"La batalla del porro", "Locademia de conductores", "Los embarazados", "La enfermera el marica y el cachondo de don Peppino", "Agárralo como puedas 2 1/2 El aroma del miedo", "Aterriza como puedas 2", "La masa un hombre increíble", "Carretera al infierno", "No me chilles, que no te veo"
miércoles, 30 de diciembre de 2020
POSTERS HUÉRFANOS (7 -Y FINAL-)
Se acaba 2020 y se acaba nuestra sección de "Posters Huérfanos". Esperamos que la hayan disfrutado. Feliz 2021 para todos... menos para los que nos caen mal, ellos ya saben quienes son.
Naxo Fiol
lunes, 28 de diciembre de 2020
LA MIEL
En “La Miel”, por un lado tenemos a Don Agustín (José Luis López Vázquez), un profesor de cultura general en un colegio regentado por curas, que fue expulsado del seminario en su momento por tener problemas con el celibato. Aun así, permanece virgen y, también, reprimido por culpa de su dominante, beata y ludópata hermana con la cual vive. Por otro lado tenemos a Paco (Jorge Sanz), un niño de 9 años gamberro a más no poder, que se entretiene insultando a su profesor escribiendo “Don Agustín es Gilipollas” en los lavabos, a ritmo de cigarrito que se va fumando y embozando el graffiti con su propia mierda para ocultar el cuerpo del delito cuando es descubierto. Y por fin tenemos al tarrito de miel, la mamá de Paco (Jane Birkin) que trabaja en una Boutique como tapadera para su principal fuente de ingresos; la prostitución.
Cuando Don Agustín acude a ella para informarle de lo buena pieza que está hecho su hijo, este se acaba enamorando de ella, máxime cuando ella le pide que le de clases particulares a su retoño. A ella le hace cierta gracia Don Agustín, por lo que la cosa se irá complicando sentimentalmente a medida que transcurre el metraje.Más que a cualquier otro género “La Miel” de Pedro Masó se adscribe a la comedia negra. Muchos la metieron en el mismo saco del destape y el clasificado “S” solo por contener algún desnudo de Jane Birkin en una época en la que rodar este tipo de cine picante era de recibo, pero nada más lejos de la realidad. Es una comedia pura y dura, pero con una mala leche que asusta y, más que las películas de Mariano Ozores, un verdadero reflejo de la sociedad de la España de 1979, donde pacatos dejan de serlo gracias a la evolución de los tiempos y donde la libertad sexual de la transición está más a la orden del día. Además, es una feroz crítica a las clases pudientes, mostrando al único personaje adinerado que hay en la película, como un despreciable ser que solo logra excitarse si hay adulterio de por medio, hecho este que marca el final de esta estupenda película.
Y es que Masó, más interesado en la vida comercial de la cinta que de la calidad de la misma, ofrece una dirección de lo más rutinaria, pero, al tener un guion tan magistral en el que apoyarse —y que él mismo firma junto a Rafael Azcona— la cosa acaba bastante compensada.
Masó, en su afán de exportar el producto, contrata a la actriz y cantante francesa Jane Birkin, por aquel entonces una estrella, y junto con la maravillosa actuación de un López Vázquez en su mejor momento, y un pequeño Jorge Sanz que pasó de ser un gran actor —como muestra esta película— a ser un actor incapaz de hacer bien de borracho —mucho menos un personaje con matices—, consigue, por otro lado, una película memorable que queda en el recuerdo del espectador que en seguida asociará está a los primeros papeles del ya citado Jorge Sanz.
Birkin no sabía una sola palabra de Castellano, por lo que ella rodó sus diálogos en Francés y el resto del reparto le daría la réplica en nuestro idioma, lo que ocasionó no pocos equívocos y confusiones en las escenas, pero nada que no se pudiera subsanar in situ o posteriormente en el doblaje.
José Luis López Vázquez aseguró en su momento que fue un placer rodar con la estrella, la tildó de gran profesional y de ser una persona humilde que en ningún momento dio muestras de divismo durante el rodaje; Sin embargo, ella pensó que el director Pedro Masó le trataba con mayor dureza que al resto de sus compañeros, acción que la actriz achacó al hecho de “no tener tetas”. Masó, siempre desmintió esta opinión diciendo que, efectivamente, la actriz no era pechugona, pero si guapa, inteligente y con un culo maravilloso, pero que, sobre todo, era una gran actriz y por eso fue contratada. Terceros opinan que quizás la Birkin pensaba que Masó era duro con ella, porque al dirigir y hacerle llegar sus explicaciones al traductor, este, alzaba la voz, pensando inconscientemente que quizás hablando más alto, la actriz le iba a entender mejor. Un malentendido, en cualquier caso.
Como anécdota, contaba Masó que el guion requería para Jane Birkin unas bragas negras, así que se mandó al jefe de producción a por ellas. Cuando volvió al set, lo hizo con las manos vacías porque no encontró ni una sola mercería en todo Madrid en la que vendieran bragas de un color tan atrevido. Algo normal en la España de 1979. Ante el revuelo para ver con qué tipo de bragas rodarían, alguien le explicó a Birkin lo sucedido, así que ni corta ni perezosa, se quitó las que llevaba ella bajo la falda que casualmente eran negras y, agitándolas delante del equipo, anunció que ya había bragas negras, así que usó las suyas propias ante imposibilidad de conseguir unas nuevas a bote pronto.
La película se estrenó en Madrid en el cine Coliseun, donde permaneció la friolera de casi seis meses en cartel durante los que fueron a verla casi un millón de espectadores, convirtiéndose en un éxito de público —no así de crítica— máxime, cuando en un logro de exportar la producción, esta se tiró 38 semanas en uno de los cines de la calle 42 de Broadway, en Manhattan, cosa de la que Pedro Masó estaba muy orgulloso, pero no hay que equivocarse; en aquellos cines se albergaban las películas de serie Z más feroces, el Kung Fu de tercera categoría más barato y el terror más chabacano; “La Miel”, al igual que muchas de las películas de Manuel Summers, se estrenó en aquellos locales como pieza exótica, por su erotismo, y como complemento de relleno a la programación que, como ya he dicho, la componían películas de variado y dudoso pelaje. Pero esto no lo vean como motivo de denuncia; me flipa que “La Miel” estuviera representando nuestro cine en aquella tesitura, de la que, por otro lado, soy fan.
Como compañeros de reparto, junto a trío protagonista, tenemos al inconmensurable Agustín González en un rol poco explotado en la cinta para mi gusto, Guillermo Marín o Amelia de la Torre.
Victor Olid
sábado, 26 de diciembre de 2020
SUNSHINE
Mi relación con "Sunshine", la peli que Danny "Trainspotting" Boyle dirigió en 2007, según un guion de ese genio llamado Alex Garland (a quien debemos en funciones de escribiente y/o director, títulos de notable catadura como "28 días después", "Dredd", "Ex-Machina", "Aniquilación" o la recomendable serie "Devs"), ha sido tormentosa, pero con un final feliz. Esta es la segunda vez que la reseño en el blog (no busquen la primera, no está) y si me decidí a dar tal paso se debe a ese happy end que mentaba. Durante años he dudado de qué conclusión sacar respecto a ella... y por fin lo tengo claro. En cualquier caso, nunca ha sido negativa del todo, nunca, pero la intensidad de positividad ha ido variando en función de los visionados acumulados.
El sol se apaga. La tierra manda una nave cuya misión es lanzarle una mega-bomba con el fin de reactivarlo. Pero no cumple con su cometido. Siete años después, mandan otra y esta localiza a la primera. En el momento que intentan desviarse para su encuentro, surgen los problemas... que irán incrementándose de forma dramática... y terrorífica, especialmente cuando aparezca un tripulante de la nave original que ha perdido completamente la chaveta.
Justamente, este último punto es el que, durante largo tiempo, me fue rechinando. Ahora les explico el motivo.
Como fan de la astronomía que soy, me encanta mirar hacia el sol y maravillarme ante su poder, ¿como es posible que, a pesar de la inmensa distancia que nos separa, note la calor que desprende esa enorme bola de fuego que hay ahí fuera, flotando en el vacío?. Flipo ante todos los elementos que componen el universo y su enormidad. Por eso, en ese aspecto, conmigo los de "Sunshine" me tenían ganado desde el principio, ya que gracias a los avances tecnológicos logran unas imágenes hiper-realistas acojonantes. En general, todo el acabado visual de la peli es PERFECTO, fascinante, algo en lo que los chicos de "DNA Films" son especialistas, sobre todo en el terreno de la ciencia ficción. Boyle se esfuerza en crear imágenes sencillamente bellas, jugando con fuego, luces y destellos. Estética y narrativamente hay montones de ideas excelentes. Así de memoria podría citar el cuarto que genera secuencias de vídeo relajantes, la sala que permite ver el sol en toda su potencia (y que con solo un 3,1 por ciento durante 30 segundos es capaz de quemarte la piel), el mismo astro rey en plena convulsión, la inmensa bomba cuyo proceso de explosión arranca con una serie de destellos, los diseños de las naves (con ese gigantesco escudo dorado) o de los geniales trajes (armatostes de oro creados para luchar contra los rayos solares)... en fin, que en ese apartado (incluidos montaje y audio) "Sunshine" es redonda. Una obra de arte.
