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sábado, 2 de abril de 2011

MANIAC COP

"Maniac Cop" fue, probablemente, el más sonado de los films modestos estrenados a lo largo de 1988. No era para menos teniendo en cuenta cuales eran los sabrosos ingredientes de la ensalada, a saber: William Lustig, responsable de la legendaria "Maniac" o "Vigilante", a los mandos. El mítico Larry Cohen, padre de "Estoy Vivo" o "La serpiente voladora", escribiendo el guión y produciendo. En este último apartado, también nos encontrábamos con James Glickenhaus, director de "El Exterminador". Si todo eso ya era suficiente para ponerle a uno palote, bastaba con echar un ojo al reparto: el gran Tom Atknis (habitual en la mejor época de John Carpenter, y prota absoluto de "Halloween 3") y nada menos que Bruce Campbell... cuando aún no había alcanzado el estatus de figura de culto. Claro que el resto de actores no tenían desperdicio alguno, a saber: Laurene Landon (irritante musa de Larry Cohen), Richard Roundtree, William Smith, Robert Z´Dar (a partir de aquí se convertiría en todo un astro de la serie Z gracias a su peculiar aspecto) y en papeles muy escuetos George "Buck" Flower y ¡¡anda!!, el mismísimo Sam Raimi. A todo esto había que añadir una fricada más que a mi, adolescente obsesivo como era, me flipaba, la utilización del binomio "palabra molona + cop" tan de moda entonces gracias al éxito del clásico de Paul Verhoeven. Teniendo en cuenta todo ello, era muy difícil que "Maniac Cop" acabara siendo una caquita. Y no, no lo es.
Un policía asesino ronda la ciudad. En lugar de matar a los culpables, arrasa con los inocentes. Un detective investiga el caso, mientras otro agente es erróneamente declarado culpable de los crímenes. Ambos unirán fuerzas para detener, y desenmascarar, al maníaco.
Nadie duda de que Larry Cohen es un tío con grandes ideas que, en ocasiones, logra transformar en grandes guiones. Tal vez como director sea un pelín más chapuzas, a pesar de que tenga buenas pelis, pero en cuestión de escribir, pocos le ganan. Y eso es algo que se nota mucho en "Maniac Cop". La trama de base es muy buena, original y ofrece momentos altamente regocijantes. Que uno huya aterrado de unos asaltantes y que, al ver un policía, se acerque a él pensando que está a salvo para que luego este se lo cargue, tiene mucho potencial. O que el ciudadano medio, paranóico, comience a matar a policías normales no-maníacos, también tiene mucho potencial. Además, Cohen siempre ha tenido un espíritu transgresor que no puede evitar reflejar en sus historias. En estas rara vez encontramos blancos y negros, buenos muy buenos, o malos muy malos. Todo es tirando a gris. Sin ir más lejos, que el héroe joven y guapo de "Maniac Cop" sea un cabroncete que le pone los cuernos a su mujer y casi ni se inmuta al enterarse de que esta ha sido asesinada, tiene su miga. O que uno de los personajes principales muera a mitad de peli, también. Sorprende lo bien contada que está "Maniac Cop", su estructura perfectamente equilibrada para evitar el aburrimiento, sin resultar plana y lineal, cómo se aleja de tópicos y clichés, cómo da sutiles giros con intención de destruir cualquier posibilidad de resultar previsible. "Maniac Cop" no da nada por sentado desde el minuto uno, y eso me gusta. Tampoco hay que olvidar el humor negro habitual del guionista, que en esta ocasión resalta especialmente con la muerte del tipo hundido en cemento.
Sin duda es eso, el guión de Larry Cohen, lo más meritorio de un film que, de otro modo, se hubiera convertido en monótono e insaboro. Lustig tampoco lo hace mal, aportando ritmo a las imágenes (aunque estas resulten tal vez un pelín planas estéticamente) y las dosis de violencia deseadas, que tampoco son excesivas. Centrándonos en el poli maníaco, debo reconocer que su aspecto no me convence mucho y, dado su origen, tal vez tendría que haberse llamado "Zombie Cop" (a falta de ello, el incapaz J.R.Bookwalter se encargó de hacerla realidad -vídeo mediante- en 1991). No olvidemos tampoco el hijo bastardo que les salió a Lustig/Cohen con los dos títulos de la franquicia "Psycho Cop", ¡dirigidas por un tio habituado al porno-gay! (y que, en cuestiones narrativas, son el total y absoluto reverso oscuro al film comentado).
Vamos, que sí, que "Maniac Cop" es un producto de lo más ameno, simpático y disfrutable. Puede que ayer la gozara más incluso que cuando vivía obsesionado con ella. Su notorio éxito provocó un par de secuelas (la segunda caerá en breve por aquí). William Lustig reniega de la tercera. Tiempo después, el director y el guionista lo intentaron de nuevo con otro film destinado a parir una nueva franquicia, pero ESTA VEZ la cosa no fue tan bien. En el año 2008 un tal Chris R. Notarile dirigió este corto con la esperanza de que le contrataran para encargarse de un remake del original, o de una nueva secuela, sin conseguirlo. Hablando de remakes, se ha dicho ya mucho al respecto, pero de momento no parece que vaya a hacerse realidad.
"Maniac Cop", un film francamente recomendable.

domingo, 8 de diciembre de 2013

YO, EL JURADO

Durante la primera mitad de los 90, cuando andaba totalmente volcado en mi amor obsesivo por las películas de justicieros y polis duros, "Yo, el jurado" se ganó un puesto de vital importancia entre mis títulos de preferencia... sin haberla alquilado todavía. Bastaba con ver la carátula de su edición videográfica, cortesía de "Warner Home Video", para comenzar a salivar. El primer detective realmente duro y cabrón de la literatura popular, "Mike Hammer" (no olvidemos que una de sus primeras aventuras llevaba por título un contundente "La venganza es mía!" que habría puesto de buen humor incluso a "Paul Kersey"), posando todo chulo, pistola en ristre, rodeado de jacas de buen ver y todo ello metido dentro del cañón de un arma cualquiera con regusto "jamesbondiano". Fascinante. Alquilada la cinta y puesta en mi reproductor de vídeo, la cosa no podía arrancar mejor. "Hammer" recibe el encargo de seguir a la atractiva mujer de un acaudalado hombre de negocios porque cree que le está poniendo los cuernos. ¿Y qué hace nuestro detective?, pues informar al cliente de que sus sospechas eran infundadas, mientras él mismo se la está beneficiando. Brutal. Aunque nada comparado con lo que sigue, los títulos de crédito más macarras y molones que he visto en toda mi vida, a base de constantes imágenes estilizadas, color sepia, del amigo "Hammer" en posturitas chanantes. Encima, acompañadas de un tema maravillosamente vigoroso y dinámico de Bill Conti (sí señora, el de "Rocky"). Hay peña que afirma con contundencia que lo mejor de "Yo, el jurado" es su prota femenina, la guapa y semi-desaparecida/retirada Barbara Carrera (pero lo dicen porque, obvio, se marca un despelote generoso a media peli... ¡¡putos salidos!!). Yo no entro en ese grupo, para mi lo mejor de "Yo, el jurado" son los títulos de crédito del inicio..... y si no, ahí va la prueba de fuego (versión franchute, donde se la conoce como "J'aurai ta peau", que traducido se parecería a "Voy a tener tu piel" y también tiene su qué):


