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sábado, 4 de diciembre de 2021

GOMIA, TERROR EN EL MAR EGEO

Tenemos el póster. Tenemos los fotocromos. Solo nos falta la reseña oficial. Lo cierto es que la hubo, y tras pasarse un tiempo publicada en este blog, terminó reciclada hace ahora diez años en las páginas de nuestro particular "pest-seller" "Malas pero divertidas". Y les diré algo, me arrepiento tanto de lo que escribí entonces, como de haberla incluido en dicha obra. Ya cuando procedí sabía que seguramente me equivocaba, y ahora lo confirmo. "Gomia..." será muchas cosas, pero NO es una película "mala pero divertida", como tampoco es, después de todo, una película mala. De ahí que, motivado por una reciente revisión (a su vez motivada por un ataque de remordimientos), decidí resarcirme y "arreglar el entuerto" con el texto que sigue...
¿Por dónde empiezo? Es verdad que "Gomia, terror en el mar Egeo" (fabuloso título español -¿qué es un "Gomia"?- del no menos fabuloso "Antropophagus") resulta algo costrosa, zetosa e imperfecta. Sí. Dentro de los esquemas del horror italiano ochentero de línea gruesa, se sitúa a un nivel un poco más modesto -en lo que a medios se refiere. Está rodada en 16 mm- de lo que hacía, por ejemplo, Lucio Fulci. Pero, a su vez, y no se sabe muy bien por qué, goza de una serie de atributos indiscutibles que la salvan de la absoluta quema y le otorgan un puesto de honor entre las suyas. El legendario "mercader de la sordidez" que la dirigió, Aristide Massaccesi / Joe D´Amato, siempre dijo estar muy satisfecho del resultado. Y no es para menos. Seguramente nos encontremos ante su mejor película. Es lenta, puede que un poco aburrida, de acuerdo, ¿pero qué peli de Massaccesi -director- no lo es? ¿y qué producto italiano horrorífico de la década no lo es -los hay, pero se cuentan con los dedos de la mano de un manco-? Esta, al menos, tiene cosas que molan.
Cosas como el gore. En la época nos pareció más excesivo y en mayores cantidades, pero lo cierto es que, salvo ya saben qué escena, no hay pa tanto. La atmósfera. Muy lograda, especialmente para ser la clase de film que es, donde caben tanto la tormenta nocturna como otra que comentaré dentro de unas líneas. Y, joder, la trama. El argumento mismo tiene mucho gracejo. Es una locura maravillosa: Un tipo naufraga con su mujer e hijo. Este último muere y papá decide comérselo. Mamá se opone y por accidente acaba acuchillada. Así que papá se vuelve loco -¿entendemos que papá se papea a los dos?- y cuando llega a la costa, no piensa más que en seguir deglutiendo. Incluidos los protas, que tendrán que defenderse. Lo gracioso es que el guion lo firma el mismo señor que hace de monstruo, el gran gran George Eastman, alias de Luigi Montefiori (también se encargó de teclear -entre otras- el libreto de la estupenda "Aquarius", lo que confirma que era bueno en ese campo). Aunque, qué duda cabe, "Gomia, terror en el mar Egeo" se erige sobre TRES momentos. Dos escenas gore, con el caníbal devorando un feto extraído a lo bruto y sus propias tripas como acto final previo a la muerte, y una totalmente inquietante, el paseo por las siniestras catacumbas, acompañado de una música tan extraña como efectiva, algo que se extiende al resto de la banda sonora.
Massaccesi y Montefiori volvieron a unir fuerzas poco después en una especie de secuela, "Terror sin límite" o "Absurd", pero no lograron repetir la jugada. Vamos, que se reduce a una o dos escenas gore chulas rodeadas de tremebundo aburrimiento. Tampoco podemos olvidarnos del infame remake vídeo mediante que parió ese Covid-19 que fue para el cine -y digo "fue" con alivio- llamado Andreas Schnaas. La cosa se tituló "Anthropophagous 2000" y, por comparación, el "Gomia" original parece la mayor obra maestra de la historia del cine. Que, por mucho que me guste, desde luego no es.
E ignoren lo que escribió el gilipollas ese en "Malas pero divertidas".

sábado, 4 de noviembre de 2023

KILLING BIRDS (LOS PÁJAROS ASESINOS)

Ya cuando el "fetuccini horror" ochentero entraba en serio declive -es decir, 1988- van Flora Films y Filmirage (la factoría comandada por Aristide Massaccesi), dos titanes del exploitation con sabor a pasta -de la que se ingiere- y se rejuntan para parir a pachas "Killing Birds", estrenada en vídeo en las Españas con, básicamente, el mismo título y una frase promocional graciosamente engañosa, tal y como se estilaba entonces, "Vuelven los pájaros asesinos"... ¿vuelven, de dónde? Obviamente la distribuidora lanzaba ahí una referencia a ya saben qué clásico, por aquello de ver si alguien picaba. Curiosamente, en otros países se estrenó absurdamente como la quinta parte de la seudo-saga "Zombi", compuesta por dos primeras dosis genuinas (cortesía de Fulci + algún desaprensivo), seguida de una cuarta de mentirijillas según el inútil de Claudio Fragasso y coronada por hasta cuatro films, totalmente ajenos, que algunos yankis sin escrúpulos decidieron retitular. Concretamente, "Zombi VIII" la firma
 Dustin Ferguson... eso lo aclara todo. Sí, en "Killing Birds" hay zombies... aunque su origen es más sobrenatural que, hummm, accidental. Lo cierto es que la trama es un poco caótica y, si la pillas, es por los pelos.
Cual asesino de Rosemary, un militar llega al hogar, tras ejercer heróicamente en el campo de batalla, y se encuentra a su mujer fornicando con otro. Saca el cuchillo y los degüella. Justo después, se topa con una familia al completo, pues también me los cargo, aunque no al bebé. Ese me lo quedo. Y, de pronto, uno de los pajarracos de caza propiedad del militar sale de su jaula, le ataca y le saca un ojo. ¡Ea! El animal estaría ofendido ante semejante escabechina, no sé.
Pasan unos años y un grupo de estudiantes universitarios acuden a la zona del crimen en busca de un plumífero la mar de raro. Allí habita un sospechoso ornitólogo ciego. Y justo al lado está la casa donde ocurrió el crimen. ¿Qué hacen los chavales? Pues meterse en ella, provocando que los fantasmas torturados de las víctimas despierten, dispuestos a matarlos a todos. Así, por las buenas.
Claudio Lattanzi, que hasta entonces había currado como machaca o asistente en cosas bien conocidas como "Aquarius", "Ghost House" o "El engendro del diablo", se desvirgaba aquí en los roles de director y co-guionista. No debió hacerlo muy bien, porque el mismo Sr. Massaccesi terminó a los mandos del film (cosa que Lattanzi desmiente, por supuesto). En este caso, ambos mutaron en un solo seudónimo ridículo, el de Claude Milliken. El debutante no volvería a dirigir nada con cara y ojos hasta 2018 y, curiosamente, fue un documental que me encantaría ver, "Aquarius Visionarius, Il cinema di Michele Soavi". No deja de ser gracioso que, en su día, Soavi dedicara algo parecido a Argento ("Dario Argento's World of Horror", donde Lattanzi ejerció de asistente) y fuese Massaccesi quien le diera su primera oportunidad de dirigir, por lo que, podríamos decir, se siguió la tradición (ahora le tocaría a un aspirante centrar su docu en Claudio Lattanzi, pero dudo que ocurra mientras lo último que facturara 
aquel -hace tres años- sea una cosa con muy mala pinta titulada "Crucified" o "Everybody´s End", según donde).
En el reparto de "Killing Birds" destacan el cuadriculado rostro de un acabadísimo Robert Vaughn, caracterizado con un maquillaje horrible, y la pizpireta Lara Wendel, aquella que se despelotó siendo una pre-púber en "Maladolescenza" y luego se prestaría a salir en cosas como "Tenebre", "Morirás a medianoche" o la mentada "Ghost House". A Leslie Cumming también podemos verla en otro subproducto de parecido calibre, "Witchcraft / Encuentro con la maldad" (o la cuarta parte de la saga "La Casa")
En cuanto a la película en sí misma, pues hombre, ya saben, no esperen nada. Ni siquiera "pájaros asesinos", porque no los hay. Como mucho, uno extrayendo un ojo -lo que no da para un buen título-
Una vez superado el aparentemente "diferente" arranque del film, luego la cosa se torna ultra-rutinaria, con los chavales siendo cazados por zombies a base de largos paseos y escenas de suspense sin suspense. Los efectos especiales son de lo más mediocres. Y el gore menos gráfico de lo habitual. Todo concluye de forma precipitada y altamente tontaina. Mala sí, pero con el filtro de la nostalgia, y poniéndole cierto cariño, se puede ver... sin dejar de visitar sus redes sociales o páginas web favoritas en el intervalo.
¡Ah! me dice la secre que la casa donde se comete el crimen también salía en "El más allá" de Fulci. ¿Pues bien, no?

