domingo, 28 de febrero de 2021

CRÉDITOS INICIALES + FINALES DE "CLASS REUNION" (Y CANCIÓN DE GARY U.S. BONDS)

Tal y como expliqué en su respectiva reseña, "Class Reunion" no pasará a la historia de la comedia, a pesar de contar en sus filas con algunos nombres de peso y la garantía de "National Lampoon". Ni siquiera como "spoof" del slasher. Sin embargo, tiene una característica que siempre me ha encantando, la canción que abre y cierra el film, canturreada por ese Little Richard de serie B llamado Gary U.S. Bonds. El resto de su repertorio no es nada del otro jueves, pero esta tonadilla se erige como una pequeña delicia que invita a bailar y a afrontar el día con positividad.
Por eso he decidido meterla en nuestro canal de YouTube. No solo los créditos iniciales, también los finales, donde suena una versión un poco más extensa.
Para completar la entrada, les dejo con un escaneo a lo grande de la estupenda parte delantera de la caratula (repleta de detalles en los que regodearse) y un divertido sello que iba en la parte trasera en el que se especificaban las características del tono de la comedia en sí misma (¿humorística? ¿y qué comedia no lo es?) y su baremo moral, para evitar posibles traumas.
Maravilloso.




sábado, 27 de febrero de 2021

WRONG TURN (2021)

Entiendo perfectamente que Alan B. McElroy, guionista del "Wrong Turn" primigenio (titulado en España "Km.666, desvío al infierno"), no quisiera repetirse cuando le plantearon reiniciar la saga tras chorromil secuelas, a cada cual más absurda. A fin de cuentas, tampoco podemos decir que aquella fuese un derroche de originalidad, echando mano de la eterna movida de los chavales en plena naturaleza enfrentados a un hostil clan caníbal. Solo que si en 2003 tuvo sentido recurrir a material tan manoseado tras la sequía que el terror de línea dura sufrió gracias al éxito de "Scream, vigila quien llama", ahora, con la sobreproducción que hay del género y de guiños, tributos y homenajes, repetir la misma jugada, plano a plano, sería estúpido. Así las cosas, McElroy se curra una historia que, aunque de base es lo de siempre -los jovenzuelos de excursión cazados por un clan con malas intenciones-, busca las mil maneras de salirse por la tangente. El film no da inicio con los adolescentes en plena caminata, sino con el padre de la prota buscándola. Luego, el drama lo desencadena el personaje que "menos te esperas", no los villanos. Y hablando de estos, olvídense de antropófagos feos y deformes, aquí se trata de.... otra cosa. Digamos, por darles una pista, que McElroy habría visto recientemente la más que notable "Midsommar" y quiso integrar ideas de esta en su labor.
¿El resultado? Joder, pues va a sonar a topicazo... pero eché de menos hasta la más ínfima de las secuelas de "Km.666". En serio. Es tanto lo que el guionista se desprende de la esencia de la saga, tanto, que se pierde y con él, la peli deja su identidad bajo el felpudo. Tal vez si me hubiese puesto a verla pensando que era otra cosa, me habría sentado mejor. Pero le di al "play" esperando una puesta al día del "Wrong Turn" de 2003. Y no. No es eso, ni por el forro. Decepción. Y sueño, mucho sueño. Me costó un cojón no dormirme. Cosas estas bien presentes superado un primer tramo muy prometedor, muy intenso, para adentrarnos en todo lo demás. Que sí, que está muy bien facturada, los personajes bastante bien dibujados (para que nadie se queje, en el grupo hay una pareja homosexual, encabezada por un latino)... todo son virtudes técnicas. Puede que incluso narrativas. Pero, macho, a mi no me entró. Una pena.
Para rematarlo, el elemento truculento, siempre tan generoso en la franquicia original, va más bien justito. Muuuuuy justito.
Me apuesto lo que quieran a que el descalabro será tal, que el día menos pensado nos sorprenden a todos con una nueva secuela del genuino "Wrong Turn" (creo que tocaría la séptima), retomando la fórmula y a esos caníbales rednecks tan mal paridos pero que, en este caso, tanto eché de menos.

viernes, 26 de febrero de 2021

ENSEÑAR A UN SIN VERGÜENZA

Una de las más aclamadas  obras del teatro español, “Enseñar a un sinvergüenza” de Alfonso Paso, obra esta que a pesar de ser estrenada en 1967 se sigue representando en nuestros días y que cuenta con una secuela titulada “¿Qué pasó con el sinvergüenza?” datada cuarenta años después, tiene su propia adaptación cinematográfica en la década de los setenta, homónima,  que se saldaría con un éxito de taquilla.
José Rubio, protagonista de la versión teatral y también de la cinematográfica era un aval, y si la obra teatral ya era un éxito, lógicamente, también lo sería la película. Si además le añadimos la belleza y desparpajo de Carmen Sevilla, pues la cosa acaba arrastrando a  1.073.000 espectadores a las salas, además de contar con todo tipo de críticas —cierto es que en aquellos años, la crítica solía cebarse con nuestro cine de corte más popular—, pero imperando las favorables.
Cuenta la historia de Lorenzo, un vividor que se gana la vida como fotógrafo amateur de modelos y jugador póquer, que un buen día conoce a Rosana, mujer madura y virgen pero terriblemente estricta e inteligente, que se gana la vida como profesora, guía turística y divulgadora cultural en televisión. Lorenzo decide tomar clases particulares ya que se considera un tanto inculto y Rosana accede a impartirle clases a 10.000 pesetas cada una. En realidad se trata de un plan de Lorenzo para llevarla al huerto. De hecho, consigue que Rosana se enamore de él y se convierta en una pizpireta y desinhibida mujer que pide a gritos un buen pollazo. Pronto descubrirá que su galán es más sinvergüenza de lo que ella creía.
Sin ser ni de lejos lo mejor de nuestro cine de comedia, sí que se trata de una cosa de lo más socarrona y dinámica, rodada con solvencia y marcando un tempo de comedia que muy poquitas veces baja a pesar de un guión que, quizás, por ser una adaptación de un libreto de corte teatral, no acaba de funcionar a la perfección en la gran pantalla.
En 1970 el Franquismo estaba  vigente y sin embargo la película se las apaña para esquivar a la censura, dejando ver desnudez parcial en los cuerpos de José Rubio y, sobre todo, Carmen Sevilla, otorgando todo ello a la película un tono suave y semi erótico del que beberían muchas comedias sexy de finales de la década de los setenta. La película, estéticamente, además de precursora, puede darse golpes en el pecho y alardear de su estilo.
Llama la atención, por lo improbable que esto sería en una película de hoy, lo temerario de la actitud de Pepe Rubio en su actuación, ya que durante los títulos de crédito y en algún plano más ya dentro del metraje, este se pone de pie en el asiento de copiloto de un descapotable, con los brazos extendidos por las calles de Madrid. A pelo, sin arneses ni sujeciones. Para haberse matado. Aunque obviamente esto es otro alarde, el de “todo vale”, a la hora de hacer una película de comedia en España. Asimismo también resultarían hoy improbables un par de escenas en las que el protagonista, machista redomado por su propia naturaleza,  invita a los malos tratos dando bofetaditas o en su defecto, golpes de Kárate, a una Carmen Sevilla que no acaba se sucumbir a sus encantos y peticiones.
Por otro lado, resulta curiosa la mala folla que se gasta la película, al ver cómo Carmen Sevilla, prácticamente analfabeta en la vida real, interpreta a una erudita que, precisamente, enseña a hablar con corrección al personal en un programa de televisión. Ay, mih oveitau…
 De secundarios tenemos a Manuel Alexandre, una divertida Mari Carmen Prendes y los cameos siempre estupendos de Rafael Hernández y Tip y Coll, curiosamente por separado e interpretando roles de ficción.
Dirige la película el director y guionista Agustín Navarro, que tras una carrera no del todo destacable, dejaría la profesión con la película que le sigue a esta en su filmografía “La casa de los Martínez”, en 1971. El director falleció en 2001.