Hasta aquí las buenas noticias. Luego vienen las malas, que es que, con semejante arranque/subidón, después todo es cuesta abajo. En ningún momento a lo largo de los, aproximadamete, 100 minutos que quedan, consiguen repetir la hazaña. Ni tan siquiera en las escenas de acción, que tampoco son muchas. Es más, la historia que nos cuentan resulta liante y confusa. El espectador no logra meterse en ella, ni enterarse demasiado bien de qué demonios pasa. Pero yo, que soy un tio aplicado, me he informado a fondo y sería algo así: "Jack", un detective manco que combatió en Vietnam junto a "Mike Hammer", al que salvó la vida (motivo por el que perdió el brazo), es asesinado de un disparo. Nuestro prota, lógicamente afligido y "en deuda", decide investigar y encontrar al culpable. Ello le llevará hasta una inquietante clínica dedicada a resolver toda suerte de problemas sexuales, regentada por la mentada Barbara Carrera, a la que "Hammer" echa el ojo. El caso es que comienzan a sucederse cruentos crímenes, propios de todo un psicópata desviado y los que mueren son, oh casualidad, personas que podrían echar luz sobre el caso. Total, que al final resulta que el gobierno recluta a asesinos salidos de la mentada clínica para cometer crímenes como tirando a "políticos", pero disfrazados de homicidios mundanos y callejeros. Algo así.
Bien, si uno lee a conciencia los créditos de "Yo, el jurado" descubrirá que su guionista no es otro que el reputado Larry Cohen, sí amiguitos, el mismo que dirigió en su momento películas como "Estoy Vivo", "La serpiente voladora" o "The Stuff (In-Natural)", entre muchas otras. Ese Cohen que, paralelamente a una carrera como director, se gana las garrofas explotando su faceta de guionista, bastante más sólida. Suyos son los guiones de "Maniac cop" (y secuelas), "Best Seller", "Muerto el 4 de Julio", "El abogado del diablo", "Última llamada" o "Cellular". Bien, ¿¿y cómo es posible que la trama de "Yo, el jurado" resulte tan torpe y caótica con todo un Cohen tecleando??, pues ya os lo podéis imaginar, gracias a la inadecuada intervención de manos ajenas.
En realidad, y desde buen principio, Larry Cohen fue contratado no únicamente para escribir, también dirigir. Sin embargo, problemas de diversa índole terminaron por excluirle del trabajo tras seis únicos días a los mandos. ¿Qué problemas?, los productores decían que en tan solo una semana de rodaje, el presupuesto ya se había disparado. El mismo Cohen cuenta que la productora tuvo un porrón de problemas financieros que mandaron todo al traste. Sea como fuese, el caso es que el poco material rodado por el amigo Larry fue descartado (aunque se mantuvo gran parte del casting y las localizaciones, cosa suya. Destaca en ese sentido que la oficina de "Mike Hammer" esté instalada en la famosa "Time Square" de New York, entonces centro neurálgico de las mitificadas "grindhouses"). Contrataron a otro menda, Richard T. Heffron, de origen televisivo (aunque entre sus trabajos previos no exclusivamente catódicos estaba la mediocre pero simpática "Mundo futuro", secuela de "Almas de metal") y este comenzó de cero. Aún así, y a pesar de tó, se mantuvo el crédito como guionista de Cohen.
¿En qué salimos perdiendo?, pues en que la versión Cohen iba a ser bastante más truculenta. "Yo, el jurado" (de la que incluso llegué a comprarme un no menos chanante press-book, hoy día tristemente perdido) era una de esas "películas peligrosas" con fama de extremadamente violenta y erótica. Bien, luego resultó no serlo tanto. ¿O tal vez sí?, en cuestiones sexuales (y pal momento de su confección, 1982), pues hombre, iba bien cargadita. Al desarrollarse en una clínica pa salidos mentales, la cosa daba juego. La escena más memorable es cuando se organiza una orgía en la que los comensales lo pasan pipa, mientras los médicos toman nota de lo que ven (??). En lo violento, el tema flojea. Hay chichilla, pero es poca cosa. Sin embargo, la prueba de que no era ese el plan inicial la tenemos en el testimonio de Carl Fullerton, responsable de los efectos especiales y de maquillaje con un

curriculum notorio (has visto sus esfuerzos en títulos como "Viernes 13, 2ª y 3ª partes", "Lobos humanos", "Historia macabra", "El ansia", "F/X Efectos mortales", "El silencio de los corderos" o la recientísima "2 Guns"), que había fabricado varios trucajes finalmente desechados. El más llamativo de ellos era una mano mecánica que iba a ser reventada por efecto de un disparo (tienen la prueba gráfica por aquí cerca, cortesía de las páginas de "Mad Movies").
Desafortunadamente, Richard T. Heffron aplicó toda su discutible pericia cajatontil pariendo un material mucho más "light" de lo que habría sido deseable. Es más, diríase que luego el resultado final pasó por las manos de la censura (o, como hacía "Paramount", la auto-censura), porque hay secuencias violentas abruptamente y caóticamente montadas. La más llamativa de ellas es aquella en la que un cocinero asiático se carga a una testigo rajándole la garganta con el mismo cuchillo con el que estaba preparando un exquisito manjar. Dejando a un lado lo delirante del momento (aunque podemos suponer que el cocinero loco es un agente encubierto de los malos, no entendemos cómo sabía que justo en ese instante iban a requerir de sus servicios, cosa esta que, al no ser aclarada, adquiere un tono decididamente surrealista, aunque efectivo en su cometido), choca encontrarse con un montaje seco, contundente, que no respeta del todo el tempo y que, en esencia, nos impide "disfrutar" del momento. Muy sospechoso todo ello.

Claro que no solo de violencia nos desproveyó el despido de Larry Cohen, también de ideas ingeniosas y algo mal intencionadas, sobre todo en relación al personaje protagonista. Creado por el hasta entonces guionista de comics Mickey Spillane el año 1947 en la que fuera su novela de debut, justamente "I, the jury", "Mike Hammer" pertenecía a lo que entonces se consideraba literatura barata para el populacho. De hecho, el material fue de lo más escandaloso por su alto contenido de sexo y violencia -para la época, se comprende-. Sin embargo, tuvo un éxito arrollador y "Mike Hammer" pasó a la radio, los tebeos y, finalmente, al cine, con la primera adaptación de su novela de debut, en 1953. A esta seguirían un puñado más, destacando la más conocida y respetada de todas ellas, "El beso mortal", 1955, y la más bizarra, "The girl hunters", 1963, que incorporaba al mismo Spillane en el rol del rudo detective. Aunque seguramente el "Mike Hammer" más famoso sea el que Stacy Keach interpretara para la televisión, en una longeva y famosa serie donde lo que más destacaba era su cabecera y el tema musical que en ella sonaba ("Harlem Nocturne" de Earle Hagen).
Por suerte o por desgracia, nunca he leído una sola novela original de "Mike Hammer", pero me consta que se trataba de un personaje muy amoral, bruto, machista hasta la muerte, amante de las broncas, alcohólico, orgullosamente misántropo, abiertamente patriota y anti-comunista (cuando Mickey Spillante murió el año 2006, para rememorar su creación un periódico lo comparó con mi querido "Harry Callahan"... pero yo creo que era incluso peor). Y no me trago que en el cine de la época, y mucho menos la televisión, fuese retratado como realmente era, ni aunque lo interpretase su propio padre. Lo lógico sería pensar que en una década como la de los 80 sí recibiera un trato justo, pero tampoco. Para esta nueva versión de la novela "Yo, el jurado" (con la que, como era de preveer, guarda muy pocos puntos en común. Por no decir que prácticamente ninguno. De hecho, y según los especialistas, la película mezcla dos novelas, la que le da título y "The Body Lovers"), se contrató a Armand Assante para que diera vida al personaje. Sin embargo, aunque chulesco en sus andares, Assante no terminó de dar la talla, ya no solo por ser bajito, también porque los guionistas (ya fuese Cohen o los que le sustituyeron) le desposeyeron de sus ganas de bronca, de su constante mala leche y de su alcoholismo (en la peli nos hacen entender que lo fue en el pasado, pero que ahora se mantiene al magren del vicio) y redujeron su machismo a lo esencial (es duro con las mozas, pero también es cierto que rechaza más de un ofrecimiento carnal para centrarse únicamente en la piva que le pone de verdad). El propio actor justificó esos cambios en su momento, alegando que aquellos eran otros tiempos y se habían adaptado a la corriente reinante. Es curioso ver cómo, entonces, nadie se lo tomó demasiado mal, mientras que hoy día sería brutalmente criticado por exceso de corrección política. A esos cambios "aceptados" por su condición "humanizante", están los que Larry Cohen escribió con fines desmitificadores. Al director de "Estoy Vivo" no le molaba nada "Mike Hammer", y se nota. En las entrevistas que he consultado, disfruta como un enano comentando cuán de gozoso fue para él hacerle llorar cuando descubre que han asesinado a su amigo (cosa esta que yo, de chaval, encontré lógica y normal) o cómo es manipulado cual monito por los de arriba que aprovechan su propia condición de semi-psicópata adicto al gatillo. Un apunte más, finalmente no respetado en la película conclusa, hacía referencia a que el detective descubría haber sido blanco de los intereses sexuales de su amigo muerto, lo que para un macho de su talla, era algo casi traumático. Curiosamente, los responsables de reescribir el material, decidieron darle a "Hammer" algunas escenas de lucimiento propias de su leyenda, como la del final, que no desvelaré pero que mola mazo (atención a su última frase/respuesta). Qué quieren que les diga, llámenme iluso, pero a mi me gusta así, que los duros ¡lo sean!, nada de ambigüedades ni polladas de esas. Claro que un desenlace tan contundente se cargaba otro que, a su vez, también habría sido de lo más chachi. "Mike Hammer" daba con el asesino de su amigo y ¿cómo lo ajusticiaba?, matándolo a hostias con el brazo ortopédico de aquel (que, les recuerdo, era manco).
El reparto de "Yo, el jurado" también es muy de su época. Junto a Assante (que posteriormente iría dando tumbos por la televisión, hasta su recuperación en "Los reyes del mambo tocan canciones de amor". Desde entonces no para quieto) y la Carrera tenemos a Alan King, Geoffrey Lewis, Paul Sorvino como los más famosos, y a Judson Scott (por increíble que parezca, lo recordaba por su modesto papel en "Star Trek 2, la ira del Kahn") o William G. Schilling (especialmente divertido haciendo de adúltero/putero en "Por favor, maten a mi mujer") como los menos. Merece la pena destacar a la mediocre Laurene Landon, que si siempre hemos visto asociada al cine de Cohen es porque, efectivamente, durante un tiempo fueron pareja. De hecho, en el rodaje de "Yo, el jurado" eran novietes. Él la había enchufado para encarnar a la secretaria de "Mike Hammer" y los productores decidieron mantenerla en el rol a pesar de haberse quitado de encima al maromo. Este, si ya estaba dolido por la experiencia, todavía tenía que tragar más quina cada noche cuando Landon llegaba a casa y le contaba cómo había ido el sarao y cuánto se estaban cargando su guión, a pesar de que los mandamases le pedían que no lo hiciera. ¡Qué cosas!. La amiga Laurene posteriormente desarrolló una carrera en películas de segunda regional (entre ellas "El poder de las armas" de Fred Olen Ray, donde era lo peor de todo el reparto, dolía verla) e incluso pudo gozar de algunos roles protagonistas, como los de (la aburrrrrida) "Hundra" y "Yellow Hair & the Pecos Kid", ambas dirigidas por Matt Cimber (Matt Cimbrel para los amigos), un nombre tan musical y bonito como el de Terry Marcel.
Por su parte, Larry Cohen, acojonado ante la idea de que su despido le proporcionara el nada deseable estigma de director incompetente, corrió a bucar un nuevo proyecto en el que centrarse, y este acabó siendo su mejor película, la altamente recomendable y entrañable "La serpiente voladora". Resulta que, a causa de los continuos problemas logísticos, "Yo, el jurado" terminó de rodarse a la vez que el nuevo film de Cohen y, básicamente, se estrenaron juntas. Es más, lo hicieron en la misma calle (suponemos que "Times Square") y en dos cines que caían uno frente al otro. Es ahí donde el amigo obtuvo su deseada venganza, porque mientras "Yo, el jurado" fracasaba, su peli (bastante más barata, pero también mucho más entretenida e imaginativa) triunfaba como la cocacola. Bien por él.
Y es que no me sorprende. "Yo, el jurado" había nacido ya condenada y, simplemente, las cosas siguieron su curso natural. Podría haber sido una gran película, un gran thriller vibrante, violento y sexy, pero como les he tratado de contar en esta pesadilla de reseña, se queda a medio gas... en todo. Incluso las escasas escenas de acción pura no nos ponen palote, aunque tampoco nos ofenden. Y todo ello envuelto en esa trama confusa y carente de garra.
Es visible, es soportable, pero no es imprescindible. Qué lastimica.

