“The Undertaker” es el resultado de preservar una película que no estaba acabada, ni contaba con unos mínimos de calidad suficientes como para que viera la luz en modo alguno. Pero al final con los años salió al mercado en varios cortes, simplemente porque estaba protagonizada por un decadente Joe Spinell, que genera un gran interés. Así pues, bienvenidos al festival de la chapuza.
Con el argumento no se complicaron mucho: Una serie de violentos asesinatos en el instituto hace sospechar a un estudiante que su tío Roscoe, el dueño de la funeraria local, pueda tener algo que ver con ellos tras pillarle teniendo extrañas conversaciones con cadáveres que está preparando para ser enterrados. Efectivamente, Roscoe se dedica a asesinar jovencitas y a amontonarlas en un sótano para su uso y disfrute, que va desde hacerles el amor, hasta escupirles en la cara con desprecio. Como se da cuenta de que su sobrino y los amigos de este se han percatado de su siniestra actividad, ahora el enterrador irá a por ellos.
Se trata de una producción que andaba corta de pasta y que, en un intento por repetir el éxito de “Maniac”, se cuenta una historia que recuerda levemente a aquella y en la que el bueno de Joe Spinell pueda lucirse en pantalla sudando, desollando mujeres y riendo como un pervertido. Básicamente lo que hace aquí es repetir los tics que funcionaron en la película de William Lustig. Aunque la gracia del asunto consiste, cuenta la leyenda, en que el propio Spinell, ya muy ajado por el alcohol y las drogas —de hecho cuando sonríe vemos que le faltan algunos dientes— insistió para que se le hiciera una prueba de casting con el fin de protagonizarla y, de paso, darle un papel a su novia de entonces.
El desbarajuste estaba asolando la película desde el principio, porque nadie se hacía cargo ni se responsabilizaba de nada, es por ello que no cuenta con un director acreditado. Unas veces se pasaba por allí Steve Bono, productor y director de segunda unidad mayormente, que había trabajado en películas de segunda fila como puedan ser “Cuchillos para damas” y a veces se ponía detrás de las cámaras a dar un par de directrices e instrucciones. Cuando Bono no lo estaba haciendo, era el otro productor, Frank Avancia, quien dirigía las escenas. Es por eso que, al no quererse nadie llevar el mérito de la dirección, se acredita como tal a Franco Steffanino, en realidad un seudónimo para justificar que había un director tras el proyecto. El resto del equipo técnico, además, aparece en la película en roles secundarios porque no había dinero para contratar actores.
El rodaje se desarrolló según el calendario acordado, pero al finalizar, quizás andaban un poco escasos de material, o al menos, para poder realizar un montaje en condiciones. Así pues se montó una chapuza, en cualquier caso inacabada. A Joe Spinell no le gustó el resultado final de la película, por lo que esta permaneció sin distribución y almacenada en las latas, quedando como constancia de la misma, únicamente un master Betacam que se agenció el propio Spinell, siendo durante años la única copia existente. Más avergonzado que otra cosa, durante sus últimos meses de vida posteriores a este rodaje —“The Undertaker” fue su última película— el actor se la mostraba a amigos y conocidos, hasta que falleció en 1989 y la cinta se quedó a disposición de sus seres más cercanos con el resto de sus pertenencias.
“The Undertaker” nunca llegó a estrenarse en cine, ni tuvo distribución videográfica alguna, sin embargo, alguien del entorno de Spinell, la puso en manos de distribuidoras fraudulentas que la lanzaron al mercado de manera pirata bajo el título de “Death Merchant”. El producto pirata, montado torpemente como buenamente pudieron, consistía en una alteración del metraje original, reduciendo el mismo a poco menos de una hora, e insertando material de dominio público para así llegar a los noventa minutos de duración. Una chapuza que, dicen quienes la vieron, es bastante peor que la versión original que guardaba Spinell.
No sería hasta 2010 que “Death Merchant” se editó en DVD de manera legal, siendo esta la copia que se pudo ver, hasta que en 2016 la gente de Vinegar Syndrome rescata un 90% del negativo original, lo restaura y lanza al mercado en Blu Ray y en edición limitada de 3000 copias, una versión de “The Undertaker” tal y como se concibió, sin los insertos de películas libres de derechos. Como faltaban algunas bobinas de celuloide, completaron la edición de la película añadiéndole material directamente del Betacam de Spinell, consiguiendo de ese modo un montaje exacto al inicial, que permaneció inédito hasta esta edición videográfica. Entonces, el “The Undertaker” definitivo resulta ser una película cutre y chunga, que va saltando de la restauración del negativo en HD, que casi duele la vista de lo bien que se ve, al Betacam desgastado que también hace polvo a la vista pero por todo lo contrario, otorgándole un look general de lo más desconcertante y que le hace sumar un plus a la película; así parece más rara todavía.
La gracia de todo esto consiste mayormente en la historia que hay detrás y en las circunstancias de la misma, porque por lo demás, más allá de tratarse del legado del estupendo Joe Spinell, “The Undertaker” no es sino otro exploit de “Maniac” especialmente barato, que no resulta del todo aburrido, que cuenta con un par de secuencias escabrosas que pueden llegar a ser turbadoras. Ver a Joe Spinell intentando recuperar los laureles conseguidos años atrás, resulta un tanto patético y casi autoparódico, pero siempre es un placer verle sudar y mantener conversaciones misóginas con una buena ristra de cadáveres. Spinell, en cualquier caso, justifica el visionado de cualquier película que ose tenerle dentro.
Así que, no está tan mal. Un poco mal montada, le faltan planos, el final es abrupto e inesperado, pero se echa el ratillo, amen de tratarse de una rareza absoluta y, ni de lejos tan horrorosa como otros cientos de películas malas de terror que he tenido la suerte o desgracia de echarme a los ojos.
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lunes, 23 de enero de 2023
sábado, 28 de septiembre de 2013
MANIAC (2012)
Mi primera reacción al saber que el Frank Zito de este
“Maniac (2012)” lo iba a interpretar
Elijah Wood, fue de llevarme las manos a la cabeza. Y la desconfianza me
acompañó hasta que he podido ver la película y comprobar “in situ” que Wood es
un mediocre Joe Spinell, pero un magnífico Frank Zito.
Ya conocen la historia, aquí convenientemente tuneada para
que no chirríe con los tiempos que corren. Un fabricante de maniquíes tiene
citas a través de webs de contactos en Internet, o a través de prostitutas.
Bien, pues debido a un trauma que arrastra a raíz de contemplar de niño como su
mamaíta se follaba a los tíos de dos en dos mientras se ponía turcia a oler
cocaína, su misoginia es tal, que acaba matando a toda aquella que osa tocar su
cama. Además, las arranca el cuero cabelludo y se lo pone en la cabeza a los
maniquíes que fabrica.
Un buen día aparece en su vida una fotógrafa con la que
parece tener varios puntos en común, además de cierta atracción sexual mutua.
Tanto Alexandre Aja, productor, como el director Franck Khalfoun, saben
perfectamente lo que el fan medio piensa del aspecto del nuevo Zito, así que se
ríe del aficionado, haciéndole decir a la primera víctima de este, en el primer
encuentro: “Creí que serías gordo, con bigote, grasiento y con la cara picada”.
Tras esto, descubrimos que Elijah Wood si no tiene el aspecto repugnante de
Spinell, sí que consigue, al menos, llegar a ser tan desquiciadamente sórdido
como él, lo que demuestra la gran composición actoril que ha ejecutado Frodo,
que pequeño, con ojos azules, cara inocente y no excesivamente feo, llega a
causar en el espectador la misma grima que un individuo que ya la causa
únicamente con su físico, lo que es un logro muy grande. Y una garantía…
Frank Zito debe dar asco, caer mal al espectador, o de lo contrario la película
no funcionará en absoluto.
Además, “Maniac (2012)” es por un lado innovadora: Toda ella está rodada desde el punto de vista de Frank Zito, todo lo que ve el
espectador lo ve a través de sus ojos, y solo vemos el cuerpo de Elijah Wood
cuando este se mira en el espejo, o salvo contadas excepciones, en las que la
cámara avanza y se coloca en tal ángulo que podamos ver el asesinato que se va
a cometer, para luego volver al interior de Frank Zito. Seguramente hay
referentes anteriores de esta forma de rodar, pero yo no los conozco y, por
ende, la cosa funciona.
Por otro lado, la película es terriblemente respetuosa con
la de William Lustig, Esto es, que si se han tomado ciertas licencias, siguen los mismos patrones que la original, con lo que las escenas más punteras,
están ahí y seguimos con un argumento ínfimo, en pro de una sordidez que acabe
desquiciando al espectador. Lo consigue.