jueves, 25 de febrero de 2021

MIERDCADERÍAS: EL OJETE DE BILLY

No hace mucho me ofuscaba ante una muestra de merchandising mamarracho que ponía al nivel del pitorreo y la banalidad un clásico del cine intenso como es "La matanza de Texas" original, y me fascinaba ante la capacidad que tienen los norteamericanos para convertirlo todo, TODO!, en materia vendible y función de adorno, especialmente escalofriante cuando hablamos de clásicos de mi cine favorito. Por lo general no suelo tomarme nada demasiado en serio, sin embargo, me joroba bastante que estas películas que han marcado mi existencia acaben pasto de tal futilidad. ¿Qué iba a ser lo siguiente?...
Pues aquí lo tenemos. Y, además, muy oportunamente, porque se trata de una mascarilla para combatir las maldades del Covid-19. Lo alucinante en este caso (según atestigua una foto sacada de sendas redes sociales) es que la imagen elegida para estamparla no solo pertenece al clásico setentero y pionero del slasher "Navidades Negras", además se trata de una escena concreta, un momento, un plano que a mi siempre me ha parecido aterrador, y de un potencial perturbador tan simple como efectivo: El siniestro ojo del asesino Billy mirando por una rendija a una de sus víctimas. De verdad ¿qué retorcida mente decide convertir un instante como ese en carne de mercadería? Alucinante.
En la respectiva reseña que hice del film de Bob Clark, afirmé que de los psycho-killer como Billy no se podría fabricar merchandising... ¡¡que iluso fui!! Esta es la muestra de que ya nada, pero nada, es sagrado en este mundo.

miércoles, 24 de febrero de 2021

ALGUNOS FOTOCROMOS DE "TO ER MUNDO E... ¡MEJÓ!"

Lo prometido es deuda. Ahí va la segunda -y última- tanda de fotocromos Summerianos. En este caso se trata de la primera secuela de "To er mundo e... güeno". Víctor no le hizo reseña, así que no les enlazo nada. Se tendrán que conformar con los fotocromos que siguen. Eso sí, muy entrañables a su manera.





martes, 23 de febrero de 2021

EL PREMIO GORDO

Si hay una constante en el cine catastrofista norteamericano, es que cuando se trata de un meteorito asesino, un volcán en erupción o un maremoto descontrolado, la peor parte siempre suelen llevársela los mismos yankis. Y cuando hay que enseñar cómo otros países sufren las iras de la naturaleza desbocada, recurren a nombres más o menos reconocibles para la audiencia tontuna como Japón, Rusia, Francia (o, mejor, la Torre Eiffel) o Italia (es decir, el Coliseo). Que yo recuerde, nunca se recurre a esta, nuestra tierra. Y no creo que sea porque aquí la mitad somos mangantes y la otra mitad jetas. Desconozco la razón, pero así ha sido... hasta la llegada de "Greenland: El último refugio", una peli catastrofista de manual, visible pero intrascendente, salvo por un detalle.... esta vez España se lleva parte del pastel... y no migajas, ¡nos comemos el premio gordo! El meteorito más destructivo de todos nos cae encima. Bueno, tal vez no a NOSOTROS, pero desde luego estamos dentro del círculo... como bien demuestran las siguientes capturas.
Y, quieran que no, me hizo hasta ilusión. Por un lado, porque soy devoto de esta clase de productos. Por otro, porque a veces me gustaría que fuese una realidad y verlo en imágenes, a la Hollywood way, pues le alegra a uno la velada.





¡A tomal pol culo esssspaññña!

