía intenta copiar los tonos de luz sepiaceos que hicieron distinguir la película protagonizada por Tom Cruise. Sin embargo, y contra cualquier pronóstico previamente estipulado, la película no se hace aburrida en exceso. Es más, diría que incluso está entretenidilla, ya sea por su primera mitad que es más que digna, ya sea porque luego la cosa se desmelena, se va volviendo bizarra y perezosa y, ya sí, entran en juego los consabidos momentos de comedia involuntaria. Pero ¡ojo! No está mal dirigida del todo.
El responsable es un pequeño aspirante a lo que viene siendo el típico artesano italiano, Antonio Bido, que por aquello de internacionalizar el producto firmó esta película bajo el seudónimo de Tony B. Dobb (que suena parecido a Tony Scott) y cuya filmografía no es del todo destacable, aunque en los setenta rodó sendos giallos que pueden ser más o menos recordados por los aficionados al género: “El gato con los ojos de jade” y “Sombra sangrienta”. En cualquier caso, tampoco serían de los giallos más célebres (o celebrados).
La verdad es que dar con “Blue Tornado” ha sido dar con una pequeña joya del despropósito, una estafa con más cara que espalda y una absoluta candidata a la categoría “malas pero divertidas”. Me resulta incomprensible como esta película no es más célebre o posee más culto —y es que se la reivindica poco—. Desde luego tiene todos los ingredientes para que estuviera al lado de los grandes títulos exploit italianos de la época, como “Contaminación: Alien invade la tierra” o el “Terminator 2” de Bruno Mattei por citar algunos. Y la única explicación que encuentro es que esta película no es popular por tratarse de un film de los 90 que expoliaba una película que quizás hoy esté de gran actualidad gracias a su secuela, pero que en 1991, año de producción de esta cinta, ya estaba pasada de moda y, la verdad, es que le importaba un bledo a la plebe. Un poco lo mismo que le sucede a nuestra “Alas rotas”. O váyanse ustedes a saber.