viernes, 30 de noviembre de 2018

VAYA PAR DE CANGUROS

Los gemelos Paul, dos culturistas dispuestos a convertirse en Arnold Schwarzenegger por  partida doble,  más conocidos con el sobrenombre de “The Barbarian Brothers”, irrumpen en el séptimo arte con un papelito prácticamente anecdótico en  la película de Joel Schumacher “Los locos del Taxi”. Al margen de este título mainstream, hicieron alguna que otra aparición en cine y televisión, que sirvió para que Menahen Golan y Yoran Globus se fijasen en ellos y confeccionasen, bajo la  dirección de Ruggero Deodato,  una película Cannon para su lucimiento muscular e “interpretativo”. Nació así la peli de culto “Los Bárbaros”. A la película, un “Exploitation” de “Conan, el Bárbaro” en toda regla, le acompaño cierto éxito, el suficiente para que  los dos trozos de carne tuvieran su propia carrera cinematográfica. Así, ya en la década de los 90, los dos hermanos culturistas protagonizan una  triada de títulos —este entre ellos— que los catapultaría como las entrañables estrellas de serie B que siempre han sido. Y es que sus películas, infames, baratas, jamás obtuvieron recaudaciones millonarias, ni mucho menos buenas críticas y tampoco gozan de un fandom que revindique a día de hoy sus películas. Al contrario, han sido condenados casi al ostracismo.
Ese triunvirato de pelis noventeras a su servicio lo conforman comedias, paradójicamente, y están encabezadas por “Pasándolo en grande”, donde interpretan a dos rudos camioneros, “Double trouble” donde son policías, y  la última del pack, esta “Vaya par de canguros” que nos ocupa.
Y es que en pleno 1994, ya era más que patente, y gracias a “Poli de guardería”, que la combinación de tío forzudo con niños era un éxito, por lo que, ya disuelta la Cannon, Yoran Globus desde su flamante Global pictures, que duró menos que un suspiro (y no me extraña) se asocia a los hermanos Paul para meterse de lleno en una película de estas características, adelantándose así a The Rock, Vin Diesel o Jackie Chan en hacer un film de forzudos con niño desde la de Schwarzenegger, pasando, eso sí, la película inadvertida en todo el mundo.
Sin embargo, y pese al despropósito, la película no es aburrida del todo.
Tras salvar a un nutrido grupo de niños tras un tiroteo en un parque,  dos hermanos gemelos y culturistas son contratados por un hombre con pasta para que sean los guardaespaldas de sus dos sobrinos mientras este acude a un juicio contra la mafia en el que ha de testificar, así que se trasladan a la lujosa mansión dónde moran los niños, que resulta que son gemelos también — con lo que tenemos la ensalada aliñada— y se las hacen pasar canutas, al tiempo que los sacan de no pocos conflictos violentos. Sin más. A, e, i, o, u.
Para terminar de hacerla más graciosa todavía, y para que se parezca aún más a “Poli de guardería”, estos dos gemelos, un poco más creciditos, serían los gemelos Cousins, Christian y Joseph, los mismos que darían vida a Dominic, el niño al cual Schwarzenegger debe proteger de su propio padre en la película, con lo que todo queda en casa. Como es lógico, todo saldrá a pedir de boca para nuestros protagonistas, pero sin embargo, “Vaya par de canguros” sería el film que pondría fin a su carrera como pareja cómico-humoristica. No interesó a nadie. Y no volvieron a hacer más películas como “The Barbarian Brothers”.
 Para echar un ratillo tonto mientras ojeamos el facebook en el móvil, la cinta tiene momentos para las risas y momentos para la vergüenza ajena, como en el que los dos niños no se quieren duchar, y en represalia, los dos gemelos bárbaros los lanzan desde un balconcillo a una piscina y vacían, posteriormente, desde lo alto, un tambor de detergente para que la piscina haga espuma y los niños salgan de allí limpios.
Dirige el cretino de John Paragon que venía del mundo de la tele, hizo “Vaya par de canguros” y  se volvió a la tele.
El film permaneció inédito en varias partes del mundo, no así en España donde desconozco si llegó a editarse en vídeo (juraría que no), pero donde, desde luego, fue estrenada en televisión, nada menos que en Tele 5, la cual le dedicó a su emisión una estupenda campaña publicitaria.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

