Canuxploitation de corte soft setentero y desacomplejado, que le sirve para coger cayo a un emergente Ed Hunt que, haciendo con la pasta del gobierno canadiense sus primeros pinitos, más tarde se convertiría en un director artesanal que dirigiría cosas tan populares como “Invasión a las estrellas”, “El cerebro” y sobre todo “Cumpleaños sangriento”.
Este “Diary of a sinner” es una película concebida para causar morbo y ser explotada en los circuitos de sesión doble y autocines en los pases golfos, sin embargo, Hunt utiliza el material del que parte, es decir, el folleteo, para contarnos una historia que muy bien podía haberse movido por los circuitos arthouse de la época, de no ser por todo tipo de carencias técnicas derivadas del bajo presupuesto que le otorgan un tono general bastante chapucero y unos actores que no acaban de convencernos ni cuando están fingiendo sexo en una escena de folleteo, ni en las eternas conversaciones, supuestamente profundas, de las que está plagado el film.
Digamos que a Ed Hunt le dijeron que hiciera una película de folleteo y este rodó una compleja película sobre la amistad y la desesperación en la que, sin que en ningún momento haya penetración, los protagonistas follan.
Así tenemos una road movie en la que un proxeneta al que le ha dejado la novia y un cura que se ha salido del seminario, se encuentran hundidos y deprimidos hasta tal punto, que deciden jugarse la vida a cara o cruz. El que pierda, deberá suicidarse ante el otro. Sin embargo, antes de lanzar la moneda, ambos decidirán realizar un viaje en coche atravesando la ciudad para, antes de suicidarse, hartarse de follar y disfrutar de todo lo que venga. Así que se lanzan a la vorágine. Durante el periplo les pasará de todo, follarán como posesos y las circunstancias cambiarán, pero ¿Se jugarán la vida finalmente a cara o cruz? Para saberlo hay que ver la película.
La verdad es que estamos ante una rareza, una película extraña con toques melodramáticos a la Cassavetes que asimismo está rodada como con la imperiosa necesidad de hacer ver, que aunque esta sea una película de folleteo, se sabe rodar, de ahí que Ed Hunt a las primeras de cambio ambiente según que escenas eróticas como si de ensoñaciones oníricas se tratase y nos muestre folleteo que roza el cine experimental.
Es por todo esto que me imagino las caras de los pajilleros de turno que fueran a los cines para contar con material que les sirviera para pajas y se encontraran con un cura y un chulo — ¡Ja! ¡Como en “Los Chulos” de Ozores y con Pajares y Esteso!— absolutamente depresivos que están al borde del suicidio y que la trama central de la película se centre en el cómo lo hacen y no en cuanto follan.
Poco más. Una curiosidad del cine canadiense de explotación de los años 70 que de no ser por ese marcianismo del que hace gala, sería una más… O una peor, porque las señoritas en pelotas que aparecen en los actos sexuales que practican estas dos almas de cántaro, no tienen mucho que envidiarle en fealdad y sordidez a las que aparecían en “Bat-pussy”.
No es especialmente coñazo por otro lado.