miércoles, 6 de noviembre de 2013

AQUARIUS

Durante mucho tiempo consideré "Aquarius" como "la última película buena del cine de terror moderno italiano". Revisada recientemente, cambio el slogan a: "La -casi- única película buena del cine de terror moderno italiano".
Seamos prácticos, visto hoy, el trabajo de gente como Lucio Fulci, Sergio Martino, Umberto -papanatas- Lenzi o, especialmente, Lamberto Bava, resulta bastante aburrido. O, mejor, totalmente mortecino. Sin embargo, "Aquarius" no solo mantiene el tipo, además logra algo casi imposible de encontrar en un producto ítaloparlante adscrito al género de mis amores: No aburre. Y no solo no aburre, ¡entretiene!. Eso sí que es un milagro. Dentro de tal elitista tendencia también cabe el amigo Dario Argento, especialmente en sus mejores tiempos. Y no es puta casualidad, pues los lazos entre el padre de "Inferno" y Michele Soavi, director debutante en "Aquarius", eran bien fuertes. De hecho, la gracia de esta película es que se erige casi como testamento de la era dorada del terror italiano post-Mario Bava por así decirlo, el de los 70 y, muy especialmente, los 80. Y lo firma el pupilo más aventajado posible, el amigo Soavi, en cuyo curriculum previo encontramos el famoso documental que dedicó a su maestro Argento con "Il mondo dell'orrore di Dario Argento" para quien, antes de currar como director, lo hizo como asistente y actor (en "Tenebre", "Phenomena" y "Ópera"). Pero Argento no fue el único, también dio lo suyo para Lamberto Bava en idénticas funciones ("Cuchillos en la oscuridad", "Demons", el remake de "La máscara el demonio" y "Blastfighter, la furia de la venganza", en la primera hacía de -si la memoria no me falla- asesino travesti y en la segunda era el tipo de la media-máscara que reparte propaganda del estreno del film diabólico en el metro). Su vinculación al horror italiano no se queda ahí, ya que Soavi ha ejercido exclusivamente de intérprete en films tan característicos como "Alien 2", "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes" (la de Fulci, para quien también colaboró en "El destripador de Nueva York"), "El día del cobra" (de Enzo G. Castellari), "Los invasores del abismo" (de Ruggero Deodato) o "Il gatto nero" (de Luigi Cozzi -amigo de Víctor-). Y aunque curiosamente su nombre siempre va asociado al de Argento, en realidad otro para quien curró a destajo en sus inicios fue el no menos legendario Aristide Massaccesi, más conocido como Joe D´Amato. Michele fue actor, co-guionista no acreditado y asistente en títulos tan variados y demenciales como "Bronx lucha final", "2020 Los rangers de Texas", "Terror sin límite", "Calígula 2" o "Ator el poderoso". Tal vez por ello fue Massaccesi, y no Argento, el primero en producirle un largometraje comercial, es decir, este mismo "Aquarius" que Aristide apadrinó desde su flamante "Filmirage" y que, como guinda del pastel, cuenta con un guión original de Luigi Montefiori, más conocido como George Eastman, el caníbal de "Gomia, terror en el mar Egeo" (dirigida por D´Amato, of course), que pal caso se esconde tras el alias de Lew Cooper. Ahí es nada. Visto lo visto, está claro que solo Michele Soavi podía cerrar el círculo aplicando lo aprendido y, encima, tan bien (y americanizando su nombre a Michael, como debe ser).
Un puñado de actores hambrientos, y su director, ensayan desesperadamente un espectáculo teatral de danza moderna sobre un anónimo asesino. Todo pinta que va a ser un desastre. Esa noche, la prota de la función, aquejada de dolores en el tobillo, hace caso omiso al jefe y se marcha al hospital más cercano para que le venden la pupa. Su presencia motivará la huida de un peligrosísimo psicópata que se le cuela en el coche, se carga a la chica de guardarropía del teatro y desaparece. Llega la policía, registra el lugar, no encuentra nada y se marcha dejando únicamente dos agentes que de poco servirán (uno de ellos encarnado por el propio Soavi). El director decide aprovechar el suceso y convierte su obra en un inesperado biopic del psycho-killer visitante... así que, pa meterse caña con los ensayos, se encierra a si mismo y a los actores en el teatro, escondiendo la llave. Poco saben todos ellos que el homenajeado también ronda por allí, dispuesto a cargárselos y, para más inri, la primera persona a la que asesina es la única que sabe dónde está escondida la llave de la puerta principal. La noche que les espera será de órdago.
"Aquarius" fui a verla el día de su estreno, al cine. Lo recuerdo muy bien porque los Viernes por la tarde solía reunirme con los idiotas de mis ex compañeros de EGB para acudir a las películas. En aquella ocasión, elegí yo. Naturalmente entonces ya sabía mucho sobre la peli de marras gracias a mis queridas revistas francesas, aunque la reconocía más por el título que allí recibió, "Bloody Bird". Al entrar, un sensacionalista cartel que el mismo cine se había sacado de la manga, nos advertía que lo que íbamos a ver era muy fuerte porque resultaba "totalmente verosímil". Menuda chorrada!!. De hecho, y aunque lo pasamos muy bien durante el visionado, al terminar uno de mis "amigos" criticaba el desenlace del film aludiendo, justamente, a su falta de verosimilitud. En fin, jóvenes presuntuosos. A mi todo aquello me daba igual, me la sudaba, había disfrutado como un enanito y salí bien saciado, ya que por entonces lo que buscaba con desesperación en un film de horror era la más generosa y gráfica truculencia y, en ese sentido, "Aquarius" iba la mar de bien servida. ¡Qué tiempos aquellos en los que el cine de terror incluía gore valiente y gráfico, pero en sus justas dosis, sin caer en el exceso por el exceso, ni el humor, ni la estilización en busca de la aprobación de las élites políticamente correctas!, preocupándose más por ser "una de miedo con gore" que "una gore con miedo" o, peor, "una gore con gore" o, ya de pesadilla, "una gore con risas".
El caso es que, menos experimentado en estas lides, consideraba "Aquarius" una muestra moderna de "giallo". Bien cierto es que guarda algunas características propias de esa clase de cine, pero en realidad la obra de Michele Soavi encaja mucho mejor en la etiqueta de "slasher". ¿Una mezcla de lo mejor de ambos bandos?, pues sí, me parece bien. Por parte "slasher" tenemos a un asesino mudo e imparable ataviado con un uniforme negro y una máscara de lo más chanante. Esa cabeza de búho gigante es ya legendaria. Tenemos el grupo de jóvenes servidos para ser asesinados con las más variadas armas y los crímenes más impactantes y sangrientos, que incluyen cosas tan clásicas como hachas o una surrealista pero efectivísima sierra mecánica. Y tenemos el climax en el que la "final girl" y el malo se enfrentan cara a cara, así como la aparente invulnerabilidad del segundo. En el terreno del "giallo" encaja el mini-puzzle que resolver del final, el asesinato enfocado como todo un arte (los cadáveres de las víctimas reunidos es algo muy "slasher", pero no lo de presentarlos de forma tan artística) y, en general, la concepción elegante, bonita y estilizada que Soavi tiene del terror, algo directamente heredado de su amigo y vecino Dario y que destaca especialmente con la hipnótica y pomposa banda sonora, así como con esas plumas flotantes o los números musicales de la obra que ensayan los protagonistas (el sumum de lo cual viene cuando la que conoce la ubicación de la llave es asesinada brutalmente delante de todos, convencidos de que el agresor es el actor disfrazado. Ese es uno de los momentos más "giallo", más Argento, de la fiesta, a base de soundtrack orquestal e iluminación azulada).
