El caso es que, también por motivos que no vienen al caso,
me pongo a ver por primera vez esta película, y ha resultado una experiencia,
cuando menos, extraña. Porque el ver por primera vez una película con unos
actores de los que he visto todo, un estilo de cine que me se de memoria y,
encima, un film perteneciente a una etapa donde no se encuentra lo mejor del
subgénero, ha sido como ver una película nueva de Ozores. Pero no lo era…
La gracia está en que siendo “Los Obsexos”, la cosa más
cutre, machista, zafia y chabacana que uno se puede echar a la cara —más
incluso que títulos de la época como por ejemplo “Veneno que tú me dieras”—, la
película funciona como un tiro. Al mismo tiempo que me deleitaba por la cutrez
que destilaba toda ella, me entretenía como con las mejores comedias y me maravillaba con los recursos propios del
cine casero con los que Mariano Ozores salvaba la papeleta en situaciones que
no había por donde agarrarlas. En “Los Obsexos”, Ozores convierte un secarral,
un pequeño montículo de campo en una playa nudista ¿Cómo? Con tan solo un
cartelón pintado a mano y clavado en un árbol en el que reza “Playa nudista”,
con una rotulación que en verdad parece perpretada por un retrasado mental.
Pero no me molesta; al contrario me encanta.
Asimismo, en esa misma playa nudista, cuando los
protagonistas, Juanito Navarro y Antonio Ozores, necesitan hacer una llamada
telefónica, ni cortos ni perezosos, y en un giro cómico deudor del spoof, Navarro afirma que estos
nudistas no se privan de nada y que había visto por ahí un teléfono, se gira, y
ahí hay, en unos arbustos, un teléfono de los de toda la vida que, operativo,
usará para hacer esa llamada telefónica y
seguir así con el devenir de los acontecimientos. Momentos estos, en lo
que ya no se toma en serio ni a sí mismo, en los que Ozores es un verdadero
maestro.
Más allá del disfrute que me ha proporcionado ver por
primera vez una película de Ozores que nunca había visto, y el buen uso de un
presupuesto bajísimo, diré que el guion es pobre y casi ininteligible, es
decir, tu ves a los actores haciendo una serie de cosas, pero en ningún momento
acabas de comprender muy bien la trama porque ni está lo suficientemente bien
elaborada, ni importa. Lo único que necesitamos es ver a Navarro y Ozores en
acción, soltando chascarrillos y corriendo detrás de las turistas.
Cuenta la historia de dos camareros de chiringuito que
anhelan dejar ese trabajo y trabajar en
algo que les permita estar todo el día rodeados de mujeres en pelotas.
Pronto un individuo les ofrece trabajo como guías turísticos y lo aceptarán.
Después les ofrecen el puesto de directivos de la empresa de guías, pero será
una encerrona por parte de los auténticos directivos que les quieren encalomar
unos desfalcos que han cometido ellos.
“Los obsexos” de aquella época del vídeo que también dio títulos
míticos, probablemente sea, y lo digo con conocimiento de causa, la peor
película de Mariano Ozores. Pero en este caso es un valor añadido y no deja de
ser un vehículo de lucimiento para Antonio Ozores, Juanito Navarro y un comedido
Arévalo que pese a las carencias y el guion malísimo de Enrique Bariego,
demuestran tener más oficio que nadie y, pese a las adversidades, logran
sacarle al espectador la carcajada. Porque incluso en esta mierda, ellos están
inmensos.
Me ha gustado mucho ver esta película por primera vez… ahora
sí, creo que no me falta ninguna.