FEEDERS 2 : SLAY BELLS

Para cuando llegamos a 1996, los Hermanos Polonia llevaban más de una década pariendo películas caseras en Súper 8 primero y vídeo después, con un único éxito en su haber, "Splatter Farm", confeccionada justo en medio del "boom" ochentoso de horror amateur grabado en cinta magnetoscópica . Así que fue toda una sorpresa que la entonces todopoderosa cadena "Blockbuster", sedienta de producto con marcianos belicosos en la trama (consecuencia del entonces enorme taquillazo que supuso "Independence Day"), se hiciera con los derechos de una de sus peliculitas, "Feeders", parida a pachas con el más que singular Jon McBride, y la lanzara a lo grande, para alucine, desconcierto y cierta envidia por parte del personal. Aunque ello les valió no pocos varapalos, los Polonia ganaron una notable fama que han mantenido hasta hoy, a pesar del fallecimiento de John en 2009. Con semejante hit en sus arcas, era cuestión de poco tiempo que parieran una secuela de "Feeders". Tan solo 2 años después lanzaban "Feeders 2 : Slay Bells". Que nunca hubiese una número tres hace suponer que la cosa esta vez no fue tan satisfactoria.
Nos trasladamos hasta épocas Navideñas. El superviviente de la primera entrega anda medio loco explicando lo ocurrido y, de esta manera, rellenando metraje con unos cuantos minutos a base de reciclaje. Seguidamente conocemos a Alan, casado con una actriz horrible y padre de dos chavales que eventualmente miran a cámara. El tipo se prepara para celebrar la festividad del abeto, las luces de colores y los villancicos, que suenan continuamente a lo largo de la banda sonora. Justo entonces los marcianos malos de "Feeders" regresan a la tierra y esta vez vienen en plan "Gremlins", haciendo trastadas y protagonizado algunas patéticas escenas de comedia slapstick. Primero se dedican a machacar a unos cuantos vecinos y finalmente terminan en casa del prota. Lo que desconocen por completo es que han cometido un error severo durante el trayecto: Disparar contra Papa Noel y causar que se estrellara con su trineo volador. De hecho, será el gordo de la barba blanca quien ponga fin a la invasión con ayuda de una pistola de rayos láser... de juguete. Tal y como lo leen. ¿Un delirio de los Polonia, un intento de comedia o que tras las acusaciones de cutres e incapaces propiciadas por los usuarios de "Blockbuster" decidieron recurrir a un concepto tan "trash" y absurdo de modo auto consciente en un vil intento de justificarse?. ¡A saber! No obstante, reconozco que la idea funciona y consigue que reactivemos el interés tras un puñado de minutos en los que ya comenzábamos a surfear sobre una considerable modorra.
Los Hermanos Polonia puede que fuesen algo cutres. Sí. Ese atrezzo comprado en tiendas de carnaval. Esos actores dolorosamente negados. Etc. Pero también es verdad que sabían montar, encuadrar, colar la música e incluso narrar en imágenes. No eran el típico caso de "videoastas" especializados en horror de línea dura. Su obra original gasta un tufo hogareño la mar de simpático, vital, y que, personalmente, me parece incluso adorable. De hecho, el "cine" Polonio ha perdido parte de su gracia una vez el hermano Mike se ha dedicado a parir como churros productos en plan "Asylum" a base de póster chanante camuflado de "película de verdad". Molaban más antes, cuando lo puramente casero formaba parte de su idiosincrasia. Y a esa categoría pertenece "Feeders 2 : Slay Bells". Lo que significa que, sin ser nada especialmente destacable, se soporta con agrado.

