lunes, 30 de diciembre de 2019

LOS OBSEXOS

Muchas veces achaco el gusto por un tipo de productos que ya huelen a rancio a la nostalgia, a redisfrutar de aquello que tanto me gustaba cuando era mozo. Pero va a ser que no, va a ser que es que traigo el gusto estropeado de serie. Y es que de la etapa de producciones destinadas al mercado del vídeo de mi admirado Mariano Ozores, yo creía ya haber visto todo, pero resulta que no, que esta “Los Obsexos”, por los motivos que fueran, no la había visto nunca. Y yo convencido de que sí…
El caso es que, también por motivos que no vienen al caso, me pongo a ver por primera vez esta película, y ha resultado una experiencia, cuando menos, extraña. Porque el ver por primera vez una película con unos actores de los que he visto todo, un estilo de cine que me se de memoria y, encima, un film perteneciente a una etapa donde no se encuentra lo mejor del subgénero, ha sido como ver una película nueva de Ozores. Pero no lo era…
La gracia está en que siendo “Los Obsexos”, la cosa más cutre, machista, zafia y chabacana que uno se puede echar a la cara —más incluso que títulos de la época como por ejemplo “Veneno que tú me dieras”—, la película funciona como un tiro. Al mismo tiempo que me deleitaba por la cutrez que destilaba toda ella, me entretenía como con las mejores comedias y  me maravillaba con los recursos propios del cine casero con los que Mariano Ozores salvaba la papeleta en situaciones que no había por donde agarrarlas. En “Los Obsexos”, Ozores convierte un secarral, un pequeño montículo de campo en una playa nudista ¿Cómo? Con tan solo un cartelón pintado a mano y clavado en un árbol en el que reza “Playa nudista”, con una rotulación que en verdad parece perpretada por un retrasado mental. Pero no me molesta; al contrario me encanta.
Asimismo, en esa misma playa nudista, cuando los protagonistas, Juanito Navarro y Antonio Ozores, necesitan hacer una llamada telefónica, ni cortos ni perezosos, y en un giro cómico  deudor del spoof, Navarro afirma que estos nudistas no se privan de nada y que había visto por ahí un teléfono, se gira, y ahí hay, en unos arbustos, un teléfono de los de toda la vida que, operativo, usará para hacer esa llamada telefónica y  seguir así con el devenir de los acontecimientos. Momentos estos, en lo que ya no se toma en serio ni a sí mismo, en los que Ozores es un verdadero maestro.
Más allá del disfrute que me ha proporcionado ver por primera vez una película de Ozores que nunca había visto, y el buen uso de un presupuesto bajísimo, diré que el guion es pobre y casi ininteligible, es decir, tu ves a los actores haciendo una serie de cosas, pero en ningún momento acabas de comprender muy bien la trama porque ni está lo suficientemente bien elaborada, ni importa. Lo único que necesitamos es ver a Navarro y Ozores en acción, soltando chascarrillos y corriendo detrás de las turistas.
Cuenta la historia de dos camareros de chiringuito que anhelan dejar ese trabajo y trabajar en  algo que les permita estar todo el día rodeados de mujeres en pelotas. Pronto un individuo les ofrece trabajo como guías turísticos y lo aceptarán. Después les ofrecen el puesto de directivos de la empresa de guías, pero será una encerrona por parte de los auténticos directivos que les quieren encalomar unos desfalcos que han cometido ellos.
“Los obsexos” de aquella época del vídeo que también dio títulos míticos, probablemente sea, y lo digo con conocimiento de causa, la peor película de Mariano Ozores. Pero en este caso es un valor añadido y no deja de ser un vehículo de lucimiento para Antonio Ozores, Juanito Navarro y un comedido Arévalo que pese a las carencias y el guion malísimo de Enrique Bariego, demuestran tener más oficio que nadie y, pese a las adversidades, logran sacarle al espectador la carcajada. Porque incluso en esta mierda, ellos están inmensos.
Me ha gustado mucho ver esta película por primera vez… ahora sí, creo que no me falta ninguna.

sábado, 28 de diciembre de 2019

DEAD END: ATAJO AL INFIERNO

Recuerdo perfectamente cuando "Dead End: Atajo al infierno" se estrenó en salas. Venía de su recorrido festivalero con un "hype" que la encumbraba como una película de terror original y creativa, la nueva esperanza del género. Ansioso pasé por el vídeo-club y la alquilé. La decepción fue máxima. Me pareció malísima. Y no entendí a qué venía tanto rollo. Hace unos días la recordé por algún motivo. Y tuve uno de esos arrebatos de "A lo mejor, si la veo ahora, libre de expectativas y prejuicios, la disfruto más". Así que la busqué, la bajé y consumí.
Una familia + el novio de la hija recorren la carretera en automóvil. Se dirigen a casa de la abuela para celebrar la noche buena. En eso que el padre se duerme y están apunto de matarse... pero se libran por los pelos. A partir de tan fatídico instante, comenzarán a pasar cosas muy raras, como la aparición de una mujer vestida de blanco acarreando un bebé muerto y un coche negro que se irá llevando uno por uno a los miembros del clan, cada vez más enloquecidos.
Reitero mis pensamientos originales, "Dead End" es bastante mala. Presupongo que como consumidores de cine de género, habrán pillado a la primera de qué va el percal. Pero por si acaso hay algún lento por ahí, no entraré en detalles. Simplemente diré que el humor es su punto más flojo. Absolutamente simplón y sin ingenio ni gracia algunos. Especialmente cuando es manejado por unos personajes irritantes e insufribles, siendo el hijo adolescente el peor de todos. De verdad, hacía años que no deseaba tanto ver muerto a alguien en una película.
A todo ello sumen un sentido del delirio totalmente tontaina, creado a base de vomitar las ideas más absurdas sobre el guion de forma incoherente esperando que confundan al espectador. Le dejen mal cuerpo. Y sí, lo consiguen, pero no del modo que creen sus artífices. Se trata, simplemente, de que el resultado final es agotador por malo. Aquellos responden a los nombres de Jean-Baptiste Andrea y Fabrice Canepa, franchutes de nacimiento que, básicamente, no han hecho nada más a lo largo de sus carreras. Cosa completamente comprensible dadas las circunstancias. Tuvieron su gran oportunidad de meter un pie en el mercado yanki y la cagaron en plan estratosférico. Especialmente cuando parece que quieran complacer a la audiencia de allí, americanizando la guasa y el sentido del delirio, simplificándolo, directo para lerdos.
En el reparto destacan el carismático Ray Wise y una insoportable y asesinable Lin Shaye.
Naturalmente, hoy día nadie se acuerda de "Dead End: Atajo al infierno". NADIE. La supuesta gran película que iba a cambiar el panorama del terror ha sido total y justificadamente olvidada. Y si me regodeo en ello es porque, sí, me recuerda a mucho de lo que hoy día pasa con una innumerable ristra de títulos (Ejemplos: "Babadook", "It Follows", "Hereditary", "Mandy", "Bliss", etc). Aficionados, festivales y medios de dudosa catadura, ansiosos por encontrar el nuevo clásico -y decir que ellos lo vieron primero-, se pasan el día esputando maravillas de cualquier cosa de género que se estrene, se flipan inventando palabrotas rimbombantes para decir lo cojonudas que son. Las tildan de obra maestra. Luego, pues pasa lo que pasa. Na de na. Parecen no entender que estas movidas no se dan de un día para otro. Es el tiempo el que dictamina si una película merece ser recordada como algo genuinamente innovador, fresco y estupendo.
En el caso de "Dead End" el dictamen está más que claro.

