lunes, 22 de septiembre de 2014

INSTINTO BÁSICO

“Instinto Básico” se ha ganado, por derecho propio, el título de clásico. La sensación cinematográfica de los noventa me pilló siendo un confundido espectador de quince años, y claro, una película que había gustado a tantísimos espectadores, no podía dejar de gustarme a mí. Así que hacía ver como que sí. No obstante, el boom, tal como vino se fue, y pronto ya nadie se acordaba de “Instinto Básico”. La volví a ver con una opinión ya más formada y los gustos más definidos, y me pareció espantosa. Y ya nunca repetí, hasta que en una reciente visita a una tienda de productos de segunda mano tenían el DVD precintado por 20 céntimos. Así que, lógicamente, lo adquirí.
“Instinto Básico” tenía la ardua tarea de superar el paso del tiempo. Algo que para cualquier película noventera es un absoluto reto. Por mi parte, debía enfrentarme a ella veinte años después, con la animadversión que me provocan las películas de aquella década –y más cuando hicieron tanto ruido como esta- teniendo a su favor, únicamente, que ya no gasto tantos prejuicios a la hora de ver cine, a pesar de todo.
Pues tras el visionado puedo decir que “Instinto Básico” ha superado con creces la prueba, y que, vista hoy, no se trata de una grandísima película, pero pocas existen más entretenidas que esta. Con un tempo y una atmósfera rarísima, unos diálogos –eso sí- algo idiotas, y sobretodo una iluminación soberbia que le otorga ese look que, una vez visto por primera vez, ya no se marcha de tu retina y que vas rememorando según vas viendo la película. Es como consumirla por enésima vez, pero dando la impresión de que sea la primera. Una sensación rara.
Ya saben; un “thriller” en el que un policía, de oscuro pasado, se ve inmerso en un caso de asesinato en el que la principal sospechosa es una escritora quien en una de sus novelas describe con pelos y señales  el asesinato que se acaba de cometer, por lo que será la principal sospechosa. Cuanto más avanza el caso, compañeros y psicóloga –a la que el poli se tira-  van complicando la cosa, y más se nos complica a nosotros, a la vez que se van dando pistas, falsas o no, para que el espectador saque sus conclusiones, mientras que el poli cae en una espiral de descarnado sexo con la sospechosa.
Una cosa simple pero efectiva, que como ya digo se disfruta más en la actualidad, en parte por cierto sabor añejo que la acompaña,  en parte porque es una máquina fabricada para combatir el aburrimiento. Y es que detrás de ella está el mejor Paul Verhoeven, el de los primeros noventa, al que precedían un montón de éxitos en los ochenta (¿hace falta mentarlos?).
Así pues, una película que recomiendo fervientemente, y que será recordada con el paso del tiempo. Fue un éxito mundial absolutamente rentable que en nuestro país congregó a 4.000.000 de espectadores y se convirtió en un fenómeno social. Por aquél entonces, en cualquier parte se hablaba sobre “Instinto Básico”, en el cole, en el banco, en la compra… raro será cualquiera que no la alquiló cuando salió en vídeo, y más raro será cualquiera que no se haya masturbado, bien con las escenas sexuales protagonizadas por la Stone, como las protagonizadas por Jeanne Tripplehorn (quien debutaba mostrándonos hasta las amígdalas).  Y bien merecido se tiene Sharon Stone el título de mito erótico, aunque, vista ahora la película, podamos comprobar que sus duros pechines son operados.
Buscando algo de info, doy con algunos datos curiosos, como los referentes a la versión final. Verhoeven presentó a la censura tres distintas. ¿El motivo? Que cada vez que procedía se la clasificaban “X”, lo que afectaría absolutamente a su carrera comercial. Finalmente supo darle el toque para que resultase explosivamente erótica (a día de hoy, este erotismo es nada) y no una vulgar película pornográfica.
Así mismo, la elección de Michael Douglas como duro detective follador, papel que le viene que ni al pelo, no fue la primera. Hasta que se decidió por él se barajaron los nombres de Wesley Snipes, Bruce Willis, Charlie Sheen e incluso ¡Stallone! La verdad es que cualquiera de ellos da bien el papel. Aunque las caras de gusto y gemidos de placer que suelta el hijo de Kirk Douglas, creo que serían difíciles de superar por cualquiera de estos.
El papel de Sharon Stone tiene unos toques de homosexualismo. Vamos, que le da a las pollas, pero también a los coños. Bien, pues este hecho insignificante puso en alerta a los diversos colectivos de lesbianas americanas, que tocando los huevos como los tocaron los maricones en su día con “A la caza”, las liaron pardas porque decían que el personaje de la Stone daba una mala imagen de ellas. Ya saben, fanatismos yankis.
La película ha dado pie a un montón de “exploitations” que, curiosamente, han sido tan recurrentes dentro del mainstream como lo fueron dentro del cine de baja alcurnia –ahí el subgénero caló a lo bestia, lógico considerando su carga sexual- En muchos casos, eran remedos con repartos marcianísimos; por poner dos ejemplos, “Nunca hables con extraños” con Antonio Banderas y  Rebecca de Mornay, o “La marca del asesino” con James Belushi y Lorraine Bracco.
Ha sido una buena experiencia volver a ver "Instinto Básico" que, por si lo habían olvidado, contó con una absurda y tardía secuela, a la cual dedicaré mi próxima reseña.