lunes, 22 de febrero de 2021

LO QUE CUENTA ES EL FINAL

“Lo que cuenta es el final” es una de esas películas que si hubiera salido un pelín mejor de lo que salió, estaba predestinada a convertir a su protagonista, Tom Hanks, en una gran estrella. No pasa nada, igualmente lo consiguió un poco más adelante.
En realidad “Lo que cuenta es el final” es una película prácticamente destinada a un público especializado en stand up comedy y,  por lo tanto —y más en la época en la que se estrenó— una cosa un tanto marciana para el público ajeno a esa disciplina de la comedia, consumidores de cine mainstream y/o españoles en los 80.
Su libreto descansó en los cajones de los despachos de Columbia durante años.
En 1979, el director David Seltzer andaba buscando un actor para que encarnara al protagonista de un episodio piloto para una serie de televisión en la que andaba trabajando en aquellos momentos para el canal televisivo ABC. Un allegado de Seltzer le recomendó que se pateara los clubes de comedia, ya que en los escenarios, además de grandes humoristas se encontraban grandes actores aún por descubrir. A Seltzer, ni le agradó ni le disgustó lo que vio una vez se inmiscuyó en el ambiente de la comedia de micro, pero, eso si, quedó completamente fascinado por lo que vio en lo alto de los escenarios. Aquellos tipos que se ceñían a su guión lo mínimo en pro de la improvisación mas feroz le cautivaron hasta tal punto que lo de encontrar al actor idóneo para su episodio piloto quedó relegado a un segundo plano. Ahora le interesaba estudiar los comportamientos de todos esto comediantes para un nuevo proyecto; “Lo que cuenta es el final”. Pergeñó así un guion para una película que trataría precisamente sobre la vida de este tipo de humoristas.
Por mediación del ejecutivo Bob Bookman, David Seltzer logra vender el guion a Columbia Pictures. El guion gustó mucho a Howard Zieff, en boga en aquellos años tras haber dirigido éxitos como “Alegrías de un Viudo” o “Combate de fondo” y,  por eso,  Columbia, con absoluta fe en el criterio del director compró el guion a Seltzer. Así que se realizó una pequeña preproducción del proyecto. Sin embargo, Zieff, que en esos momentos ultimaba el rodaje de la película “La recluta Benjamín”, perdió todo el entusiasmo hacia el guión de Seltzer cuando recibió el libreto de “Infielmente tuya”, guion escrito en 1948 por Preston Sturges, readaptado para los tiempos que corrían —los ochenta—  por Robert Klane, Barry Levinson y Valerie Curtin. Obviamente, un guion no rodado de Sturges era todo un caramelo para cualquier director de comedia, por lo que se centró en la realización de esta película, quedando el guion de “Lo que cuenta es el final” aparcado y en el cajón de guiones adquiridos por Columbia, cogiendo polvo.
Pasan los años y, en 1986, el productor Daniel Melnick, curioso como era, decide echar un vistazo a los más de 12 guiones que tenía Columbia en propiedad y que jamás se habían rodado, llamándole la atención especialmente el que no ocupa.
El guion había pasado de mano en mano siendo este digno de consideración por unos, y ninguneado por otros, mientras que en boca de los ejecutivos sonaba que por los estudios no había gustado la mezcla de comedia y drama que este poseía —después de tres cambios de gestión— así como el personaje principal, Steven Gold, que resultaba bastante antipático y malintencionado. Sin embargo,  Melnick mostraba entusiasmo tanto con el guion como con el personaje, así que decidió levantar el proyecto.
No había estrellas que pudieran protagonizar la cinta, así que el estudio decidió que, siendo una cosa barata,  se podía hacer la película. La dirigiría el propio David Seltzer,  sin estrellas, y con un presupuesto de tan solo 8 millones de dólares. Por otro lado, al presidente interino de Columbia, Steve Sohmer, le parecía demasiado arriesgado hacer un film de ocho millones sin estrellas en él, máxime un melodrama sobre cómicos de micro que, en cierto modo, al público era fácil que pudiera importarle un pimiento.
Por otra parte, la actriz Sally Field tenía contrato de producción con Columbia. A Sohmer se le ocurrió que si a Sally Field le gustaba el guion y lo protagonizaba, dotaría la producción de prestigio y sería menos arriesgado llevarla a cabo. Le mostraron el guion a la actriz y a esta le entusiasmó, también, le pareció muy buena idea entrar a co-producir, por lo que, cuando se estrecharon las manos, “Lo que cuenta es el final”, pasó a tener un presupuesto de 15 millones de dólares.
El guion definitivo contaría la historia de Lilah Krytsick, una ama de casa que comienza a hacer sus pinitos como humorista en un club de comedia llamado “El gas de la risa”, en el que coincidiría con un joven talento llamado Steve Gold que se encuentra a centímetros de ser descubierto por algún mecenas. Gold es un estudiante de medicina que, debido a su mala calificación es expulsado de la facultad, por lo que su vida deambulará entre el drama que supone que su padre descubra que no sigue estudiando y el dedicarse a la comedia de manera profesional. Por su lado, Lilah, tendrá que enfrentarse al tener que ir aprendiendo y mejorando en su pasión, mientras que lidia con un marido conservador que se opone a que su mujer, ama de casa y madre, desarrolle su faceta de humorista más profundamente.
Un buen día, un concurso en el “Gas de la risa”, local este donde suelen actuar nuestros cómicos cada noche, pondrá a todo el mundo en su sitio.
En realidad, y como suele ocurrir con casi todas las películas que tratan en profundidad las vidas de los cómicos de micro “Lo que cuenta es el final” es un drama en torno a la comedia, con momentos más o menos humorísticos, pero donde se impone el drama, el drama amable, eso sí, y donde el mensaje final que se nos viene a dar es que la comedia es una cosa muy seria.
Huelga decir que el papel co-protagonista, el del visceral Steve Gold, lo interpreta un emergente Tom Hanks. Hanks, que entró en la película en la recta final de la pre-producción, no había hecho nunca comedia stand up, si bien como actor de comedia que estaba destinado a ser —aunque la vida finalmente le llevó por otros derroteros— sí estaba familiarizado con ese tipo de comedia tan directa. David Seltzer, preparó unos monólogos para él en el guion, pero Hanks consideró que estos no eran en absoluto divertidos. Seltzer estaba de acuerdo. Así pues, ambicioso como era, decidió escribir su propio monólogo que apenas duraría unos cinco minutos. Cuando consideró que estaba del todo pulido, ni corto ni perezoso, Tom Hanks decidió interpretarlo en el famoso Comedy Store de Los Angeles donde tantos actores y humoristas han debutado. Hanks no se hizo con el público en aquellas actuaciones. Aún así, tozudo cual burro, siguió escribiendo y subiendo al escenario sudando la gota gorda. El público le sacaba los colores… pero Hanks iba tomando soltura porque se hacía tres actuaciones cada noche. A esas alturas, tras un mes actuando solo para poder preparar su papel en condiciones, llegó a hacerse amigo de los guionistas y humoristas Randy Fletcher y Barry Sobel, quienes le ayudaron a reescribir su monólogo y a pulir su estilo. Para cuando empezó el rodaje, Tom Hanks ya había interpretado su monólogo más de 30 veces en distintos clubes de Los Angeles y Nueva York, por lo que  interpretó a Steve Gold a la perfección.
Por su parte, Field, que tampoco había hecho nunca comedia de micro, pidió ayuda a su amiga, la actriz y excelente humorista Lily Tomlin, quien le explicó que la única manera de hacer comedia era subiéndose a un escenario, por lo que Sally Field tomó un repertorio de 45 minutos y se lanzó a pronunciarlo en un club de Manhattan Beach, noche tras noche. Sally Field en aquella época era harto popular, por lo que sus intervenciones en aquel modesto local acabaron convirtiéndose en turnos de preguntas y respuestas en los que la actriz contaba en que proyectos andaba metida. Aún así, no se le acabó dando mal la cosa. Para escribir e interpretar sus monólogos dentro de la película, Field contrató los servicios de los reputados humoristas Dottie Archibald y Susie Essman, que acabaron de dar forma a los chistes que soltaría en el escenario su personaje, Lylahn Kritsick.
La película se rodó durante 1987 y,  en su postproducción, el presidente de Columbia, David Puttman, se empeñó en que quería estrenar la película en navidades de ese mismo año, cosa que en absoluto beneficiaría al film. La fuerte oferta de cine taquillero de corte familiar que, sin duda, iba a hacer la competencia a la cinta en esas fechas, podrían hacer que “Lo que cuenta es el final” hubiera perdido mucho dinero. Pero la película no estaba acabada, así que se aplazó su estreno hasta nuevo aviso.
Durante la postproducción, Tom Hanks rodaba la que sin duda fue la película que acabó de impulsar su carrera, “Big”, por la que incluso fue nominado al Oscar como mejor actor protagonista. El éxito de esta película le vino que ni pintado a “Lo que cuenta es el final” y sobre todo a Columbia, ya que decidió estrenar la misma después de la resaca de éxito que supuso la película de Penny Marshall como si se tratara de la nueva película del protagonista de “Big”, lo que se tradujo en un pequeño éxito de taquilla para un título menor que le permitió recaudar 21 millones de dólares. Claro, se vendió como la nueva película de una estrella que el año anterior, cuando rodaba, y al igual que su protagonista Steve Gold, estaba a muy poco de serlo.
El éxito de “Big” favoreció a la película de David Seltzer, sin embargo la crítica la recibió de manera no tan favorable. Como fuere, a Hanks, cuando se le pregunta por la película en cuestión, responde que “no se encuentra entre las peores de las películas que he hecho”.
En el reparto, junto a Sally Field y Tom Hanks figurarían un buen montón de humoristas reales, como Damon Wayans o Taylor Negron, así como para dar vida al autoritario esposo de Lylah, se cuenta con la presencia de un imponente y estupendo Johh Goodman que daría ligeras muestras del monstruo interpretativo en el que, poco después, se convertiría.
“Lo que cuenta es el final” es, en mi opinión, una estupenda película melodramática y la que mejor refleja lo que es el stand up comedy americano. Muy recomendable.