Lo que yo consideraba su talón de aquiles era que, llegado el momento, se apartaba de lo meramente científico, la ciencia ficción pura, para adentrarse en el thriller. El, casi, terror. Echando mano de recursos ya demasiado explotados, con el intruso de rigor que comienza a jorobarlo todo y asesinar a la tripulación. Incluso vivía convencido de que fue una imposición del estudio que Boyle aceptó a regañadientes. Pero con el paso del tiempo comenzó a dejar de molestarme e incluso aprendí a apreciarla. Primero porque, en cuanto a calidad visual va en consonancia con el resto de la peli. Y segundo, muy especialmente, porque me percaté de que estaba perfectamente ajustada a la trama y a lo que "Sunshine" cuenta y muestra. El intruso no es un alien... ni un fantasma... tampoco un tripulante que se ha vuelto loco porque sí... lo que mola es que ha perdido la razón totalmente influenciado por el inmenso poder del astro rey. Estar tan cerca de él, verlo y sentirlo de ese modo, le ha hecho darse cuenta que nosotros, los humanos, somos insignificantes en comparación y no tenemos ningún derecho a intentar modificar su naturaleza. Simplemente es nuestra obligación rendirnos ante el destino que nos toque, sea cual sea. Visto así, uno no solo entiende más el razonamiento del villano, también percibe sus actos de otra manera.
Es imposible que viendo la película de Danny Boyle no pienses en "Alien", "2001", "Solaris", incluso "Horizonte Final"... sin embargo, es algo que asumes teniendo en cuenta, ya no sólo el hecho de que algunos de esos films son influenciables clásicos incunables (los dos primeros, of course, el tercero debería revisarlo y el cuarto me mola, pero de eso a clásico incunable, como que no), sino porque cada día cuesta más contar algo diferente u original. La cuestión es cómo procedes, y los artífices de "Sunshine" lo hacen de putísima madre. Tanto que, a día de hoy, me atrevería a decir que es una de mis películas favoritas. Al menos en el apartado ciencia ficción.
El estupendo reparto lo componen, entre otros, Cillian Murphy, Michelle Yeoh, Hiroyuki Sanada, Rose Byrne, Mark Strong, Benedict Wong y Chris Evans. Curiosamente, Wong y Evans acabarían metidos en películas de la "Marvel". El personaje de Murphy está muy inspirado en el astrofísico Brian Cox, que ejerció de consultor durante la realización del film y en los extras del dvd se marca un audiocomentario, de base científica, que es la gloria.
Cierra una hermosa canción de "I Am Kloot".
Cierra una hermosa canción de "I Am Kloot".
Altamente recomendable.
Naxo Fiol
viernes, 25 de diciembre de 2020
A SMOKY MOUNTAIN CHRISTMAS
Clásico navideño de las TV Movies yankees protagonizado por la diva de América, Dolly Parton a la que adora todo el país y que es sinónimo de buen rollo.“A Smoky Mountain Christmas”, producción de la ABC, es justo lo que se puede esperar una película de estas características, un artefacto rancio, ñoño y, por momentos, vergonzante, que fue concebido con dos claros objetivos; por un lado, ganar audiencia durante las navidades y, por otro, servir de vehículo de lucimiento para Dolly Parton.
La cosa es una especie de puesta al día de “Blancanieves y los siete enanitos” en la que Lorna, una famosa cantante de country —a la que da vida la tetuda Parton—, harta de la vida que lleva como estrella, decide irse a pasar las navidades a Smoky Mountain, lugar nevado y tranquilo donde podrá desconectar un rato. Con lo que no contaba la cantante es con que, en la casa que tiene allí, se iba a encontrar con siete huérfanos que han huido del orfanato. Como ella quiere discreción y los niños no quieren volver al orfanato, pactan no delatarse unos a otros, con lo que pasarán las navidades juntos. De este modo, Lorna, se las tendrá que ver con paparazzis dispuestos a vender una buena exclusiva y con una extraña mujer que pretende envenenarla. Naturalmente, todo acabará bien.
Esta puesta al día del cuento, no es más que una excusa para que la Parton cada dos por tres se suelte una cancioncita y luzca su desmesurado palmito.
“A Smoky Mountain Christmas” se ha convertido en una cinta de culto en los USA que destaca, además de por su condición de clásico navideño, por contener canciones de la Parton que luego no han sido editadas en formato disco, ya que no hubo una banda sonora oficial de la película, además de ser una suerte de pistoletazo de salida en lo que a producciones navideñas con la Parton de por medio se refiere; a partir de entonces, son muchos los telefilmes, especiales televisivos y demás contenios navideños que están protagonizados por la Parton, que atrae de manera masiva las audiencias de la Norteamerica menos cosmopolita. De hecho, y amparada por Netflix, estas mismas navidades tenemos un producto de similares características para 2020, “Dolly Parton: Navidad en la plaza” que supongo, estará ya listo para ser visionado en dicha plataforma. Aunque para iniciarse en este tipo de experiencias, yo creo que es mucho mejor empezar por esta “A Smoky Mountain Christmas” por el nivel de caspa que desprende, por rara, misteriosa y desperada. Aunque, sinceramente: Es un puto coñazo.
Por otro lado, Smoky Mountains (Las montañas humeantes) donde se desarrolla la acción, es un lugar real situado en Tenesee que miles de americanos eligen a la hora de decidir donde pasarán sus vacaciones navideñas. Dolly Parton, y en parte gracias a esta película, se ha convertido en una especie de paladina del lugar, hasta tal punto, que existe en él un parte temático navideño inspirado en la película y de la que Dolly Parton es propietaria, al igual que otros recintos pertenecientes a su cadena de parques temáticos Dollywood.
La película la dirige el actor Herry Winkler al que, de vez en cuando, le da por dirigir alguna peliculilla como esta o, más popular, “Un policía y pico”.
Junto a la Parton, tenemos en el reparto a Lee Majors además de Bo Hoskins y cameos de Paula Abdul y John Ritter.
Sin más…. ¡¡FELIZ NAVIDAD!!
La cosa es una especie de puesta al día de “Blancanieves y los siete enanitos” en la que Lorna, una famosa cantante de country —a la que da vida la tetuda Parton—, harta de la vida que lleva como estrella, decide irse a pasar las navidades a Smoky Mountain, lugar nevado y tranquilo donde podrá desconectar un rato. Con lo que no contaba la cantante es con que, en la casa que tiene allí, se iba a encontrar con siete huérfanos que han huido del orfanato. Como ella quiere discreción y los niños no quieren volver al orfanato, pactan no delatarse unos a otros, con lo que pasarán las navidades juntos. De este modo, Lorna, se las tendrá que ver con paparazzis dispuestos a vender una buena exclusiva y con una extraña mujer que pretende envenenarla. Naturalmente, todo acabará bien.
Esta puesta al día del cuento, no es más que una excusa para que la Parton cada dos por tres se suelte una cancioncita y luzca su desmesurado palmito.
“A Smoky Mountain Christmas” se ha convertido en una cinta de culto en los USA que destaca, además de por su condición de clásico navideño, por contener canciones de la Parton que luego no han sido editadas en formato disco, ya que no hubo una banda sonora oficial de la película, además de ser una suerte de pistoletazo de salida en lo que a producciones navideñas con la Parton de por medio se refiere; a partir de entonces, son muchos los telefilmes, especiales televisivos y demás contenios navideños que están protagonizados por la Parton, que atrae de manera masiva las audiencias de la Norteamerica menos cosmopolita. De hecho, y amparada por Netflix, estas mismas navidades tenemos un producto de similares características para 2020, “Dolly Parton: Navidad en la plaza” que supongo, estará ya listo para ser visionado en dicha plataforma. Aunque para iniciarse en este tipo de experiencias, yo creo que es mucho mejor empezar por esta “A Smoky Mountain Christmas” por el nivel de caspa que desprende, por rara, misteriosa y desperada. Aunque, sinceramente: Es un puto coñazo.
Por otro lado, Smoky Mountains (Las montañas humeantes) donde se desarrolla la acción, es un lugar real situado en Tenesee que miles de americanos eligen a la hora de decidir donde pasarán sus vacaciones navideñas. Dolly Parton, y en parte gracias a esta película, se ha convertido en una especie de paladina del lugar, hasta tal punto, que existe en él un parte temático navideño inspirado en la película y de la que Dolly Parton es propietaria, al igual que otros recintos pertenecientes a su cadena de parques temáticos Dollywood.
La película la dirige el actor Herry Winkler al que, de vez en cuando, le da por dirigir alguna peliculilla como esta o, más popular, “Un policía y pico”.
Junto a la Parton, tenemos en el reparto a Lee Majors además de Bo Hoskins y cameos de Paula Abdul y John Ritter.
Sin más…. ¡¡FELIZ NAVIDAD!!
