sábado, 31 de mayo de 2025

WITCHTRAP: EL ESPÍRITU DE LA MANSIÓN DE LOS LAUTER

Pos no, "Witchtrap: el espíritu de la mansión de los Lauter" NO es una secuela, o "spin-off" -como podría parecer-, de "Witchboard (Juego Diabólico)", la primera y exitosa película del entrañable Kevin Tenney, director de ambas. Originalmente fue parida como "The Haunted" y, sencillamente, encajaba a la perfección (excesiva, diría yo) en el esquema de las casas encantadas. Los desalmados distribuidores la rebautizaron como la rebautizaron, procurando hacerla pasar por esa secuela -en espera de un nuevo pequeño "hit"- que no era. Curiosamente, y contradiciéndose con tal dato, en la parte trasera de la caratula del vhs (yanki) se advertía de su genuina naturaleza "no continuosa" (¿¿hein?? ¿¿imposición legal del señor director??). En cualquier caso, el cacareado y esperado "Witchboard 2" acabaría llegando, sí, en 1993 y con Tenney de nuevo a los mandos (si la cazo algún día, será debidamente reseñada). También les diré que no hubo una tercera, lo que nunca es buena señal.
Aún así, se puede entender perfectamente que alguien se tome "Witchtrap" como la secuela de la otra 
cuando J.P.Leubsen, quien pusiera rostro -y amenazante mirada de loco- el villano en aquella, luce exactamente igual -y con exacta mirada de loco- en esta. Inevitablemente, ello induce a conectar narrativamente ambas películas, y da igual si el resto del reparto reincidente da vida a personajes de distinto nombre.
Como decía, "Witchtrap" es la prototípica película de mansiones encantadas, una en la que se instala el no menos prototípico grupo de investigadores de lo paranormal, para que sean debidamente asesinados por el fantasma presente. A la pandi se unen tres detectives con fines protectores, uno de los cuales, el protagonista, resulta altamente imbécil y desagradable. Asumo que Tenney, responsable también del guion, pretendía meter con él la notita semi humorística, pero puta gracia hace el baranda.
Y, en general, puta gracia hace la película. Desangelada, plana como una tabla de surf, desalmada, sosa, inimaginativa, elemental y de dirección ultra-básica, no la salva nada. Encima, el poco gore quedó más reducido después que la MPAA metiera unos cuantos tijeretazos. Y el asunto tetas, pues sin sorpresas, especialmente contando con las más que trilladas -siliconadas y tampoco muy bonitas- de Linnea Quigley, casi chistosamente despachada en la ducha (aunque sin compañero masculino). Tal vez el destete de la otra actriz protagonista sea más llamativo, por lo pronto que asoma y las maneras, tan casuales, poco erotizantes y gratuitas.
El propio Kevin Tenney interpreta un rol con cierto peso. Pero no por gusto, solo mera necesidad. De la música, como siempre, se ocupa su hermano, Dennis Michael Tenney. Y hay papelillo para Greg Lewolt, director de chusquedades en su tiempo libre, como "Voodoo Soup".
"Witchtrap: el espíritu de la mansión de los Lauter" es más mala que un dolor... pero visible si la pones de fondo, mientras dedicas la mitad de tus atenciones a otras cuestiones.

