sábado, 27 de abril de 2024

CHANNEL 13

Pues cuenta Mark Polonia (la mitad viva de los populares hermanos) en la introducción de "Channel 13" que un día cualquiera, hurgando en el desván, localizó un puñado de polvorientas cintas VHS bendecidas en sus adentros por un proyecto suyo, y de su brother, a medio cocer, enterrado por el cruel devenir del tiempo. Y puesto que, como ya se ha visto anteriormente, este par no perdían ocasión alguna de insuflar nueva vida a todo su pasado (con el apoyo de "SRS Cinema", peñica especializada en editar SOV de horror mierdoso bajo la irritantemente equivocadísima utilización de la etiqueta underground) pues digitalizó todo ello, lo editó, le añadió nuevas escenas y, ea!!, ya tenemos otra peli lista para apestufar todavía más el infrauniverso de las plataformas de streaming.
"Channel 13" se parió originalmente, a finales de los ochenta, con intención de currarse una antología inspirada en los logros de "Amicus" y "Creepshow". Así pues, tenemos a un pringadillo fan del horror que, haciendo zapping, se queda atrapado en el mentado canal trece, donde un host de miserable aspecto monstruoso (luciendo careta pillada en el "Party Fiesta", un proceder muy propio de los Polonia) introduce tres historias.
La primera, "All Hallows Eve", es la mejor (tal vez por, justo, ser la primera) en la que un chaval inadaptado se harta de ser mal tratado y decide "revancharse" ayudado por su mejor amigo, un espantapájaros con vida propia. ¿O eso cree su trastocada mente?. Pues nunca lo sabremos porque, acorde a lo comentado al inicio, no dispone de un final. Termina abruptamente y sin aclarar nada. Suerte que el trayecto viene trufado de cierto encanto. Al ser un cortometraje facturado VHSs mediante por un par de jovenzuelos (que se reparten los roles protagónicos y, obviamente, hacen de hermanos... parecido físico obliga), pues es inevitable. Todo muy artesano y apasionado. Con crímenes bien truculentos a base de trucajes pobretones aunque simpáticos, mucha iluminación de color rojo y, oiga, un acabado para nada desdeñable. Digno y solvente. De hecho, mejor que mucho de lo que harían luego los Polonios, más crecidos. Juntos o por separado una vez palmó John.
Es especialmente gracioso que, ocurriendo todo durante la noche de Halloween, uno de los asesinados va disfrazado de Michael Myers. Y muere con la máscara puesta. Habría estado bien que el resto de víctimas también llevaran disfraces de psycho-killers famosos del cine... pero a John y Mark no les sobraban los amigos (ni las buenas ideas).
El regusto más o menos positivo que deja "All Hallows Eve" se ve emborronado por la historia siguiente, absolutamente horrible. "Claws of terror" es, simple y llanamente, una mierda. Y muy gorda. Un senderista es atacado por un especie de pájaro monstruoso de aspecto hiper-chungo manejado a base de stop-motion, verdadero motivo de que exista la piéce (probar el rollo Harryhausen). En la época no llegaron a fabricar y grabar a la criatura, así, pasados todos estos años, Mark y su hijo Anthony (director por cuenta propia) unen esfuerzos y se encargan de ello. El resultado no dista mucho de lo que hubiesen hecho los hermanos siendo chavales. Torpe, chusco y ridículo, incluso para su condición amateur/SOV.
Y llegamos a la tercera y última, "Slaughterhouse". En la introducción, comenta Mark Polonia que la hicieron motivados por la existencia de "Motel Hell", aunque entonces todavía no la habían visto. Les inspiró el material promocional publicado en "Fangoria" y que tanto nos impresionó a todos (ver gráfica muestra al final de la reseña) para, aluego, alquilar la película en el vídeo-club (cortesía de "Warner Home Video") y llevarnos una tremenda decepción, la misma que Mark y su hermano. Y, creo, el fandom al completo. Pero eso de parir una pieza inspirada en otra sin haberla consumido, llevado únicamente por la pasión, imaginando lo maravillosa que será y, en cierto modo, superándola, es algo que yo también he disfrutado / vivido / sufrido, y por ello la empatía, en este caso, pesa. Aunque no tanto como para reconocer que "Slaughterhouse" es flojucha y más de lo mismo. De lo mismo que "All Hallows Eve". Se parecen bastante, sobre todo por el recurrente escenario, el casoplón de la familia Polonia, con ese sótano repleto de cachivaches al que tanto partido sacaron los dos benjamines. La novedad aquí reside en que uno de ellos encarna a un granjero loco veterano del Vietnam, y para marcar diferencia, se unta el rostro de mierda -buscando un efecto "barba de cuatro días"- y, lo más mejor, incorpora un cojín a modo de panza, uno que canta como una almeja en su forma cuadrada. La movida va de unos amigos instalados en un siniestro hotel regentado por el mentado tipejo, de tendencias caníbales, y su retardado hijo, quien se encarga del trabajo sucio. Como la primera, carece de un final-final.
Todas las escenas intermedias, destinadas a ejercer de pegamento y grabadas a posteriori, se suponen ambientadas en los años ochenta, por aquello de no dar demasiado el cante con respecto al resto de "Channel 13". Pero, claro, lo gracioso aquí es que la casa del pipiolo que las protagoniza pertenece a un auténtico devoto de aquella década, con posters, merchandising y objetos varios aludiendo a esos gloriosos días. Una elección tan medida que apesta a artificio, especialmente porque todas estas mierdas entonces eran lo normal, productos desechables propios del momento, no habían adquirido el áurea mítica y mágica que arrastran ahora y por el que son coleccionados y pasto de sucia mercadería... así pues, decorar un hogar supuestamente ochentero con todos ellos resulta altamente extraño e inadecuado. Pero hilarante, por la inocencia que destila, muy propia de los hermanos Polonia y que, aquí, perteneciendo el metraje mayormente a sus juventudes, abunda por doquier, haciendo de "Channel 13" una cosilla simpática y curiosa de consumir, sin más.

Como les decía arriba, ahí van las fabulosas imágenes de "Motel Hell".
Presentes en el film, sí, pero a kilómetros de distancia del show gore,
demencial y gran guiñolesco que prometían. Una auténtica lástima.