sábado, 20 de septiembre de 2025

EFECTOS ESPECIALES

"Efectos Especiales" es una película del año 1984 dirigida y escrita por el legendario Larry Cohen. Y todos sabemos de sobras que a este caballero le chorreaban las buenas ideas, aunque no siempre sabía trasladarlas del todo bien a la pantalla.
El punto de partida, pues, es cojonudo: Un director de cine en horas bajas recibe la visita de una aspirante a actriz. A los pocos minutos terminan encamados. Pero ella se da cuenta de que una cámara oculta los filma. Se mosquea y comienza a insultar al tipejo. Este, humillado, la mata estrangulándola. Obsesionado como está con la muerte plasmada en celuloide, decide convertir el material real en parte de un biopic sobre la muchacha, manipulando todo ello con el fin de evitar que cante su condición genuina y, de paso, logrando engatusar al policía que investiga el crimen y al viudo de la víctima, esperando que este último sea quien pague el pato. Para rematarlo, aparece una chavala que es idéntica a la asesinada y protagonizará el film, así como el consiguiente drama.
Ya me dirán si no suena bien. Cohen emulando y modernizado a Alfred Hitchcock. ¿Y lo consigue? no del todo. Cuesta decidir qué es lo que falla en "Efectos Especiales", pero algo falla. Quizás el tema "snuff" podría haber dado para más y Cohen lo deja ahí un poco al margen. Estéticamente toda ella resulta algo acartonada. E incluye una escena de amor tan hortera y ridícula que te crujirán los dientes de vergüenza ajena. Puede que también los personajes no enganchen, resultan algo antipáticos. O, directamente, tal vez sea cosa de los actores, poco carismáticos, especialmente la chavala (Zoë Lund, conocida por sus colaboraciones con Abel Ferrara en "Ángel de venganza" y "Teniente Corrupto") o su viudo, Brad Rijn (quien venía de coprotagonizar ese clásico del cine "indie" que fue "La chica de Nueva York" y limitaría el resto de su carrera a películas de Larry Cohen. Por algo será). Un pelín mejor se lo montan el poli que investiga el crimen, Kevin O'Connor (estuvo en "La maldición de los Bishop") y, por supuesto, el villano, Eric Bogosian, el único que haría algo de carrera posterior gracias a títulos como el "Hablando con la muerte" de Oliver Stone, "Eclipse Total" o "Desmontando a Harry" de Woody Allen, aunque a mi siempre me moló como el antagonista de Steven Seagal en "Alerta Máxima 2". No es que el hombre lo haga mal, ni mucho menos, pero no sé... tampoco termina de convencerme, la verdad.
Así pues, "Efectos Especiales" entraría en el grupo de las películas más o menos fallidas de Larry Cohen, aquellas en las que se nota su maestría a la hora de escribir (funciona muy bien cómo encadena hechos y situaciones), pero pierden fuerza al convertirlas en imágenes (incluidas esas tan típicas del cineasta rodadas sin permiso legal en pleno centro de Nueva York, con todos los viandantes mirando a cámara... aunque tampoco lo considero un fallo, más bien algo entrañable).

lunes, 29 de diciembre de 2008

LA SERPIENTE VOLADORA

“La Serpiente Valoradora” es todo un clásico moderno del fantástico que, aunque de entrada asusta por su estrambótico título, termina fascinando al más pintado de los aficionados. Se trata de una VERDADERA película de monstruos moderna, que bebe de los clásicos solo lo justo. En lo demás, tanto narrativa como estéticamente, es una puesta al día del cine que se hacía en los 50, sin nostalgia ni vacuas miradas al pasado.
Y todo esto se lo debemos a ese olvidado artesano del cine de género que es Larry Cohen, un hombre que lo probó todo, desde escribir guiones para la serie de “El Fugitivo”, pasando por el cine llamado “blaxplotation”, hasta hacerse un nombre gracias a la sagas de “Estoy Vivo!”, aquella del bebé mutante de tendencias asesinas, y “Maniac Cop” (en funciones de guionista y productor). Desde siempre Cohen ha rodado sus películas con absoluta libertad creativa, gracias a sus limitados presupuestos y su pasmosa facilidad para encontrar buenas historias.
Pero su mejor trabajo es “La Serpiente Voladora”. Una mezcla exótica de cine negro con película de terror en la que una secta acomete los más sangrientos y truculentos asesinatos con el fin de resucitar a su dios, la mentada criatura medio reptil, medio pájaro. Paralelamente se nos cuenta la historia de un perdedor con aspiraciones criminales, interpretado por el gran Michael Moriarty, actor fetiche de Cohen, y de los policías que lo persiguen, David Carradine y Richard Roundtree. El encuentro de ambas tramas dará como resultado una película cargada de imaginación, buenas ideas y mucha diversión.
Lo más admirable de “La Serpiente Valoradora” es cómo Larry Cohen consigue introducir la historia del monstruo mitológico en un contexto urbano moderno y que no dé el cante, las buenas dosis de gore ayudan a ello y las escenas en las que una criatura animada por stop-motion gracias al gran David Allen se enfrenta a la policía en lo alto del rascacielos Chrysler son de pura antología.... y más si tenemos en cuenta que para rodarlo, Cohen contó con el presupuesto que Steven Spielberg se gasta en cleenex.
Un clásico absoluto que merece ser rescatado.

domingo, 3 de abril de 2011

MANIAC COP 2

Pues no, esta vez la cosa no les sale tan bien como en la anterior.
Repiten Larry Cohen en la producción y el guión, y William Lustig dirigiendo (que, para la ocasión, se luce un poco más). El film denota un mayor presupuesto gracias sobre todo a unas pocas -bastante- espectaculares persecuciones. Y claro, hace gala de algunos "momentos Cohen" muy potentes, como la secuencia en la que los policías que practican tiro comienzan a recibir balazos desde detrás de las dianas (lo que da pie a un cacho que, aunque guapo, resulta muy deudor de "Terminator") o el clímax final, con el poli maníaco cumpliendo su venganza, a pesar de estar envuelto en llamas.
También esta vez Larry Cohen se esfuerza en ofrecernos una historia estructurada de modo que evite clichés e ideas previsibles, con sus gotas subversivas... sin embargo, como decía, la hazaña no se repite. De hecho, abundan los personajes desaprovechados (el poli interpretado por Robert Davi podría haber sido un pseudo-"Harry Callahan" cojonudo, pero no se le explota lo suficiente) y otros que molestan (la relación entre el poli asesino y un estrangulador que asola los clubs de striptease no convence demasiado). ¡¡Coño, si hasta hay una sierra mecánica y todo, a la que no le sacan nada de jugo!!.
Por lo demás, pues un poco lo mismo: Robert Z´Dar "vuelve de la tumba" para seguir vengándose de todo dios. Sorprendentemente los primeros en caer son los supervivientes de la anterior epopeya, sí, Bruce Campbell (¡¡argh!!, como duele eso!) y Laure Landon (yupi!). Así pues, el marrón pasa a las manos del poli duro interpretado por Davi y una psicóloga. Como decía, el maniac cop se asocia con otro maniac que le ayudará a regresar a la prisión de Sing Sing para machacar a los reclusos que lo convirtieron en lo que es.
En fin, tampoco es una nulidad completa, claro... se puede ver si no tienes nada mejor que hacer, pero sin prisas. Como sabéis luego hubo una tercera de la que el propio Lustig reniega. Tal vez la vea... nunca se sabe.
Ah! y sale Michael Lerner.