martes, 27 de noviembre de 2018

INVALUABLE: THE TRUE STORY OF AN EPIC ARTIST

Según el traductor de Google, invaluable vendría a significar inestimable. Y ese es el adjetivo con el que Sam Raimi describió al hombre que se encargó de la mayoría de los efectos especiales (sobre todo los de maquillaje, prótesis y demás, aunque ayudó con el stop-motion) en "Posesión Infernal". La primera, la original, la mejor, como dice la mismísima Betsy Baker, alias "Linda", la novia de "Ash". Claro que Raimi esputó tales declaraciones a inicios de los años 80, durante la promoción del film. No es algo que haya comentado recientemente, porque todos sabemos lo poco que le mola implicarse en nada que tenga que ver con su ópera prima, salvo cuando se trata de estirarla como un chicle para sacar algo de dinerito (véanse los estimables pero no memorables remake y serie de tv). Algo muy respetable... aunque tampoco le costaría nada tirarse al rollo cuando buena parte del resto de los implicados sí lo hacen. Gente como Bruce Campbell, el hermano Ted Raimi y el resto del reparto, más otros nombres semi-conocidos y habituales de ese universo tan fascinante como patético que conforman las convenciones de cine, Scott Spiegel y Josh Becker. Todos juntos y revueltos asoman el careto por  "Invaluable: The True Story of an Epic Artist", documental centrado en la persona de Tom Sullivan, artista, ilustrador y eventual mago de los FX.
Es muy jodido ser tan fan de la peli original como soy yo y decir algo malo de "Invaluable". De hecho, es imposible. Primero porque es un muy buen documental y notablemente entretenido a pesar de aproximarse peligrosamente a las dos horas de duración. Y segundo... pues bueno, es que salta a la vista. Se trata de un viaje ultra-nostálgico y algo melancólico a lo que supuso para esta pandilla parir aquella pequeña película que acabaría convertida en incunable. Desde los primeros tanteos con el Súper 8, hasta el estreno. Sullivan nos hace de guía turístico por aquellos lugares que sirvieron de plató. Acuden a los restos de la cabaña (con la chimenea y el agujero del suelo que se suponía la entrada al sótano como último reducto de lo que una vez fue), a los bajos del casoplón de la familia Raimi donde se rodaron todas las secuencias del mentado sótano, la casita que el equipo alquiló para dormitar durante el rodaje, partes del bosque donde se filmaron escenas completas. Etc. Y justo cuando ya estás con los ojos empañados, no se le ocurre otra cosa a Sullivan que, primero, desempolvar atrezzo (máscaras de poseídos, pedazos del Necronomicón, piernas y manos cercenados.... algo a  lo que contribuye el hermano de Bruce Campbell mostrando el fusil original usado para cazar demonios) y, seguidamente, nos cuenta cómo su mujer le dejó, falleció en un accidente y la lógica depresión de caballo casi suicida que pilló y de la que únicamente le salvó saber que "Posesión Infernal" era adorada por miles de personas que acudían a convenciones donde deseaban poder conocerle para pedirle su estampa. Sí, un auténtico alegato a favor de esa clase de concentraciones repletas de viejas glorias (en un momento dado vemos a Christopher Lloyd) y personajes oscuros ligados a films de culto.
También se habla de "Terroríficamente Muertos" y algo menos de "El ejército de las tinieblas". Pero indudablemente el segmento más importante, y más ameno, va dedicado a la peli que dio el pistoletazo de salida.
Curioso enterarse que Raimi estaba enrollado con Ellen Sandweiss. Y divertido ver a Hal Delrich/Richard DeManincor repetir frases de su inolvidable "Scotty".
Altamente recomendable.

