Perteneciente a la etapa que más me gusta de Jess Franco —la última, la de vídeo— “Killer Barbys Vs Drácula” sería uno de los títulos que mejor captan en lo que se convertiría el director una vez llegados al nuevo milenio y, a su vez, sería la película que mejor condensa todos los vicios y virtudes de Jesús Franco. Si hubiera que proyectar a algún neófito una de sus películas en vídeo y mostrar su decadencia, “Killer Barbys Vs Drácula” sería ideal para que comprendiera esta etapa del director que dista de las anteriores porque ahora tiene carta blanca para experimentar más y, si me apuran, incluso para ser más chapuzas. Con el vídeo todo son ventajas.
Como fuere, aquí tenemos una segunda incursión de The Killer Barbies en el universo franquiano en el que tanto Silvia Supestar como sus músicos no son más que un mero adorno. Están como podían muy bien no estar y la película seguiría siendo la misma. Además que no tiene mucho sentido porque si la anterior película “Killer Barbys” aparece en un momento en el que, por moda (los temibles 90), se reivindicaba el cine chungo porque la gente de Subterfuge records quería ir de enrollada y colgarse una medallita recuperando a Jesús Franco, para 2002, año en el que se rodó esta secuela, el posible interés que podían suscitar tanto de The Killer Barbies como Jess Franco ya era residual.
La cosa, sin un argumento lineal o coherente, ya que la película entera es un ir y venir de personajes al más puro estilo vodevilesco —pero sin demasiado vodevil— cuenta la historia de The Killer Barbies que ¿actúan? ¿ensayan? en las instalaciones del Tivoli World, un mítico parque de atracciones malagueño (ya cerrado). En ese mismo parque de atracciones se encuentra un individuo que dice ser Drácula, siendo este desacreditado cuando de repente se persona la directora de turismo de Transilvania con un ataúd que contiene la momia —muy bien conservada— del verdadero Drácula. Basta que The Killer Barbies se pongan a tocar para que, gracias a su ritmo, el Conde Drácula despierte de su letargo y vaya mordisqueando a todo bicho viviente con el que se topa por el parque de atracciones, sin que la luz del sol sea un impedimento en su devenir, reflejándose los rayos de sol en la sudorosa calva de Enrique Sarasola, actor que da vida a Drácula con mucho ímpetu. Luego, distintas y demenciales subtramas se abren, sin que ninguna llegue a su desenlace. Aunque importa tres pitos que lleguen o no…
El caso es que no tenía yo a esta película entre mis favoritas del director, huelga decir que es infame, malísima, sin embargo es tan tonta, descerebrada y loca, que tras un reciente visionado y habiendo visto auténticos bodrios insufribles dentro de la época vídeo de Franco, lo cierto es que con esta te ríes y, si me apuran, puedo llegar a decir que está entre las tres o cuatro más entretenidas del director. Ojo, no digo entre las tres o cuatro mejores, sino más graciosas.
Para esta majadería de Franco, entran en co-producción hispano-germana, Jacinto Santos y Carster Frank, habitual actor de Marian Dora, cabeza visible del cine extremo alemán y perpetrador de salvajadas varias con esa troupe, que aquí no solo pone sus dineros e infraestructura al servicio de Jess, sino que nos regala un papel secundario de corte cómico dándole la réplica Dan Van Hussen, mítica figura de los spaghetti western que interpreta a una suerte de Van Helsing ciego que resulta ser lo más divertido del sarao. Más divertido aún en la versión doblada al castellano de la misma, ya que, supongo que por capricho, le dobla el propio Jess Franco con su soniquete inconfundible y, claro, si a eso le añadimos el hecho de que todo el doblaje es una cutrez de narices, no pega, por lo que es difícil que el espectador al reconocerlo no suelte aunque sea una carcajada.
Del mismo modo “Killer Barbys vs Drácula” supondría el último papel en un largo para Aldo Sambrell, igual de mítico que Van Hussen y por los mismos motivos, interpretando al gerente del parque de atracciones que está enamorado de Silvia Superstar, esta no le corresponde y, en consecuencia, le llama puta. Sambrell además canturrea canciones de pirata en el mismo escenario del que no se bajan The Killer Barbies, con un coro de señoritas que se parten el ojete ante las cancioncillas que entona. Todo muy gratuito y sin venir a cuento.
El resto del nutridísimo reparto lo componen rostros habituales en la filmografía del tío Jess como puedan ser los de la eterna Lina Romay, Katja Bienert, Fata Morgana, Carmen Montes o José Roberto Vila que además fue contratado en calidad de guionista. Vila entregó un guion de aproximadamente 40 páginas en el que se contaba una historia de corte pop al estilo de las películas que Richard Lester hizo para "The Beatles". Pero una vez comenzado el rodaje, Jess y Lina lo abordaron como les pareció bien, improvisando situaciones sobre la marcha y no respetando en absoluto el guion por el que Vila fue contratado. Por eso en los créditos aparecen tanto Vila como Jess y Lina.
Por si eso fuera poco, se cuenta por ahí que la película se pergeñó con un dinero del productor Jacinto Santos que se sumaría al resto que pondría la producción alemana. En realidad Santos no llegaría a gastarse un duro en la misma porque, con el dinero y material técnico de los alemanes, Franco rodaría esta película y todavía le sobraría para sacarse de la manga dos más, “Flores de perversión” y “Flores de la pasión”, por lo que el negocio, en el caso de que lo hubiera habido como antaño, salió redondo. Sin embargo, la película es tan caótica y poco profesional, que tras un pase en la Semana de Donosti en el que el público no tuvo piedad con la misma hasta tal punto que Jess Franco salió del cine mosqueado a causa de las reacciones, esta no llegó a estrenarse en cine en nuestro país, apareciendo en DVD años después a través de Vella Visión, tras ser rechazada por Manga Films que al escuchar el desastroso audio que la cinta contenía, decidió cancelar el lanzamiento.
Y sin más. Un puro descerebre que, quizás, ha mejorado, contra todos los pronósticos, con el paso del tiempo. Es mala a rabiar… pero te ríes un rato.
lunes, 31 de octubre de 2022
sábado, 29 de octubre de 2022
LA JOYA DE LOS DIOSES
Aunque suene a introducción de gacetillero novato, es bien cierto que el fenómeno Indiana Jones esputó un mogollón de imitadores. Además, en todas partes del globo terráqueo. Desde la misma yankilandia (con "Tennessee Buck" o "Jake Speed" representando al gremio subproductil, aunque las hay a cientos, incluidos títulos tan mainstream como "Tras el corazón verde" o "La gran ruta hacia China"), pasando por la inevitable Italia ("El secreto del imperio de los incas", "Los aventureros del tesoro perdido", "El arca del dios del sol"), Inglaterra ("Biggles"), México ("El tesoro de la selva perdida"), hasta Australia itself ("Sky Pirates"). Incluso Jackie Chan picó con "La armadura de dios". Y "El tesoro de las cuatro coronas" fue la aportación Española en función coproductora. Ante semejante panorama, y teniendo en cuenta que, tal vez, algunas de aquellas imitaciones se rodaran en parajes Sudafricanos, estos se subieron al carro a finales de los ochenta con "La joya de los dioses". Total, tenían cerquita todo el exotismo requerido, así que en ese sentido la cosa les saldría barata. Muuuuuy barata.
Los yankis y los nazis se pelean por agenciarse un pedrusco de lo más poderoso. Los primeros mandan a un hindú (la comparsa cómica, absolutamente irritante) que se asocia con el típico aventurero golfo de nombre chispeante, Snowy Grinder (Australiano, para más señas). Los segundos envían al militar eternamente cabreado de marcado acento. Unos y otros lucharán, aparecerá la churri de rigor y todo terminará bien.
Lo justo sería cebarnos con "La joya de los dioses". Pero se parecería mucho a meterle collejas al tonto de la clase por ser tonto. Demasiado fácil. No se puede esperar nada de un exploitation de Indiana Jones sudafricano. Así que no esperamos nada. Y la vemos pacientemente, porque a la cabrona le pesa el culo. Poca acción, muchos diálogos, todo así como un pelo cutre, aunque sin llegar al tercermundismo, en ese aspecto mantiene la cabeza alta. Un sentido de la comedia absolutamente terrible (y excesiva). Y una escena en la que se fusila sin decoro otra de "Indiana Jones y el templo maldito", pero a lo pobre. Imaginen la movida de las vagonetas a tamaño infantil, unas donde han de caber, sí o sí, los tres protagonistas, bien apretujados. En el apartado desagradable, e inevitable dada procedencia y época, unas dosis de crueldad animal nada fingidas.
Si miramos a la peña implicada, parece que no pero podemos rascar algo. Por ejemplo, al héroe (cuya arma reglamentaria es un cortante boomerang que usa poco) lo interpreta Marius Weyers, actor que se ha mantenido activo hasta nuestros días y en cuyo curriculum encontramos cosas tan curiosas como el inevitable primer (¿y único?) gran hit de la cinematografía Sudafricana, "Los dioses deben estar locos", "Gandhi" (interpretando a ¡un conductor!), "Profundidad seis" y "Diamante de sangre". La conexión con "Los dioses deben estar locos" es de lo más razonable. Fue una cantera para actores de aspiraciones internacionales, por eso en ella también vemos a Sandra Prinsloo, que en "La joya de los dioses" da vida a la compañera del aventurero prota. Y podrían haber más nombres, pero no me apetece indagar.
Robert van de Coolwijk, director (dedica la película a su mujer e hijos. No me sorprendería que, después del estreno, le abandonaran), tiene poca cosa en tales funciones. Por contra, como diseñador de producción no ha parado de currar en títulos bien llamativos -por su naturaleza- del calibre de "Tienes que estar loco" (esa peli de cámara oculta que en España nos vendieron -incomprensiblemente- como parida por Monty Python), "Kickboxer 5: Revancha", "Mr. Bones" y "Granja sangrienta/Slash".
Los yankis y los nazis se pelean por agenciarse un pedrusco de lo más poderoso. Los primeros mandan a un hindú (la comparsa cómica, absolutamente irritante) que se asocia con el típico aventurero golfo de nombre chispeante, Snowy Grinder (Australiano, para más señas). Los segundos envían al militar eternamente cabreado de marcado acento. Unos y otros lucharán, aparecerá la churri de rigor y todo terminará bien.
Lo justo sería cebarnos con "La joya de los dioses". Pero se parecería mucho a meterle collejas al tonto de la clase por ser tonto. Demasiado fácil. No se puede esperar nada de un exploitation de Indiana Jones sudafricano. Así que no esperamos nada. Y la vemos pacientemente, porque a la cabrona le pesa el culo. Poca acción, muchos diálogos, todo así como un pelo cutre, aunque sin llegar al tercermundismo, en ese aspecto mantiene la cabeza alta. Un sentido de la comedia absolutamente terrible (y excesiva). Y una escena en la que se fusila sin decoro otra de "Indiana Jones y el templo maldito", pero a lo pobre. Imaginen la movida de las vagonetas a tamaño infantil, unas donde han de caber, sí o sí, los tres protagonistas, bien apretujados. En el apartado desagradable, e inevitable dada procedencia y época, unas dosis de crueldad animal nada fingidas.
Si miramos a la peña implicada, parece que no pero podemos rascar algo. Por ejemplo, al héroe (cuya arma reglamentaria es un cortante boomerang que usa poco) lo interpreta Marius Weyers, actor que se ha mantenido activo hasta nuestros días y en cuyo curriculum encontramos cosas tan curiosas como el inevitable primer (¿y único?) gran hit de la cinematografía Sudafricana, "Los dioses deben estar locos", "Gandhi" (interpretando a ¡un conductor!), "Profundidad seis" y "Diamante de sangre". La conexión con "Los dioses deben estar locos" es de lo más razonable. Fue una cantera para actores de aspiraciones internacionales, por eso en ella también vemos a Sandra Prinsloo, que en "La joya de los dioses" da vida a la compañera del aventurero prota. Y podrían haber más nombres, pero no me apetece indagar.