jueves, 2 de agosto de 2012

EL DICTADOR

Para rodar las películas de Sacha Baron Cohen, de las que soy declarado fan, se suele contratar al director especializado en comedia Larry Charles. Excepto en “Ali G. anda suelto”, que por otro lado es la más floja de sus películas.
No se muy bien cual será la función de Charles a la hora de enfrentarse a una película del cómico. Tras “Borat” y “Bruno”, llegué a la conclusión de que sin duda, el motivo de que “Ali. G…” fuera una peste y las otras fueran tan buenas, era posiblemente por su presencia tras las cámaras. Tras ver “El Dictador”, siendo también de su autoría, está claro que no.
Las pelis de Baron Cohen, necesitan de un director para que figure en los créditos, pero no son productos que necesiten de más dirección que la que Baron Cohen no pueda dar. Quizás la presencia del director se reduzca a la planificación… yo no lo se. Así que olvidémonos de la figura del director, porque el problema no radica en el. “El Dictador, es tan tonta y simple como “Ali G. anda suelto”, solo que Baron Cohen, con su estatus de provocador que tan buenos resultados le ha dado, riza el rizo –en un alarde ya obvio, e incluso repetitivo y exagerado- en cuanto a los chistes de mal gusto. Esta vez se ampara bajo el personaje de dictador de un recóndito parís de por ahí, para soltar todos esos chistes que nadie se atreve a contar. Así, con sus gags, se pasa de racista, de misógino, hace mofas sobre la pederastia, juguetea con la necrofilia, y todo lo que os podáis imaginar, y quizás de manera más expresa que en sus anteriores películas, porque ya se sabe triunfador absoluto. No me malinterpreten, celebré en la sala de cine estos chistes como el que más, algunos incluso me parecen brillantes, y si no fuera por ellos, la película se quedaría en nada. Es decir, “El Dictador”, son sus chistes.
Ahora, como película, a diferencia que “Borat” o “Bruno”, deja bastante que desear. Y es que Baron Cohen, intentando hacer una comedia al uso, no funciona si no es por la sal gruesa. Es en la cámara oculta y en el falso documental donde es un autentico astro.
Bien, el argumento es simple; Un dictador acude a USA llamado por la ONU, para que de explicaciones de su manera de gobernar. Una vez allí le hacen una encerrona para matarle, y que un doble le suplante e instaure la democracia en su país. Al no salir bien la cosa, el dictador, intentará volver por todos los medios a la ONU, para instaurar la dictadura de nuevo. Entre tanto le pasan las cosas típicas de aquél que no está en su terreno de juego.
Secundado por Ben Kingsley, al que se le agradece ver en una pantomima de estás, Ana Faris, totalmente fea por culpa de la caracterización, y todo sea dicho de paso, por la cirugía estética, y con cameos de Megan Fox, Chris Elliot o Edward Norton, no estamos ante una de las películas de nuestras vidas… pero eso si, nos descojonamos viéndola.

martes, 5 de abril de 2011

MANIAC COP 3

Lo sé, supongo que podríamos tildar este gesto de previsible.
Era previsible que finalmente viera y reseñara "Maniac Cop 3", por aquello de completar el círculo. Y es previsible, en cierto modo, que me haya gustado... incluso más que la segunda parte. Tal vez se deba a que en su día, harto ya de la franquicia, no le diera una oportunidad y por eso, ayer noche, me resultó más, ¿cómo decirlo?, fresca.
Viniendo de Larry Cohen (de nuevo guionista y co-productor) no sorprende que la historia se aleje un poco de la rutina general y busque otras vías más estimulantes. Robert Davi, el poli duro de la segunda, es el prota de esta. Una agente, que es como su versión femenina, resulta gravemente herida. La llevan al hospital donde queda en estado vegetal (y perdonen la rima, no pretendía resultar gracioso). Esto por un lado, por otro, y gracias al vudú (si, si, vudú) el maniac cop vuelve de la tumba... pero lo hace motivado por un fin: convertir a la policía en su novia. Se cepillará a todo aquel que intente desenchufarla, mientras Robert Davi le pisa los talones.
El elemento vudú es una de las cosas que más chocan de entrada, y que más enemigos le ha granjeado a esta peli. Bien, reconozco que es un poco "pallá", pero una vez lo tragas, deja de molestar y se integra bien en la trama. Además, contribuye a que este "Maniac Cop 3" encaje más en los parámetros del terror que las otras dos. De hecho, incluso William Lustig (que se piró del plató y fue sustituído por un tal Joel Soisson. De ahí que reniegue del flin) se curra una atmósfera tirando a tétrica gracias al hospital -y sus recovecos- donde se desarrolla gran parte de la acción. También el tempo se adecúa más al cine de horror puro que al de acción, ya que persecuciones chanantes y espectaculares solo hay una, al final... eso sí, es la bomba y, probablemente, sea la mejor de toda la franquicia (el poli maníaco conduciendo en llamas).
¿"Momentos Cohen"?, los hay... claro, la charla inicial entre Davi y la agente mientras practican tiro al blanco o el desenlace, aparentemente típico, pero con un simpático giro que lo hace excelente. Otro aspecto muy Cohen es que, en esta tercera parte, maniac cop casi es un personaje secundario, una excusa "barata" para que se vaya desarrollando la historia por otros derroteros, lo que no deja de tener gracia. De hecho, lo más flojo de la función son sus intervenciones.
En el reparto, a parte de los mentados (incluido aquí Robert Z´Dar como monstruo), destaca curiosamente Jackie Earle Haley, sí, el mismo Haley actualmente más conocido como el nuevo "Freddy Krueger" o el "Rorschach" de "Watchmen". Le acompañan en papeles escuetos Ted Raimi y Robert Forster (este segundo especialmente chorra). Otro rostro reconocible es el de Paul Gleason. Y aunque resulte absurdo mencionarlo, me hizo mucha gracia descubrir a un actor negro con rastas que aquí se marca un papel de currelas y en "Agárralo como puedas 33 y 1/3" interpretaba uno de los más simpáticos gags (el del taxista de aspecto extranjero que luego resulta hablar perfectamente el inglés), se llama Jeffrey Anderson-Gunter.
Lo dicho, queda a kilómetros de la primera, pero supera a la segunda y, como producto de evasión, funciona. De hecho, toda la trilogía va de puta madre si lo que buscan es un antídoto contra el aburrimiento o la depresión.

domingo, 8 de febrero de 2009

MUERTO EL 4 DE JULIO

Tras el éxito cosechado con sus dos primeros "Maniac Cop", William ("Maniac") Lustig y Larry ("La serpiente voladora") Cohen decidieron unir fuerzas de nuevo (el primero director, el segundo guionista) y rodar otra peli de terror y, ¿por qué no?, intentar dar vida a otra posible franquicia. Desafortunadamente, la cosa no cuajó, y "Uncle Sam" (título original, aunque el Español tampoco está mal, como coña a costa del respetado film de Oliver Stone y Tom Cruise) quedó como un producto más del montón... y eso es precisamente.
Lo triste es que partía de un material muy jugoso (si algo le sobra a Cohen, son buenas ideas). Un marine muere en Kuwait en manos de su propio ejército a causa de un error de cálculo. En lugar de quedarse muerto, revive gracias a la fe que su sobrino tiene en él, ya que el chaval lo admira profundamente. De nuevo en casa, el tipo, convertido en un zombie oculto tras un disfraz del Tio Sam, montará una escabechina entre anti-patriotas y ex-hippies... vamos, que todo aquel que no comparta su actitud patriotera acabará feneciendo de las más diversas formas (aunque ninguna especialmente ingeniosa).
El personaje contaba con un origen y un look lo suficientemente guapos como para ser un nuevo psycho-killer molón. Sin embargo, el problema que tiene es que no cae simpático. A fin de cuentas no deja de ser un puto militar con ideas ultra-conservadoras... y nadie es más enemigo del horror y el gore que ESA clase de personas. A lo mejor por eso mismo los fans potenciales no le encontraron demasiado atractivo.
Obviamente, el film es más de tirón anti-patriotero... pero tampoco os creáis que mucho. Se aferra en exceso a las convenciones del slasher más trillado, el gore es poco llamativo y, encima, se parece demasiado a la famosa "Deathdream" de Bob Clark (es como la versión para lerdos de aquella). Se deja ver, sí, pero con Lustig y Cohen detrás, uno espera bastante más (de hecho, el propio realizador no tiene demasiadas buenas palabras que decir de ella).
En el reparto destacan algunos nombres bastante conocidos, Robert Forster, P.J.Soles, Timothy Bottoms, Bo Hopkins, William Smith... aunque casi todos tienen papeles más bien escuetos, resaltando con mayor protagonismo tenemos el legendario Isaac Hayes. En el apartado técnico destaca Roy Knyrim (maquillajes), entonces futuro director de "Cemetery Gates", "Night Skies" y "Death Racers".
Después, Lustig se retiraría de la dirección hasta hoy (últimamente había oído por ahí que estaba pensando en unir fuerzas de nuevo con Cohen y retomar las aventuras del poli maniáco... pero puede que solo sea un rumor).
En realidad lo mejor son los títulos de crédito iniciales.
Está dedicada a Lucio Fulci.

