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viernes, 13 de octubre de 2023

VÉRTIGO MORTAL

Célebre telefilm para la HBO que fue estrenado en muchos países del mundo, entre ellos el nuestro, en salas de cine. De hecho no era raro que en España se estrenaran este tipo de productos televisivos cuando habían gozado de una gran audiencia en su país de origen, o bien por la popularidad del personaje central de determinado título o por el actor que lo interpretaba. Telefilmes como “Hombre libre” de Michael Mann, que además resultó ser muy decente, se estrenó con cierto éxito en cines de nuestro país tan solo porque su protagonista, Peter Strauss, era hiper famoso en la España de 1979 gracias a la serie “Hombre rico, hombre pobre”. Más célebres y obvios son los estrenos en salas de los telefilms de Spider-man o La Masa, o el episodio piloto de “Galáctica”.
En el caso que nos atañe, este “Vértigo mortal”, pasó por nuestras salas sin pena ni gloria —unos escasos 90.000 espectadores— aunque con algo más de lustre en videoclubs donde fue distribuida por Record Visión llegando a lanzar dos ediciones. En los Estados Unidos tiene algo de culto porque se utilizó como prueba en el juicio contra Ed Sherman, un individuo de Connecticut que estaba obsesionado con la película y asesinó a su esposa de la misma manera que lo hace el protagonista, además de usar el aire acondicionado para retardar el estado de descomposición del cadáver.
Más allá de estos datos, lo mejor que nos ofrece el telefilme es ver la cara de palo de Keith Carradine, y a Richard Widmark ya anciano, para arriba y para abajo haciendo preguntas y aspavientos.
Y es que la película cuenta como, tras encontrar a una mujer y sus hijas asesinadas a sangre fría en su domicilio, un policía sospecha del marido y padre de estas. Sin embargo, el tipo desaparece y ya no se vuelve a saber de él. Años más tarde dos individuos sufren un aparatoso accidente automovilístico. Uno de ellos fallece y el otro queda completamente desfigurado, pero siendo sometido a un montón de intervenciones quirúrgicas, logra volver a tener rostro y rehace su vida con una mujer. El policía, ya jubilado, sigue investigando el caso de asesinato de años atrás, lo que le lleva a sospechar del individuo al que le han reconstruido la cara y que muy bien podría ser el criminal que busca.
Los impactantes y sugerentes pósters con los que se estrenó y/o editó “Vértigo mortal” y la apertura inicial del film, pueden llevar a pensar al espectador que nos encontramos ante un sórdido slasher, pero nada más lejos de la realidad. Quitando el inicio, y una secuencia en la que vemos la cara desfigurada de Keith Carradine en el hospital, esto es más parecido a un episodio de “Colombo” que a una película de terror ochentera al uso. De hecho, la cadencia, la estructura y hasta el argumento son propios de los miles de telefilmes que inundaban la parrilla televisiva española después de los telediarios. Y, por supuesto, ese estilo televisivo en pleno 2023 se ha quedado desfasado. Hay que tener una paciencia infinita para verlo. En definitiva, una película blanca y para todos los públicos.
Curiosamente, en la silla de director tenemos a Douglas Hickox, nombre de cierto prestigio -y papá de Anthony- durante los años 70 que nos dio clásicos como “Matar o no matar, ese es el problema”, “El asalto de los hombres pájaro” o “Amanecer Zulú”. En los 80 se hizo cómodo en la televisión facturando únicamente telefilmes, este incluido.