martes, 27 de mayo de 2025

LOS PECADORES

“Creed” es, posiblemente, mi película favorita del presente siglo; una que, con un "Rocky" al filo de la tercera edad, me hizo vivir en el cine una serie de sensaciones que no vivía desde, tal vez, la adolescencia. Por eso tenía a su director, Ryan Coogler, un joven negro nacido el año 1986,  en un altar.
Tras “Creed”, el siguiente paso fue ver su debut, “Fruitvale Station”,  una película sobre la represión policial, híbrida entre el "hood film" y el cine indie de corte social, que confirmaba su talento y demostraba que lo de “Creed” no había sido potra. "Fruitvale Station" se alzaba como una opera prima muy por encima de la media, verdaderamente notable.
Claro, tras esa vuelta de "Rocky" —que es lo que al final fue “Creed”— lo normal es que los estudios se disputasen a tan talentoso director, por lo que "Marvel Studios" requirió sus servicios para las películas de “Black Panther”. Y no me gustaron ninguna de las dos. Me parecieron unos soberanos coñazos. Al margen de subjetividades, en mi fuero interno asumía que Coogler no había perdido ese talento mostrado en sus dos primeras obras. El motivo podía ser, perfectamente, que, siendo dos productos de estudio, los encorbatados señores de "Marvel" no le habrían permitido hacer lo que le diese la gana.
Por eso, una nueva película autoral de Ryan Coogler era lo que necesitaba ver. Además, con un tema fascinante: todo el folclore del blues asociado a la magia negra, rodada en celuloide, con cámaras de 70 mm y en Panavisión, utilizando película especialmente sensible a esos formatos. Cojonudo.
Una vez supe de la existencia de la interfecta, “Los pecadores”, ya no quise saber más hasta verla. Y he tardado porque cada vez es más difícil que una película aguante en cartelera lo suficiente como para, cuando uno decide acudir, se siga proyectando. Ayer, por fin, pude hacerlo.
“Los Pecadores”, de la que además todo quisqui habla maravillas, ha supuesto para mí una decepción mayúscula, y la prueba palpable de que, a lo mejor, Ryan Coogler no es tan bueno.
La cosa va de dos hermanos gemelos, gangsters, que tras unos años viviendo como reyes al servicio de Al Capone en Chicago, deciden regresar a su Mississippi natal con el fin de abrir un local de blues y hacer fortuna con ello.  Cuando por fin lo inauguran, aquello acaba plagado de vampiros que querrán chuparles la sangre.
La decepción se debe a que, si la primera hora viene precedida de una seriedad acojonante, con los dos gemelos reclutando a los trabajadores y bluesman que les acompañarán en su travesía hacia la creación del mejor local del blues de todo Mississippi presagiando una peli de horror buena que te cagas (una hora de metraje que me dejó boquiabierto por su dirección, su diseño de producción, su estética, y en la que puede que veamos al mejor Ryan Coogler), durante la segunda hora, en la que aparecen los vampiros, se me desmorona todo porque lo que estaban viendo mis ojos era muy parecido —demasiado parecido— a “Abierto hasta el amanecer” de Robert Rodríguez. Solo cambia el contexto y la ambientación, pero el planteamiento es exactamente el mismo. Y a partir de que hacen acto de presencia los chupasangres y acorralan a los protagonistas dentro del club de blues, el parecido con aquella posmoderna película noventera es tan evidente, que cuando finalizó “Los pecadores” me quedé a ver los créditos para comprobar si aparecía alguno de “Inspired in the motion picture...” o “Based on characters created by Quentin Tarantino” (guionista de "Abierto hasta el amanecer"). Pero no apareció ningún crédito que justificara la total similitud entre ambas.
Al llegar a casa, busqué reseñas que aseguraran que se trataba de una mezcla entre “Cruce de caminos” (de la que no tiene nada) y el film de Robert Rodriguez, pero no se decía de manera condescendiente o negativa, sino, más bien, como si fuera algo positivo. En ningún momento se acusaba al film de plagio, que es lo que, indefectiblemente, es esta “Los pecadores” —y dando la razón a Seth Rogen en la estupenda serie “The Studio” cuando dice que “los buenos copian, los grandes roban”—. De hecho, todo el mundo parece encantado con ella y se la tilda de lo mejor del año.
A mí, hasta que aparecen los vampiros —que hubiera sido mejor no aparecieran, pero ya que aparecen ¡no conviertas lo que has construido hasta ese momento en una pantomima como has hecho, Ryan! — me estaba pareciendo una peliculón de órdago, con esa ambientación, ese granazo del celuloide y todo el rollo de folclore blusero… para luego mutar en un “Abierto hasta el amanecer” con ínfulas. Porque Coogler es muy consciente del prestigio adquirido y, no solo plagia una película que por estúpida que sea tiene su lugar en la cultura popular, sino que procede con la intención de mejorarla y de que se diga: “esta es la buena”.
En justicia, por lo bien rodada que está y la destreza técnica, que es inmejorable, "Los pecadores" se lleva un cinco pelado; en lo referente a la segunda hora me parece espantosa, espantosa, espantosa.
Pero claro, piénsenlo: Ryan Coogler es un joven talento que flipaba con la saga de “Rocky” y decidió hacer su propia versión / aportación. En 1996, año del estreno de “Abierto hasta el amanecer”, tendría 10 añitos, una edad idónea para alucinar con esa película. Y ahora, igual que tenía el capricho de rodar su “Rocky”, tendría el de hacer su “Abierto hasta el amanecer”, teoría que no carece de sentido.
Esperaremos a la próxima, pero si lleva derroteros similares, me bajo del Coogler.
Por lo demás, tenemos a Michael B. Jordan mostrando palmito, a Delroy Lindo rescatado para la ocasión como lo fue en su momento Fred Williamson, y navajazos, metralletas Thompson, estacazos y degluciones de ajo como para que un 90% de la platea salga flipando del cine.