Robert van de Coolwijk, director (dedica la película a su mujer e hijos. No me sorprendería que, después del estreno, le abandonaran), tiene poca cosa en tales funciones. Por contra, como diseñador de producción no ha parado de currar en títulos bien llamativos -por su naturaleza- del calibre de "Tienes que estar loco" (esa peli de cámara oculta que en España nos vendieron -incomprensiblemente- como parida por Monty Python), "Kickboxer 5: Revancha", "Mr. Bones" y "Granja sangrienta/Slash".
Naxo Fiol
viernes, 28 de octubre de 2022
CONFINADOS
Martín Garrido Ramis, ya cómodo y a sus anchas en el cine de bajísimo presupuesto, aprovecha la coyuntura que en su momento le ofrece la pandemia por Covid 19, y en un alarde de oportunismo máximo, se saca de la manga una película que rodada con menos de 6000 euros por un equipo técnico reducido, ambienta su historia en medio de la pandemia y durante el confinamiento.
Obviamente una película sobre ese tema e intentando llegar a las salas lo antes posible llama la atención del público, sin embargo, si los presupuestos que maneja Garrido son escuetos, más escueta es la distribución a la que tiene acceso, por lo que la película se estrenó en salas en Noviembre de 2021 de manera muy reducida. En consecuencia, yo creo que solo conocemos la película los que seguimos muy de cerca al director mallorquín, porque para el resto de los mortales “Confinados” —no confundir con la película americana de idéntico título dirigida por Doug Liman y protagonizada por Chiwetel Ejiofor— ha pasado directamente desapercibida.
Al margen de esto, la trama dentro de los días de confinamiento es meramente circunstancial y para explotar el filón de la actualidad, porque la historia que nos cuenta se podía desarrollar perfectamente en un universo libre de coronavirus.
Un jubilado que ha cotizado poco y tiene una pensión paupérrima, decide ofrecerse voluntario para probar una vacuna experimental contra el Covid 19, motivo este por el que percibirá 5000 euros. Por otro lado, se entera de que la mujer de un cura que acaba de fallecer, escondía en casa de este una fortuna, motivo por el cual nuestro protagonista decidirá suplantar la identidad del cura muerto y, pasando el confinamiento en su casa, buscará ese dinero escondido. La cosa se le complicará cuando descubra que hay varias mujeres con la llave de esa casa, que desempeñando las labores habituales en ese hogar, entrarán y saldrán del domicilio a antojo. Como creen que nuestro protagonista es en realidad el cura, este aprovechará la situación para sonsacarles información.
“Confinados”, rodada de manera totalmente barata y con cierta conciencia de ser lo que es —una película semi amateur—, está concebida desde el principio de tal manera que no le costara mucho a Garrido llevarla adelante: Poco más de dos o tres localizaciones y prácticamente en interiores. Sin embargo, la película, que se sustenta a base de conversaciones, en ocasiones con diálogos un tanto forzados, termina resultando algo insulsa y desangelada. No llega a horrorizarnos, pero en ningún momento Garrido consigue captar nuestra atención al 100%.
Asimismo Martín Garrido también es autor teatral y quizás “Confinados” hubiera sido más interesante como obra de teatro que como película, porque pienso que ese formato es más adecuado para la forma en que se nos cuenta esta historia. Entonces, sin más, resulta que “Confinados”, probablemente sea la película más floja de su actual etapa, incluso por debajo de títulos que tampoco destacaban en demasía como puedan ser “Una función para olvidar” o “Turbulencia Zombi”. Y es que en realidad, parece que es una película cuya única razón de ser es ver si con lo de la pandemia sonaba la flauta. Igual Garrido tendría que, además de aprovechar la oportunidad, haberse currado un poco más la que hasta ahora es su última película.
Pero el cineasta nos cae en gracia, casi, casi aprueba y esperaremos con expectación su próximo atentado filmico. Porque Martín Garrido Ramis es un terrorista. Vocacional además.
Obviamente una película sobre ese tema e intentando llegar a las salas lo antes posible llama la atención del público, sin embargo, si los presupuestos que maneja Garrido son escuetos, más escueta es la distribución a la que tiene acceso, por lo que la película se estrenó en salas en Noviembre de 2021 de manera muy reducida. En consecuencia, yo creo que solo conocemos la película los que seguimos muy de cerca al director mallorquín, porque para el resto de los mortales “Confinados” —no confundir con la película americana de idéntico título dirigida por Doug Liman y protagonizada por Chiwetel Ejiofor— ha pasado directamente desapercibida.
Al margen de esto, la trama dentro de los días de confinamiento es meramente circunstancial y para explotar el filón de la actualidad, porque la historia que nos cuenta se podía desarrollar perfectamente en un universo libre de coronavirus.
Un jubilado que ha cotizado poco y tiene una pensión paupérrima, decide ofrecerse voluntario para probar una vacuna experimental contra el Covid 19, motivo este por el que percibirá 5000 euros. Por otro lado, se entera de que la mujer de un cura que acaba de fallecer, escondía en casa de este una fortuna, motivo por el cual nuestro protagonista decidirá suplantar la identidad del cura muerto y, pasando el confinamiento en su casa, buscará ese dinero escondido. La cosa se le complicará cuando descubra que hay varias mujeres con la llave de esa casa, que desempeñando las labores habituales en ese hogar, entrarán y saldrán del domicilio a antojo. Como creen que nuestro protagonista es en realidad el cura, este aprovechará la situación para sonsacarles información.
“Confinados”, rodada de manera totalmente barata y con cierta conciencia de ser lo que es —una película semi amateur—, está concebida desde el principio de tal manera que no le costara mucho a Garrido llevarla adelante: Poco más de dos o tres localizaciones y prácticamente en interiores. Sin embargo, la película, que se sustenta a base de conversaciones, en ocasiones con diálogos un tanto forzados, termina resultando algo insulsa y desangelada. No llega a horrorizarnos, pero en ningún momento Garrido consigue captar nuestra atención al 100%.
Asimismo Martín Garrido también es autor teatral y quizás “Confinados” hubiera sido más interesante como obra de teatro que como película, porque pienso que ese formato es más adecuado para la forma en que se nos cuenta esta historia. Entonces, sin más, resulta que “Confinados”, probablemente sea la película más floja de su actual etapa, incluso por debajo de títulos que tampoco destacaban en demasía como puedan ser “Una función para olvidar” o “Turbulencia Zombi”. Y es que en realidad, parece que es una película cuya única razón de ser es ver si con lo de la pandemia sonaba la flauta. Igual Garrido tendría que, además de aprovechar la oportunidad, haberse currado un poco más la que hasta ahora es su última película.
Pero el cineasta nos cae en gracia, casi, casi aprueba y esperaremos con expectación su próximo atentado filmico. Porque Martín Garrido Ramis es un terrorista. Vocacional además.
Victor Olid
miércoles, 26 de octubre de 2022
GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 17 (SUPER 8 FANTÁSTICO EN PARÍS)
Entre mediados de los ochenta, y principios de los noventa, la maravillosa revista "Mad Movies" apadrinó anualmente un festival de cine fantástico parido en super 8. Los fans facturaban sus propias peliculitas caseras (con el tiempo se abrió una sección dedicada a los 16 mm, pero jamás hubo lugar para el vídeo) y las mandaban. Eran proyectadas en una sala repleta hasta la bandera con una audiencia entusiasta que jaleaba o masacraba los cortos, según como les funcionaran. En cualquier caso era toda una fiesta, una con sus propios héroes y personajes recurrentes que, año tras año, regresaban con nuevas producciones o secuelas.
Como devorador de la publicación, y aspirante a cortometrajista a mediados de los ochenta, leer aquellas líneas (ya saben, haciendo un esfuerzo titánico, diccionario francés-español en mano) o, sobre todo, recrearme en sus fotos, resultaba fascinante. Quería formar parte de aquello. Y, confiésolo, algunos de esos cortos ignotos inspiraron creaciones propias en cuanto tuve acceso a una cámara de single-8. Por eso, por lo especial que fue para mí -en la distancia- el Festival de Super 8 fantástico de París, he decidido dedicarle esta entrada, como homenaje, recolectando parte del material que tanto me marcó e influyó.
No hace tantos años, Fabrice Blin, quien siendo adolescente había participado en el sarao como veremos más abajo, decidió confeccionar un documental sobre todo aquella movida, entrevistando a los habituales e incorporando lo más granado de esos cortos en los extras del respectivo DVD. "Super 8 Madness!" se titula, y estuve tentado a pillarlo (porque, encima, lleva subtítulos en castellano) pero nunca he procedido. Sería la ocasión perfecta para ver, por fin, muchas de esas obritas en super 8. Aunque, tal vez, es mejor que sigan siendo inéditas para mí e imaginarlas tal y como las imaginé en esos entonces.
También de gore -y fantástico- se calificaba a "Dans les
griffes des Templiers" -1989- dirigido por Nicolas Hervoches.
La cosa iba de cinco campistas inocentes enfrentados a
un zombie, un monje asesino, los templarios y -según
"Mad Movies"- ¿un gnomo lúbrico?... ¿hein?
En las fotos pueden ver al gran Jean-Pierre Putters
(editor de "Mad Movies" en su mejor época) y a Sangria,
curiosa imitación francesa de Elvira (que ya de por sí era
Como devorador de la publicación, y aspirante a cortometrajista a mediados de los ochenta, leer aquellas líneas (ya saben, haciendo un esfuerzo titánico, diccionario francés-español en mano) o, sobre todo, recrearme en sus fotos, resultaba fascinante. Quería formar parte de aquello. Y, confiésolo, algunos de esos cortos ignotos inspiraron creaciones propias en cuanto tuve acceso a una cámara de single-8. Por eso, por lo especial que fue para mí -en la distancia- el Festival de Super 8 fantástico de París, he decidido dedicarle esta entrada, como homenaje, recolectando parte del material que tanto me marcó e influyó.
No hace tantos años, Fabrice Blin, quien siendo adolescente había participado en el sarao como veremos más abajo, decidió confeccionar un documental sobre todo aquella movida, entrevistando a los habituales e incorporando lo más granado de esos cortos en los extras del respectivo DVD. "Super 8 Madness!" se titula, y estuve tentado a pillarlo (porque, encima, lleva subtítulos en castellano) pero nunca he procedido. Sería la ocasión perfecta para ver, por fin, muchas de esas obritas en super 8. Aunque, tal vez, es mejor que sigan siendo inéditas para mí e imaginarlas tal y como las imaginé en esos entonces.
"Super-Commando" me obsesionó más que ningún otro corto. Una
parodia del clásico de Schwarzenegger (aquí el héroe se hace llamar
John Mitrax) dirigido por Gilles Touzeau en 1986. Un señor que, con
los años, se pasaría al corto arty y experimental, pero que aún
produciría más materia por el estilo como un par de secuelas
("La retour de Super-Commando" y otra con Mitrax enfrentado a un grupo
de ninjas) o una cosa sobre un pollo gigante titulado "Chickenzilla".
De la tercera parte se encargaría en 1988 otro menda, Jason Eod.
parodia del clásico de Schwarzenegger (aquí el héroe se hace llamar
John Mitrax) dirigido por Gilles Touzeau en 1986. Un señor que, con
los años, se pasaría al corto arty y experimental, pero que aún
produciría más materia por el estilo como un par de secuelas
("La retour de Super-Commando" y otra con Mitrax enfrentado a un grupo
de ninjas) o una cosa sobre un pollo gigante titulado "Chickenzilla".