Y sigue ganando puntos este remake, cuando su predecesora
estaba rodada en 16 mm. con los hándicaps que supone este formato para
beneficiar el look al darle, por si solo, una textura perturbadora… Aquí, con
todos los avances de lo digital, con una estética del todo moderna que abusa de
los quemados y de los desenfoques, el director, consciente de esto, se recrea
tanto en las escenas sangrientas, estas son tan repugnantes, que no llegan a
causarnos las sensaciones de mal cuerpo que nos causaba “Maniac”, pero casi.
Eso si la comparamos con la película que remakea, como
película independiente, si no fuera un remake, que quieren que les diga;
estamos ante una de las mejores películas de “Psycho Killers” de la última
década y, por ende, ante una de las muestras de cine de terror-gore más
efectivas y aterradoras de las que se pueden ver últimamente, únicamente lastrada
por el hecho de soportar el peso que soporta, la película de William Lustig,
que ya es mucho, y aún así sale airosa.
Añadan al conjunto, una banda sonora electrónica y
turbadora, que consiguen que “Maniac (2012)” no salga de tu cabeza muchos
minutos después de haber finalizado el visionado.
Así que, sí, me ha gustado mucho, y se agradece ver a estas
alturas cosas tan serias, repugnantes y perturbadoras. Es un remake tan digno
como lo fue el de “I Spit in your grave” o incluso más, que, inevitablemente,
se ha visto claramente influenciado, en estilo, por todo el cine de terror francés de última hornada, lo que en este caso, gracias a dios, es bueno.
El guión, teniendo siempre presente el original de Joe
Spinell, lo firman el propio Alexander Ajá y Grégory Levaseur como es habitual
en sus producciones.
Y el director, Franck Khalfoun, además de actuar en pequeños papeles en “Piraña 3-D” o “AltaTensión”, ha dirigido cositas como “Parking 2” o videoclubadas como “A un paso
de la muerte”.
Me parece que los gabachos, acabarán alzándose.
lunes, 3 de diciembre de 2012
VIGILANTE
Uno de los títulos más emblemáticos del cine de justicieros parido durante su época dorada, 1983, por un director que, en aquellos tiempos, arrastraba un aureola que le hacía ideal, William Lustig. De hecho, "Vigilante" se encuentra situada nada menos que entre su famosa y estupenda "Maniac" y su no menos recomendable "Maniac Cop". Es decir, lo mejor de su filmografía. Incluso Joe Spinell (prota de "Maniac") se reserva un papelillo, la que era su especialidad: tipo repulsivo.
Cuando la alquilé en el video-club lo hice convencido de que me esperaba un baño de violencia desaforada, tipo "El Exterminador". Una peli de justicieros de esas que rozan el "gore" más cafre y que tanto echo de menos (hoy se hacen otra vez, pero con ese irritante lavado estético/cínico que les quita verdadero valor exploitation), pero luego resultó que no, que la cosa era más comedida de lo esperado... tal vez por eso no me entusiasmó, aunque tampoco me disgustó. Ayer noche recuperé el Beta que reposaba en mi armario y me di una buena dosis de violencia urbana y suciedad en los cabezales ¡que pa qué!. "Vigilante" no dista mucho de "El justiciero de la ciudad" o "El Exterminador", salvo en el hecho de que no se trata de un vengador solitario, sino de una pandilla de ellos.
Un tipo la mar de normal y corriente (un "regular Joe" que dicen allí) vive feliz con su esposa, su hijo y su curro de mecánico. Un mal día, la mujer planta cara al jefe de una pandilla (de esos que van ataviados con aparatosos uniformes) y este se toma la revancha atacándola en su propio hogar y matando al benjamín. El comando de justicieros amateurs intenta convencer a nuestro prota de que pase de legalidades y actúe por su cuenta, pero él, que es muy racional, les dice que nanai.
En eso que pillan al pandillero, lo llevan a juicio y por aquellas trifulcas absurdas, sale libre. El padre de familia arranca en cólera y ataca al juez, que lo manda encerrar 30 días. Toma geroma!. Cuando salga lo hará muuuuy cabreado y, con ayuda de sus coleguis justicieros, se pondrá manos a la obra para ajustar cuentas.
Ambientación urbana de lo más sucia, sórdida y decadente, gélida seriedad (uno de los aspectos que más diferencian el cine de justicieros de antes con el de ahora) y violencia cruda y contundente, aunque dentro de la normalidad (impactos de bala chorreantes rodados estilo Peckinpah). Uno de los aspectos más curiosos de "Vigilante" reside en que, a diferencia de otros títulos del subgenero, cuando los buenos matan (que no ocurre muchas veces), es retratado como un acto genuinamente perturbador, del que incluso ellos mismos parecen dudar, lo que le otorga más "credibilidad" (como las primeras veces que Charlie Bronson actuaba en "El justiciero de la ciudad"). Y cuando digo "buenos" lo digo a conciencia, ya que el prota no es otro que Robert Forster con esa eterna mueca de buencha desubicado en el tiempo y el espacio. Así mismo, el líder del comando urbano no podía ser otro que Fred Williamson. El reparto que sigue es del todo entrañable y muy de su época, repleto de esos rostros tan típicamente secundarios: Richard Bright, Rutanya Alda, Carol Lynley, Woody Strode, Steve James (el héroe de acción negro por excelencia de los 80, aquí en un rol escueto. Recuerden que también estaba en "El Exterminador"), Frank Pesce y algun otro que ahora no recuerdo. Para que no hubieran quejas, la pandilla de delincuentes la forman un hispano, un asiático, un negro, un fetuccini y una mujer. Toma variedad. Y en general "Vigilante" destaca por su sobriedad, su ritmo tranquilo pero no perezoso, su tono gris y deprimente, por la notable banda sonora de Jay Chattaway y por ese agradecido deseo de pillar al pobre Forster y llevarlo a los límites de su paciencia, primero con la pérdida de su hijo, pasando luego por la cárcel donde es agredido y finalmente viendo cómo su mujer le deja porque le culpa a él de todo. Estás deseando que estalle... y estalla, pero no excesivamente.
Hay tres detalles finales que merecen destacarse: El modo casual en el que el prota y el asesino de su hijo se encuentran. El intento por parte de Lustig de emular la persecución automovilística de "French Connection" (sin conseguirlo) y el último acto de venganza, donde paga alguien que suelen olvidar en estas pelis. Chapeau!.
Fricada: En la misma época que alquilé esta película, consumía mi tiempo leyendo un comic de idéntico título creación de "DC Comics" y distribuido por "Ediciones Zinco" en España. Era la respuesta por parte de la editorial de "Batman" al "Castigador" de la Marvel... y aunque de entrada todo se prometía fabuloso (un fiscal del distrito ve cómo la mafia se carga a su familia por lo que decide ponerse unas mallas y actuar), finalmente no resultó serlo tanto y la cosa -en lo que a mi respecta- nunca pasó del número uno. Entonces era totalmente consciente de que comic y peli no tenían nada que ver salvo por su temática de base y título, pero por un momento me moló la idea de la coincidencia y fantaseé en qué pasaría si todo fuera fruto de una improbable adaptación. Cosas de críos.
Sin ser ninguna maravilla, y sin lograr emocionarte demasiado cuando el protagonista se toma la tan deseada revancha (algo esencial del subgenero... al menos pa mi), "Vigilante" termina siendo un apreciable pedazo de celuloide muy de su época, repleto de las virtudes y defectos de aquellos tiempos, honesto en su condición y, a fin de cuentas, entretenido.
Bastante recomendable, sí.
Cuando la alquilé en el video-club lo hice convencido de que me esperaba un baño de violencia desaforada, tipo "El Exterminador". Una peli de justicieros de esas que rozan el "gore" más cafre y que tanto echo de menos (hoy se hacen otra vez, pero con ese irritante lavado estético/cínico que les quita verdadero valor exploitation), pero luego resultó que no, que la cosa era más comedida de lo esperado... tal vez por eso no me entusiasmó, aunque tampoco me disgustó. Ayer noche recuperé el Beta que reposaba en mi armario y me di una buena dosis de violencia urbana y suciedad en los cabezales ¡que pa qué!. "Vigilante" no dista mucho de "El justiciero de la ciudad" o "El Exterminador", salvo en el hecho de que no se trata de un vengador solitario, sino de una pandilla de ellos.
Un tipo la mar de normal y corriente (un "regular Joe" que dicen allí) vive feliz con su esposa, su hijo y su curro de mecánico. Un mal día, la mujer planta cara al jefe de una pandilla (de esos que van ataviados con aparatosos uniformes) y este se toma la revancha atacándola en su propio hogar y matando al benjamín. El comando de justicieros amateurs intenta convencer a nuestro prota de que pase de legalidades y actúe por su cuenta, pero él, que es muy racional, les dice que nanai.