sábado, 24 de mayo de 2025

EL HOMBRE SIN SOMBRA

La legendaria bajada de pantalones del gran Paul Verhoeven.
Tras los semi-fracasos de las incomprendidas "Starship Troopers (Las brigadas del espacio)" y "Showgirls", al holandés no le quedan más cojones que transigir con los caprichos -morales- de Hollywood si quiere seguir currando. Por ello, aborda la realización de "El hombre sin sombra" como un resignado artesano cumplidor, evitando sus habituales salidas de tono. Claro que, Verhoeven es mucho Verhoeven, e incluso así, con todas las limitaciones e imposiciones, logra echar palante un producto que, sí, carece de su toque (bueno, algo hay, aunque poquita cosa), pero sigue siendo perfectamente deglutible y entretenido, por mucho que él lo califique como lo peor de su filmografía.
Estamos ante una puesta al día -del año 2000- de uno de los "monstruos clásicos", el hombre invisible... aunque, estructuralmente, esto remita más a "La Mosca" de David Cronenberg. El super genio Sebastian Caine ha inventando la fórmula de la invisibilidad procediendo en plan "resolución para lerdos", es decir: sentado frente al ordenador, no consigue resultados. Pone cara de palo y se cabrea. Entonces, tiene un momento de inspiración. Le da a tres teclas. En la pantalla vemos varios colorinches. Y,¡¡voilà!!, la mueca de cabreo pasa a la de alegría. ¡Lo ha resuelto!. Así, ambicioso como es, decide aplicársela. Pero a la hora de recuperar la forma visible, todo falla. Poco a poco, ello le va minando la mente, una que ya de por sí tendía a la megalomanía. De esta guisa, se vuelve más malo que la tiña para mayor desesperación de sus compañeros de laboratorio.
Cine "mainstream" en su mejor y máximo exponente al que contribuye, sin duda, el reparto, con el siempre eficaz Kevin Bacon como villano, Elisabeth Shue combatiéndole, Josh Brolin en medio del caos, el veterano William Devane (Verhoeven es muy fan de Alfred Hitchcock, así pues, contar con aquel que actuara en la última película del orondo cineasta, "La Trama", debió ser para él toda una flipada) y Rhona Mitra enseñando las tetas de silicona. Porque sí, tenemos algo de sexo y violencia.... aunque reducir el "estilo Verhoeven" a eso sería injusto, superficial y facilón, pues su talento va más allá. No obstante, en este blog somos bastante injustos, superficiales y facilones, así que celebramos con algarabía la agradecida dosis de ambas cosas, más para los estándares de Hollywood, siempre mojigatos (entonces un poco menos).
Aunque, no nos engañemos, la verdadera estrella de "El hombre sin sombra" son unos tremendos efectos especiales mediante un CGI algo verde que ha soportado muy bien el paso de los años. Por primera vez veíamos la invisibilidad en su vertiente más realista y cruda, con esos cuerpos reducidos progresivamente a músculos, venas y/o esqueletos. Un diez.
"El hombre sin sombra" fue otro semi-fracaso a nivel taquillero, aunque se resarció en los vídeo-clubs. Tanto como para generar una secuela seis años después exclusivamente destinada a ese mismo mercado y con protagonismo de un cada vez más acabado Christian Slater. Viendo el agrio panorama, Paul Verhoeven abandona Hollywood y se las pira a su tierra natal aludiendo falta de libertad y demás monsergas... el cuento de siempre. No obstante, bienvenido fue el cambio, porque desde entonces ha ido rodando cosas tan decentes y visibles como "El libro negro", "Elle" o "Benedetta". Y ahí sigue, con más proyectos en marcha.