Hace unas líneas hablaba de los asesinatos truculentos y salvajes. Déjenme volver a ello. En la época se consideraba "Aquarius" como una película "fuerte" y seguramente en 1987 sí encajaba en la etiqueta. No estábamos tan acostumbrados a ver de modo claro y sin disimulos cómo una sierra mecánica abría el estómago a un tipo, y aquí es algo que está bien presente y, además, rodado de modo muy efectivo, muy tétrico, con una linterna como única fuente de luz, el asesino con la máscara salpicada de sangre y la víctima, gritando agónicamente, rodeados de oscuridad y asentados sobre un Argentiano suelo inundado de agua. Brillante. En posteriores entrevistas Soavi decía que no se consideraba muy amigo del gore (¡ni del terror de los ochenta!, al que acusa de poco imaginativo), pero que aceptaba que un film de terror iba ligado a la muerte y la sangre, y que en cierto modo esta última era lógicamente inevitable. También comentaba que el presupuesto con el que contaron para "Aquarius" era mínimo, y que lo efectos especiales se resolvieron del modo más rudimentario. Hay una chica -embarazada!- que es partida por la mitad y cuando se revela su medio-cuerpo, nos damos cuenta que se trata de un auténtico maniquí al que han pegado unas tripas. No digo que cante hasta el extremo de resultar risible y chapucero, para nada, pero sí es verdad que el momento pasa fugazmente ante nuestros ojos evitando resultar demasiado evidente. Lo mismo que la decapitación del director de la obra de teatro. Pero que nadie se confunda, porque esa pobreza queda totalmente compensada por la inmensa capacidad de Michele Soavi, que se muestra como un cineasta de lo más talentoso a la hora de dotar de ritmo a su película, de sacar buen partido del montaje y, en fin, de jugar con el suspense. "Aquarius" es impactante y sangrienta, sí, pero también emocionante. Digamos que podríamos partirla en cuatro cachos. Arranque, masacre (donde mueren el 90% de los personajes secundarios, sin descanso), enfrentamiento y desenlace. El enfrentamiento es el segmento más delicado porque, casi sin diálogos, y a base de sonido e imagen, el director se centra en el puro suspense, cuando el psycho-killer tiende una trampa a la "final girl" que debe agenciarse la llave de la puerta sin que su agresor se de cuenta, aunque lo tenga a medio metro. Muy logrado momento de puro cine, que eclosiona con el inevitable bis a bis de la  pareja, destacando el instante de él colgando del techo y deslizándose por un grueso cable hacia ella. De infarto.
Quizás uno de los puntos más flojillos de la película sean algunos de sus actores, ya sabemos que en la mayoría de las pelis de terror italianas suelen ser muy malos, ridículos. Aquí se salvan de la pura quema por los pelos, aunque queda sitio para algunas sobreactuaciones notables. Sin embargo, la mayor de todas ellas da el pego, porque se trata del director de la función teatral, un tipo ególatra, cruel y manipulador al que el rollo histriónico le va como anillo al dedo. De hecho, es uno de los personajes que más recuerdo dejan y para mi significó descubrir al actor que le da vida, David Brandon y sus notables orejones. Había protagonizado "Caligula 3" para el mismo Joe D´Amato (un evidente exploitation de la de Tinto Brass, donde ya coincidió con Soavi), y luego también saldría en el "Crímenes en portada" de Lamberto Bava. Pero su rol más extraño y atípico es el primero, haciendo de ángel "Ariel" para Derek Jarman en su epopeya arty-punk "Jubilee" (connotaciones de una carrera paralela en el teatro y otras artes más elevadas y respetadas).
Barbara Cupisti es la guapa "final girl" de rigor que has visto también en películas de algunos clásicos como Fulci ("El destripador de Nueva York", ¡su debut!), Argento ("Ópera"), o el fucking Lenzi ("La porte dell´inferno"), así como en "El engendro del diablo" y "Mi novia es un zombie" del mismo Soavi (a lo tonto él y la moza llevaban años coincidiendo en la pantalla, así que será verdad eso de que son o fueron pareja, apunte este que no he podido corroborar).
Sin embargo, el rostro más mítico de todo el film es el de un -habitualmente- sobreactuado Giovanni Lombardo Radice (alias John Morgen) haciendo de supergay. La fama a nivel fandom le llegó cuando Fulci decidió taladrarle la cabeza en "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes" y Lenzi castrarlo para "Caníbal Feroz". Lo vi in person en su visita a un festival patrio, pero -paradójicamente- era más soso que una cocacola con solo cinco cucharadas de azúcar.
Terminamos este repasito con la fea Mary Sellers (sin vínculos con el inspector Clouseau) y que también mostraba su poca atractiva faz en el temible remake de "La máscara del demonio", cortesía de Bava hijo de... Mario, "Contamination .7" (de D´Amato) y "Ghost House", de -oootra vez- Umberto Lenzi currando para "Filmirage". Curiosamente esta costrosa peliculita que consumí en un cine porno justo cuando probaba suerte proyectando otra clase de productos menos grumosos (¡¡vamos, ni el puto "deuce" y sus cutre-cines!!), reciclaba el soundtrack completo de "Aquarius" que -como ya he señalado- está muy bien y tiene un peso importante en la película. Uno de sus tres responsables, probablemente el más reconocible, es Simon Boswell, inevitablemente ligado al universo de Dario Argento y que también ha puesto su talento al servicio de una ralea de films sin desperdicio: "Phenomena", "Demons 2", "Crímenes en portada", "Karate Kimura" (!), "Santa Sangre" (estupenda su partitura para este clásico de Alejandro Jodorowsky producido por el hermano de Dario), "Hardware, programado para matar" y "Dust Devil" (Richard Stanley siempre se ha declarado admirador del dire de "Suspiria"), "El señor de las ilusiones" (de Clive Barker) y, muy recientemente, "The Theatre Bizarre" (obviamente en el capítulo firmado por Stanley) y la horrenda e incomprensiblemente reputada "The ABCs of death".
¿Y qué le pasó a Michele Soavi después?, pues que Terry Gilliam vio "Aquarius" y le gustó tanto, que decidió ficharlo como director de segunda unidad en "Las aventuras del barón Munchausen". Contaba también Gilliam que el amigo dio bastantes problemas durante el rodaje a la hora de agenciarse más dinero del acordado por obra y gracia de cierto "grupo de presión" de poca recomendable casta. Con todo, Soavi declaraba en "L´Ecran Fantastique" que había decidido subirse al carro para vivir la experiencia y aprender. Movidas raras pero, al parecer, no tan graves porque años después Gilliam y el italiano volverían a encontrarse, repitiendo roles, en la espantoide "El secreto de los hermanos Grimm"... así que, nunca se sabe.
Luego llegaron "El engendro del diablo" y "La secta" (esta vez, sí, producidas por su querido Dario Argento, que metió bastante la mano en ambas) y la peli que le consagró, la bonita, curiosa, chorra y rara "Dellamorte Dellamore", subnormalmente titulada en España "Mi novia es un zombie" de la que Martin Scorsese posee una copia en su colección privada. Cuando parecía que Soavi iba a alcanzar la cima (le llegaban ya propuestas desde Hollywood, como dirigir la vomitosa "Abierto hasta el amanecer"), movidas de corte personal/familiar le retiraron del cine durante cinco largos años, truncando su prometedora carrera. Retomó la silla del director para la televisión italiana, donde dirigió algunos telefilms policíacos que ni he visto, ni me apetece ver. Hace poco leí que el muchacho tenía intención de regresar a la big screen y con una de terrores, pero habrá que ver qué pasa, porque los tiempos han cambiado mucho y tal vez su creatividad haya caducado. O no, veremos. De momento y hasta entonces, podremos gozar ad infinitum de este "Aquarius", clásico del terror moderno mundial que, como dicen los yankees, es "highly recomended". Sin duda alguna.

