10 años después del estreno de “Rejas ardientes” llega, a destiempo y sin ningún sentido, una secuela de origen checoslovaco-canadiense que en nuestro país salio directa a vídeo por parte de la efímera distribuidora noventera BMG vídeo (una filial de la todopoderosa discográfica Ariola). Esta gente supo ver que “Chained Heat 2” era secuela de la original americano-germana, pero, lejos de indagar más para ponerle el título en castellano, tradujeron este de forma literal, por lo que “Chained Heat 2” en España se distribuyó bajo el título de “Cadenas ardientes 2”. Los más listos del lugar podían vislumbrar por donde venían los tiros, pero, los menos, todavía se deben andar preguntando cual película será la “Cadenas ardientes” que precede a esta. En cualquier caso, daría lo mismo considerando la poca relevancia e interés de la película que nos ocupa.
Además, argumentalmente, el único nexo de unión con la cinta original es que, al igual que aquella, esta también es un WIP, solo que tardío y carente de cualquier atractivo para el espectador.
Una yankie va en tren a Checoslovaquia y, durante el trayecto, y sin saber muy bien por qué, un grupo de delincuentes le introduce en su bolso de viaje un alijo de cocaína. Al llegar a su destino, es intervenida por la policía que, al ver la carga que lleva consigo, la detiene y, de facto, la mete en la cárcel. Por supuesto allí dará con carceleras lesbianas que le harán la vida imposible, al mismo tiempo que se desenmaraña una endeble trama que culminará en una escena de acción anacrónica con estética de los años 50, que no se sabe muy bien si es un postmodernismo de los 90 y por tanto rodado así intencionadamente, o es simplemente que estamos demasiado acostumbrados a ver películas americanas (y esta es checoslovaca). Como fuere, en su totalidad, “Cadenas ardientes 2” es una auténtica bosta.
Su principal atractivo radica en la presencia de una Brigitte Nielsen en uno de sus mejores momentos físicos, pero en plena decadencia tras su separación de Sylvester Stallone y protagonizando toda suerte de subproductos de la más baja alcurnia. Puede que este sea de los peores. Por supuesto, en “Cadenas ardientes 2” la Nielsen hace de carcelera lesbiana y protagoniza alguna que otra secuencia erótica al estilo de los 90 —es decir, con esa fotografía aséptica y esa concepción blanca del erotismo propio de la década. No se erotiza ni el Tato—. El resto de actrices apenas llegan al 1,60 de estatura, pero Brigitte Nielsen mide casi dos metros; es tan grandona en general, y tiene tantas espaldas, que verla yacer en la cama con cualquier modelo de tamaño menudo convierte la secuencia en algo antinatural y grotesco, y, por lo tanto, extraño de presenciar. En una escena de cama uno no puede evitar comparar los cuerpos de las actrices simplemente porque la Nielsen es demasiado grande para hacerla protagonizar cualquier película erótica. Algo no cuadra ahí.
Más interesante resulta la carrera de su director, Lloyd A. Silmandl, polaco y asentado en Canadá, que se debió hacer con los derechos de la franquicia “Chained Heat” y los explotó hasta que no pudo más. Porque esta “Cadenas ardientes 2”, que fue distribuida para medio mundo por New Line, resultó ser un pequeño éxito, por lo que el tío se tiró el resto de la década, mas todos los dosmiles, rodando una ingente cantidad de WIPs a base de nimios presupuestos, distribución directa a vídeo y televisión por cable, desde su productora Bound Heat Films y en la misma Checoslovaquia. Así, en años sucesivos podemos contar hasta trece secuelas de “Rejas ardientes”, todas ella apócrifas (y sin embargo oficiales) que pendulean hacia el porno soft siendo ya las últimas producciones de pura basura en vídeo al estilo de “Emmanuelle 2000” y sucedáneos; material que no sirve ni como experiencia cinematográfica, ni para pajas. Algunas de estas películas están dirigidas por él, otras tan solo producidas. Sin embargo, Silmandl no es nuevo en terrenos farragosos y hasta llegar a este agujero negro de WIP y secuelas de “Rejas ardientes”, había firmado (y filmado) infamias del calibre de “El imperio de Ash” y secuela (directamente titulada en nuestro país "Road Warrior" para aprovecharse del éxito de ya saben cual), así como produjo “Justicia sangrienta” (cuyo póster quería emular al de “Halcones de la noche” de Sly)
Por ello no se me caen los anillos cuando afirmo que “Cadenas ardientes 2” es mala a rabiar, es el exploitation del exploitation (que explota algo cuya finalidad ya era explotar, se entiende…) pero, probablemente, comparado con todo lo que hizo después, sea la obra maestra del Lloyd A. Silmandl productor o director. Y que cuesta arriba se hace…
martes, 19 de noviembre de 2024
sábado, 16 de noviembre de 2024
HORIZONTE FINAL
"Horizonte Final" es una película un tanto peculiar. Posiblemente por ello se ha ido granjeando cierto culto, cierta reputación, desde su "fracasado" estreno por allá el año 1997. No, no funcionó en las taquillas. Al menos no como se esperaba. Tal vez fue su rol de rara avis justo cuando el slasher regresaba de la tumba para comérselo todo ("Sé lo que hicisteis el último verano" se estrenó esa misma temporada). O la combinación casi calculada de terror y ciencia ficción, dejándola un poco en terreno de nadie. No se sabe pero, como digo, con el tiempo hasta llegó a contar con una edición en dvd de lo más lujosa (ver al final del tocho).
Vi "Horizonte Final" en el cine "Comedia" de Barcelona y, desde entonces, siempre he tenido una opinión favorable. Incluso pasé algo de acojone, y eso ya es raro. No porque me hubiese vuelto insensible ante los escalofríos en una pantalla (el día que eso pase, dejaré de consumir películas de terror.... ¿¿ande estaría la gracia entonces?? sería como no reírse con comedias o no ponerse palote con las eróticas. Deprimente), sino porque el miedo me suele funcionar en un entorno creíble, realista. Y, desde luego, la ciencia ficción no es, en ese sentido, lo más práctico.