Victor Olid
miércoles, 23 de diciembre de 2020
ALGUNOS FOTOCROMOS PODRIDOS DE "EL TRUENO AZUL"
Hacía siglos que no veía "El Trueno Azul", dirigida por el hoy televisivo John Badham, quien como consecuencia vivió una pequeña etapa especializándose en historias "high-tech" con títulos de sobras conocidos como "Juegos de guerra" o "Cortocircuito". Y nada hay más "high-tech" que un super-helicóptero capaz de hacer lo imposible. Hasta su cabina llega Roy Scheider, que lo mangará y usará para acabar con unos conspiradores que le quieren borrar del mapa. Un producto puro y duro de la década que lo vio nacer, los ochenta, pero que, por alguna extraña razón, no suele ser muy recordado y reivindicado, a pesar de que le sobren méritos, como ese guion a cuatro manos entre Dan O`Bannon y Dan Jakoby. Juntos escribirían también "Lifeforce: Fuerza Vital" o "Invasores de Marte". Luego, ya separados, O´Bannon debutó en la dirección con ya saben que y Jakoby acabaría responsabilizándose de teclear "El justiciero de la noche" (vía seudónimo), "Vampiros de John Carpenter", "Aracnofobia" o "Evolution". Vaya par de jefes. Tampoco podemos obviar un reparto plagado de rostros bien reconocibles. Por curioso, dejen que destaque al ya fallecido Mario Machado, quien posteriormente repetiría el mismo rol en "Robocop".
"El trueno azul" es un producto perfectamente fabricado, notablemente bien narrado y que entretiene más que un ratillo.
"El trueno azul" es un producto perfectamente fabricado, notablemente bien narrado y que entretiene más que un ratillo.
Los de mi quinta recordarán que generó una serie de televisión emitida en España. Ya fuese consecuencia de su éxito o por aquello de rentabilizar el helicóptero (y las imágenes del mismo en acción). Lo más curioso de ella es quien interpretaba al co-piloto, nada menos que el comediante Dana Carvey, famoso por acompañar a Mike Myers en las películas de "Wayne's World".
Incluso llegaron a fabricarse juguetes. Yo mismo dispuse de un espectacular "Trueno Azul" en miniatura la mar de chanin perteneciente a una mítica colección juguetil a base de ensamblar piezas. Entrañable.
Por todo ello, era de menester celebrar la publicación de algunos fotocromos de la cinta de John Badham, aunque anden un rato corroídos por la humedad.
Naxo Fiol
lunes, 21 de diciembre de 2020
BRUCE LEE VS THE GAY POWER
Dentro del subgénero del brucexploitation, siempre se dudó de la existencia de dos títulos que, a fuerza de estar durante un par de décadas inencontrables, acabaron volviéndose terriblemente populares. Una de ellas es “Ilsa meets Bruce Lee in the devil’s Triangle” y la otra “Bruce Lee vs Gay Power”. La primera de ellas, al igual que sucedía con “Las noches del hombre lobo” de Paul Naschy, no está claro del todo que exista. Hay reseñas en la red de individuos que aseguran haberla viso e incluso existe un célebre cartel promocional, pero lo cierto es que no hay una constancia tangible de que la película que reunía en loco tándem a Bruce Lee y la loba de las SS, exista. O al menos, yo no he encontrado pruebas. Sin embargo, la otra, de propuesta aún más loca si cabe, hace ya años que circula por la red y yo he tenido la desgracia de verla hace un ratillo.
“Bruce Lee vs Gay Power” en realidad no es un brucexploitation genuino, sino, más bien, una parodia brasileña de serie Z con intenciones cómicas de por medio que, no centrándose únicamente en la figura del pequeño Dragón, hace mofa de todo el cine de artes marciales y, sobre todo, de la serie “Kung Fu”. De hecho su título original es “Kung Fu contra as bonecas”, no hay ninguna referencia hacia Bruce Lee en el mismo, y su único elemento bruceliniano reconocible es el clon protagonista, que ni siquiera se parece.La cosa va de unos bandidos un tanto afeminados que violan y matan a la familia de este Bruce Lee de baratillo. Y entre chascarrillo de mariquitas y coreografías diseñadas por un individuo que no había visto una película de Kung Fu en su vida, transcurre un film de fotografía aceitosa, cierto mal gusto y humor para deficientes mentales.
Por otro lado, la referencia al “Gay Power” del título, se la sacan de la manga, porque lo cierto es que estos bandoleros tan malvados, aunque a veces aparecen con rulos en la cabeza y gestos amanerados —que parecen puestos ahí solo para justificar su título—, no tienen el más mínimo problema a la hora de violar de manera heterosexual a cuanta chiquilla se ponga en su camino. Vamos, que de gay, solo tienen el movimiento de manos. La otra referencia que tiene al homosexualismo es la camisetilla rosa que lleva puesta el Bruce Lee de rigor que, si leemos entre líneas, y haciéndonos una paja mental muy grande, podemos sacar la conclusión de que este Bruce es homosexual. Pero ni por esas; El título original es “Kung Fu Contra As Bonecas”, Bonecas quiere decir mariquitas, y, supongo, que poner la palabra mariquita en un título, es un gag en sí mismo. Pero nada. Bruce Lee no se enfrenta a hordas de sodomitas como implica el título.
Por lo demás, mucho aburrimiento y muy poca gracia, en una sucesión de secuencias y un estilo que, curiosamente, recuerda mucho a las películas de Redford White. Es más, podía haber estado perfectamente protagonizada por el albino filipino.
Adriano Stuart, director que además hace las veces de Bruce Lee, es un viejo conocido del cine costroso brasileño. Relacionado de algún modo con el grupo cómico “Os Traplhoes”, es el responsable de varias de las incursiones de los cómicos en el cine (“A rei e Os Trapalhoes”, “Os Trapalhoes na guerra dos planetas”) y de esa película sobre un muñecajo horrible, “Fofao, a nave sem rumo”, del que corría la leyenda urbana que en su versión merchadising, este, llevaba una daga oculta en su interior con la que unos cuantos niños asesinaron a otros. Pura falacia.
Poco más.
Quitando un par de momentos de sobreatuación de Stuart (como esa escena en la que pone sus muñecas en el fuego y, aguantando, este pega un berrido enorme al quemarse que me ha parecido muy gracioso), esto es material de muy baja estofa, un film decepcionante que era mucho más atractivo cuando uno se cuestionaba su existencia. Como siempre decimos por aquí, lo realmente interesante es el concepto.
Victor Olid
sábado, 19 de diciembre de 2020
REPO MAN
Alex Cox entra directamente en esa poco grata lista de cineastas de los que creía ser fan pero a los que, en el fondo, únicamente admiraba como concepto. Ciertamente, creo que nunca disfruté del todo ninguna de sus películas. "Walker" tenía gracia con todos esos anacronismos. Y "Directos al infierno" molaba por su naturaleza improvisatoria. También estaban un rato bien los traqueteos de cámara de "El patrullero". Pero siendo honestos, ninguna me parecía genuinamente cojonuda. La idea de un director de cine de supuesta sensibilidad punk, especialmente interesado en hablar de punk y meter a punks en sus películas, era demasiado jugosa como para darle la espalda (aunque viendo la pasable "Sid y Nancy" costara creerlo, con todas las incongruencias "punkistas" y todos esos punks medio retrasados, totalmente adscritos al estereotipo propio del desinformado y que parecen dibujos animados). ¡¡Tenía que molar, cojones!! Y me esforcé mucho en aprender a apreciarlo. Sin éxito. Aunque, tal vez, la mayor frustración era no lograr conectar con la que, se suponía, era su película más venerada y popular, "Repo Man". La vi varias veces, pero siempre me aburría mortalmente. Así que, como suele ser habitual, decidí aprovechar el paso de las décadas para darle una nuevo muerdo.
Otto es un "punk blanco de suburbio", como él mismo se define, sin demasiadas perspectivas en la vida. Un día es liado por un extraño para que mangue un coche ajeno. O, mejor, lo recupere. A partir de ahí, Otto entra a formar parte de los llamados "repo men", tipejos de mala vida especializados en agenciarse por la fuerza automóviles con letras impagadas por sus propietarios. Entonces aparece un coche por el que todo el mundo está dispuesto a matar, uno que en el maletero oculta los cadáveres radioactivos de unos extraterrestres. Otto decidirá hacerse con el, cueste lo que cueste.
Pues mira que puse toda mi atención... pero nada, me sigue pareciendo una peli aburrida, con una historia tontaina que se desarrolla pesadamente, sin rumbo. Incluso los diálogos, que tienen fama de ingeniosos, me sonaron a ristra de chorradas. Así que, confirmado, no me mola "Repo Man". Al final, lo único que me produjo algo de gustirrinín fue, tal y como pasó cuando la consumí siendo chaval, toda la parte "punkista", es decir, la banda sonora. Oír el "Coup D´Etat" de los "Circle Jerks" y verlos interpretando graciosamente una versión "loungue" de su "When the shit hits the fan" vestidos con traje de Domingo. Lo demás, comida pa los cerdos.