viernes, 27 de noviembre de 2015

REENCUENTROS

Pensándolo, es muy cierto que Jonh Belushi es un icono, pero también es cierto que de las siete películas en las que apareció, fueron un fracaso seis, solo fue un exitazo “Desmadre a la americana”, todo lo demás pinchó, a veces de forma catastrófica, lo que le convierte en un verdadero cómico de culto. Porque la veneración por Belushi viene a posteriori y no por gran actor, sino por yonkie. Y el culto a películas como “1941” o “Granujas a todo ritmo”  se inicia años después, que en el momento, fueron fracasos gordos.
Si bien empezó con papeles episódicos en películas como “Camino del Sur” o la que nos ocupa “Reencuentros”, “Old Boyfriends” en su versión original. Nada, es una intervención que apenas sobrepasa los 25 minutos, pero que sirve para comprender por qué Belushi es tan amado; es que gozaba de un carisma y una personalidad tal que traspasaba incluso las películas en las que aparecía. Y no hay que olvidar que Belushi es quien es gracias a sus intervenciones en el “Saturday night Live” y que de ahí le viene el éxito y la fama; cuando murió, en el cine, no estaba más que empezando y, a juzgar por los fracasos, con bastante mal pie. Pero cuando salía en una peli, el espectador se queda bocas contemplando el alarde de energía que soltaba el actor.
“Reencuentros” es la progre historia de una loca del coño que tras divorciarse, decide pegarse el festival de pollas follándose a sus ex novios, así se va a una ciudad y fornica con uno, lo intenta con otro en otra ciudad, y mientras cala hondo en el primero de todos ellos, cuando este se va a buscarla, le da tiempo a echarse otro caliqueño con un tercero.
La película pasó inadvertida, porque pocas cosas se han visto más malas que esta. Un coñazo de corte medio feminista, con una música épica que le acompaña en toda suerte de escenas románticas y que no le va nada bien al asunto, que supuso el debut de su directora, Joan Tewkesbury, y que después quedó relegada a la dirección televisiva porque es obvio que la chica no era en exceso talentosa.
Belushi interpreta en la cinta a su novio del instituto, el cual la humilló diciendo a sus compañeros que se había acostado con ella siendo mentira. Cuando se reencuentran años después, ella está dispuesta a, ya que él alardeaba de ello, que se la tire de verdad.
Y ahí radica todo el interés del asunto, el poder ver en acción a Belushi en una de sus películas más ignotas. Una vez concluye su parte, el resto de la película carece de interes. De hecho, circula por la red una versión de la película montada por un fan, en la que solo vemos las escenas en las que aparece Belushi.
La película la protagoniza Talia Shire, hermana de Francis Ford Coppola y la Adrian de “Rocky”, papel por el que consiguió después este protagonista, y por el cual ya nunca haría ninguna película trascendente más allá de la saga de “Rocky”. “Reencuentros” estaba concebida para su lucimiento, pero se lució más bien poco. Y es que ¡que bazofia tan grande por dios!
Junto a Belushi y Shire, Keith Carradine (hermano de David y de Robert e hijo de John) interpreta a otro novio más y Richard Jordan (“Dune”, “A la caza del Octubre rojo”) interpreta al que al final se lleva el gato al agua.  De hecho, en la época del vídeo, era el actor que lo partía de todo el reparto, puesto que al estrenarse directamente en vídeo en nuestro país –y he aquí la prueba de que Belushi no era nadie, al menos en España,  hasta que le reivindicaron los esnobs- en la carátula (que no tiene desperdicio) es él el que figura como estrella, más allá de sus compañeros. También es cierto que la carátula de vídeo es un poco engañosa, ya que se nos muestra la película como una especie de thriller, o algo así, prometiendo acción cuando en realidad se trata de un culebrón rosa y dramático que sonrojaría al más acostumbrado a las ñoñerías.
No obstante en su estreno americano, al largarse el público a mitad de película durante sus proyecciones, de puro coñazo que era, a los señores distribuidores de Embassy, no se les ocurrió otra cosa que cambiar el póster; si en la primera versión aparecía Talia Shire abrazando a un señor anónimo, en la versión nueva, con las que inundaron paneles de autopistas y marquesinas, aparecía ella en primer plano, custodiada por un Belushi que presidía el póster, micrófono en mano, y cuya frase promocional venía a decir algo así: “Talia Shire buscaba el amor de su vida, pero esta vez será Belushi el que la mande a la mierda”. No he podido encontrar casi info de la peli en toda la red, menos aún este póster que tan bien hubiera ilustrado lo que digo.
Jonh Belushi, su representante, y la madre que parió a todos ellos, por supuesto, se llevaron un monumental cabreo al ver el uso que se hacía de la figura de Belushi en la promoción, pero al ser tal el fracaso, pasaron de todo lo referente a denuncias y malos rollos.
Y es que Belushi, cuando se estrenó esto, era ya súper famoso, tanto que le colaron ahí como protagonista para ver si se salvaba la película. Lo único que se consiguió es que la gente pidiera que se le devolviera su dinero a la entrada del cine, porque habían pagado para ver una película protagonizada por John Belushi, y en esta él aparecía un momento. Así que no remontaron y la película se fue al garete; eso si, las críticas fueron más que favorables para el señor Belushi.
Por lo demás, mierda. Lo más interesante, lo que acaban de leer aquí.