viernes, 27 de diciembre de 2019

UKAMAU Y KÉ

Una de las cosas que me resultan apasionantes del Hip-Hop es como esta cultura se mete en cualquier rincón del mundo, hasta en el más recóndito. Nadie sería capaz de pensar que pudieran existir raperos en la serranía de Sudamérica, en los Andes. También es fascinante como cada cual toma este movimiento como le viene en gana y acaba haciendo de él una cosa totalmente individualista que, en esencia, se aleja millones de kilómetros de la esencia original. Aunque en el fondo tiene la coherencia de que el rap es la música universal, en el sentido de que se hace música con lo que hay, y sin necesidad de ser músicos o tener nociones musicales.
Al margen, más fascinante resulta el hecho de que en estos lugares apartados del mundo se haga un cine subterráneo y emergente (mucho hemos hablado ya del cine regional peruano o de la comedia dominicana, en las antípodas una cinematografía de otra) y, más todavía, que el HD y el 4K llegue a esos parajes y se facturen películas —en este caso un documental— con acabados muy decentes.
Entonces, como resultado de todo esto aquí tenemos “Ukamau y ké”, documental dirigido por Andrés Ramirez, un rapero ecuatoriano que decidió contarnos la vida del boliviano, oriundo de la región de La Paz, Abrahám Bojórquez. Bojórquez es uno de los pioneros del rap andino y, probablemente, una de las pocas personas que se atrevió a rapear en dialecto aimara. Este rapero, cuyo grupo Ukamau y ké sirve para dar título al  documental del que ahora hablamos, con su rap arcaico y ejecutado torpemente (consecuencia más de la situación geográfica de su artífice que de la posible falta de talento ¿Cuáles serían las referencias de Bojórquez allá en la montaña? ¿Qué rap escuchaba?), innovó en Bolivia y en Ecuador gracias a un discurso consciente y politizado. Un activismo a través de la música que convirtió a este rapero en un gurú en su comarca.
Claro que, como toda leyenda del rap que se precie, Bojórquez fue asesinado en extrañas circunstancias, no se sabe si en consecuencia de su activismo o por un asalto de tantos que ocurren en aquellos parajes. Bien, pues el documental especula sobre este asesinato de manera somera, porque lo que de verdad intenta es mostrarnos la vida de un muchacho que cumplió su sueño (un sueño de tercera categoría ya que, como comprenderán, en los Andes bolivianos, no hay lugar para el dinero y los lujos). Las circunstancias en las que murió no están muy claras y tampoco parece que por aquella zona se le de mucha importancia a uno o dos asesinatos más al día.
Así, a base de entrevistas a personas cercanas al rapero, y material casero perteneciente al propio Ramírez, más lo que recopilase por el camino, se construye este curioso documental, fluido, interesante por exótico y hasta en algún momento emotivo que, como propuesta emergente, me parece de lo más refrescante en la medida que nos ofrece un mundo que es totalmente desconocido para el europeo medio como es el del  rap andino y el nivel de compromiso de esta gente con según que causas. Porque con “Ukamau y ké” aprendes y descubres, que no es poco, yo creo que merece la pena echar un vistazo al documental. También está entretenido y, vaya, que está curiosa la cosa.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

LOS FOTOCROMOS DE "LA VERDADERA HISTORIA DE BRUCE LEE"

“La verdadera historia de Bruce Lee”, protagonizada en realidad por Bruce Li, es uno de los títulos cumbre del brucexploitation y uno de los más populares en nuestro país, que llegó a aglutinar en salas nada menos que 576.000 espectadores, cantidad esta que teniendo en cuenta la naturaleza de la película está muy, pero que muy bien, en tanto que muchos films mainstream alcanzaban esas mismas cantidades de culos en butacas.
Claro que la sociedad de entonces era un poco más imbécil que la de ahora y habría que ver cuantos de esos espectadores fueron pensando que se trataba de una película del auténtico Bruce Lee. Lo cierto es que “La verdadera historia de Bruce Lee” se nos presenta como un biopic del artista marcial, aunque en realidad es una historia donde se han sacado acontecimientos de la manga, y donde vemos al bueno de Li aprendiendo un arte marcial  que no es el que dominaba.
Mala a rabiar, pero con el encanto de cualquier brucexploitation, aquí les dejamos los fotocromos que se exhibieron en las marquesinas de aquellos cines donde se estrenó.  Interesados en saber más sobre el fenómeno, que le echen un ojo a
este enlace.