De la tercera parte se encargaría en 1988 otro menda, Jason Eod.
La influencia de esto fue tal que incluso llegué a replicar la idea,
cambiando super por ultra. Y dos veces.
cambiando super por ultra. Y dos veces.
Otro de mis cortos-obsesión, y otra de las parodias más queridas
por el público del festival, "Handicapman", evidente guasa a costa
de un Superman franchute que va a todas partes con su perro, Handicapdog.
La primera viene fechada en 1987. Fue tal su éxito, que al año siguiente, o
al otro, se hizo una secuela en la que Handicapman se enfrentaba a Tchernoman,
una parodia del Hombre Nuclear de "Superman IV" pero con pinta de hippie.
Dirige ambas Fabrice Blin, es decir, el menda que luego firmaría
el documental "Super 8 Madness!".
Otra parodia ilustre del evento, de la que no tengo imagen, fue
"Mad Mox IV Beyond Pleasure Dome".
Pero no todo eran imitaciones con la excusa de la coña, los había que se lo
tomaban mucho más en serio e, igual que ocurre hoy día, replicaban
por el público del festival, "Handicapman", evidente guasa a costa
de un Superman franchute que va a todas partes con su perro, Handicapdog.
La primera viene fechada en 1987. Fue tal su éxito, que al año siguiente, o
al otro, se hizo una secuela en la que Handicapman se enfrentaba a Tchernoman,
una parodia del Hombre Nuclear de "Superman IV" pero con pinta de hippie.
Dirige ambas Fabrice Blin, es decir, el menda que luego firmaría
el documental "Super 8 Madness!".
Otra parodia ilustre del evento, de la que no tengo imagen, fue
"Mad Mox IV Beyond Pleasure Dome".
Pero no todo eran imitaciones con la excusa de la coña, los había que se lo
tomaban mucho más en serio e, igual que ocurre hoy día, replicaban
grandes éxitos del fantastique mainstream de la época, como "Terminator"...
Este se tituló, tal cual, "Terminator 2". Lo gracioso
es que aquel mismo año -1987- en el festival participaba
otra secuela del clásico de James Cameron titulada
exactamente igual. Con dos cojones. Ambas paridas
cuatro años antes de la segunda parte real.
es que aquel mismo año -1987- en el festival participaba
otra secuela del clásico de James Cameron titulada
exactamente igual. Con dos cojones. Ambas paridas
cuatro años antes de la segunda parte real.
En 1988 se estrenaba este otro corto, "Karl". Aunque en las
páginas de "Mad Movies" se hable de la influencia de "Robocop",
lo cierto es que la cosa sigue apestando a "Terminator".
En realidad muchos de los cortos superocheros del festival
existían únicamente por una razón, demostrar la capacidad de
sus responsables a la hora de enfrentarse a efectos especiales,
maquillajes chulos y la creación de criaturas asombrosas.
A continuación, varios ejemplos...
páginas de "Mad Movies" se hable de la influencia de "Robocop",
lo cierto es que la cosa sigue apestando a "Terminator".
En realidad muchos de los cortos superocheros del festival
existían únicamente por una razón, demostrar la capacidad de
sus responsables a la hora de enfrentarse a efectos especiales,
maquillajes chulos y la creación de criaturas asombrosas.
A continuación, varios ejemplos...
horrible"- de un corto dirigido en 1987 por Hervé Martin. Al parecer
la cosa va de chavala perseguida por un zombie (foto 1) que, al caer
en brazos de su maromo, este resulta ser un hombre lobo (foto 2). O algo así.
Es decir, como el video-clip "Thriller" pero a la inversa.
la cosa va de chavala perseguida por un zombie (foto 1) que, al caer
en brazos de su maromo, este resulta ser un hombre lobo (foto 2). O algo así.
Es decir, como el video-clip "Thriller" pero a la inversa.
"Mon père: Victor F." era un corto mucho más ambicioso, tanto
como para estar rodado en formato de 16 mm el año 1987 por Philippe
Sisbane e inspirarse en el clásico de Mary Shelley. Todo ello envuelto
en un aire a lo "Hammer Films", incluidos decorados victorianos
espectaculares, según afirmaba la misma "Mad Movies".
Como dato extra curioso, mentar que en ese mismo año, y
dentro de la sección dedicada a los 16 mm, se presentaba el corto
"Hemophilia", dirigido por todo un clásico del "trash" franchute (ya
fallecido), don Norbert Moutier.
como para estar rodado en formato de 16 mm el año 1987 por Philippe
Sisbane e inspirarse en el clásico de Mary Shelley. Todo ello envuelto
en un aire a lo "Hammer Films", incluidos decorados victorianos
espectaculares, según afirmaba la misma "Mad Movies".
Como dato extra curioso, mentar que en ese mismo año, y
dentro de la sección dedicada a los 16 mm, se presentaba el corto
"Hemophilia", dirigido por todo un clásico del "trash" franchute (ya
fallecido), don Norbert Moutier.
Este fabuloso bicho pertenece al corto de llamativo título
"Cannibal L´Horrible Mutation", dirigido por Éric Charbonnel
en 1986, que lo vendía como "La película más cursi de la creación".
Por lo visto, la cosa iba de gore a espuertas y mucho cutrismo
desaforado. Ganó el premio a los mejores efectos especiales, lo que
animó a Charbonnel a hablar de una futura secuela (jamás materializada,
según mis datos), "Cannibal II, le cauchemar continue", y anunciarla como
"La película que haría pasar a Rambo por pacifista".
Que cachondos estos gabachos!!!
"Cannibal L´Horrible Mutation", dirigido por Éric Charbonnel
en 1986, que lo vendía como "La película más cursi de la creación".
Por lo visto, la cosa iba de gore a espuertas y mucho cutrismo
desaforado. Ganó el premio a los mejores efectos especiales, lo que
animó a Charbonnel a hablar de una futura secuela (jamás materializada,
según mis datos), "Cannibal II, le cauchemar continue", y anunciarla como
"La película que haría pasar a Rambo por pacifista".
Que cachondos estos gabachos!!!
"Liste Rouge" de Bruno Réa -1987- contaba en 19 minutos
la historia de una mujer agredida por su teléfono (??)
Que en cuestiones de género se la calificara simple y llanamente
como "Gore", me hacía salivar infinitamente.
la historia de una mujer agredida por su teléfono (??)
Que en cuestiones de género se la calificara simple y llanamente
como "Gore", me hacía salivar infinitamente.
También de gore -y fantástico- se calificaba a "Dans les
griffes des Templiers" -1989- dirigido por Nicolas Hervoches.
La cosa iba de cinco campistas inocentes enfrentados a
un zombie, un monje asesino, los templarios y -según
"Mad Movies"- ¿un gnomo lúbrico?... ¿hein?
La deuda con el diablo de "Legend" es indudable, pero
también lo es el buen hacer -en cuestiones maquillantes- de
este corto, "Aurore" -1989- según B.Quintin y P.Cano, calificado
como uno de los trabajos más ambiciosos presentados ese año,
con un presupuesto de 8000 francos de la época.
también lo es el buen hacer -en cuestiones maquillantes- de
este corto, "Aurore" -1989- según B.Quintin y P.Cano, calificado
como uno de los trabajos más ambiciosos presentados ese año,
con un presupuesto de 8000 francos de la época.
"Circus" -1988- dirigido por Jean-Christophe Spadaccini.
Impactante imagen de otro corto que me llevó loco durante
un tiempo, "Mixer II", probablemente porque venía categorizado
como gore / humor y los responsables se hacían llamar Mixer
Brothers. La historia -en 5 min- de un niño encerrado en un
lavabo... y las sangrientas consecuencias. Supongo que eso
de mostrar a un crío con la mano cercenada era también lo
suficientemente transgresor como para ponerme farruco.
un tiempo, "Mixer II", probablemente porque venía categorizado
como gore / humor y los responsables se hacían llamar Mixer
Brothers. La historia -en 5 min- de un niño encerrado en un
lavabo... y las sangrientas consecuencias. Supongo que eso
de mostrar a un crío con la mano cercenada era también lo
suficientemente transgresor como para ponerme farruco.
caballeros de fascinantes nombres, Lucio Mad y Gabor
Rassov. Llevaban varias ediciones presentando una saga de
cortos que respondían al título de "Guts" y solían ser
categorizados como "Trash Movies", entendiendo -entonces- que algo
tendría que ver con el cine del vendido y mangante John
Waters. La cosa iba de "aventuras diarréicas" y "asesinos
degenerados disfrazados de reparadores de aspiradoras", o
Rassov. Llevaban varias ediciones presentando una saga de
cortos que respondían al título de "Guts" y solían ser
categorizados como "Trash Movies", entendiendo -entonces- que algo
tendría que ver con el cine del vendido y mangante John
Waters. La cosa iba de "aventuras diarréicas" y "asesinos
degenerados disfrazados de reparadores de aspiradoras", o
eso se puede entender leyendo las crónicas. En cualquier caso, el
año 1988 entraba en juego otro corto -este parido en 16 mm- con
año 1988 entraba en juego otro corto -este parido en 16 mm- con
esa misma calificación, fabulosamente titulado "Mongolitos".
Lo firmaba Stéphane Ambiel y, al parecer, todo se desarrollaba
en el interior de un lavabo por donde cruzaban transexuales
y monjas (??) La misma "Mad Movies" decía de él
Lo firmaba Stéphane Ambiel y, al parecer, todo se desarrollaba
en el interior de un lavabo por donde cruzaban transexuales
y monjas (??) La misma "Mad Movies" decía de él
que resultaba "particularmente odioso". Verlo pa creerlo.
Obviamente, además de apadrinar el evento y dedicarle las
respectivas crónicas, "Mad Movies" también publicaba en sus
páginas artículos prácticos de cómo hacer tus películas en Súper 8,
cómo iluminarlas, truquitos para darles un mejor acabado, etc.
De eso mismo habla el escaneo arriba dispuesto (para ampliarlo denle a la
tecla Ctrl + botón izquierdo del ratón), que centraba sus atenciones
en dos cortos, por un lado otra de las parodias del festival,
"Aventures de John Smith" (a costa de "Indiana Jones", claro) y, de modo
mucho más generoso, el corto-fan sobre Freddy Krueger "La nuit
du defi", del que pueden ver una simpática imagen promocional
justo debajo.
respectivas crónicas, "Mad Movies" también publicaba en sus
páginas artículos prácticos de cómo hacer tus películas en Súper 8,
cómo iluminarlas, truquitos para darles un mejor acabado, etc.
De eso mismo habla el escaneo arriba dispuesto (para ampliarlo denle a la
tecla Ctrl + botón izquierdo del ratón), que centraba sus atenciones
en dos cortos, por un lado otra de las parodias del festival,
"Aventures de John Smith" (a costa de "Indiana Jones", claro) y, de modo
mucho más generoso, el corto-fan sobre Freddy Krueger "La nuit
du defi", del que pueden ver una simpática imagen promocional
justo debajo.
Y, como todo buen festival, este también contaba con sus
propios carteles. Estaban chulos, sobre todo el segundo, haciendo
gala de una ilustración especialmente desagradable que me tenía
fascinado. Sin embargo, me cabreaba que en ninguno se hiciera mención
VISUAL al super 8. Ya saben, una cámara o, en el caso del primero,
esa cinta de celuloide que, acorde al formato, tendría que tener
UNA línea de perforaciones y no dos.
Es posible que, por eso, cuando años después me encargué de
organizar un evento dedicado a los cortos caseros paridos en vídeo,
hiciera tanto hincapié en mostrar una vistosa cámara Mini-DV en
los respectivos carteles ilustrados por amigos o yo mismo.
propios carteles. Estaban chulos, sobre todo el segundo, haciendo
gala de una ilustración especialmente desagradable que me tenía
fascinado. Sin embargo, me cabreaba que en ninguno se hiciera mención
VISUAL al super 8. Ya saben, una cámara o, en el caso del primero,
esa cinta de celuloide que, acorde al formato, tendría que tener
UNA línea de perforaciones y no dos.