En eso que pillan al pandillero, lo llevan a juicio y por aquellas trifulcas absurdas, sale libre. El padre de familia arranca en cólera y ataca al juez, que lo manda encerrar 30 días. Toma geroma!. Cuando salga lo hará muuuuy cabreado y, con ayuda de sus coleguis justicieros, se pondrá manos a la obra para ajustar cuentas.
Ambientación urbana de lo más sucia, sórdida y decadente, gélida seriedad (uno de los aspectos que más diferencian el cine de justicieros de antes con el de ahora) y violencia cruda y contundente, aunque dentro de la normalidad (impactos de bala chorreantes rodados estilo Peckinpah). Uno de los aspectos más curiosos de "Vigilante" reside en que, a diferencia de otros títulos del subgenero, cuando los buenos matan (que no ocurre muchas veces), es retratado como un acto genuinamente perturbador, del que incluso ellos mismos parecen dudar, lo que le otorga más "credibilidad" (como las primeras veces que Charlie Bronson actuaba en "El justiciero de la ciudad"). Y cuando digo "buenos" lo digo a conciencia, ya que el prota no es otro que Robert Forster con esa eterna mueca de buencha desubicado en el tiempo y el espacio. Así mismo, el líder del comando urbano no podía ser otro que Fred Williamson. El reparto que sigue es del todo entrañable y muy de su época, repleto de esos rostros tan típicamente secundarios: Richard Bright, Rutanya Alda, Carol Lynley, Woody Strode, Steve James (el héroe de acción negro por excelencia de los 80, aquí en un rol escueto. Recuerden que también estaba en "El Exterminador"), Frank Pesce y algun otro que ahora no recuerdo. Para que no hubieran quejas, la pandilla de delincuentes la forman un hispano, un asiático, un negro, un fetuccini y una mujer. Toma variedad. Y en general "Vigilante" destaca por su sobriedad, su ritmo tranquilo pero no perezoso, su tono gris y deprimente, por la notable banda sonora de Jay Chattaway y por ese agradecido deseo de pillar al pobre Forster y llevarlo a los límites de su paciencia, primero con la pérdida de su hijo, pasando luego por la cárcel donde es agredido y finalmente viendo cómo su mujer le deja porque le culpa a él de todo. Estás deseando que estalle... y estalla, pero no excesivamente.
Hay tres detalles finales que merecen destacarse: El modo casual en el que el prota y el asesino de su hijo se encuentran. El intento por parte de Lustig de emular la persecución automovilística de "French Connection" (sin conseguirlo) y el último acto de venganza, donde paga alguien que suelen olvidar en estas pelis. Chapeau!.
Fricada: En la misma época que alquilé esta película, consumía mi tiempo leyendo un comic de idéntico título creación de "DC Comics" y distribuido por "Ediciones Zinco" en España. Era la respuesta por parte de la editorial de "Batman" al "Castigador" de la Marvel... y aunque de entrada todo se prometía fabuloso (un fiscal del distrito ve cómo la mafia se carga a su familia por lo que decide ponerse unas mallas y actuar), finalmente no resultó serlo tanto y la cosa -en lo que a mi respecta- nunca pasó del número uno. Entonces era totalmente consciente de que comic y peli no tenían nada que ver salvo por su temática de base y título, pero por un momento me moló la idea de la coincidencia y fantaseé en qué pasaría si todo fuera fruto de una improbable adaptación. Cosas de críos.
Sin ser ninguna maravilla, y sin lograr emocionarte demasiado cuando el protagonista se toma la tan deseada revancha (algo esencial del subgenero... al menos pa mi), "Vigilante" termina siendo un apreciable pedazo de celuloide muy de su época, repleto de las virtudes y defectos de aquellos tiempos, honesto en su condición y, a fin de cuentas, entretenido.
Bastante recomendable, sí.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
AL FILO DE LA NAVAJA
Típico producto ochenteno de tercera, con aspecto de producto setentero sobre venganzas urbanas, del que, seguramente, debió tomar buena nota Tarantino, además del “Blaxplotation”, a la hora de plagiar para hacer “Jackie Brown”.Una mujer descubre que su marido es un camello cuando una panda de mafiosos de poca monta asalta su casa para cobrar una deuda y asesinar a su hijo. Por otro lado, una vieja leyenda del deporte venida a menos, se gana la vida como taxista. La mujer alquila su taxi para que la lleve a diferentes lugares. Pronto descubren que la intención de esta mujer es ir matando a los asesinos de su hijo, uno por uno ¡Y decide ir en taxi!. Al enterarse el taxista de esto, decide tomar parte activa de esta venganza, aunque en consecuencia surjan todo tipo de problemas, y, lógicamente, alentado por el enamoramiento.
Lo bueno de estas películas, en su mayoría ambientadas y filmadas en Nueva York con pocos medios, es todo el rollo urbano que destila; las calles, el macarrerío, los cines anunciando películas de estreno (en este caso vemos dos enormes carteles que anuncian “Creepshow” y “Star Trek II”), la niebla saliendo de las alcantarillas… y en este “Al filo de la navaja” incluso la idea de base no está nada mal. ¿Qué es en lo que falla? En todo lo demás. El guión hace aguas y hace alarde de un tempo lentísimo, sin ningún ritmo, con lo que acabamos bostezando de la manera más espantosa. Pero mola por lo chanante del asunto y el carisma de los personajes. Aunque esto no sirve para salvar la película de la más cruel quema. Pero claro, el interés radica en sus míticos actores, porque tenemos por ahí a Robert Foster como tiradísimo taxista, y de malo maloso, tenemos a Joe Spinell, ambos en su salsa y en sus mejores momentos, y solo verles el careto, ya es aliciente para continuar visionando este bodrio.
Dirige el cotarro Norbert Meisel, que solía actuar en sus películas, y que rodó más bazofias del mismo estilo.
Pero da igual la película, una ponzoña más. Lo mejor es lo referente a sus ediciones videográficas:
De título original “Walkin the Edge”, la película tuvo hace unos años una edición en DVD, que es la que ilustra esta entrada. Sin embargo, ya fue editada en VHS en los ochenta con el estúpido título de “Al filo de la navaja II”. Esto está muy bien, salvo por el pequeño detalle de que no existe un “Al filo de la navaja 1”… en todo caso un dramón con Bill Murray titulado “El filo de la navaja” que absolutamente nada tiene que ver con esto… ¿Quizás una estrategia comercial para hacer creer al público que era la secuela de una peli acojonante? A saber.
En cualquier caso, aquí les dejo la carátula de aquella primera edición en vídeo.
viernes, 27 de agosto de 2010
LUCKER THE NECROPHAGOUS
Esta vieja película Belga semi-amateur del año 1986, salió hace poco en su versión “Director´s cut” que luego os diré en que consiste. El caso es que su condición casi ( y con influencias clarísimas) ultra-gore, me tiraba un poco para atrás, pero sin embargo, también había algo que me atraía de ella, por que era sobre un “Serial Killer”, que como ya sabréis es uno de mis géneros predilectos. Y si la película está basada en un caso real, ya ni os cuento. No es el caso de este LUCKER.Nada más empezar la peli, y ver esos mugrientos y desagradables 16 mm. en los que está rodada, la forma en que está montada, totalmente amateur con muchos planos y la mayoría repetidos( y gratuitos, síntoma inequívoco del director amateur que monta cuando ha hecho muchos planos y quieren que todos salgan), y la atmosfera que crea Johan Vandewoestijne (he tenido que hacer un corta-pega…) totalmente enferma e insana, ya me cautivaron y me tuvieron delante del televisor la hora y cinco que dura la película (encima una duración perfecta).
Contar, no cuenta nada, solamente vemos a un siniestro tío que acaba de salir del hospital y que tiene a una tía atada en casa, la cual da pie a un flashback que nos remite a tras años atrás, donde vemos que pasó para llegar al punto del comienzo de la película. ¿Y que pasa? Pues básicamente, el tío este se va cargando a la peña de la manera mas grafica posible, y se folla un cadáver que se descompone.
La peli tiene dos influencias claras: MANIAC de William Lusting y NEKROMANTICK de Jörg Buttgereit. De la primera, saca a ese asesino en serie desagradable y sudoroso totalmente deudor del que magistralmente interpretó Joe Spinell, además de todo ese ambiente insano que dan ganas de vomitar y que te deja tocado de estado anímico. Del segundo, toda la parte mas sensacionalista y provocadora, con la escenita en la que antes de penetrar el cadáver descompuesto de una mujer, este le acaricia morbosamente, lamiendo luego, los líquidos que fluyen en el cuerpo a causa del rigor mortis de la palma de su mano. Una escenita, que pone de mal cuerpo al alumno más aventajado.