viernes, 10 de febrero de 2012

MIEDO Y ASCO EN LOS "ENCANTS"

El pasado Miércoles, el amigo Norman y un servidor regresamos al mercadillo de los "Encants" en busca de más emociones. Y caray si las obtuvimos... unas cuantas. Las más interesantes de ellas quedaron plasmadas en las imágenes que siguen:


INDIGNACIÓN: Nada más aterrizar, nos encontramos el poster original de la época de la mejor película de Larry Cohen, "La serpiente voladora", vilmente destruído y masacrado. Mal tirado en el suelo. Resultaba genuinamente doloroso ser testigo de cada pisotón que recibía. ¡Mecagontó!, de estar en condiciones, me lo hubiera comprado sin pestañear (bueno, vale, según el precio).



PERPLEJIDAD: ¿Qué otra reacción puede provocar este extraño, horrible, precioso e inquietante cuadro?. A saber de dónde lo sacó el amable caballero que lo tenía expuesto para la venta en su stand... su paradita... hum, bueno, su puta alfombra llena de mierda. ¿Quién lo pintó?, ¿por qué?, ¿qué pretendía?... terrorífico, ¿no?.


ALGARABÍA: A falta de cintas de vídeo, nos conformamos con hurgar en una caja llena de muñequitos. Y Norman localizó para mi este que véis, el de Fraga (muy oportuno, ¿era una señal?) perteneciente a la colección de los "Monclis". La gracia de todo esto es que, tal y como contaba en la entrada que hice dedicada a tales muñecos hace unas semanas atrás, el de Fraga era mi favorito, y por algún extraño motivo, lo extravié... por eso, volver a disponer de el, en un estado de conservación perfecto, y por solo 1 euro, fue toda una alegría.

Hubieron algunas cosillas más (como localizar un tebeo de "Juez Anderson" justo en el momento en que hablábamos de ella, el fascinante álbum de recortes deportivos del año de la pera, muchas cámaras de super 8, un inquietante hombre lobo de gomaespuma...), pero las más destacadas son las tres que aquí les dejo en formato pseudo-fotográfico. Ir a los "Encants" es siempre una aventura.

viernes, 26 de agosto de 2011

AMERICAN GRINDHOUSE

Célebre y oportuno (¿oportunista?) documental sobre las famosas y ya algo cansinas "Grindhouses", o lo que es lo mismo, el cine "exploitation" al completo. Como ya hiciera "Schlock! The Secret History of American Movies" en su momento, lo que aquí tenemos es un depurado repaso a la historia del fenómeno, desde su prehistoria, pasando por los pioneros (el hijoputa de Dwain Esper, Kroger Babb...) hasta los autores de la etapa intermedia, donde pasan lista a todos los subgéneros en auge: erotismo, gore, nazis -muy curiosa "The Tormentors"-, beach movies, mujeres entre rejas y la inevitable blaxploitation (que, curiosamente, para mi fue la parte más interesante, tal vez porque no es este un tipo de cine que me guste demasiado). Le sigue el boom del porno (muy superficialmente) y de ahí, al revival perpetrado por el odioso Quentin Tarantonto. A ver, está bien facturado y tiene mucho ritmo, pero se echan de menos dos cosas. Por un lado, hubiera sido agradecido tocar todas las categorías un poco más a fondo, con más detalle y, por otro, ¿¿por qué todos los documentales sobre el fenómeno pegan un salto de la decadencia de inicios de los 80 al revival Tarantiniano??, quiero decir, los video-clubs fueron el siguiente gran "boom" y cuna de toda una nueva generación de "exploiters" que, por norma, suelen ser ignorados. Es un tema este que sería harto interesante tratar en algún libro o documento audiovisual, ya saben, la escudería de Charles Band, David DeCoteau, Don Dohler, Roberta Findlay en solitario, incluso Andy Sidaris... de hecho, en "American Grindhouse" uno de los entrevistados no es otro que Fred Olen Ray. Y tal y como le dije a mi acompañante ayer, el director de "Bad Girls from Mars" era el único de todo el pitote que había sido un genuino "exploiter moderno" y, en cierto modo -y adaptado a los nuevos tiempos- lo seguía siendo. El resto, pues o nombres de prestigio que fueron testigos o sutiles partícipes como John Landis, William Lustig y Joe Dante o directores que vivieron el momento desde dentro y a piñón, como Herschell Gordon Lewis, Larry Cohen (grandes declaraciones las suyas), Jack Hill o Don Edmonds, que tiene la entrevista más divertida del pack cuando cuenta el gen de su famosa/infame "Ilsa, la loba de la SS". Con todo, un visionado interesante, instructivo y entretenido. Podría haber sido mejor, pero también peor.

martes, 3 de julio de 2018

EL REPUBLICANO

Suele ser habitual que los directores principiantes pongan bastante de sí mismos a la hora de realizar sus óperas primas: en el caso concreto de “El republicano” esta refleja a la perfección el recorrido biográfico, tanto vital como profesional, de su máximo responsable, el actor David Arquette, más conocido entre los aficionados por interpretar al pusilánime Dewey Riley de la saga “Scream”. De esta manera, Arquette tuvo por un lado la suerte de nacer y crecer en una comuna junto a sus padres y a sus cuatro hermanos, los también actores Alexis, Richmond, Rosanna y Patricia. Mientras asistía al desmesurado e imparable desarrollo de los atributos de sus hermanas mayores, y seguramente con el objetivo de alejar todo tipo de pensamiento incestuoso de su mente (esto es sólo una suposición mía) el pequeño David optó por compensar la libertad y el buenrollismo post-hippie que reinaba en su familia refugiándose en los cines de reestreno y de programa doble, en los cuales - y al mismo tiempo que se hacía fan de clásicos del terror de la Universal como "Drácula" o "Frankenstein" - también se fue aficionando al cine de supervivencia tan característico de los 70 así como al slasher de principios de la siguiente década, encontrándose de este modo entre sus favoritos títulos como "Deliverance", “Viernes 13” o, muy especialmente, “La última casa a la izquierda” y el “Halloween” carpenteriano.
El hecho de que su adolescencia transcurriera en el nucleo más duro de la era Reagan unido a la relación de amistad que mantuvo años después con Wes Craven, merced a su colaboración en la saga protagonizada por ghostface, hicieron el resto a la hora de decidir el tema de su debut tras las cámaras. Tan dispares elementos confluirían un día en la cabeza de Arquette mientras éste se encontraba asistiendo a un concierto de reggae que se celebraba en plena naturaleza con motivo de la conmemoración de "el día de la marihuana", también conocido como "el día internacional de la fumada de porros" (¿?) que se celebra todos los años el 20 de abril. Según recordaba Arquette: "Debido a la desorganización que imperaba en aquel festival empecé a emparanoiarme. Tenía la sensación de que todo estaba fuera de control. Luego, y para empeorar aún más las cosas, cuando se hizo de noche estaba todo tan oscuro que no era capaz de encontrar a mis amigos, ya que a ninguno de nosotros se nos ocurrió llevar una linterna al evento. Justo en ese momento me dio por pensar, "¿No sería genial que a alguien se le fuera la pinza y comenzara a cargarse a todos estos hippies?" De esta manera, a partir de la idea de realizar un body count protagonizado por un asesino en serie de ideas conservadoras, y teniendo como mayor punto de referencia a la propia saga "Scream" y su desmitificador sentido del humor, Arquette y el guionista Joe Harris ("Darkness Falls") pergeñaron un slasher de manual que incluye absolutamente todas las constantes que caracterizan al subgénero: de esta forma, aquí no faltan el psychokiller enmascarado que oculta un trauma de niñez, el grupito de neohippies que viaja en una furgoneta, y que tendrán el inevitable encontronazo con un grupo de rednecks de camino al concierto, así como el viejo que alerta de la amenaza que se oculta en el bosque o la consabida final girl, interpretada en esta ocasión por la deliciosa Jaime King ("Sin City").
Lo mejor, y a la vez lo peor, de esta película es que a pesar de incluir referencias postmodernas a "El equipo A" o a "El exorcista" sus responsables se atienen de una manera tan estricta a las reglas del slasher que "The Tripper" acaba siendo exactamente igual de coñazo que los títulos más representativos del género, con el agravante de que éste que nos ocupa ni siquiera es tan original (en lo que respecta al slasher con connotaciones políticas, Larry Cohen ya se les adelantó unos años antes con "Muerto el 4 de julio") ni tampoco tan gracioso como se pretende, por mucho que cuente con el plus de presentar a un sosias de Reagan que, hacha en mano, se dedica a desmembrar jipiosos.
De todas formas, y a pesar de sus puntuales aciertos, es una pena que Arquette no muestre aquí el talento suficiente para llevar el género un poco más allá como sí lo hizo en cambio a lo largo de su carrera, y en más de una ocasión, su mentor Wes Craven: así las cosas, la sátira y el metacine se desestiman en favor de los consabidos chistes de fumetas y la oportunidad de crear a un nuevo icono del terror a partir de la figura de este "The Tripper" se desaprovecha al mostrarse Arquette incapaz de otorgarle una personalidad propia que defina y distinga a su protagonista de los Michael Myers, Jason Vorhees y compañía. Al menos sus responsables no escatiman a la hora de desplegar a lo largo del metraje un gore bastante burro y escatológico y de mostrar sin ningún tipo de tapujos culos, felpudos, tetas y pollas hippies: algo es algo.
En su magnífico reparto, y junto al propio director, nos podemos encontrar con un Thomas Jane que por aquella época estaba casado con Patricia Arquette, y que acababa de encarnar a "El castigador", Lukas Haas ("Unico testigo"), Balthazar Getty ("Carretera perdida"), Paul Reubens (¡el mismísimo Pee-Wee Herman!), así como los cameos de Wes Craven y Courteney Cox (esposa por aquella época de Arquette) o a un Jason Mewes ("Clerks") que aquí, y para variar, también interpreta a un fumeta que va durante toda la peli más puesto que Maradona en una rave, seguramente tanto delante como detrás de las cámaras.
Aunque como ya apuntábamos sea un poco aburrida y previsible y falle asimismo a la hora de seguir los pasos de los superiores modelos en los que se mira, gracias a lo atractivo de su premisa y a su falta de pretensiones "El republicano" resulta ser al final, y a pesar de su mediocridad, una serie B inevitablemente simpatica. Así las cosas, si eres un fan curtido del género su visionado ni te cambiará la vida ni tampoco te defraudará en exceso. Una peli del montón, en definitiva.