martes, 5 de noviembre de 2024

MI MEJOR AMIGO, MI HIJO

Hoy en día, cuando pensamos en la figura de Bill Cosby, más que en el cómico y actor que fue, el papá de América como le llamaban, o en su entrañable show “La hora de Bill Cosby”, tendemos a pensar en su vertiente más oscura y siniestra, la del individuo que se ha tirado media vida drogando y violando a tantas mujeres como le apeteció, y cuya carrera ha quedado empañada por ello. Esto no es más que una muestra del poder que ejercen ciertos individuos, escasos de moral, y se creen en potestad de hacer lo que les da la real gana —de hecho, a Cosby se le pilló en 2014, pero lleva practicando sexo bajo sumisión química desde los años 60—, solo porque pueden.
Ahora, lo más chocante es que esa actitud depravada venga de parte de un tipo que se hizo famoso por promover valores como la amistad, la familia y la bondad en la gran mayoría de sus trabajos. Cosby era, en lo que a su humor se refiere, blanco como la patena, casi un cumbayá… por lo que choca especialmente esta doble vida fuera de los focos.
Para muestra de su blancura, un botón.
“Mi mejor amigo, mi hijo” es un telefilm del año 1972 orquestado por el propio Bill Cosby que tuvo la idea, la produjo, interpretó el papel principal e incluso compuso la banda sonora, firmándola como William H. Cosby Jr. (su nombre real).
Un individuo llamado Blu trabaja como mozo de carga en el aeropuerto, además de trapero y taxista los fines de semana para ganar un poco de dinero. Su esposa lo mismo, trabaja como auxiliar en el hospital y limpiando casas. Tienen un hijo pequeño y viven en un estado de extrema pobreza. Es por eso que la obsesión de Blu es ahorrar hasta el último centavo que gana, ya que le tiene echado el ojo a una casa fuera del gueto y su sueño es mudarse allí con su familia para tener una vida digna. Pero claro, este estado perpetuo de trabajo ha mermado la relación con su hijo, el cual comienza a comportarse de manera un tanto molesta porque su padre no le hace ni puñetero caso. Blu intentará convertirse en un padre para él, pero le puede más el hecho de ganar dinero, el futuro.
Un buen día, al chaval le salen unos sarpullidos en el codo, motivo por el que su madre acaba llevándole al hospital. Resulta que tiene anemia por células falciformes, una extraña enfermedad de los negros que, inevitablemente, llevará al pequeño protagonista a la muerte. Precisamente eso es lo que determina que Blu cambie de modus operandi, decidiendo pensar menos en el mañana y disfrutar más del presente, pasando todo el tiempo que pueda con su hijo.
Menudo folletín ¿eh? Muy de Bill Cosby por otra parte. Sin embargo la cosa no está mal, apenas dura una hora y diez y se deja ver perfectamente pese a que esta película se compone en un 90% de diálogos. Y es que para la elaboración del guion, Cosby contó con la pluma de Allan Sloane, guionista que las pasó putas durante la caza de brujas siendo uno de los trabajadores de Hollywood en la lista negra, quien se especializó en escribir para televisión tramas sobre gente con algún tipo de problemas o discapacitados. Se le daba bien el asunto. Entonces, este dramón sobre las prioridades de un padre y la anemia de células falciformes, no exento de cierta moralina e incitaciones a la autoayuda, fue premiado con el más preciado galardón que puede obtener un trabajo televisivo, el EMI al mejor guion.
Para la dirección Bill Cosby contó con el artesano Gilbert Cates que, visto lo visto, también se especializó en trabajos televisivos de esta misma índole, aunque a lo largo de su carrera hizo un par de curiosas escapadas al mundo de la pantalla grande. Suyas son el thriller “Ambición mortal” con Karen Allen y Keith Carradine, que no estaba mal, o “Amor de verano” con unos jovencísimos Beau Bridges y Susan Sarandon.
Por otra parte, para hacer de la esposa de Blu, tenemos a Gloria Foster, actriz asimismo de prominente carrera televisiva que ya en su vejez apareció en “Matrix”, pero que coincidió con Bill Cosby, además de en este telefilm, en la serie que le brindó la fama, “Yo, espía” o en la película que pasó a los anales del cine malo, por eso, por mala, “Un espía súperguay”.
Por supuesto, Bill Cosby, en los 70 no era en exceso popular en nuestro país, pero a partir de 1986, que se estrenó acá su sitcom de mayor éxito, “La hora de Bill Cosby”, su fama se disparó de manera notable, motivo por el que compañías de vídeo mas grandes o más modestas, aprovecharon para lanzar en vídeo algunas de las viejas películas del actor. "Feeling", roñosa distribuidora española (subsidiaria de "Thor Films" dedicada al melodrama), tuvo a bien poner en alquiler el telefilm bajo el título que ilustra la reseña, cuando el original es “For all my friends on The Shore”. Por otro lado, cuando más adelante la película fue emitida por los distintos canales televisivos de nuestro país, pasó a titularse “A todos mis amigos de la tierra”, algo más fiel al original, pero igual de horroroso. Y es que Bill Cosby no daba puntadas sin hilo y, en un alarde de mesianismo, el título que escoge para su película no hace alusión a los hechos que acontecen en la misma, pero sí nos advierte que el papá de América quiere lanzar  un mensaje a todos sus amigos de la tierra. Porque puede.
No era difícil adivinar entonces, entre tanta megalomanía, lo que se dedicaría a hacer el cómico a señoras y señoritas de diversa índole y edad, anestesia para trabajos odontológicos mediante.
Pero el telefílm, de lagrimita fácil, se deja ver, está entretenido.