martes, 20 de mayo de 2025

ZÉ DO CAIXAO

Tenía yo ganas de hincarle el diente a la serie biopic sobre José Mojica Marins, esta “Zé do Caixao” —para qué complicar más el título—, que adapta para la pequeña pantalla (y la grande, puesto que se estrenó en cine en el "Festival Internacional de Cine de Sao Paulo") las correrías, aventuras y desventuras del cineasta, según lo narrado en el libro “Maldito: A vida e o cinema de José Mojica Marins”, biografía escrita por Ivan Finotti y André Barcinski. De hecho, la producción quiso hacer un retrato fehaciente de lo sucedido en los años de actividad de Marins, por lo que se cuenta con la pluma del propio Barcinski para elaborar el guion. De esta manera, cada capítulo se centra en una película relevante del cineasta, y a partir de ahí desarrolla pasajes de su vida focalizando el grueso de la acción en los rodajes, que van desde la primera que hizo Marins, “A sina do aventureiro”, un western a la brasileira realizado con cuatro duros,  hasta su etapa en el porno con “24 horas do sexo explícito”, contando la historia del perrito “erótico” con pelos y señales. Y, por supuesto, se presta gran atención a todo lo referente a la creación de su personaje, Zé do Caixao, al que el cineasta se agarraría como a un clavo ardiendo desde la primera película hasta el fin de sus días (motivo por el cual las uñas de su mano izquierda alcanzarían longitudes ridículas).
Lo gracioso de la serie es que, lejos de suavizar acontecimientos, los muestra con todo lujo de detalles, por lo que vemos a un Mojica Marins mujeriego y déspota, con un ego descomunal, que trata mal a todo el mundo y al que se le supone, en su cine, más suerte que talento. Se sugiere que sus dos obras maestras, “A meia noite levarei sua alma” y “Esta noite encarnarei no teu cadáver” salieron así de bien de coña, y que el resto de su carrera, llevada a cabo entre chanchullos y precariedad, era más bien tirando a mala (o malísima). Queda tiempo para hablar de sus relaciones sentimentales, su estúpida carrera como político haciendo mítines vestido de Zé do Caixao o su obsesión por el personaje, llegando a fusionarse con el mismo de tal manera que el propio Marins era incapaz de disociar a uno del otro.
Del mismo modo, la serie tiene espacio para Mario Lima, socio, productor y amigo de Marins, al que podemos adjudicar la autoría del 50% de las obras de aquel, y que se lanzaba de cabeza a la hora de llevar a cabo las chaladuras del megalomaníaco Zé do Caixao.
Y pasa de todo; desde ver el pasaje en que una actriz acaba herida tras un disparo accidental en “A sina do aventureiro”, hasta el contacto de Marins con una viuda negra para limpiar su imagen pública de asesina acudiendo a defenderla a los platós televisivos y aceptando su dinero para hacer un biopic positivo sobre la misma, dando como resultado la sensacionalista y perversa “Perversao!” aka “Estupro”, donde se muestra a los millonarios como seres despreciables y sin escrúpulos capaces de arrancar pezones con los dientes para su propia excitación (hasta la viuda negra quedó escandalizada con esta producción).
La serie la componen seis capítulos de 45 minutos cada uno en los que, por norma general, todo está bien, es muy interesante y divertido, aunque a veces, sobre todo en las partes que tienen que ver más con la vida privada de José Mojica Marins que con sus avatares en los rodajes, el ritmo se resiente y hay secuencias que se tornan aburridas. Pero a rasgos generales, y a pesar de la palpable falta de presupuesto, se trata de un biopic más que digno y, en definitiva, tirando a bueno, sobre un cineasta y un personaje que, desde que lo conozco, me fascina. Y me la vi del tirón en un viaje en avión.
La dirección corre a cargo de Vitor Mafra, director de corta andadura. El reparto lo encabeza el actor, director y guionista Matheus Nachtergaele, dando vida a José Mojica. Nachtergaele es poco menos que una eminencia en el país carioca del que procede toda esta locura, pero, de su extensa filmografía, yo tan solo puedo reconocer su intervención en “Ciudad de Dios” o “Cuatro días de septiembre”. Felipe Solari, en la piel de Mario Lima, tiene pocos trabajos acreditados, mientras que el resto del personal lo componen rostros televisivos de cierta popularidad en Brasil.
Para fans y completistas de José Mojica Marins, “Zé do Caixao”.

sábado, 17 de mayo de 2025

NUEVA YORK, AÑO 2012

Año 2012. Una plaga ha arrasado con la civilización. Pequeños grupúsculos humanos sobreviven atrincherados entre rascacielos formando comunas medio hippies. Los hay que se lo montan bien, plantando tomates y respetando al prójimo. Y los hay que van de cabrones, matando y robando por doquier. Justamente, uno de estos, comandados por William Smith, se ha encabezonado en afanarle los alimentos a la pandi "chachi" del barrio, gobernada por Max Von Sydow. En eso que de por medio aparece un tipo que se "alquila" como guerrero y protector, el "skinhead" -que decían "Toy Dolls"- Yul Brynner. Así, se rejuntará con los "chachis", que ya están en las últimas, y Sydow le pedirá que salve a su hija preñada, y unas semillas para futuros huertos, llevándolas a una isla paradisíaca donde vivir felices y repoblar el planeta.
Estamos en 1975, hace dos años Robert Clouse lo petó con "Operación Dragón", y tiene un nuevo proyecto para que el prota de aquella, Bruce Lee, se luzca nuevamente, "The Ultimate Warrior". Pero el astro de las yoyas muere antes de poder tirarlo adelante y queda aparcado en los archivos de la "Warner" hasta que deciden rodarlo, cambiando a Lee por Brynner y al en principio previsto George Lazenby por Von Sydow, cosa que tendría que haber beneficiado al pifostio cuanto menos a nivel interpretativo. Sin embargo, no contar con el valor seguro del "pequeño dragón" motivó que "Warner" evitara jugársela, invirtiendo menos capital. Así, el resultado se resiente en cuanto a espectacularidad (no la hay por ningún lado), ritmo (bramar farragoso es quedarse corto) y unos combates desangelados y muy poco emocionantes... salvo el del final, donde se enfrentan héroe y villano. Ese está bien. Pero, claro, pa cuando llega es tanto el sopor acumulado que la movida concluye con una inevitable nota baja, bajísima.
Igual que ocurre con todas las décadas y su respectivo cine, existen una serie de "tics" estéticos y narrativos que, si se hacen bien, molan que te cagas. Pero si se hacen mal, resultan bastante irritantes y agotadores. Por desgracia, "Nueva York, año 2012" es setentera hasta las trancas... en el sentido malo, o peor.