A partir de "Repo Man", la carrera de Alex Cox fue desinflándose de manera exponencial. Se metió demasiado en el papel de anarquista / anti-sistema / anti-hollywood y comenzó a encadenar cagada tras cagada. Fracaso tras fracaso. Tal vez el más gordo fuese no aceptar la oferta para dirigir "Robocop" por considerarla fascista!!!. Gesto este que dice mucho de su poca imaginación y limitado talento cuando, en manos de Paul Verhoeven, un director igual de radical políticamente, sino más, se convirtió en una auténtica obra maestra, un blockbuster transgresor que hacía chufla / parodia inteligentemente de todo ese supuesto fascismo de chichinabo propio de los actioners de la década. Por algo Verhoeven es un grandísimo cineasta y Cox... bueno, es lo que es. Acabó poniendo el ojete con "El ganador", peli en la que cedió a los designios comerciales de Hollywood para fracasar a lo bestia y, no solo arrasó con su propia carrera, también con la de Rebecca DeMornay, protagonista, productora e impulsora del proyecto. Hoy por hoy Alex Cox se dedica a la enseñanza audiovisual y dirige películas hechas con sus estudiantes. En 2009 osó incluso parir una cosa horrible a base de cromas cutres titulada "Repo Chick". Muy lamentable todo, ciertamente.
Otto es un "punk blanco de suburbio", como él mismo se define, sin demasiadas perspectivas en la vida. Un día es liado por un extraño para que mangue un coche ajeno. O, mejor, lo recupere. A partir de ahí, Otto entra a formar parte de los llamados "repo men", tipejos de mala vida especializados en agenciarse por la fuerza automóviles con letras impagadas por sus propietarios. Entonces aparece un coche por el que todo el mundo está dispuesto a matar, uno que en el maletero oculta los cadáveres radioactivos de unos extraterrestres. Otto decidirá hacerse con el, cueste lo que cueste.
Pues mira que puse toda mi atención... pero nada, me sigue pareciendo una peli aburrida, con una historia tontaina que se desarrolla pesadamente, sin rumbo. Incluso los diálogos, que tienen fama de ingeniosos, me sonaron a ristra de chorradas. Así que, confirmado, no me mola "Repo Man". Al final, lo único que me produjo algo de gustirrinín fue, tal y como pasó cuando la consumí siendo chaval, toda la parte "punkista", es decir, la banda sonora. Oír el "Coup D´Etat" de los "Circle Jerks" y verlos interpretando graciosamente una versión "loungue" de su "When the shit hits the fan" vestidos con traje de Domingo. Lo demás, comida pa los cerdos.
A partir de "Repo Man", la carrera de Alex Cox fue desinflándose de manera exponencial. Se metió demasiado en el papel de anarquista / anti-sistema / anti-hollywood y comenzó a encadenar cagada tras cagada. Fracaso tras fracaso. Tal vez el más gordo fuese no aceptar la oferta para dirigir "Robocop" por considerarla fascista!!!. Gesto este que dice mucho de su poca imaginación y limitado talento cuando, en manos de Paul Verhoeven, un director igual de radical políticamente, sino más, se convirtió en una auténtica obra maestra, un blockbuster transgresor que hacía chufla / parodia inteligentemente de todo ese supuesto fascismo de chichinabo propio de los actioners de la década. Por algo Verhoeven es un grandísimo cineasta y Cox... bueno, es lo que es. Acabó poniendo el ojete con "El ganador", peli en la que cedió a los designios comerciales de Hollywood para fracasar a lo bestia y, no solo arrasó con su propia carrera, también con la de Rebecca DeMornay, protagonista, productora e impulsora del proyecto. Hoy por hoy Alex Cox se dedica a la enseñanza audiovisual y dirige películas hechas con sus estudiantes. En 2009 osó incluso parir una cosa horrible a base de cromas cutres titulada "Repo Chick". Muy lamentable todo, ciertamente.
Naxo Fiol
viernes, 18 de diciembre de 2020
LA CHICA DEL GANGSTER
“La chica del Gangster” es una horrorosa traducción para el título original de esta película, “Mad Dog and Glory”, en alusión al protagonista de la cinta, y, efectivamente, a la chica propiedad del gangster al que hace mención el título castellano.
Se trata de una de las películas más refrescantes de la década de los noventa, una mezcla de cine de mafias y comedia —una verdadera percusora, ya que luego el subgénero tendría una nueva vida con películas como “Una Terapia peligrosa” y su secuela, o la divertida “Mickey Ojos Azules”— que con una puesta en escena totalmente deudora del género negro, avanza en su desenlace con una serenidad pasmosa, dejando, no obstante, perplejo al espectador; es atípico todo lo que cuenta. Siendo una peli sencilla, en realidad es más rara que un perro verde.Cuenta la historia de un apocado y cobarde policía al que todos llaman Perro Loco que, en un atraco, salva la vida a un individuo al cual el atracador está apuntando con una pistola. Este individuo resulta ser un jefe mafioso, Milo. Por consejo de su psiconalista, busca al policía tras el suceso para darle las gracias, así que, en deuda con él, le invita al espectáculo de stand up que él mismo interpreta en su tiempo libre. Tras esto, y teniendo en cuenta que la camarera, Glory, le ha quemado la mano al policía cuando le servía café, el gangster le enviará a esta para que le cure la quemadura, y para que pase con él una semana en su casa (ya que la chica es de su propiedad y este es el pago a esa deuda), cosa esta, que al policía no le parece en absoluto bien, y tratará de evitar a toda costa, mientras surge, por parte de ambos, el inevitable enamoramiento.
El policía apocado está interpretado por Robert De Niro, el gangster chistoso sería Bill Murray y la camarera en propiedad, Uma Thurman.
“La chica del Gangster” es una producción de Martin Scorsese, que no dudó en mofarse un poco del género que le ha convertido en un director histórico y en poner sus cuartos en una película de John McNaughton, quién en aquella época era un director con vistas de prestigio tras su sorprendente “Henry, retrato de un asesino”. Curtido en el cine independiente, en esta ocasión, ponían a su servicio un estudio: Universal. Además, sería su primera incursión fuera del cine fantástico.
Con guion de Richard Price, giuonista de estudio, la película se concibió en un primer momento para que el papel del mafioso que cuenta chistes, Milo, fuera interpretado por Robert De Niro al que le había encantado el guion, Sin embargo, De Niro, pidió expresamente interpretar a Perro Loco , ya que como actor nunca había interpretado a un personaje de esas características, apocado, alienado y alejado completamente del arquetipo de tipo duro. Al mafioso de turno ya lo había interpretado millones de veces, al igual que ya había interpretado a un cómico de stand up en “El Rey de la comedia”—y que luego volvería a interpretar ventitantos años después en “The Comedian”—, por lo que el papel de Milo no suponía ningún reto para él. El de Perro Loco, sí. Como a Scorsese le parecía estupenda la idea, y a Mcnaughton también, el principal mecenas, Universal, no puso ninguna pega al respecto. Así que, con De Niro haciendo de policía, el director del casting comete una genialidad pensando que el mejor sustituto de De Niro como mafioso, podía ser Bill Murray.
Una vez rodada la película en 1992, esta sufrió constantes retrasos a la hora de estrenarse, ya que al tratarse de una película de estudio, y la cinta en cuestión tenía cierto tufillo a comedia autoral, a Universal no le gustó el final que esta tenía. En él, el mafioso se salía con la suya. Sometieron a la película a diversos test con público y la respuesta de este era tajante en todos ellos; no gustaba el final. Así pues, tuvieron que volver a rodarlo a gusto del público y, por ende, del estudio, quedando en el corte definitivo el final tal y como lo conocemos actualmente. Una pena. En cualquier caso el final impuesto no resiente en absoluto el resultado de la película que es soberbia y, en su extrañeza, funciona todo como tiene que funcionar. Vista hoy, yo creo que es de esas películas que ha ganado con el paso de los años.
Con todo, se estrenaría un año después, en 1993, funcionó en taquilla como se esperaba, y la recepción crítica fue bastante positiva. Sin embargo, la carrera como director de McNaugton, se resentía película a película, no volviendo a rodar nunca ningún producto tan solvente como este o su ópera prima “Henry, Retrato de un asesino”. Y hoy, está bastante alejado de la clase de director que en estos tempranos 90, prometía ser.
En España fue bien, la vieron casi 700.000 espectadores. No obstante, y a pesar de la calidad de la película, es una de las más olvidadas de la nefasta década cinematográfica de los noventa en el cine. Ni creo que a estas alturas se la reivindique; demasiado serena, no es un artefacto a la Tarantino, en definitiva, es demasiado buena película para que recale en los subcoscientes posmodernos, que al final son lo que reivindican y reactivan según que productos. Pues, oye, casi mejor.
Victor Olid
miércoles, 16 de diciembre de 2020
POSTERS HUÉRFANOS (6)
"Las 36 cámaras de Shaolin", "Haz lo que debas", "Prison Presidio", "Playboy en paro", "Hot Dog, el film", "Alambradas de cristal", "The Warriors Los amos de la noche", "Fletch Revive", "Violencia en una cárcel de mujeres"
Naxo Fiol
lunes, 14 de diciembre de 2020
CAN I DO IT' TILL I NEED GLASSES?
Secuela de “No mires tanto... o te quedarás ciego” bastante más desastrosa y desangelada que aquella, que además se pasa por el forro de las pelotas el fino hilo argumental con el que sí contaba su predecesora, para dar paso a los sketchs impunemente y sin sentido. Aquí directamente se pasa de un chiste a otro, sketchs de entre 30 segundos y 2 minutos, que unas veces funcionan y otras no y que nos muestran, en la mayoría de los casos, desnudos parciales de corte picantón, nunca explícitos, en lo que supondrían los últimos rescoldos del sexploitation de las décadas de los 60 y 70. Asimismo, observo cierta querencia por escenificar chistes de indios y vaqueros durante el grueso de la película.