lunes, 23 de diciembre de 2019

SIMÓN Y MATEO

“Simón y Mateo” es una de las películas más divertidas de Paul Smith y Michael Coby, ya saben, los clones de Bud Spencer y Terence Hill. Una chabacanería donde las máximas cotas de humor las ponen los chistes sobre cuernos —y cornudos, al más puro estilo garrulo italiano— y donde nuestros dos protagonistas tienen conversaciones absolutamente demenciales. Un guion que hace parecer a sus protagonistas poco menos que deficientes mentales. Así, se nos presenta a un par de ladrones de poca monta que deciden pasarse a echar un rato a la oficina de empleo (no tienen la más mínima intención de trabajar) y allí les ofrecen un trabajo que no podrán rechazar. Tienen que llevar un camión con una carga de sprays anti-mosquito hasta una dirección concreta en Marsella. Durante el periplo descubren que no es la oficina de empleo la que les ha enviado a hacer ese trabajo, ni que lo que transportan son sprays anti-mosquito y pronto se las tendran que ver con un clan mafioso que es el que los ha metido en semejante lío. Ante tal tesitura, y mientras se pelean entre ellos por chorradas, nuestros protagonistas resolverán sus diferencias con los mafiosos a mamporro limpio.
Ambientada en la actualidad del momento (los años 70) y consciente la producción de que lo que vende es una burda imitación de las películas de Bud Spencer y Terence Hill, nada como introducir elementos que la hagan parecerse a “Y si no… nos enfadamos” con unos toquecitos de “También los ángeles comen judías” y ya tenemos el producto servido. La cosa funcionó bien y, antes de que se fuera de madre, les dio tiempo a rodar una secuela para  después, por su propia naturaleza y,  para siempre, desaparecer lo que fue la pareja de clones más descarada de la historia del cine.
Eran tiempos de sesiones dobles, salas de barrio y Drive-in, por lo que la venta de las películas de serie B y Z europeas, estaba a la orden del día. Con esto quiero decir que si bien las películas de Bud Spencer y Terence Hill llegaban de alguna manera a los Estados Unidos, estas de los clones también lo harían. Y se desató la polémica el día que la Venture Films de Edward L. Montoro —que distribuyó en USA las películas de Juan Piquer Simón o el “Tiburón 3” de Castellari— adquirió  “Simón y Mateo” para su distribución en cines americanos. Algo de popularidad debían tener entonces las de Spencer/Hill, sobre todo, sus westerns, por lo que Montoro decidió hacer más notoria la condición de plagio de “Simón y Mateo” haciendo figurar en los créditos a Paul Smith y Michael Coby bajo los nombres de Bob Spencer y Terrence Hall en lo que se llamó en los USA “Convoy Buddies” (cuyo póster hemos elegido para ilustrar esta reseña), cosa esta que cabreó particularmente a Paul Smith quien había firmado un contrato en calidad de estrella principal. En la versión USA, no solo no aparece su nombre, sino que el pseudónimo que se le endosa aparece en segundo lugar después del de Terrence Hall, motivo por el cual Paul Smith denunció a Montoro en un juicio en el que no se sabe a favor de quién falló el jurado.
La película, una co-producción de Italia con España, cuenta con papeles secundarios para Eduardo Fajardo que interpreta al padrone del clan mafioso que hace la vida imposible con el camión a nuestros protagonistas, Francisco Merino o Fernando Bilbao, así como la dirección está a cargo de Giuliano Carnimeo, artesano y responsable de títulos tan populares como “Jaimito, médico del seguro”, “El hombre rata” o “Computrón 22”. Se dice que las películas de Smith y Coby no eran del todo horripilantes gracias al trabajo solvente de los artesanos que las dirigieron. Algo de razón hay en eso.
Como anécdota, decir que estas películas, igual que las de Spencer/Hill, se rodaban sin sonido directo, por lo que se doblaban dejando a Bud y Terence una pareja de dobladores fijos que, para acabar el chiste, también doblaron a Smith y Coby en sus películas. Y más marciano todavía, en España, doblaron a estos actores los mismos que doblaban a Bud Spencer y Terence Hill en sus películas… cosas de aquella época.
Por lo demás, “Simón y Mateo”, que en nuestro país llegó a reunir en salas a casi medio millón de espectadores, es una película agradable y, como ya he dicho en otras ocasiones, a la altura de las de la pareja original Spencer/Hill que tampoco es que estuvieran mucho más dotados para la actuación que Smith/Coby. Si acaso, las coreografías de pelea, si que eran mejores, que estas son una puta mierda.