Narrativamente le sobran las buenas ideas. "Horizonte Final" es el nombre de una super-nave capaz de generar su propio agujero negro con el fin de trasladarse a placer por el universo. En el viaje inaugural, por ahí 2040 (las supuestas fechas quedan graciosamente cercanas en el tiempo, es decir, las predicciones tecnológicas del guionista, Philip Eisner, no fueron muy certeras... lo mismo que sus siguientes libretos, entre ellos "Ojos de fuego 2" y ese "Crónicas Mutantes" de nefasta memoria), desaparece por completo, sin dejar rastro. Tras siete largos años, vuelve a dar señales de vida. Así que, como suele ser habitual, mandan un equipo al rescate, acompañados por el científico que la diseñó. Y ahí radica la gracia de la epopeya. La nave viajó hasta otro lugar, sí, solo que, en fin, no parece que fuera dentro de nuestra dimensión. Probablemente visitara algo parecido al infierno, un sitio repleto de caos y maldad que, encima, se ha traído de vuelta, lo que dificultará bastante la tarea a los visitantes.
Y el resultado pues mola un rato. Las referencias son evidentes: "Alien, el 8º pasajero", "Hellraiser", "La mansión encantada"... muchas (por ahí incluyen "El resplandor" en la lista y yo mismo osé mentar como sospechoso precedente "El lado oscuro de la luna"). Pero la ensalada está rica y bien servida. Como decía, hay momentos de genuino miedo (mi favorito: el niño de piernas mutiladas rascando la cortina), otros truculentos de muchísimo impacto (mi favorito -y el de mucha gente-: las horribles imágenes de lo que le ocurrió a la tripulación original.... brutal), una atmósfera inquietante, un pelo malsana, una fotografía adecuadamente lúgubre, efectos especiales más que decentes, buenos y carismáticos actores (destacando al dúo protagonista, Sam Neill y Laurence Fishburne). Mucho entretenimiento bien empaquetado con escasos deslices... pero los tiene. Y eso es lo que, a la larga, impide que "Horizonte Final" ascienda de buena a cojonuda.
El clímax final se pasa tres pueblos. Es de esos recargados, verbeneros, pirotécnicos y excesivos que tanto me molestan, más en este caso, donde hasta su llegada prevalecía cierta contención, muy efectiva a la hora de provocar tan maravillosa inquietud. Pero, en fin, ya se sabe, Hollywood, los noventa y el británico Paul Anderson a la dirección, un señor que suele descontrolarse mucho si le dejan. El suyo es un caso muy peculiar. Despuntó con un thriller de cierto prestigio -"Shopping: de tiendas"- que le abrió las puertas de la meca del cine, pero en su vertiente más comercialucha. Sin embargo, él pareció encontrarse muy a gustito, dejándose llevar por el lado más popular, facilón y complaciente del business. Así lo demostró con su primer encargo, "Mortal Kombat", y lo que vino después de la reseñada, como "Death Race: La carrera de la muerte" o, muy especialmente, la ristra de títulos que complementan la franquicia "Resident Evil" (donde conoció a Milla Jovovich, con quien se lió y terminó formando una familia). Él mismo ha declarado alguna vez que se siente muy satisfecho con "Horizonte Final". Y no le faltan motivos.
Cierra el sarao un tema tan adecuado y noventero como el "Funky Shit" de los "Prodigy".
Vi "Horizonte Final" en el cine "Comedia" de Barcelona y, desde entonces, siempre he tenido una opinión favorable. Incluso pasé algo de acojone, y eso ya es raro. No porque me hubiese vuelto insensible ante los escalofríos en una pantalla (el día que eso pase, dejaré de consumir películas de terror.... ¿¿ande estaría la gracia entonces?? sería como no reírse con comedias o no ponerse palote con las eróticas. Deprimente), sino porque el miedo me suele funcionar en un entorno creíble, realista. Y, desde luego, la ciencia ficción no es, en ese sentido, lo más práctico.
Narrativamente le sobran las buenas ideas. "Horizonte Final" es el nombre de una super-nave capaz de generar su propio agujero negro con el fin de trasladarse a placer por el universo. En el viaje inaugural, por ahí 2040 (las supuestas fechas quedan graciosamente cercanas en el tiempo, es decir, las predicciones tecnológicas del guionista, Philip Eisner, no fueron muy certeras... lo mismo que sus siguientes libretos, entre ellos "Ojos de fuego 2" y ese "Crónicas Mutantes" de nefasta memoria), desaparece por completo, sin dejar rastro. Tras siete largos años, vuelve a dar señales de vida. Así que, como suele ser habitual, mandan un equipo al rescate, acompañados por el científico que la diseñó. Y ahí radica la gracia de la epopeya. La nave viajó hasta otro lugar, sí, solo que, en fin, no parece que fuera dentro de nuestra dimensión. Probablemente visitara algo parecido al infierno, un sitio repleto de caos y maldad que, encima, se ha traído de vuelta, lo que dificultará bastante la tarea a los visitantes.
Y el resultado pues mola un rato. Las referencias son evidentes: "Alien, el 8º pasajero", "Hellraiser", "La mansión encantada"... muchas (por ahí incluyen "El resplandor" en la lista y yo mismo osé mentar como sospechoso precedente "El lado oscuro de la luna"). Pero la ensalada está rica y bien servida. Como decía, hay momentos de genuino miedo (mi favorito: el niño de piernas mutiladas rascando la cortina), otros truculentos de muchísimo impacto (mi favorito -y el de mucha gente-: las horribles imágenes de lo que le ocurrió a la tripulación original.... brutal), una atmósfera inquietante, un pelo malsana, una fotografía adecuadamente lúgubre, efectos especiales más que decentes, buenos y carismáticos actores (destacando al dúo protagonista, Sam Neill y Laurence Fishburne). Mucho entretenimiento bien empaquetado con escasos deslices... pero los tiene. Y eso es lo que, a la larga, impide que "Horizonte Final" ascienda de buena a cojonuda.
El clímax final se pasa tres pueblos. Es de esos recargados, verbeneros, pirotécnicos y excesivos que tanto me molestan, más en este caso, donde hasta su llegada prevalecía cierta contención, muy efectiva a la hora de provocar tan maravillosa inquietud. Pero, en fin, ya se sabe, Hollywood, los noventa y el británico Paul Anderson a la dirección, un señor que suele descontrolarse mucho si le dejan. El suyo es un caso muy peculiar. Despuntó con un thriller de cierto prestigio -"Shopping: de tiendas"- que le abrió las puertas de la meca del cine, pero en su vertiente más comercialucha. Sin embargo, él pareció encontrarse muy a gustito, dejándose llevar por el lado más popular, facilón y complaciente del business. Así lo demostró con su primer encargo, "Mortal Kombat", y lo que vino después de la reseñada, como "Death Race: La carrera de la muerte" o, muy especialmente, la ristra de títulos que complementan la franquicia "Resident Evil" (donde conoció a Milla Jovovich, con quien se lió y terminó formando una familia). Él mismo ha declarado alguna vez que se siente muy satisfecho con "Horizonte Final". Y no le faltan motivos.