La gracia del asunto consiste en la demanda judicial que interpuso Robin Williams a los productores; Resulta que, de la criba de chistes filmados, un par de ellos fueron protagonizados por un aspirante a cómico llamado Robin Williams que apenas cobró 150 dólares por un par de escenas en “Can I do it… Hill I need glasses?”. Los chistes de los que se componen sus escenas resultaron tan malos que, en el corte final, no se incluyó ninguno de ellos. En consecuencia a la discreción de la película, esta se estrenó en circuitos marginales sin pena ni gloria, siendo una gota más en el océano.
Poco después, Williams sería el protagonista de la serie “Mork & Mindy” en la que el actor interpretaba a un extraño extraterrestre. Esta serie despegó y, de la noche al día, Williams pasó de ser un completo desconocido a ser una estrella súper famosa. Después de esto, le llovieron las ofertas cinematográficas. Robin Williams pasaría a ser el Popeye cinematográfico o “Un ruso en Nueva York”… y el resto de la historia ya la conocen.
Pasado un tiempo del meteórico éxito del actor, consciente el director y productor de “Can I do it… Till I need glasses?”, I. Robert Levy, de que, la ahora estrella, Williams, había actuado en un par de escenas desechadas de la película, y meses antes de que se estrenara “Popeye”, deprisa y corriendo buscó en el material descartado las escenas en las que intervenía Robin Williams y, cuando las encontró, realizó un nuevo montaje añadiendo dicho material descartado. Con el nuevo montaje, reestrenó “Can I do it… Till I need glasses?”, sólo que esta vez se anunciaba como el debut cinematográfico de Robin Williams, lo que propició que la gente corriera al cine a ver una película de Robin Williams donde en realidad este tan solo aparecía un par de minutos.
Por supuesto, Williams se enteró de la estafa y, enfurecido, emprendió acciones legales contra la productora por publicidad engañosa, fallando el juez a favor de Williams y obligando a la producción a retirar todo el material promocional que anunciaba su protagonismo con respecto a la prensa y los futuros pases de televisión. De este modo, tras ese estreno, se realizó un nuevo montaje en el que sí que aparecen las escenas protagonizadas por Robin Williams, pero desaparece el crédito del actor como protagonista, porque efectivamente, Williams intervino en esa película por lo que es lícito mantener sus escenas en la misma, pero, en ningún caso otorgarle el protagonismo si el actor no lo desea. En su lugar, Williams acaba formando parte de la película como si fuera un chiste más de la misma, y aparece el último en los créditos del rodillo final, con una inscripción acompañando a su nombre que reza “… Y por supuesto, Robin Williams”. Este sería el montaje de la película que ha sobrevivido y es el que yo he podido visionar.
Por lo demás, mala, muy mala… dan ganas de quitarla a la mitad, pero aguantamos porque sabemos que de un momento a otro veremos a Robin Williams que, dicho sea de paso, sobreactúa y hace el caricato sin hacer sombra a ninguno de los actores de tercera que le acompañan en esta película.
Por supuesto, I. Robert Levy, no volvió a producir ni dirigir película alguna tras esta.
El cartel americano es muy bonito, pero, sin una sola referencia a Williams en el mismo. Por eso, he preferido ilustrar esta reseña con uno de los italianos, que sí que reaprovecharon la idea de explotar a Robin Williams en la promoción.
La gracia del asunto consiste en la demanda judicial que interpuso Robin Williams a los productores; Resulta que, de la criba de chistes filmados, un par de ellos fueron protagonizados por un aspirante a cómico llamado Robin Williams que apenas cobró 150 dólares por un par de escenas en “Can I do it… Hill I need glasses?”. Los chistes de los que se componen sus escenas resultaron tan malos que, en el corte final, no se incluyó ninguno de ellos. En consecuencia a la discreción de la película, esta se estrenó en circuitos marginales sin pena ni gloria, siendo una gota más en el océano.
Poco después, Williams sería el protagonista de la serie “Mork & Mindy” en la que el actor interpretaba a un extraño extraterrestre. Esta serie despegó y, de la noche al día, Williams pasó de ser un completo desconocido a ser una estrella súper famosa. Después de esto, le llovieron las ofertas cinematográficas. Robin Williams pasaría a ser el Popeye cinematográfico o “Un ruso en Nueva York”… y el resto de la historia ya la conocen.
Pasado un tiempo del meteórico éxito del actor, consciente el director y productor de “Can I do it… Till I need glasses?”, I. Robert Levy, de que, la ahora estrella, Williams, había actuado en un par de escenas desechadas de la película, y meses antes de que se estrenara “Popeye”, deprisa y corriendo buscó en el material descartado las escenas en las que intervenía Robin Williams y, cuando las encontró, realizó un nuevo montaje añadiendo dicho material descartado. Con el nuevo montaje, reestrenó “Can I do it… Till I need glasses?”, sólo que esta vez se anunciaba como el debut cinematográfico de Robin Williams, lo que propició que la gente corriera al cine a ver una película de Robin Williams donde en realidad este tan solo aparecía un par de minutos.
Por supuesto, Williams se enteró de la estafa y, enfurecido, emprendió acciones legales contra la productora por publicidad engañosa, fallando el juez a favor de Williams y obligando a la producción a retirar todo el material promocional que anunciaba su protagonismo con respecto a la prensa y los futuros pases de televisión. De este modo, tras ese estreno, se realizó un nuevo montaje en el que sí que aparecen las escenas protagonizadas por Robin Williams, pero desaparece el crédito del actor como protagonista, porque efectivamente, Williams intervino en esa película por lo que es lícito mantener sus escenas en la misma, pero, en ningún caso otorgarle el protagonismo si el actor no lo desea. En su lugar, Williams acaba formando parte de la película como si fuera un chiste más de la misma, y aparece el último en los créditos del rodillo final, con una inscripción acompañando a su nombre que reza “… Y por supuesto, Robin Williams”. Este sería el montaje de la película que ha sobrevivido y es el que yo he podido visionar.
Por lo demás, mala, muy mala… dan ganas de quitarla a la mitad, pero aguantamos porque sabemos que de un momento a otro veremos a Robin Williams que, dicho sea de paso, sobreactúa y hace el caricato sin hacer sombra a ninguno de los actores de tercera que le acompañan en esta película.
Por supuesto, I. Robert Levy, no volvió a producir ni dirigir película alguna tras esta.
El cartel americano es muy bonito, pero, sin una sola referencia a Williams en el mismo. Por eso, he preferido ilustrar esta reseña con uno de los italianos, que sí que reaprovecharon la idea de explotar a Robin Williams en la promoción.
Victor Olid
sábado, 12 de diciembre de 2020
I WAS FLESH GORDON
Esencialmente, la finalidad del libro "I was Flesh Gordon" consiste en dejarnos claro, por si no lo sabíamos o sospechábamos, que el "famoso" pionero del porno y productor exploitation Bill Osco (a quien el aficionado medio reconocerá por su implicación en "El Ser" y "Fonda Sangrienta") era un auténtico hijo de puta. Un vividor, jeta, desalmado y que mentía y engañaba a todo dios, especialmente cuando se trataba de agenciarse dineros. Entre esos traicionados está el autor, Jason Williams, que en "I was Flash Gordon" narra sus muchas desventuras por el Hollywood de finales de los años setenta.
Sí, Williams es el rubiales que dio vida a la parodia sexy del famoso personaje de comics en "Las aventuras de Flesh Gordon", uno de esos supervivientes de la meca del cine que hacen de todo con tal de pagar las facturas sin tener que abandonar el "show business", y a los que ya mencioné en la reseña de este otro libro (en el que, por cierto, se comenta que Williams acabó convertido al cristianismo, cosa que el actor no toca en ningún momento en su obra ¿?). Nos cuenta sus primeros pasos en la vida, su llegada a la meca del cine, repleto de sueños, y cómo se metió en las mallas de "Flesh Gordon", detallando el rodaje y las consabidas anécdotas. Cuesta creer que recuerde tanto tan bien, pero habrá que confiar en su palabra (y la de Derek McCaw, uno de esos gurús del frikismo online que le echa un cable en la empresa).
Sin embargo, y contra todo pronóstico, realmente el libro no comienza a disfrutarse hasta que termina el rodaje de "Las aventuras de Flesh Gordon" y Williams se ve obligado a buscarse las habichuelas. Es aquí donde las cosas se ponen interesantes de verdad, narrándonos su paso por el porno pre "chic". Cuando él y Bill Osco visitaban tugurios de dudosa legalidad para entregar sus nuevas producciones, películas guarras de quinta regional, cutres hasta el delirio, que dirigían Howard Ziehm y/o el mismo Jason Williams bajo seudónimo, pero cuya paternidad Osco se atribuía desvergonzadamente. Muchas acabaron en las arcas de "Something Weird Video", como cruda muestra del peor "grindhouse" pajillero de la época.