sábado, 21 de diciembre de 2019

EN TIERRA PELIGROSA 2

"Fire Down Below" es el título original de esta película de Steven Seagal que a España llegó (creo que únicamente en vídeo, aunque no he podido corroborarlo) como "En tierra peligrosa 2". Es 1997 y ya no se estila eso de las secuelas falsas, por lo que la operación se antoja del todo incomprensible. Para la ocasión el de la coleta interpreta a un agente del medio ambiente llamado "Jack Taggert", mientras que "En tierra peligrosa 1" daba vida -es un decir- a "Forrest Taft". Que no, que no es el mismo. Pero esas son las ventajas de que Seagal haya interpretado igual a todos los personajes de sus películas, puedes poner que una es secuela de otra y da el pego. Recordemos que algo así ocurrió de manera legal únicamente una vez, con "Casey Rayback" y sus dos "Alerta Máxima" (claro que me limito a la época buena del actor, si nos referimos a la hornada de subproductos de los últimos años, no tengo ni idea). En cualquier caso, y aunque "Warner Brothers" accediera a poner los dineros de esta nueva aventura Seagaliana, una cosa iba a estar clara desde buen principio: Prohibido dejarle ocupar la silla del director. Para lo cual, ficharon al típico mindundi que venía de la tele y a ella volvería, Félix Enríquez Alcalá (responsable ese mismo 1997 del famoso piloto sobre la "Justice League of America", nunca emitido de modo oficial pero localizable mediante piratería), lo que hace suponer que, aunque Don Steven no firma la dirección, seguro que en el plató mandó cuanto quiso.
"Jack Taggert" se pira hasta los frondosos bosques de Kentucky porque un empresario malvado está llenando de temibles residuos tóxicos unas minas abandonadas y hay que pararle los pies. Intentará integrarse en lo más profundo de la américa profunda (incluso hace una coña/referencia muy oportuna a "Deliverance/Defensa") y será continuamente atosigado por los matones de rigor, comandados por el hijo del empresario. Se defenderá a hostia pura y superará todas las limitaciones propias de la ley para enchironar al malo.
"En tierra peligrosa 2" tiene un par de rasgos curiosos: Una banda sonora trufada de country y blues que llega a su cenit cuando Steven Seagal se presta a tocar la guitarra, su otra gran pasión (junto a la ingesta de donuts, ¡lo siento, tenía que hacer el chiste!). Y una violencia mucho menos contundente de lo habitual. Claro, ver al de la coleta soltando la chapa ecologista y humanitaria para, luego, reventar a los villanos de la manera que solía, era raro. Por eso en esta nueva aventura, aunque reparte mucha y dolorosa estopa, no mata a nadie. A nadie. Ni al más malvado, que graciosamente interpreta todo un icono hippie como es Kris Kristofferson. Del plantel restante destacan Marg Helgenberger, Stephen Lang, Harry Dean Stanton y Richard Masur.
Ciertamente, "En tierra peligrosa 2" no es la mejor peli de Seagal, pero tampoco la peor. Cumple con lo que uno busca en estos productos, pasar el ratico. Las escenas de acción están bien y el panfletismo es algo menos empalagoso, sobre todo porque aparcan totalmente el rollo místico que tanto jodía a la supuesta primera parte (risas).

viernes, 20 de diciembre de 2019

SEDUCCIÓN SANGRIENTA

“Home Video” mejicano del año 1992, rodado en vídeo de aquella época, que cuenta la historia de una tienda de antigüedades a la que llega una cajita de madera forrada en terciopelo que trasmite unas raras energías en quien la toca. Junto a ella, una nota que dice que solo ha de ser vendida a aquel que ande buscando algo muy especial. Precisamente, llega a la tienda un caballero que quiere algo muy especial para regalar a su esposa, así que el anticuario le vende la caja. Al recibirla la mujer, esta será poseída por las energías malignas de la caja, que nos remiten a 300 años atrás cuando la brujería hacía estragos y de ahí, la proveniencia de la maldición de la caja. La señora, poseída por esta, asesinará a sangre fría a su marido, a cuchilladas.
Nada demasiado nuevo o sorprendente en el horizonte. Estamos ante una película de terror rodada con escasos medios y para la distribución directa a vídeo (ya saben que en México esto está a la orden del día), que con look de culebrón sudaca nos cuenta una historia trillada plagada de efectos especiales de la más baja alcurnia y efectos de edición de vídeo que se limitan a las transparencias y el cambio de color. La narración de “Seducción sangrienta” avanza a trompicones mientras nos ofrece reiterativas escenas de asesinato donde la sangre brilla por su ausencia. Pero como suele ser habitual en el cine barato mejicano, la cosa funciona y nos ofrece —si tenemos buenas tragaderas— un funcional entretenimiento. Y menos mal, porque de lo contrario se quedaría en una más de miles películas a las que nos acercamos por puro exotismo; “Seducción sangrienta”, con su título molón, no es una excepción, pero tiene cierta gracia.
Protagoniza la cinta Lina Santos, una especie de Vedette de por allí que, además de dedicarse al mundo de la canción, se convertiría en una habitual del cine de ficheras junto al mítico Alfonso Zayas, así como en una especie de Scream Queen de la serie B mejicana que gozó de cierto renombre en el mundo del espectáculo. Lina, obviamente, es el reclamo de la película y luce palmito en la misma y en el póster, junto a esa calavera con ojos directamente expoliada de “Terroríficamente muertos”, como  bien mandan los cánones del exploit de mierdecilla.
Dirige Aldo Monti, actor de cine popular mejicano que  protagonizó cintas como “El tesoro de Drácula”, para lucimiento del Santo y dónde da vida al mismísimo Drácula, o “La venganza de las mujeres vampiro”. Como actor, pronto se haría fuerte en la televisión participando en un sinfín de culebrones, pero, se recicló en director de cine y ahí es responsable de títulos como “Anónimo mortal”, también para Santo, “Acapulco 12-22” o la que nos ocupa, que formaría parte de una trilogía sin conexión alguna en la que las otras dos películas serían “Secuestro sangriento” o “Vacaciones sangrientas”. Todo muy sangriento. Cualquiera diría que tiene la menstruación.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

LOS FOTOCROMOS (Y LA CARATULA DEL VHS + LA BANDA SONORA) DE "LOS ALBÓNDIGAS EN REMOJO"

Cerramos el mini-ciclo dentro del mini-ciclo dedicado a "Los albóndigas" con esta "secuela aprócrifa" en realidad titulada "Up the Creek". Para el que suscribe una de las mejores "sex comedys" de la historia del cine, como bien expliqué en su momento. Para nuestro experto Víctor, ¿qué fue?, pueden saberlo leyendo su librazo "Screwballs, 101 comedias sexuales".
Los fotocromos son poquitos, sí, por eso lo compensamos echando mano de la caratula del VHS y de la entrañable banda sonora.