Cierra el sarao un tema tan adecuado y noventero como el "Funky Shit" de los "Prodigy".
Naxo Fiol
martes, 12 de noviembre de 2024
REJAS ARDIENTES
Clásico del WIP y, en nuestro país, de las sesiones continuas, que con un sabor inequívocamente americano en realidad se trata de un invento de una compañía alemana que, asociándose con unos cuantos productores yankees, e intentando concebir una secuela directa de “La jungla de cemento” (también conocida como “Acorralada entre mujeres”) y con la mayor mala baba posible, dan forma a esta “Rejas ardientes” que es una película sobre cárceles de mujeres, un “blaxploitation” y un melodrama al mismo tiempo. El guion fue dando tantas vueltas durante el rodaje que, sobre la marcha, se decidió no iba a ser una secuela de la anteriormente mencionada sino una película independiente. De hecho, lo es hasta tal punto, que su estrella, una ya decadente Linda Blair, asegura que cuando firmó el contrato el guion era de una manera, y cuando se terminó de rodar, no tenía nada que ver con la película por la que ella había firmado.
La Blair nunca quedó contenta con esta película concebida para su total y absoluto lucimiento, ni con ninguno de sus WIPS posteriores, ya que, dice, arruinaron su carrera. El caso es que la actriz, tras estar encasillada en el papel de Regan, después de “El Hereje: Exorcista II” decidió dar un vuelco a su trayectoria y, para demostrar que era una actriz madura que podía desempeñar toda suerte de papeles, no se lo ocurrió otra cosa que posar en pelota picada para toda suerte de revistas de contenido erótico, mostrando felpudazo y ubre. Una estrategia poco inteligente porque, lejos de llegar a los papeles adultos de las películas de estudio que ella anhelaba, gracias a su chocho moreno tuvo que hacerse fuerte en la "serie B" de la que ya nunca saldría más que esporádicamente, y donde si no enseñaba teta no interesaba su presencia. Para colmo de males, cuando rodó “Rejas ardientes”, aunque la actriz había aparecido descocada en revistas, todavía no se había despelotado en el cine y su idea era seguir sin hacerlo. Pero los productores la amenazaron con que si no se aireaba encantos en esa secuencia de la ducha que muchos recordarán, no volvería a trabajar en su vida. Y en lugar de denunciar la situación o marcharse de la producción con dignidad, la Blair decidió desnudarse en esta película… y en todas las que vinieron después.
Por supuesto “Rejas ardientes” es la parodia grotesca de cualquier WIP anterior, no existe película más amoral y malintencionada que esta, y aunque al final triunfa el bien y la moralina típica de los americanos, la galería de personajes malvados es aquí inconmensurable. No se salva ni uno
Una joven asesina a un hombre por accidente y, en consecuencia, es condenada a 18 meses de cárcel. Cuando llega a prisión pronto se dará cuenta de que ha de ser muy fuerte para sobrevivir, porque en ese horrible lugar no solo tendrá que lidiar con la condena, sino con los envites de presidiarias lesbianas que quieren convertirla en su nuevo juguetito, problemas raciales en el patio, carceleros (y carceleras) violadores que se la quieren pasar por la piedra y el alcaide que gusta de subir presas a su despacho con el fin de hacerles el amor en su yacuzzi y grabarlo en vídeo. Todo ello aliñado con fuertes dosis de sangre, violencia, desnudos totales femeninos y peleas con pinchos cada cinco minutos.
“Rejas ardientes” es una película verdaderamente exploit, su único afán consiste en mostrar morbo hasta los límites de la legalidad, por lo que en su momento se manifestaron en contra de la película toda suerte de asociaciones feministas y homosexuales que, en las puertas de los cines, la acusaban de ser poco más que pasto para vouyeurs, mostrando a las lesbianas como depredadoras en potencia de las que había que cuidarse. De poco sirvieron las protestas porque, a las dos semanas de ser estrenada, “Rejas ardientes” ya había duplicado su presupuesto inicial de 950.000 dólares, llegando a multiplicarlo por seis a lo largo de su carrera teatral.
Y es que, precisamente por todo eso por lo que protestaban las asociaciones homosexuales, es por lo que la película es a día de hoy un divertimento sin precedentes, una oda a la exageración, y de resultado tan tremendamente naif que, en pleno 2024, se queda un tanto anticuada por ingenua. Por lo demás, no da tregua, no paran de ocurrir cosas, todas ellas terribles, aunque en realidad el argumento brille por su ausencia y esto al final sea un catálogo de pinchazos, violaciones, peleas y carceleros descendientes del mismo Hitler. Una película adorable, un absoluto clásico de la carroña malintencionada.
En el elenco, además de a Linda Blair que sería la buena de la función, como némesis lesbiana sobona y violenta que le hace la vida imposible a nuestra protagonista, tenemos a Sybil Danning quizás en su mejor momento (con dos pechos similares a dos enormes cántaros de miel) además de las presencias de clásicos como Henry Silva y John Vernon (los dos malos, malísimos que hacen con las presas lo que se les antoja).
Dirige la función un tipo que, según cuentan, no tenía ni puta idea de dirigir (motivo por el cual, asegura la Danning, tuvo que ponerse ella tras la cámara en más de una ocasión durante el rodaje) y que respondía al nombre de Paul Nicholas, seudónimo tras el que se ocultaba el cineasta alemán Lutz Schaawaechter. Dirigió otro WIP titulado “La jaula desnuda” y un par de títulos más a lo largo de su carrera, de poca o nula importancia.
En España, la película fue un éxito moderado que en cines de barrio conglomeró algo más de 250.000 espectadores, pero en videoclubs fue uno de los títulos más alquilados de la época.
Ya en los 90, se hicieron dos secuelas; “Cadenas ardientes 2” y “Chained Heat 3”, que tendrán por aquí próximamente. También existe una serie de subproductos de quinta regional que formarían parte de la franquicia, si bien en ningún momento, ninguna de ellas tenga nada que ver con la original más allá del contenido erótico, lésbico y carcelario. Este expolio vendría por parte del director de “Cadenas Ardientes 2”, Lloyd A. Simadl, que hasta el día de hoy ha perpetrado, desde su pequeña productora en Republica Checa, más de 14 secuelas un tanto bastardas de la de Paul Nicholas.