domingo, 21 de febrero de 2021

EL TRAILER DE "TENEBRE"

Hoy nos ha dado por actualizar nuestro canal de YouTube con un hermoso trailer (otro, teniendo en cuenta que hace poco subimos el de "Hysterical"), nada menos que "Tenebre", el clásico ochentero de Dario Argento y una de mis favoritas, como bien expliqué en la respectiva reseña.
Obviamente, hemos extraído el material del culo de una cinta VHS, de ahí su maravillosa baja calidad. Ah! noten que el nombre de John Saxon aparece ¡mal escrito! como Saxson... ¿no es fabuloso?.
Gósenlo...


sábado, 20 de febrero de 2021

TERRIFIER

Descubrir "All Hallows´ Eve" / "La víspera de Halloween" fue una grata sorpresa para mí y para un montón de peña que quedó encantada con aquella modesta pero simpatiquísima peli de episodios y, muy especialmente, su terrorífico protagonista, el payaso Art. Tal fue así que, raudo, el director y guionista Damien Leone, anunció secuela, "Terrifier". Naturalmente la esperé con muchas ganas y las expectativas bien altas, lo que dio como fruto, por previsible que suene, una decepción. Me pareció tremendamente aburrida, carente de garra y del encanto de la otra. Opiniones estas que compartía con Víctor y su respectiva reseña.
Pasa el tiempo y un día se me presenta la oportunidad de consumir "Terrifier" doblada al castellano (la otra la vi subtitulada). Pienso "A ver qué tal ahora". Y sí, se produce el milagro, sin expectativas me entra bastante mejor. Tanto que me planteo escribir una reseña alternativa a la de mi compañero. Pero no cuaja. Tal vez solo me había pillado el día tonto. Pasan unos meses, insisto una tercera vez... ¿Y?.
Lo primero que hay que hacer antes de sentarse en el sillón es olvidarse de "La víspera de Halloween". Tanto como los artífices del film. Nada de historias cortas, nada de Art en plan hilo conductor. En realidad estamos ante un spin-off, más que nada porque "La víspera de Halloween" sí cuenta con una segunda parte, de parecida estructura, pero sin presencia de Art ni nadie vinculado a la original. Lo que "Terrifier" ofrece es una especie de "slasher" moderno y lineal en el que dos chavalas son acosadas -la noche de las brujas, obviamente- por el psicótico clown. Es por ello que, en cuestión de ritmo, la cosa flojea un pelo. Las persecuciones se hacen algo largas al no disponer del suspense necesario. Y todo se torna más terrenal, sin explotar tanto la colorida decoración de la festividad, sin la incursión de aliens belicosos o sectas satánicas y sin descarados guiños cinéfagos. Una vez asumido ello, lo que queda no está ni tan mal. Posee algunos momentos genuinamente inquietantes (toda la escena en la pizzería entre Art y las chicas está de coña), una ración de gore absolutamente brutal y despiadado (al contrario de la opinión popular, la decapitación me resulta más impactante que el aserramiento, básicamente porque está mejor facturada y gasta una mayor verosimilitud) y ese Art que, en fin, siempre funciona. Cojonudo. Posiblemente estemos ante el más efectivo monstruo cinematográfico de creación reciente.
Entre lo estrictamente chirriante destaca la cutre-morgue que sale al final, con pinta de haberse construido en el garaje de un colega. O la cansina treta de mostrar a la víctima rebotarse ante su agresor, dejarlo k.o., pero no rematarlo y escapar, a sabiendas de que aquel despertará y se tomará la revancha. ¡Venga señores de las películas, ya no cuela!.
Obviamente, hay un "Terrifier 2" actualmente en plena post-producción. Y me alegra, la esperaré con ganas... pero también cautelosamente, no quiero que se repita la decepción. Lo mejor es saber que Damien Leone seguirá atado a su creación, porque la única vez que se apartó de ella con "Frankenstein contra La Momia" le salió un churrazo que aún duele recordar.
Rectificar es de sabios. "Terrifier" está un rato bien. Si la localizara en dvd -edición patria- la compraría y luciría al lado de la copia de "La víspera de Halloween" que poseo.

viernes, 19 de febrero de 2021

LA VISITA

“La Visita” es, tras los fracasos de las últimas películas de M. Night Shyamalan, un bote salvavidas para el director que le ha permitido ganar un buen dinero y permanecer en el candelero, a pesar de que para entonces, 2015, su reputación estaba por los suelos. Luego retomaría su carrera con “Multiple” y “Glass”, pero, para cuando rodó esto estaba en las últimas. Es por eso que tuvo que financiar esta película con 5 millones de dólares que conseguiría pidiendo una hipoteca sobre su casa y, así, adscribiendo su film al género de los pobres, que es el
found footage, se embarca en una producción pequeña e independiente que, luego, para su regocijo, distribuiría la Blumhouse haciéndole ganar con su exhibición 5 veces lo invertido.
Shyamalan reconoce que le costó horrores encontrarle el punto en el montaje y que, mientras que le daba vueltas al asunto, el primer corte que realizó parecía un film de arte y ensayo. Realizó un segundo y, de este, el director aseguraba que parecía una comedia. Y cuando ya encontró una cosa medio decente, lo puso en las salas; el corte de “La Visita” que todos conocemos que tampoco le quedó muy fino, la verdad.
La cosa va de un par de críos que, aprovechando que su madre se va una semana de viaje con el novio, se van a pasar una semana a casa de sus abuelos. Una vez allí,  los abuelos se comportarán de forma cada vez más extraña y diabólica, hasta que llega un momento que los dos hermanos temen por sus vidas. Para justificar el formato found footage, uno de los dos hermanos, la niña, será una aspirante a cineasta que irá todo el rato con la cámara grabando lo que pasa. Y punto pelota.
El found footage por lo que sea, es muy efectivo y en este caso no podía ser menos, así que, con los primeros desmanes raros que se marca la abuela, lo cierto es que el espectador siente escalofríos. Parece que va a ser una película aterradora, sin embargo, después del primer comportamiento extraño de la abuela, viene otro más. Después de ese,  otro, y otro… y por repetición, el miedo que en un principio se nos ha metido en el cuerpo, acaba desapareciendo. Y cuando sucede algo realmente trascendente, esto, tiene más que ver con la escatología que con el terror. Después se acaba la película… y te deja frío.
Shyamalan, tratando de quitarse el San Benito de tramposo se marca una película donde, por no hacer el típico girito de guion propio de su cine, se despoja de todo atisbo  de imaginación y nos da una película plana, sosa y tontorrona sobre la demencia senil, amén de contar con los dos niños protagonistas más repelentes de la historia del cine. Cuando uno de ellos se pone a rapear dan ganas de meterle una hostia. Y lo hace varias veces durante toda la película.
Muy mala.
Yo tengo mucha predisposición a acojonarme con los found footage, funcionan conmigo, me autosugestiono y las paso canutas. Con “La Visita”, también… pero sólo durante 5 minutos —aprovecho para recomendar, en las antípodas de esto, la estupenda “Host” con la que sí que pasas miedo casi desde el minuto uno, porque se deja de chorradas y va al grano de la manera clásica—.
El resto de “La visita” lo domina la comedia involuntaria, sin que, encima, lleguemos nunca a reírnos del todo.