miércoles, 14 de mayo de 2025

MINUTOS MUSICALES 33: THE PORK DUKES

Nos suelen taladrar mucho con el punk británico del 77, que si "Sex Pistols", que si "The Clash", que si "The Jam"... y está bien, son bandas buenas, pero no todo acaba ahí, hay más. Algunos se han atrevido a hablar del punk de "segunda regional" como "The Lurkers", "Slaughter & the dogs", "Chelsea" o "Sham 69". Sin embargo, también existe una "tercera regional" y, en muchos aspectos, es ahí donde se esconde el mejor punk, básicamente porque son grupos oscuros que grababan sus discos en condiciones paupérrimas y por ello conservaban viva la suciedad y cutrez que -a mi modesto entender- toda banda punk debería poseer. ¿Nombres?, pues "The Drones", "Eater", "The Pop Rivets" o el que nos ocupa, "The Pork Dukes".
Nacidos como una coña (había quien creía que tras el nombre se ocultaban músicos famosos y respetables con ganas de divertirse), la especialidad de los "Pork Dukes" consistía en letras totalmente escatológicas, sexualmente explícitas y garrulas, así como una estética muy peculiar perfectamente reflejada en los diseños de sus portadas, con dibujos crudos de un cerdo haciendo cerdadas. Hasta cierto punto, podría decirse, fueron un precedente de "Macc Lads" o incluso "The Yobs". El sonido de los "Pork Dukes" es el clásico "pop razonablemente acelerado y sucio" que sonaba en plena fiebre 77. Tras armar un poco de escándalo, y alterar el flujo vaginal de feministas (sobre todo gracias a canciones como "Marxist Leninist Feminist"), el grupo puso freno a sus actividades en 1979.
Pasados veinte años, el estupendo sello "Damaged Goods" lanza un recopilatorio la mar de completo y bonito de ver, "All the filth!". Su buena recepción podría tener algo que ver con que, no mucho después, los "Dukes" deciden volver a la acción, echando mano de un sonido más limpio, trabajado e inevitablemente carente del gracejo y la garra (guarra) de sus trabajos previos. Desde entonces se han ido dejando ver, o incluso editado algo nuevo, pero sin mayor trascendencia.
Ante tan deprimente panorama, siempre nos quedan las canciones perfectamente gozosas que parieron en su etapa de mayor inspiración, con títulos tan llamativos como -tiro de traducción literal vía internete- "Masturbador telefónico", "Melody Maker, no sois más que una panda de babosos", "Chicos sucios - vosotros sucios coños", "Me gustan tus grandes tetas - A ver si se ajusta" o, mi favorita -de hilarante, salvaje, graciosísima y absurda letra-, "Mi madre me regaló una pistola en Navidad"...



