
Unos arqueólogos desentierran un sarcófago y se lo llevan a la uni donde enseñan. Allí lo abren y descubren en su interior al consabido tipo de las vendas. En eso que un estudiante golfo, por cosas del destino, encuentra cinco cristales ocultos en un compartimento secreto y decide robarlos convencido de su valor. Ni que decir que la momia se levantará con el fin de recuperarlos, ya que le son de mucha utilidad para comunicarse con lejanos lugares. Y de por medio, unos pocos muertos, aunque sin demasiada sangre y menos senos (elemento raro extra).
El otro aspecto exótico del que les hablaba antes está en su reparto y equipo técnico. En el primero nos encontramos con James Karen (de "El regreso de los muertos vivientes"), Kevin Brophy (previamente en "Hell Night") o Darwin Joston (en "La Niebla" y ¡"Cabeza Borradora"!). Y en el segundo tenemos a Bob Burns en la dirección artística (venía de hacer lo idem en "La matanza de Texas" original, entre otras igual de respetadas), el mítico Richard Band componiendo la banda sonora y Jason Williams en tareas de guión, producción y actuación, ¿quien?, pues el mismísimo "FlEsh Gordon", sí, con E, la famosa versión erótica del héroe de los tebeos. El director, Tom Kennedy, no volvería a ejercer nunca más... de hecho, "Pasajero del tiempo" es su única peli en ese campo.
En fin, una cosa curiosa que hace gala de cierto gracejo pero con un defecto muy común en las series B/Z de la época: un ritmo cruelmente pausado y sin garra de ninguna clase. Antes de verla, lo mejor es inyectarse unos cuantos litros de paciencia.