miércoles, 17 de febrero de 2021

ALGUNOS FOTOCROMOS DE "ME HACE FALTA UN BIGOTE"

Comenzamos aquí y ahora un mini-mini-ciclo fotocromil de Summers con dos películas suyas. "Me hace falta un bigote" es la primera, y si no les digo nada al respecto es porque ya lo hizo Víctor en su día.






lunes, 15 de febrero de 2021

LENNY

Lenny Bruce, haciendo honor al  título de su  biografía serializada para Play Boy “How to talk Dirty and influence People”, es probablemente el comediante blanco que más ha influenciado entre los cómicos stand up más prestigiosos, en parte por un lenguaje obsceno y rompedor en el escenario, en parte por un estilo crítico y ácido como pocos cómicos se atrevieron a cultivar en plenos años 60.
Lenny Bruce fue arrestado por obscenidad durante uno de sus shows, cosa esta que tocó el punto flaco del cómico ya que, aunque luego fue absuelto, este arresto, más que de escarmiento sirvió de revulsivo y, Bruce, comenzó a hacer más chistes de pollas, de religión, de política y de fluidos corporales. Su carrera entonces se convirtió en un toma y daca con la justicia siendo sus últimos shows auténticos panfletos en pro de la libertad. Más que rutinas cómicas, eran mítines.
Sus problemas con las drogas y una personalidad exultante hicieron el resto.
Muchos años después, en 2003, y, a título póstumo, su discurso obsceno fue “perdonado” —como todo lo póstumo, hipócritamente y cuando ya no hace ninguna falta— en un acto celebrado en Nueva York a cargo del Gobernador George Pataki. Fue una especie de reconocimiento para un cómico cuyo único “delito” fue apelar a la libertad de expresión hablando sobre follar en sus espectáculos.
La película, inspirada en la obra de teatro del mismo título, rodada con solvencia por  Bob Fosse en glorioso blanco y negro, recrea momentos de la vida de Lenny Bruce; sus inicios, sus romances, los mejores momentos de su carrera, los momentos bajos y su muerte por sobredosis de morfina.
Trata la vida del cómico con una seriedad pasmosa, dejando el humor y los chistes en exclusiva para las distintas recreaciones de sus shows stand up y, ahí, en cierto modo es donde radica el acierto de la película, en su visceralidad, en su intención de hacernos conscientes de la gravedad del asunto que trata, y el infierno que vivió Bruce en pro de la libertad de expresión. Sin embargo, en muchos aspectos no deja de ser una película bastante irregular con pretensiones de gran cine que enturbian en conjunto. Y, quizás por esas mismas pretensiones, a nivel crítico “Lenny” funcionó como un tiro.
No queda muy compensada, en su afán de tontear con el documental ficcionado, toda la parte de entrevistas a personajes que anduvieron en la vida de Lenny, sobre todo al inicio de la película, para luego olvidar la parte documental en pro de la ficción más pura. Por cierto, la voz que conversa con los personajes durante las entrevistas, es la del propio Bob Fosse.
Para interpretar a Lenny Bruce, se barajaron los nombres de Neil Diamond y Al Pacino, pero tras una magistral prueba quién se llevó el gato al agua fue Dustin Hoffman, que ofreció una transformación a todas luces elogiable. Hoffman, que estuvo meses estudiando el comportamiento y actitud de Lenny Bruce para meterse en su piel,  jamás quedó contento con su interpretación refiriéndose a esta como una actuación imperfecta. No obstante, al respecto, ese 1974 Hoffman fue nominado al Oscar en la categoría de mejor actor, si bien no se lo llevó frente a un imparable Art Carney por su interpretación en “Harry y Tonto”. Mark Kermode en un vídeo Top-Ten de las mejores interpretaciones de la historia del cine, incluyó la de Hoffman en el número ocho de la lista. Una lista del todo personal y subjetiva, pero cuando ha sido tenido en cuenta para esta, será porque no habría mucho de imperfecto en su actuación. A título personal, tampoco puedo decir que su performance de Lenny Bruce, esté ante las mejores interpretaciones del actor. Correcta sin más.
Buena película, con sus altibajos.

sábado, 13 de febrero de 2021

MORGUE

Mantengo una relación un tanto especial con la película "El vigilante nocturno", tanto su versión original en Danés, como el remake yanki, "La sombra de la noche", dirigidas ambas por Ole Bornedal (que, por cierto, anda currando ahora en una secuela). Un caso que afecta a las dos porque, en esencia, son idénticas. Es la historia de un estudiante que se pone a currar de vigilante nocturno en el depósito de cadáveres y, claro, le pasan mil vivencias bastante escalofriantes. El problema que tenía, para mí, era que dichas experiencias aterradoras se iban intercalando con escenas diurnas fuera del tétrico escenario de la morgue y, en fin, me cortaba el rollo. Quiero decir, ¿después de lo sufrido, de verdad el chaval volvía a su puesto de trabajo la noche siguiente?. Estaba convencido que de haber situado toda la peli entera en el depósito, y en tiempo real, habría resultado mucho más efectiva y acongojante. Eso mismo debió pensar el cineasta Hugo Cardozo cuando se puso manos a la obra con su largometraje de contundente título, "Morgue", y de trama parecida al film de Bornedal, no en los detalles sino en la esencia.
Viéndola, comencé a dudar si mi idea de limitar a un escenario único, una sola noche y un solo protagonista la acción de "El vigilante nocturno" / "La sombra de la noche" era realmente efectiva. Tal vez no tanto. Se necesita mucho muchísimo talento para que, con tan parcos elementos, te salga algo decente. Mantener el interés, el ritmo, y saber idear situaciones que no sean repetitivas, sobre todo una vez abres la caja de los sustos y el misterio ya se desvanece para dar paso al terror directo, es una tarea que no cualquiera puede abordar. Habría que ver si Ole Bordenal lo hubiese conseguido. Pero lo que está claro es que Hugo Cardozo, no.
Rejuntar todo ello es muy tentador porque, además de efectivo, no supone un gasto demasiado excesivo y uno puede tirar adelante el proyecto con un presupuesto escueto. Algo a lo que contribuyen los equipos digitales de hoy día. Sin embargo, al mismo tiempo, estos son los culpables de que los directores con las tablas justas no sepan cuando han de darle al "stop" de la cámara y las ansias por ganarse un huequecito en el mercado del cine y, con suerte, conseguir deslumbrar a los yankis para que Sam Raimi o la Blumhouse te fichen, es demasiado grande. Así que, enga!!, hagamos largometrajes aunque el material del que disponemos dé solo para un buen cortometraje. Durando 20 minutos, "Morgue" podría haber funcionado mucho mejor. No le faltan buenas ideas, algunos momentos de puro terror, cierta atmósfera, incluso un planteamiento final interesante. Pero la mata el que su director se vea obligado a llegar a la duración de largometraje y se limite a estirar, estirar y estirar esas ocurrencias hasta agotarlas y, en una palabra, aburrirnos. Lástima.
Aún así, la jugada le ha salido bien, pues ya se anuncia remake made in Hollywood. Y es que, después de todo, ¿qué cojones voy a saber yo?.