lunes, 26 de noviembre de 2018

LA GUERRA DE PAPÁ

La tercera película de Antonio Mercero fue un absoluto éxito de taquilla que llegó a superar con creces los tres millones de espectadores. Sin embargo, la crítica ninguneó  la cinta como si no existiera, porque solo supieron ver en ella una película infantil.Y lo es, que además esa es su principal cualidad. De hecho, de niño, “La guerra de papá” era una de mis películas favoritas. Sin embargo, y sin que esto sirva de óbice, además de un film infantil también se trata de una película con un alto contenido político. ¿Qué sucede? que como todo lo que ocurre en la película se narra bajo el prisma de un niño de 4 años, todo ese contenido político se quedaba enturbiado a favor de lo que realmente importaba en la película que era ver al niño hacer una trastada detrás de otra. Y le quedó a Mercero una película imperecedera y entrañable. Y es que con “La guerra de papá” que adapta una novela de Miguel Delibes titulada “El príncipe destronado” —que curiosamente, es una novela que leí siendo niño consecuencia de ser gran fan del fil,— se consigue un equilibrio entre película y novela muy bien medido en cuanto a que es lo más fiel posible; hasta los diálogos están extraídos directamente de la novela.
Por otro lado, y siendo este el principal motivo del éxito de la cinta, “La guerra de papá” presentó por primera vez al niño Lolo García, tan rico y angelical que casi da grima, y que consiguió enternecer a España entera en esta y otras películas (como por ejemplo, “Tobi”, también de Mercero). Obviamente, y aunque se tiró prácticamente 10 años haciendo películas, a medida que el niño iba siendo mayor, dejó de generar interés en el público siendo su último film como protagonista una cosa italiana muy rara dirigida por Giuliano Carnimeo y titulada “Computron 22”.
La incursión de este niño en la película no fue casual. Había que encontrar un niño muy concreto para que protagonizara esta película, y Antonio Mercero convocó una serie de castings por guarderías de toda España para dar con él. En cuanto lo vio, se dio cuenta del potencial de Lolo García, y en la película podemos ser testigos de esto.
Por supuesto, el niño no sabía ni leer ni escribir, por lo que no podía aprenderse el texto. Todo un problema porque su personaje, Kiko, no para de parlotear durante todo el relato. Como se trataba de un niño muy aplicado, Antonio Mercero subsanó este problema situándose detrás de la cámara y soltándole sus frases al niño, cosa que este, cual lorito amaestrado, hacía sin mayor problema, máxime cuando en aquellos años no se rodaba con sonido directo —las películas se doblaban en su integridad—y, lógicamente, no se escucharía la voz del director. Quedó todo estupendo. Así que la película se convirtió en un mega pepinazo. Prácticamente, y ambientándose esto en 1964, cuenta como un niño de cuatro años pasa el día en casa jodiendo la marrana para llamar la atención de la madre, pues tiene pelusilla de la su recién llegada hermanita, que capta la total atención de su madre. Y al margen de esto, vemos las disputas que hay entre el padre de la familia de tendencia política ultra derechista y su esposa, más situada hacia un entorno izquierdista. Pero esa sería una subtrama secundaria que, como ya he dicho, no enturbia la idea principal que es la de poder ver al niño liándola parda.
Estupenda.
Junto a Lolo Garcia, tenemos las presencias de Verónica Forqué (jovencísima), Teresa Gimpera, Hector Alterio, Vicente Parra, María Isbert o Chus Lampreave.
Un film que me despierta verdadera nostalgia.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Y... AL ROJO VIVO

Más cercana a un “exploit” de corte carcelario al estilo “Calles salvajes” que a la película protagonizada por dos ganadoras del Oscar como nos proponen las frases publicitarias de los diferentes carteles de la película —ediciones de USA incluidas—, “Certain Fury”, que en nuestro país se estrenó en cines bajo el título de “Al rojo vivo” para, en su paso por videoclubes añadírsele al mismo una “Y” y unos puntos suspensivos delante pasando a ser “Y… Al rojo vivo” —título que se dio por oficial finalmente—, no es más que una pequeña peliculita de "serie B" con dos estrellas como reclamo, que pasaron a estar decadentes demasiado pronto y no pegan en absoluto con los arquetipos que nos ofrece la cinta.
Un tribunal está resolviendo varios casos de delincuencia femenina. Tenemos a nuestras protagonistas, una joven estudiante que no sabemos muy bien lo que ha hecho, y otra pelirrojilla con pinta de nuevaolera de la que diríamos que jamás ha roto un plato. Pronto, otras dos detenidas toman rehenes en el mismo juzgado causando una matanza, por lo que nuestras protagonistas huyen de allí despavoridas. Mientras la policía las busca, vivirán mil y una aventuras, mostrando al espectador poco a poco por qué iban a ser juzgadas y dándonos a entender que son delincuentes por circunstancias, nunca por maldad.
“Buddy movie” femenina  muy de los ochenta, con sobredosis de violencia y sordidez barata que, a causa de su naturaleza caótica, bien le valdría un destacado puesto dentro de la categoría “malas pero divertidas”.
Por otro lado, sin que fuera un éxito en absoluto y  precedida de unas críticas que la catalogaban como basura, “Y… Al rojo vivo”, cuya vida comercial en nuestro país fue más notable en videoclubes que en salas de cine donde apenas congregó a 123.000 espectadores, es uno de los productos más olvidados (y olvidables) de la época, lastrado por una trama tan endeble como poco —y mal— desarrollada, unas motivaciones de lo más tontorronas y unas actuaciones de vergüenza ajena. Y es que, aunque Tatum O,Neal demostró ser una niña prodigio de lo más solvente, en la pos adolescencia mutó a actriz espantosa con un rictus de pena que no se le va, ni tan siquiera cuando tiene que empuñar un arma. Por otra parte, Irene Cara, que si en “Fama” de Alan Parker se ganó el favor de crítica y público y parecía que iba a comerse el mundo, aquí parece que no sabe dónde demonios está ni lo que tiene que hacer, máxime cuando se muestra torpe y poco grácil en las escenas de acción. De hecho, la portorriqueña comprendió que la actuación no era lo suyo, y se centró en su carrera como cantante donde, sin duda, le fue mucho mejor... al menos durante un tiempo, hasta que comenzaron los notables altibajos.
Las acompaña Peter Fonda, sin cejas, y sobreactuando cosa mala, rajándole con una navaja la cara a Tatum O’Neal.
Al final “Y… Al rojo vivo” es una  mala película donde Cara y O`Neal se pasan hora y media corriendo; y corren por el interior de las alcantarillas, por el exterior, por las vías del tren… y todo ello sin ningún sentido.
Muy mala, aunque no exenta de cierta gracia y valor “trash”.
El director, Stephen Gylenhaal, compaginó sus labores entre cine y televisión sin llegar a realizar nunca un trabajo destacable o recordado, siendo su filmografía una absoluta mediocridad.