Es posible que, por eso, cuando años después me encargué de
organizar un evento dedicado a los cortos caseros paridos en vídeo,
hiciera tanto hincapié en mostrar una vistosa cámara Mini-DV en
los respectivos carteles ilustrados por amigos o yo mismo.
Y ya que citaba las crónicas del sarao que "Mad Movies"
incorporaba en sus páginas (todas muy golosas) a
continuación les dejo una muestra, que pueden ampliar dándole
a la tecla Ctrl + botón izquierdo del ratón. Mentar que, cortos
aparte, se celebraba un concurso de disfraces, en el que los
participantes se lucían fabricando sus propios maquillajes
monstruosos... algunos tan logrados como el que cierra este repaso
que taaaaanto he disfrutado confeccionando para ustedes... bueno,
y para mí. En realidad ha sido para mí.
incorporaba en sus páginas (todas muy golosas) a
continuación les dejo una muestra, que pueden ampliar dándole
a la tecla Ctrl + botón izquierdo del ratón. Mentar que, cortos
aparte, se celebraba un concurso de disfraces, en el que los
participantes se lucían fabricando sus propios maquillajes
monstruosos... algunos tan logrados como el que cierra este repaso
que taaaaanto he disfrutado confeccionando para ustedes... bueno,
y para mí. En realidad ha sido para mí.
En las fotos pueden ver al gran Jean-Pierre Putters
(editor de "Mad Movies" en su mejor época) y a Sangria,
curiosa imitación francesa de Elvira (que ya de por sí era
una imitación de Vampira)
Conclusión: Como suele ser habitual, de muchos de los nombres citados a lo largo de esta entrada nunca más se supo. Supongo que la gran mayoría dejarían atrás lo que, simplemente, considerarían "una fase", locuras de juventú. Otra parte -minúscula asumo- lograría alcanzar cierta profesionalidad. Y luego están los curiosos casos de Fabrice Blin y su documental o el desvío a terreno experimental de Gilles Touzeau. Pero, que yo sepa, todos dejaron de crear cortos amateurs de género, en el sentido puro del término. No más terror, no más monstruos, no más gore, no más cachondeo y no más "trash movies". Lo normal, ¿no? ¿Lo normal?... ¡¡¡¿¿¿por qué???!!! La pregunta del millón. Vale, la energía juvenil se desvanece con los años. Las desilusiones, desengaños y etc se acumulan. Tampoco la pasión soporta bien el paso del tiempo. Se supone que uno madura y debe aspirar a cosas más serias, más eficientes técnicamente, a temas elevados, etc... pero, repito, ¿por qué? ¿por qué no seguir siendo un feliz amateur que disfruta, sin tomarse excesivamente en serio? Obviamente, si el cuerpo te pide de forma honesta esa "evolución", pues perfecto. Pero forzar la máquina porque, según mandato social, así debería ser, me parece triste, por mucho palurdo que haya -y lo hay- que, renegando de sus inicios, tilde dicha opción -la de aspirar al puesto de eterno amateur- como algo sórdido. Mantengamos viva la llama de la diversión, aunque tengamos grises los pelos de los huevos. ¡Y que le den morcilla a los aguafiestas!
Naxo Fiol
lunes, 24 de octubre de 2022
SWINGERS
En pleno 2022 podemos decir, sin que se nos rasguen las vestiduras, que aquello del cine independiente de los 90 que empezó de forma más o menos genuina hasta que llegaron los Wenstein para de manera camuflada convertirlo en mainstream, no fue más que una moda del momento (ya teorizamos sobre todo ello aquí). Un puñado de jóvenes más o menos aburguesados que, como se lo podían permitir, se ponían a hacer películas al margen de los estudios, de relativo bajo presupuesto.
A día de hoy ni Dios recuerda el cine indie y, salvo Tarantino, Spike Lee o Kevin Smith, el resto de sus cabezas visibles se ha quedado para vestir santos.
Aparte de esto, me resulta muy curioso comprobar como una de las películas más pequeñas de aquel movimiento, con un par de buenas ideas, un par de actores con carisma y siendo un film que despertaba mucho menos interés general que la mayoría de sus compañeros de promoción (los Tom DiCillos o Alexandre Rockwells de turno), sin que tampoco fuese un taquillazo —de hecho no consiguió recaudar el dinero que se gastó Harvey Wenstein en comprársela a sus propietarios—, sus principales artífices se encuentran a día de hoy en primera línea del mainstream y gozando, en el mejor de los casos, hasta de cierto reconocimiento por parte de la industria. Y es que “Swingers” es una película con un presupuesto de tan solo 200.000 dólares que realizaron, casi por diversión, un grupo de amigos compuesto por Jon Favreau, Vince Vaughn y Dough Liman. Rodaron sin permisos, en plan guerrilla, sobre la marcha y en dos semanas una película que sin hacer demasiado ruido los lanzó a todos ellos al estrellato cuando no eran más que unos pipiolos que buscaban hacer algo con sus vidas.
“Swingers” no hace referencia a los clubs de intercambio de parejas como pudiera parecer, sino que por lo visto, a finales de los 80 y hasta mediados de los 90 se puso de moda en Los Angeles lo que fue una tendencia pasajera llamada neo-swing, y que consistía en reivindicar la música swing y vestir con camisas de bolos e indumentaria más propia de aquel movimiento de los años 40. Entonces, “Swingers” transcurre dentro de ese entorno, y a los que se apuntaban a ese revival se les denominaba, valga la redundancia, swingers.
Sin un argumento muy preciso, la película nos presenta a un grupo de actores en paro que con la excusa de que a uno de ellos le ha dejado su novia, salen por la noche, beben, ligan y se meten en algún que otro lío. Y poco más. Una peliculita entretenida que sin demasiados aspavientos nos presentó a un par de actores y guionistas, y un director que luego demostraron tener talento y que acabaron haciendo películas de lo más gordas.
El verdadero cerebro de “Swingers” fue Jon Favreau, entonces un joven aspirante a actor que se instaló en el ordenador un programa para escribir guiones. Se puso a trastear con el programita y, para probarlo, comenzó a escribir en forma de guion las aventurillas nocturnas vividas por sus amigos y por él, centrándose en la relación que tenía con Vince Vaughn al que había conocido años atrás en el rodaje de la película “Ruby” donde ambos tenían sendos papelitos. Así que los personajes principales a los que dan vida Favreau y Vaughn están inspirados en ellos mismos.
Cuando terminó de escribirlo, Favreau decidió que ese guion podía convertirse en película y se lo pasó a Dough Liman, que ya había rodado una película independiente en 1994, “Getting in”, y ya tenía hechos los contactos en Hollywood, por lo que movió el guion por los estudios. La idea era que Liman dirigiese y Favreau y Vaughn, que entonces no eran nadie, lo protagonizasen, cosa que no les entusiasmó a los estudios que querían estrellas tipo Johnny Depp en el caso de que se diera luz verde a la película. Finalmente nuestros hombres decidieron hacer la película por su cuenta y de manera independiente, y consiguieron los 200.000 dólares que les costaría por su cuenta, si bien la película ya terminada no interesó a demasiados exhibidores. De hecho, fue rechazada en Sundance.
Sin embargo Miramax andaba por ahí gastando dinero de mala manera y les compró la película a nuestros protagonistas. Wenstein la puso en los cines y fue un pequeño éxito del cine indie que consiguió 4 millones de dólares. Obviamente Miramax no cubrió gastos, pero a nivel taquilla, lo cierto es que se trata de una película que costó 200.000 y recaudó 4 millones. Y los nombres de Favreau, Vaugnh y Liman comenzaron a sonar.
Como parte de esos 200.000 dólares de presupuesto se los gastaron en licenciar la música que suena en la película, con el fin de conseguir los derechos de la banda sonora de “Tiburón” para incluir la música en una escena, se le entregó una copia de “Swingers” a Spielberg que la vio, y decidió fichar a Vince Vaughn para uno de los papeles de la segunda parte de “Parque Jurásico” y de ahí el salto a Hollywood por parte del actor. Los otros irían de cabeza detrás. Favreau, que fue trabajando de lo que le iba saliendo, acabaría siendo por un lado director recurrente de Marvel Studios, por otro combinaría esa tarea con trabajos más independientes —por ejemplo “Chef” de presupuesto nimio si la comparamos con “Iron Man”—. Por su parte Dough Liman pasaría de inmediato a dirigir “El caso Bourne” y de ahí a ser un director eminentemente de estudio, por lo que no les fue nada mal a posteriori con esta película de colegas con un presupuesto por el que casi podemos calificar a la película de semi-amateur.
Por otro lado, marcaría definitivamente el tipo de papeles en los que se encasillaría Vince Vaughn, ya que aunque posteriormente lo intentó en registros dramáticos (fue un extraño Norman Bates en el “Psicosis” de Gus Van Sant) lo único que le funcionaba eran roles como el que interpretó aquí, el canalla juerguista y ligón, arquetipo que pasada la década de los 90 asumiría, llevándole no obstante a convertirse en un solvente actor de comedia.
En definitiva, “Swingers” no es una obra maestra, se trata de una película en la que los actores están muy bien y con momentos divertidos y, sobre todo, que saca mucho partido al bajo presupuesto con el que se contaba, pero sí me parece bastante mejor que la mayoría de películas indies de los 90 que a día de hoy no aguantan un puto visionado.
Por otro lado me hace gracia la autoconciencia de la película de pertenecer a ese movimiento de los 90 y, sabiéndose rival de otras películas de la época, por un lado homenajea el par de planos más celebres de “Reservoir Dogs”, mientras que por otro lado, en una escena que recrea la famosa conversación inicial en torno a Madonna de la película de Tarantino, acusa a este de copiar otras películas en su cine, detalle que me hace mucha gracia, pese a que en la otra mano parece que sus autores tienen devoción por Tarantino y la película de la que en cierto modo se pitorrean.
Unos años después, Favreau y Vaughn intentaron volver a estos orígenes con la estupenda “Crimen desorganizado”
A día de hoy ni Dios recuerda el cine indie y, salvo Tarantino, Spike Lee o Kevin Smith, el resto de sus cabezas visibles se ha quedado para vestir santos.
Aparte de esto, me resulta muy curioso comprobar como una de las películas más pequeñas de aquel movimiento, con un par de buenas ideas, un par de actores con carisma y siendo un film que despertaba mucho menos interés general que la mayoría de sus compañeros de promoción (los Tom DiCillos o Alexandre Rockwells de turno), sin que tampoco fuese un taquillazo —de hecho no consiguió recaudar el dinero que se gastó Harvey Wenstein en comprársela a sus propietarios—, sus principales artífices se encuentran a día de hoy en primera línea del mainstream y gozando, en el mejor de los casos, hasta de cierto reconocimiento por parte de la industria. Y es que “Swingers” es una película con un presupuesto de tan solo 200.000 dólares que realizaron, casi por diversión, un grupo de amigos compuesto por Jon Favreau, Vince Vaughn y Dough Liman. Rodaron sin permisos, en plan guerrilla, sobre la marcha y en dos semanas una película que sin hacer demasiado ruido los lanzó a todos ellos al estrellato cuando no eran más que unos pipiolos que buscaban hacer algo con sus vidas.