viernes, 12 de febrero de 2021

SEX COWBOYS

“Sex Cowboys” es lo que podíamos decir una película hípster con todas las de la ley.
Adriano Giotti, italiano de nacimiento y residente en Madrid, director de vídeoclips, es el típico individuo que hace cine como el que hace un cuadro; más pendiente de hacer arte que de hacer cine. Por lo general estos directores no suelen tener talento, solo ven cine artístico de autores trilladísimos, sus referentes son los obvios y, en definitiva, se meten en el cine para darse cera. Giotti responde a esos parámetros. Y por supuesto, como todo este tipo de realizadores, mueve mucho la cámara, no sea que dejándola quieta la cosa se vuelva un pelín estándar.
“Sex Cowboys” es la típica película amateur camuflada de cine independiente, rodada con su novia española (estupendas tetas las de Nataly Beck’S —con la “s” final mayúscula para ser mas cool—, que son las verdaderas protagonistas, piercings incluidos, de la cinta) y cuatro actores que tenía a mano, con intenciones de ser una película provocadora y rebelde, que ha sido bien considerada en según qué circuitos, ganando incluso el premio a la mejor película italiana en el Festival de Cine Independiente de Roma,  porque se toma a sí mismo demasiado en serio. Y más allá de eso, no tiene absolutamente nada más. La cosa sería una especie de drama softcore en el que se pasan media película follando y la otra media llorando. Como el folleteo es de mentira y rodado de manera “artística”, la cosa queda de lo más sosa y, en definitiva, no existe película menos interesante que esta. Porque si el porno fuese explícito, igual otro gallo cantaba dadas las características del porno artístico, pero no; esto es arte y en el arte de verdad, no se folla. Y si no se folla, entonces ¿para qué haces una película de gente que folla todo el rato? Por momentos parece una copia barata y chabacana de la espantosa “Lucía y el sexo”, pero de naturaleza incluso más elitista que la de Julio Medem. También es mucho peor película.
La cosa va de una pareja que se quiere muchísimo, ambos modernitos y que viven en un piso de modernitos. Como no trabaja ninguno de los dos no pueden pagar el alquiler, así que se les ocurre rodar porno casero para poder pagarlo. Al principio no logran agradar a la gente que va a comprar sus películas para distribuirlas porque se graban follando en un plano fijo, sin más, pero luego le cogen el tranqullio y la cosa se va de madre grabando cerdadas varias, como bondage, sado, o follar con caretas puestas. Mientras, entre polvo y polvo, la chica hace a los espectadores partícipes de sus demonios y dramas personales en eternos monólogos bañados en lágrimas para su lucimiento pronunciando textos ininteligibles porque no vocaliza demasiado bien. Y la cosa se va complicando, con homosexualidad de por medio incluso, y con  el amor rompiéndose entre unas cosas y otras. Un horror.
Luego el director se vanagloria de lo típico; que la película solo ha costado 5000 euros y que se ha rodado en dos semanas. Como si eso fueran logros teniendo en cuenta el tipo de película a la que nos enfrentamos.
Pues la cosa no le ha salido mal al Giotti este, ya que como se toma a sí mismo muy en serio, los mercados le han tomado también en serio y ha conseguido vender la película a unos cuantos países dados a este tipo de artefactos. A España, lógicamente (no por nada), no ha llegado.
No obstante, y por decir algo bueno de “Sex Cowboys” diré que he visto la película del tirón, e incluso diría que sin aburrirme, aunque solo sea porque el regodeo, el sentir odio hacia lo que uno está viendo, es divertido. Que solo dura hora y cuarto, también ayuda.

miércoles, 10 de febrero de 2021

EL BAÚL DE TÍO VICENTE - 1

Comenzamos aquí y ahora una nueva subsección, la del baúl de tío Vicente, compuesta de recortes extraídos de las páginas ochenteras de una añeja revista de cine y espectáculos llamada "Shows". Fue él, justamente, el que nos cedió varios ejemplares, de ahí el título.
Y arrancamos con lo más mejor, un póster que ocupaba las páginas centrales a modo de presente en forma de calendario, concretamente de 1988, y "firmado" por una distribuidora de vídeo que recopilaba las caratulas de algunos de sus lanzamientos de "éxito" a lo largo de 1987. Todo el mundo al que se lo hemos mostrado, lo primero que ha hecho es buscar cual de aquellos títulos formaba parte de su polvorienta colección. Bien, les animamos a que abran la imagen aparte, en todo su esplendor (CTRL + botón izquierdo del ratón) y pasen el ratillo haciendo eso mismo. Es reconfortante y nos retrotrae a unos tiempos más felices cinéfagamente hablando.
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!

lunes, 8 de febrero de 2021

¡CRITTERS AL ATAQUE!