La mezcla de las dos influencias, es un cocktail explosivo muy eficaz, pero es que además la película pasa en un suspiro, dejando al espectador la mar de satisfecho, aunque este sea reacio a según que tipo de productos.
Que mi entusiasmo no les lleve a equívoco; LUCKER THE NECROPHAGUS en realidad es una mala película, lo que pasa es que a mí este tipo de películas me gustan.
Eso si, supongo que algo tendrá para que me haya gustado.
El “director´s Cut” del que les hablaba antes, es simplemente que el director a considerado que en la primera versión le faltaban algunos planos, y los ha añadido posteriormente, ¿Pero los ha vuelto a rodar en 16 mm? Que va, los ha rodado en video, y los ha colocado ahí a pesar del canteo. Que falta de prejuicios más maravillosa.
domingo, 24 de agosto de 2008
THE WIZARD OF GORE
En los últimos años, se está poniendo muy de moda "remakear" las pelis de Herschell Gordon Lewis. Ya lo hicieron hace unos años con "2000 Maníacos" y ahora le toca el turno a "The Wizard of Gore".¿Y qué es lo que pasa cuando haces el remake de una mala película? Pues que conseguimos otra aun más mala. Porque, seamos serios, la del papá del gore -Lewis- puede ser curiosa, salvaje, camp y todo lo divertida que tu quieras, pero desde luego no es una buena película.
Ésta nueva versión, a priori, es de lo más atractiva, con Crispin Glover haciendo del mago y papelitos para Jeffrey "Re-Animator" Combs y Brad "Chucky" Dourif.
El tema es trasladar todo aquel vodevil de la original a nuestros días, con el espectáculo de un mago que inflige una variedad de mutilaciones a los espectadores supuestamente inofensivas, pura hipnosis colectiva. Aquí está planteado como si de una "performance" se tratara.
El caso es que, al día siguiente de hacer el show, la victima del mago muere en la vida real de una manera similar, y ahí es donde entran en escena el protagonista, Kip Pardue como una especie de reportero, o algo así, una extraña droga y mucha confusión. Quizás es debido a una mala traducción por culpa de los subtítulos sudacas, pero la verdad es que no me enteré de un carajo.
El plato fuerte de la peli, por supuesto, es Crispin Glover y su espectáculo, pero estos putos americanos son unos moñas, y aunque disfrutamos de la sobreactuación del actor, cada vez que ejecuta un truco en el que destripa a alguien, lo mete en un extraño habitáculo en el que sale una especie de neblina, con lo cual no vemos con claridad los destripamientos, decapitaciones, reventamientos y demás lindezas. Por increíble que parezca ¡¡¡"The Wizard of Gore" en su encarnación moderna es una película totalmente light!!! No tiene nada de chicha...
La maldita "Dimension Extreme Films", que se vanagloria de sacar al mercado productos demasiado fuertes para las salas de cine, hace pelis en las que no hay ni una gota de sangre. En "Triloquist", otra del catálogo, pasa lo mismo. Lo que ocurre es que, en este caso, hablamos de una puesta al día de un cine que basaba su identidad, justo, en los excesos de gore, y si ha pasado a la historia, tanto como para que a alguien se le ocurra remakeralo, es por ese mismo motivo. Que la desprendas del líquido rojo y demás guarrerías es, pues, un absurdo.... y una vergüenza.
El director de esto, Jeremy Kasten (quien guarda cierto parecido físico con Joe Spinell), es uno de esos curtidos en cientos de making ofs, que tiene muy poquito que ofrecernos. Esta pedazo de mierda ratifica lo que digo.
viernes, 28 de diciembre de 2012
MATANZA
Sobre la persona de Andy Milligan, ese director del cual,
sin duda alguna, es mucho más interesante su vida personal que cualquiera de
las películas que hizo, ya hemos hablado aquí en otras ocasiones, o en la
reseña de esta misma película en nuestro libro “Malas pero divertidas” firmada
por Naxo. Pero yo nunca había visto esta
película en concreto, posiblemente, la más conocida de cuantas hizo, que
incluso tuvo su edición en nuestro país en vhs. Y créanme cuando les digo, que
es una película para amar y odiar a partes iguales. En mi caso, la cosa me ha
acabado entusiasmando tras un tiempo odiándole por culpa de la película “Los hombres lobo están aquí”.
Una mansión alberga los espíritus de un joven matrimonio que
sin saber por qué, se suicida al comienzo de la película. A esta mansión llegan
de nuevas una parejita muy dicharachera y cariñosa, del montoncillo ella, feo y
grasiento con cierto aire a lo Joe Spinell, él. Pronto serán asediados por los poltergueist de
esa casa y deberán ingeniárselas para librarse de ellos, ya que deciden que no
quieren vender la casa.
Obviamente, la película está tomada muy en serio y sin ninguna
intención de causar simpatía al
espectador, eso queda claro. Es más, teniendo en cuenta que Milligan montaba
directamente en cámara, dios me libre de decir que es un gran director, pero
algo de idea tenía. Al final de la reseña les explicaré por qué trato de
excusarla un poco. Cuenta la película, con todos los elementos necesarios para
que la película llegara a dar un miedo atroz, a saber: discos que se ponen
solos, cuchillos que se caen del estante en las manos de la protagonista,
objetos que vuelan, apariciones espectrales, incluso sangre y vísceras… sin embargo,
el resultado es una de las más tristes comedias involuntarias de la serie Z. ¿Qué
es lo que pasa? Que obviamente, la falta de presupuesto y el exceso perjudica
seriamente una trama que no está ni tan mal.
Para empezar, los espíritus que dan por saco a nuestros
protagonistas son demasiado insistentes y pesados. Están todo el tiempo
haciendo de las suyas, ergo, como están haciendo acto de presencia cada dos
minutos, pronto nos acostumbramos a ellos. ¿Y cómo hacen acto de presencia? moviendo
cosas, sobretodo. Lo que pasa es que la cámara totalmente desenfocada, los
hilos que vemos enganchados a los objetos y los movimientos de estos, pausados,
y que se nota en todo momento que alguien tira de las cuerdas, no ayudan
demasiado en que nos metamos en situación,
y es inevitable que soltemos una risotada acompañada de un “¡venga, coño!”.
Por otro lado, esperando yo diálogos de los más besugo, me
encuentro con largas conversaciones intrascendentes, pero no del todo
delirantes, rollo culebrón, sobre el amor, la familia, el matrimonio y todas
esas cosas que obsesionaban a Milligan, pero en ningún momento son diálogos surrealistas.
Que no lo sean, lo único que consigue, es que todas esas escenas de diálogo
sean un absoluto peñazo… sin embargo, al final el tedio no es tanto, ya que
aguantamos la película perfectamente y miramos la película con interés, porque
la historia no está tan mal, y además disfrutamos un montón viendo como coloca
Milligan la cámara en el trípode y la gira 180 grados, con los traqueteos que
esto supone.
Atención también a la aparición de los espíritus… básicamente,
salen ellos tal cual, sin nebulosas ni artificios de ningún tipo.
En definitiva, que como serie Z desastrosa, me cautivó. Sin embargo, he aquí la prueba de que hay un público
para todo y los motivos por lo que no le sentencio como una absoluta mierda de
director: a la persona que la vio conmigo, conocedora de este tipo de películas,
y, supongo, muy en sus cabales, le
encantó la película, pero no como serie Z malísima. Le gustó porque pasó miedo,
le pareció entretenida, e incluso se tapaba la cara en las escenas más
sangrientas, incluida la celebre escena en la que a un individuo le abren las
tripas, y en lugar de estas, aparecen por el orificio unos suculentos espaguetis.
Y eso también convierte a esta película en algo raro y especial.
Ahora, esto es la etapa ochentera del director. De la
anterior etapa, si tienen curiosidad por ver algo, les diré que no tiene nada
absolutamente que ver con esto. Si quieren ver Milligan, lo suyo es que vean
esta, y olviden lo demás.
sábado, 18 de mayo de 2024
CASADA CON TODOS
Entre su etapa "exploiter", bajo la tutela de Roger Corman, y la reconversión a director de prestigio con "El silencio de los corderos" (así como una posterior decadencia tras sendas películas fracasadas, antes de su triste fallecimiento en 2017), Jonathan Demme rodó varias comedias. Dos más o menos románticas, sin caer en baboserías. Quizás la más exitosa, o de culto, sea "Algo Salvaje". Nunca acabé de congeniar con ella. A mi me gustaba justo la que venía después.... y antes de las archifamosas desventuras de Hannibal Lecter, "Casada con todos" o "Married to the Mob" en versión original (es decir, "Casada con la mafia"). Me encantaba de chaval. Incluso compré la banda sonora trufada de un puñado de "hits" muy de su década, destacando a "New Order", Deborah Harry en solitario o "The Feelies". ¿Y cuál es esa década? fácil deducción: los ochenta. Concretamente 1988. Tal vez, por encontrarse ya en su recta final, la explosión de "tics ochenteros" en "Casada con todos" resulta abrumadora. Sobre todo estéticamente. Haría las delicias de todos esos posmodernos que se encabezonan en recrearla sin haberla conocido realmente, a base de excesos de laca y colores chillones.