lunes, 19 de noviembre de 2018

MI PRIMER PECADO (CHARLIE AND THE HOOKER)

Manuel Summers es el claro ejemplo de un director de corte muy personal que supo hacer un cine de autor que a su vez resultaba del todo populachero. Además de ser un señor con un estilo propio anclado en los sesenta y setenta. Sus películas protagonizadas por adolescentes que se enfrentan a mil y un problemas, fueron del interés de las plateas de aquellos años. Y en parte, lo fueron gracias al sensacionalismo que le gustaba arrojar al director sobre el espectador.
Con la muerte de Franco, todos los españoles vieron una puerta abierta para hacer uso de su libertad, máxime en el gremio de los artistas. Así, Manuel Summers, que ya venía de hacer montones de películas sobre adolescentes embarazadas, hizo una película más sobre adolescentes en la que se pasaba de picante. En “Mi primer pecado”, también conocida como “La primera experiencia”, además de tener pre-adolescentes masturbándose cómo locos ante los Penthouse y Playboy de marras, tenemos una relación más o menos carnal entre un jovencito y una prostituta.
En consecuencia, con la censura todavía activa, y dado el alto contenido sexual de la cinta, esta no pudo ver luz aún con Franco muerto. Así que durante todo 1976 la película se quedó en las latas a la espera de que censura diera el visto bueno. Sin embargo, con la entrada de la democracia, la censura tenía los días contados, por lo que esta  quedó abolida el 1 de Diciembre de 1977. Cuatro meses después, cuando ya sí, los cineastas pudieron ejercer su libertad, “Mi primer pecado” se estrenó en salas de toda España congregando casi a un millón de espectadores a las salas. Uno más de lo éxitos de Summers.
Vista hoy, la película resulta de lo más cerda, sórdida y desagradable. Sin embargo, mucho me temo que la realidad sexual de los adolescentes de la España post-franquista, debía ser algo muy parecido a lo que se nos muestra aquí.
En ella, dos monaguillos, pasan las tardes después del cole masturbándose en grupo como jodidos monos salidos. Unas veces usan revistas, otras veces, ayudados por las grabaciones que de manera clandestina hacen de las confesiones de las feligresas que pasan por el confesionario de su parroquia.
En una de estas, descubren una atractiva muchachita que cuenta unas peripecias del todo carnales que les sirven a los muchachos de estímulo, hasta tal punto que llegan a seguirla por la ciudad y restregarse con ella en los autobuses. Tras una serie de infortunados encuentros, uno de los muchachos, Curro, entablará una amistad con ella, enamorándose perdidamente al mismo tiempo. La cosa se complicará cuando descubre que su amada es en realidad, una zorra, una puta.
Summers en estado puro, y con más desvergüenza que de costumbre, consigue que “Mi primer pecado” sea una película condenadamente entretenida y, por si sus otras películas de similar temática no lo eran lo suficiente, zafia hasta decir basta. A día de hoy, ver a esos jóvenes sucios y piojosos pelándosela en círculo, y haciendo concursos para ver quién se corre primero, resulta del todo turbador. Hoy, recurriendo al tópico, no se podría hacer una película así.
De hecho, la película es lo suficientemente sensacionalista como para que los americanos decidieran estrenarla doblada al Inglés en los cines de sesión golfa, convirtiendo a “Mi primer pecado” en un clásico de los circuitos Grindhouse, compartiendo tiempo y espacio con marcianadas como “Los maestros tullidos” y tirándose la tira de años exhibiéndose en los cines de la Calle 42 de Manhattan.
Como el nombre del protagonista, Curro, tenía difícil traducción al Inglés, los yankies le bautizaron Charlie, y la película pasó a titularse “Charlie and the hooker”, o lo que es lo mismo, “Carlitos y la puta”. Acertadísimo y comercial título.
Un clásico del cine de pajilleros que, paradójicamente, mientras aquí en España se le cataloga de melodrama, los americanos no tuvieron problema a la hora de catalogarla como “Sex Comedy”.
Estupenda; como casi todo lo que hizo Summers.
Junto a Currito Summers, que durante su niñez todos sus personajes se llamaron como él, Curro,  protagoniza la cinta Beatriz Galbó. Para más cerderío decir que Galbó se convertiría en la pareja de Summers aquellos años, por lo que, teniendo en cuenta que Currito Summers tiene una escena con ella en la cama, y otra en la que la besa, y teniendo en cuenta que era sobrino del propio Summers, esta cinta ¡¡comete semi-incesto!!
Como curiosidad, la versión internacional de la película cambia el nombre a todos los artífices, así,  Currito Summers pasó a ser bautizado como Francis Summer, la Galbó pasó a ser Beatrice Galbo, y nuestro querido Manuel Summers, pasó a firmar la película como Emmanuelle Summers. ¡Toma ya!