domingo, 18 de enero de 2009

LA PRESA

Uno de los títulos clásicos del "cine de supervivencia", subgénero este encabezado por "Deliverance", y uno de mis favoritos. Su cartel me producía escalofríos de chaval. Se hizo en 1980, pero tiene un lógico regusto a los 70, por su estética, su ritmo (tranquilo, contemplativo en algunos aspectos, pero no pausado), sus estupendos actores y su sentido de la violencia, cruda y directa.
Una patrulla de la Guardia Nacional de Louisina sale de prácticas por la fabulosa y fotogénica zona de los pantanos. Se topan con los lugareños y, a causa de una inoportuna broma mal entendida, estalla el conflicto. A partir de ese instante, jugarán al gato y al ratón... situación que los soldados llevarán en franca desventaja. Uno tras otro, irán cayendo ante las trampas mortales o las balas de los habitantes de la zona.
Un Walter Hill en plena forma despega su capacidad para hablarnos de situaciones límite y tipos duros. Actores del calibre de Keith Carradine, Powers Boothe, Fred Ward, Peter Coyote o Brion James ponen rostro a unos personajes desesperados (todos hombres, no hay mujeres en papeles relevantes... hoy se buscarían la vida para colar una de algun modo). Intérpretes de esos que quizás no sean muy muy famosos, pero destilan carisma y su presencia siempre es agradecida.
El director logra que te "encariñes" con todos ellos, a pesar de ser algo antipáticos y/o gilipollas. De modo que sus muertes te llegan a saber francamente mal, aunque solo sea por, eso, ser una panda de pobres idiotas que no merecían ese fin y menos a causa de una broma. La tensión se va manteniendo a lo largo de todo el metraje, hasta su estupendo climax final, desarrollado en una aldea (y en la que, por cierto, hay imágenes reales del sacrificio y despellejamiento de un cerdo... aunque rodado con bastante menos mala leche de cómo lo haría un italiano) y en el que, inevitablemente, estalla la violencia que pondrá punto y final a la batalla. Luego, la huida de los supervivientes y el extraño pero fascinante desenlace.
Una pequeña joya a descubrir.