martes, 29 de diciembre de 2009

TORRE DE CRISTAL (DARK TOWER)

Ayer noche, y gracias a la magia de internet (y a un adicto al horror que cuelga productos oscuros de los 80 en youtube y a cachitos, ¡gracias!), pude zamparme esta misteriosa película que llevaba ya unos meses persiguiendo. ¿Por qué tanto interés?, básicamente por el hecho de estar rodada en Barcelona, con un edificio muy característico (y próximo a mi casa) como eje central, y también por su condición de rareza. Pero vamos por partes.
En un imponente rascacielos de oficinas comienzan a pasar cosas raras y, peor aún, mortales. El limpia cristales cae desde su tarima previo inexplicable empujón.... un segurata queda atrapado en un ascensor que se precipita al vacío... un poli saca su pistola y comienza a disparar al personal, aunque el blanco de sus intereses es una mujer, arquitecta responsable de la edificación y viuda reciente. ¿Podría tratarse de su marido que, desde el mas allá, intenta acabar con ella?... pues podría, sí.
Centrándonos en cuestiones puramente turísticas y sentimentales, el papel que tiene Barcelona en "Dark Tower" es como mero telón de fondo. Podemos ver algunos puntos clave de la urbe (entre ellos el Arco de Triunfo, lugar donde se concentran todas las tiendas de contenido, digamos, "fricoso"... ya saben: comics, cine, rol, etc) y otros algo menos transitados (¿mostrar la degradada zona del casco antiguo?). En fin... ¡ya ven cómo han empeorado las cosas!, en los 80 teníamos "Dark Tower" y en la actualidad ¡a Woody Allen y su troupe!, que lástima.
En cuanto a la peli en sí, pues... bueno, hace falta un poco de paciencia para verla. Casi parece un telefilm, es sosilla, plana, sin garra, sin "color", no se... muy insípida, todo cristo habla mucho (incluso cuando están solos) y no hay excesos del tipo interesante, especialmente truculentos. Es rutina pura. Llaman la atención la aparición final de un espectro / zombie, entre molón y patético y el "Interviu" que uno de los seguratas tiene en su mesa. Dado que la vi en versión original (no teman, pillo el inglés lo suficiente), me hizo especial gracia descubrir que, en el doblaje posterior, y para poner voz a los extras, se buscaron dobladores sudamericanos.
Centrándonos en el reparto, destacan Michael Moriarty (en los créditos bautizado como Moriarity ¿?, musa de Larry Cohen), Jenny Aguter (la enfermera de "Un hombre lobo Americano en Londres"), Carol Lynley (estuvo en "Vigilante" de William Lustig), Anne Lockhart ("Al filo de la medianoche" y "Troll") y el entrañable Kevin McCarthy en un rol muy segundón (prota del "Invasion of the Body Snatchers" original y habitual en los repartos de Joe Dante). En el apartado patrio están Ramiro Oliveros (en su curriculum encontramos "Viaje al mas allá" y el "Virus" italiano), Ricardo Azulay (luego en "Angustia") y el productor Paco Poch.
Pero lo realmente singular lo hallamos en las tareas de director. Un tal Ken Barnett se responsabiliza de ello, aunque se trata de dos mentes distintas, por un lado el prestigioso Freddie Francis (realizador de algunos clásicos del horror inglés, incluida la "Hammer", y ganador de dos Oscars como director de fotografía) y por otro Ken Wiederhorn (responsable de cosillas del calibre de "Ondas de choque", "Los ojos de un extraño", "Desmadre en la universidad", "Los Albóndigas atacan de nuevo" o "La divertida noche de los zombis"). En "Dark Tower" Wiederhorn ejerce de co-guionista y co-productor. Aunque el culebrón no está muy claro, por lo visto acabó siendo sustituido por Freddie Francis a mitad de rodaje... de ahí la combinación de nombres y el seudónimo común (especialmente porque el veterano cineasta británico no quedó nada contento con el resultado final).
Curiosa pero prescindible hasta las trancas.

sábado, 7 de marzo de 2020

TRUE INDIE

No es que sea fan de Don Coscarelli, ni mucho menos. La única peli suya que poseo legalmente es el primer "Phantasma" y tampoco me vuelve loco, pero le tengo aprecio. A partir de ahí, me hicieron gracia en su día alguna de las secuelas de aquella, pero poca cosa más. Sin embargo, me apasiona leer biografías y autobiografías de gente de cine, especialmente si se dedican a mi género favorito... muy a su pesar. Y sí, me temo que Coscarelli es exactamente como el 95% (el otro 5% pertenece al gran John Carpenter) de los "maestros del horror" que arrancaron durante los años setenta, alguien que dio sus primeros pasos muy muy joven rodando nada menos que un melodrama con padre alcohólico e hijo sufriente. Quería ganarse un respeto desde buen principio, hacer cine de calidad, pero eso no da pasta. Tampoco la dio su siguiente obra, una comedia amable proto-nostálgica titulada "Kenny & Company", así que finalmente se rindió a la evidencia: Hay que facturar una de terror, que son las que funcionan en taquilla. Y joder si funcionó. Pero junto a los billetes verdes viene el encasillamiento por parte de industria y fandom, especialmente estos últimos, que no dejan a sus héroes avanzar y probar cosas distintas. Les aman tanto que les condenan a terminar visitando convenciones, sentándose tras una triste mesa, cobrando por firmar posters y posar en fotos al lado de retardados con sobrepeso. Fatídico día aquel en el que el amor por el cine de terror se convirtió en una religión. Una secta. Muy deprimente.
Pero Don Coscarelli quiere dejar claro que, a pesar de todo, es un tipo feliz y enfoca todos los episodios de su vida con alegría. Incluso los más miserables, como la ocasión en la que se lió a producir de forma totalmente amateur la infame "Phantasm: Ravager". Para otro hubiese sido el último clavo del ataúd, pero no para él, que lo tomó como un regreso a sus felices tiempos de estudiante. Entre medias, pues nos da envidia explicando lo bien que se lo pasó cenando junto a Carpenter, John Landis, Stuart Gordon o Larry Cohen en un encuentro coleguero. Cómo se reunía con Sam Raimi para intercambiar anécdotas. O recurre al socorrido Quentin Tarantino para explicarnos que lo conoció cuando era un pipiolo y aconsejó sabiamente... hasta que el dire de "Malditos Bastardos"  alcanzó cotas demasiado elevadas como para seguir tratando con el bueno de Don Coscarelli. Un cineasta sencillo, que ha sufrido constantemente el rechazo de grandes productoras y, puntualmente, algún festival de renombre, viéndose obligado a buscarse las habichuelas, conseguir la pasta por su cuenta (aunque siempre contó con el apoyo -económico y anímico- de sus generosos padres), tragarse el orgullo innumerables veces, arrastrarse otras tantas y rodar películas desde la independencia más absoluta que, no obstante, suelen tener un acabado harto profesional (un buen título alternativo para el libro, teniendo en cuenta todo lo dicho, sería "True Indie... porque no me quedan más cojones").
Por fortuna, Coscarelli no pierde el tiempo con chorradas. Desde buen principio el libro se centra en la confección de sus películas, de la primera a la última, usando para ello una prosa super-sencilla, sin florituras, ni absolutamente nada que complique o enturbie la lectura. Es cierto que no detalla mucho algunos aspectos de sus rodajes que podrían ser interesantes, pero se centra en otros nada desdeñables y que despiertan una sonrisa. No tenía ni idea que "Beastmaster" himself, Marc Singer, era un auténtico capullo que hizo la vida imposible a su director. Y se/te pone tierno cada vez que habla de sus inseparables Michael Baldwin, Reggie Bannister, Bill Thornbury y Angus Scrimm, al que dedica un muy sentido capítulo. Los llama "phamilia" y, visto lo visto + leído lo leído, no es para menos.
Recomendable.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