Angela está casada con Frank, un mafioso que aspira a escalar puestos en la familia. A diferencia del resto de esposas del clan, es muy infeliz. Quiere huir de semejante vida, pero no puede. Hasta que el capo, Tony, pilla a Frank follándose a su amante y se lo carga. Así, Angela aprovecha para comenzar de cero, a base de piso cutre y curro cutre. Obviamente, Tony la seguirá con intención de convertirla en su nueva amiguita. Pero no es el único, un par de agentes del FBI van igualmente tras ella. A base de casualidades y equívocos, uno de estos, el ambicioso -y amante de los felinos- Mike, conocerá a Angela en lo personal y nacerá el amor.... hasta que la chica descubre el pastel y todo se lía que da gusto.
Hacía años que no veía "Casada con todos". Recordé su existencia, se la pedí a un amigo, me la mandó y le di al "Play" con miedo de que ya no me funcionara igual. Falsa alarma. Por suerte, disfruté del visionado como un cochinillo. Sí, estamos ante una comedia romántica, pero nada que ver con la basura que lleva haciéndose desde hace años en su nombre. Aquí el rollo amoroso no empalaga, es hasta tierno. Y se mezcla con muchos momentos de un humor algo alocado (destacando los arrebatos desquiciados de la celosa y medio psicópata mujer de Tony), un ritmo acelerado, vibrante, y cierta "chispeantez" en el ambiente. Todo ello rebañado en inesperadas y agradecidas dosis de acción y violencia. Disparos y muertos incluidos. Al fin y al cabo, la cosa va de gangsters. "Casada con todos" es una película alegre, y ese es el poso que nos deja. Mientras concluye, a base de un chorrón de escenas eliminadas, resulta imposible no sonreír con genuina satisfacción.
Si a la refrescante dirección de Demme, y el divertido guion de Barry Strugatz + Mark R. Burns (quienes, curiosamente, no harían mucha carrera. La otra única película localizable en sus currículums con cierto brillo es "Vida y amores de una diablesa"), añadimos la extensísima ristra de actores que pululan por la pantalla, ya sea en funciones protagónicas, secundarias, de extra o, directamente, invisibles (Joe Spinell formaba parte del cast, pero toda su labor queda relegada a las escenas eliminadas), pues apaga y vámonos. El orgasmo se multiplica. Así pues, tenemos a una guapísima, pero guapíssssssima, Michelle Pfeiffer. Alec Baldwin. Matthew Modine. Un grandioso Dean Stockwell como jefe mafioso. Una no menos impresionante Mercedes Ruehl interpretando a su maniática esposa. Oliver Platt. Joan Cusack. Nancy Travis requetemonísima enseñando un poco de cacho (sí, amigos, en las "romcoms" de antaño se veían tetas y culos, ni que fuese de refilón). El legendario David Johansen, vocalista de "New York Dolls" con una curiosa carrera secundaria como actor, luciendo nada menos que sotana. Chris Issak. Al Lewis (el abuelo de los "Munster"). Algunos de los habituales del "clan Demme" (es decir, Tracey Walter, Charles Napier o Paul Lazar) y, esta sí es toda una sorpresa, el entonces futuro director Todd Solondz como reportero.
De la música incidental se encarga David "Talking Heads" Byrne, para el que, cuatro años antes, Jonathan Demme había dirigido la hoy bien reputada película-concierto "Stop Making Sense". En la fotografía, otro "Demmeista" convencido, el prestigioso Tak Fujimoto.
Por ello, y algo más, "Casada con todos" termina siendo un delicioso entretenimiento. De cuando estas películas además de divertidas, eran buenas.
(Suspiro) ¡¡que puta mierda hacerse mayor!!.
Muy recomendable.
Angela está casada con Frank, un mafioso que aspira a escalar puestos en la familia. A diferencia del resto de esposas del clan, es muy infeliz. Quiere huir de semejante vida, pero no puede. Hasta que el capo, Tony, pilla a Frank follándose a su amante y se lo carga. Así, Angela aprovecha para comenzar de cero, a base de piso cutre y curro cutre. Obviamente, Tony la seguirá con intención de convertirla en su nueva amiguita. Pero no es el único, un par de agentes del FBI van igualmente tras ella. A base de casualidades y equívocos, uno de estos, el ambicioso -y amante de los felinos- Mike, conocerá a Angela en lo personal y nacerá el amor.... hasta que la chica descubre el pastel y todo se lía que da gusto.
Hacía años que no veía "Casada con todos". Recordé su existencia, se la pedí a un amigo, me la mandó y le di al "Play" con miedo de que ya no me funcionara igual. Falsa alarma. Por suerte, disfruté del visionado como un cochinillo. Sí, estamos ante una comedia romántica, pero nada que ver con la basura que lleva haciéndose desde hace años en su nombre. Aquí el rollo amoroso no empalaga, es hasta tierno. Y se mezcla con muchos momentos de un humor algo alocado (destacando los arrebatos desquiciados de la celosa y medio psicópata mujer de Tony), un ritmo acelerado, vibrante, y cierta "chispeantez" en el ambiente. Todo ello rebañado en inesperadas y agradecidas dosis de acción y violencia. Disparos y muertos incluidos. Al fin y al cabo, la cosa va de gangsters. "Casada con todos" es una película alegre, y ese es el poso que nos deja. Mientras concluye, a base de un chorrón de escenas eliminadas, resulta imposible no sonreír con genuina satisfacción.
Si a la refrescante dirección de Demme, y el divertido guion de Barry Strugatz + Mark R. Burns (quienes, curiosamente, no harían mucha carrera. La otra única película localizable en sus currículums con cierto brillo es "Vida y amores de una diablesa"), añadimos la extensísima ristra de actores que pululan por la pantalla, ya sea en funciones protagónicas, secundarias, de extra o, directamente, invisibles (Joe Spinell formaba parte del cast, pero toda su labor queda relegada a las escenas eliminadas), pues apaga y vámonos. El orgasmo se multiplica. Así pues, tenemos a una guapísima, pero guapíssssssima, Michelle Pfeiffer. Alec Baldwin. Matthew Modine. Un grandioso Dean Stockwell como jefe mafioso. Una no menos impresionante Mercedes Ruehl interpretando a su maniática esposa. Oliver Platt. Joan Cusack. Nancy Travis requetemonísima enseñando un poco de cacho (sí, amigos, en las "romcoms" de antaño se veían tetas y culos, ni que fuese de refilón). El legendario David Johansen, vocalista de "New York Dolls" con una curiosa carrera secundaria como actor, luciendo nada menos que sotana. Chris Issak. Al Lewis (el abuelo de los "Munster"). Algunos de los habituales del "clan Demme" (es decir, Tracey Walter, Charles Napier o Paul Lazar) y, esta sí es toda una sorpresa, el entonces futuro director Todd Solondz como reportero.
De la música incidental se encarga David "Talking Heads" Byrne, para el que, cuatro años antes, Jonathan Demme había dirigido la hoy bien reputada película-concierto "Stop Making Sense". En la fotografía, otro "Demmeista" convencido, el prestigioso Tak Fujimoto.
Por ello, y algo más, "Casada con todos" termina siendo un delicioso entretenimiento. De cuando estas películas además de divertidas, eran buenas.
(Suspiro) ¡¡que puta mierda hacerse mayor!!.