miércoles, 6 de junio de 2018

LOS (DOS) FOTOCROMOS DE "DEMENCIA"

"Demencia" está considerada la mejor película del italiano Aristide Massaccesi, que para la ocasión firmaba con su pseudónimo más popular, Joe D´Amato. Se trata de una historia sórdida y enfermiza protagonizada por un chaval que se flipa con la necrofilia. Han pasado ya muchos años desde que la vi, pero recuerdo que me pareció increíblemente chapas y que la truculencia era generosa, desagradable y realista, cosa esta que dió leves dolores de cabestro al amigo Aristide. Recibió acusaciones de haber usado cadáveres reales para las escenas de autopsias, y él siempre alegó que era piel de cerdo previamente afeitada.
Únicamente dispongo de dos fotocromos que son los que les dejo aquí para mayor alegría de sus enfermos ojos.




miércoles, 19 de marzo de 2008

BRONX, LUCHA FINAL

A día de hoy es casi un objeto fetiche, esas caratulas regordetas, en las que una ilustración fabulosa (generalmente firmada E.Sciotti) es rodeada por un marco rojo. Y encima de todo esto, un logotipo bien visible, "JF Video Films", es decir, José Frade, a quien debemos toda la deliciosa amalgama de producciones de segunda -y tercera- fila procedentes del país de la pasta (la que se come, digo) y que tuvieron el detalle de inundar los estantes de los video-clubs por allí los ochenta. Para la mayoría de los que hoy las veneran, son solo piezas de museo. Pero los de mi quinta lo vivimos en directo, cuando este tipo de cine era lo habitual que alquilar un fin de semana (a cien pesetas, si había suerte). Fulci, Lenzi, Castellari, Martino... innumerables son los artesanos del cine chungo que tuvieron el honor de pasar por las arcas del Sr.Frade. En este grupo también entra el inmortal Aristide Massaccesi, que para cada peli nos sorprendía con un nuevo seudónimo.
En este caso se trata de Steven Benson y, como era de ley en la época, lo que aquí tenemos es el necesario exploit del cine post-apocalíptico que puso de moda "Mad Max 2" (y "1997: Rescate en Nueva York") y volvió a relanzar Enzo G. Castellari con su saga del Bronx. Massaccesi, siempre al final de la cola, observando, decidió copiar al original y a la copia del original, pariendo esta peliculilla que incluso, desde mi modesto punto de vista, supera a las andanzas de Mark Gregory. Cierto es que muchas de estas películas, sin importar el género al que se suman, con los años han envejecido fatal, y vistas ahora la mayoría resultan insoportables (por aburridas), pero "Bronx, lucha final" se mantiene bastante bien, no cansa en exceso y acaba dejándote con una sonrisa de satisfacción.
Rodada con una evidente falta de medios (nada como una peli post-apocalíptica para aprovechar las ruinas de al lado de casa), por el relato pululan míticos nombres asociados a esta clase de productos como Al Cliver, George Eastman, Moira Chen (también conocida como Laura Gemser) o Gordon Mitchell, ex-actor de peplums reciclado en toda suerte de exploitations.
Como dato curioso, mencionar que el film arranca básicamente como lo haría años después "Perseguido" (que también copiaba algunos uniformes de "I Guerrieri dell'anno 2072", según Lucio Fulci), con un concurso televisivo en el que un tipo es, eso, perseguido por una serie de caza recompensas de lo más carismáticos. Claro que la novela en la que se basó "Perseguido" (según Stephen King bajo el alias de Richard Bachman) se publicó un año antes que "Bronx, lucha final". Entonces la pregunta es, ¿quién copió a quién?.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

LOS FOTOCROMOS DE "TITANES DE LA GUERRA"

Nadie sufrió tanto por tan poco. Ya lo creo, que me lo digan a mí, que me he dejado la paciencia escaneando unos fotocromos que doblaban el tamaño habitual. Pero me hacía ilusión publicarlos, básicamente por su naturaleza marciana... ¿los macro-fotocromos de una peli de guerra made in italy dirigida por el colega Joe D´Amato (alias de Aristide Massaccesi)?. Con una ilustración que ¿plagia? otra de Frank Frazetta. Merecía la pena.






domingo, 10 de mayo de 2015

LOS FOTOCROMOS DE "GOMIA, TERROR EN EL MAR EGEO"

De este absoluto clásico del trash dirigido por Joe D´Amato (Aristide Massaccesi a la hora del café), con el estupendoso título original de "Antropophagus", hemos hablado largo y tendido tanto en formato escrito como en formato audio. Por todo ello, no me enrollaré al respecto... aunque ni falta que hace, porque los fotocromos de marras son absolutamente DIVINOS, ¿a que sí?, y después de todo una imagen vale más que mil palabros.
Por si alguien se lo pregunta, el cartel del final no es ni el poster, ni el press-book, ni nada raro, iba dentro de la bolsita de los fotocromos -como siempre, en mi caso, cedidos por el George Eastman patrio, Alex Gardés- cual si fuera uno más, y me trae mogollón de recuerdazos, como cuando vi por primera vez esa maravillosa ilustración del grandioso E.Sciotti en los polvorientos estantes de un video-club de Hospitalet y casi me vuelvo loco de placeddddd.
¡Abracadabra!....












domingo, 27 de junio de 2010

OTRA NOCHE DE CINE RANCIO

Junte a seis energúmenos un Sábado noche, en un espacio bastante reducido, con el aire acondicionado estropeado y abráseles los ojos a base de las más chusqueras muestras de séptimo arte... ¿que obtendrá?... algo sin color ni forma, no sabría decirle con exactitud, pero por llamarlo de algun modo diremos que "Otra noche de cine rancio". En esta ocasión el cast lo formaban "Los Criticonos" al completo, Fiverjofre de los "Nekrofílmicos" (Spawn no estaba, por ESE motivo no he utilizado el término "noche de cine inconexo + número" para esta ocasión), Dani de "Cine the warrior" (que llegó tarde por motivos ajenos a su voluntariosa voluntad) y un servidor de ustedes, bocata de foiegras en ristre.
Comenzamos con mal pie, no hay duda. "Witchcraft" nos atrajo por dos motivos, los roles estelares de David Hasselhoff y Linda Blair y saber que en la producción se encontraba Aristide Massaccesi con su "Filmirage". Por lo demás puesss... un plomiiiizo e incomprensible cuento sobre una bruja reencarnada en busca de venganza o no se qué pollas. Por medio, poco gore, pocas tetas (aunque perfectamente comestibles), los pelos crepados de la Blair y los quejidos/ronquidos de Machete (criticono).
No hay descanso pal guerrero, por ese motivo, pasados solo cinco minutos, le dimos a "Al filo del infierno", recuperando a un viejo amigo de nuestras sesiones, Jon Mikl Thor, prota de "Zombie Nightmare". Con esta jugábamos sobre seguro. Yo la había visto hace muchos años en VHS, no recordaba casi nada, pero si lo suficiente como para saber que iba a ser una experiencia descojonciable. Goblin, de los criticoños, la tenía en su cofre de los tesoros ocultos y pringosos y Machete reconocía que tras los primeros 80 minutos, el esfuerzo sería compensado. "Al filo del infierno" es de mega-culto en USA, y no me sorprende. Unos heavys muy patéticos enfrentados a Belcebú, todo ello haciendo gala de un horterismo, un cutrismo y una desvergüenza sin parangón. En ocasiones incluso difícil de creer, sobre todo en lo que respecta a sus artesanos y costrosos efectos especiales. Con algo así es imposible perder... no por casualidad fue lo más gozado y divertido de la velada. Y es que con lo que seguía, no lo tenía muy difícil tampoco.
Como es ya toda una costumbre, tocaba peli chunga de ninjas para cerrar, y ninguna encajaba más en estos términos que "Ninja Hunter", de no se quién, con no se cuando, ni se por qué. Pues eso, chinos ridículos vestidos de ninja dando saltos y gritando, uno incluso portando un bigotillo hitleriano. Hostias, hostias y más hostias. Machete volvio a ponerse en "Off" y el resto a hablar del tiempo o de problemas gástricos cuando la cosa se ponía fea.
Y fin. Dani aseguró que sería capaz de soportar una cuarta (no valía, había llegado tarde y tenía la choza muy cerca), ante la idea propuesta "Los Criticonos" casi huyeron espantados. Pero que no se hagan ilusiones, que habrá y otra y, por supuesto, como siempre digo, PEOR.

sábado, 3 de febrero de 2024

VIRUS

Partamos de la base que ya en su época, cuando me pasaba el día nadando entre hemoglobina de procedencia ítalo parlante (mayormente cortesía de individuos tan poco recomendables como Lucio Fulci, Umberto Lenzi o Aristide Massaccesi), consideraba "Virus" una de las aportaciones más flojuchas al "género", por así llamarlo. Sobre todo porque, seguramente, estaba entre las primeras que vi y las expectativas pesaban. Fue tal el poco entusiasmo obtenido, que no había vuelto a hincarle el diente -nunca mejor expresado en este caso- desde aquel primer intento.
Unos veteranos del Vietnam regresan a la civilización portando un virus que les vuelve caníbales, tal cual. A pesar del cambio de aires, no podrán contener las ansias alimenticias y la liarán parda, siendo perseguidos por las autoridades, mientras a su paso van dejando un generoso reguero de cuerpos mordisqueados e infectando a otros con su hobby.
Conocida también como "Apocalypse domani", "Cannibals in the Streets" o "Cannibal Apocalypse", la película cuenta con un chorro de ingredientes para hacerla triunfar. A la dirección, todo un clásico en lo suyo, Antonio Margheriti (generalmente oculto tras el alias de Anthony M. Dawson). En el co-guion, otro que tal baila, Dardano Sacchetti. De los efectos de maquillaje se encarga un tercer grande, Giannetto De Rossi. Siendo co-producción entre Italia y España, José Frade viene a encabezar la movida. Y el reparto está a la altura: John Saxon, Giovanni Lombardo Radice o Ramiro Oliveros, entre otros ligados al llamado "eurotrash". Y sin embargo, a mi "Virus" me sigue sin acabar de funcionar. Le reconozco un arranque solvente. Algunas buenas ideas (esa vecinita adolescente que se pirra por los huesos de Saxon). Y, obvio, la generosa ración de violencia, en especial los destellos más truculentos -y populares- como el agujero en el estómago de Lombardo Radice o el "apretujón" de ojos. El gore es licuoso y detallado, pero menos que los excesos de Fulci, y es que al colega Margheriti, tal y como leí en una entrevista, no le molaba demasiado eso de mostrar higadillos. Lo hacía porque, siendo el solvente artesano que era, daba al mercado lo que pedía a gritos. Pero no gozaba en el proceso, y esas cosas se notan. Luego tenemos al mentado Lombardo Radice, cuya actuación roza los límites del exceso y el histrionismo. Esos caretos como de constreñido, me cargaban de chaval y lo han vuelto a hacer ahora.
Creo que mi verdadero problema con "Virus" es que, en esencia, NO es una película de terror. Es más de acción. Un thriller si lo prefieren, en el que, eventualmente, unos tipos se comen la carne de otros, pero abundan más los disparos que los sustos. Me aburrió un poco, sobre todo con la persecución final. Así que, no, el tiempo no me ha reconciliado con ella.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

