viernes, 31 de agosto de 2018

SUPER MADEROS 2

Regresan los autoproclamados Monty Phyton del cine indie americano con una secuela que llega ¡17 años después del estreno de su antecesora!
Tras ser despedidos como policías de tráfico, nuestros protagonistas son contratados de nuevo  para actuar en las carreteras de la frontera con Canadá, justo en el momento en el que se crea un conflicto entre los USA y Canadá. Sus torpezas y la guerra de gamberradas con la policía Canadiense, compondrán  el grueso de la película.
En 2001 llegó a nuestras pantallas, casi de manera anecdótica, una simpática película de extraña estructura, con unos actores muy raros e insulsos, pero que funcionaban muy bien juntos. Ellos eran los infames Broken Lizard y la película “Super maderos”, una película independiente y de bajo presupuesto que presentaba al grupo de cómicos estadounidenses. No era su primera película, pero funcionó muy bien. De hecho, incluso en nuestro páis se acercaron a verla a cines casi medio millón de espectadores, cifra esta que estaba muy bien para un film de estas características que muy bien podría no haberse estrenado. Y como funcionó bien, ellos siguieron haciendo películas, y por ende, estas siguieron estrenándose en nuestro país, ya sin la recepción de aquella primera porque si “Super maderos” funcionó, más que por el grupo perpretador de la cinta, lo hizo porque se trataba de una comedia alocada de policías. Con esto quiero decir que un grupo de cómicos tan poco carismático como son Broken Lizard, no calaron en el público español a pesar de la buena acogida de esta película. Por lo que las siguientes películas después de “Club Desmadre”, ya aparecieron directamente en video o permanecieron inéditas. Y es que asimismo, Broken Lizard son un grupo para audiencias minoritarias allá en los USA.
Y como eran minoritarios y sus películas no reportaban dinero, se tiraron como 10 años sin levantar un proyecto Broken Lizard para la gran pantalla, motivo este por el que el John Cleese del grupo, Jay Chandrasekhar, organizó un crowdfunding para levantar el proyecto de “Super maderos 2” para el que necesitaba dos millones de dólares. Lo hizo a través de la plataforma Indiegogo, y a las 24 horas de anunciarlo, ya había conseguido su objetivo sin pestañear, por lo que se puso en marcha la producción. Además se convirtió inmediatamente en uno de los proyectos crowdfunding que más rápidamente cumple el objetivo en la plataforma indiegogo. Esto ocurre en 2015, pero la producción da comienzo tres años después, en 2018, pues siendo Chandrasekhr como es, un tipo obsesivo, como la historia comienza justo donde acaba la primera, una película de hacía 17 años, obligó al resto de los Lizard a que pesaran exactamente lo mismo que pesaban en la primera película, por lo que se sometieron todos a estrictas dietas hasta pesar lo que pesaban en 2001. El proceso costó tres años. Y el caso es que este método del peso fue una gran idea porque, pasados 20 años desde la primera película, lo cierto es que los cinco componentes del grupo lucen igual que entonces, pareciendo que no hubieran pasado los años por ellos.
Por fin se estrenó a nivel mundial el pasado mes de Mayo, y tan solo en el primer fin de semana de estreno la película logró recaudar 18 millones de dólares, que es la recaudación que obtuvo la primera parte durante toda su carrera comercial. Por lo que “Super maderos 2” se traduce como un éxito rotundo. Eso sí, durante su segunda semana en cartel, la recaudación se paró en seco y pronto fue retirada de la cartelera. Las críticas fueron feroces con la película y es que francamente, si la primera parte era una película atípica y llena de irreverencia e ingenio, esta segunda parte tiene un guion tan flojo y un humor tan poco efectivo que casi parece una broma. Y así lo declaró la prensa; los mismos críticos que ensalzaron “Super maderos”, se cebaban con “Super maderos 2”.
En nuestro país, como obviamente el relativo éxito fue más un cúmulo de circunstancias que de fanatismo por el grupo de cómicos, la película pasó por nuestras salas absolutamente inadvertida, y apenas fueron a verla 12.000 miserables espectadores. Lo cual me parece hasta mucho.
Y  en mi opinión, me parece mala a rabiar, aburrida y sin ningún punch. Y eso que Broken Lizard despiertan mucha curiosidad y simpatía en mí, y la he visto entregado a la causa.
Sin embargo a la vista está que Broken Lizard son un grupo cómico para minorías; nunca serán estrellas de Hollywood pero a la vista está que cuentan con un nutrido grupo de fans incondicionales que no tienen problema en convertirse en mecenas y productores de sus películas y luego verlas solamente ellos, con la gracia de que, encima, consiguen hacerlas rentables y que sus artífices acaben ganando dinero. Y este es un caso único en el mundo. O al menos, el único caso conocido. Motivo más que de sobra para (por mi parte) seguir de cerca los movimientos de Broken Lizard. De hecho, Jay Chandrasekhar, ya amenaza con una tercera parte de “Super maderos”. Visto lo visto… hasta que el publico se canse, faltaría más.
Al margen de que esto sea una puta mierda, a mí me hacen cierta gracia.

jueves, 30 de agosto de 2018

ALGUNOS FOTOCROMOS DE "MEGAFORCE"