lunes, 16 de diciembre de 2019

TRÁGALA PERRO

Un curioso caso de “estafa” de finales del siglo XIX, cuyo eje central era una monja de clausura, la conocida como Sor Patrocinio “La monja de las llagas”, joven, muy guapa y presumiblemente lesbiana, que siendo muy amiga de la reina Isabel II y cuya amistad la llevó a tener cierta relevancia en algunos asuntos de corte político, amanece un día con estigmas en las manos, pies, costado y cabeza. Decía ella que esos estigmas eran designios de nuestro señor cuando en realidad se los había hecho ella, con mucha habilidad, únicamente para darse cera. En cualquier caso, mientras que es venerada por algunos, los más listos sospechan que esta monja les está tomando el pelo, motivo por el cual es enjuiciada, reconociendo ella más tarde la autoría de las llagas.
“Trágala, perro”, como si de un biopic de los que se hacen ahora se tratara, se centra en un momento concreto de estos acontecimientos, en este caso, en el perteneciente al juicio a Sor Patrocinio desde que los médicos le examinan las llagas que en teoría son obra de dios, hasta que confiesa que se las a hecho ella, en un análisis objetivo del asunto que tampoco aporta demasiado. Es un muestrario de situaciones que no tienen mayor relevancia.
En cuanto a Sor Patrocinio, se trataba de una geta de aquella época, como hoy lo son Paco Porras o Rappél, solo que en aquella época, el caso de una monja que tenía las llagas de cristo impactaba más y, al haber menos cultura, se le echaba más cuentas a una cosa así. Pero tampoco es un caso tan excepcional como para dedicarle una película entera. Entonces, la película se ve, no te aburres por los pelos, pero cuando acaba te quedas frío, con la sensación de que da igual haberla visto que no. Porque en el fondo una monja del siglo XIX que mentía, en realidad también nos importa tres cojones. Entonces, la película, formal y sin estridencias, no destaca demasiado en ningún aspecto.
Dirige el zaragozano Antonio Artero, cortometrajista que tuvo la opción de hacer algún que otro largometraje esporádicamente y que ninguno de ellos ha sido lo suficientemente trascendente en general.
En el reparto, algunos doblados por actores de doblaje, otros por ellos mismos, tenemos a Amparo Muñoz, cuya adicción a la heroína ya era notoria y se le nota un poco en el rostro, Fernando Rey, que está ahí con cara de querer cobrar el cheque y marcharse a su casa, Lola Gaos, a la que reservan la mejor secuencia de la película cuando su personaje adolece de un tumor que es succionado por Sor Patrocinio, y Luis Ciges que pasaba por allí.
Para ver en una tarde tonta y borrar del disco duro.

sábado, 14 de diciembre de 2019

EL SÓTANO

Puede que "El Sótano" sea una de las obras más populares de su autor, Richard Laymon. Junto a la ya comentada "Apagadas están las luces" y "Sangre en el bosque", conforman el flamante triunvirato de novelas laymonianas editadas en España por Martínez Roca como parte de la legendaria colección "Super Terror".
Nada más tener entre las zarpas (por segunda vez en mi vida) esta "The Cellar", fechada en 1980 (y editada cuatro años después por el Roca de leer, no el de jiñar), me sorprendió ver que ganaba en grosor a "Apagadas están las luces". Teniendo en cuenta que aquella pecaba un poco de centrarse casi más en culebrones románticos que terror puro, me acojoné. Sin embargo, la buena nueva es que, al contrario de las apariencias, "El Sótano" ha resultado ser una novela más "sencilla" en su estructura y sus maneras. Más cinemática dirían algunos, yo lo llamo peliculera. Laymon no se va por lo cerros de úbeda contando trifulcas que no interesan demasiado. Todo lo que pasa tiene que ver con la historia principal y las dosis de terror y violencia están más repartidas. Vamos, que "El Sótano" es mejor novela que "Apagadas..." y, también, sería una peli de terror ochentera casi perfecta. De hecho, la gran cuenta pendiente es ver un largometraje con cara y ojos adaptando alguna de las novelas del escritor, cuando lo único que tenemos es un corto y, encima, de temática policiaca. A ver cuando alguien osa. Tal vez debamos culpar de ello al contenido perturbador de sus historias, que en "El Sótano" canta como una almeja. Cierto que podrían ignorar las partes más burras, pero de todos modos imagino que Richard Laymon no caería muy simpático. Primeramente porque el mismo Stephen King le dedicó unas palabras poco amables criticando, justamente, su tendencia a regodearse en los elementos no ya truculentos (que los hay, pero no son nada del otro jueves), más bien los sexualmente retorcidos. Además de narrarnos explícitamente momentos de folleteo, el autor goza mucho desviándose a temáticas menos agradables como violaciones, incesto e incluso pederastia. Uno de los pasajes más incómodos de "El Sótano" se centra en el abuso a una niña pequeña por parte de un psicópata de tomo y lomo. Deleitándose en la descripción, sin demasiados miramientos, de la aún verde anatomía de la víctima. Luego hay más materia cafre que se entremezcla con otros "hits" como cuando se detalla la extraña forma de la polla de un monstruo que, páginas después, eyaculará sobre la faz de una anciana, nada menos. Sí amiguitos, hoy día atarían a Laymon a un poste y le prenderían fuego. Tal vez, por eso mismo, resulte tan refrescante leerle.
El psicópata pederasta del que les hablaba persigue a las dos verdaderas protas de la novela, su mujer y la hija pequeña, ambas terriblemente mal tratadas y que escapan de sus garras instalándose en un pueblo tras sufrir un accidente. Allí descubren la existencia de un caserón donde años atrás una supuesta bestia sanguinolenta asesinó a unas cuantas personas. Lo han convertido en una atracción turística para mayor mosqueo de un superviviente de dichas matanzas. Este contratará a un especie de soldado de fortuna para que visite la casa de noche y se cepille al supuesto monstruo. No hace falta decir que todos estos individuos/as terminarán encontrándose e interactuando de muchas y variadas maneras.
Lo dicho, una novelita de lectura amena, nada complicada, y con los ingredientes perfectos, en las cantidades justas. Si te va la ficción de terror sin demasiadas pijadas intelectualoides, te la recomiendo.
Ahora toca "Sangre en el bosque". Que en su día no llegara a terminarla, la hace aún más interesante. ¡Veremos!.