sábado, 10 de mayo de 2025

LA BESTIA DEL REINO

Según datos fiables, cuando los dos Terrys pertenecientes al clan "Monty Python" -es decir, Gilliam y Jones- compartieron la dirección del largometraje de debut del grupo cómico, uséase "Los caballeros de la mesa cuadrada", chocaron sobre todo en un aspecto: el detallismo. Por lo visto, al yanki del grupo (Gilliam), le pirraba eso de currarse hasta la extenuación el aspecto plástico de cada puñetero plano, fijándose en lo más nimio a la búsqueda de una ambientación medieval tan perfecta como realista. Y, claro, ello atrasaba el rodaje para mayor desesperación de su compañero, Jones, más práctico y acostumbrado al modo televisivo -y rápido- de ejecutar las cosas. Tal vez, a causa de la posible insatisfacción resultante, Gilliam se lio con otra fábula medieval en cuanto tuvo ocasión (solo dos años después), "La bestia del reino" y, esta vez, comandada exclusivamente por él, a su gusto, pudiendo dedicar el tiempo necesario (a pesar de contar con escaso montante y, por ello, limitando muchas veces las tomas a una única oportunidad) a las mariconadas estéticas. Y, tal vez again, por ello la ambientación de los años oscuros resultante es aún más sucia, cutre, degradada y, claro, detallista, de lo que fue en "Los caballeros de la mesa cuadrada". Justo, toda aquella "lugubredad", los pasillos de los castillos envueltos en perpetua sombra, los parajes siempre neblinosos, los dientes negros de prácticamente el reparto completo, las pústulas en la piel, etc, etc... fueron lo que me traumó cuando la tele de Cataluña la programó siendo yo un impresionable jovenzuelo. Eso y, por supuesto, el tremendo despliegue de gran guiñol y chorreante gore. Todos conocemos lo mucho que a los "Python" les molaba, eventualmente, tirar de esas maneras en sus películas. Se supone que era John Cleese su más dedicado practicante. Pero, visto lo visto, Terry Gilliam también tenía mucha culpa. En "La bestia del reino" dichos excesos sanguinolentos alcanzan cotas brutales, de difícil digestión para un crío. Lo que, como decía, sumado a toda la cochambre y mierda abundante, pues imaginen el resultado. Tal vez por ello el film, según leí ayer mismo, gasta cierta mala fama. Especialmente considerando la dirección que tomaría la carrera de su responsable, mucho más reputada y culturamente aceptable -para el resto, no es mi caso-. Pero "La bestia del reino" (simpático título patrio del muy musical y original "Jabberwocky") era SU película de debut y el muchacho, joven y cargado de energía, se dejó llevar por el lado salvaje.
Remarco lo de SU porque, inevitablemente, y como solía ocurrir en la época, durante muchos años se consideró "La bestia del reino" como un film de los seis "Monty Python" al completo (ver imagen acompañatoria como ejemplo). Algo trasladable también a la siguiente obra de Gilliam, "Los héroes del tiempo", y que a él le cabreaba como una mona en celo. Tanto como para incluso batallarlo legalmente, hasta lograr que un juez dictaminara como "castigable" dicha equivocada (o mal intencionada) asociación. Las pelis de Terry Gilliam son única y exclusivamente de Terry Gilliam, aunque para parirlas contara con ayuda eventual de otros "Python" y estas guarden paralelismos con la obra del sexteto. En el caso de "La bestia del reino" la cosa es evidente. Su semejanza y conexiones con "Los caballeros de la mesa cuadrada" resultan inconfundibles y directas, tanto como recibir un sopapo. Diría incluso que hay guiños buscados aposta. La presencia del invencible y misterioso "Caballero Negro" está entre los más obvios. También el nombre del personaje protagonista, Dennis, encarnado -en ambas películas- por el entrañable integrante del clan Michael Palin. Igualmente encontramos al "otro Terry", Jones, en un papelillo memorable (supongo que sería todo un gusto para él poder vérselas en semejante tesitura sin tener que discutir con su colega). Y, dato curioso, el mismo John Cleese rechazó la oferta para participar. Gilliam, además de dirigir, co-guionizar y unas cuantas cosas más, se marca un cameo en el que es llamativamente devorado por la bestia del título, lo mismo que el otro Terry. En ambos casos los cadáveres quedan reducidos a un esqueleto sangrante con puntuales pedazos de chicha en sus masticados huesos... y, ¡¡cuidao!!, la cabeza perfectamente impoluta. Desconozco si fue un efecto buscado aposta por sus responsables, pero en la época, durante el visionado vía televisión, fue un familiar el que detectó que dicho modo de proceder por parte del monstruo era igual al de "comer sardinas", te zampas todo menos el perolo. Muy gracioso.
Pues sí, la cosa va de criatura hedionda aterrorizando un reino. En eso que un jovenzuelo de noble corazón, pero algo lerdo, llega en busca de fortuna. A pesar de su primigenia mala suerte, terminará por accidente enfrentado a la bestia, venciendo y llevándose los respectivos laureles... aunque, en este universo, y en la mente del mal lechado Gilliam, ello no se traduce, para nada, en un final feliz. Toda "La bestia del reino" gasta un cabronismo notorio. Es más, diría que la misantropía chorrea por sus fotogramas. Apenas abundan los personajes positivos. Aquí todo dios es despiadado, interesado, traicionero, imbécil y cruel, muy cruel.
En fin, disfrutaría como un enano detallando las muchas amputaciones, mutilaciones y barbaridades que presenciamos asombrados a lo largo del film (algunas dignas de "Mal Gusto", y no voy desencaminado, el propio Peter Jackson ha declarado en sendas ocasiones que su sentido del gran guiñol es pura consecuencia de un amor procesado a "Monty Python" y, entendemos, los curreles individuales de sus integrantes) o deteniéndome en el aspecto del monstruo. Alucinante. Algo así como una gallina diabólica. Cojonudamente diseñada y ejecutada. Pero todo eso se lo dejo a ustedes, si es que no han tenido todavía la sabia idea de consumir esta película. Una que sin ser redonda, ni especialmente graciosa -de hecho, a ratos le pesa el culo-, merece la pena por sus muchos aciertos y sorprendentes salidas. En cualquier caso, y por no perder las viejas costumbres -ni formas-, comentaré brevemente algunos de los rostros que asoman por sus fotogramas, todos ellos inconfundiblemente británicos (a pesar de contar con un director de origen yanki) y asociados a títulos muy propios de la naturaleza de este ciber-antro: John Le Mesurier (de "El hermano más listo de Sherlock Holmes"), Bernard Bresslaw (el cíclope de "Krull"), Neil Innes (algo así como el séptimo "Monty Python", uno especialmente interesado en el apartado musical), Bryan Pringle (el siniestro criado de "Terrorífica luna de miel", otra curiosa conexión con Gene Wilder), la tetuda y carnosa Alexandra Dane (mostrar escotazo fue una constante a lo largo de su carrera, sobre todo en comedias picantonas), Brian Glover (el malcarado cliente de "La oveja degollada" en "Un hombre lobo americano en Londres") y nada menos que David Prowse, es decir, el "Darth Vader" original. Ese mismo año 1977, mientras alcanzaba velada notoriedad encarnando a tan icónico villano, intervenía en el film de Terry Gilliam nuevamente oculto tras un casco y su armadura bañadas en negro tizón.

miércoles, 7 de mayo de 2025

MINUTOS MUSICALES 32 : EL MEJOR DE "D.O.A."