“Swingers” no hace referencia a los clubs de intercambio de parejas como pudiera parecer, sino que por lo visto, a finales de los 80 y hasta mediados de los 90 se puso de moda en Los Angeles lo que fue una tendencia pasajera llamada neo-swing, y que consistía en reivindicar la música swing y vestir con camisas de bolos e indumentaria más propia de aquel movimiento de los años 40. Entonces, “Swingers” transcurre dentro de ese entorno, y a los que se apuntaban a ese revival se les denominaba, valga la redundancia, swingers.
Sin un argumento muy preciso, la película nos presenta a un grupo de actores en paro que con la excusa de que a uno de ellos le ha dejado su novia, salen por la noche, beben, ligan y se meten en algún que otro lío. Y poco más. Una peliculita entretenida que sin demasiados aspavientos nos presentó a un par de actores y guionistas, y un director que luego demostraron tener talento y que acabaron haciendo películas de lo más gordas.
El verdadero cerebro de “Swingers” fue Jon Favreau, entonces un joven aspirante a actor que se instaló en el ordenador un programa para escribir guiones. Se puso a trastear con el programita y, para probarlo, comenzó a escribir en forma de guion las aventurillas nocturnas vividas por sus amigos y por él, centrándose en la relación que tenía con Vince Vaughn al que había conocido años atrás en el rodaje de la película “Ruby” donde ambos tenían sendos papelitos. Así que los personajes principales a los que dan vida Favreau y Vaughn están inspirados en ellos mismos.
Cuando terminó de escribirlo, Favreau decidió que ese guion podía convertirse en película y se lo pasó a Dough Liman, que ya había rodado una película independiente en 1994, “Getting in”, y ya tenía hechos los contactos en Hollywood, por lo que movió el guion por los estudios. La idea era que Liman dirigiese y Favreau y Vaughn, que entonces no eran nadie, lo protagonizasen, cosa que no les entusiasmó a los estudios que querían estrellas tipo Johnny Depp en el caso de que se diera luz verde a la película. Finalmente nuestros hombres decidieron hacer la película por su cuenta y de manera independiente, y consiguieron los 200.000 dólares que les costaría por su cuenta, si bien la película ya terminada no interesó a demasiados exhibidores. De hecho, fue rechazada en Sundance.
Sin embargo Miramax andaba por ahí gastando dinero de mala manera y les compró la película a nuestros protagonistas. Wenstein la puso en los cines y fue un pequeño éxito del cine indie que consiguió 4 millones de dólares. Obviamente Miramax no cubrió gastos, pero a nivel taquilla, lo cierto es que se trata de una película que costó 200.000 y recaudó 4 millones. Y los nombres de Favreau, Vaugnh y Liman comenzaron a sonar.
Como parte de esos 200.000 dólares de presupuesto se los gastaron en licenciar la música que suena en la película, con el fin de conseguir los derechos de la banda sonora de “Tiburón” para incluir la música en una escena, se le entregó una copia de “Swingers” a Spielberg que la vio, y decidió fichar a Vince Vaughn para uno de los papeles de la segunda parte de “Parque Jurásico” y de ahí el salto a Hollywood por parte del actor. Los otros irían de cabeza detrás. Favreau, que fue trabajando de lo que le iba saliendo, acabaría siendo por un lado director recurrente de Marvel Studios, por otro combinaría esa tarea con trabajos más independientes —por ejemplo “Chef” de presupuesto nimio si la comparamos con “Iron Man”—. Por su parte Dough Liman pasaría de inmediato a dirigir “El caso Bourne” y de ahí a ser un director eminentemente de estudio, por lo que no les fue nada mal a posteriori con esta película de colegas con un presupuesto por el que casi podemos calificar a la película de semi-amateur.
Por otro lado, marcaría definitivamente el tipo de papeles en los que se encasillaría Vince Vaughn, ya que aunque posteriormente lo intentó en registros dramáticos (fue un extraño Norman Bates en el “Psicosis” de Gus Van Sant) lo único que le funcionaba eran roles como el que interpretó aquí, el canalla juerguista y ligón, arquetipo que pasada la década de los 90 asumiría, llevándole no obstante a convertirse en un solvente actor de comedia.
En definitiva, “Swingers” no es una obra maestra, se trata de una película en la que los actores están muy bien y con momentos divertidos y, sobre todo, que saca mucho partido al bajo presupuesto con el que se contaba, pero sí me parece bastante mejor que la mayoría de películas indies de los 90 que a día de hoy no aguantan un puto visionado.
Por otro lado me hace gracia la autoconciencia de la película de pertenecer a ese movimiento de los 90 y, sabiéndose rival de otras películas de la época, por un lado homenajea el par de planos más celebres de “Reservoir Dogs”, mientras que por otro lado, en una escena que recrea la famosa conversación inicial en torno a Madonna de la película de Tarantino, acusa a este de copiar otras películas en su cine, detalle que me hace mucha gracia, pese a que en la otra mano parece que sus autores tienen devoción por Tarantino y la película de la que en cierto modo se pitorrean.
Unos años después, Favreau y Vaughn intentaron volver a estos orígenes con la estupenda “Crimen desorganizado”
Victor Olid
sábado, 22 de octubre de 2022
TRAICIÓN SIN LÍMITE
Hace ya días que vi esta película y mi intención quedaba lejos de reseñarla. No sé, será cosa de los calores (es decir, estoy escribiendo esto en pleno verano, aunque no tengo ni idea de cuando lo leerán ustedes) Sin embargo, fueron pasando las jornadas y no me la sacaba de la cabeza. Ni a la peli, ni a la "obligación moral" de decir alguna sandez sobre ella. ¿Por qué? pues porque, entre otros motivos, siendo un film de acción ochentero hasta las trancas, no suele aparecer en las respectivas listas confeccionadas por hipsters y críticos ignorantes, cosa muy injusta. Fíjense que sus productores son Mario Kassar y Andrew Vajna, papás de "Carolco" y responsables -tres escasos años antes- de "Rambo, acorralado parte 2". Fíjense que el director es un Walter Hill en plena forma, totalmente volcado en ese cine de acción masculino tan suyo. Y digo masculino, no "macho", etiqueta en la que cabrían "las otras", es decir, la mentada "Rambo", la maravillosa "Commando" y toda la ralea que las siguió. Esas sí han pasado a formar parte de la cultura popular, y se las revaloriza mucho, seguramente porque no dejan de ser tontunos divertimentos con fines palomiteros (dicho como algo extremadamente positivo). "Traición sin límite" es otro rollo (para empezar, cuenta con buenos actores, cosa que escasea en "las otras"). ¡Si hasta su título original molamil, "Extreme Prejudice"! Y, para rematar la jugada, John Milius entre los autores de la "story" original.
Digamos que la cosa va de dos tramas destinadas a entrecruzarse. Por un lado, el rudo policía y el malvado narcotraficante con una amistad forjada en el pasado (y, encima, enamorados ambos de la misma pava). Por otro, un grupo de mercenarios manejados secretamente por el gobierno con una misión. Todo hará "pum!" y nosotros lo agradeceremos.
Es indudable que "Traición sin límite" gasta una deuda más que chillona con algunos clásicos. Puesto que yo de cinéfilo tengo poco y, en general, el cine respetado y adorado por Garcis y cía me la suda, no me atrevo a meterme en semejante jardín. Alguien mentaría la camaradería propia entre hombres de Ford o Hawks. O la polvorienta ambientación de los espagueti westerns. Pero la única detectable con seguridad para estos cansados ojos (conectados a un no menos agotado cerebro) es la de Sam Peckinpah, y especialmente "Grupo Salvaje". Tanto canta, que ya en 1987 -fecha de estreno de la reseñada- se hablaba de ello en la prensa.
Lo que a mi me interesa de verdad es que la peli que consumo sea entretenida. Vibrante. Que contenga unos diálogos punzantes, perfectamente escritos, repletos de macarradas y frases lapidarias, pero facturadas con mucha clase. Y, sobre todo, tratándose de acción, lo que pido es una ingente cantidad de disparos acompañados de contundente violencia. "Traición sin límite" tiene todo eso. Los impactos de bala son sangrantes, dejando vistosas rosquillas rojas en los cuerpos. Y los momentos de andrenalina fluyen mientras te quitan la respiración. Especialmente esa matanza final brutal, intensa como ella sola, perfectamente realizada y montada. Un diez. De cuando se hacían las cosas de modo honesto, porque era lo normal. Nada forzado ni estéticamente recargado. Si a la sopa añadimos un desenlace sencillo, contundente, sin florituras, y un repartazo por el que pululan nombres como los de Nick Nolte (impagable e implacable antihéroe gélido, serio, de rostro pétreo y formidable look vaqueril), Powers Boothe (carismático villano), Michael Ironside, Maria Conchita Alonso (en un papel casi de florero, lo que es normal en una película totalmente de hombres, sudorosos y malcarados), Rip Torn, Clancy Brown (el malo de "Los inmortales" y voz original de Eugenio H. Cangrejo), William Forshyte, los hispanos Luis Contreras (habitual en las pelis de Alex Cox) y Marco Rodriguez (el villano del supermercado en "Cobra"), + un papelillo fugaz para Lin Shaye, pues entonces digo aquello de "Compro!".
Ya no se hacen como esta.
Digamos que la cosa va de dos tramas destinadas a entrecruzarse. Por un lado, el rudo policía y el malvado narcotraficante con una amistad forjada en el pasado (y, encima, enamorados ambos de la misma pava). Por otro, un grupo de mercenarios manejados secretamente por el gobierno con una misión. Todo hará "pum!" y nosotros lo agradeceremos.
Es indudable que "Traición sin límite" gasta una deuda más que chillona con algunos clásicos. Puesto que yo de cinéfilo tengo poco y, en general, el cine respetado y adorado por Garcis y cía me la suda, no me atrevo a meterme en semejante jardín. Alguien mentaría la camaradería propia entre hombres de Ford o Hawks. O la polvorienta ambientación de los espagueti westerns. Pero la única detectable con seguridad para estos cansados ojos (conectados a un no menos agotado cerebro) es la de Sam Peckinpah, y especialmente "Grupo Salvaje". Tanto canta, que ya en 1987 -fecha de estreno de la reseñada- se hablaba de ello en la prensa.
Lo que a mi me interesa de verdad es que la peli que consumo sea entretenida. Vibrante. Que contenga unos diálogos punzantes, perfectamente escritos, repletos de macarradas y frases lapidarias, pero facturadas con mucha clase. Y, sobre todo, tratándose de acción, lo que pido es una ingente cantidad de disparos acompañados de contundente violencia. "Traición sin límite" tiene todo eso. Los impactos de bala son sangrantes, dejando vistosas rosquillas rojas en los cuerpos. Y los momentos de andrenalina fluyen mientras te quitan la respiración. Especialmente esa matanza final brutal, intensa como ella sola, perfectamente realizada y montada. Un diez. De cuando se hacían las cosas de modo honesto, porque era lo normal. Nada forzado ni estéticamente recargado. Si a la sopa añadimos un desenlace sencillo, contundente, sin florituras, y un repartazo por el que pululan nombres como los de Nick Nolte (impagable e implacable antihéroe gélido, serio, de rostro pétreo y formidable look vaqueril), Powers Boothe (carismático villano), Michael Ironside, Maria Conchita Alonso (en un papel casi de florero, lo que es normal en una película totalmente de hombres, sudorosos y malcarados), Rip Torn, Clancy Brown (el malo de "Los inmortales" y voz original de Eugenio H. Cangrejo), William Forshyte, los hispanos Luis Contreras (habitual en las pelis de Alex Cox) y Marco Rodriguez (el villano del supermercado en "Cobra"), + un papelillo fugaz para Lin Shaye, pues entonces digo aquello de "Compro!".
Ya no se hacen como esta.