Con "Megaforce" Raymond Chow, poderoso capitoste de "Golden Harvest", quiso introducirse en el mercado occidental produciendo una película-espectáculo en la línea Spielberg/Lucas remozado con el universo high-tech de James Bond. Se estrenó el verano de 1982 y se pegó semejante hostiazo (a todos los niveles) que las secuelas previstas no se llevaron acabo. Y Mattel, que diseñó el vestuario y creó una serie de vehículos como los de la peli para ser consumidos por la chavalada, se comió un colín.
Y es que sí, aunque hoy "Megaforce" arrastra un notable culto (de hecho, los padres de "South Park" son fans y le dedicaron no pocos guiños en su película "Team America"), en realidad se trata de un producto bastante malo, rancio, que tendría un pase como "mala pero divertida", porque hay momentos que roza el ridículo hasta extremos preocupantes. Pura vergüenza ajena. Por lo visto en principio se trataba de un proyecto mucho más serio, pero uno de sus productores quiso decantarse por una línea "camp" y fichó al actor Barry Bostwick para ejercer de prota. No fue una buena idea. Verlo lucir esas horribles mallas marca-paquete, así como su cinta en el pelo, la barba estilo "Big Jim" y los dientes blancos de "Profident" no es lo ideal para otorgar carisma a un action-hero. Bostwick venía de canturrear y bailar en "The Rocky Horror Picture Show" y, a pesar del leñazo, ha logrado ir tirando hasta hoy, sin parar de currar y convirtiéndose en el actor fetiche de don Jack Perez.
El director de "Megaforce" fue Hal Needham, antiguo stunt reconvertido que en su currículum luce películas tan curiosas como "Cactus Jack" y un porrón de vehículos para su amigo Burt Reynolds.
En cuanto a "Megaforce", pues supongo que
tiene un pase si buscas sobrevivir a una tarde de Domingo . Va cargada de explosiones, ideas delirantes (atención a la moto voladora y su temible croma) y, como decía antes, muchas risas involuntarias.
Les dejo los cuatro únicos fotocromos de los que disponemos, que creo ilustran bastante bien el tono y espítitu de la propuesta.






lunes, 27 de agosto de 2018

DON'T SPEAK / NO HABLES

Una película que se pretende de terror e intenta  adaptarse lo máximo posible a su reducido presupuesto. La pregunta que yo me hago es ¿Cómo han tenido la torpeza de rodarla en un ambiente diurno? Porque aunque los efectos de maquillaje son más que resultones, estos, debido a tantísima luz, acaban  por destacar más de la cuenta. Ergo, se asesina la posible atmósfera. A parte, creo que hay que ser un completo genio para poder transmitir horror a la luz del día y el director de esta película, Amadeu Artasona, está muy, muy lejos de serlo. Como mucho, un cineasta apañadito que igual en un futuro consigue hacer algo potable. Por lo pronto “Don’t Speak”, no llega a serlo.
Unos jovencitos están pasándoselo pipa en un yate, cuando uno se hace daño en un pie y se ven obligados a desembarcar en el pueblo pesquero  que tienen al lado. Cuando llegan, se encuentran con una serie de individuos de aspecto fantasmal que, al separarse estos, se las harán pasar putas por el puerto. Unas niñas con la boca cosida y una historia en torno a lo acontecido en el lugar años atrás, componen el resto.
Al margen de esto que digo de la luz del día, por lo demás “Don’t Speak” no es mejor ni peor que otras muestras patrias del género. Se impone el aburrimiento y la sinrazón así como el festival de clichés que hacen recordar que, en todos los sentidos, en el cine de terror cualquier tiempo pasado fue peor.
Por otro lado, resaltar también el otro gran problema de la cinta, siendo una producción que está tan solo un peldaño por encima de lo amateur, es que quiere afrontar su material como si de una película de gran presupuesto se tratara. El típico “Quiero y no puedo” del cine de género español de bajo presupuesto. Nada nuevo en el horizonte. Por lo demás, ese doblaje desacompasado, no sabemos si por no rodar con sonido directo o por estar los diálogos en inglés. Tampoco me chirría demasiado en comparación al resto de elementos dentro del encuadre que no funcionan en absoluto. Y, eso sí, malos actores a tutti plenni.
Carne de “Brigadoon” en el festival de Sitges, Amadeu Artasona cuenta en su haber con otro largo previo, “En la carretera” que no parece haber visto vida pública.
Como esta película rula libremente por la red de redes, se ve que al público latinoamericano sí que le ha funcionado. Menos es nada.
Si logra solventar sus carencias, o adaptarse a lo que quiere sin intentar darle apariencia de lo que no es, diré a favor de Amadeu Artasona que tiene madera, y no encuadra mal del todo. Veremos.