Muy recomendable.
domingo, 14 de febrero de 2016
LOS (MENOS LLAMATIVOS) FOTOCROMOS DE "MANIAC"
Hoy toca ver los fotocromos de este absoluto clásico de William Lustig, con Joe Spinell en funciones protagónicas, que adornaban las vitrinas de los cines de España cuando se estrenó. Bueno, vale, solo una parte de ellos (de los fotocromos digo, no los cines). Es evidente que no están todos. Y los que faltan son, en esencia, los mejores y más llamativos… pero, como dice el milenario filósofo Don Alex Gardés, ¡menos da una piedra, cojones!.
viernes, 30 de enero de 2015
EL GRAN GUARDAESPALDAS
Plagada de estrellas, acompañan a Arnie y a Bridges en el drama, actores de la talla de Joe Spinell, Robert Englund, Sally Field, R.G. Armstrong (“Depredador”, “Los chicos del maíz” o “Mi nombre es ninguno”), la musa de la contra-cultura Helena Kallianiotes (“Easy Rider”) o Scatman Crothers (“El Resplandor”).Como curiosidad, como sea, si que funciona.
lunes, 29 de noviembre de 2021
LOST SOUL: EL VIAJE MALDITO DE RICHARD STANLEY A LA ISLA DEL DR. MOREAU
No había sentido desde el día de su estreno (recuerdo las marquesinas de las paredes de bus anunciando su inminente premiere) el más mínimo interés por la adaptación de “La Isla del Dr. Moreau” para el cine ejecutada en 1996 por John Frankenheimer (según el póster español, pero sin créditos para director alguno según su versión original). De hecho esa falta de interés es la que me ha llevado a día de hoy a ser un completo ignorante en torno a esta película. Yo intuía que era muy mala y sin más. Y quizás lo sea en demasía y no merezca la pena sentarse frente a ella, como bien había decidido hasta el día de hoy. Sin embargo, recientemente he descubierto este documental, “Lost Soul: El viaje maldito de Richard Stanley a la Isla del Dr. Moreau” y, claro, ahora tengo unas ganas locas de verla. Y acabaré haciéndolo algún día. Se trata de uno de esos documentales que cuentan lo desastroso que fue el rodaje de determinada película, y las circunstancias que llevaron a esta a ser una puta mierda. De estos hay muchos y muy interesantes. En este caso, la verdad es que los hechos acontecidos para que “La Isla del Dr. Moreau” fuera lo que es son realmente desternillantes.
No quiero spoilearles mucho el documental, por eso va a ser una reseña cortita, pero si diré que, como en la vida misma, todo el desastre del que nos habla el documental es fruto de tres factores: La incompetencia, los egos desmesurados y el retraso mental.
Porque a pesar de la buena prensa con que se nos presenta al principal artífice de este proyecto, Richard Stanley ( al que jamás había prestado atención), al que tildan poco menos que de futura promesa del cine fantástico, yo le veo como una especie de Tommy Wiseau en potencia, un pobre hombre que pese a su innegable cultura y ciertas dotes para dirigir, se le intuye un cerebro lo que se dice relajado, con una percepción de la realidad un tanto trastocada. No puedo tomarme en serio a un tipo que dice que utilizó la magia negra para llevar a buen puerto su película, ni puedo dejar de mirar, en sus entrevistas, cómo segrega espesa babilla cada vez que habla y cómo esta se va convirtiendo poco a poco en una especie de pasta negruzca… como si fuera un deficiente mental. A parte de esto, hay más factores mostrados en el documental que confirman esta tesis.
Por otro lado, es curioso cómo la gente que producía la película, New Line, ponen a parir a este hombre tildándole de irresponsable e inutil y justificando así que fuera despedido para contratar a John Frankenheimer mientras que los actores, que eran los que trabajaban con Stanley codo a codo, se refieren a él como un tipo extremadamente entusiasta y amable —lo que no es un aval para determinar sus capacidades en cualquier caso—, pero claro, los actores no es que sean tampoco especialmente lúcidos o inteligentes como para detectar algo fuera de lo normal. De hecho los comportamientos de Val Kilmer y Marlon Brando durante el rodaje, tal y como se narra en el documental, confirman de nuevo esto que digo.
Y por supuesto, la incompetencia está presente en todo momento. Richard Stanley, era un pequeño director independiente que sabía comandar pequeñas producciones de 5 o 6 millones de dólares, pero que con una de 30 no sabía ni por donde empezar… pero Frankenheimer, acostumbrado a hacer cine con solvencia, acabó de enmierdar todo este rodaje demostrando ser, si no más, tan inútil como Stanley…
No les cuento más. Solamente les invito a que la vean, merece mucho la pena y es altamente recomendable porque cuenta una historia fascinante sobre unos individuos asimismo fascinantes, y yo no podía dejar de mirar a pantalla mientras se sucedían las entrevistas o las imágenes de archivo.
El docu, por supuesto, tuvo una buena recepción en los distintos festivales y críticas unánimemente buenas, aunque sembró la polémica porque Richard Stanley dice que no todo lo que se cuenta es cierto, y que cosas más gordas que sucedieron se tocan de pasada.
Lo curioso es que Stanley, es también el director de una de esas recientes películas protagonizadas por Nicolas Cage tan en boga últimamente y de la que tanto hablan los asiduos a festivales de cine fantástico, “The Color out of Space”, una adaptación de Lovecraft que, efectivamente, no me interesaba ni lo más mínimo y que gracias a este documental pienso ver, tal vez en programa doble, junto a “La Isla del Dr. Moreau”.
El que firma el documental que les recomiendo se llama David Gregory, es fan de Jess Franco, y además de ser productor de “The Color out of Space” es el director de tropecientosmil documentales sobre cine más o menos jugositos como “The Joe Spinell story”o “Blood & Flesh: The Reel Life & Ghastly Death of Al Adamson”. Este está especialmente bien.
No quiero spoilearles mucho el documental, por eso va a ser una reseña cortita, pero si diré que, como en la vida misma, todo el desastre del que nos habla el documental es fruto de tres factores: La incompetencia, los egos desmesurados y el retraso mental.
Porque a pesar de la buena prensa con que se nos presenta al principal artífice de este proyecto, Richard Stanley ( al que jamás había prestado atención), al que tildan poco menos que de futura promesa del cine fantástico, yo le veo como una especie de Tommy Wiseau en potencia, un pobre hombre que pese a su innegable cultura y ciertas dotes para dirigir, se le intuye un cerebro lo que se dice relajado, con una percepción de la realidad un tanto trastocada. No puedo tomarme en serio a un tipo que dice que utilizó la magia negra para llevar a buen puerto su película, ni puedo dejar de mirar, en sus entrevistas, cómo segrega espesa babilla cada vez que habla y cómo esta se va convirtiendo poco a poco en una especie de pasta negruzca… como si fuera un deficiente mental. A parte de esto, hay más factores mostrados en el documental que confirman esta tesis.
Por otro lado, es curioso cómo la gente que producía la película, New Line, ponen a parir a este hombre tildándole de irresponsable e inutil y justificando así que fuera despedido para contratar a John Frankenheimer mientras que los actores, que eran los que trabajaban con Stanley codo a codo, se refieren a él como un tipo extremadamente entusiasta y amable —lo que no es un aval para determinar sus capacidades en cualquier caso—, pero claro, los actores no es que sean tampoco especialmente lúcidos o inteligentes como para detectar algo fuera de lo normal. De hecho los comportamientos de Val Kilmer y Marlon Brando durante el rodaje, tal y como se narra en el documental, confirman de nuevo esto que digo.
Y por supuesto, la incompetencia está presente en todo momento. Richard Stanley, era un pequeño director independiente que sabía comandar pequeñas producciones de 5 o 6 millones de dólares, pero que con una de 30 no sabía ni por donde empezar… pero Frankenheimer, acostumbrado a hacer cine con solvencia, acabó de enmierdar todo este rodaje demostrando ser, si no más, tan inútil como Stanley…
No les cuento más. Solamente les invito a que la vean, merece mucho la pena y es altamente recomendable porque cuenta una historia fascinante sobre unos individuos asimismo fascinantes, y yo no podía dejar de mirar a pantalla mientras se sucedían las entrevistas o las imágenes de archivo.
El docu, por supuesto, tuvo una buena recepción en los distintos festivales y críticas unánimemente buenas, aunque sembró la polémica porque Richard Stanley dice que no todo lo que se cuenta es cierto, y que cosas más gordas que sucedieron se tocan de pasada.
Lo curioso es que Stanley, es también el director de una de esas recientes películas protagonizadas por Nicolas Cage tan en boga últimamente y de la que tanto hablan los asiduos a festivales de cine fantástico, “The Color out of Space”, una adaptación de Lovecraft que, efectivamente, no me interesaba ni lo más mínimo y que gracias a este documental pienso ver, tal vez en programa doble, junto a “La Isla del Dr. Moreau”.
El que firma el documental que les recomiendo se llama David Gregory, es fan de Jess Franco, y además de ser productor de “The Color out of Space” es el director de tropecientosmil documentales sobre cine más o menos jugositos como “The Joe Spinell story”o “Blood & Flesh: The Reel Life & Ghastly Death of Al Adamson”. Este está especialmente bien.
martes, 17 de junio de 2025
LA NOVENA CONFIGURACIÓN
Manda cojones la desfachatez de William Peter Blatty. El muy cretino iba a los cines a reírse de “Exorcista II (El Hereje)” y la ponía de vuelta y media. Y encima tuvo la jeta de decir que "La novena configuración", su debut como director en 1980, era la verdadera secuela de “El Exorcista”. Obviamente, todo eso se lo sacó de la manga, porque lo cierto es que “La novena configuración”, basada en la novela anterior a “El Exorcista” del propio Blatty, “Twinkle, Twinkle Killer Kane!” (título con el que también se conoce a la película en algunos países), se ambienta en el mismo universo de “El exorcista” con pequeñas e imperceptibles conexiones que, a no ser que vivas obsesionado con la película de William Friedkin, tampoco localizarás. Y es tan mala que hace parecer a la secuela perpetrada por John Boorman una obra maestra. De ahí la desfachatez del escritor/director. Pero al margen de los lazos que la unen con “El Exorcista” o las posibles rabietas que en un momento dado se pudiera llevar Blatty, lo primero que me llama la atención de "La novena configuración" es que, si bien técnicamente estamos ante una película verdaderamente competente, por todo lo demás es verdaderamente chapucera y bobalicona, resuelta con un planteamiento excesivamente largo (una hora completa de metraje) y un nudo y desenlace que ocurren en un santiamén.
