Aunque el tema de la guerra de Vietnam, y el posterior
estrés postraumático que sus veteranos sufrieron, estuvo desde muy pronto
presente e integrado en la cinematografía yanqui (por ejemplo,
una película como “Crimen en la noche” se realizó cuando el conflicto aún estaba teniendo lugar) la manera en la que los directores de género abordaron
tan peliaguda cuestión siempre fue como mínimo ambigua, cuando no clara e
injustamente crítica con la figura del ex-combatiente. De este modo, si la
experiencia de la guerra sirvió para perfilar la personalidad, y dotar de un
mínimo de calado humano, a los protagonistas de títulos vigilantísticos como
“El ex –preso de Corea”, “Taxi Driver” o “El exterminador”, en otros ejemplos
de la época como en este “Fuerza de vigilancia” o “América violenta” (film donde
los ex–combatientes eran contratados por la mafia con el objetivo de liquidar
a sus familias rivales) los veteranos de guerra eran mostrados en cambio desde una perspectiva mucho más negativa, sesgada y conservadora, hasta el punto de ser relacionados - justificadamente o no - con el aumento de la criminalidad en la América de
comienzos de los 70: no olvidemos, por citar otro ejemplo, que en una película como “Harry, el sucio” ya se
nos mostraba al asesino Scorpio como a un joven de aspecto inconfundiblemente
hippie (pelo largo y cinturón con una hebilla con el símbolo de la paz) del cual además se dejaba entrever que había servido en el ejército merced a su habilidad en el manejo de las armas.
Dándole la vuelta al concepto que Michael Winner había puesto de moda un par de años antes en "El justiciero de la ciudad", a pesar de lo que pudiera parecer por su título "Fuerza de vigilancia" no es tanto un film de justicieros como una aclimatación de las constantes del western al cine redneck, aquel que precisamente había convertido a Jan-Michael Vincent en una miniestrella merced a su protagonismo tan sólo un año antes en "Infierno en la carretera", película en la que, asimismo, se enfrentaba a las corruptas fuerzas subterráneas de una localidad sureña. De esta manera, George Armitage (guionista y director proveniente de la "factoría Corman" el cual ya había dirigido "Hit Man", blaxploitation en clave de revenge movie que adaptaba el argumento del "Get Carter" protagonizado por Michael Caine) toma aquí como modelo dos magníficos films de Phil Karlson ("El salario de la violencia" y "The Phenix City Story") a la hora de contarnos esta historia protagonizada por dos hermanos de personalidades contrapuestas pero de intereses similares (Kris Kristofferson y Jan-Michael Vincent) cuyo trabajo consiste en contener los altercados que los trabajadores destinados a los campos petrolíferos están causando en su ciudad, entorno que se revelará como el caldo de cultivo idóneo para la proliferación de casinos, prostíbulos y demás tugurios de mala muerte en donde los obreros se pueden desahogar gastándose en una sola noche la paga de todo el mes.
Así las cosas, y haciendo gala de una voluntad explotadora
realmente deliciosa, “Fuerza de vigilancia” sería básicamente una variante acelerada
y hillbilly del cine de vaqueros de
toda la vida, y no ya solo en lo que respecta a la localización sureña y
pueblerina, sino también a la hora de recurrir a aquellas situaciones y escenarios que el buen aficionado al western reconocería de inmediato, como pudieran ser las reuniones del consejo de ciudadanos, las
peleas de taberna, el
sheriff de métodos obsoletos o ese personaje del hermano mayor que vuelve al hogar con el propósito de intentar rehacer su vida, pero que lo hace transformado de manera inevitable por la experiencia de la
guerra; en este caso, la de Vietnam, en el de las otras, la Guerra Civil
Americana. Por no faltar, aquí no
falta ni siquiera la típica chica de saloon (elíjase: cantante, corista y/o prostituta)
que se enamora del protagonista, encarnada en esta ocasión por la cantarina
Bernadette Peters.
Lo curioso de esta película es que aunque el personaje de
Kristofferson sea en un principio contratado por las autoridades locales con el fin de formar una patrulla independiente de
vigilantes, para de esta manera limpiar todo el vicio que asola la ciudad, este personaje se convertirá justamente en la mayor y más peligrosa amenaza de todas cuando opte por usar su posición de poder para sacar tajada de los miles
de dólares que se mueven cada día en su jurisdicción y que son destinados - como antes apuntábamos - a la compra de mujeres, juego y alcohol.
Producida por Gene Corman, hermano de Roger, “Fuerza de
vigilancia” comienza de manera ligera y hasta humorística, casi como un
precedente de las buddy movies que proliferarían durante la siguiente década, para
pasar a centrarse al cabo de un rato en la devastadora espiral de violencia desatada por un mefistofélico
Kristofferson, un veterano de gatillo fácil que, aunque poco matizado e injustificadamente
malvado, se revela en cambio infinitamente más interesante que el unidimensional
personaje interpretado por un seráfico e impecablemente aburrido Jan-Michael Vincent.
Entretenida y filmada con cierto ritmo, “Fuerza de vigilancia” se beneficia tanto de una excesivamente espectacular noción de la violencia y de la acción, que la emparentaría con títulos ochenteros como “Invasión USA” o “El justiciero de la noche”, así como por un final que, aunque muy mal rodado, tiene cierta gracia al suponer la reinterpretación en clave cazurra del de “Al rojo vivo”, el cual fue inmortalizado en su momento por un James Cagney on fire. Con duración - apenas llega a los 85 minutos - y pinta de formar parte de un programa doble, para subrayar aún más si cabe su entraña "vigilantística" la película cuenta además con el aliciente de congregar un reparto integrado por actores que ya habían actuado junto a Bronson... o que lo harían en la siguiente década: Brad Dexter (“Los siete magníficos), Jan-Michael Vincent (“Fríamente… sin motivos personales”), Andrew Stevens (“Al filo de la medianoche”), Charles Cyphers (“Yo soy la justicia”)…
Además, y como siempre que hay un Corman de por medio, aquí también aparece Dick Miller, ¿qué más se puede pedir? Muy, muy maja.
Entretenida y filmada con cierto ritmo, “Fuerza de vigilancia” se beneficia tanto de una excesivamente espectacular noción de la violencia y de la acción, que la emparentaría con títulos ochenteros como “Invasión USA” o “El justiciero de la noche”, así como por un final que, aunque muy mal rodado, tiene cierta gracia al suponer la reinterpretación en clave cazurra del de “Al rojo vivo”, el cual fue inmortalizado en su momento por un James Cagney on fire. Con duración - apenas llega a los 85 minutos - y pinta de formar parte de un programa doble, para subrayar aún más si cabe su entraña "vigilantística" la película cuenta además con el aliciente de congregar un reparto integrado por actores que ya habían actuado junto a Bronson... o que lo harían en la siguiente década: Brad Dexter (“Los siete magníficos), Jan-Michael Vincent (“Fríamente… sin motivos personales”), Andrew Stevens (“Al filo de la medianoche”), Charles Cyphers (“Yo soy la justicia”)…
Además, y como siempre que hay un Corman de por medio, aquí también aparece Dick Miller, ¿qué más se puede pedir? Muy, muy maja.