Naxo Fiol
viernes, 21 de octubre de 2022
SCREAM, QUEEN! MY NIGHTMARE ON ELM STREET
La cosa es la siguiente: “Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy” desde el momento de su estreno ha sido la apestada de la franquicia —sobre todo a raíz de que, gracias a la tercera entrega, el fandom comenzó a ser estúpidamente masivo—, los fans la criticaban porque se saltaba a la torera algunas de las “reglas” no escritas de cómo debía operar Freddy Krueger y, en definitiva, porque no era como a ellos les gustaría que fuese. Por el contrario, siempre fue mi favorita, supongo que por ser la más oscura y terrorífica de todas, así como la más reposada y menos efectista. Que en vez de manifestarse a través de los sueños posea físicamente a un muchachito, a mí me la suda. En cambio, detesto “Pesadilla en Elm Street 3”, que parece un mal episodio de “Dragones y mazmorras”. Es tan tonta...
Como fuere, el caso es que, desde siempre, la segunda entrega de las aventuras de Freddy ha sido despreciada y vilipendiada… hasta hace relativamente poco, cuando el mundo se ha dado cuenta de que la película está llena de referencias homoeróticas. A partir de entonces, y más dentro del mundo gay, se la viene reivindicando no por que sea una buena o mala película, sino debido a la supuesta identidad sexual del personaje principal.
Es evidente que el film contiene un subtexto homosexual, está cargado de referencias; vemos culos masculinos, hay escenas en duchas, bondage, bares de cuero y hasta un bailecito bamboleante por parte del protagonista que incluso cierra el cajón de los calcetines a base de golpes de culo. Sí, es una película absolutamente marica. Sin embargo, siempre que vi un film de “Pesadilla en Elm Street” lo hice en modo asexual, quiero decir, que me ponía a ver una película de terror y en ella lo importante es la sangre, las escenas impactantes… en ningún momento pienso en la sexualidad de ninguno de los protagonistas. Eso lo dejo para cuando hago algún escarceo en la pornografía gay. A lo que voy es que hasta que no he sido ya muy mayorcito ni me he planteado que “Pesadilla en Elm Street 2” era una película gay. Tampoco oí hablar de ello durante la década de los 80, los 90, e incluso si me apuran los primeros años de 2000. Pero, Ok, lo es. Aunque la sexualidad del tipejo me importa un pimiento.
El caso es que cuando saltó la liebre con el tema de si esta secuela era “cine queer”, sus responsables, el director Jack Sholder y el guionista David Chaskin siempre han afirmado que les parece muy bien todo ese embrollo del subtexto gay y todo lo demás, pero que en realidad ellos estaban haciendo una película de terror, sin más, que todos los elementos homoeróticos están en la película de casualidad, y en el caso de Jesse, el personaje principal, es tan gay como lo interpretara el protagonista del documental que nos atañe, Mark Patton, que agarrándome al cliché, en la película grita y baila como si fuera una chica. En la otra mano, el público olvida por completo que Jesse, el personaje, tiene novia (y pensar que el muchacho sale con una chica porque permanece en el armario es un tanto rebuscado), así que me creo a los autores; todo el mariconeo es casual ¿Por qué iban a mentir al respecto?
Por otro lado Mark Patton, un tipo extremadamente antipático, mal actor y homosexual, ve el cielo abierto en cuanto se le ha reconocido mérito gay a la película. Entonces, a lo que tenga que decir al respecto, se le dedica un documental, este “Scream, Queen! My nightmare on Elm Street”. Y el tipo es un cúmulo de contradicciones.
Se ve que tras “Pesadilla en Elm Street 2” no le salieron muchos papeles, por lo que se retiró a México a vender baratijas. Durante todos estos años nadie se ha prodigado al respecto y se intuía que su retirada de los sets era a causa de su falta de talento o de ganas o de trabajo, pero cuando la película que protagonizó en 1985 se ha convertido en un icono de la cultura gay, el tipo aparece y, por un lado echa la culpa de su fracaso a “Pesadilla en Elm Street 2” y al gato que se les tenía a los gays en el Hollywood de los 80 (cuando no ha sido hasta bien entrado el nuevo milenio que nos hemos planteado si esta cinta era o no era gay) y, por otro acusa a sus autores, Sholder y Chaskin, de haber escrito una película homofóbica que a posteriori le hizo mucho daño —debido a los memes de Internet, producto, asimismo, de los tiempos que corren—. El documental les junta a todos ellos en momentos puntuales y los cineastas se defienden de la acusación de homofobia a las mil perfecciones (son más listos que el tontainas este de Patton, sin duda). Y bueno, puede que la película sea homofóbica y puede que no, no lo se (ni me importa), y puedo incluso empatizar con Patton cuando él considera que sí lo es… pero si es tan homofóbica ¿Qué hace el actor yendo a cada convención de cine de terror en la que se proyecta y prestándose al show previo? Y más aún ¿Qué cojones hace haciendo la loca y ejecutando el popular bailecito cuando la audiencia gay se lo pide? Patton está muy resentido con los autores de la cinta pero no renuncia al protagonismo que le ofrecen las convenciones, donde firma fotografías suyas a cambio de unos dólares o vende espantosas camisetas con su nombre. Y yo creo que, una de dos, o Patton intenta mantener el emergente interés hacia él y la película el máximo tiempo posible para seguir en el candelero y de ahí sus quejas y/o festejos, o es que es un poco cortito y actúa por instinto según le conviene. Me decanto por lo segundo.
El documental no entra a posicionarse en ningún bando, tan solo se limita a mostrarnos la importancia de la película dentro de la cultura gay y a contarnos la historia, sosa a más no poder, del actor que por gritar como una chica fue víctima del ciberbuying 30 años después de haberse rodado la película, del mismo modo que, gracias a este revival, vuelve a hacer trabajitos esporádicos como actor.
A grandes rasgos el documental es estupendo, te hace mantener el interés en todo momento y contiene material muy golosito, ya sea de archivo como actual, y hace presagiar que este repentino interés posmoderno hacia “Pesadilla en Elm Street 2”, será momentáneo y durará lo que tarden estos nuevos fans gays en hacerse mayores.
Dirigen la función, estupendamente y sin tomar partido, Roman Chimienti y Tyler Jensen, que no han realizado ningún trabajo a parte de este que podamos destacar y que, intuyo (porque van limpios y vestidos impecablemente) son asimismo homosexuales.
Como fuere, el caso es que, desde siempre, la segunda entrega de las aventuras de Freddy ha sido despreciada y vilipendiada… hasta hace relativamente poco, cuando el mundo se ha dado cuenta de que la película está llena de referencias homoeróticas. A partir de entonces, y más dentro del mundo gay, se la viene reivindicando no por que sea una buena o mala película, sino debido a la supuesta identidad sexual del personaje principal.
Es evidente que el film contiene un subtexto homosexual, está cargado de referencias; vemos culos masculinos, hay escenas en duchas, bondage, bares de cuero y hasta un bailecito bamboleante por parte del protagonista que incluso cierra el cajón de los calcetines a base de golpes de culo. Sí, es una película absolutamente marica. Sin embargo, siempre que vi un film de “Pesadilla en Elm Street” lo hice en modo asexual, quiero decir, que me ponía a ver una película de terror y en ella lo importante es la sangre, las escenas impactantes… en ningún momento pienso en la sexualidad de ninguno de los protagonistas. Eso lo dejo para cuando hago algún escarceo en la pornografía gay. A lo que voy es que hasta que no he sido ya muy mayorcito ni me he planteado que “Pesadilla en Elm Street 2” era una película gay. Tampoco oí hablar de ello durante la década de los 80, los 90, e incluso si me apuran los primeros años de 2000. Pero, Ok, lo es. Aunque la sexualidad del tipejo me importa un pimiento.
El caso es que cuando saltó la liebre con el tema de si esta secuela era “cine queer”, sus responsables, el director Jack Sholder y el guionista David Chaskin siempre han afirmado que les parece muy bien todo ese embrollo del subtexto gay y todo lo demás, pero que en realidad ellos estaban haciendo una película de terror, sin más, que todos los elementos homoeróticos están en la película de casualidad, y en el caso de Jesse, el personaje principal, es tan gay como lo interpretara el protagonista del documental que nos atañe, Mark Patton, que agarrándome al cliché, en la película grita y baila como si fuera una chica. En la otra mano, el público olvida por completo que Jesse, el personaje, tiene novia (y pensar que el muchacho sale con una chica porque permanece en el armario es un tanto rebuscado), así que me creo a los autores; todo el mariconeo es casual ¿Por qué iban a mentir al respecto?
Por otro lado Mark Patton, un tipo extremadamente antipático, mal actor y homosexual, ve el cielo abierto en cuanto se le ha reconocido mérito gay a la película. Entonces, a lo que tenga que decir al respecto, se le dedica un documental, este “Scream, Queen! My nightmare on Elm Street”. Y el tipo es un cúmulo de contradicciones.
Se ve que tras “Pesadilla en Elm Street 2” no le salieron muchos papeles, por lo que se retiró a México a vender baratijas. Durante todos estos años nadie se ha prodigado al respecto y se intuía que su retirada de los sets era a causa de su falta de talento o de ganas o de trabajo, pero cuando la película que protagonizó en 1985 se ha convertido en un icono de la cultura gay, el tipo aparece y, por un lado echa la culpa de su fracaso a “Pesadilla en Elm Street 2” y al gato que se les tenía a los gays en el Hollywood de los 80 (cuando no ha sido hasta bien entrado el nuevo milenio que nos hemos planteado si esta cinta era o no era gay) y, por otro acusa a sus autores, Sholder y Chaskin, de haber escrito una película homofóbica que a posteriori le hizo mucho daño —debido a los memes de Internet, producto, asimismo, de los tiempos que corren—. El documental les junta a todos ellos en momentos puntuales y los cineastas se defienden de la acusación de homofobia a las mil perfecciones (son más listos que el tontainas este de Patton, sin duda). Y bueno, puede que la película sea homofóbica y puede que no, no lo se (ni me importa), y puedo incluso empatizar con Patton cuando él considera que sí lo es… pero si es tan homofóbica ¿Qué hace el actor yendo a cada convención de cine de terror en la que se proyecta y prestándose al show previo? Y más aún ¿Qué cojones hace haciendo la loca y ejecutando el popular bailecito cuando la audiencia gay se lo pide? Patton está muy resentido con los autores de la cinta pero no renuncia al protagonismo que le ofrecen las convenciones, donde firma fotografías suyas a cambio de unos dólares o vende espantosas camisetas con su nombre. Y yo creo que, una de dos, o Patton intenta mantener el emergente interés hacia él y la película el máximo tiempo posible para seguir en el candelero y de ahí sus quejas y/o festejos, o es que es un poco cortito y actúa por instinto según le conviene. Me decanto por lo segundo.
El documental no entra a posicionarse en ningún bando, tan solo se limita a mostrarnos la importancia de la película dentro de la cultura gay y a contarnos la historia, sosa a más no poder, del actor que por gritar como una chica fue víctima del ciberbuying 30 años después de haberse rodado la película, del mismo modo que, gracias a este revival, vuelve a hacer trabajitos esporádicos como actor.
A grandes rasgos el documental es estupendo, te hace mantener el interés en todo momento y contiene material muy golosito, ya sea de archivo como actual, y hace presagiar que este repentino interés posmoderno hacia “Pesadilla en Elm Street 2”, será momentáneo y durará lo que tarden estos nuevos fans gays en hacerse mayores.
Dirigen la función, estupendamente y sin tomar partido, Roman Chimienti y Tyler Jensen, que no han realizado ningún trabajo a parte de este que podamos destacar y que, intuyo (porque van limpios y vestidos impecablemente) son asimismo homosexuales.
Victor Olid
miércoles, 19 de octubre de 2022
GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 16 (MARICONADAS VARIAS C)
Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....