viernes, 24 de agosto de 2018

PUPPET MASTER: THE LITTLEST REICH

“Puppet Master: The Littlest Reich” la decimotercera entrega de la saga iniciada por David  Schmoeller para la Full Moon de Charles Band en 1989, a rasgos generales una gamberrada. Una travesura perpetrada por un grupo de talentosos amigos que con la excusa de otorgarle cierto prestigio a una saga de películas cuyo mayor handicap es que son muy malas, se lo pasan estupendamente haciéndole una limpieza de cara, donde lo que predomina es el exceso por el exceso, el grand guiñol en la más amplia acepción del término. Porque entre otras muchas cosas “Puppet Master: he Littlest Reich” es la película más sangrienta y salvaje que he visto en mucho tiempo.
Hay que tener en cuenta que son pequeñas marionetas las que perpetran estos crímenes, por lo que, aún sangrientos, no hay que tomarse estos muy en serio; El film pretende ser una suerte de “Braindead, tu madre se ha comido a mi perro”, para que me entiendan, una astracanada gore. Sin embargo, todo lo grotesco, excesivo y humorístico solo hace acto de presencia en el film con la presencia de los muñecajos, porque el resto de la película, las tramas y los personajes, desprenden seriedad de película adulta. Y esa combinación de seriedad casi austera —y hasta me atrevería a decir que contemplativa— con el desfase de sangre y vísceras que suponen las intervenciones de los muñecos, me parece de una originalidad  envidiable.
Ahora; hace unos días que se ha estrenado y el fandom, tan caprichoso como dañino, no parece haberse tomado estos cambios muy bien, y es que yo creo que esa panda de pazguatos querían más de lo mismo, es decir, otra entrega con los muñecos siendo los buenos de la función, en la segunda guerra mundial, resolviendo conflictos; otra más de la “Trilogía Axis”, o lo que es lo mismo, otro puto coñazo.
Y es que en resumidas cuentas lo que trae “Puppet Master: The Littlest Reich” es una nueva entrega un tanto más sofisticada, con algo más de presupuesto y con rostros populares, pero al fin de al cabo no deja de ser una serie B en toda regla. ¿Acaso se esperaban una producción de alto copete? No, no lo es. Y los artífices saben en el terreno que juegan.
Así que, por lo que a mí respecta, “Puppet Master: The Littlest Reich” supone lo mejor que le podía pasar a una franquicia que después de mogollón de entregas y miles de muñequitos vendidos por el mundo sobrevivía a base de simpatía. Todavía recuerdo el primer intento de lavado de cara de la misma con “Puppet Master: Axis of Evil” que consistía en haber sido rodada en 35 mm. en tiempos en los que Full Moon ya grababa sus productos únicamente en vídeo, y en consecuencia, abarataba costes por todos lados repercutiendo en el gore, que ya no había, y convirtiendo la franquicia en una cosa para toda la familia. Aquello si fue lamentable. Pero esta nueva entrega es genial.
La causa de que los fans hayan sacado el cuchillo, es que quizás no entiendan el ritmo con el que esta está rodada, la cadencia que imprime el guion, o la gran broma que en el fondo es la película; querer darle dignidad a una saga cuyo mayor valor es que no la tiene es estúpido, así que los directores Tommy Wiklund y Sonny Laguna, responsables de esa película tan deudora de “Posesión Infernal” y que aquí se tituló, valga la redundancia, “Wither (Posesión Infernal)” se dejan querer por el guion de uno de los grandes genios del cine de género independiente de este siglo, el gran S. Craig Zahler director de las magistrales “Bone Tomahawk” y “Brawll in cell block 99” y tomándose un poco a cachondeo el material cuando toca, incluso intentan imitar el estilo del guionista cuando dirige, pausado, envolvente y luego se desmelenan cuando salen los dichosos muñecos, igual que Vince Vaughn lo hacía machacando cabezas en “Brawll in cell block 99”. ¿Qué es lo que me gusta? Que noto la mano de sus autores durante toda la película. Y se trata de una buena peliculita. ¿El fan medio de la serie? Bueno, probablemente sea demasiado inepto para comprender lo necesario del cambio y la excelencia, y la manera de hacer las cosas de los nuevos responsables de la franquicia —que ya han anunciado que continuarán con la saga—. Pero Laguna, Wiklund y Zahler, se pueden acostar tranquilos.
La cosa nos sitúa exactamente 30 años después de una matanza (o sea, que los acontecimientos de la primera película puede que sí los tengan presentes en este reinicio) que tenía que ver con el titiritero André Toulon y sus siniestras marionetas. Con motivo del aniversario de estos asesinatos se celebra en un pueblo americano una convención en la que los asistentes subastarán muñecos originales pertenecientes a Toulon, por lo que se reunirán en un hotel. Y por fuerzas místicas de la naturaleza, las marionetas a subastar cobraran vida, cobrándose vidas. Y comienza el festival de sangre y vísceras
Estupenda.
Tenemos en la película a todas las marionetas clásicas, Blade, Tunneler, Pinhead o Torch, a las que les han variado un poco el aspecto —sobre todo a Blade— con el fin de modernizarlas, y además se incluye una colección de nuevos muñequitos que incluyen a un sapito sonriente, unos robots que vuelan con una hélice, y la estrella de la película, Junior Führer, un bebé gateador con cara de Hitler, cuya presentación en la película es medio de una escena dinámica es motivo suficiente para detener la acción, hacer un primer plano del muñeco y que uno de los protagonistas diga “Es Junior Führer” subrayando así la posible importancia que pueda tener el nuevo muñecajo en posteriores minutos y/o películas.
Por otro lado, se le da especial importancia en la película al mundo del cómic, hasta tal punto que el protagonista es un dependiente de una tienda de cómics y que además los dibuja, así como las ilustraciones de los títulos de crédito están realizadas por Benjamín Marra, un autor de cómic underground con cierto culto en todo el mundo.
En el reparto tenemos al soso de Thoman Lennon, la maravillosa Jenny Pellicer, una rubinchi con raíces noruegas y mexicanas que además de ser una buena actriz, está como para enamorarse de ella mil millones de veces (de hecho, ya lo estoy!!). Por supuesto, el plato fuerte lo ponen las presencia secundarias de actores muy queridos y caracteristicos del cine fantástico, por lo que tenemos a Udo Kier haciendo de André Toulon, Barbara Crampton (¿Cómo es posible estar tan bien con 60 años?) como la guia policial del tour al que asisten los protagonistas o  Michael Paré, como el detective que flipará ante los acontecimientos de esa convención.
Como ya he dicho, esupenda.

jueves, 23 de agosto de 2018

PROGRAMA CINE "LORETO", MAYO DE 1982

El "Loreto" era un cine situado en la Ciudad Condal que comenzó como sala de reestrenos hasta que en 1981 se decantó por películas más de "autor", de "calidad", contando con la colaboración de afamados críticos para que se curraran las programaciones. Sin embargo, con el auge del vídeo-club se vió obligado a chapar sus puertas en 1984 y mutó en garaje.
Gracias al gran Vicente Ochoa, asiduo cliente del lugar en su momento, hemos podido recuperar este simpático programa de dos años antes del cierre.
Para ver detalles pueden descargarse la imagen y abrirla en sus ordenadores.