BEST WORST MOVIE

Hay muchas cosas a las que tengo alergia en este puto mundo. Una de ellas son las modas, las detesto. No me entra en la cabeza que la gente sea tan retrasada, tenga tan poco espíritu y tanta poca personalidad como para subirse a un carro únicamente porque este anda lleno. Si a eso sumamos la posibilidad de que dicha moda pertenezca a temas que se suponen encajan más entre minorías totalmente ajenas al "mainstream", a la normalidad (y es el "mainstream" y la normalidad el que crea modas), pues ya me hierve la sangre. Me supera.
Eso por un lado, por otro tenemos la película "Troll 2". Producida por Aristide Massaccesi y dirigida por el incapaz Claudio Fragasso (bajo el alias de Drake Floyd), se supone secuela -únicamente por título- de aquella cosita mediocre pero simpática producida por Charles Band y dirigida por John Carl Buechler. Bien, digámoslo claramente, "Troll 2" es una mierda infumable... insoportable.... aburrida.... desde mi punto de vista no tiene NADA de divertida, ni tan siquiera de modo involuntario. Es sencillamente CACA (como todo lo que hace Fragasso, esencialmente). A pesar de ello, me hizo gracia (y de hecho lo comenté en este blog en su momento) descubrir que semejante ñorda estaba adquiriendo un culto parecido al de "The Rocky horror picture show" en los siempre excéntricos Estados Unidos. La gente se reunía para ver la peli en piña y reírse sanamente de ella. Club de fans, camisetas, rituales absurdos, devoción desmedida.... un fenómeno inexplicable que fue creciendo desbordantemente. Tanto que, inevitablemente, su eco llegó hasta nuestra tierra de subnormales.
Lo irritante de toda esta moda fue que, sí, de pronto todo el puto mundo era experto en "Troll 2". Modernos, retrasados y paletos (y festivales oportunistas) que querían ir de "cool" cuando se hablaba de cine "trash" solo tenían un título que echarse a la boca-za, "Troll 2". Acabé hasta las pelotas de que la gente me la pidiera en la "Maratón de Cotxeres" y me fustigaba con rabia y cólera. ¿Cómo pueden ser todos TAN idiotas?.
Pero si por un lado las modas me dan nauseas, por otro lado tienen algo bueno: que se acaban. Y cuando se acaban, lo hacen sonoramente. Se van por el desagüe y se llevan toda la mierda con ellas. Eso es maravilloso, porque entonces te reafirmas en tus impresiones y ves quienes estaban ahí por genuino interés y quienes por simple capricho, porque estos últimos desaparecen antes que nadie. Hoy muy pocos se acuerdan del puto "Troll 2", y ya no me la piden. Esa es la prueba de que la peli de Fragasso era... chiste fácil, un fracaso... incluso en su condición de "mala pero divertida". Las de verdad superan el paso del tiempo... "Troll 2" no ha pasado esa prueba, ha sido solo una cosita pasajera que, como todas las cositas pasajeras, ha hecho mucho ruido, y muy rápido, para luego esfumarse. Y la verdadera culpa de todo ello la tuvo un documental, uno que retrataba todo el puñetero fenómeno, "Best Worst Movie". Que, a pesar de mis odios y cabreos,  me moría por ver... y aunque he tardado, por fin pude hacerlo ayer noche.
Lo más divertido de "Best Worst Movie" es QUIÉN está detrás de ella, Michael Stephenson, el protagonista infantil de la peli original que, más crecido, decide investigar el putiferio y, en el camino, reencontrarse con viejos amigos y echarse unas buenas risas. Y lo hace bastante bien y con bastante gracia. Su aliado es George Hardy, verdadero protagonista del documental -y de la peli de Fragasso-, un dentista super-simpático y afable que cae bien a toda su comunidad y del que nunca sospecharías que fue protagonista de una serie Z . El arranque, centrado en él, es simplemente hilarante, cuando, tras repasar su modo de vida, totalmente idílico y perfecto, de postal americana, entra en juego su "pecado de juventud", su incursión en una dimensión tan absurda, extraña, bizarra y ajena a su rutina diaria... incursión a la que el dentista/actor se presta encantadísimo, disfrutándola a tope y haciendo gala de un estupendo sentido del humor. A partir de ahí, "Best Worst Movie" se centra en el fenómeno, a fondo, las exitosas proyecciones con las entradas agotadas, la exageradísima reacción de los fans (mucho retarded) que incluyen camisetas, disfraces, hasta tatuajes. Todo es éxito, buen rollo, diversión, interés del media.... una bola de nieve que va haciéndose grande y más grande... y cuanto más grande se hace, más veces te preguntas, "¿Y qué pensará Claudio Fragasso de todo esto?". Michael Stephenson, muy inteligentemente, reserva su entrada en el documental hasta pasado un buen cacho. Una vez has entendido y visto a fondo cómo funciona el asunto. Justo cuando todo se comenzaba a volver demasiado repetitivo.
Y, qué duda cabe, esta resulta ser la parte más interesante, divertida y triste del documental. Al menos para mí. Fragasso, asentado en su ciudad natal, ve todo el pitote desde la lejanía, y le encanta. Nos dice, muy convencido, que "Troll 2" es una peli seria que habla de temas serios e importantes, como la familia, la comunidad, la alimentación (??), etc. La guionista, su mujer, cuenta que concebió la historia como puya a sus amigos vegetarianos (?). Pero la perla se la lleva el montador, quien tiene la jeta de afirmar que "Troll 2" fue pionera de la "moda Harry Potter". Algo escandaloso no ya porque "Troll 2" sea la pedazo de mierda que es, ni porque sea algo totalmente falso, sino porque, de ser así, en realidad ese mérito pertenecería a la primera parte, la de John Carl Buechler, que incluso cuenta en papel protagónico con un personaje llamado, justamente, Harry Potter Jr. (en realidad son dos, porque también hay un Harry Potter Senior). Pero bueno, ya sabemos cómo es esta peña del cine zetoso, en cuanto pueden, se meten medallas que no les pertocan (como cuando Juan Piquer presumía del éxito de "Mil gritos tiene la noche" en los USA sin reconocer que los mismos distribuidores la vendían como "tan mala que te partes de risa" y el público asi reaccionaba). A diferencia de Fragasso y los suyos, tú sabes que el supuesto y tardío éxito de su película es, según se mire, negativo.... la gente no flipa con sus virtudes, lo hace con sus muchos defectos. Se ríe de ella. Y te preguntas ¿qué pasará cuando Fragasso vaya a los USA y presencie todo eso?... y te mueres de ganas de verlo. Y ocurre.
Es algo que se desarrolla en crescendo, con auténtico suspense. Fragasso alucina cuando ve el cine repleto hasta la bandera. Pregunta uno por uno a los espectadores su opinión de la peli. Le extraña y sorprende su reacción exageradamente absurda, pero le hace feliz. Ese momento es único, genial, pura tensión, porque tu sabes que la peña se toma a chota "Troll 2", pero su director no, cree que su peli ha sido descubierta tarde aunque merecidamente. Y, en fin, después de la proyección el hombre se siente confuso. "La  gente se reía en las partes divertidas... pero también en las partes serias". No lo comprende. Es desconcertante. Poco a poco, comienza a ver la luz. Sí, Claudio, el público se ríe de tu película. Y con justicia. Y claro, a él, como italiano que es, orgulloso y melodramático ("No soporto a los italianos" llega a decir uno de los actores), se niega a aceptarlo y, en fin, que no se lo toma demasiado bien. Aquí entra en juego un tema muy interesante con respecto al valor real de una peli "trash", su honestidad. Fragasso puede ser muchas cosas malas, pero nadie discute que encaja en su rol de autor de cine "chusquero" cuando se toma tan en serio su peli, ahora que está terminada y mientras la hacía. Como se dice en el documental, el verdadero y genuino cine "trash" es aquel parido con cero cinismo y que se cree su propia mentira, nada de las moderneces y post-moderneces falseadas que tanto abundan hoy y ciegan a tanto integrante del "fandom" que no se entera y prefiere un producto "trash" prefabricado a la auténtica basura, porque el primero, dentro de lo malo, está concebido para entretener y divertir (y suele hacer gala de humor... ¡¡hola Troma!!), mientras el segundo es el genuino tocho. Ya digo yo, un país de subnormales.
De mientras, el documental sigue su labor de investigación. Más actores que reaparecen, de entre los que destacan los enanos que hacían de trolls/duendes, uno por entonces salido directamente del manicomio (y que no parece demasiado curado) y la mujer que interpretaba a la madre de la familia en "Troll 2". Este caso es especialmente deprimente ya que, como resulta evidente, la pobre no anda muy bien de la cabeza. Obligada a cuidar de su muy anciana madre, se atreve a decir, sin cinismo que valga, que "Troll 2" es maravillosa por sus formas, tan alejadas del pirotécnico cine moderno y tan cercanas al clásico. De hecho, mete en una misma cesta a "Casablanca" y la peli de Fragasso. Y se queda tan ancha. Y tan chalada. 
Michael Stephenson reúne al cast original y a su director y se los lleva a la misma casa donde se rodó la peli, y se recrean pasajes de la misma, y vemos lo jodidamente mal director que es Claudio. A lo que hay que añadir la barrera idiomática, que influyó mucho en el desastre resultante. Sin embargo, a la vez que presenciamos todo eso, también vemos cómo la burbuja se va deshaciendo. Stephenson, Hardy y su troupe se han tomado demasiado a pecho el éxito de "Troll 2" y acuden a convenciones, donde fracasan estrepitosamente (por otro lado, estas quedan retratadas como algo triste y deprimente, patético incluso... ¿es así o es que se sentían frustrados?) y las siguientes fiestas y proyecciones ya no son tan multitudinarias, ni festivas. Hay menos gente, y su reacción es mucho menos apasionada. Sin embargo, aún nos queda tiempo para ver a Claudio Fragasso, ya totalmente consciente de lo que hay (y sin la compañía de su mujer que, imagino, no querría ser más parte del sarao), acudir a una de esas proyecciones y, desde la platea (¿por qué no está él en el escenario con los actores?), defender su película, acusar a su reparto de no entender nada y demostrar desprecio y desinterés por todo el fenómeno. De hecho, no se corta  en llamar "perros" a los intérpretes de "Troll 2".
Y poco a poco, todo va volviendo a la normalidad, a la realidad. George Hardy regresa a su consulta, y nos cuenta lo muy feliz que es de llevar esa vida tan perfecta y harmoniosa. Aunque confiesa que le encantaría hacer "Troll 3"... sin saber (él y casi todo el mundo que aparece en el documental) que ya existe, solo que se llama "Crawlers" y es incluso PEOR que la segunda. El que sí lo sabe es Claudio Fragasso, que a pesar de desaprobar todo el lío, se sube al carro para facturar un "Troll 2: part 2" (más claro el agua, la segunda parte de la segunda parte... no la tercera) y es que, ya sabemos cómo son estos directores de serie Z, al final lo que tira es "la pela", aunque sea a cambio de desprecios, choteos y humillaciones (dicho proyecto nunca vio la luz... ¿alguien lo echa de menos?).
Finalmente, más que retratar un fenómeno atípico, por así llamarlo, lo que hace "Best Worst Movie" es radiografiar el auge y caída de una moda. De cómo esta crece hasta alcanzar el cielo y cómo, seguidamente, se deshincha por completo. Sin dejar rastro. Motivo por el cual se demuestra por enésima vez que "Troll 2" no merece entrar  en el panteón de películas como "Fenómenos sangrientos", "Noche en el tren del terror" o "Agresión en la casa del terror".... solo fue un pedo que hizo más ruido de lo normal y el aire se llevó su hedor. FIN. Lo que no impide a "Best Worst Movie" de ser un documental hecho con mucho gracejo, con momentos de auténtica risa, otros genuinamente tristes, un poco de tensión y bastante entretenimiento. Recomendado.