Y le pasa como a “The Room”, que es tan estúpida e inenarrable que, a posteriori, Blatty divulgó que en realidad se trataba de una comedia de humor negro, así como lo había sido la novela previa en la que se inspira (y que por lo que fuera escribió y reeditó dos veces). Mis cojones.
Entonces tenemos una especie de hospital psiquiátrico para soldados con problemas mentales. Lo que sucede es que las autoridades se están planteando si esos problemas mentales son reales o si los soldados se los inventan para irse (o no combatir) en la guerra de Vietnam. De este modo, llega al lugar un psiquiatra militar que los irá entrevistando para delimitar quién miente y quién no. También acabará cubriendo necesidades de los locos en torno a sus excentricidades. Al mismo tiempo, tendremos una violenta banda de moteros que la liarán parda, un impactante giro final y muchas, muchas, muchas conversaciones, eternas, sobre el bien y el mal o la existencia de dios y el diablo. Además de chistes de vodevil, violencia descarnada que no viene muy a cuento y hasta unas pequeñas dosis de surrealismo.
Viéndola, da la sensación de que Blatty, ante la imposibilidad de William Friedkin a realizar este guion, se tomó la dirección de su primera película con la finalidad de convertirse en una especie de nuevo Stanley Kubrick (toda esa secuencia del hombre en la luna ante la presencia de un cristo crucificado...), pero es obvio que el hombre no llega y, lejos de salirle una obra maestra, le sale esta patochada.
Ahora, como Blatty no quería trabajar con "Warner Brothers" porque le debían dinero, ofreció el proyecto de “La novena configuración” a "Universal" y "Columbia", que algo raro verían cuando ambas decidieron descartar la posibilidad y apostar sus dineros en otras producciones. Así que el futuro cineasta puso unos milloncejos de su bolsillo, además de convencer a "Pepsi" para añadir otro par, siempre y cuando, por motivos que tenían que ver con la burocracia y economía de la marca de refrescos, el film se rodase en Hungría.
Posteriormente, el karma castigó a Blatty, porque, para su estreno, cedió los derechos de distribución a "United Film Distribution" que, muy sabiamente, los vendió a "Warner Brothers" quienes la distribuyeron de aquella manera. Los resultados económicos fueron tan pobres durante la apertura que, finalmente, "Warner" le dijo a Blatty: “Toma chaval, aquí tienes tu película y haz con ella lo que quieras”. Así que cineasta / escritor, todavía con mucha fe, se tomó un tiempo para retocarla y pasó a formar parte del catálogo de la "New World" de Roger Corman, quien la relanzaría en 1985 con resultados similares.
El paso de los años, los distintos estrenos y ediciones videográficas, han convertido esta película en una de culto, máxime si tenemos en cuenta que, para cada movimiento de distribución hay una versión distinta. Es por eso que, a lo largo y ancho del globo, existen una ensalada de cortes de “La novena configuración” (o “Tinkle, Twinkle Killer Kane!”, lo que prefieran), por lo que es muy difícil saber a ciencia cierta cual es la que dio por buena el director —aunque probablemente ni él mismo lo supiera—. Una de ellas con un póster bastante llamativo, porque sin ningún tipo de coherencia utiliza a uno de los moteros que aparecen en una de las escenas para efectuar una especie de plagio del póster de “La naranja mecánica”, motivo este que me deja aún más claro que Blatty pretendía ser una suerte de Kubrick.
Como fuere, se trata de una de las películas más chapuceras y demenciales que he tenido la suerte de ver, además, también, una de las más aburridas, y solo por eso yo creo que ya es digna de consideración. Pero, madre de dios, que dos horas más infernales…
En el reparto tenemos auténticos pepinos completamente desatados y mal dirigidos: Stacy Keach, Robert Loggia, Jason Miller, Tom Atkins, Joe Spinell, Richard Lynch…
William Peter Blatty, que toda su vida a defendido la calidad de su película y su puesto como auténtica secuela de “El Exorcista”, diez años después aprendería a dirigir y lo pondría en práctica con “El Exorcista III” que, paradójicamente y visto lo visto, está muy bien.
Y le pasa como a “The Room”, que es tan estúpida e inenarrable que, a posteriori, Blatty divulgó que en realidad se trataba de una comedia de humor negro, así como lo había sido la novela previa en la que se inspira (y que por lo que fuera escribió y reeditó dos veces). Mis cojones.
Entonces tenemos una especie de hospital psiquiátrico para soldados con problemas mentales. Lo que sucede es que las autoridades se están planteando si esos problemas mentales son reales o si los soldados se los inventan para irse (o no combatir) en la guerra de Vietnam. De este modo, llega al lugar un psiquiatra militar que los irá entrevistando para delimitar quién miente y quién no. También acabará cubriendo necesidades de los locos en torno a sus excentricidades. Al mismo tiempo, tendremos una violenta banda de moteros que la liarán parda, un impactante giro final y muchas, muchas, muchas conversaciones, eternas, sobre el bien y el mal o la existencia de dios y el diablo. Además de chistes de vodevil, violencia descarnada que no viene muy a cuento y hasta unas pequeñas dosis de surrealismo.
Viéndola, da la sensación de que Blatty, ante la imposibilidad de William Friedkin a realizar este guion, se tomó la dirección de su primera película con la finalidad de convertirse en una especie de nuevo Stanley Kubrick (toda esa secuencia del hombre en la luna ante la presencia de un cristo crucificado...), pero es obvio que el hombre no llega y, lejos de salirle una obra maestra, le sale esta patochada.
Ahora, como Blatty no quería trabajar con "Warner Brothers" porque le debían dinero, ofreció el proyecto de “La novena configuración” a "Universal" y "Columbia", que algo raro verían cuando ambas decidieron descartar la posibilidad y apostar sus dineros en otras producciones. Así que el futuro cineasta puso unos milloncejos de su bolsillo, además de convencer a "Pepsi" para añadir otro par, siempre y cuando, por motivos que tenían que ver con la burocracia y economía de la marca de refrescos, el film se rodase en Hungría.
Posteriormente, el karma castigó a Blatty, porque, para su estreno, cedió los derechos de distribución a "United Film Distribution" que, muy sabiamente, los vendió a "Warner Brothers" quienes la distribuyeron de aquella manera. Los resultados económicos fueron tan pobres durante la apertura que, finalmente, "Warner" le dijo a Blatty: “Toma chaval, aquí tienes tu película y haz con ella lo que quieras”. Así que cineasta / escritor, todavía con mucha fe, se tomó un tiempo para retocarla y pasó a formar parte del catálogo de la "New World" de Roger Corman, quien la relanzaría en 1985 con resultados similares.
El paso de los años, los distintos estrenos y ediciones videográficas, han convertido esta película en una de culto, máxime si tenemos en cuenta que, para cada movimiento de distribución hay una versión distinta. Es por eso que, a lo largo y ancho del globo, existen una ensalada de cortes de “La novena configuración” (o “Tinkle, Twinkle Killer Kane!”, lo que prefieran), por lo que es muy difícil saber a ciencia cierta cual es la que dio por buena el director —aunque probablemente ni él mismo lo supiera—. Una de ellas con un póster bastante llamativo, porque sin ningún tipo de coherencia utiliza a uno de los moteros que aparecen en una de las escenas para efectuar una especie de plagio del póster de “La naranja mecánica”, motivo este que me deja aún más claro que Blatty pretendía ser una suerte de Kubrick.
Como fuere, se trata de una de las películas más chapuceras y demenciales que he tenido la suerte de ver, además, también, una de las más aburridas, y solo por eso yo creo que ya es digna de consideración. Pero, madre de dios, que dos horas más infernales…
En el reparto tenemos auténticos pepinos completamente desatados y mal dirigidos: Stacy Keach, Robert Loggia, Jason Miller, Tom Atkins, Joe Spinell, Richard Lynch…
William Peter Blatty, que toda su vida a defendido la calidad de su película y su puesto como auténtica secuela de “El Exorcista”, diez años después aprendería a dirigir y lo pondría en práctica con “El Exorcista III” que, paradójicamente y visto lo visto, está muy bien.
miércoles, 23 de febrero de 2011
DE ESPALDAS A LA JUSTICIA
Estamos ante uno de mis descubrimientos más sonados de cuando me dio la deria por los justicieros, hace ya dos décadas atrás (junto a "Brigada de la noche"). Con ese título (y el original tampoco es mucho peor, "One Man Jury". De hecho, hasta el título provisional molaba, "El policía que jugaba a ser Dios"), esa caratula tremenda, ese actor, esa banda sonora y ese año de producción (1978), "De espaldas a la justicia" tenía -a priori- todos los ingredientes para ponerme palote y hacerme flipar.