A pesar de lo que invita a pensar la imagen,
en realidad "Bad Girls From Mars", una de esas
cosas que Fred Olen Ray rodaba en cuatro días a
toda castaña, es una comedia. Y si no se lo
creen, AQUÍ tienen la respectiva reseña que
lo demuestra.
lo demuestra.
Si hay algo que molaba de "Re-Sonator / From Beyond"
eran las grotescas mutaciones del doctor Pretorius
a base de látex y focos de colorines, como la que
ven en la imagen, desglosada en tres fases.
Una imagen la mar de chula aparecida en "House, una casa
alucinante", concretamente durante una pesadilla de su protagonista.
Cartel yanki -o eso creo- de "Jake Speed, la aventura de
África", uno de los más curiosos subproductos surgidos a
la sombra de "Indiana Jones" y por el que, como ya conté
a fondo en su día, siento gran estima.
A continuación, un par de zetismos.
Por un lado, una imagen promocional de "Robot Ninja",
infrapelícula que tengo previsto revisar algún día.
Lo cierto es que semejante "digna" instantánea no nos
preparaba para el posterior descalabro.
preparaba para el posterior descalabro.
Y un clásico de la casa, Fred Olen Ray rodando "The Haunting
Fear" con Michael Berryman. En su momento era la única imagen
disponible del cineasta y casi me compré aquel "L´Ecran Fantastique"
por ella (ya les he hablado muchas veces del fanatismo que, en esa
época, le procesaba al tipo) Lo malo era que, obvio, los dos tíos tras la
época, le procesaba al tipo) Lo malo era que, obvio, los dos tíos tras la
cámara estaban de espaldas. Hoy casi puedo asegurar que Ray es
el de nuestra derecha... pero ni así estoy convencido. Imaginen
entonces lo que era adorar, básicamente, un cogote.
E igual que hicimos en la segunda tanda de "Mariconadas Varias",
cerramos con una imagen siempre entrañable, graciosa y divertida
del gran Leslie Nielsen dando vida, cómo no, a su mejor creación,
el "Frank Drebin" de "Agárralo como puedas".
Naxo Fiol
lunes, 17 de octubre de 2022
COPPER MOUNTAIN
Telefilm canadiense del año 1983 que por derecho propio se merece una entrada en este blog, por ser una cosa más rara que un perro verde y más malo que pegarle a un padre.
La gracia del asunto consiste en que este telefilm se rodó con fines comerciales para ser emitido en su momento en la televisión canadiense y, décadas después, ser lanzado en DVD como si se tratara de una película nueva de Jim Carrey, como ya pasaba con “Rubberface”, por aprovechar la rematada celebridad con la que contaba el actor en la era del disco versátil digital. Sin embargo, cuando rodó esto, era semi-desconocido.
Le secunda en el reparto Alan Thicke, quien pronto conocería asimismo la fama gracias a interpretar al padre de Kirk Cameron en la serie “Los problemas crecen”.
La película tan solo dura una hora, no tiene un argumento reconocible y, viéndola, tuve la sensación de estar contemplando una especie de recuperación de latas perdidas de algo inconcluso que había visto la luz por que en ese metraje aparecía Jim Carrey, pero no, resulta que es que el corte final de esto es así de malo.
“Copper Mountain” sirve para mostrar al espectador las bondades del resort vacacional de Club Med, que cuenta con su estación de esquí que, como el título indica, se encuentra situado en el pueblo de Copper Mountain en Colorado. Este pueblo sigue siendo destino de vacaciones actualmente en la vida real y, prácticamente, se siguen realizando el mismo tipo de actividades que se nos muestran en la película.
Dos jóvenes acuden a Club Med a pasar sus vacaciones y a disfrutar de las distintas opciones de ocio del lugar, por lo que mientras uno decide dedicarse en cuerpo y alma al esquí, el otro utilizará su gracejo natural para seducir a las chicas.
Como una de las principales atracciones del lugar son las actuaciones en directo, veremos tocando a una serie de grupos folk (¿o es country?), ocupando más de tres tercios del metraje total, dejando tan solo uno para los avatares lúdico-eróticos de Carrey y Thicke. Al espectador no le importa una mierda ni una cosa ni la otra.
Al mismo tiempo y, supongo que como comediante que empieza, hay momentos para el lucimiento de Jim Carrey, concretamente una imitación que hace de Sammy Davis Jr. bastante buena, pero en absoluto su buen hacer salva de la quema una película que, aun durando tan solo una hora, a los 10 minutos de visionado se convierte en una tortura cruel e implacable. En serio, es muy mala.
En una ocasión, ya siendo una celebridad, le preguntaron a Alan Thicke por la película, y él respondió que era tan mala que ni siquiera Jim Carrey estaba gracioso.
Sin embargo como objeto raro, misterioso y desperado, “Copper Mountain” no tiene precio, ya que se trata de una de esas películas que junto a “Greetings” con Robert De Niro, "No hay lugar para esconderse" con Stallone o “Las burbujas mágicas” con George Clooney, fueron explotadas hasta la saciedad una vez sus protagonistas se convirtieron en estrellas, y eso siempre mola, es curioso o llama la atención de los responsables de este maravilloso blog.
Lógicamente, “Copper Mountain” tiene varias caratulas según sus ediciones de DVD, una más honesta con un Carrey jovencito en primer plano, otra que intenta parecer, no se, “Mentiroso compulsivo” y esta con la que yo ilustro la entrada de hoy, que me ha parecido especialmente espantosa.
Dirige este spot publicitario largo, un canadiense llamado David Mitchell que ha producido posteriormente mogollón de películas de tercera categoría y dirigido sucedáneos de esta con “Loca academia de esquí 2”, “Sky Hard” o vehículos para el lucimiento de Lorenzo Lamas como “La máscara de la muerte”. Casi nada, señoras.
La gracia del asunto consiste en que este telefilm se rodó con fines comerciales para ser emitido en su momento en la televisión canadiense y, décadas después, ser lanzado en DVD como si se tratara de una película nueva de Jim Carrey, como ya pasaba con “Rubberface”, por aprovechar la rematada celebridad con la que contaba el actor en la era del disco versátil digital. Sin embargo, cuando rodó esto, era semi-desconocido.
Le secunda en el reparto Alan Thicke, quien pronto conocería asimismo la fama gracias a interpretar al padre de Kirk Cameron en la serie “Los problemas crecen”.
La película tan solo dura una hora, no tiene un argumento reconocible y, viéndola, tuve la sensación de estar contemplando una especie de recuperación de latas perdidas de algo inconcluso que había visto la luz por que en ese metraje aparecía Jim Carrey, pero no, resulta que es que el corte final de esto es así de malo.
“Copper Mountain” sirve para mostrar al espectador las bondades del resort vacacional de Club Med, que cuenta con su estación de esquí que, como el título indica, se encuentra situado en el pueblo de Copper Mountain en Colorado. Este pueblo sigue siendo destino de vacaciones actualmente en la vida real y, prácticamente, se siguen realizando el mismo tipo de actividades que se nos muestran en la película.
Dos jóvenes acuden a Club Med a pasar sus vacaciones y a disfrutar de las distintas opciones de ocio del lugar, por lo que mientras uno decide dedicarse en cuerpo y alma al esquí, el otro utilizará su gracejo natural para seducir a las chicas.
Como una de las principales atracciones del lugar son las actuaciones en directo, veremos tocando a una serie de grupos folk (¿o es country?), ocupando más de tres tercios del metraje total, dejando tan solo uno para los avatares lúdico-eróticos de Carrey y Thicke. Al espectador no le importa una mierda ni una cosa ni la otra.
Al mismo tiempo y, supongo que como comediante que empieza, hay momentos para el lucimiento de Jim Carrey, concretamente una imitación que hace de Sammy Davis Jr. bastante buena, pero en absoluto su buen hacer salva de la quema una película que, aun durando tan solo una hora, a los 10 minutos de visionado se convierte en una tortura cruel e implacable. En serio, es muy mala.
En una ocasión, ya siendo una celebridad, le preguntaron a Alan Thicke por la película, y él respondió que era tan mala que ni siquiera Jim Carrey estaba gracioso.
Sin embargo como objeto raro, misterioso y desperado, “Copper Mountain” no tiene precio, ya que se trata de una de esas películas que junto a “Greetings” con Robert De Niro, "No hay lugar para esconderse" con Stallone o “Las burbujas mágicas” con George Clooney, fueron explotadas hasta la saciedad una vez sus protagonistas se convirtieron en estrellas, y eso siempre mola, es curioso o llama la atención de los responsables de este maravilloso blog.
Lógicamente, “Copper Mountain” tiene varias caratulas según sus ediciones de DVD, una más honesta con un Carrey jovencito en primer plano, otra que intenta parecer, no se, “Mentiroso compulsivo” y esta con la que yo ilustro la entrada de hoy, que me ha parecido especialmente espantosa.
Dirige este spot publicitario largo, un canadiense llamado David Mitchell que ha producido posteriormente mogollón de películas de tercera categoría y dirigido sucedáneos de esta con “Loca academia de esquí 2”, “Sky Hard” o vehículos para el lucimiento de Lorenzo Lamas como “La máscara de la muerte”. Casi nada, señoras.
Victor Olid
sábado, 15 de octubre de 2022
PERSONAL SPACE INVADER
Y aquí tenemos de nuevo al "wonder boy" de Canadá, Adam Thorn, acompañado por su inseparable colega/socio Justin Decloux. Si hemos conjurado sus nombres ha sido para poder hablar de la ópera prima que en 2013 parieron a pachas, "Personal Space Invader".
Si se leyeron en su día la reseña de "Assault on the snakemen", sabrán que nos adentramos en terreno SOV. Propiamente amateur. Ese tipo de "cine casero" confeccionado con mentalidad "trash", una totalmente voluntaria y premeditada bajo la -descarada, en este caso- influencia de Chris Seaver.
"Personal Space Invader" no llega a la hora de duración, va precedida por unos falsos trailers humorísticos que están razonablemente graciosos y viene grabada en el vídeo más costroso y con el "guerrillerismo" por montera (en barrios con apariencia de ser zona alta... ¿es así todo en Canadá o es que Thorn y Decloux vienen de familia con posibles?) La historia, como era de suponer, es lo de menos: Un invasor galáctico con supuesta apariencia de simio llega a la tierra desde otra dimensión y comienza a matar a todo bicho viviente en escenas de un gore forzadamente de cartón piedra. El sheriff local y su ayudante harán lo imposible por detenerle. En realidad la verdadera trama gira en torno a la relación humana de estos dos personajes que, en un momento dado -y siendo uno de los gags más inspirados- entonarán una desafinada canción sobre su bonita amistad mientras les vemos disfrutarla.
El juego de las comparaciones es odioso, sí. Pero también muy útil, especialmente para un reseñador perezoso como yo. Si pones "Personal Space Invader" al lado de la posterior "Assault on the snakemen", sorprende notar una mejora. Mientras "Assault..." era mucho más chapucera en todos los aspectos, muchísimo más tonta y facilona, y voluntariamente cutre, para la confección de "Personal..." se invirtió bastante más ¿interés?. Sin aparcar su espíritu casero y amateur, la "película" denota un esfuerzo en el modo de ser grabada (con una cámara enérgica de espíritu Raiminiano), montada, sonorizada (¡las voces vienen dobladas!), guionizada (canta como una almeja que todos esos diálogos fueron pensados y escritos de antemano), de buscar ideas cómicas frescas e ingeniosas y, para que no se diga, contar con muchas más féminas en el reparto, y algunas sin estar nada mal.