viernes, 13 de diciembre de 2019

GAY NIGGERS FROM OUTER SPACE

Mediometraje satírico y horrorosamente postmoderno perpretado por un guru de la cultura underground danesa, Morten Lindberg, más conocido como Master Fatman, músico, fanzinero, performer, pinchadiscos y todo lo que se os ocurra, que entre trabajos de medio pelo y viajes a la india, promoción de lo vegano y postureo de moderno, estuvo operando desde mediados de los años 80 hasta que falleció prematuramente en 2009 a los 53 años.
Como era un artista completo, en 1992 le dio por hacer una película, esta, un batiburrillo filmado en vídeo de la época. Se trata de una parodia del blaxploitation en el que los tripulantes negros y maricones de una nave espacial procedente del planeta Anus, detectan una fuerte presencia femenina en el planeta tierra, donde tienen sometidos a los hombres. Deciden destruir a todas las mujeres y así homosexualizar el planeta.
Una completa basura donde se le ve el plumero a Lindberg. Comprobamos que tiene menos talento que una escoba con esta película con ínfulas cuyo resultado es similar al de cualquier corto amateur de la época, nada, vacío, muerto. Y lo que es peor, pretendiendo ser muy gracioso, no lo es en absoluto. Morten Lindberg se debió dar cuenta de que era una puta mierda y al saberse un completo inútil, no volvería a rodar nunca más material audiovisual alguno: siguió haciendo sus cosas de moderno mientras asistía a los programas de la televisión danesa donde participaba en los equivalentes daneses de nuestros “Mira quién baila” o “Tu cara me suena”, siempre desde la condescendencia, por supuesto, y  hacía viajecitos espirituales a exóticos parajes y se casaba con una negra de Mozambique y, en un alarde feminista, adoptaba su apellido pasando a llamarse Morten Mabunda.
Se trata de un mediometraje que, con sus maquetillas, sus escenarios de cartón piedra y sus naves espaciales de juguete, de haber sido dirigido por cualquier otro, hubiera sido despreciado y ninguneado, pero al tratarse de un gurú de la contracultura europea, “Gay niggers from outer space”, al que acompaña de manera velada un mensaje social camuflado en un argumento misógino, se convirtió en una pieza de culto para un buen puñado de gafapastas asquerosos.
Pero es tonto, aburrido, no se entiende muy bien porque Lindberg no sabe narrar, y sus negratas mariquitas haciendo artes marciales a ritmo de funk, se me antoja la cosa más trillada, más estúpida y mas irritante que he visto en mi vida. Y eso que es una cosa de 1992, una consecuencia del boom del gore de los 90 que extendía sus tentáculos por esos círculos también en la vieja Europa…que no es óbice para que en esos años fuera igualmente irritante.
Como siempre digo, si sienten curiosidad, sácienla, pero luego, pueden enviar la película a tomar viento fresco.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

LOS FOTOCROMOS (Y EL PÓSTER) DE "LOS ALBÓNDIGAS ATACAN DE NUEVO"

Continuamos con el mini-mini-ciclo dedicado a la saga de "Los albóndigas". Hoy nos enfrentamos a los de la segunda entrega dirigida por un viejo conocido de este blog, Ken Wiederhorn, y que en su día reseñó Aratz aquí. Pueden complementar esa reseña con lo que el amigo Víctor escribió en su librazo "Screwballs, 101 comedias sexuales".








lunes, 9 de diciembre de 2019

ME GUSTA MI CUÑADA

Tras “Malizia”, Salvatore Samperi no se anda por las ramas, no arriesga lo más mínimo y repite formula en un film en el que la sinopsis es exactamente la misma que en su anterior trabajo, el reparto prácticamente el mismo y, la estructura y el desarrollo, idénticos. Solo que en esta ocasión el exceso de sal gruesa  hace que el sello de autor con el que Samperi firmó “Malizia” desaparezca y esto se convierta en una comedia sexy de primera hornada en la que los posibles ramalazos artísticos quedan ocultos entre la maleza. “Malizia” era, dentro de su locura, una cinta sofisticada, mientras que esta “Me gusta mi cuñada” es, directamente, chabacana. Para acabar de hacerla más soez, se contrata a Lino Banfi para que se luzca con su verborrea en un par de escenas intrascendentes. Por supuesto, los chistes de cuernos y de cornudos, como en toda buena comedia italiana que se precie, están a la orden del día.
Aquí la cosa va de unas vacaciones en la playa en las que un individuo un tanto fanfarrón aprovecha para dejar a su mujer en casa de sus padres mientras este se va a trabajar entre semana, viéndose tan solo los fines de semana. Así, para que esta no esté sola en sus estancias en la playa, dejan al hermano pequeño de este individuo a expensas de su mujer. Primero el muchacho se cabrea, más tarde se pone cachondo, y finalmente se enamora de ella. Esta, que por momentos se siente abandonada, cede a los coqueteos y juegos del muchacho hasta que al final sucede lo previsible: que se lo tira.
Laura Antonelli, Alessandro Momo, sus jugueteos y tocamientos, los cabreos de Momo ante los coqueteos de la Antonelli… nada que no hayamos visto y cien mil veces mejor, en “Malizia”.
No obstante, la película es interesante y divertida, está rodada con solvencia y  es amoral y descarada, algo que se echa profundamente de menos en el cine actual, en el que una relación sexual entre una mujer de 30 años y un joven de 15 sería motivo de denuncia —y condena— mientras que en la Italia de los años setenta era algo de lo más natural, de lo más normalito y de lo más excitante.
Ambientada a finales de los años 50, con el trío juvenil protagonista, por momentos y situaciones, recuerda levemente a los films de la saga “Polo de limón”, aunque con mucho menos desmadre.
Samperi seguiría en esta línea durante mucho tiempo, rodando subproductos a la medida de la Antonelli y despidiéndose del talento de Alessandro Momo quién con 17 años moriría en un accidente de moto al poco de estrenarse la película. Su carrera, de no haber fallecido, hubiera estado ligada a la del director y a la de la actriz, indefectiblemente, pero…