martes, 21 de agosto de 2018

POPSTAR

Aunque se haya hecho un nombre en la televisión yanqui merced a su prolongado vínculo con el mítico "Saturday Night Live", así como por protagonizar la excelente sitcom policíaca "Brooklyn Nine-Nine", el cómico Andy Samberg no acaba de cuajar en el medio cinematográfico, y eso a pesar de haber contado con tres padrinos de excepción como son Judd Apatow, Adam Sandler y Lorne Michaels. Ya en 2006 Samberg tuvo la oportunidad de estelarizar su propia peli tomando precisamente como modelo a ese Adam Sandler junto al que, unos años más tarde, coprotagonizaría "Desmadre de padre". Así, en "Flipado sobre ruedas", comedia gamberro-idiótica en la línea de otras producciones de Michaels como "Superstar" o "Tommy Boy", Samberg interpretaba a un personaje típica e inequívocamente sandleriano: esto es, al eterno adolescente pusilánime que, bordeando siempre el retraso mental, se caracteriza por su nula capacidad a la hora de interactuar socialmente y que trata de compensar a base de entusiasmo su evidente falta de inteligencia y talento.
A pesar de seguir escrupulosamente un modelo que ya se había demostrado exitoso con anterioridad, y de contar además con el apoyo de cómicos de probada valía como pudieran ser Bill Hader o Danny McBride, el debut del californiano en el largometraje resulta ser un merecido fracaso, tanto a nivel crítico como de taquilla (en España en concreto tan sólo la vieron 297 espectadores), no quedando más opción para Samberg que refugiarse a partir de entonces en cometidos secundarios en comedietas indies, además de continuar con su participación semanal en el SNL. En el veterano programa sí que llegaría a hacerse popular durante la década siguiente junto a Jarma Taccone y Akiva Schaffer, con los que empezó en el mundo del show business formando el grupo cómico-musical "The Lonely Island", escribiendo sketches para el lucimiento de estrellas del calibre de Justin Bieber, Natalie Portman o Justin Timberlake, al tiempo que conseguían con su disco de Hip Hop "Incredibad" auparse a los primeros puestos en las listas de los más vendidos.
Casi una década después de "Flipado sobre ruedas" Samberg y compañía deciden volver a probar suerte en el cine y, lógicamente, optan por trasladar a la gran pantalla esa parodia musical en la que parecían haberse especializado y con la que habían cosechado tanto éxito. Así, y recurriendo al formato del falso documental, "Popstar" nos cuenta la historia de los Style Boyz, una boy band en continuo peligro de desintegración debido al ego de su cabeza visible, Conner4real, suerte de sosias de Justin Bieber interpretado por el propio Samberg. Bajo la producción de Judd Apatow, y cambiando esta vez a Adam Sandler por Will Ferrell como principal modelo en el que mirarse, "Popstar" recurre básicamente al mismo tipo de humor y a idéntica estructura narrativa de las magníficas "Semi-pro", "Patinazo a la gloria" o "Pasado de vueltas", protagonizadas todas ellas por personajes que, debido a su comportamiento egocéntricamente mongólico, son dejados de lado por sus compañeros para reconciliarse hacia el final de la trama siempre con el objetivo de intentar superar un reto en común, ya sea una competición de patinaje, un partido de baloncesto, una competición automovilística o, en el caso de "Popstar", una actuación musical en una importante gala de premios. Sin embargo, y en esta ocasión, ni la película, ni Samberg - ni mucho menos los sosainas de Schaffer y Taccone - están cerca de poder compararse con la genialidad desplegada por Ferrell en los títulos antes mencionados. Así las cosas, esta "Popstar" es igual de mala - o incluso peor - que "Flipado sobre ruedas", aunque se vea beneficiada con respecto a aquella gracias a la avalancha de cameos de celebrities (un recurso de lo más habitual en las producciones de la factoría Apatow, aunque en esta ocasión esté más justificado que en otras), así como por el ritmo que consigue imprimirle a la narración el encadenado de secuencias musicales, las cuales, por desgracia, jamás llegan a estar a la altura de la brillantez del trabajo en televisión del tercerto protagonista. 
Aparte de poco graciosa, "Popstar" tampoco es que sea demasiado original que digamos, ya que dentro de las propias producciones Apatow ya existía un precedente de parodia, "Dewey Cox: una vida larga y dura", enfocada más hacia el biopic musical pero con la que coincide en más de un aspecto; de hecho, tan deudora es la una de la otra que aquí también podemos encontrarnos con un gag bastante gráfico protagonizado por una polla - no tan ofensivo como el de "Carta blanca", pero casi - en el que terminará por ser uno de los momentos más inspirados del film, sino el único. De hecho "Popstar" es tan previsible que también tendremos que sufrir los consabidos chistes sobre marihuanos, las coñas metidas con calzador a costa del amiguete James Franco, así como el típico mensaje moralista y/o pro-familia inherente a toda película con el sello del sobrevaloradísimo Apatow. Al menos, y en contra de lo que suele ser habitual en las interminables producciones del autor de "Hazme reír", “Popstar” cuenta con la ventaja de no llegar a la hora y media.
Resumiendo, y aunque sea tan mala que no te ríes ni por casualidad, la peli de tan inofensiva e intrascendente está hasta entretenida: además, algunos de los cameos (de Mariah Carey a Martin Sheen, pasando por Michael Bolton o Snoop Dogg) resultan como mínimo sorprendentes. Eso sí, para ver y olvidar antes incluso de que se acaben los títulos de crédito. Y es que aunque este subgénero haya dado en el pasado ejemplos tan memorables como "This is Spinal Tap" o "Un poderoso viento", "Popstar" no se encontraría precisamente entre ellos. Muy flojita.