sábado, 13 de agosto de 2022

CALÍGULA

Por lo que a mi respecta, "Calígula" representa el epítome de la libertad y osadía del cine típicamente setentero. Solo en ese periodo tan fascinante podría haberse concebido semejante locura. Una película histórica sobre los desmanes de un emperador romano, producida por una revista para pajilleros ("Penthouse"), con un pastizal invertido en su creación (incluidos decorados enormes y barrocos), actores de categoría y un contenido hasta las trancas de sexo explícito, violencia y mucha mucha sordidez. Unas maneras ya no imposibles de ver una década previa, o
posterior (más enfocada al espectáculo despreocupado destinado a complacer al espectador), directamente impensable en los tiempos que corren. Solo por eso, merece considerarse... lo que no quiere decir, ni por el forramen, que estemos ante una obra de arte o algo así.
Obviamente, por todo ello, las historias en torno a la confección de "Calígula" son cientos. Podría pasarme horas desgranándolas aquí, pero no tengo ganas. Busquen en Imdb o cualquier fuente afín y podrán empaparse. Baste resumirlo en que, una vez terminada, algunos de sus actores, su director original (Tinto Brass), el autor del supuesto texto adaptado (el mega-reputado Gore Vidal), los críticos (Roger Ebert se piró del cine a media peli, cabreadísimo, ¡¡ja!!) e incluso parte del público (iba para exitazo, pero fue retirada de las salas en medio del subidón. Todavía sigue prohibida en algún lugar) echaron incontables pestes de ella, renegaron de su mera existencia, soñaban con desvincularse y salían por la tele pidiendo que nadie fuese a verla. Un super-escándalo.
Narrativamente la cosa no tiene mucho truco. Asistimos al ascenso y caída de Calígula como emperador. Entre medias, unas pocas intrigas palaciegas, muchas judiadas por la espalda, algo de truculencia y sexo, sobre todo muuuucho sexo. Tetas, coños, culos y una incontable cantidad de pollas. Pero hasta hartar. "Calígula" es pura lascivia. Desde el primer al último fotograma. Y repito, no solo hablo de erotismo, hablo de explícita pornografía. Vemos mamadas y comidas de coño (incluidas de naturaleza gay), corridas, alguna penetración y hasta una meada. Sin medias tintas. Todo ello envuelto en un aire como a peli de mucha categoría, incluso artística (con una bonita banda sonora, destacando el tema romántico y el que abre el film, de procedencia clásica). Claro, la mezcla es tremenda e irresistible para aquellos que adoren la rareza, el fruto prohibido, la arqueología de tiempos que no volverán. Por lo demás, no les voy a engañar, es un tostón. Larga, lenta y aburrida. Únicamente nos mantiene despiertos el elemento "sleaze". La acumulación de barrabasadas e instantes shock (donde también asistimos a un parto totalmente real), a cada cual más cafre. Aquellos estrictamente pornográficos fueron rodados e insertados por el mecenas de "Penthouse" a espaldas del reparto. De ahí los lógicos mosqueos. Este viene compuesto por nombres tan sorprendentes como los de Peter O´Toole o John Gielgud. Malcom McDowell haciendo del personaje titular, e ideal, teniendo en cuenta su habitual tendencia a interpretar tíos raros y chungos (razón por la que, justo después, aceptó un rol tan opuesto en la estupenda "Los pasajeros del tiempo"). La hermosa Helen Mirren, aireando sus dos enormes tetazas. Y en el apartado curiosidades, John Steiner, al que luego veríamos en chorromil exploitations italianos.
Naturalmente, tanta mandanga sensacionalista solo podía atraer a las moscas igual que lo hace la caca. Y en este caso fueron un puñado de cineastas de baja estofa y mentalidad explotativa que comenzaron a producir sucedáneos semi-pajeros con el nombre de "Calígula" en el título o, en su defecto, ambientación romana de tirón sexy, valga como ejemplo "Calígula y Mesalina" o "Roma: Orgía imperial" del inevitable Bruno Mattei, "Una virgen para Calígula" del "especialista" Jaime J. Puig -suyas son las dos entregas de "Bacanales Romanas", de donde "Una virgen para Calígula" recicla parte del material-, o "Roma. L'antica chiave dei sensi" del especialista en cine pajero Lorenzo Onorati, usando el nombre de Lawrence Webber. Tal vez el más destacado sea Aristide Massaccesi, que bajo el alias de David Hills se sacó de la manga "Caligola: La storia mai raccontata", 
titulada en España por José Frade muy sabiamente como "Calígula 3: la historia jamás contada" (lo que nunca he sabido es donde anda "Calígula 2", posiblemente se refiera a "Calígula y Mesalina", que era la más descarada del pack -incluso en su cartel, donde podemos hablar de plagio puro-) Pal caso, al emperador loco lo interpreta David Brandon, el histriónico director de teatro orejudo en "Aquarius". Y, justamente, el responsable directo de aquella, el gran Michele Soavi, se marca un papelito y, además, fue "secretario de montaje" durante su confección. Casiná.
Hoy se dice, se comenta, que toda la mala prensa acarreada por Calígula -el emperador romano, no la película- podría ser mentira. Que caía gordo al senado y, tras su muerte, se dedicó a escribir las trolas más enfermizas y despiadadas con intención de pintarlo como un monstruo de cara a la historia. Hicieron un buen trabajo, la verdad. Nunca sabremos si estaba así de pillao, pero desde luego resulta mucho más divertido pensar que sí. Tal ha sido su peso que incluso inspiró la creación de uno de los villanos más míticos de los tebeos de "Juez Dredd" -de cuando eran buenos- un juez supremo rubio, medio psicópata y que otorga un puesto de responsabilidad a un pez, igual que, se supone, Calígula hizo con un caballo al que nombró cónsul y sacerdote. Aquel personaje respondía al ingenioso nombre de "Juez Cal". Tampoco podemos pasar por alto la simpática canción que los "Dickies" le dedicaron en 1989.
Mi anécdota personal en torno a "Calígula" se sitúa a finales de los ochenta, estudiando primero de BUP. Eventualmente organizábamos pases de películas interesantes para el alumnado. Al ser yo responsable de seleccionarlas, cayeron "Curso 1984" y, obvio, la reseñada. Les aseguro que aquel pase fue un éxito de asistencia. Vinieron hasta los profesores. Y nadie habló ni, casi casi, se marchó durante el visionado. Me senté en primera fila, orgulloso de mi victoria, y a ratos echaba la vista atrás para inspeccionar las caras de asombro del personal. En un momento dado, una chica exclamó "¿Pero quién es el pervertido que ha puesto esto?" Supongo que algún profesor sería abroncado porque nunca hubo más proyecciones. ¿Se imaginan repetir tal hazaña en 2022?