La Blair nunca quedó contenta con esta película concebida para su total y absoluto lucimiento, ni con ninguno de sus WIPS posteriores, ya que, dice, arruinaron su carrera. El caso es que la actriz, tras estar encasillada en el papel de Regan, después de “El Hereje: Exorcista II” decidió dar un vuelco a su trayectoria y, para demostrar que era una actriz madura que podía desempeñar toda suerte de papeles, no se lo ocurrió otra cosa que posar en pelota picada para toda suerte de revistas de contenido erótico, mostrando felpudazo y ubre. Una estrategia poco inteligente porque, lejos de llegar a los papeles adultos de las películas de estudio que ella anhelaba, gracias a su chocho moreno tuvo que hacerse fuerte en la "serie B" de la que ya nunca saldría más que esporádicamente, y donde si no enseñaba teta no interesaba su presencia. Para colmo de males, cuando rodó “Rejas ardientes”, aunque la actriz había aparecido descocada en revistas, todavía no se había despelotado en el cine y su idea era seguir sin hacerlo. Pero los productores la amenazaron con que si no se aireaba encantos en esa secuencia de la ducha que muchos recordarán, no volvería a trabajar en su vida. Y en lugar de denunciar la situación o marcharse de la producción con dignidad, la Blair decidió desnudarse en esta película… y en todas las que vinieron después.
Por supuesto “Rejas ardientes” es la parodia grotesca de cualquier WIP anterior, no existe película más amoral y malintencionada que esta, y aunque al final triunfa el bien y la moralina típica de los americanos, la galería de personajes malvados es aquí inconmensurable. No se salva ni uno
Una joven asesina a un hombre por accidente y, en consecuencia, es condenada a 18 meses de cárcel. Cuando llega a prisión pronto se dará cuenta de que ha de ser muy fuerte para sobrevivir, porque en ese horrible lugar no solo tendrá que lidiar con la condena, sino con los envites de presidiarias lesbianas que quieren convertirla en su nuevo juguetito, problemas raciales en el patio, carceleros (y carceleras) violadores que se la quieren pasar por la piedra y el alcaide que gusta de subir presas a su despacho con el fin de hacerles el amor en su yacuzzi y grabarlo en vídeo. Todo ello aliñado con fuertes dosis de sangre, violencia, desnudos totales femeninos y peleas con pinchos cada cinco minutos.
“Rejas ardientes” es una película verdaderamente exploit, su único afán consiste en mostrar morbo hasta los límites de la legalidad, por lo que en su momento se manifestaron en contra de la película toda suerte de asociaciones feministas y homosexuales que, en las puertas de los cines, la acusaban de ser poco más que pasto para vouyeurs, mostrando a las lesbianas como depredadoras en potencia de las que había que cuidarse. De poco sirvieron las protestas porque, a las dos semanas de ser estrenada, “Rejas ardientes” ya había duplicado su presupuesto inicial de 950.000 dólares, llegando a multiplicarlo por seis a lo largo de su carrera teatral.
Y es que, precisamente por todo eso por lo que protestaban las asociaciones homosexuales, es por lo que la película es a día de hoy un divertimento sin precedentes, una oda a la exageración, y de resultado tan tremendamente naif que, en pleno 2024, se queda un tanto anticuada por ingenua. Por lo demás, no da tregua, no paran de ocurrir cosas, todas ellas terribles, aunque en realidad el argumento brille por su ausencia y esto al final sea un catálogo de pinchazos, violaciones, peleas y carceleros descendientes del mismo Hitler. Una película adorable, un absoluto clásico de la carroña malintencionada.
En el elenco, además de a Linda Blair que sería la buena de la función, como némesis lesbiana sobona y violenta que le hace la vida imposible a nuestra protagonista, tenemos a Sybil Danning quizás en su mejor momento (con dos pechos similares a dos enormes cántaros de miel) además de las presencias de clásicos como Henry Silva y John Vernon (los dos malos, malísimos que hacen con las presas lo que se les antoja).
Dirige la función un tipo que, según cuentan, no tenía ni puta idea de dirigir (motivo por el cual, asegura la Danning, tuvo que ponerse ella tras la cámara en más de una ocasión durante el rodaje) y que respondía al nombre de Paul Nicholas, seudónimo tras el que se ocultaba el cineasta alemán Lutz Schaawaechter. Dirigió otro WIP titulado “La jaula desnuda” y un par de títulos más a lo largo de su carrera, de poca o nula importancia.
En España, la película fue un éxito moderado que en cines de barrio conglomeró algo más de 250.000 espectadores, pero en videoclubs fue uno de los títulos más alquilados de la época.
Ya en los 90, se hicieron dos secuelas; “Cadenas ardientes 2” y “Chained Heat 3”, que tendrán por aquí próximamente. También existe una serie de subproductos de quinta regional que formarían parte de la franquicia, si bien en ningún momento, ninguna de ellas tenga nada que ver con la original más allá del contenido erótico, lésbico y carcelario. Este expolio vendría por parte del director de “Cadenas Ardientes 2”, Lloyd A. Simadl, que hasta el día de hoy ha perpetrado, desde su pequeña productora en Republica Checa, más de 14 secuelas un tanto bastardas de la de Paul Nicholas.
Victor Olid
sábado, 9 de noviembre de 2024
MI MARCIANO FAVORITO
Felices tiempos aquellos en los que hablar de Jeff Daniels y Christopher Lloyd, dos actores por los que siento mucha simpatía, no suponía automáticamente mentar "Dos tontos muy tontos" ni "Regreso al futuro". Años de calma, cuando el "geekismo" todavía no se había convertido en una secta, o una plaga. Y por eso -por lo de la simpatía- me llevé toda una sorpresa el otro día, tras lustros del primer y único visionado, al (re)encontrármelos compartiendo plano en "Mi marciano favorito". Recordaba la presencia de Lloyd, pero no la de Daniels. Tampoco sorprende la reacción de mis escasas neuronas, porque estamos ante un producto destinado a ser olvidado en tiempo récord. Puro "fast food", consciente y orgulloso, de mano de -nada menos- una Disney todavía no devorada por la fiebre Woke, ni por esa asquerosa codicia que todo lo impregna y destruye. Incluso se permiten algunos gags picantes y un pelo escatos... siempre para los estándares de la compañía del ratón, claro, pero comparado a como está hoy el patio, resulta refrescante.