lunes, 20 de agosto de 2018

ASALTO Y VIOLACIÓN EN LA CALLE 69

Pablo Bellini, en los 80 dueño de un sello videográfico argentino llamado “Buena onda home vídeo”, aprovechó la coyuntura que le ofrecía su propia compañía para rodar una película que luego él mismo distribuiría a videoclubes de todo el país. Así, con cámaras de vídeo de primera generación y con películas de “Rape & Revenge” como referente y con las miras bien puestas en “Calles Salvajes” se rueda un porno soft de serie Z que con la tontería, y con el paso de los años, se convirtió en un título de culto del cine bizarro argentino y un claro exponente de lo que esta generación de cineastas de lo precario podía poner en circulación con muy poquito dinero. Se trata de “Asalto y violación en la calle 69”. Sus escenas de violación así como el final pasado de rosca del que hace alarde, le valieron en su momento, principios de los 90, una justa fama de película polémica.
La cosa es sencilla; Una distribuidora de vídeo (la misma que era propiedad de Bellini) es asaltada por un grupo de psicópatas. Uno de ellos, el más notorio, toma a los empleados como rehenes y los insta, a punta de pistola, a hacer el amor entre ellos. Algunos hasta acaban colaborando activamente en las violaciones. Incluso, a varias de las mujeres que pululan por allí, les da tiempo a montarse un numerito lésbico (y consentido) que acaba en lluvia dorada. La secretaria de la empresa, es la peor parada de todos, ya que va siendo violada repetidas veces de la forma más violenta.
Pasa el tiempo y, ya recuperada de su violación, la secretaria decide buscar a sus agresores con el fin de vengarse. El final, mejor será que lo vean (si es que se da el caso).
Obviamente, “Asalto y violación en la calle 69”, llena de fallos de raccord, saltos de eje y desencuadres, filmada en vídeo de la época, no tiene ningún valor cinematográfico. No es más que el testimonio de un aficionado al cine, tan aficionado, que se atrevió a rodar su propia película. Como dueño del sello videográfico que la distribuía, sabía bien lo que el público quería y no dudó en llenar la carátula de frases impactantes. Y la película ofrece lo que promete, sexo y violencia.
No exenta de curiosidad por el tipo de producto al que nos enfrentamos, sin embargo, la película es de una incompetencia tal que roza el absurdo, no solo por las exageradísimas interpretaciones —culpables de toda la comedia involuntaria de la que la cinta hace alarde— sino también por la mala dirección y nulas nociones técnicas de las que el director, Bellini, hace gala, que son las que verdaderamente justificarían el visionado de esta película. Por lo demás, nada de nada. Pero como cosa rara que existe, me alcanza.
Un ejemplo más de este tipo de cine semi-amateur y con cierto culto en su país de origen sería “Prisioneras del terror” de semejantes características que esta.
Para echarle un ojo y decir “¡Madre mía!”

lunes, 13 de agosto de 2018

CRIMEN IMPERFECTO

Salomón, ha heredado la empresa de detectives de su tío, y junto a su asalariado Torcuato, se dedican a lo que ellos llaman “prematrimoniales”, es decir, que investigan casos de adulterio o comportamientos inadecuados antes del matrimonio y cosas así. Un buen día, mientras le proyectan unas películas de prueba a uno de sus clientes, alguien lo asesina ante sus caras sin estos darse cuenta. Cuando llaman a la policía para alentarles del suceso, el cadáver de su cliente desaparece, por lo que decidirán investigar por su cuenta los sucesos acontecidos metiéndose en mil y un líos. La cosa se complica cuando descubren que su cliente en verdad está vivo.
Por norma general, Fernando Fernán Gómez, protagonista principal de esta “Crimen Imperfecto” y director de la misma —bajo un guion de Pedro Masó— siempre que se refería a sus películas de encargo de corte más popular y de entretenimiento, nunca lo hacía de manera positiva. Le pasaba por ejemplo con “Los Palomos” y le pasaba con esta, “Crimen imperfecto” a la que tachó de infantilada.
Y es que este film datado de 1970, puede que, como el título indica, sea algo imperfecto, peca de aburrido en algunos momentos y efectivamente es una astracanada sin mayor relevancia que no llega a entretener del todo. Sin embargo, también es un ejercicio visual de lo más encomiable, ya sea por la estupenda fotografía de Juan Mariné llena de colores de lo más vistosos, por esa estética Pop tan hija de su época, pero que por otro lado casa tan poco con los personajes protagonistas o por ese modernismo (hoy tan retro) que se gastan algunos de los lugares donde sucede la acción (una cafetería en plan futurista —muy de los 70— que parece sacada de una película de Kubrik). Incluso, Fernán Gómez, se acerca involuntariamente al estilo del mismísimo Valerio Lazarov en una escena en la que nuestros protagonistas se fuman un canuto accidentalmente y, en consecuencia, se abusa del uso de gran angular y  los zooms frenéticos para representar así el ciego que llevan. También, a nivel técnico, la agilidad con la que transcurren las escenas, le haría destacar a esta cinta por encima de algunas de sus coetáneas. Como fuere, son elementos que en su momento pasaron inadvertidos siendo reivindicados por algunos estudiosos, muy a posteriori.
Esta película, que en el momento de su estreno fue vista por unos 590.000 espectadores, no tuvo mayor repercusión más allá de eso. La crítica tampoco fue muy halagüeña y no tuvo mayor trascendencia. Así, el paso de los años la ha convertido en una pieza de culto para públicos minoritarios que han sabido ver las posibles virtudes de “Crimen Imperfecto”.
La gracia del asunto está en que muchos de quienes hoy reivindican la cinta, han creído ver una versión apócrifa de los personajes de Ibáñez, Mortadelo y Filemon. Yo no diría tanto, pero si que es posible que algo de inspiración haya habido a la hora de concebirla, y sí,  es cierto que ciertas similitudes con Mortadelo y Filemon tienen estos Torcuato y Salomón. Torcuato viste con un traje negro al más puro estilo Mortadelo mientras que Salomón, de vez en cuando, luce Pajarita. A todo eso hay que incluirle el hecho de que cada dos por tres se disfrazan de algo (los dos personajes, cosa que en el tebeo, el disfrazarse era exclusiva de Mortadelo) y el tono humorístico es el mismo. Amén de los villanos (hay uno que es ¡color verde!) más deudores de las viñetas que los propios protagonistas. Además, la intención de presentarnos un cómic, queda patente en los títulos de crédito que, como si de una declaración de intenciones se tratara, se nos muestran a base de viñetas y bocadillos, mientras suena el tema principal de la película de naturaleza netamente Yeyé.
Todo esto, como digo, acompañado del paso del tiempo le otorgan un interés  especial, así como el hecho de que se trate de una película no del todo popular, pero, sin tirar cohetes, que al final es todo una cuestión estética. Con todo, no deja de ser una película del montón. Pero un primer (y único) visionado, puede hacernos más bien que mal.