viernes, 16 de noviembre de 2018

LAS ORGÍAS INCONFESABLES DE EMMANUELLE

En verdad, Jess Franco nunca llegó a concebir en el papel un exploit de “Emmanuelle” de Just Jaeckin. De hecho, “El último escalofrío”, rodada prácticamente a la vez que el clásico del erotismo, aprovechó el tirón del mismo una vez estaba la película ya montada y para estrenar y se estrenó en algunos países anglo-parlantes bajo el título de “Tender & Perverse Emmanuelle”, pero absolutamente nada tenía que ver con todo el universo de Sylvia Kristel.
Y dentro de una de las épocas más desquiciadas de Franco —los ochenta—, dando la casualidad de que la “Emmanuellexploitation” estaba en boga dejando pingües beneficios a las taquillas de los cines más desprejuiciados de medio mundo, Jesús Franco está rodando sin frenos y a toda pastilla toda suerte de películas de corte —en menor o mayor medida— erótico, en la era de la clasificación “S”.
Laura Gemser se convertía en un mito erótico de serie Z gracias a su serie de películas de “Emanuelle Negra”, que a su vez suscitaron toda suerte de copias y plagios de intenciones siempre mercantiles, que dejaban el mito creado por Jaeckin y Kristel en un universo paralelo, menos popular que sus explotaciones, y totalmente almibarado para lo que el cine europeo había creado con estas mierdecillas para pajilleros de la era pre-porno. Hacer una película sobre Emmanuelle, era una garantía de algo.
Con “Las orgías eróticas de Emmanuelle” (título que con sus dos cojones mantiene las dos emes de “Emmanuelle”, mientras que para esquivar los derechos, otros títulos le quitaban una eme  al nombre remarcando que no se trata del personaje de la Kristel), Jesús Franco no trataba más que hacer una comedieta “S” sobre infidelidades y lesbianismo, meter ahí algún elemento sensacionalista, y una crítica en forma de mofa a la imagen del macho ibérico. Por otro lado, se marca por boca de  Antonio Mayans un moderno discurso sobre nuestras costumbres sexuales. En definitiva, se trata de una película más de culos y tetas de Jess Franco.
Cuenta como un hombre de bien (Mayans) está casado con Emmanuelle. Tras un montón de orgías e infidelidades, este la perdona y vuelve con ella, hasta que un día, en plena discoteca, esta le humilla acostándose con una mujer delante de todo el mundo. Comienzan así, las idas y venidas, las violaciones, las combinaciones sexuales entre unos y otros y los chascarrillos humorísticos made in Franco.
Bastante serena y sosita, no se encuentra entre los títulos más desmadrados del Franco de los ochenta, el que opera en la costa en hoteles y parquecillos.
Como ya he  dicho, las explotaciones de “Emmanuelle” dejaban dinero a espuertas y antes de pasar a la postproducción, a los productores de Franco se les ocurrió que podían convertir esa insulsa película de folleteo soft en una más sobre las aventuras de “Emmanuelle”, así que, llamándose el personaje femenino principal Anne Marie, lo sustituyeron por el de Emmanuelle en el doblaje, y ya estaba la estafa y el negocio servidos. Se estrenó como uno más de las decenas de exploits Emmanuellescos que pululaban por los cines de barrio aquél año 1982.
Con todo, es de las entretenidillas.
En el reparto, además de Antonio Mayans, tenemos a un descacharrante Tony Skios cuyas soflamas en off sobre el poder del macho español, bien hacen a “Las orgías inconfesables de Emmanuelle” merecedora de un visionado, así como tenemos también a Muriel Montossé, quién a posteriori tendría una carrera profesional en Francia presentando toda suerte de programas televisivos.
De espectadores, 150.000 habituales de la clasificación “S”. No es de las menos taquilleras del tío Jess.