Supongo que podemos culpar al "Misión: Imposible" cinematográfico, y su tremendo éxito, de la fiebre que le entró a Hollywood con eso de llevar series de televisión más o menos clásicas a la gran pantalla, modernizando tono y maneras. Un proceder que por esos lares siempre ha funcionado, pero en la segunda mitad de los noventa, primera de los dosmiles, se volvió bastante recurrente.
Supongo que podemos culpar al "Misión: Imposible" cinematográfico, y su tremendo éxito, de la fiebre que le entró a Hollywood con eso de llevar series de televisión más o menos clásicas a la gran pantalla, modernizando tono y maneras. Un proceder que por esos lares siempre ha funcionado, pero en la segunda mitad de los noventa, primera de los dosmiles, se volvió bastante recurrente.
"Mi marciano favorito" es la puesta al día de un "tv show" sesentero del que tenía constancia, pero jamás había/he visto. Así pues, no puedo recurrir al juego de las comparaciones. En cualquier caso, la cosa va de un extraterrestre llegado de Marte que se hace amigo de un periodista en horas bajas y el consiguiente revuelo que causa en su vida. El alienígena original, Ray Walston, se marca prácticamente el mismo papel en la nueva versión, algo también muy habitual en estos productos, presentarse casi como secuelas del material primigenio, contando con los actores de aquel retomando -más o menos- a sus personajes, si es que aún estaban vivos, claro. Desafortunadamente, no es el caso del compa humano de Walston, nada menos que Bill Bixby, "Bruce Banner" (o "David Bruce Banner") en la famosa y setentera serie de "La Masa". Para la llegada de 1999, año de producción de la puesta al día, el pobre llevaba ya seis bajo tierra.
He leído, en plan reproche, que la película prefiere apostar por los efectos especiales y el humor más "slpastick" en lugar de la típica materia dialoguista y enredante propia de la "sitcom" que era. Hombre, también es normal, digo yo. Se tira mucho de un CGI algo verde aunque pasable, destacando la estrella del sarao, el traje del marciano con vida propia. Vendría a ser la comparsa cómica y, ciertamente, acaba resultando irritante y agotadora. Por mucho que he investigado, no lo he detectado en la serie, así que podría ser una invención del film. Ni idea. Y tampoco importa, porque, como decía, este "Mi marciano favorito" noventero cumple con su función más elemental, entretener. Se mueve a toda leche, no da respiro, provoca alguna risilla comedida, aporta puntuales secuencias razonablemente espectaculares (la carrera del coche miniaturizado por las alcantarillas) y, al terminar, deja la sensación de haber consumido una chorrada máxima, pero sin llegar al insulto. Bien. Decente.
A Daniels, Walston y un bastante sobreactuado Lloyd, gozando como una perra a base de explotar esa inconfundible mueca suya de loco que tanto le ha reportado (desde "Alguien voló sobre el nido del cuco" hasta.... ya saben cual), los acompañan algunos nombres sin desperdicio. Una ridículamente atractiva Elizabeth Hurley como tía buena / niña mimada bastante despreciable (¿permitiría hoy el Wokeismo un personaje femenino tan sexual y negativo?), Daryl Hannah como lo opuesto, la angelical / un poco lela rubia que bebe los vientos por Jeff Daniels (¿permitiría hoy el Wokeismo una.....? ¡¡bah, olvídalo!!), el gran Michael Lerner, Wallace Shawn igualmente desatado (en realidad, todos lo están, supongo que el film invita a ello), papelillo para T.K. Carter -el "Nauls" de "La Cosa"-, y Dawn Maxey como apetitosa "bimbo" acosada por el traje parlanchín en un probador (¿permitiría hoy el Wokeismo ver cómo este le azota el culo? ¿en un producto Disney?).
Dirige un inocuo y cumplidor Donald Pretie. Comenzó en la tele, dio su primera oportunidad real a Julia Roberts con "Mystic Pizza" y, aluego, pariría cosas como "Niño Rico", la de Macaulay Culkin, "Miss Agente Especial", "Cómo perder un chico en diez días" o "Bienvenido a Mooseport"... para terminar regresando a la caja tonta. Una carrera fascinante. Me pregunto qué impulsa a un director como este a meterse en el cine. Qué le mueve. Qué le motiva. ¿Ganar dinero? ¿mejor esto que ser dependiente del "McDonalds"?... ¿O solo se trata de severa miopía a la hora de elegir los proyectos? Un genuino misterio para mí.
He leído, en plan reproche, que la película prefiere apostar por los efectos especiales y el humor más "slpastick" en lugar de la típica materia dialoguista y enredante propia de la "sitcom" que era. Hombre, también es normal, digo yo. Se tira mucho de un CGI algo verde aunque pasable, destacando la estrella del sarao, el traje del marciano con vida propia. Vendría a ser la comparsa cómica y, ciertamente, acaba resultando irritante y agotadora. Por mucho que he investigado, no lo he detectado en la serie, así que podría ser una invención del film. Ni idea. Y tampoco importa, porque, como decía, este "Mi marciano favorito" noventero cumple con su función más elemental, entretener. Se mueve a toda leche, no da respiro, provoca alguna risilla comedida, aporta puntuales secuencias razonablemente espectaculares (la carrera del coche miniaturizado por las alcantarillas) y, al terminar, deja la sensación de haber consumido una chorrada máxima, pero sin llegar al insulto. Bien. Decente.
A Daniels, Walston y un bastante sobreactuado Lloyd, gozando como una perra a base de explotar esa inconfundible mueca suya de loco que tanto le ha reportado (desde "Alguien voló sobre el nido del cuco" hasta.... ya saben cual), los acompañan algunos nombres sin desperdicio. Una ridículamente atractiva Elizabeth Hurley como tía buena / niña mimada bastante despreciable (¿permitiría hoy el Wokeismo un personaje femenino tan sexual y negativo?), Daryl Hannah como lo opuesto, la angelical / un poco lela rubia que bebe los vientos por Jeff Daniels (¿permitiría hoy el Wokeismo una.....? ¡¡bah, olvídalo!!), el gran Michael Lerner, Wallace Shawn igualmente desatado (en realidad, todos lo están, supongo que el film invita a ello), papelillo para T.K. Carter -el "Nauls" de "La Cosa"-, y Dawn Maxey como apetitosa "bimbo" acosada por el traje parlanchín en un probador (¿permitiría hoy el Wokeismo ver cómo este le azota el culo? ¿en un producto Disney?).
