martes, 17 de junio de 2025

LA NOVENA CONFIGURACIÓN

Manda cojones la desfachatez de William Peter Blatty. El muy cretino iba a los cines a reírse de “Exorcista II (El Hereje)” y la ponía de vuelta y media. Y encima tuvo la jeta de decir que "La novena configuración", su debut como director en 1980, era la verdadera secuela de “El Exorcista”. Obviamente, todo eso se lo sacó de la manga, porque lo cierto es que “La novena configuración”, basada en la novela anterior a “El Exorcista” del propio Blatty, “Twinkle, Twinkle  Killer Kane!” (título con el que también se conoce a la película en algunos países), se ambienta en el mismo universo de “El exorcista” con pequeñas e imperceptibles conexiones que, a no ser que vivas obsesionado con la película de William Friedkin, tampoco localizarás. Y es tan mala que hace parecer a la secuela perpetrada por John Boorman una obra maestra. De ahí la desfachatez del escritor/director. Pero al margen de los lazos que la unen con “El Exorcista” o las posibles rabietas que en un momento dado se pudiera llevar Blatty, lo primero que me llama la atención de "La novena configuración" es que, si bien técnicamente estamos ante una película verdaderamente competente, por todo lo demás es verdaderamente chapucera y bobalicona, resuelta con un planteamiento excesivamente largo (una hora completa de metraje) y un nudo y desenlace que ocurren en un santiamén.
Y le pasa como a “The Room”, que es tan estúpida e inenarrable que, a posteriori, Blatty divulgó que en realidad se trataba de una comedia de humor negro, así como lo había sido la novela previa en la que se inspira (y que por lo que fuera escribió y reeditó dos veces). Mis cojones.
Entonces tenemos una especie de hospital psiquiátrico para soldados con problemas mentales. Lo que sucede es que las autoridades se están planteando si esos problemas mentales son reales o si los soldados se los inventan para irse (o no combatir) en la guerra de Vietnam. De este modo, llega al lugar un psiquiatra militar que los irá entrevistando para delimitar quién miente y quién no. También acabará cubriendo necesidades de los locos en torno a sus excentricidades. Al mismo tiempo, tendremos una violenta banda de moteros que la liarán parda, un impactante giro final y muchas, muchas, muchas conversaciones, eternas, sobre el bien y el mal o la existencia de dios y el diablo. Además de chistes de vodevil, violencia descarnada que no viene muy a cuento y hasta unas pequeñas dosis de surrealismo.
Viéndola, da la sensación de que Blatty, ante la imposibilidad de William Friedkin a realizar este guion, se tomó la dirección de su primera película con la finalidad de convertirse en una especie de nuevo Stanley Kubrick (toda esa secuencia del hombre en la luna ante la presencia de un cristo crucificado...), pero es obvio que el hombre no llega y, lejos de salirle una obra maestra, le sale esta patochada.
Ahora, como Blatty no quería trabajar con "Warner Brothers" porque le debían dinero, ofreció el proyecto de “La novena configuración” a "Universal" y "Columbia", que algo raro verían cuando ambas decidieron descartar la posibilidad y apostar sus dineros en otras producciones. Así que el futuro cineasta puso unos milloncejos de su bolsillo, además de convencer a "Pepsi" para añadir otro par, siempre y cuando, por motivos que tenían que ver con la burocracia y economía de la marca de refrescos, el film se rodase en Hungría.
Posteriormente, el karma castigó a Blatty, porque, para su estreno, cedió los derechos de distribución a "United Film Distribution" que, muy sabiamente, los vendió a "Warner Brothers" quienes la distribuyeron de aquella manera. Los resultados económicos fueron tan pobres durante la apertura  que, finalmente, "Warner" le dijo a Blatty: “Toma chaval, aquí tienes tu película y haz con ella lo que quieras”.  Así que cineasta / escritor, todavía con mucha fe, se tomó un tiempo para retocarla y pasó a formar parte del catálogo de la "New World" de Roger Corman, quien la relanzaría en 1985 con resultados similares.
El paso de los años, los distintos estrenos y ediciones videográficas, han convertido esta película en una de culto, máxime si tenemos en cuenta que, para cada movimiento de distribución hay una versión distinta. Es por eso que, a lo largo y ancho del globo, existen una ensalada de cortes de “La novena configuración” (o “Tinkle, Twinkle Killer Kane!”, lo que prefieran), por lo que es muy difícil saber a ciencia cierta cual es la que dio por buena el director —aunque probablemente ni él mismo lo supiera—. Una de ellas con un póster bastante llamativo, porque sin ningún tipo de coherencia utiliza a uno de los moteros que aparecen en una de las escenas para efectuar una especie de plagio del póster de “La naranja mecánica”, motivo este que me deja aún más claro que Blatty pretendía ser una suerte de Kubrick.
Como fuere, se trata de una de las películas más chapuceras y demenciales que he tenido la suerte de ver, además, también, una de las más aburridas, y solo por eso yo creo que ya es digna de consideración. Pero, madre de dios, que dos horas más infernales…
En el reparto tenemos auténticos pepinos completamente desatados y mal dirigidos: Stacy Keach, Robert Loggia, Jason Miller, Tom Atkins, Joe Spinell, Richard Lynch
William Peter Blatty, que toda su vida a defendido la calidad de su película y su puesto como auténtica secuela de “El Exorcista”, diez años después aprendería a dirigir y lo pondría en práctica con “El Exorcista III” que, paradójicamente y visto lo visto, está muy bien.