lunes, 12 de noviembre de 2018

LA CASA DE LAS CHIVAS

“La casa de las chivas” tiene su origen en una obra teatral de finales de los sesenta escrita por Jaime Salom, que fue lo suficientemente exitosa como para que se decidiera adaptar al cine. Para ello, el productor José Antonio Pérez Giner monta un tinglado y ficha a León Klimovsky como director.
Obviamente, yo de teatro no se nada, así que mi interés hacia esta película no radica en la obra original. Además, basta echar un vistazo por internet para comprobar que quienes la conocen no la tienen en alta estima precisamente. Lo mismo que la película.
Tampoco suscitaba mi interés una temprana película sobre la guerra civil dirigida por el manazas de Klimovsky, director que no me llama nada, salvo por alguna de sus obras más de derribo. Sin embargo, andaba yo tiempo detrás de “La casa de las chivas” porque se trata de uno de los tres o cuatro guiones que Carlos Pumares, señor este al que admiro por variopintos motivos, escribió para la gran pantalla y que, durante su vida como director y conductor del espacio radiofónico “Polvo de estrellas” no dejaba de mencionar de manera despectiva. Según él, los guiones que escribió para cine, al igual que el resultado final de esas películas, eran una mierda. Y de ahí mi interés por verlos, resultando estos ignotos y de difícil localización.
Aunque en esta ocasión, Pumares no firma el libreto en solitario, lo hace nada menos que en compañía de José Luis Garci y  Manuel Villegas López. Y claro, tres plumas me parecen demasiadas para diferenciar la autoría de cada uno; por lo que podemos decir que el guión de “La casa de las chivas” lo escribió el viento. O en todo caso, los méritos han de recaer en el autor original de la obra teatral, Jaime Salom.
Y asegurando al espectador que estamos ante una película basada en hechos reales, tenemos aquí un folletín ambientado —con muy pocas pesetas para ese menester— en la guerra civil, en el cual unos soldados, presumiblemente republicanos, se alojan en una casa familiar que tienen requisada, regentada por un padre y sus dos hijas. La mayor de ellas presta sus servicios sexuales a los soldados a cambio de víveres y provisiones, a la par que surge una amistad entre estos y la meretriz.
Un buen día, llega un nuevo soldado que demuestra tener muy poquito interés en las atenciones sexuales con las cuales se le puede colmar, sembrando la discordia ya que la menor de las hermanas, se enamora de él. Los problemas están servidos. Incluso le acusan de maricón. Pero ¿por qué  este soldado no es como los demás en cuestiones culturales y sexuales? Pues porque es un aspirante a cura.
Muy mala prensa tiene “La casa de las chivas”, que ha sido tildada de sosa e insustancial, cuando no, directamente, de mala. Y la única verdad es que yo entré en un principio en el universo de estas hijas de la Chiva —que, según los personajes, debió ser en vida un mal bicho— y me dejé llevar por un dramón de agárrate y no te menees, con soldados salidos y dos mujeres con más ansia de macho que de cualquier otra cosa, mostradas en su despecho tal y como son las mujeres despechadas; frías, calculadoras y malas. Claro que los machos de esta película son mostrados tal y como somos; tontos y capaces de cualquier cosa con tal de mojar el churro con quién sea. Ergo, quienes mejor parados salen son los curas.
No está mal esta “La casa de las Chivas”. Me gusta su cadencia, su triste desarrollar y la sensación de estar viendo algo resuelto con mucho ingenio al notarse las carencias presupuestarias sin que afecte a la ambientación. Está entretenida, que es lo único que ha de ser una película.
En el elenco actoral viene compuesto por el grandísimo Simón Andreu, Ricardo Merino, Charo Soriano, María Kosty, Rafael Hernández… todos estupendos.
Venga, la recomiendo.