En esencia, Jason Williams es como todos. Un tipo que ansiaba el éxito, que lo intentó innumerables ocasiones, que apunto estuvo de alcanzarlo a pesar de las inclemencias (muy dura la anécdota sobre el rodaje de "Deadly Hero", película que iba a co-protagonizar y acabó convertido en el criado de uno de los actores principales) para, finalmente, irse todo al garete... por culpa de los tejemanejes de Bill Osco, que arrasaron con la reputación de ambos.
Luego, ya lejos de su ex-socio y ex-amigo, Williams aún tuvo tiempo de verse inmerso en productos tan singulares como "Time Walker", pero la verdad es que dedica muy poco espacio a esta etapa y es una lástima, habría molado saber más.
Con todo, "I was Flesh Gordon" es un libro la mar de entretenido, no demasiado tocho y que mejora a medida que te acercas al final.
Recomendado.
Sí, Williams es el rubiales que dio vida a la parodia sexy del famoso personaje de comics en "Las aventuras de Flesh Gordon", uno de esos supervivientes de la meca del cine que hacen de todo con tal de pagar las facturas sin tener que abandonar el "show business", y a los que ya mencioné en la reseña de este otro libro (en el que, por cierto, se comenta que Williams acabó convertido al cristianismo, cosa que el actor no toca en ningún momento en su obra ¿?). Nos cuenta sus primeros pasos en la vida, su llegada a la meca del cine, repleto de sueños, y cómo se metió en las mallas de "Flesh Gordon", detallando el rodaje y las consabidas anécdotas. Cuesta creer que recuerde tanto tan bien, pero habrá que confiar en su palabra (y la de Derek McCaw, uno de esos gurús del frikismo online que le echa un cable en la empresa).
Sin embargo, y contra todo pronóstico, realmente el libro no comienza a disfrutarse hasta que termina el rodaje de "Las aventuras de Flesh Gordon" y Williams se ve obligado a buscarse las habichuelas. Es aquí donde las cosas se ponen interesantes de verdad, narrándonos su paso por el porno pre "chic". Cuando él y Bill Osco visitaban tugurios de dudosa legalidad para entregar sus nuevas producciones, películas guarras de quinta regional, cutres hasta el delirio, que dirigían Howard Ziehm y/o el mismo Jason Williams bajo seudónimo, pero cuya paternidad Osco se atribuía desvergonzadamente. Muchas acabaron en las arcas de "Something Weird Video", como cruda muestra del peor "grindhouse" pajillero de la época.
En esencia, Jason Williams es como todos. Un tipo que ansiaba el éxito, que lo intentó innumerables ocasiones, que apunto estuvo de alcanzarlo a pesar de las inclemencias (muy dura la anécdota sobre el rodaje de "Deadly Hero", película que iba a co-protagonizar y acabó convertido en el criado de uno de los actores principales) para, finalmente, irse todo al garete... por culpa de los tejemanejes de Bill Osco, que arrasaron con la reputación de ambos.
Luego, ya lejos de su ex-socio y ex-amigo, Williams aún tuvo tiempo de verse inmerso en productos tan singulares como "Time Walker", pero la verdad es que dedica muy poco espacio a esta etapa y es una lástima, habría molado saber más.
Con todo, "I was Flesh Gordon" es un libro la mar de entretenido, no demasiado tocho y que mejora a medida que te acercas al final.
Recomendado.
Naxo Fiol
viernes, 11 de diciembre de 2020
EL PISITO
“El Pisito”, incontestable obra maestra del cine español, posiblemente, una de las mejores películas de la historia de nuestro cine, pero, paradójicamente, dirigida por un italiano: Marco Ferreri, que tras un par de obras maestras filmadas en nuestro país, desarrolló, ya fuera de España, una desigual carrera.
Debut de Ferreri y primera película del fructífero tándem que formaría con Rafael Azcona, uno de nuestros guionistas más importantes —hay quien dice que el más importante— con el que colaboraría a lo largo de los años en quince largometrajes.Cuenta la historia de Rodolfo y Petrita, una pareja de novios que tras doce años de relaciones y unos sueldos de lo más precarios, no tienen dónde caerse muertos.
Rodolfo vive de realquilado en el piso de Doña Margarita, un piso de renta antigua en el que a la inquilina no se la puede echar. Esta, tiene un gran aprecio por Rodolfo, por lo que decide dejarle el piso en herencia a este, una vez haya muerto. Pero por lo visto las cosas no son tan fáciles y la única forma de poder quedarse con el inquilinato de ese piso, es casándose con la anciana. Y tras mucho discutirlo con Petrita, tras ser convencido por el resto de realquilados y no sin ciertas dificultades, eso es lo que acaba haciendo Rodolfo. La cosa se complicará cuando hace acto de presencia cierto acomodo por parte de Rodolfo en su nueva condición de hombre casado, y la molesta situación que vive su pareja tras pasar dos años desde ese matrimonio de conveniencia, y no morirse la anciana.
Deudora del más feroz neorrealismo italiano —herencia de las influencias de su director— e impregnada de las dosis del surrealismo y el humor negro más desasosegante, “El Pisito”, germina en la novela del propio Rafael Azcona titulada “El Pisito, novela de amor e inquilinato” a su vez inspirada en una noticia del periódico que hace gracia a Azcona, en la que un hombre joven se casa con una anciana con el fin de obtener el piso de esta como herencia, y, culmina, cuando este conoce al comercial de lentes cinematográficas y, posteriormente, productor de cine Marco Ferreri, del que se hace amigo y, encaprichado de la novela, el segundo decide producir una película inspirada en ella y, por accidente, y, convencido por Azcona, además, decide dirigirla.
Por otra parte, el proyecto fue rechazado por varias productoras, hasta que una compañía llamada Documento Films, decide hacerse cargo de los costes, aportando una cantidad irrisoria de dinero. No obstante, la falta de medios, patente por otro lado en el corte final de la película —la boda de Rodolfo con Doña Margarita, en un alarde de inventiva, la soluciona Ferreri mostrando en pantalla una fotografía de grupo de la misma— confiere a la cinta ese tono opresivo y decadente del que hace gala, y que no hubiera sido posible con mayores medios.
El responsable de Documento Films, Isidoro M. Ferry, que aparece acreditado junto a Ferreri como director de la cinta, en realidad no dirigió ni un solo plano de la misma, pero su incursión en los títulos de crédito como director, fue una imposición de las normas sindicales que obligaban a que este figurase como tal. No dirigió absolutamente nada, la película es obra absoluta de Marco Ferreri. De haber un co-director, en todo caso sería Rafael Azcona y en ningún caso Ferry.
La película muestra un Madrid de los años 50 decadente, deprimente y atestado por la precariedad, que sin duda es el gran atractivo de la película (vista a día de hoy), amén del tono tragicómico, de la mala leche, la mala baba, y la valentía que se gasta toda ella. De hecho, y aunque sus autores se justificaron posteriormente al respecto, es una cinta abiertamente misógina.
Lógicamente, la censura hizo de las suyas, y si bien es cierto que fuera de España se mostró un montaje de 10 minutos más de duración que el dado por bueno en España —y del que no existen señales de su existencia—, también es cierto que el material rodado era bastante fuerte para la época —esto no es óbice para justificar aquella censura en modo alguno—. La filmoteca Española restaura la cinta, y recupera una escena que no se incluyó en el montaje final a sabiendas de que la censura no la admitiría, y que podemos ver en la edición en DVD que le dedica a la película Impulso Records en 2009, en la que, estando Doña Margarita aún en el lecho de muerte, segundos antes del final, vemos como Rodolfo y Petrita se pegan un sobe y unos morreos de padre y muy señor mío, tocamientos delante de la moribunda incluidos, que puede resultar provocativa incluso a día de hoy, por ello, merece la pena rescatar esta versión del final.
Pese al reconocimiento de la película como obra maestra a nivel mundial, perjudicada por la calificación que recibió esta, que sería el equivalente al “No recomendada para menores de 18 años” en nuestros días, no obtuvo el beneplácito de la taquilla, congregando en salas (solo dos en toda España, el mítico Roxy A de Madrid y el cine Avenida de Logroño) unos miserables 2.022 espectadores de 1959, que la convierten en un fracaso de taquilla.
En cuanto al nivel actoral es de los más altos de la historia de nuestro cine. Rodolfo, es interpretado por José Luis López Vázquez. No solo borda su papel del típico españolito medio de la década de los 50, sino que, sin que de su boca salga queja alguna, solo con sus gestos deja al espectador totalmente convencido del agobio y la presión a la que está sometido su personaje, al que le superan las circunstancias y al que poca cosa puede hacer al respecto salvo tragar con la cruz que tiene por vida. Da gusto ver su interpretación, una de las mejores de su carrera. Compartiendo rol protagonista tenemos a Mary Carrillo (la mamá de Las Hermanas Hurtado), muy solvente, muy suelta en su papel de novia egoísta y manipuladora. Carrillo, provenía del teatro y se nota, interpreta su rol con eficacia y con una naturalidad apabullante. Secundan a estos dos monstruos, la veterana Concha López Silva, que da vida a Doña Margarita, José Cordero “El Bombonero”, que interpreta a otro realquilado, el callista Dimas que tiene en el pisito su consulta y que resulta ser un personaje crucial en la trama. Cordero, interpreta su rol con soberbia, ironía y mala leche. Es el personaje menos positivo de la película, el más ruin, y sin embargo parece estar ayudando al resto de personajes. Ofrece una interpretación cínica y de composición, cualquiera diría que estamos ante un actor de amplia trayectoria. Bien, no he podido encontrar nada de información respecto a este actor, lo que me induce a pensar que, al igual que Andrea Moro, en el rol de la criada de Doña Margarita, este actor es un señor de la calle. La falta de medios era tan patente, que el equipo, al no tener actores, rodaba con gente que se encontraba por allí, literalmente. Este excelente actor, al que no se le acredita participación en ninguna película más, tiene toda la pinta de ser uno de esos actores naturales que reclutaron improvisadamente. Otra de las maravillas de este filme.