sábado, 13 de noviembre de 2021

DER TODESENGEL / ANGEL OF DEATH: FUCK OR DIE

Algunos recordamos lo dolorosa y profundamente que el llamado ultra-gore alemán nos dio por el ojete ahí en los noventa. No entendíamos cómo productos tan infames en su mayoría -especialmente los de Andreas Schnaas, el Covid-19 del cine- podían despertar semejantes pasiones y hasta alcanzar ventas considerables -para lo que eran, por supuesto-, aunque intuíamos sin demasiado esfuerzo que se trataba únicamente del gore. El gore por el gore, importando un pimiento todo lo demás. Una tendencia que fue febrilmente común entre el aborregado y hostiable fandom de aquellos tiempos. Entonces, como toda irritante moda, la tontería pasó. Se fue por el desagüe, y con ella la mayoría de los oportunistas de rigor. Sin embargo, para bien o para mal, dejó huella. Sobre todo en su tierra, y transcurridos unos años surgieron un puñadito -tampoco muchos- de tipejos dispuestos a mantener la llama bien viva. Aunque, en la mayoría de casos, el plumero era tan evidente en su condición exploiter como para mezclar todo aquel ultra-gore con el otro gore, el porno. De entre el mogollón destacó Andreas Bethmann. Y no lo digo por ese peinado estilo yunque tan impresionante que lucía, sino porque es el que hizo más ruido... con permiso del hijoputa de Marian Dora y sus jodidísimas películas. Pero esa es una historia un pelo distinta, cuyas pretensiones artísticas la apartan de lo que era común en el mundillo: hacer basura de género totalmente explotativa destinada al pajero medio.
Otra diferencia notoria con respecto a la obra de Dora, es que esta resultaba genuinamente perturbadora y traumática porque, nos guste o no, estaba muy bien facturada. Había algo de talento en sus horribles imágenes. Mientras que Bethmann y sus iguales eran unos... bueno, unos negados. Sus películas, todas grabadas en vídeo, por supuesto, denotan un amateurismo que quema los ojos. No tanto en lo técnico que, sin llegar a ser brillante, cumple con unos mínimos. Me refiero más bien al resto. El modo de narrar, los temibles diálogos, lo elemental de las tramas o los patéticos actores. Una de las cosas que más sorprenden de Andreas Bethmann y su "cine" es que todos los hombres que asoman en él, o casi todos, tienen una pinta de poligoneros machaca-cráneos que espanta. ¿Es así el fandom medio Alemán? Porque lo flipas. Y es que Andreas era un genuino fanático. No solo hacía sus películas y distribuía las de otros con su sello "X-Rated Kult Video", también publicaba dos revistas afines ("X-Rated" y "Art of Horror") y se declaraba incondicional de señores como Aristide Massaccesi, Jess Franco y el euro-trash al completo, tanto como para dedicarles sendos libros con títulos como "Jess Franco Chronicles" o "Porno Holocaust, die Filme des Joe D'Amato".
Para hacernos una idea visual de todo el pifostio, nada como echar un ojo a uno de sus "hits", este "Der Todesengel" de 1998, graciosamente titulado en inglés "Angel of Death: Fuck or Die" (es decir, "Ángel de la muerte: Folla o muere") y que, ya lo adelanto, tuvo secuela en el 2007. Se trata de un "rape and revenge" pasado por el pervertido filtro del porno-gore germano. Existe una versión mucho más extensa (de dos horas y pico) que la que he visto. Suponía que contendría material estrictamente pornográfico (ya que en la reseñada todo es muy "soft"), pero al parecer no es así. Tampoco he logrado descifrar cual es la diferencia exacta. Sin embargo, celebro haber topado con un "Der Todesengel" de 90 minutos, porque uno con mayor minutaje puede ser parecido a meter la punta del nabo en una licuadora.
En cualquier caso, la movida va de una modelo fotográfica que, de camino a una sesión, es asaltada por dos tipos repulsivos que se dedican a buscar chicas para explotar sexualmente, matar mucho y entonar interminables diálogos "tarantinianos" sin gracejo. Estos la violan y, por alguna razón inexplicable (la peli está repletita de ellas), la dejan viva. Las consecuencias de tan magra experiencia harán de nuestra protagonista una justiciera psicópata que no solo saldrá a la caza de sus agresores, también se cepillará a cualquier barón o hembra con intenciones carnales que se le cruce por el camino.
Andreas Bethmann (quien, by  the way, interpreta al fotógrafo de la policía) pretende ofendernos, dejarnos en shock a base de ultra-violencia hiper-gratuita, personajes amorales y sexo enfermizo, pero no lo consigue. Y no lo consigue porque todo en esta peli es risiblemente acartonado, mal ejecutado y está a años luz del realismo. Que la prota le corte la cabeza a un tipo y la use para frotarse el coño nos deja fríos, porque aunque aquella no está especialmente mal moldeada, se nota de pega. Que reciba sangrantes latigazos por parte una dominatrix, tampoco nos dice nada, porque son graciosamente contenidos. Y así con todo. Aunque yo creo que el culmen son los actores y, sobre todo, las actrices. Sin ir más lejos, la protagonista es de una nulidad que espanta, casi tanto como esas horribles tetas de goma. Mucho mejor es la segundona Katharina Herm, por talento, belleza y ubres. Lástima que haya hecho tan poca cosa. Y ya que estamos con el personal, mentar la presencia de Timo Rose, otro "pope" del ultra-gore post noventero en funciones de director y cuyo nombre, como pueden deducir, no solo entra de lleno en nuestra lista de nombres graciosos, también mola porque no puede ser más HONESTO respecto a la calidad de sus obras.
No obstante, y a pesar de mi aparente linchamiento tecleado, lo cierto es que Bethmann me cae en gracia. Supongo que es algo que no puedo evitar cuando me las veo con otro infeliz dispuesto a plasmar sus fantasías cámara de vídeo mediante (sobre todo si es extranjero). Y me encanta que sea tan jodidamente políticamente incorrecto. Adoro imaginar que las feministas le cogerían por los huevos y clavarían en un palo puntiagudo. De hecho, suya es la paternidad de una película cuya caratula me parece fascinante por lo ofensiva que resulta (no a mi, pero sí para determinados círculos). La dejo cerca y se hacen una idea. Obviamente he tenido que censurarla (ya saben, blogger y sus tonterías), pero si buscan bien por la red, pueden localizarla íntegra. Maravilloso.
Por desgracia, nada dura eternamente. Alcanzados mediados de los dosmildiez, el bueno de Andreas confesó estar ya un poco harto de tanta sordidez y suciedad, e intentó facturar una película que resultara algo más aceptable para el "media". Ni que fuese por técnica, estética o narrativa (la movida iba de casa encantada y el gore era escaso). Sin embargo, no salió del todo bien. Sus fieles la encontraron demasiado "light" y al resto le importó tres cojones. Así que, en 2014, regresó a "terreno conocido". Y, desde entonces, no se sabe nada del Bethmann "direktor", aunque sí ha producido algunos vídeos con entrevistas a peña de la farándula.