viernes, 10 de agosto de 2018

EL MICROCHIP ASESINO

“El microchip asesino” llegó a las estanterías de nuestros añorados establecimientos favoritos en la era dorada, sin dar síntomas de traer nada bueno; su rimbombante título sonaba ya a cachondeo. Pero de cachondeo, aunque se pretende, la película tiene poquito.
Y es que se trata de una comedia Alemana, que ya se sabe que el humor bábaro muchas veces radíca en que no tiene casi nada de humor. Pues en “El microchip asesino” pasa más  o menos lo mismo.
De título original “Peng! Du bist tot!” puede que el título con el que se estrenó esta película en nuestro país sea solo una mala traducción del Alemán que vendría a ser algo así como “¡Bang! ¡Estás muerto!”, porque ya me dirán dónde sino está metido el mentado microchip autónomo del título español.
La cosa va de una profesora de Inglés que se encuentra en un avión con un individuo narigudo que no para de hablar sobre unos medicamentos que necesita para el corazón, cuando sin darse cuenta se ve inmersa en  una trama de hackers informáticos y líos de espías con la KGB, mientras se combina todo esto con supuestas  situaciones cómicas.
Traducido: Una película con una tía buena y un Alemán corriendo durante una hora y media de un lado para otro y dónde, de vez en cuando, vemos a algún robotito gracioso que hace alguna monería. Por lo demás, este film es de un insulso que tira de espaldas.
Se trata de un película para el lucimiento de Ingolf Lück, una especie de Carlos Sobera Alemán que conducía un programa musical de éxito titulado “Formel Eins” con el que se quería explotar su vis cómica, sin embargo, no debió resultar muy rentable su presencia en la gran pantalla porque tras esta, no volvería a aparecer en más películas para cine, siendo la televisión, no obstante, un medio en el que se hizo muy popular y dónde se encontró a gusto hasta nuestros días.
En cuanto a “El microchip asesino” poco más que decir, tan solo que su visionado se antoja insufrible, aburrido y denso, pese a pasarse los protagonistas toda la peli corriendo, tener un ritmo endemoniado y no parar el encuadre de tener movimiento dentro de sí.
Destacar tan solo la presencia de la actriz Rebecca Pauly cuyo look de profesora estirada, con enormes gafas que poco a poco se va desmelenando y convirtiendo en una mujer sexy, es de lo más morboso.
Una vez satisfecha la curiosidad que provoca la mera existencia de la película, podemos desecharla y destruirla para siempre. Muy mala.

