
“Instinto Básico” tenía la ardua tarea de superar el paso del tiempo. Algo que para cualquier película noventera es un absoluto reto. Por mi parte, debía enfrentarme a ella veinte años después, con la animadversión que me provocan las películas de aquella década –y más cuando hicieron tanto ruido como esta- teniendo a su favor, únicamente, que ya no gasto tantos prejuicios a la hora de ver cine, a pesar de todo.
Pues tras el visionado puedo decir que “Instinto Básico” ha
superado con creces la prueba, y que, vista hoy, no se trata de
una grandísima película, pero pocas existen más entretenidas que esta. Con un
tempo y una atmósfera rarísima, unos diálogos –eso sí- algo idiotas, y
sobretodo una iluminación soberbia que le otorga ese look que, una vez visto
por primera vez, ya no se marcha de tu retina y que vas rememorando según vas
viendo la película. Es como consumirla por enésima vez, pero dando la impresión de
que sea la primera. Una sensación rara.
Ya saben; un “thriller” en el que un policía, de oscuro pasado, se ve inmerso en un caso de asesinato en el que la principal
sospechosa es una escritora quien en una de sus novelas describe con pelos y señales el asesinato que se acaba de cometer, por lo que será la principal
sospechosa. Cuanto más avanza el caso, compañeros y psicóloga –a la que el poli
se tira- van complicando la cosa, y más
se nos complica a nosotros, a la vez que se van dando pistas, falsas o no, para
que el espectador saque sus conclusiones, mientras que el poli cae en una
espiral de descarnado sexo con la sospechosa.
Una cosa simple pero efectiva, que como ya digo se disfruta
más en la actualidad, en parte por cierto sabor añejo que la acompaña, en parte porque es una
máquina fabricada para combatir el aburrimiento. Y es que detrás de ella está el mejor Paul Verhoeven, el de los primeros noventa, al que precedían un montón de éxitos en
los ochenta (¿hace falta mentarlos?).
Así pues, una película que recomiendo fervientemente, y que será recordada con el paso del tiempo. Fue un éxito mundial absolutamente rentable que
en nuestro país congregó a 4.000.000 de espectadores y se convirtió en un
fenómeno social. Por aquél entonces, en cualquier parte se hablaba sobre “Instinto
Básico”, en el cole, en el banco, en la compra… raro será cualquiera que no la alquiló cuando salió en vídeo, y más raro será cualquiera que
no se haya masturbado, bien con las escenas sexuales protagonizadas por la Stone, como las protagonizadas por Jeanne Tripplehorn (quien debutaba
mostrándonos hasta las amígdalas). Y
bien merecido se tiene Sharon Stone el título de mito erótico, aunque, vista
ahora la película, podamos comprobar que sus duros pechines son operados.
Buscando algo de info, doy con algunos
datos curiosos, como los referentes a la versión final.
Verhoeven presentó a la censura tres distintas. ¿El
motivo? Que cada vez que procedía se la clasificaban “X”, lo que afectaría
absolutamente a su carrera comercial. Finalmente supo darle el toque para que resultase explosivamente erótica (a día de hoy,
este erotismo es nada) y no una vulgar película pornográfica.
Así mismo, la elección de Michael Douglas como duro
detective follador, papel que le viene que ni al pelo, no fue la primera. Hasta
que se decidió por él se barajaron los nombres de
Wesley Snipes, Bruce Willis, Charlie Sheen e incluso ¡Stallone! La verdad es
que cualquiera de ellos da bien el papel. Aunque las caras de gusto y gemidos
de placer que suelta el hijo de Kirk Douglas, creo que serían difíciles de
superar por cualquiera de estos.
El papel de Sharon Stone tiene unos toques
de homosexualismo. Vamos, que le da a las pollas, pero también a los
coños. Bien, pues este hecho insignificante puso en alerta a los diversos
colectivos de lesbianas americanas, que tocando los huevos como los tocaron los
maricones en su día con “A la caza”, las liaron pardas porque decían que el personaje de
la Stone daba una mala imagen de ellas. Ya saben, fanatismos yankis.
La película ha dado pie a un montón de “exploitations” que,
curiosamente, han sido tan recurrentes dentro del mainstream como lo fueron dentro del cine de baja alcurnia –ahí el subgénero caló a lo bestia, lógico considerando su carga sexual-
En muchos casos, eran remedos con repartos marcianísimos; por
poner dos ejemplos, “Nunca hables con extraños” con Antonio Banderas y Rebecca de Mornay, o “La marca del asesino”
con James Belushi y Lorraine Bracco.
Ha sido una buena experiencia volver a ver "Instinto Básico" que, por si lo habían olvidado, contó con una absurda y tardía secuela,
a la cual dedicaré mi próxima reseña.