sábado, 29 de junio de 2024

PROFETAS DE LA CARRETERA

Corría primera mitad de los noventa. Ingenuamente interesado por el, en brevísimo sobreexplotado y desvirtuado, "cine independiente norteamericano", andaba muy enganchado a lecturas como la revista "Film Threat", directores del calibre de Alex Cox (que era inglés, sí, pero ya me comprenden) o Amos Poe y la siempre recurrente, cinematográficamente hablando, estética urbana y decadente transitada por perdedores errantes en busca de una oportunidad. Por eso mismo, el día que leí sobre "Profetas de la carretera" ("Roadside Prophets" 1992) en la mentada publicación, comencé a sentir tembleques. Escrita y dirigida por Abbe Wool, quien había sido pareja sentimental de Alex Cox y es co-autora del guion de la discutible "Sid & Nancy", protagonizada por John Doe (nombre real: John Nommensen Duchac, y anda que no suena bien), actor, cantante y guitarra + bajista de la seminal banda punk "angelina" "X", y, peliculeramente hablando, con toda la pinta de encajar en aquello que ansiaba consumir: Joe, motero de buen corazón, se hace amigo de otro, Dave, recién incorporado a su gris curre en una fábrica. Durante un visita al bar, este le habla de un casino maravilloso donde uno se hace rico y tiene acceso a tías estupendas, situado concretamente en el legendario Eldorado, así todo junto (lugar al que Richard Driscoll dedicó una película entera) Justo entonces, Dave muere electrocutado mientras juega a los marcianitos. A partir de ahí, Joe decide llevar sus cenizas hasta ese supuesto paraíso. Embarcarse en un viaje incierto para localizarlo. Naturalmente, ello desembocará en uno de los formatos predilectos por el cine "indie": la "road movie" de ambientación desértica, con inevitable tufo a "Easy Rider" y, sobre todo, "Paris, Texas", que en "Roadside Prophets" se ve referenciada al incluir al prota de aquella, Harry Dean Stanton, en la banda sonora.
Sin embargo, centrarse en esos datos sería quedarse muy corto. Porque hay mucho, mucho más. "Roadside Prophets" se deja ver, no diré lo contrario, pero al carecer de genuina trama -solo es una acumulación de escenas, en las que el protagonista va conociendo personajes peculiares y viviendo situaciones igualmente nada convencionales- termina siendo un poco coñazo. Esto lo sé ahora, que por fin he tenido oportunidad de verla, porque, aunque sí llegó a España, o nunca la localicé en mis vídeo-clubs (raro considerando que la distribuía MGM) o para entonces todo mi interés se había evaporado, cosa perfectamente posible.
Lo realmente divertido del visionado ha sido, pues eso, ir reconociendo nombres, caras, voces y demás. Un juego que, opino, a poco que sean ustedes unos cinéfilos medianamente curiosos, e interesados por cierta subcultura o contra-cultura a la que el film apela completamente, disfrutarán.
Pero comencemos por el principio, la directora y guionista Abbe Wool. Asumo que "Roadside Prophets" no funcionó ni medianamente, porque jamás retomó las tareas de dirección, limitándose a formar parte de los equipos técnicos en un porrón de títulos más que variados, hasta 2014. Luego desapareció.
El productor, Peter McCarthy, tampoco era manco. Debutó junto a Alex Cox en "Repo Man". Siguió con "No me grites que ya te veo" (vehículo para John Cusack y Tim Robbins en plan pareja cómica), "Voy a por ti" (la "célebre" parodia del "blaxploitation" cortesía de Keenen Ivory Wayans) y lo probó en la dirección. Suyas son "Floundering" (otra con pinta de encajar a la perfección en el molde noventero del cine "indie") o "Death & Taxes" (que puso fin a su carrera en el fatídico 2014). Aunque el ejemplo más raro lo tenemos con "Motín en el planeta prisión", neo-western futurista a mayor gloria de Michael Paré que, por una serie de conflictos varios, McCarthy se vio obligado a co-dirigir.
Justo, en esta última localizamos al director de fotografía de la reseñada, Tom Richmond, ejerciendo como tal. No sorprende que, igualmente, terminaría colaborando con Alex Cox... pero sí nos deja ojipláticos descubrir en su filmografía títulos del "calibre" de "Hard Rock Zombies", "Kill Bots" o "Amityville IV: La fuga del diablo". Un jefe.