MIS FOTOGRUMOS FAVORITOS 2- POPURRÍ

Se aproxima el final de esta sección, "Mis fotogrumos favoritos 2", y ante la duda de que hacer con una serie de escaneos sin especial conexión entre ellos, ni nada excesivamente destacable como para dedicarles una entrada exclusiva, decidí rejuntarlos con la excusa del popurrí. Y el resultado, es el siguiente:
Un anuncio de los famosos libros de "Campo de batalla: La tierra", esos que inspiraron una película de magro recuerdo y que firma el inventor de aquella famosa secta.
Vale, el siguiente recorte es trampa, porque no pertenece a ningún "Fotogrumos". En realidad salía en la revista "Pronto". Pero la ocasión era perfecta y decidí colarlo ahí, con dos cojones... y dos tetas. Algunos podrían escandalizarse porque Sabrina lo enseña todo y Don Johnson no, pero si lo miras bien, las tetas de él también están al aire, así que nada que objetar.
Y para terminar, tenemos una crítica BUENA! de "La serpiente voladora". Si la escaneé y puse aquí se debe a que, mientras hoy es de lo más normal leer una parrafada positiva sobre el clásico de Larry Cohen, hacerlo en la misma época de su estreno se antoja como algo tan raro que, en fin, merecía la pena destacarse.
Enjoy...





lunes, 13 de abril de 2020

SEX AND THE COLLEGE GIRL

Curiosa  e ignota película adscrita a las “beach movies” cuyo valor radica en el tratamiento que se le dio a la misma por parte de los distribuidores en el momento que se estrenó.
También conocida como “The Fun Lovers”, se trata de una pequeña película de bajo presupuesto inspirara en la novela de Helen Gurley Brown, “Sex and the single girl”. Curiosamente ese mismo año, y amparada bajo Warner Brothers, se estrenó la película “La pícara soltera” con Tony Curtis y Natalie Wood, que fue todo un éxito y que se inspira en la misma novela que nos ocupa. Lógicamente, “Sex and the college girl”, que con variantes cuenta prácticamente lo mismo que “La pícara soltera”, rápidamente se vio apartada de los canales de distribución incapaz de pelear con el gigante de Warner, por lo que, rodada en 1964, la película se quedó en las latas, reposando en algún mugriento almacén.
Sin embargo con el auge del exploitation y de los drive-in, fueron muchos los distribuidores que compraron películas que no llegaron a estrenarse en su momento, por lo que en 1970, seis años después de su rodaje, fue comprada con intención de estrenarse en autocines. Lógicamente, estamos ante una película blanca, blanquísima, aunque su título sugiera lo contrario, por lo que se le hizo un lavado de cara con el póster para hacerla comercial y que el público pensara que iba a ver, por lo menos, un porno soft, con esa muchacha sacando levemente la lengua en actitud concupiscente. Nada más lejos, eso ni tan siquiera aparece en la película, ya que “Sex and the college girl” aunque sugiere relaciones sexuales entre sus protagonistas —nos muestran a un par de jóvenes entrando en una habitación y cerrando la puerta para que el resto lo ponga la imaginación— no hay ni una sola secuencia en la misma que pueda despertar la lívido del espectador. De hecho, la película es bastante insustancial y banal en tanto que cuenta como un par de vividores de vacaciones en un resort en Puerto Rico, se dedican a ligar con señoritas universitarias que también pululan por allí. Uno es más ligón y al otro le cuesta más, y llegan a saltar las tensiones entre ellos. Y nada más, la película, básicamente, se compone de conversaciones entre los personajes en las que hablan de lo bien que le fue con tal o cual chica la noche anterior. Todo muy aséptico, muy para todos los públicos y muy de los sesenta.
La película es entretenida y amable, cuenta con un par de numeritos musicales lounge que son maravillosos, pero en realidad se queda a varios kilómetros de ser una buena película, es más bien tirando a mala, pero no tanto como para que treinta años después, en plenos 90, una colección de películas en VHS la incluyera dentro de un pack con “las películas más sórdidas de la historia del cine”.  Yo creo que es una película muy en la línea de las que hizo Elvis Presley, pero con un poquito más de gracia.
Otra de las cosas por las que destaca la película, es por tratarse de la primera en la que aparece Charles Grodin en un rol protagonista, ya con la cara de perro que le caracteriza y con esa vis cómica innata que arrastra consigo con solo poner cara de asco. Está muy bien Grodin, como siempre.
Dirige la cosa Joseph Adler quien después de esta, sí que se dedicaría al cine exploit con mentalidad exploit (que esta no la tenía…) dirigiendo títulos como “Scream, baby, scream” con guion de Larry Cohen y que más tarde distribuiría la Troma o “Convention girls” ya en los 70. Después se retiraría de la dirección cinematográfica para volver en los 90 con una última película titulada “Doubles” que adaptaba una obra de teatro de Broadway y que pasó totalmente inadvertida.
Muy curiosa “Sex and the college girl” y muy curioso Joseph Adler.

miércoles, 14 de febrero de 2024

GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 34 (MARICONADAS VARIAS E)

Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique", "Impact" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....

Y siendo hoy 14 de Febrero... con más razón aún.

En una reciente ocasión, el irritante pijillo de flequillo nervioso que se dedica a verborrear sobre libros ignotos (o de sus amiguitos) en "Cuarto Milenio", calificó al "Capitán América" de Albert Pyun, sin ápice de duda, como "la peor película de superhéroes de la historia". ¡Aaaaayyy el puto mainstream! como me cabrea cuando estos papanatas aseveran sobre materias que desconocen y atontan -aún más, si cabe- a su audiencia. Unos meses antes, Iker había mentado de pasada "Supersonic Man". Es decir, la conocía. Entonces, ¿por qué no interrumpir a su interlocutor para aclarar que hay pelis de superhéroes peores que la de Pyun? ¿pa qué? supongo que el ser española la libró de recibir tal desprecio (ya sabemos lo mucho que le pone la marcasssssspaññññña al rechoncho Don Jiménez), pero sería lo justo... y al lado que sitúen a "El hombre puma" o... "Thor: Love & Thunder" (jajajaaa!! y no, no es que nos apuntemos al linchamiento público de "Marvel Studios" -ya saben cómo es la gentuza-, pero esa era mala a rabiar). Independientemente de la más que discutible calidad del film de Albert Pyun, lo cierto es que siempre me han hecho mucha gracia cómo el Capi y su eterno enemigo Cráneo Rojo lucían en sus grumosos fotogramas.


Del griego de oro Nico Mastorakis hemos hablado ya unas cuantas veces por estos lares. Su historia no tiene desperdicio. Salió de las islas para hacer las Américas y lo consiguió. Eso sí, a base de subproductos y explotación... pero dentro de cierta categoría. Pudo contar con medios razonables y algún rostro más que popular. Sin embargo, superados los noventa, comenzó a rebajar el ritmo y, hoy, casi podría decirse que ha semidesaparecido. Por todo ello, valga la foto del hombre en acción en plenos ochenta junto a una cámara tocha de 35mm, nada menos. De cuando estos mercenarios aún podían permitírselas.
Debajo, una sugerente instantánea de uno de sus films más populares -y reconocible caratula para aquellos adictos al vídeo-club-, "Cita Ciega", en la que se delatan sus maneras y se aclara diáfanamente por qué Mastorakis nunca abandonó el panteón de los exploiters, por mucho que lo intentó (la moza no es otra que Marina Sirtis, entonces futura fantasía pajera de trekkies).