lunes, 6 de agosto de 2018

UN BIGOTE PARA DOS

Acercarse a estas alturas a la denominada “La otra generación del 27” es una labor que requiere paciencia. Y la requiere porque si en Tono, Poncela, Mihura, encontramos unos antecedentes históricos —y maestros— que preceden a todo el humor que se desarrolla en España posteriormente (España, gran tierra de humoristas, que algo bueno teníamos que tener) también es cierto que estamos hablando de un tipo de humor surrealista  fabricado por una generación que en pocos años va a cumplir 100.  ¿Qué quiero decir con esto? Pues que este humor que se debate entre el más puro cafrerío  y la intelectualidad más elevada, puede que se rija por unos códigos a veces difíciles de descifrar para un cuarentón como yo. No digamos para un Millenial, por avezado que sea. Vamos, que se hace durillo. Digamos que, en mi incursión —o intrusión— en el universo de los otros del 27, me encuentro con que, o no entiendo bien los gags, o no me hacen gracia, o no asimilo el ritmo de esas comedias, ya sea de forma escrita, ilustrada o filmada. Sin embargo, y es aquí es dónde radica la grandeza de estos autores, cuando el gag escrito en, pongamos, los años 30 perdura por la calidad del mismo y en pleno 2018 soltamos una carcajada, es cuando nos damos cuenta de que estamos ante algo muy especial y genuino. Una genialidad, no obstante, con el paso del tiempo como enemigo, pero que asimismo, y como pasa con Buster Keaton, Harold Lloyd o Chaplin en el cine mudo, llega a nuestros días con rompedora fiereza. Y eso hay que reconocerlo, o al menos, hacer un esfuerzo por intentar comprenderlo. Si lo conseguimos, merece la pena.
Entonces, las incursiones de esta gente en el cine no dejan de ser, también, pioneras y genuinas. Como la película que nos ocupa, idea loca y gamberra de Tono y Mihura que se inventaron —en realidad, se lo inventó Jardiel Poncela con “Celuloide rancio”,  ellos se lo robaron. Pero como eran todos colegas, no pasaba nada— el doblaje humorístico. Vamos, que lo de doblar otras películas en plan cachondeo, no es consecuencia de lo que hiciera en su día Woody Allen o aquellos franceses que también doblaron no se que pollada. Incluso, algún pedazo de subnormal descubre esto con "La hora chanante" y le saca parecidos con lo que nos ocupa... En los albores del sonoro, estos señores, entre libros, comedias y teatro, se les ocurrió doblar una película.
Así, como a principios de los años 30, con la llegada del sonoro se facturaron tropecientas películas cuyo único valor cinematográfico consistía en que sonaban, los otros del 27, compraron una película  del año 35 de procedencia austriaca, “Unsterbliche Melodien”, un soso biopic sobre el músico Johan Strauss, en el que el ritmo brilla por su ausencia y donde las canciones suenan estruendosamente, mientras que el guion resultaba de lo más insulso.
Tono y Mihura se cargaron toda la banda sonora de la misma, y sobre esas imágenes se escribieron desde cero un guion con diálogos aún más estúpidos que los originales. También, sustituyeron las toscas canciones austriacas por tonadillas y cuplés castizos y al gusto popular, convirtiendo aquél bodrio en una chorrada mayúscula, una película doblada de cachondeo que tuvieron a bien llamar “Un bigote para dos” y cuya trama gira en torno a un señorín que se siente atraído por una bella muchacha, a la que al mismo tiempo desprecia porque tiene voz de barítono. Las cosas se van enredando entre actuación  musical y actuación musical, al mismo tiempo que el bigote de uno de los protagonistas sirve de mofa constante.
La película, se estrenó con gran éxito en los años 40, pero antes de llegar a 1950, las copias existentes fueron destruidas, por lo que la obra de Tono y Mihura quedaba perdida.
Sin embargo, sesenta años después, gracias a Santiago Aguilar, uno de los miembros de “La Cuadrilla”, quienes dirigieron, por ejemplo, “Justino, un asesino de la tercera edad”, que resulta que es un apasionado de la comedia, un estudioso, y al escritor e historiador Felipe Cabrerizo, biógrafo de Tono y experto en “La otra generación del 27”, podemos disfrutar a día de hoy de algo bastante parecido a lo que debía ser aquella película.
Obviamente, no han encontrado una copia visible y para restaurar de “Un bigote para dos”, pero si que han encontrado el guion original de Tono y Mihura así como han localizado  una copia de la versión original de la película Austriaca “Unsterbliche Melodien”.  Y sobre esa versión original los dos expertos han subtitulado el guion que concibieron Tono y Mihura, dando así a luz una versión apócrifa del “Un bigote para dos” original. Obviamente, pierde todo el sentido, pero no deja de tener gracia y sirve para hacernos una idea de lo que los otros de 27 hicieron. Aquí no hay doblaje, sino subtítulos, ni suenan las coplas y canciones a la española que utilizaron, sino los valses originales. Al margen de eso, es lo más parecido que podremos ver jamás, a lo que Mihura y Tono concibieron.
El resultado de esto es tosco y abigarrado, cuesta entrar de esta manera en la película, pero también es cierto que, como hombre de conceptos que soy, el de esta versión, y el de esta película en general, me resultan del todo fascinantes por mucho que me cueste entrar en el humor de la película, sin duda ya lejano a mi concepción de la comedia.
Los estudiosos del cine de humor no pueden dejar de verla, sin duda.
Por otro lado, me gustaría reseñar a modo de anécdota, las declaraciones de un cenutrio que se ha descargado la película por internet (la única forma de verla a día de hoy) y se lamentaba de que una película de su admirado Mihura, estuviera tan solo en Alemán y no en castellano, intuyendo de que se trataba de la única copia existente, pero ignorando lo que en realidad es la cinta. Mucho no lo admiraría cuando no sabía la coña de todo este asunto, ni le estaba juzgando con justicia, ya que si no sabemos que la película original es en realidad un doblaje humorístico, y esta, una aproximación al mismo realizada por dos expertos, la verdad es que esta versión a partir de la película Austriaca  de  Aguilar y Cabrerizo, es bastante, bastante ladrillo.
Como siempre digo; Internet da margaritas a los cerdos.
Acérquense a ella, merece la pena.

miércoles, 1 de agosto de 2018

EL BLU-RAY DE "POSESIÓN INFERNAL"