No se a quién se le ocurrió que Jack Palance podría ser un buen "Harry el sucio", pero desde luego deberían darle un Oscar a ese perla. Con el careto y la planta que gasta, resulta ideal para encarnar semejante rol. Otra cosa es que el director de esto, Charles Martin (un mega-veterano de los años 40 que firmaba aquí su último trabajo), sepa sacarle provecho. Que no. De hecho, "De espaldas a la justicia" representa uno de los grandes momentos desaprovechados de la historia del cine, podría haber sido una peli fabulosa. ¡Joder, si hasta Joe "Maniac" Spinell hace de malo! (y un actor tan trash como Chris Mitchum de ayudante de Palance!!!). Pero nada, ni por esas. "One Man Jury" se queda a medio camino de todo.
Hay un asesino en la ciudad, le llaman "Navajero" ("Slasher" en inglés!) y al golfo le encanta matar a mujeres para follárselas luego. Palance interpreta al rudo policía que quiere pararle los pies, pero no hace más que encontrarse con trabas por parte de los que, se supone, están de su lado. Así pues, decide "negociar" con gente del hampa en busca de pistas y ayuda. Finalmente logrará dar con el asesino al que ejecutará a su puto rollo. Claro que, ya satisfecho, no cumplirá su parte del trato con la mafia, algo que le dará problemas extras.
Pues sí, evidente es la influencia de "Harry el sucio" en este casi-telefilm (y probablemente, algo de "Death Wish" también). Comparten un policía ambiguo capaz de pasarse al lado del mal con tal de pararle los pies a un psicópata, aunque el caso de Palance sea algo más extremo que el de Eastwood. Vamos, que Clint no hubiera cedido ante algunos de los personajillos que pululan por esta peli. El principal problema de Jack Palance es que, a pesar de su aspecto, interpreta a un poli que incluso llega a ser agradable y demuestra varias flaquezas. Además, sale con una tia que está muy rica, y eso atonta a cualquiera (eso si, en un toque muy Bronson, la moza tiene una opinión liberal y opuesta a la de su parteniere respecto a las leyes y los delincuentes). Por otro lado, tenemos la ausencia de violencia y sexo crudos. Tiros y puñetazos hay, pero no están a la altura de lo que uno podía encontrar en un thriller durante los años 70 -casi 80-.
Sin embargo, hay una secuencia que salva totalmente de la quema a esta cosica modesta, y es aquella en la que Jack Palance decide juzgar y ejecutar el solo al asesino, al que mata a sangre fría. Se pone unos guantes para no dejar pistas (cual matón) y ¡bang!. Una vez hecho, y siguiendo la estela del "Paul Kersey" virgen, el poli se queda bastante afectado, acosado por dudas morales y algo de remordimientos. Semejante acto supera en mala hostia incluso a la maravillosa secuencia de "Harry el sucio" en la que "Callahan" tortura al psicópata "Scorpio" en medio de un estadio de fútbol. No en calidad técnica ni actoril, tampoco en intensidad, sino más bien en significado amoral. Por eso a "De espaldas a la justicia" le doy un cinco pelado, y no un suspenso. AH! y por la música, que a mi me gusta mucho, sobre todo el tema inicial.
Y como colofón, una curiosidad. Según he leído por internet, en blogs y webs americanas, la versión que rula por ahí termina distinta a la que tenemos en España. Se suponía que, tras acabar con los malos, Palance iba a ser detenido por su compañero, pero al actor no le molaba nada la idea, así que -dicen- justo antes de rodar aquello, tiró su corbata al mar (ya que la acción se desarrolla en un yate) y se quedaron con las ganas. Pero, en la versión que yo tengo, después de esa escena sigue otra que no desvelaré, pero presupongo que aún le gustaría menos a Palance... y a mi. En su momento, cuando la vi por primera vez, no me moló nada y me dejó algo deprimido. Vista hoy, sigue siendo un "momento puta", solo que ahora le encuentro hasta su encanto. Para saber de que hablo, deberán agenciarse una copia del film... ¡si lo encuentran!.
Lo dicho, menos de lo que podría haber sido, pero entrañable a su manera.
No se a quién se le ocurrió que Jack Palance podría ser un buen "Harry el sucio", pero desde luego deberían darle un Oscar a ese perla. Con el careto y la planta que gasta, resulta ideal para encarnar semejante rol. Otra cosa es que el director de esto, Charles Martin (un mega-veterano de los años 40 que firmaba aquí su último trabajo), sepa sacarle provecho. Que no. De hecho, "De espaldas a la justicia" representa uno de los grandes momentos desaprovechados de la historia del cine, podría haber sido una peli fabulosa. ¡Joder, si hasta Joe "Maniac" Spinell hace de malo! (y un actor tan trash como Chris Mitchum de ayudante de Palance!!!). Pero nada, ni por esas. "One Man Jury" se queda a medio camino de todo.
Hay un asesino en la ciudad, le llaman "Navajero" ("Slasher" en inglés!) y al golfo le encanta matar a mujeres para follárselas luego. Palance interpreta al rudo policía que quiere pararle los pies, pero no hace más que encontrarse con trabas por parte de los que, se supone, están de su lado. Así pues, decide "negociar" con gente del hampa en busca de pistas y ayuda. Finalmente logrará dar con el asesino al que ejecutará a su puto rollo. Claro que, ya satisfecho, no cumplirá su parte del trato con la mafia, algo que le dará problemas extras.
Pues sí, evidente es la influencia de "Harry el sucio" en este casi-telefilm (y probablemente, algo de "Death Wish" también). Comparten un policía ambiguo capaz de pasarse al lado del mal con tal de pararle los pies a un psicópata, aunque el caso de Palance sea algo más extremo que el de Eastwood. Vamos, que Clint no hubiera cedido ante algunos de los personajillos que pululan por esta peli. El principal problema de Jack Palance es que, a pesar de su aspecto, interpreta a un poli que incluso llega a ser agradable y demuestra varias flaquezas. Además, sale con una tia que está muy rica, y eso atonta a cualquiera (eso si, en un toque muy Bronson, la moza tiene una opinión liberal y opuesta a la de su parteniere respecto a las leyes y los delincuentes). Por otro lado, tenemos la ausencia de violencia y sexo crudos. Tiros y puñetazos hay, pero no están a la altura de lo que uno podía encontrar en un thriller durante los años 70 -casi 80-.
Sin embargo, hay una secuencia que salva totalmente de la quema a esta cosica modesta, y es aquella en la que Jack Palance decide juzgar y ejecutar el solo al asesino, al que mata a sangre fría. Se pone unos guantes para no dejar pistas (cual matón) y ¡bang!. Una vez hecho, y siguiendo la estela del "Paul Kersey" virgen, el poli se queda bastante afectado, acosado por dudas morales y algo de remordimientos. Semejante acto supera en mala hostia incluso a la maravillosa secuencia de "Harry el sucio" en la que "Callahan" tortura al psicópata "Scorpio" en medio de un estadio de fútbol. No en calidad técnica ni actoril, tampoco en intensidad, sino más bien en significado amoral. Por eso a "De espaldas a la justicia" le doy un cinco pelado, y no un suspenso. AH! y por la música, que a mi me gusta mucho, sobre todo el tema inicial.
Y como colofón, una curiosidad. Según he leído por internet, en blogs y webs americanas, la versión que rula por ahí termina distinta a la que tenemos en España. Se suponía que, tras acabar con los malos, Palance iba a ser detenido por su compañero, pero al actor no le molaba nada la idea, así que -dicen- justo antes de rodar aquello, tiró su corbata al mar (ya que la acción se desarrolla en un yate) y se quedaron con las ganas. Pero, en la versión que yo tengo, después de esa escena sigue otra que no desvelaré, pero presupongo que aún le gustaría menos a Palance... y a mi. En su momento, cuando la vi por primera vez, no me moló nada y me dejó algo deprimido. Vista hoy, sigue siendo un "momento puta", solo que ahora le encuentro hasta su encanto. Para saber de que hablo, deberán agenciarse una copia del film... ¡si lo encuentran!.
Lo dicho, menos de lo que podría haber sido, pero entrañable a su manera.
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