lunes, 5 de noviembre de 2018

LA NOCHE DE HALLOWEEN (2018)

Una de las cosas que hacen que esta secuela directa  de la primera “la Noche de Halloween” sea destacable, es que se pasa por el forro el resto de bazofias de la saga, e incluso busca la manera de desmentir esa gran subnormalidad que se sacaron de la manga en “Halloween H20”, que era el descubrimiento —totalmente absurdo y estúpido— de que Michael Myers era en realidad hermano de Laurie Strode. Al margen de esto,  lo mejor sería la vuelta de tuerca adulta y realista que se le da a la saga, algunas secuencias en las que Michael hace lo que mejor sabe hacer en virtuoso plano secuencia,  y el saber reestructurar (por parte de David Gordon Green, director eminentemente de comedia) el slasher para que una peli de acuchillamientos no chirríe en cuanto a tempo en pleno 2018. Por lo demás, una nueva secuela de de “Halloween”, con sus clichés y sus tópicos —Laurie en el desenlace de la película pasa a ser una amenaza para Michael Myers y no al revés, con lo que sabemos a la perfección como va a acabar la película— y la esencia  de una saga que, contra todo pronostico, ha logrado sobrevivir a  “Pesadilla en Elm Street” y “Viernes 13” y lograr cuajar en las plateas, no solo las compuestas de cuarentones y cincuentones, sino también en las millenials, convirtiendose, a día de hoy, en el Slasher más taquillero de la historia.
En esta ocasión, han pasado 40 años desde la primera matanza de la noche de Halloween, y Laurie Strode es una anciana traumada que se ha pasado 40 años preparándose, y preparando a su descendencia, con el fin de un hipotético nuevo encuentro con Michael Myers. Este, que se encuentra recluido en una institución mental, va a ser trasladado a otra distinta custodiado por un desquiciado discípulo del Dr. Loomis. Durante el trayecto, el autobús en el que viajan sufre un accidente, por lo que los enfermos mentales que van en él, Michael incluido, quedan sueltos. Así que no cuesta imaginar que Michael va a buscar a su máximo rival femenino, y por el camino, terminan las cosas como el rosario de la Aurora.
En definitiva la película está bastante mejor de lo que cabía esperar, se agradece que no haya ni gota de humor (cosa de la cual dudaba al estar Gordon Green detrás del proyecto) y si que es una puesta al día a un género que se acabó prostituyendo en los 90, amén de conseguir que, a estas alturas, Michael Myers vuelva a dar miedo.
Solo le pongo un pega; del autobús de enfermos mentales quedan sueltos unos cuantos locos… ¿por qué no se vuelve a hablar de ellos en toda la película? Y es una pena, porque, con Michael Myers  por un lado, una subtrama con un montón de locos desatados en una suerte de “Solos en la oscuridad”, hubiera estado muy, pero que muy bien. Pero no. De hecho, queda ahí ese dato suelto.
Por lo demás, estupenda. Y más disfrutada durante cualquier noche de todos los santos.