¿Recuerdan lo que comentaba en la entrada anterior de nuestra serie dedicada a los placeres auditivos? eso de que, en ocasiones, el disco de debut de una banda, siendo indudablemente el mejor por su momento de mayor inspiración y consecuente pureza, por contra no ha de ejercer del favorito de uno. Pues en el caso de "D.O.A." pasa tres cuartos de lo mismo. Es decir, a mi. Al nene raro y sus raras peculiaridades (también tienen el caso de "Angry Samoans" y "STP not LSD", el "Unconciousness" de "Slapshot", el "Wolverine Blues" de "Entombed" y el "Swansong" de "Carcass"... vamos, que la modalidad ya me tira... pero no por esnobismo, ¡lo juro!).
Si son seguidores de esta serie de entradas, "D.O.A." queda lejos de necesitar presentación. Uno de los pilares indiscutibles del punk / hardcore no solo Canadiense -país de origen-, sino mundial. Practicantes de unos sonidos que, aunque sin llegar a las desconcertantes maneras rarunas de sus colegas, y compatriotas, "Nomeansno", tampoco les tira apoltronarse excesivamente en aquellas más comodonas y archiconocidas, yendo más allá de los cuatro acordes machacones. Activos desde por ahí finales de los setenta, con su cantante, guitarra y frontman Joey "Shithead" (sí, "Cabeza de mierda"), como miembro constante y continuo, los "D.O.A.", igual que a cualquier combo al que le pesa la chepa por los muchos años acumulados, han tenido sus altos y bajos, llegando en ocasiones a "limpiar" el sonido y aproximándose, peligrosamente, a tendencias más aceptables... y metaleras, produciendo vinilos tirando a muermo. En los noventa vino Jello Biafra y, desde su sello "Alternative Tentacles", contribuyó a una razonable recuperación, especialmente con "Loggerheads". Fue entonces cuando se pasaron por Barcelona y decidí ir a verlos, compartiendo escenario con "Youth Brigade". Presumiría de ello, pero la verdad es que, como ya dije con "Toy Dolls", no me mola nada asistir a esa clase de eventos, repletos de peña sudorosa, chillona y dispuesta a incordiarte en su ridículo afán por demostrar que son más punkis que el vecino. Así que no, no recuerdo aquello con especial excitación.
Sin embargo, aunque las primeras grabaciones de "D.O.A." me molan muchísimo, con todos esos clásicos del calibre de "The Enemy", "Slumblord", la versión de los "Dils" "Class War", "Liar For Hire", "I'm Right, You're Wrong", etc, etc... (recomiendo los recopilatorios "Bloodied But Unbowed" y muy especialmente "War On 45"), siempre he sentido especial cariño por un lp que no suele llevarse buenas críticas y, generalmente, se considera demostración palpable de su etapa más gris, "True (North) Strong & Free" (del año 1987). Incluso hubo quien, tras consumirlo, aseguraba el desgaste del combo y les recomendaba un pronto retiro. No lo comparto.
Y digo ello porque, para mi, es un disco cargado de grandes canciones, enérgicas, saludablemente macarras, con su puntito metal pero sin molestar y un "solo" guitarrero que es la repolla y media. Todo esto hablando, como siempre, desde la ignorancia musical supina. Ya saben, únicamente soy un consumidor -"punk de sillón" si lo prefieren-, y a través de tal filtro valoro la música. No tengo más idea. Entra o no entra. Y  "True (North) Strong & Free" entra, con vaselina. Tiene un par de piezas aceleradas sin desperdicio, "To Hell An' Back" y la revisión -y mejora- de su propia "Nazi Training Camp", pero en general abundan más los ¿¿medios tiempos rockeantes?? en fin, que me pone mucho el resto.... pero mi tema favorito, sin duda, es "Lumberjack City". Especialmente, como decía, ese "momento guitarra" a tope que pueden escuchar en el minuto 1.23 y para mi supone un chutazo cada vez que lo inyecto al cerebelo vía auricular. A lo mejor incluso comparten dichos pareceres conmigo. Escuchen y luego me dicen...