No estoy seguro de por qué no había comprado aún el Blu-Ray de "Posesión Infernal". Seguramente consideraba que ya la tenía en demasiadas versiones (DVD español, DVD inglés, DVD yanqui de super-lujo. VHS español. VHS ¿Holandés?. Grabada de la tele en castellano, catalán e incluso en versión censurada) y no hacía falta ninguna más. Y menos una que había sufrido retoques digitales hasta el extremo de borrar uno de los fallos más míticos de la película: Cuando al principio el coche cruza el puente y a la derecha de la pantalla vemos al productor Robert Tapert, ahí de pié mirando tan pancho. En cualquier caso me percaté de que lo que me faltaban eran versiones descargadas para poder meter en un pendrive y llevar a cualquier parte, así que busqué, di con un ripeo del blu-ray y lo bajé. Un día de muchos me senté a verlo y... ¡¡rediez!!, quedé completamente fascinado por la buena calidad que destilaba la imagen. No me entiendan mal, ¡me encanta mi ripeo del VHS original con sus rayotes y su grano! Pero coño, es que esta versión higienizada resultaba casi hipnótica en su claridad. Los 16mm cantaban más que nunca, los detalles, el color... todo era excepcional. Te hacía la experiencia más cercana, más espiritual. Así que comencé a plantearme muy en serio comprármela legalmente. Creo que fue editada justo cuando se estrenó el pasable pero intrascendente remake de Fede Álvarez, por aquello de aprovechar el tirón, así que indagué por ahí y el único sitio viable donde la localicé fue en la estupenda web de Amazon. A un precio razonable, 12 euros más gastos de envío. La pillé. Eso sí, dudando si obraba sabiamente o pecaba de papantas.
Nada más recibirlo, lo puse en mi reproductor y le di al "play". A diferencia del dvd de "Manga Films", la presente versión no cuenta con el doblaje antiguo. Y el nuevo es un mierdote. Pero bueno, a estas alturas me dio igual. Creo que la vi en v.o.s.e., entera, deliciosa como siempre. Tocaba darle caña a los extras, convencido como estaba de que solo habría lo mismo que había visto ya mil veces. ¡¡Qué iluso!!. El documental oficial que contiene, sobre la confección de la película, es increíble. Probablemente el mejor que me he zampado nunca. 
Curiosamente, aunque no cuenta con la presencia de Bruce Campbell -que se suele apuntar a un bombardeo en cuanto a "Evil Dead" se refiere-, ni la de Sam Raimi -este nunca se apunta a nada... o casi nada, como veremos después-, sí agradecemos la presencia de personal menos habitual, como el productor Robert Tapert, erigido en el rol de voz representativa -y que se enrolla muy generosamente-, el reparto femenino principal o el cineasta Josh Becker, que fue "chico para todo" durante el rodaje. Y luego encontramos algunos rostros conocidos de fans, destacando el de Eli Roth. Me identifiqué mogollón con sus anécdotas, sensaciones e impresiones. Y, en general, durante el visionado de todo el pitote sentí un subidón de adrenalina brutal. Un ataque de jovialidad descontrolada, de esos que casi te hacen saltar las lágrimas con todas aquellas historias, batallitas, anécdotas, movidas y demostraciones de amor hacia la mejor película de terror de todos los tiempos. Sí amigos, fui una persona extremadamente feliz. Y aún quedaban más extras por descubrir.
La otra joya de la corona ya la conocía, "The Evil Dead: Treasures from the cutting room floor", la cojonuda idea de coger todas las escenas descartadas, o tomas falsas no necesariamente graciosas, y montarlas siguiendo el orden narrativo de la película. El resultado, que se alarga una horita, es absolutamente gozoso y un "must" para cualquier fan del "Evil Dead" original. Te permite verla desde una óptica distinta, casi como si formaras parte de ella.
En el apartado de audiocomentarios nos encontramos con la gran sorpresa: Sam Raimi. Por fin el muchacho se digna a participar en algo con respecto a su película primigenia. Algo que no lo motiven los dineros, como sí ocurría con la serie televisiva, en la que comenzó a soltar pamplinas durante la promoción como si fuese la gran obra de su vida, cuando en más de una ocasión casi ha echado pestes de ella ("Me gustaría haber hecho 'Ciudadano Kane', pero hice 'Posesión Infernal'" dijo en una oportuna ocasión, justo durante su integración en el mainstream). Por un momento temí que sería igual de soso que el puto audiocomentario que hizo para la edición de "Anchor Bay"/"Manga Films". Sin embargo, y por fortuna, no es el caso. Aquí se suelta la lengua a gusto, acompañado por sus inseparables Tapert y Campbell. Más que comentar la película in situ, esta sirve de fondo para una charla en la que repasan su confección, especialmente en lo referente a la pre-producción o la posterior búsqueda de distribución. La verdad es que es genuinamente difrutable.
El otro audiocomentario es un rato original. Te pones la peli, tal cual, y mientras la vas viendo van apareciendo en un pequeño recuadro personalidades del horror que comentan cosas de una escena concreta o de la peli en general. Stuart Gordon, David Slade, Brian Yuzna o Alexandre Aja son los rostros más destacados. Les acompaña poniendo la gota personal Scott Spiegel, co-guionista de "Terroríficamente muertos", director de "Intruso en la noche" y miembro del clan superochero que formaba junto a Raimi, Campbell y cía.
Completan el catálogo de extras una curiosa y entrañable prueba de maquillaje rodada en súper 8, donde veremos la putrefacción de un rostro mediante plastilina y el efecto de la sangre chorreando por la pantalla. El pase de la película en un cine al aire libre, introducida por Bruce Campbell, Ted Raimi, Tom Sullivan, el menos habitual Richard de Manincor/Hal Delrich y el trío de chicas al completo. Sortean dvd´s e interactúan con el público liando uno de sus habituales espectáculos. Y, finalmente, el único extra reciclado de las ediciones de "Anchor Bay"/"Manga Films", la interesantísima historia de cómo los gerifaltes de "Palace Video" descubrieron el film, decidieron distribuirlo y los problemas que les ocasionó.
Ni falta hace decir que me siento mazo de contento de haber pillado el Blu-Ray de "Posesión Infernal". Fue todo un descubrimiento. No sean ilusos como yo y háganse con uno. Totalmente recomendable no solo para fans del universo "Evil Dead" o del terror en general, también para cualquier aficionado al séptimo arte con un mínimo de buen gusto.