Dirige un inocuo y cumplidor Donald Pretie. Comenzó en la tele, dio su primera oportunidad real a Julia Roberts con "Mystic Pizza" y, aluego, pariría cosas como "Niño Rico", la de Macaulay Culkin, "Miss Agente Especial", "Cómo perder un chico en diez días" o "Bienvenido a Mooseport"... para terminar regresando a la caja tonta. Una carrera fascinante. Me pregunto qué impulsa a un director como este a meterse en el cine. Qué le mueve. Qué le motiva. ¿Ganar dinero? ¿mejor esto que ser dependiente del "McDonalds"?... ¿O solo se trata de severa miopía a la hora de elegir los proyectos? Un genuino misterio para mí.
Naxo Fiol
martes, 5 de noviembre de 2024
MI MEJOR AMIGO, MI HIJO
Hoy en día, cuando pensamos en la figura de Bill Cosby, más que en el cómico y actor que fue, el papá de América como le llamaban, o en su entrañable show “La hora de Bill Cosby”, tendemos a pensar en su vertiente más oscura y siniestra, la del individuo que se ha tirado media vida drogando y violando a tantas mujeres como le apeteció, y cuya carrera ha quedado empañada por ello. Esto no es más que una muestra del poder que ejercen ciertos individuos, escasos de moral, y se creen en potestad de hacer lo que les da la real gana —de hecho, a Cosby se le pilló en 2014, pero lleva practicando sexo bajo sumisión química desde los años 60—, solo porque pueden.
Ahora, lo más chocante es que esa actitud depravada venga de parte de un tipo que se hizo famoso por promover valores como la amistad, la familia y la bondad en la gran mayoría de sus trabajos. Cosby era, en lo que a su humor se refiere, blanco como la patena, casi un cumbayá… por lo que choca especialmente esta doble vida fuera de los focos.
Para muestra de su blancura, un botón.
“Mi mejor amigo, mi hijo” es un telefilm del año 1972 orquestado por el propio Bill Cosby que tuvo la idea, la produjo, interpretó el papel principal e incluso compuso la banda sonora, firmándola como William H. Cosby Jr. (su nombre real).
Un individuo llamado Blu trabaja como mozo de carga en el aeropuerto, además de trapero y taxista los fines de semana para ganar un poco de dinero. Su esposa lo mismo, trabaja como auxiliar en el hospital y limpiando casas. Tienen un hijo pequeño y viven en un estado de extrema pobreza. Es por eso que la obsesión de Blu es ahorrar hasta el último centavo que gana, ya que le tiene echado el ojo a una casa fuera del gueto y su sueño es mudarse allí con su familia para tener una vida digna. Pero claro, este estado perpetuo de trabajo ha mermado la relación con su hijo, el cual comienza a comportarse de manera un tanto molesta porque su padre no le hace ni puñetero caso. Blu intentará convertirse en un padre para él, pero le puede más el hecho de ganar dinero, el futuro.
Un buen día, al chaval le salen unos sarpullidos en el codo, motivo por el que su madre acaba llevándole al hospital. Resulta que tiene anemia por células falciformes, una extraña enfermedad de los negros que, inevitablemente, llevará al pequeño protagonista a la muerte. Precisamente eso es lo que determina que Blu cambie de modus operandi, decidiendo pensar menos en el mañana y disfrutar más del presente, pasando todo el tiempo que pueda con su hijo.
Menudo folletín ¿eh? Muy de Bill Cosby por otra parte. Sin embargo la cosa no está mal, apenas dura una hora y diez y se deja ver perfectamente pese a que esta película se compone en un 90% de diálogos. Y es que para la elaboración del guion, Cosby contó con la pluma de Allan Sloane, guionista que las pasó putas durante la caza de brujas siendo uno de los trabajadores de Hollywood en la lista negra, quien se especializó en escribir para televisión tramas sobre gente con algún tipo de problemas o discapacitados. Se le daba bien el asunto. Entonces, este dramón sobre las prioridades de un padre y la anemia de células falciformes, no exento de cierta moralina e incitaciones a la autoayuda, fue premiado con el más preciado galardón que puede obtener un trabajo televisivo, el EMI al mejor guion.
Para la dirección Bill Cosby contó con el artesano Gilbert Cates que, visto lo visto, también se especializó en trabajos televisivos de esta misma índole, aunque a lo largo de su carrera hizo un par de curiosas escapadas al mundo de la pantalla grande. Suyas son el thriller “Ambición mortal” con Karen Allen y Keith Carradine, que no estaba mal, o “Amor de verano” con unos jovencísimos Beau Bridges y Susan Sarandon.
Por otra parte, para hacer de la esposa de Blu, tenemos a Gloria Foster, actriz asimismo de prominente carrera televisiva que ya en su vejez apareció en “Matrix”, pero que coincidió con Bill Cosby, además de en este telefilm, en la serie que le brindó la fama, “Yo, espía” o en la película que pasó a los anales del cine malo, por eso, por mala, “Un espía súperguay”.
Por supuesto, Bill Cosby, en los 70 no era en exceso popular en nuestro país, pero a partir de 1986, que se estrenó acá su sitcom de mayor éxito, “La hora de Bill Cosby”, su fama se disparó de manera notable, motivo por el que compañías de vídeo mas grandes o más modestas, aprovecharon para lanzar en vídeo algunas de las viejas películas del actor. "Feeling", roñosa distribuidora española (subsidiaria de "Thor Films" dedicada al melodrama), tuvo a bien poner en alquiler el telefilm bajo el título que ilustra la reseña, cuando el original es “For all my friends on The Shore”. Por otro lado, cuando más adelante la película fue emitida por los distintos canales televisivos de nuestro país, pasó a titularse “A todos mis amigos de la tierra”, algo más fiel al original, pero igual de horroroso. Y es que Bill Cosby no daba puntadas sin hilo y, en un alarde de mesianismo, el título que escoge para su película no hace alusión a los hechos que acontecen en la misma, pero sí nos advierte que el papá de América quiere lanzar un mensaje a todos sus amigos de la tierra. Porque puede.
No era difícil adivinar entonces, entre tanta megalomanía, lo que se dedicaría a hacer el cómico a señoras y señoritas de diversa índole y edad, anestesia para trabajos odontológicos mediante.
Pero el telefílm, de lagrimita fácil, se deja ver, está entretenido.
Ahora, lo más chocante es que esa actitud depravada venga de parte de un tipo que se hizo famoso por promover valores como la amistad, la familia y la bondad en la gran mayoría de sus trabajos. Cosby era, en lo que a su humor se refiere, blanco como la patena, casi un cumbayá… por lo que choca especialmente esta doble vida fuera de los focos.