En "The man who loved Hitchcock" el maestro del suspense in person (al que da vida el gran Peter Ustinov) es acosado por un fan obsesivo y peligroso, uno que comienza a cometer crímenes inspirándose en las películas de su héroe. Alfred abandonará la masiva ingestión de donuts para detenerle.
¿A que suena bien? pues entonces les disgustará saber que esta película jamás llegó a realizarse. Fue uno de los muchos proyectos chispeantes pero sin producir del legendario Larry Cohen. Si eso, por un lado, incrementa el dolor, saber que el tono iba a ser de comedia lo suaviza. Cada vez que el director de "La serpiente voladora" ha tirado de humor, le han salido churros considerables. ¿Recuerdan aquella cosa horrible titulada "Regreso a Full Moon"? ¿y no eran los pasajes graciosos de "The Stuff/In-Natural" altamente irritantes? Poseso.

Y hablando de poseso... de posesión... de... hummm.
Eventualmente nos da mucho gustito recurrir a imágenes de películas explotadísimas pero por las que sentimos distintos grados de estima. Si, además, dicha estampa no está demasiado sobada, pues entonces ¡¡cojonudo, oiga!! Es el caso aquí presente, con tía Henrieta (es decir, Ted Raimi) asomando por el sótano en "Terroríficamente Muertos" a la manera que lo hacía Cheryl en "Posesión Infernal". Una foto de naturaleza puramente promocional -o incluso nostálgica- ya que, asíN, no sale en la peli. "Mad Movies" la publicó en su día, cuando el estreno del film estaba aún pendiente, al menos en España. Así que, ¡se imaginan el subidón! ver un instante tan icónico actualizado resultó altamente regocijante.
Quien me iba a decir entonces que, con el paso de los años, lo vería recreado chorromil veces más, a cada cual con menos gracia.
Una tragedia y de las tochas.

jueves, 22 de septiembre de 2011

EL PODER DE LAS ARMAS

Tengo un ejemplar de la revista francesa "Impact" -Octubre del 87- con una entrevista muy maja a Fred Olen Ray (pueden disfrutarla aquí) En ella, el amigo comenta literalmente que le gustaría trabajar para compañías de más peso como "New World Pictures" o, ya puestos, "Paramount". Sí queridos, Ray tuvo también sueños de grandeza. Nadie nace aspirando a ser el rey de la serie B o Z. Por eso "El poder de las armas" (originalmente titulada "Armed Response" y "Respuesta armada" en su "nueva" versión castellana) es una peli tan importante en su carrera. Fue la primera (¿y la única?) que rodó con un presupuesto algo holgado (un millón y medio de dólares del año 1986), la primera para la que tenía un equipo en condiciones (en "Impact" cuenta lo flipante que le resultó ver una calle entera cortada para su rodaje y con una filera enorme de caravanas) y la primera distribuida por una "major". Diré más, fue la única peli de Fred Olen Ray estrenada en los cines de Barcelona. Incluso se habló de ella en algún que otro programa dedicado a los estrenos semanales. Inaudito. A toda esta ensalada de virtudes, debemos añadir una más: seguramente sea su peli más soportable y entretenida.
Dos detectives contratados por la mafia japonesa la lían parda en un intercambio de intereses. El uno traiciona al otro. Este segundo, muere, por lo que su familia al completo decide tomarse la revancha.
Llevo tantos años viendo ponzoñas firmadas por Fred Olen Ray que había olvidado lo placentero que resulta, para variar, encontrarse con una realmente visible. "El poder de las armas" es un thriller de acción sencillito, correcto, pero sobre todo, que no aburre y pasa relativamente rápido (además dura 80 minutos). Bien facturado técnicamente, con las justas dosis de explosiones y tiros y un reparto muy carismático y simpático que, esencialmente, contribuye también al buen regusto que deja. Acompañando a los astros David Carradine y Lee Van Cleef (este segundo especialmente gracioso), nos encontramos un montón de rostros de serie B como los de Dick Miller (un clásico en el cine de Roger Corman y Joe Dante), Laurene Landon (musa de Larry Cohen), Brent Huff (trabajó en más de una ocasión para Bruno Mattei) o el mítico Michael Berryman (el feo de "Las colinas tienen ojos" original) en el rol de un simpático matón al que le encanta repartir galletas de la fortuna. En el lado de los malotes (bueno, Berryman también entra), mucho rostro asiático reconocible de mucha peli videoclubera, destacando el jefe de todos ellos, Mako, que has visto en tropecientos títulos (realmente, "El poder de las armas" parece un regreso a la época en la que la serie B de Hollywood estaba volcada en explotar el "terror amarillo", dato este evidenciado por el visionado de uno de esos añejos films en un televisor). Y claro está, no podemos olvidar a la escudería Olen Ray, que salvo Ross Hagen (otro de los malos), se limita a papeles muy pequeños o minúsculos: Susan Stokey, David O´Hara, Dawn Wildsmith (ex-señora Ray), Bobbie Bresee, Fox Harris y Michelle Bauer... enseñando teta, cómo no. El propio Ray se reserva su papelito como soldado amigo de Carradine en los flash-backs situados en Vietnam (donde muere acribillado). El guión corre a cargo de otro clásico de la casa, T.L.Lankford (suyos son también los de "El misterio de la pirámide", "Cyclone", "Hollywood Chainsaw Hookers" o "Espacio Profundo").
Vale, hay algun momento que descarrila un poco (el tiroteo del clímax final es bastante torpe), pero acostumbrados a las ñordas haituales de Fred Olen Ray, "El poder de las armas" vendría a ser el "Ciudadano Kane" de su carrera. En serio.

miércoles, 12 de febrero de 2020

IN SEARCH OF DARKNESS

El cine de terror de los años ochenta. Suspirito. Sí, todos estamos ya un poco cansados de la cantinela. Y de que sea la excusa perfecta para que luego cualquier mamón con una cámara (o vídeo cámara, aunque hoy día la diferencia sea casi inexistente) haga una basurilla que no tenga absolutamente nada que ver con lo que se producía en aquella época dorada, pero luego lo venda como "homenaje", "tributo", "recreación" o cualquier recurrente chuminada. Sin embargo, nada de todo eso enfanga la realidad, que el cine de terror (y de género) parido entre 1980 y 1989 viene repleto de obras cojonudas que han dejado una huella imborrable en la historia del séptimo arte. Desde luego, David A. Weiner no me va a llevar la contraria, porque para algo ha invertido un tiempo generoso (y la pasta que algunos insensatos le cedieron a través de crowdfunding) en rodar desde Inglaterra un documental de ¡¡cuatro horas!! sobre, eso, los horrores cinematográficos de la mentada década, repasando aquellos títulos legendarios (+ alguno segundón) y entrevistando a peña que habla, opina y aporta datos, si es que participaron de algún modo en su confección. Nada demasiado revelador, porque ni tan siquiera cuatro horas dan para profundizar. Así que los speechs en torno a cada título son cortitos, a veces prácticamente reducidos a una frase, y puede que haya quien en eso vea un problema... pero para el medianamente informado (que, entiendo, será la mayor parte del público dispuesto a consumir algo taaaaan elefantiásico como "In search of Darkness") no resultará ningún inconveniente, básicamente porque se conocerá todos los datos más elementales al dedillo.
Sin duda, el plato fuerte del documental está en la presencia de los rostros y talentos de Tom Atkins, Doug Bradley, Lori Cardille, John Carpenter, Larry Cohen, Jeffrey Combs, Barbara Crampton, Sean S. Cunningham, Joe Dante (impagable cuando opina sobre "Aullidos 2"), Mick Garris, Stuart Gordon, Kane Hodder, Tom Holland, el ilustrador Graham Humphreys, Bill Moseley, Alex Winter, Brian Yuzna, el inevitable Lloyd Kaufman y unos cuantos más. Claro, ¿qué pasa? que con semejante plantel, y unas ambiciones tan épicas en plan "documento definitivo sobre la década de los 80", se echa mucho de menos a más gente, especialmente si son de los que se suelen dejar ver en toda suerte de documentos audiovisuales, y que van desde Bruce Campbell a John Landis, pasando por Linnea Quigley o Tom Savini. Aunque nada desentona más que los discursos políticamente correctos pro-feminismo, pro-integración, pro-blablabla y demás mierdas tan engorrosas y tan típicamente yankis (porque eso son el 90% de los entrevistados). Pero no es algo a lo que se recurra en exceso y, teniendo en consideración la duración del mamotreto, los minutos desperdiciados son pocos. Gracias a dios.
Al final, paparruchas aparte, hay que reconocer que la cosa se soporta perfectamente, tiene ritmo y, obviamente, apela a la nostalgia y la ternura de todos aquellos cuarentones (y +) que vivieron esos films de manera intensa y apasionada, así que ¡recomendable!.
Actualmente David A. Weiner trabaja en otro documental de idéntica naturaleza/intenciones, solo que versado en la ciencia ficción.