Como anécdota, reseñar el papelito que interpreta el propio Marco Ferreri dando vida al hipocondríaco casero de Doña Margarita que dice tener el interior de sus muslos llenos de agua, o el cameo de Rafael Azcona en la secuencia del zoo, donde aparece brevemente.
Sin duda, lo mejor que puede ofrecer el cine español, una película que muestra lo sórdido del Madrid de aquellos años con insólita belleza, en una historia negra, negrísima, que aún no ha sido superada en nuestro cine. Y todavía mantiene su vigencia. Una maravilla. Imprescindible.
Victor Olid
miércoles, 9 de diciembre de 2020
LOS FOTOCROMOS DE "TITANES DE LA GUERRA"
Nadie sufrió tanto por tan poco. Ya lo creo, que me lo digan a mí, que me he dejado la paciencia escaneando unos fotocromos que doblaban el tamaño habitual. Pero me hacía ilusión publicarlos, básicamente por su naturaleza marciana... ¿los macro-fotocromos de una peli de guerra made in italy dirigida por el colega Joe D´Amato (alias de Aristide Massaccesi)?. Con una ilustración que ¿plagia? otra de Frank Frazetta. Merecía la pena.
Naxo Fiol
sábado, 5 de diciembre de 2020
ALIENATOR
Aunque cueste creerlo, "Films 4" estaba convencida de que con "Alienator" tenía un bombazo entre manos, de ahí que apostaran por hacer mucha más publicidad de lo normal, cosa que recordarán aquellos que leyeran la prensa cinematográfica de la época y localizaran el respectivo anuncio a doble página, desde luego nada habitual para esta clase de productos. Pero a poco que escarbes en el mediocre catálogo de la distribuidora, entiendes perfectamente que se dejaran llevar. A fin de cuentas, y como todo buen exploitation, el título era cojonudo, super-atractivo, ¿cómo no se le había ocurrido a nadie antes lo de unir Alien con el recurrente "ator"? (eso pensé cuando en su día inventé Cybernator. Pero por lo visto no era una idea tan estupenda. Tardó un tiempo en surgir una película legítima con semejante título, y encima era de tercera regional). El cerebro ejecutor tras tal estratagema no fue otro que el mítico Fred Olen Ray, del que tanto hemos hablado por aquí, quien rodó la película en escasos días reutilizando material ajeno para las escenas galácticas y, por supuesto, una fábrica como decorado futurista. La historia es una combinación de diversas fuentes, "Terminator", "Depredador", hay quien cita "Critters" y alguna de las pelis baratas de ciencia ficción de los 50 que tanto gustaban a su director.
Kol, un temible villano del espacio, va a ser ejecutado, pero logra escapar y refugiarse en la tierra, engañando para ello a un grupo de jovenzuelos con pelos en los huevos, un guarda forestal y un veterano de guerra. Hasta allí llega Alienator, una robota cuyo fin es cazar al fugado sin importar a quien se lleve por delante. Se carga a unos cuantos inocentes... aunque al final de la peli todo quede olvidado y el resto del reparto la vea como a una heroína, "toda una mujer". Tremendo.
En la época que "Alienator" llegó a nuestros estantes, andaba loco por Fred Olen Ray y su cine, así que el "estreno" fue un acontecimiento para mi. Claro, con tantas ansias me la puse y me aburrió de tal manera, que desde entonces siempre la he odiado. Probablemente, es la peli que más detesto de su director... y no será porque no tiene material para despertar tan feo sentimiento. Pero "Alienator", además de la modorra habitual, la falta de gracia, el look plano, aburrido y mortecino, la fría puesta en escena, la saturación de diálogos idiotas y, en definitiva, la basura recurrente en toda Ray-movie que se precie, supuso una gigantesca decepción. Por mera nostalgia decidí darle una segunda oportunidad... y requerí de CUATRO intentos porque me dormía en cada uno. Que sí, que es una mierda. Pero es una mierda de Fred Olen Ray y eso hace de ella una mierda diferente.
Como suele ser habitual en las producciones del amigo, lo más divertido lo encontramos en el reparto, repleto de actores en decadencia, nombres afines al género que el cineasta fichaba por puro fanatismo y los habituales del clan Ray. Así pues, la cosa queda de esta manera: Jan-Michael Vincent y John Phillip Law en las últimas, P.J.Soles (de "La noche de Halloween"), Leo Gordon (habitual de la factoría Corman), Robert Clarke (presente en muchas monster movies de antaño), Hoke Howell como cansino redneck palurdo, Joseph Pilato (el cabronísimo "Rhodes" de "El día de los muertos") y la inconfundible Teagan Clive, señora que se dedicaba al culturismo y también asomó el jeto en cosas tan variopintas como "Armados y peligrosos", el "Simbad" de Enzo Castellari y otras de San Olen Ray. Tampoco faltan los de toda la vida, Ross Hagen (el Antonio Mayans yanki), Dawn Wildsmith o Robert Quarry en el papel más insignificante y tonto de toda su carrera (básicamente está ahí para ser asesinado). También se deja ver Dan Golden, director de cutrismos a la misma altura que los de su colega.
La música la firma el gran Chuck Cirino pero, según fuentes consultadas, en realidad no es cosa suya, los productores dejaron el nombre pero extirparon su labor. El insaboro guion lo firma Paul Garson, que para Fred Olen Ray también se encargó del libreto de la igualmente anodina "Cyclone". No volvió a guionizar nunca más tras "Alienator". Tampoco me extraña nada.
La peli está dedicada al entonces recién fallecido Fox Harris, actor de escueta pero estrambótica filmografía, en la que descubrimos otras pelis de Ray, productos de misma naturaleza exploit, títulos dirigidos por Alex Cox e incluso cosas rodadas directamente en vídeo. Flaco favor le hicieron dedicándole semejante mojonator.
PD: Como curiosidad, hacer notar que en el cartel español -este que tienen a la vista- le pegaron a Alienator un brazo izquierdo recortado de alguna otra fuente y que destaca por su escasa resolución. Buenos viejos tiempos los del caratuleo chungo.
Kol, un temible villano del espacio, va a ser ejecutado, pero logra escapar y refugiarse en la tierra, engañando para ello a un grupo de jovenzuelos con pelos en los huevos, un guarda forestal y un veterano de guerra. Hasta allí llega Alienator, una robota cuyo fin es cazar al fugado sin importar a quien se lleve por delante. Se carga a unos cuantos inocentes... aunque al final de la peli todo quede olvidado y el resto del reparto la vea como a una heroína, "toda una mujer". Tremendo.
En la época que "Alienator" llegó a nuestros estantes, andaba loco por Fred Olen Ray y su cine, así que el "estreno" fue un acontecimiento para mi. Claro, con tantas ansias me la puse y me aburrió de tal manera, que desde entonces siempre la he odiado. Probablemente, es la peli que más detesto de su director... y no será porque no tiene material para despertar tan feo sentimiento. Pero "Alienator", además de la modorra habitual, la falta de gracia, el look plano, aburrido y mortecino, la fría puesta en escena, la saturación de diálogos idiotas y, en definitiva, la basura recurrente en toda Ray-movie que se precie, supuso una gigantesca decepción. Por mera nostalgia decidí darle una segunda oportunidad... y requerí de CUATRO intentos porque me dormía en cada uno. Que sí, que es una mierda. Pero es una mierda de Fred Olen Ray y eso hace de ella una mierda diferente.
Como suele ser habitual en las producciones del amigo, lo más divertido lo encontramos en el reparto, repleto de actores en decadencia, nombres afines al género que el cineasta fichaba por puro fanatismo y los habituales del clan Ray. Así pues, la cosa queda de esta manera: Jan-Michael Vincent y John Phillip Law en las últimas, P.J.Soles (de "La noche de Halloween"), Leo Gordon (habitual de la factoría Corman), Robert Clarke (presente en muchas monster movies de antaño), Hoke Howell como cansino redneck palurdo, Joseph Pilato (el cabronísimo "Rhodes" de "El día de los muertos") y la inconfundible Teagan Clive, señora que se dedicaba al culturismo y también asomó el jeto en cosas tan variopintas como "Armados y peligrosos", el "Simbad" de Enzo Castellari y otras de San Olen Ray. Tampoco faltan los de toda la vida, Ross Hagen (el Antonio Mayans yanki), Dawn Wildsmith o Robert Quarry en el papel más insignificante y tonto de toda su carrera (básicamente está ahí para ser asesinado). También se deja ver Dan Golden, director de cutrismos a la misma altura que los de su colega.