Durante 2019, y estando la Warner y la New Line de por medio —aunque de manera muy condescendiente con el asunto, eso sí—, y, seguramente con la  fiebre del revival como detonante, se conciben deprisa y corriendo un par de productos para ser explotados en las nuevas plataformas digitales que, a su vez, suponen el regreso a la pantalla de una de las consecuencias de “Gremlins” más recordadas por el público. Se trata del regreso de los Critters. Por un lado tenemos una serie de 9 capítulos “Critters: A new binge” que cosechó críticas de lo más desfavorables incidiendo en el hecho de que los efectos infográficos con los que contaba la serie, serían malos incluso si se hubieran utilizado en los 90. Y por otro lado, tenemos la secuela que nos ocupa, la quinta parte de la franquicia  de “Critters”, que cosechó críticas algo más tibias (no mucho más) y que llevaría el título de “¡Critters al ataque!”.
Y dicen que la película es mala. De acuerdo, es mala. Pero todos esos fans y cascarrabias parecen olvidarse de que las películas originales de la franquicia ¡también eran muy malas! Lo único, que tenían su gracia. Con esto quiero decir que “¡Critters al ataque!” juega en terreno de sobra conocido y se prodiga, no ya solo como una digna secuela (que lo es) si no como una de las mejores entregas de la saga desde la primera parte. Y es que suceden dos cosas en concreto que honran a esta secuela. La austeridad de presupuesto es notoria —de hecho está rodada en Sudáfrica para así abaratar costes— y, aun así, se las apaña para sacar el mayor provecho posible a los efectos especiales y prescinde de naves espaciales ostentosas y rayos láser destructores que sirvan de espectáculo visual. Amen de que en esta quinta parte los Critters son, directamente, marionetas. Y se nota descaradamente… pero por algún motivo, eso funciona. Asimismo no se ha escatimado en la cantidad de gore que se nos muestra; “¡Critters al ataque”! es violenta y sangrienta. Los Critters, a pesar de la ausencia de movimientos (que casi hace que nos recuerden a “Hobgoblins”) son más voraces que nunca y, gracias a eso, se le regala al espectador un buen puñado de escenas llenitas de mordiscos y fluidos corporales rojos, verdes, viscosos y coloridos, por lo que la película se convierte en una fiesta. De hecho, sería la primera película de la saga calificada para mayores de 18 años (ahí es nada).
Sin embargo, la ausencia de argumento es más palpable. Y si me apuran, hasta eso me parece acertado puesto que cuando me siento frente a una película de los Critters lo que quiero es ver a estos haciendo fechorías, el resto me da lo mismo porque es paja. Así que, la cosa va de una adolescente que le toca cuidar a un grupo de niños cuando de golpe y porrazo se topa con una especie de bola peluda blanca en el bosque. La bola está herida, así que los niños la curarán y cuidarán. Lo que no sabían es que, mientras, miles de bolas peludas se están comiendo al resto de los habitantes del pueblo. Por otro lado tenemos a una caza recompensas que, como es tradición, intentará dar buena cuenta de esas otras bolas de pelo. Y no hay más. La película entera es una excusa para que en un momento dado los Critters se los coman a todos. Perfecto.
 ¿Qué será la bola peluda blanca que han encontrado los niños? Vean la película para descubrirlo.
Por otro lado, esta secuela, aunque hace guiños a todas y cada una de las películas precedentes, también parece lanzar guiños a “Gremlins” tomando un tono que, por momentos, se asemeja más al de la franquicia de Spielberg que a esta —tenemos hasta detallitos “mowai” con mochila incluida—, mientras que los Critters que nos presenta son los que hemos visto en las anteriores películas y, para diferenciarlos, se nos muestran con heridas de guerra sufridas en anteriores entregas (hay uno tuerto y lleno de cicatrices, otro calvo que se quedó sin pelo en una anterior entrega por efecto de un disparo...), todo ello servido con mucha habilidad para enganchar al público millenial que es al que va verdaderamente destinada esta película.
El acierto de “¡Critters al ataque!” es que nos muestra elementos por todos los fans de la saga reconocibles, pero huyendo del posmodernismo y la nostalgia, haciendo un reciclado absolutamente moderno que funciona porque mantiene la esencia. Y quizás por eso el fandom se ha cebado con ella.
Se rescata a  Dee Wallace que, convertida en toda una cazacritters, repite en el rol que se le asignara en la película de 1986, sólo que se le cambia el nombre por un problema de derechos entre la Warner y Domonic Muir, el guionista de la primera película, por lo que aquí, en lugar de ser Helen es, sencillamente, la tía Dee.
Dirige, con más pericia que torpeza, Bobby Miller, director jovencito que hasta que ha rodado esta secuela de “Critters” no había realizado  más que cortometrajes.
En definitiva, la película está francamente bien. Es divertida, cafre, cortita y le deja a uno un buen sabor de boca.

sábado, 6 de febrero de 2021

PESADILLA EN DELMER HOUSE

Mi interés en ver esta película era básicamente antropológico y venía motivado por la vil y más rastrera de las nostalgias. Seguramente los de mi quinta recuerden la llamativa y bellísima caratula y, sobre todo, el descarado título español. Sí, eran los tiempos en los que la primera aventura de Freddy Krueger lo había petado, así que uno de nuestros avispados distribuidores tuvo la descacharrante idea de pillar un telefilm canadiense del año 1982 (dos menos que el clásico de Wes Craven), originalmente bautizado "Till Death Do Us Part" (es decir, "Hasta que la muerte nos seapre"), titularlo "Pesadilla en Delmer House", mangar la tipografía de "Pesadilla en Elm Street" (+ el "elm" de "Delmer", innecesario remarcar que en la peli no se refieren a la "house" en ningún momento con ese nombre) y currarse una ilustración propia de un slasher (el asesino jamás tira de gancho para cometer sus fechorías, por supuestísimo). ¿Picamos? Pues yo no. Supongo que por entonces ya tenía aprendida la lección, y aunque me tiraba mucho la curiosidad, nunca jamás la alquilé, ni la vi, hasta ayer por la tarde, cortesía de la amabilidad y el talento rastreador de mi amigo Enorm.
Tres parejas en permanente conflicto llegan hasta la mansión de un famoso psiquiatra, dispuestas a recuperar el amor a base de terapias bastante extravagantes. Alguien ataviado con unas botas negras comienza a matarlos. Lo normal tras el primer crimen hubiese sido salir pitando de allí, pero no, los pacientes se quedan y el homicida continúa con lo suyo. ¿Quién será el culpable?
Básicamente estamos ante un "whodunit" de manual, con regusto a Agatha Christie rancia, todo lo elemental y desalmado que tocaría por su condición telefílmica, aunque, eso sí, luciendo puntuales arrebatos absurdos que agradeces. Por ejemplo, la pareja de sexagenarios con él soltándole sin cesar crueles e hilarantes insultos a ella. El mismo psiquiatra, en apariencia mucho más tarado que sus pacientes. O sendos escuetos más poco inspirados momentos de humor. Tampoco son moco de pavo los títulos de crédito, a base de recolectar, tal y como si se tratara de un trailer cualquiera, algunos de los momentos de la película que nos disponemos a deglutir ¿¿??
Naturalmente, el recuento de cadáveres es escaso y la sangre prácticamente nula. No la esperen, como tampoco esperen un despliegue de tremebundos efectos especiales porque, ni por el forro.
Y pasa lo que pasa, que al sentarme esperando una pedazo de mierda de proporciones bíblicas, me he encontrado con algo semi-simpático, semi-digerible y semi-entrañable que, desde luego, no es para conservar ni volver a ver. Pero ahí queda. Al menos ahora ya puedo ponerle cuerpo a aquella mítica caratula.
En el reparto destacan algunos rostros reconocibles. Especialmente si hablamos de la tocha de Matt CRAVEN (la coincidencia de apellidos no creo que fuera inspiración para el distribuidor), que le viene ideal al farlopero que interpreta y al que hemos visto en chorrocientas películas, destacando por adecuada "Cumpleaños mortal". También les sonará James Keach, básicamente por ser el hermano de Stacy y encarnar al instructor cabrón de "Locademia de conductores". Y finalmente damos con Jack Creley, el misterioso "Brian O'Blivion" del clásico "Videodrome" y que hace el papel de marido mal hablado (que su personaje se apellide Kroog, leáse "Krug", tampoco creo que fuera inspiración para el distribuidor).
Timothy Bond, director, (podríamos referirnos a él chistosamente como Timothy "Dalton as James" Bond) se pasó media vida currando en la tele. Entre sus pocos largos para cine destaca "Cosecha Mortal", cuya reseña fue escrita por Aratz en nuestro pest-seller.
El guion lo firma Peter Jobin, en cuyo curriculum localizamos un episodio de la serie "Misterio para tres" ("Friday the 13th: the series" en v.o.) y, sobre todo, el libreto completo de "Cumpleaños mortal" en cuyo rodaje, supongo, haría buenas migas con Matt Craven.
A saber...