Para muestra de su blancura, un botón.
“Mi mejor amigo, mi hijo” es un telefilm del año 1972 orquestado por el propio Bill Cosby que tuvo la idea, la produjo, interpretó el papel principal e incluso compuso la banda sonora, firmándola como William H. Cosby Jr. (su nombre real).
Un individuo llamado Blu trabaja como mozo de carga en el aeropuerto, además de trapero y taxista los fines de semana para ganar un poco de dinero. Su esposa lo mismo, trabaja como auxiliar en el hospital y limpiando casas. Tienen un hijo pequeño y viven en un estado de extrema pobreza. Es por eso que la obsesión de Blu es ahorrar hasta el último centavo que gana, ya que le tiene echado el ojo a una casa fuera del gueto y su sueño es mudarse allí con su familia para tener una vida digna. Pero claro, este estado perpetuo de trabajo ha mermado la relación con su hijo, el cual comienza a comportarse de manera un tanto molesta porque su padre no le hace ni puñetero caso. Blu intentará convertirse en un padre para él, pero le puede más el hecho de ganar dinero, el futuro.
Un buen día, al chaval le salen unos sarpullidos en el codo, motivo por el que su madre acaba llevándole al hospital. Resulta que tiene anemia por células falciformes, una extraña enfermedad de los negros que, inevitablemente, llevará al pequeño protagonista a la muerte. Precisamente eso es lo que determina que Blu cambie de modus operandi, decidiendo pensar menos en el mañana y disfrutar más del presente, pasando todo el tiempo que pueda con su hijo.
Menudo folletín ¿eh? Muy de Bill Cosby por otra parte. Sin embargo la cosa no está mal, apenas dura una hora y diez y se deja ver perfectamente pese a que esta película se compone en un 90% de diálogos. Y es que para la elaboración del guion, Cosby contó con la pluma de Allan Sloane, guionista que las pasó putas durante la caza de brujas siendo uno de los trabajadores de Hollywood en la lista negra, quien se especializó en escribir para televisión tramas sobre gente con algún tipo de problemas o discapacitados. Se le daba bien el asunto. Entonces, este dramón sobre las prioridades de un padre y la anemia de células falciformes, no exento de cierta moralina e incitaciones a la autoayuda, fue premiado con el más preciado galardón que puede obtener un trabajo televisivo, el EMI al mejor guion.
Para la dirección Bill Cosby contó con el artesano Gilbert Cates que, visto lo visto, también se especializó en trabajos televisivos de esta misma índole, aunque a lo largo de su carrera hizo un par de curiosas escapadas al mundo de la pantalla grande. Suyas son el thriller “Ambición mortal” con Karen Allen y Keith Carradine, que no estaba mal, o “Amor de verano” con unos jovencísimos Beau Bridges y Susan Sarandon.
Por otra parte, para hacer de la esposa de Blu, tenemos a Gloria Foster, actriz asimismo de prominente carrera televisiva que ya en su vejez apareció en “Matrix”, pero que coincidió con Bill Cosby, además de en este telefilm, en la serie que le brindó la fama, “Yo, espía” o en la película que pasó a los anales del cine malo, por eso, por mala, “Un espía súperguay”.
Por supuesto, Bill Cosby, en los 70 no era en exceso popular en nuestro país, pero a partir de 1986, que se estrenó acá su sitcom de mayor éxito, “La hora de Bill Cosby”, su fama se disparó de manera notable, motivo por el que compañías de vídeo mas grandes o más modestas, aprovecharon para lanzar en vídeo algunas de las viejas películas del actor. "Feeling", roñosa distribuidora española (subsidiaria de "Thor Films" dedicada al melodrama), tuvo a bien poner en alquiler el telefilm bajo el título que ilustra la reseña, cuando el original es “For all my friends on The Shore”. Por otro lado, cuando más adelante la película fue emitida por los distintos canales televisivos de nuestro país, pasó a titularse “A todos mis amigos de la tierra”, algo más fiel al original, pero igual de horroroso. Y es que Bill Cosby no daba puntadas sin hilo y, en un alarde de mesianismo, el título que escoge para su película no hace alusión a los hechos que acontecen en la misma, pero sí nos advierte que el papá de América quiere lanzar un mensaje a todos sus amigos de la tierra. Porque puede.
No era difícil adivinar entonces, entre tanta megalomanía, lo que se dedicaría a hacer el cómico a señoras y señoritas de diversa índole y edad, anestesia para trabajos odontológicos mediante.
Pero el telefílm, de lagrimita fácil, se deja ver, está entretenido.
Victor Olid
sábado, 2 de noviembre de 2024
STREAM
Lo más llamativo de "Stream" no está ni en su trama, ni su acabado, ni nada que afecte a lo que nos cuenta y cómo. Está detrás de las cámaras. Bueno, y delante si hablamos del reparto. Resulta que muchas de las cabezas pensantes responsables de la actualmente más que popular saga "Terrifier" andan metidos en "Stream". El primer cartel que vi de la interfecta no lo anunciaba, y me extrañó. En otros tiempos, pensé, semejante dato se habría explotado hasta la indecencia. Incluso algún distribuidor desalmado habría estrenado "Stream" como un improbable "Terrifier 4: La nueva generación" o algo así. No obstante, luego tuve acceso a otro cartel donde, esta vez sí, se destacaba alto y claro. Damien Leone y Phil Falcone, máximos culpables de las aventuras del payaso asesino, co-producen "Stream". Además, el primero se encarga de los efectos especiales y el segundo se marca un cameo. Por si fuera poco, el hombre que da vida al clown diabólico "Art", David Howard Thornton, interviene como actor, básicamente haciendo el mismo personaje, solo que cambiando el maquillaje por una máscara (y no es el único intérprete reciclado). ¿Algo más? ¡seh! las escenas gore de "Stream" -menor en cantidad, igual de brutales- se parecen mucho, demasiado -incluidos efectos sonoros-, a las de la saga "terrifieante", en concreto una donde a un infeliz le machacan la faz de mala manera. Y, finalmente, la coincidencia de factores que mola menos: igual que "Terrifier 2 y 3", "Stream" es más larga de lo que exige su naturaleza, dos horacas del demonio.