La música la firma el gran Chuck Cirino pero, según fuentes consultadas, en realidad no es cosa suya, los productores dejaron el nombre pero extirparon su labor. El insaboro guion lo firma Paul Garson, que para Fred Olen Ray también se encargó del libreto de la igualmente anodina "Cyclone". No volvió a guionizar nunca más tras "Alienator". Tampoco me extraña nada.
La peli está dedicada al entonces recién fallecido Fox Harris, actor de escueta pero estrambótica filmografía, en la que descubrimos otras pelis de Ray, productos de misma naturaleza exploit, títulos dirigidos por Alex Cox e incluso cosas rodadas directamente en vídeo. Flaco favor le hicieron dedicándole semejante mojonator.
PD: Como curiosidad, hacer notar que en el cartel español -este que tienen a la vista- le pegaron a Alienator un brazo izquierdo recortado de alguna otra fuente y que destaca por su escasa resolución. Buenos viejos tiempos los del caratuleo chungo.
Naxo Fiol
viernes, 4 de diciembre de 2020
ATRACO A LAS 3
Uno de los clásicos indiscutibles del cine español seria esta “Atraco a las tres”. Una película de bajo presupuesto que debido al buen hacer de sus artífices, ya sea en la escritura del libreto como en la ejecución de la dirección, amén de unas interpretaciones memorables, se convierte en una obra maestra atemporal, influencia de varias generaciones de cineastas y una de las mejores comedias españolas de todos los tiempos.
Aunque en su momento tampoco gozó de una taquilla exultante —tan solo acudieron a verla 115.000 espectadores en el momento de su estreno. Poco, pero la película fue tan barata que con esos números rentaron el presupuesto de sobra—, el paso del tiempo le ha conferido un aire clásico y un prestigio fuera de todo precedente que la hacen encabezar todos los listados de mejores películas españolas de la historia. Quizás por eso, en 1999, se reestrenó 36 años después en los Madrileños cines Princesa —sumándole otros 1000 espectadores más a esos 115.000— en una de sus salas más diminutas, con cierto éxito.
Cuenta la historia de los trabajadores de un banco que aprovechando el injusto despido al ya anciano director del mismo, planean un atraco a la sucursal y así poner fin a todos los problemas económicos que estos puedan tener. Los empleados planean el atraco minuciosamente, hasta que la cosa se complica cuando entra en juego una vedette llamada Katia Duran, a la que uno de los empleados, encoñado con ella, le cuenta todos sus planes.
“Atraco a las tres” surge de la mente de Pedro Masó, que alega que gracias al entusiasmo y el hambre que había aquellos años por hacer cine, escribió el guion de madrugada y en tan solo 9 días. Después, sus socios Vicente Coello y Rafael J. Salvia lo pulirían y darían una coherencia. Una vez visto para sentencia, Pedro Masó, en calidad de productor, ofreció rodar el guion a José María Forqué, gran amigo suyo por otro lado. Forqué, en aquellos años estaba hasta arriba de trabajo, su agenda era apretadísima —“Accidente 703” y “La Becerrada” serían los films que le tendrían ocupado, no siendo ninguno de ellos ni la mitad de relevante de lo que fue “Atraco a las tres” a posteriori— y no tenía mucho tiempo para rodar una peliculita menor como la que le proponía Masó. Aun así, y por hacerle el favor a Masó, decidió dirigirla. Y a día de hoy, es por el título por el que, mayormente, se le recuerda.
Según los estudiosos del cine español, la película es una crítica total y absoluta al régimen español, a su jerarquía, y la miseria en la que la sociedad española estaba sumida, que gracias al imperante humor blanco, y a la maestría del director, pasó la censura sin ningún tipo de problemas. Quizás el mensaje implícito hay que leerlo entre líneas, o cogerlo con pinzas, porque, efectivamente, a simple vista no se detecta.
Naturalmente, “Atraco a las tres” no sería lo que es de no ser por sus extraordinarios actores, muchos de los cuales empezaban a despuntar en esto del cine, eran caras nuevas que seguían el ritmo a la perfección al único actor consagrado en la cinta que es José Luis López Vázquez, así, tenemos secundando al inconmensurable, a Gracita Morales —con la que pronto formaría pareja cinematográfica en infinidad de películas—, Manuel Alexandre, Agustín González que empezaba a llamar la atención, el humorista Cassen, Manuel Díaz González…
Había uno de los papeles, el de Castrillo, concebido inicialmente para un reputado Manolo Gómez Bur, que tuvo que rechazarlo porque tenía otros compromisos firmados tanto en cine como en teatro, y no daban con un actor que tuviera las características del personaje. No fue hasta que un día viendo una comedia de Jardiel Poncela en el teatro, Pedró Masó y José María Forqué vieron, cito, “una cosa pequeña por ahí, por el escenario” que resulto ser Alfredo Landa. Les gustó lo que vieron y sin pensarlo le darían a Landa lo que sería el primer papel protagonista de su vida. Crearon un monstruo, porque desde entonces, Landa no dejaría de trabajar, convirtiéndose, para más señas, en el creador de un subgénero dentro de la comedia española, el “Landismo”.
Por su parte, tanto José María Forqué como Pedro Masó, serían acompañados por el éxito en su profesión durante el resto de sus días.
Una joya imprescindible del cine español, qué les voy a decir.
Aunque en su momento tampoco gozó de una taquilla exultante —tan solo acudieron a verla 115.000 espectadores en el momento de su estreno. Poco, pero la película fue tan barata que con esos números rentaron el presupuesto de sobra—, el paso del tiempo le ha conferido un aire clásico y un prestigio fuera de todo precedente que la hacen encabezar todos los listados de mejores películas españolas de la historia. Quizás por eso, en 1999, se reestrenó 36 años después en los Madrileños cines Princesa —sumándole otros 1000 espectadores más a esos 115.000— en una de sus salas más diminutas, con cierto éxito.
Cuenta la historia de los trabajadores de un banco que aprovechando el injusto despido al ya anciano director del mismo, planean un atraco a la sucursal y así poner fin a todos los problemas económicos que estos puedan tener. Los empleados planean el atraco minuciosamente, hasta que la cosa se complica cuando entra en juego una vedette llamada Katia Duran, a la que uno de los empleados, encoñado con ella, le cuenta todos sus planes.
“Atraco a las tres” surge de la mente de Pedro Masó, que alega que gracias al entusiasmo y el hambre que había aquellos años por hacer cine, escribió el guion de madrugada y en tan solo 9 días. Después, sus socios Vicente Coello y Rafael J. Salvia lo pulirían y darían una coherencia. Una vez visto para sentencia, Pedro Masó, en calidad de productor, ofreció rodar el guion a José María Forqué, gran amigo suyo por otro lado. Forqué, en aquellos años estaba hasta arriba de trabajo, su agenda era apretadísima —“Accidente 703” y “La Becerrada” serían los films que le tendrían ocupado, no siendo ninguno de ellos ni la mitad de relevante de lo que fue “Atraco a las tres” a posteriori— y no tenía mucho tiempo para rodar una peliculita menor como la que le proponía Masó. Aun así, y por hacerle el favor a Masó, decidió dirigirla. Y a día de hoy, es por el título por el que, mayormente, se le recuerda.
Según los estudiosos del cine español, la película es una crítica total y absoluta al régimen español, a su jerarquía, y la miseria en la que la sociedad española estaba sumida, que gracias al imperante humor blanco, y a la maestría del director, pasó la censura sin ningún tipo de problemas. Quizás el mensaje implícito hay que leerlo entre líneas, o cogerlo con pinzas, porque, efectivamente, a simple vista no se detecta.
Naturalmente, “Atraco a las tres” no sería lo que es de no ser por sus extraordinarios actores, muchos de los cuales empezaban a despuntar en esto del cine, eran caras nuevas que seguían el ritmo a la perfección al único actor consagrado en la cinta que es José Luis López Vázquez, así, tenemos secundando al inconmensurable, a Gracita Morales —con la que pronto formaría pareja cinematográfica en infinidad de películas—, Manuel Alexandre, Agustín González que empezaba a llamar la atención, el humorista Cassen, Manuel Díaz González…
Había uno de los papeles, el de Castrillo, concebido inicialmente para un reputado Manolo Gómez Bur, que tuvo que rechazarlo porque tenía otros compromisos firmados tanto en cine como en teatro, y no daban con un actor que tuviera las características del personaje. No fue hasta que un día viendo una comedia de Jardiel Poncela en el teatro, Pedró Masó y José María Forqué vieron, cito, “una cosa pequeña por ahí, por el escenario” que resulto ser Alfredo Landa. Les gustó lo que vieron y sin pensarlo le darían a Landa lo que sería el primer papel protagonista de su vida. Crearon un monstruo, porque desde entonces, Landa no dejaría de trabajar, convirtiéndose, para más señas, en el creador de un subgénero dentro de la comedia española, el “Landismo”.
Por su parte, tanto José María Forqué como Pedro Masó, serían acompañados por el éxito en su profesión durante el resto de sus días.
Una joya imprescindible del cine español, qué les voy a decir.
Victor Olid
miércoles, 2 de diciembre de 2020
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