sábado, 7 de diciembre de 2019

ALERTA MÁXIMA

Hablemos de los viejos/buenos tiempos. De cuando "Warner Brothers" confiaba en el tirón de Steven Seagal y se dejaba un pastizal produciendo y distribuyendo por todo el planeta vehículos para su lucimiento. Le rodeaban de actores estupendos y le encargaban el pifostio a cineastas tan capaces como Andrew Davis, con quien el astro ya había currado previamente en "Por encima de la ley". ¿Y qué me dicen del mismo Steven? Joven, delgado, sin coleta ni abalorios jipis. Una maravilla. Suspiremos todos al unísono. De esta guisa era difícil cagarla. Y también porque, en esencia, la película resultante de la que hablaremos a continuación no deja de ser un remake encubierto de "La jungla de cristal".
Un legendario buque de guerra va a hacer su último viaje. Es el cumple del capitán, y Steven Seagal anda por allí ejerciendo de cocinero. Uno enrollado que se lleva de puta madre con sus subordinados. Resulta que en el pasado fue un marine cojonudo, pero también muy rebelde. De ahí que terminara con sus huesos entre ollas y cazuelas. Suerte que ello no le desproveyó del talento para matar, algo que descubrirán unos mastuerzos que se cuelan en el barco para secuestrarlo y lanzar unos misiles nucleares que lleva en sus adentros.
Así da gusto ver una peli de acción, incluso aunque no vaya escasa de algunas ridiculeces y gilipocrecias (entre ellas un notable poso propagandístico, como cuando Seagal suelta eso de "Ser marine no es un trabajo, es una aventura"). Por ejemplo, los terroristas se hacen pasar por un grupo de rock que tocará en la fiesta de cumple del capi. Y tocan. Y no lo hacen mal. ¿Curioso, no? ¿músicos de día, terroristas de noche? ¿Terroristas profesionales que tocan en bandas de rock por hobby? ¿tal vez al revés? ¿O son tan eficientes que aprendieron a manejar los instrumentos para dar el pego? Misterio. Tanto como la pasmosa facilidad con la que caen bajo la artillería de Seagal y los suyos a pesar de llevar chaleco anti-balas. Mencionar que algunas muertes son agradecidamente truculentas, y no faltan ni vigas atravesando torsos ni sierras circulares cortando -levemente- brazos.
Aunque la guinda la pone el único personaje femenino de la función, interpretado por la ex-vigilanta de la playa y chica "Playboy" Erika Eleniak, que da vida a... bueno, a una de las conejitas de Hugh Hefner. No se tuvo que esforzar mucho. El caso es que estaba en su mejor momento y luce unas tetas que son para mear y no echar gota. Perfectas. Eso sí, el "modus operandi" es más gratuito que en la peor de las epopeyas de Jim Wynorski. Gratuito y absurdo: Su función es salir del interior de un pastel. En eso que uno de los malos le da pastillas y la chavala se queda frita dentro. Pasan las horas, hay disparos, muertos y violencia por un tubo. Pero ella nada, ahí roncando. Entendemos que en algún momento despertaría, lista para salir. Pero en lugar proceder -más después de la imprevista siesta-, prefirió esperar a que alguien le diera la señal... aunque tardara tres horas. Al final el empujón se lo otorga el amigo Seagal, que a pesar de la nula química se la terminará beneficiando, y la moza sale disparada del pastel -con música y todo-, abre la chaqueta y muestra sus fascinantes ubres. La monda. Por cierto, a día de hoy Erika está también algo rellenita. Podríamos decir que ella y Seagal serían la perfecta imagen del aspecto que, pasados 25 años, gastarían sus personajes en la peli si hubiesen optado por tirar adelante la relación, casarse y llevar una vida marital standard. Entrañable.
El reparto está repleto de caretos talentosos y reconocibles: Tommy Lee Jones de sobreactuado villano, Gary Busey (la escena que se viste de mujer es bastante patética, imagino que por sus adentros se estaría cagando en el destino), Bernie Casey, John Laughlin (el pobre había casi protagonizado "La pasión de China Blue" unos años antes y tal fue el varapalo que terminó relegado a roles tan minúsculos y fugaces como en este caso), George Cheung (el asiático que estalla por efecto de una flecha-bomba en "Rambo") y el colega Kane Hodder.
Mi señora y yo vimos "Alerta Máxima" hace unos Domingos. Cuando terminó, le regalamos una sentida ración de aplausos. Y es que tras tragar tanta mediocridad Seagaliana, sienta de perlas una no perfecta, pero sí decentemente facturada y, sobre todo, entretenida.
Como saben todos ustedes, "Alerta Máxima" tuvo el suficiente tirón como para generar una secuela también disfrutable que no paran de echar por la tele. Ni que sea por ver a Steven Seagal masacrar a los malos sin quitarse ni manchar la americana.