El segundo aspecto llamativo, como decía, lo localizamos en su reparto (Thornton, y otros rostros segundones de la "terrifier family", aparte) Una auténtica galería de "viejos" astros habituales del género (o el cine "cult" en general) y, actualmente, carne de "Con". No falta casi nadie y algunos van apareciendo a modo de cameo para solaz del paciente aficionado medio. La lista es sabrosa: Jeffrey Combs como sobreactuado y algo histriónico villano. Una Danielle Harris a la que cuesta tragarse como pareja de un hombre bastante más mayor y mamá de una adolescente (por cierto, si no lo digo reviento: esta resulta especialmente detestable e irritante. La típica chavala encabronada que, además de inútil vistos los resultados de su intervención, gasta una caracaballo que no encaja en su supuesto rol de chica mona) Tim Reid (quien anduvo por el "It" televisivo), Dee Wallace, Tony Todd (aunque figura en los créditos iniciales, no sale hasta el final... y poco), Mark Holton (has visto su rechoncha carita en "La gran aventura de Pee-Wee", "Teen Wolf" o el primer "Leprechaun", casi siempre dando vida al gordito gruñón o graciosete, depende), Daniel Roebuck (otro "fatso" entrañable de los ochenta. Estuvo en "Proyecto X" o "Los tachuelas". Justo, puedes presenciar su brutal fenecimiento en el tercer "Terrifier"), Felissa Rose interpretando a su esposa, Terry Alexander (uno de los pocos supervivientes en "El día de los muertos") y Bob Adrian, quien ha intervenido en varios títulos bien reconocidos, pero lo destaco porque también sale en "Rap Sucks", video-roña del inefable Bill Zebub. Se incluye una especie de secuencia poscréditos situada en el vestíbulo de un cine (lo que permite la coña extra de colar un póster de "Terrifier 3"), en la que intervienen Bill Moseley, Terry Kiser (cadáver en "Este muerto está muy vivo", médico perverso en el séptimo "Viernes 13") y un ilustre -oculto tras careta-, nada menos que Tim Curry quien, además, se vende como un aspirante a nuevo villano icónico, "Lockwood" (la cuenta de "Stream" en Instagram ya garantiza su condición de franquicia), y suelta un/a chiste/guinda muy gracioso/a aclarando que "¡No soy un payaso!".
Bien, dejen que coja aire. Dicho ello, ¿y el resto, la película en sí misma? Bueno, pues, durando como dura esas dos excesivas horas, la primera se hace un pelo coñazo pero la segunda arregla el desaguisado, siendo bastante más amena e intensa. Además, incluye una muerte muy simpática, hasta original (la del "tres en raya". No diré más). Y sí, la sensación que deja es la de un producto regulero, pero no del todo fallido y medianamente consumible si le pones ganas.
La historia vendría a ser una mezcla de "La purga" con "Hostel", "31", "Habitación sin salida" y alguna más del estilo. Una familia se instala en un hotel que resultará ser el escenario destinado a retransmitir online una especie de cacería humana perpetrada por -supuestos- asesinos "cool". Toca sobrevivir y bla, bla.
Dirige Michael Leavy (quien se marca un papelito como encargado de mantenimiento) y su hermano, Jason Leavy, se medio responsabiliza del guion y da vida a uno de los villanos (estaba también en las dos secuelas de "Terrifier", por supuesto)
El segundo aspecto llamativo, como decía, lo localizamos en su reparto (Thornton, y otros rostros segundones de la "terrifier family", aparte) Una auténtica galería de "viejos" astros habituales del género (o el cine "cult" en general) y, actualmente, carne de "Con". No falta casi nadie y algunos van apareciendo a modo de cameo para solaz del paciente aficionado medio. La lista es sabrosa: Jeffrey Combs como sobreactuado y algo histriónico villano. Una Danielle Harris a la que cuesta tragarse como pareja de un hombre bastante más mayor y mamá de una adolescente (por cierto, si no lo digo reviento: esta resulta especialmente detestable e irritante. La típica chavala encabronada que, además de inútil vistos los resultados de su intervención, gasta una caracaballo que no encaja en su supuesto rol de chica mona) Tim Reid (quien anduvo por el "It" televisivo), Dee Wallace, Tony Todd (aunque figura en los créditos iniciales, no sale hasta el final... y poco), Mark Holton (has visto su rechoncha carita en "La gran aventura de Pee-Wee", "Teen Wolf" o el primer "Leprechaun", casi siempre dando vida al gordito gruñón o graciosete, depende), Daniel Roebuck (otro "fatso" entrañable de los ochenta. Estuvo en "Proyecto X" o "Los tachuelas". Justo, puedes presenciar su brutal fenecimiento en el tercer "Terrifier"), Felissa Rose interpretando a su esposa, Terry Alexander (uno de los pocos supervivientes en "El día de los muertos") y Bob Adrian, quien ha intervenido en varios títulos bien reconocidos, pero lo destaco porque también sale en "Rap Sucks", video-roña del inefable Bill Zebub. Se incluye una especie de secuencia poscréditos situada en el vestíbulo de un cine (lo que permite la coña extra de colar un póster de "Terrifier 3"), en la que intervienen Bill Moseley, Terry Kiser (cadáver en "Este muerto está muy vivo", médico perverso en el séptimo "Viernes 13") y un ilustre -oculto tras careta-, nada menos que Tim Curry quien, además, se vende como un aspirante a nuevo villano icónico, "Lockwood" (la cuenta de "Stream" en Instagram ya garantiza su condición de franquicia), y suelta un/a chiste/guinda muy gracioso/a aclarando que "¡No soy un payaso!".
Bien, dejen que coja aire. Dicho ello, ¿y el resto, la película en sí misma? Bueno, pues, durando como dura esas dos excesivas horas, la primera se hace un pelo coñazo pero la segunda arregla el desaguisado, siendo bastante más amena e intensa. Además, incluye una muerte muy simpática, hasta original (la del "tres en raya". No diré más). Y sí, la sensación que deja es la de un producto regulero, pero no del todo fallido y medianamente consumible si le pones ganas.
La historia vendría a ser una mezcla de "La purga" con "Hostel", "31", "Habitación sin salida" y alguna más del estilo. Una familia se instala en un hotel que resultará ser el escenario destinado a retransmitir online una especie de cacería humana perpetrada por -supuestos- asesinos "cool". Toca sobrevivir y bla, bla.
Dirige Michael Leavy (quien se marca un papelito como encargado de mantenimiento) y su hermano, Jason Leavy, se medio responsabiliza del guion y da vida a uno de los villanos (estaba también en las dos secuelas de "Terrifier", por supuesto)
Naxo Fiol