Es de suponer que los expertos de rigor considerarán "Memorias de un hombre invisible" como una de las películas menores de su apreciado director, John Carpenter. Desde luego no se encuentra entre las más socorridas cuando toca hablar de su filmografía. Estamos en 1992 y marcaba su regreso al terreno de las grandes producciones apadrinadas por compañías tan poderosas como "Warner Brothers", tras el paseo por pastos más humildes que supusieron "El príncipe de las tinieblas" y "Están Vivos" (consecuencias ambas del hostión de "Golpe en la pequeña China"). Digamos que, para entonces, la estrella del papá de "La noche de Halloween" ya no brillaba tanto. Como tampoco lo hacían las de los dos protagonistas elegidos, Chevy Chase y Daryl Hannah. Con ese plantel, no acabo de entender como alguien se atrevió a invertir nada menos que 40 millones de dólares en la juerga... pero, en fin, así son las cosas de Hollywood. Aunque lo que menos me cabe en la cabeza es por qué le dieron el rol principal al actor y comediante de la "Chiflada familia americana". No es que lo haga mal, ni mucho menos, pero algo falla con él. Creo que la cosa podría haber funcionado un poco mejor con otro protagonista. Cuando la prensa, algo asombrada, le preguntaba al respecto a Carpenter, él afirmaba que consideraba a Chevy Chase su actor favorito. ¿Verdad o mero trámite?. Con los años, el cineasta ha reconocido que currar con el actor fue una experiencia horrible, una que casi le hace abandonar la profesión. Cuestión aclarada, pues. En cualquier caso, y en lo interpretativo, sin duda es Sam Neill, dando vida a un carismático villano, el que se lleva el gato al agua.
Chase interpreta a un yuppie que, a causa de un accidente, termina convertido en invisible. Un pérfido agente de la CIA quiere hacer de él el espía perfecto, por la fuerza si es necesario. El desesperado yuppie dedicará los días siguientes a escapar de sus perseguidores hasta que decide plantarse y sacar partido de su condición -con ayuda de la mujer que le enamoró justo antes de todo el cristo- para dar la vuelta a la tortilla.
Basada en una novela, y con el prestigioso William Goldman entre los guionistas, "Memorias de un hombre invisible" se erige como un simpático thriller fantástico de aventuras, con gotas de humor -aportadas, inevitablemente, por su prota- y algo de romanticismo, así como un notable despliegue de efectos especiales -aunque tampoco se abuse de ellos-, destacando a gusto personal el edificio lleno de agujeros. Con todo, mi parte favorita es aquella que se desarrolla en la casa junto a la playa, mucho más tranquila, en la que Chase asiste sorprendido a una charla donde sus amigos le ponen verde.
En el lado de las curiosidades y apreciaciones puñeteras, cabe señalar la breve mención que se hace a Bodega Bay, lugar real que ha servido de escenario para clásicos como "Los Pájaros" o la misma "La niebla" de Carpenter o que, a pesar de la fama de subversivo del cineasta, "Memorias de un hombre invisible" no puede evitar cierto moralismo hollywoodiense. Tal vez deberíamos culpar de ello al material de origen. O a los magnates de "Warner" y sus imposiciones (que fueron muchas). Pero el caso es que se presenta a Chevy Chase como alguien despreciable porque es egoísta, no le gusta currar, tampoco tiene pareja estable ni mucho menos familia. Al final encuentra el amor y deja preñada a su santa esposa, por supuesto. En fin...
Junto al comediante, la Hannah y el Neill, localizamos sendos rostros familiares en el reparto, como los de Michael McKean dando vida a un eyaculador precoz, Stephen Tobolowsky en plan agente de la CIA y Donald Li haciendo de taxista. Algunos le recordarán como parte del equipo de "Jack Burton" en su batalla contra "Lo Pan".
"Memorias de un hombre invisible" es un producto perfectamente consumible. Nada especial. Nada que recordar toda la vida, ni tan siquiera situar en un puesto de honor entre tus DVDs. Pero sí entretenimiento moderado para el fin de semana.
Por suerte o por desgracia, supuso otro fracaso en la carrera de Carpenter, y otra mancha más en su expediente de cara a las "majors", por lo que se vio obligado a regresar a cotas más modestas con la que sería una de sus últimas pelis de terror más o menos decentes, "En la boca del miedo" (protagonizada por Sam Neill, con quien suponemos haría buenas migas). Sin embargo, la carrera del magno cineasta ya nunca más se acabaría de recuperar del todo.