martes, 20 de diciembre de 2011

LA SECTA

"La Secta" y "El engendro del diablo" son las míticas colaboraciones perpetradas entre Dario Argento y Michele "Aquarius" Soavi (si obviamos aquí el documental previo que el segundo dedicara al primero). En ellas, Argento producía y Soavi dirigía. Que si, que Michele y Dario eran muy colegas... aunque el primero que creyó en las capacidades directiles de Soavi no fue el director de "El pájaro de las plumas de cristal", sino Aristide Massaccesi/Joe D´Amato, que le produjo su film de debút. Después de la sorpresa y la buena prensa, Argento decidió poner su nombre a lo grande en las dos pelis del novatillo (con letra más pequeña). Ambas se estrenaron en las pantallas Barcelonesas. Y yo, enamorado entonces de los dos cineastas italianos, corrí a verlas. Del "Engendro del diablo" ya hablé en su día, pero baste resumirlo en que, con grados diferentes, ambas me decepcionaron enormemente. La del "diablo" me pareció una abominación ridícula, "La Secta" simplemente un coñazo. ¿Dónde estaba el gore, y los monstruos, y los crímenes retorcidos?, ¡¡uuuugh!!. Pero claro, os hablo de 1991, cuando yo era un mocoso atontao. Ahora que soy un adulto atontao, pero adulto al fin y al cabo, he visto "La Secta" y... en fin, lo que a inicios de los 90 me parecieron inconvenientes, en este nuevo intento se han transformado en virtudes. No es que me moleste el gore y las estridencias, me molan mucho, pero también me mola una buena historia de suspense, tirando a reposada, sin excesos de violencia, sin bichejos y especialmente apoyada en la atmósfera.
Kelly Curtis, retirada hermana mayor de Jamie Lee, interpreta a una profesora solitaria y reprimida que es liada por una secta satánica con un fin que, aunque no desvelaré, resulta sencillo deducir (la influencia de "La semilla del diablo" es notable). Dicha secta viene comandada por Herbert Lom. Ambos actores están a la altura, y es verdad eso que dicen de que una buena interpretación contribuye mucho al regusto positivo que te deja un film.
Lo más curioso de "La Secta" es que no parece italiana. No excesivamente, al menos. Soavi, dotado de innegable talento para esto del peliculismo, se contiene mogollón y apuesta por una sobriedad abrumadora, sin "italianeces" que den el cante (especialmente con los actores, que es donde se suele notar más). Sí que hay algo de gore (poco pero, por ello, más impactante), sí que hay algún actor habitual del fetuccini-horror (el inimitable Giovanni Lombardo Radice, quien por cierto interpreta a un personaje llamado Martin Romero. Recuerden que Argento y Romero son coleguitas, y este segundo hizo un -aburrrrrrrrrrrido- film titulado "Martin" -"El regreso de los vampiros vivientes", ¡glups!, en Spain-), y sí que hay algun delirio (el conejo que adquiere casi inteligencia humana), pero nada que moleste, de hecho tampoco escasean los buenos momentos, como el arranque, con un pseudo-Charles Manson matando a un grupo de hippies o la idea de representar al mal mediante agua.
"La Secta", como digo, es principalmente un thriller de personajes, solvente, resultón y que funciona. No es para guardártelo en tu videoteca tampoco, pero un visionado bien lo merece (eso sí, el final-final es HORRIBLE... aunque se perdona).

sábado, 12 de diciembre de 2009

EL ENGENDRO DEL DIABLO

Siempre me resultó curioso que, por muy colegas que fueran Michele Soavi y Dario Argento (alumno y profesor, básicamente) en realidad el primero que le dio una oportunidad al debutante Michele no fue el director de "Suspiria" sino Aristide Massaccesi (más conocido como Joe D´Amato), que como todos sabéis le produjo la estupenda "Aquarius". Entonces sí, acompañado del prestigio que le otorgó su primera peli, Soavi vio como Argento le reclamaba para dirigir un nuevo film del que iba a ser productor, "La Chiesa", aquí estrenada como "El engendro del diablo". La vi en el momento de su estreno, y me llevé una enorme decepción. Siempre consideré que los dos films de Soavi producidos por Dario Argento eran los peores de su carrera (este y "La Secta"), y en concreto creía que el título español de "La Chiesa" le hacía mucha justicia (por lo de engendro, obviamente). Ayer la repasé tras muchos años de no verla... y puedo decir que, aunque no la considere ya un engendro, sigue pareciéndome un producto muy muy flojo.
Cuando Lamberto Bava vino a Barcelona a presentar "Demons", contó que "El engendro del diablo" nació originalmente como "Demons 3", pero que por movidas de derechos y otras mandangas fue derivando hasta convertirse en algo independiente (aunque en algunos países también se la conoce con ese título). Sin embargo, "La Chiesa" todavía conserva muchos ingredientes típicos de la saga demoníaca, como el modo en que la infección comienza a extenderse (mediante cortes) y toda la estructura de su segunda mitad, que para algo es la peor.
De entrada el film apuesta más por el suspense que por el horror puro (y ya no digamos la sangre), centrándose en narrar el descubrimiento que un bibliotecario y una restauradora (arquitecta, dicen por ahí) hacen en los sótanos de la iglesia en la que curran, donde se oculta una puerta a los infiernos. De pronto, y del modo más tonto, estos personajes pasan a ser secundarios (o menos), entran en juego un montón más (algunos tan irritantes como la "cómica" pareja de ancianos) y todos quedan encerrados en la iglesia, dando pie a secuencias de delirio totalmente absurdo (¿un niño tocando un saxofón?), un poco más de terror / gore (y sí, más "Demons". A gusto personal destaca la pava hecha puré por el metro) y, en fin, notables idas de olla (matan a una maestra a ojos de todos ensartándole un hierro por el cuello y luego parece que nadie lo recuerde, actuando con tranquilidad).
El resultado es muy muy desigual al no decidirse por ninguna de las dos partes... a la primera le falta garra, y a la segunda algo de coherencia, y la cortada de rollo intermedia nos confunde, a pesar de que no se puede negar el valor de algunas secuencias visualmente muy logradas y estimulantes, como la de la cruz en el suelo a modo de puerta a los infiernos, el modo peculiar de dar las campanadas o... no se, la aparición de alguna que otra criatura.
Flojilla.

sábado, 17 de septiembre de 2011

LO MEJOR (¿O LO ÚNICO BUENO?) DE "TIBURÓN, DUELO A MUERTE"

Algún día alguien escribirá un libro sobre la imagen del tiburón asesino en el cine, y la curiosa fascinación que provoca. Si no fuera por los putos escualos psicópatas, muchos infraproductores de serie B/Z no tendrían ni para habichuelas. Un ejemplo de los miles que hay es este "Tiburón, duelo a muerte", producción Italiana rodada en USA que en 1990 llevó a término, en funciones productiles (y de director de foto, así como co-director cuando el contratado se las piró), Aristide Massaccesi desde su flamante fábrica de ñordos -salvo por "Aquarius"- "Filmirage".
Me la puse el otro día, creyendo que era otro film (¿"La noche del tiburón" tal vez?)... y lo más sorprendente es que la vi entera. Digamos que es un cruce entre "Cuenta Conmigo" y "Tiburón", sobre unos chavales super-amigos de toda la vida que deciden cazar un tiburón asesino después de que se zampe a uno de los integrantes de la pandilla. Todo ello mezclado con mucho drama de saldo y esas formas tan costrosas que en aquellos años los italianos gastaban cuando pretendían hacernos creer que sus productos eran cien por cien yankees, contratando a maniquíes y robots en lugar de actores. "Tiburón, duelo a muerte" se puede ver... pero te olvidas de ella con un simple estornudo.
Nada destacable salvo dos cosas. Las inevitables imágenes recicladas del Castellariniano "Tiburón 3" y la que ahora les dejo...


En la oficina del sheriff reposa una caja de esas de embalaje, o como se diga, tamaño humano, con un cartel pegado y escrito a mano en el que se lee "Robocop". ¿Homenaje?.... noooo!!!, el fin de la peli es demasiado crematístico como para plantearse un acto afectuoso. Sencillamente figura que los policías de esa oficina son muy amigos de la coña, y esa en referencia al clásico de Paul Verhoeven es una de varias. Sin embargo, me pareció lo suficientemente graciosa y ocurrente como para destacarla aquí... más teniendo en cuenta el mar de mediocridad que la envuelve.
Fin.