viernes, 5 de febrero de 2021

PACTO DE BRUJAS

La década de los años 00 del nuevo milenio destacó en el cine español por tratarse de unos años en los que se estrenaron —quizás en consecuencia al sistema de despilfarro y subvenciones que funcionaba entonces— un buen montón de títulos adscritos al fantástico y con marcado sabor a serie B. En retrospectiva, fueron suficientes títulos como para considerarlos un subgénero en sí mismos y merecedores de culto por pertenecer a determinada época y poseer un estilo que, visto ahora, incluso parece deudor de décadas anteriores, si tenemos en cuenta los títulos fantásticos internacionales que se estrenaban al tiempo que estos. Intentonas de resurgir, como la de Paul Naschy con su “Rojo Sangre”, odiseas informáticas como la que nos proponía “No debes estar aquí”, por no citar los ya anti-clásicos “Tuno Negro” o “La Central”. Dentro de los parámetros que nos proponía la idiosincrasia propia de la época, pero con algo más de clase y dignidad, se movía esta aproximación al spanish gothic con ramalazos de cine negro que es “Pacto de brujas” del siempre interesante Javier Elorrieta. Un film que destaca, pese a tener un par de escenas más o menos efectistas, por ser una película prácticamente hablada. Curiosamente, y gracias a unos actores efectivos y en estado de gracia (porque tenemos a Ramón Langa que arrastra el lastre de ser la voz de Bruce Willis para el doblaje, pero también tenemos a Carlos Sobera cuyo lastre, amén de ser un actor espantoso, es ser el propio Carlos Sobera) que contra viento y marea van sacando adelante una extraña historia de asesinatos múltiples, ouijas y, por supuesto, brujas.
La Guardia Civil se encuentra con el asesinato de todo un pequeño pueblo por parte de un informático que fue allí a pasar una temporada con su novia. Después se suicidó, quedando su novia en shock tras presenciar la masacre, por lo que no pueden sacarle ni una palabra. Es por ese motivo que la Guardia Civil contacta con un psiquiatra experto en estos casos con el que investigarán todo este entramado, encontrándose por el camino con una suerte de sucesos paranormales que les dejarán a todos picuetos.
Basada en la novela de Andreu Martín “La camisa del revés” y rodada, según el propio Elorrieta, en unas condiciones metereológicas terribles, “Pacto de brujas” resulta ser un entretenimiento fast food que supera sus carencias (tempo demasiado lento, montaje parco) con sus momentos de atmósfera (quizás propiciada por las inclemencias metereológicas mismas) y cuenta con secuencias verdaderamente inquietantes. Quizás el paso del tiempo le haga perder un poco de fuelle, pero lo que está claro es que, sin ninguna clase de artificios, con poca cosa, Elorrieta cuenta una historia que, como poco, resulta interesante y, por momentos, aterradora.
Naturalmente, en la taquilla la cosa fue regular congregando a unos escasos 50.000 espectadores, pero, desde luego, junto con “Memorias del Ángel caído”, “Pacto de brujas es una de las mejores películas de terror de aquellos años.
Se le puede echar un vistazo tranquilamente. Elorrieta, siempre es una garantía de algo, no necesariamente bueno (en este caso sí), pero de algo personal y carismático, siempre.

miércoles, 3 de febrero de 2021

LOS FOTOCROMOS Y EL POSTER DE "EXTERMINADOR 2"

Nada que decir de una peli sobre la que hemos largado mucho y más. Pal caso les enlazo la respectiva reseña y, por supuesto, les dejo la colección integra de sus fotocromos y el póster.
Larga vida a Robert Ginty!.












lunes, 1 de febrero de 2021

LA VENGANZA DE DON MENDO

La hija de Don Nuño, Magdalena, bebe los vientos por  Don Mendo cosa mala. Don Mendo es de linaje noble, no obstante no tiene un duro y lo poco que tiene lo pierde en el juego. Ambos mantienen relaciones secretas.
La idea de Don Nuño es casarla con un alguien rico y de posibles, un trabajador del rey, Don Pero Collado. Ella, ávida de aceptación y reconocimiento social, acepta el casorio sin decirle nada al respecto a Don Mendo ni a Pero. Es por esto que, cuando éste último los descubre, Mendo se inventa que es un ladrón que ha ido a robar y, así,  proteger a Magdalena. En consecuencia, acaba penado de muerte. El Marqués de Moncada, gran amigo de Don Mendo,  le rescatará de su encierro y, Mendo, ideará su sanguinolenta venganza.
“La Venganza de Don Mendo” es la adaptación fílmica de la obra de teatro del mismo título, que tuvo a bien escribir Pedro Muñoz Seca. Un astracán sin más afán que el de entretener que, con la tontería, se ha convertido en una de las obras de teatro españolas más representadas de la historia, siendo superada solo por clásicos tan incuestionables como “Don Juan Tenorio”. La adaptación cinematográfica la lleva a cabo nada menos que Fernando Fernán Gómez, que no solo dirige la película, sino que además se pega la machada de escribir el guion para cine, y de interpretar a Don Mendo con una gracia y un salero a prueba de bombas. Dialogada en verso, la película transcurre tontamente y con fluidez, y presume de una comicidad  un tanto extraña de la que hacen alarde todos sus intérpretes —en especial Fernán Gómez—. No podemos dejar a un lado los descacharrantes decorados en los que se rodó la película. Estos están pintados a mano y con colores pastel — hay que tener en cuenta que es una de las primeras películas españolas que se rodó en color, de ahí, que todo lo referente a los colores sea tremendamente exagerado—,  llevándose la palma, en el diseño de producción, el fuego. En la película el fuego está todo el tiempo presente, ya sea en antorchas pegadas a las paredes del castillo donde se desarrolla la mayoría de la acción o en las chimeneas del mismo. Bien, pues en un alarde de genialidad cómica, el fuego de estos lugares está solucionado a base de papel celofán rojo envolviendo unas bombillas, en el caso de las antorchas, moviéndose  gracias a hilos invisibles, en el caso de las chimeneas. En cualquier caso, un recurso cómico que cincuenta y pico años después de su estreno, sigue funcionando y provocando la hilaridad del espectador. Claro, todo esto no es gratuito; obviamente llevar a la pantalla una astracanada como “La Venganza de Don Mendo” supondría un despliegue de medios y  unos gastos económicos que serían impensables en una producción de aquellos tiempos. Y aunque el vestuario es de primer orden, se opta por convertir los escenarios, naturales o no, en decorados de teatro. Así, no se disimula en ningún momento el cartón piedra y el papel pintado en una inteligente resolución.
Por otro lado, la grandeza de la película radica en unos actores en estado de gracia, siendo, como ya he dicho, Fernán Gómez el rey de la función, pero cuyo protagonismo casi es destronado por Juanjo Menendez que compone un Don Pero Collado, Duque de Toro, con el que, literalmente, te descoyuntas de la risa, ya sea escuchándole recitar su diálogo, ya sea con sus exageradísimas expresiones faciales. Paloma Valdés, actriz de corta carrera pero de inconmensurable belleza —que podría competir sin problema alguno con cualquiera de las más populares bellezas contemporáneas—  interpreta a Magdalena de manera teatral y pizpireta, resultando igual de divertida que sus compañeros de escenario. El resto, secundarios de lujo de nuestro cine cuyos nombres son sinónimo de eficacia; así, vemos desfilar por la pantalla maravillosos actores de la talla de Xan Das Bolas, Antonio Garisa, Joaquín Roa, Maria Luisa Ponte…
Un divertimento, sin más, que a nivel histórico ha trascendido y se ha convertido en gran clásico por méritos propios y hasta nuestros días: La obra aún se sigue representando en los teatros, y la película está actualmente en catálogo en DVD.