viernes, 6 de diciembre de 2019

MI MUJER ES MUY DECENTE DENTRO DE LO QUE CABE

Paulino es un español medio de la época que vive con su esposa, una ex cabaretera a la que tiene encerrada entre cuatro paredes y sometida a, prácticamente, una dictadura. Ella asume su rol de esposa con resignación.
El día que Paulino en representación de la comunidad de vecinos sube a un piso a cantar las cuarenta por las continuas fiestas que realizan en el domicilio, conocerá a Paloma, poco más que un putón verbenero neo hippie y reivindicadora del amor libre, y se enamorará de ella precisamente porque ofrece una imagen fresca y pizpireta, todo lo contrario que su esposa, que es sosa y mojigata porque él la ha convertido en eso. Dejará a su esposa para irse con Paloma y, poco a poco, la irá encerrando en la casa y convirtiendo en otra mujer sin voluntad a imagen y semejanza de su ex esposa. Es entonces, cuando ve que su mujer vuelve a los escenarios, cuando se da cuenta de lo que ha perdido.
Españolada típica  de cuando, aún con Franco vivo, el cine se volvió algo más permisivo con el tema sexual y, con esa excusa, se atrevió a mostrar cacha y algún escote. Salvo eso,  no ofrece nada de particular, ni mejor que otro tipo de películas de su misma época. En cualquier caso, el material mostrado causaría el resquemor de la progresía de hoy día. No en valde, “Mi mujer es muy decente dentro de lo que cabe” es la película más misógina y machista que existe sobre la faz de la tierra. El personaje de Paulino, interpretado por Sacristán, es poco más que un carcelero que impone su ley y voluntad anulando la de su mujer o su amante. El film muestra sin remilgo que el que manda es el hombre y que la mujer no es más que un complemento que lo más que debe hacer es obedecer,y lo hace de la manera más natural. Pero lo “mejor” de esto, es que la actitud de Paulino no se denuncia, que va. La película tan solo retrata una actitud por parte del protagonista masculino que es la normal de la época.  Incluso, su mujer de vuelta al cabaret le continúa siendo fiel, aún cuando sabe que este se está poniendo las botas con una pedazo de rubia, que además le saca la pasta a base de pedir regalos.  No lo tiene en cuenta cuando este se cansa y vuelve con ella. Regresa con él, sin más.
La película es entretenida, como cualquier españolada de tantas que hemos visto y con ese humor español tan característico de la época, pero si es cierto que, al igual que otros títulos permanecen frescos y  vistosos, esta, aunque solo sea por el tratamiento machista que por defecto se le da al personaje, se queda de un rancio que echa para atrás. Que no es que critique el machismo, que me la pela… pero el  cómo se nos muestra aquí es de un anticuado, de un antipático y  de un facha que, la verdad, aún sabiendo que este film tiene más de 40 años y que las cosas eran distintas, echa a uno bastante para atrás, porque, además de normalizarlo, no está mostrado bien del todo.
Por lo demás, una españolada del montón, sin alma ni especial gracia.
Junto a José Sacristán, Conchita Velasco, Antonio Ferrandis, María Luisa San José, Mirta Miller, Fernanda Hurtado, Manuel Aleixandre…
El guion corre a cargo de Garci, Chumi Chumez, Summers y José Dibildos, y por momentos le hace preguntar a uno si será en plan satírico, cosa que dudo. Pero si lo fuese, pues sí, le han echado mala hostia, aunque toda esa mala hostia tampoco compensa un producto en definitiva mediocre.
Dirige Antonio Drove quien firmaría la que, probablemente, sea su película más popular.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

LOS FOTOCROMOS DE "LOS INCORREGIBLES ALBÓNDIGAS"

Y seguimos reciclando fotocromos originalmente publicados en el libro de nuestro amado Don Olid, "Screwballs, 101 comedias sexuales". Para la ocasión nos metemos de lleno en un mini-ciclo dentro del mini-ciclo, dedicado a la saga (oficial y no) de "Los albóndigas". Aquí tenemos los de la peli original. Si quieren saber más sobre la interfecta, pueden leerse mi reseña o, mucho mejor, lo que escribió Víctor para su libro.













lunes, 2 de diciembre de 2019

THE GO-GO BOYS: THE INSIDE STORY OF CANNON FILMS/GOLAN-GLOBUS

De los dos documentales sobre Cannon Films que se han rodado durante esta década, el que se llevó todos los honores, e incluso, llegó a editarse en DVD en nuestro país con postmoderna carátula imitando un VHS incluida (pasto para ratas almizcleras), fue “Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films” del experto en cine exploitation Mark Hartley.
Por otro lado, hordas de treintañeros de una generación después de que los films de Cannon estuvieran en los cines, reivindican la compañía como una chufla; para ellos, que vivieron esas películas ya como una cosa vintage a partir de la era de Internet, Cannon es sinónimo de cine malo y gamberro, casi como si  de un “TheAsylum” se tratase.
Sin embargo los de mi generación, anterior a esta que les digo, si que vivimos los estrenos de Cannon tal y como se los vendía en la época: Grandes estrenos de cine de primera fila. Aunque también es cierto que hay mucho mastuerzo de mi generación que abraza el concepto de productora “guay/chunga” que venden los de la generación posterior; no es cosa de edades, sino de idiotas. Ni tanto ni tan calvo, habría que calibrar estas películas desde otro punto de vista en el que no influyese ni la ignorancia ni la nostalgia.
Pero a lo que voy es que “Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films”, que se toma la compañía de Golan y Globus a cachondeo, iría más destinada a esa generación de retrasados mentales incapaces de distinguir (ni disfrutar) el cine malo en condiciones, que afrontan el visionado de ese documental como si fueran Gremlins ante “Blancanieves y los siete enanitos” mientras dure la moda.
En cambio, el documental que nos ocupa, “The Go-Go Boys: The inside story of Cannon Films”, que para empezar trata con cierto respeto a sus protagonistas, Menahen Golan y Yoran Globus, se mantiene imparcial ante la calidad de las películas y mantiene un punto de vista más sereno sobre lo mismo que nos está contando el otro documental, ergo, obviamente, va más destinado a los de mi generación de rancios, amargados y llenos de manías. Entonces, mientras que “Electric Boogaloo” nos vende un circo, “The Go-Go Boys” nos vende la historia de dos emprendedores.
Digamos pues, que la intención de uno es reírse a base de artificios y la del otro documentar. Al margen de esto ¿Cuál de los dos documentales sería mejor? La verdad, no sabría decirles cual es mejor. A mí me ha gustado más “The Go-Go Boys” porque no me está tomando por un estúpido (el otro trata al espectador como retrasado mental), es más calmado y diría que está mejor dirigido. “Electric Boogalo” al final mete demasiada información a un ritmo casi imposible de seguir. Sin embargo también es muy interesante ese punto de vista y al final yo creo que ambos documentales se complementan, pero, me gana “The Go-Go Boys” que incluso logra conmoverme en el momento en que Golan y Globus se reencuentran después de años sin verse. Muy bonito. Pero también explica mucho menos sobre las películas que el otro. Así que, los dos, finalmente, son uno.
“The Go-Go Boys: The inside Story of Cannon Films”, con su estructura de cabezones parlantes e imágenes de archivo y, más centrado en Golan y Globus que en las películas, se llevó malas críticas que acusaron al film de favoritismo hacia estos dos piratas y de omitir que las películas que hacían en realidad eran una mierda. Vamos, que los críticos prefirieron el otro festival para descerebrados.
Dirige el asunto Hila Medalla, documentalista seria israelí que, naturalmente, siente simpatía ante los dos individuos que pusieron el cine israelí en el mapa y, por el camino, se follaron Hollywood.
Muy recomendable.