"Roadside Prophets" pertenece al catálogo de "New Line Cinema", todavía interesados en apoyar un cine bastante más minoritario a pesar de llevar poco menos de una década petándolo gracias al fenómeno Freddy. Y si la "New Line" de los noventa andaba de por medio, también lo hacía su presidente Bob Shaye. Y quien dice Bob Shaye, dice Lin Shaye, hermana y actriz "nepotista" (hoy día popular por su recurrente rol en la saga "Insidious") que, pal caso, interpreta a una mujer sidosa casada con un hombre canceroso.
Más nombres curiosos: Timothy Leary, famoso defensor de las drogas alucinógenas (quien, graciosamente, se marca un discurso anti-drogas duras), David Carradine pegándose el gusto de cantarnos una canción propia (no olvidemos que darle al estribillo y las cuerdas era su otra gran pasión. Tal vez la primera), John Cusack como alocado revolucionario tuerto, Arlo Guthrie (hijo de famoso cantautor Woody Guthrie), un joven Don Cheadle, el eterno secundario Stephen Tobolowsky y Adam Horovitz, más conocido como uno de los "Beastie Boys" (bajo el nombre de Ad-Rock) Lo cierto es que co-protagoniza el film junto a John Doe en el rol de un chaval desquiciado que, básicamente, persigue al protagonista desesperado por encontrar a sus desaparecidos progenitores. Lo he relegado a este rincón por una cuestión de gustos personales: su personaje resulta de lo más cargante, irritante y agobioso. A mi juicio, uno de los aspectos más flojos del largometraje.
En un momento dado, la pareja aterriza en un pub donde un grupo "lounge" de lo más hortera ("Too Free Stooges") toca una canción romántica. Uno de sus componentes es el omnipresente Flea (de larga y lustrosa carrera musical y cinematográfica) Junto a él dos "crooners", encarnados por un par de personajes sumamente apetitosos. Dick Rude, uno de los más mejores amigos de Alex Cox, actor en sus primeras películas y co-guionista de "Directos al infierno" y Manny Chevrolet, una especie de showman / humorista de segunda. Se convirtió en habitual de la realizadora de video-clips y cortometrajes Modi, una pava surgida del punk que asistió a Penelope Spheeris en el rodaje de "The Decline of Western Civilization", "Los tachuelas" y "Hollywood Vice Squad", donde tenía un papelito junto a su padre, y actor secundario de carácter Ben Frank (pueden verlo también en "Yo soy la justicia") Esa faceta de actriz la continuó explotando para el SOV de culto "Dark Romances" y el célebre punk-film superochero "Lovedolls Superstar" de Dave Markey. Hizo buenas migas con Exene Cervenka, cantante de los mismos "X" donde pululaba John Doe (él y Exene eran pareja), pariendo a pachas el guion de "Bad Day", cortometraje rodado en super 8 a modo de western de espíritu cómico que contaba en el reparto con el mismo Doe y nada menos que Kevin Costner. Así, Modi debutaba como directora. Aunque seguidamente pasaría a centrarse en el videoclipismo, de vez en cuando volvía a las pequeñas ficciones -siempre currando bajo el nombre de su productora "Modivation"- Muchas de ellas vehículos de lucimiento para, justo, Manny Chevrolet (compartiendo plano con otro de los habituales de Modilandia, Henry Rollins) "Rosa Mi Amor" fue el que lo petó más, llevándose varios premios en sendos festivales. Tal vez alguno de ustedes recuerde el monográfico que el programa de "cultura alternativa" del segundo canal de TVE, "Metrópolis", le dedicó a la chica. Tras aquel pequeño subidón, Manny Chevrolet intentó pasarse a la política sin mucho éxito. Y Modi, viendo el aparente fin del negocio musical con la llegada de "Napster", se piró a Texas, fue mamá y abrió una tienda de temática "vintage". Dice que anda currando en una serie formato "streaming", así que no ha dejado del todo las cámaras. Curiosos, pueden visitar su página web.
Efectivamente, la reseña de "Roadside Prophets" era una excusa para hablar de ella.
Pero volvamos al film de Abbe Wool, en plan colofón.
Como ya supondrán a estas alturas, la música tiene un papel preponderante. Aparte de la presencia de los ya mentados Exene Cervenka y John Doe marcándose un par de canciones, localizamos a -inevitablemente- "Beastie Boys", Gary U.S. Bonds, "The Pogues" o "Pray for Rain" -encargándose de la fanfarria incidental-, estos dos últimos muy presentes en el cine de Alex Cox. Aunque, a mi gusto, la guinda la tenemos al final, con una copla bastante guapa canturreada por la reconocible voz rasposa de Keith Morris, vocalista de los míticos "Circle Jerks" -otros Coxistas convencidos- que, pal caso, se parapeta tras el nombre grupal de "Bug Lamp". No es el único "Jerk" que rula por la banda sonora, Zander Schloss, bajista de aquellos, también participa.