sábado, 3 de mayo de 2025

DARK ANGEL : ÁNGEL DE LA MUERTE

Aunque los muchachos de "Imdb" aseguren que "Dark Angel : ángel de la muerte" se estrenó escasos meses después de "Vengador", en mi cerebelo las fechas son totalmente inversas. Como fan de "El Castigador" que era, me pirraba por deglutir la respectiva película con su Dolph Lundgren teñido de negro azabache. Pero pasaban las jornadas y no llegaba. Así, el día que "Dark Angel" se adelantó, aterrizando en nuestros cines, corrí a verla simplemente para quitarme un poco el mono. Presenciar las heroicidades de un Lundgren conservando parte del teñido. Como asistir a una aventura paralela del mismo "Frank Castle" mientras esperaba la llegada de la genuina. Llámenlo metadona cinematográfica. ¿¿Mamarrachadas inducidas por el fanatismo juvenil?? ¿¿delirios de un anormal?? ¿¿es posible que las fechas de los estrenos sean correctas y me haya montado mi propia película "mitificante"?? es posible. En tal caso, la movida quedaría del siguiente modo: Tras gozar del Lundgren moreno con "Vengador", quería más de lo mismo y "Dark Angel: ángel de la muerte" parecía una opción válida. Ahora elijan su preferida.
Sea como fuere, en esta el amigo Dolph interpreta al típico poli semi-rebelde asociado por la fuerza con alguien opuesto para, primero, detener a unos yuppies narcotraficantes y, aluego, un extraterrestre también narcotraficante. Que profesiones y condiciones más atípicas y curiosas las de estos señores de la dronga. Supongo que limitar "Dark Angel" a convertirse en un "Depredador" urbano (es decir, un "Depredador 2") habría sido demasiado obvio, de ahí la incursión de subtramas, o subtramitas... entre ellas, los escarceos amorosos de Lundgren. Extrañamente, ninguna llega a resolverse del todo, quedando especialmente coja la de los yuppies. Al pitote añadan un segundo extraterrestre con buenas intenciones, enviado para detener al primero. Este se agencia la heroína de aquellos, le mete un chute a sus víctimas provocando chorros de endorfina que extrae de sus cerebros y con la que traficará allí en su mundo. Sí, bastante delirante y un pelo absurdo, por mucho que intenten apaciguar nuestras incredulidades con los típicos chascarrillos de los personajes secundarios, "¿Un extraterrestre traficante? sí, claro" etc, etc. Extraño pues que, ante lo desmadrado de la propuesta, saliera del cine algo insatisfecho y moderadamente aburrido, con la sensación de haber consumido "más de lo mismo", rutina. Y así es como me sentí ayer noche. La peli está bien facturada en lo técnico, las explosiones abundan, los delirios "cifi" despiertan nuestra simpatía... pero, en general, el regusto residual es de cierta "muermez". Pa verla un domingo mientras revisas tus aplicaciones con el ojo tonto.
Del medianamente simpático desaguisado se responsabiliza alguien que ya ha asomado por acá, Craig R. Baxley, especializado en películas de disparos y yoyas hasta que un fracaso taquillero le condenó a la tele. Pero es en el apartado del guion donde damos con los datos realmente llamativos. Tenemos a dos tipos, Jonathan Tydor, quien debutaba en lo suyo y, a partir de ahí, se especializaría en subproductos de acción, y el segundo, Leonard Maas Jr. En realidad un seudónimo destinado a parapetar a David Koepp, de longeva, reputada y más que llamativa trayectoria (también como director). Recibió el encargo de rehacer el curro de Tydor, y a ello se dedicó, sin pretender verse más involucrado de lo necesario.
En cuestión de efectos especiales, localizamos dos nombres con solera, Tony Gardner y Gabriel -Gabe- Bartalos.
Aunque, como siempre, la verdadera diversión consiste en pestañear lo menos posible para no perderse ni uno de los varios rostros medianamente populares y/o entrañables que cruzan por la pantalla. Brian Benben da vida al estirado compañero de Lundgren. En los noventa lograría algo de popularidad extra protagonizando la serie de culto "Sigue Soñando". Matthias Hues, el narcotraficante galáctico, acabó convertido a estrella del subproducto de acción videoclubero. Su comparsa humana, o el yuppie narcotraficante, es un caso muy llamativo, ya que Sherman Howard, actor que le otorga presencia, es especialmente conocido por haber insuflado vida a un fiambre muy querido y popular, el "Bubs" de "El día de los muertos". Entre sus matones de confianza localizamos los ojos azules de Kevin Page, el infeliz acribillado por Ed-209 en "Robocop" (y, también, actor de confianza para Baxley, pues volverían a colaborar en "Frío como el acero"). Completan la galería Michael J. Pollard y, siendo un producto de acción de su momento, el inevitable Al Leong, inevitablemente ejerciendo de villano e, inevitablemente, palmando.
Ahí va la caratula patria completa, con incordiante pegata incluida, que siempre mola. Remarcar el tirón que por entonces todavía tenía Dolph Lundgren, ejerciendo de única imagen-gancho -"el atractivo protagonista de "Red Scorpion" ¡¡juas!!-, raro si consideramos la presencia en el film de algo tan llamativo -y potencialmente comercial- como un camello alienígena.