Esa mejora tiene un nombre y una razón de ser, Justin Decloux. Tras mucho intentar levantar un proyecto "serio" sin lograrlo, él y Thorn deciden quitarse la espina pariendo algo sencillo, a toda prisa y con el sano fin de pasarlo bien, "Personal Space Invader". Justin, que resulta ser más ambicioso, y se lo toma más a pecho, sufre luego cuando ve el resultado final. Pide ocultar su nombre, hasta que se proyecta ante una audiencia en Toronto y la reacción positiva, así como las risas, le animan a recuperar su identidad en la ficha de Imdb (otorgándose la paternidad de un montaje más que solvente). Poco después, el tipo se pone con sus propias vídeo-movidas, a años luz de las maneras de Adam Thorn. Y, por supuesto, se desentiende de la creación pura de "Assault on the snakemen", limitándose a un papelito secundario. Claro que esto ya se nota, y dolorosamente, en "Personal Space Invader 2" del 2015. Pa la ocasión, Decloux se mantiene al margen, limitándose a un cameo y a sujetar la cámara eventualmente. El resultado es... hummm, ¿cómo llamarlo? absolutamente horripilante. La "película", que dura una sufriente hora, es chapucera en todos los aspectos, los técnicos (hay un récord de desenfoques, y el montaje es atroz) y en los narrativos, de ritmo, de sentido del humor. De todo. No pude ni terminarla.
Así que, misterio aclarado, los aciertos de "Personal Space Invader 1" son en gran parte mérito de Justino quien, además, se marca el rol de ayudante del sheriff demostrando una capacidad actoril para la comedia más que decente, incluidos momentos de pura fisicidad en los que se tira y rueda por el suelo sin cortarse un pelo. Aclarado ello (y el que en los agradecimientos finales se incluyan nombres como los de Kubrick o Buñuel, cosa que no le pega a Thorn) podemos decir que Adam era (y es) un pazguato sin talento que se reboza en su propia incapacidad para evitar los comentarios dolientes, pero que, en realidad, por dentro lo sufre sangrantemente. Sin embargo, y como suele pasar con aquellas personas apasionadas que prefieren hacer las cosas, ni que sea de modo imperfecto, a no hacerlas, al menos fue el que dio el pistoletazo de salida a la creación de una película y, en cierto modo, inspiró a su compañero de batallas para que se lanzara a posteriori con sus propios proyectos. Así que, bien por él. Esa curiosa relación humana resalta cuando ves a ambos compartir un vídeo en YouTube. Decloux interrumpe constantemente a Thorn, como si las opiniones de este le importaran un pimiento. Vamos, que lo tiene por tonto.
Como dato final, añadir que ambas "películas" fueron editadas en dvd por "Golden Ninja Video", es decir, el sello de Justin Decloux quien, no solo lanza sus propias movidas amateurs, también las de otros, así como sendo "cine de verdad" acorde a sus apetencias más "exploitativas". Se recomienda una visita para hacerse una idea.
Si se leyeron en su día la reseña de "Assault on the snakemen", sabrán que nos adentramos en terreno SOV. Propiamente amateur. Ese tipo de "cine casero" confeccionado con mentalidad "trash", una totalmente voluntaria y premeditada bajo la -descarada, en este caso- influencia de Chris Seaver.
"Personal Space Invader" no llega a la hora de duración, va precedida por unos falsos trailers humorísticos que están razonablemente graciosos y viene grabada en el vídeo más costroso y con el "guerrillerismo" por montera (en barrios con apariencia de ser zona alta... ¿es así todo en Canadá o es que Thorn y Decloux vienen de familia con posibles?) La historia, como era de suponer, es lo de menos: Un invasor galáctico con supuesta apariencia de simio llega a la tierra desde otra dimensión y comienza a matar a todo bicho viviente en escenas de un gore forzadamente de cartón piedra. El sheriff local y su ayudante harán lo imposible por detenerle. En realidad la verdadera trama gira en torno a la relación humana de estos dos personajes que, en un momento dado -y siendo uno de los gags más inspirados- entonarán una desafinada canción sobre su bonita amistad mientras les vemos disfrutarla.
El juego de las comparaciones es odioso, sí. Pero también muy útil, especialmente para un reseñador perezoso como yo. Si pones "Personal Space Invader" al lado de la posterior "Assault on the snakemen", sorprende notar una mejora. Mientras "Assault..." era mucho más chapucera en todos los aspectos, muchísimo más tonta y facilona, y voluntariamente cutre, para la confección de "Personal..." se invirtió bastante más ¿interés?. Sin aparcar su espíritu casero y amateur, la "película" denota un esfuerzo en el modo de ser grabada (con una cámara enérgica de espíritu Raiminiano), montada, sonorizada (¡las voces vienen dobladas!), guionizada (canta como una almeja que todos esos diálogos fueron pensados y escritos de antemano), de buscar ideas cómicas frescas e ingeniosas y, para que no se diga, contar con muchas más féminas en el reparto, y algunas sin estar nada mal.
Esa mejora tiene un nombre y una razón de ser, Justin Decloux. Tras mucho intentar levantar un proyecto "serio" sin lograrlo, él y Thorn deciden quitarse la espina pariendo algo sencillo, a toda prisa y con el sano fin de pasarlo bien, "Personal Space Invader". Justin, que resulta ser más ambicioso, y se lo toma más a pecho, sufre luego cuando ve el resultado final. Pide ocultar su nombre, hasta que se proyecta ante una audiencia en Toronto y la reacción positiva, así como las risas, le animan a recuperar su identidad en la ficha de Imdb (otorgándose la paternidad de un montaje más que solvente). Poco después, el tipo se pone con sus propias vídeo-movidas, a años luz de las maneras de Adam Thorn. Y, por supuesto, se desentiende de la creación pura de "Assault on the snakemen", limitándose a un papelito secundario. Claro que esto ya se nota, y dolorosamente, en "Personal Space Invader 2" del 2015. Pa la ocasión, Decloux se mantiene al margen, limitándose a un cameo y a sujetar la cámara eventualmente. El resultado es... hummm, ¿cómo llamarlo? absolutamente horripilante. La "película", que dura una sufriente hora, es chapucera en todos los aspectos, los técnicos (hay un récord de desenfoques, y el montaje es atroz) y en los narrativos, de ritmo, de sentido del humor. De todo. No pude ni terminarla.
Así que, misterio aclarado, los aciertos de "Personal Space Invader 1" son en gran parte mérito de Justino quien, además, se marca el rol de ayudante del sheriff demostrando una capacidad actoril para la comedia más que decente, incluidos momentos de pura fisicidad en los que se tira y rueda por el suelo sin cortarse un pelo. Aclarado ello (y el que en los agradecimientos finales se incluyan nombres como los de Kubrick o Buñuel, cosa que no le pega a Thorn) podemos decir que Adam era (y es) un pazguato sin talento que se reboza en su propia incapacidad para evitar los comentarios dolientes, pero que, en realidad, por dentro lo sufre sangrantemente. Sin embargo, y como suele pasar con aquellas personas apasionadas que prefieren hacer las cosas, ni que sea de modo imperfecto, a no hacerlas, al menos fue el que dio el pistoletazo de salida a la creación de una película y, en cierto modo, inspiró a su compañero de batallas para que se lanzara a posteriori con sus propios proyectos. Así que, bien por él. Esa curiosa relación humana resalta cuando ves a ambos compartir un vídeo en YouTube. Decloux interrumpe constantemente a Thorn, como si las opiniones de este le importaran un pimiento. Vamos, que lo tiene por tonto.
Como dato final, añadir que ambas "películas" fueron editadas en dvd por "Golden Ninja Video", es decir, el sello de Justin Decloux quien, no solo lanza sus propias movidas amateurs, también las de otros, así como sendo "cine de verdad" acorde a sus apetencias más "exploitativas". Se recomienda una visita para hacerse una idea.
Naxo Fiol
viernes, 14 de octubre de 2022
J.R. CONTRAATACA
Secuela directa de “Le llamaban J.R” y rodada inmediatamente después de aquella con el fin de seguir capitalizando la franquicia que Paco Lara Polop se había sacado de la manga a costa (y pitorreo) de la serie “Dallas”, y sin pagar ningún tipo de copyright al respecto (que se sepa).
Esta secuela, “J.R. contraataca”, es un poco más de lo mismo aunque sustancialmente peor, pero inconscientemente incorrecta, brutalmente incorrecta diría yo, porque la premisa principal consiste en curarle un repentino homosexualismo que le ha venido a J.R. Con ese comportamiento inadecuado no tiene derecho a heredar el emporio Palace y, entre unos y otras, procurarán devolverle la hombría de las maneras más básicas y elementales, mientras por otro lado lidia con los chupópteros.
Al final del anterior film, y al igual que en la temporada en curso de la serie que parodia, a J.R. le pegan un tiro dejando la puerta abierta para esta secuela que comienza con J.R. ingresando en el hospital y descubriendo el espectador que no ha muerto a causa del disparo, solamente tiene un perdigón incrustado en un testículo. Contrata así un guardaespaldas enano (interpretado por un enorme Pepe Carabias) que vigilará que ninguna fémina se acerque a J.R., pues al mantener sexo peligra la salud de su testículo.
Por otro lado, entes envidiosos que ansían el poder de Palace, conspirarán contra el potentado inyectando hormonas femeninas en el whisky que este bebe a diario, generando así una homosexualidad repentina en nuestro protagonista.
La sal más gruesa, la homofobia más salvaje y el peor de los gustos juntos de la mano en este guion de Juan José Alonso Millán dirigido por el propio Lara Polop, que se ventilan todo el trabajo en un par (o tres) de jornadas con la idea de estrenar pronto y recoger los frutos antes de que se pase el tirón de la serie.
Suena a tópico, pero el humor de la película es tan basto y se ceba tanto con los homosexuales —incluso llegan a definir el termino “pederasta” como “maricón perdido”— que a día de hoy sería tristemente cancelada. De hecho, me pregunto sinceramente si no será este el hecho por el que la película no está, como sí lo está su antecesora, circulando libremente en plataformas de streaming, ni que sea Flixolé, con completa libertad. Por suerte, siempre nos quedará la mula.
Poco más que decir… al margen de esta curación del gay J.R. made in Pepe da Rosa —que asimismo se adjudica parte de su argumento en los créditos—, la película es cutre y chabacana a más no poder, mala como un delincuente, sin embargo su visionado resulta entrañable si no nos tomamos muy en serio el mismo y, lógicamente, naturalmente y mientras se tenga sentido del humor, se ríe uno mucho con los chistes de maricones, más que porque sean buenos, simplemente porque existen y porque hoy serían condenados a muerte. Por supuesto, los espectadores sabíamos a lo que veníamos.
Por lo demás, Antonio Garisa, Mary Santpere, Guillermo Montesinos, José Carabias etcétera, etcétera, como en la primera, se lo pasan divinamente frente a las cámaras soltando diálogos cafres y haciendo su dinerito.
“Le llamaban J.R” llevó a los cines a casi un millón de espectadores; se estrenó en el momento preciso. “J.R. contraataca” por el contrario llegó ya con la fiebre de “Dallas” un tanto paliada, apenas movilizó a los cines de barrio a doscientos y pico mil espectadores. Muy poco.
Al final de la película un Pepe da Rosa metidísimo en el rol de J.R. amenaza con un contundente “¡Volveré! ¡Volveré!” a sus enemigos. Obviamente no hubo trilogía, y da la sensación de que mientras la producción trabajaba en esta secuela, ya se olía que no iban a hacer muchas más películas con el personaje.
Esta secuela, “J.R. contraataca”, es un poco más de lo mismo aunque sustancialmente peor, pero inconscientemente incorrecta, brutalmente incorrecta diría yo, porque la premisa principal consiste en curarle un repentino homosexualismo que le ha venido a J.R. Con ese comportamiento inadecuado no tiene derecho a heredar el emporio Palace y, entre unos y otras, procurarán devolverle la hombría de las maneras más básicas y elementales, mientras por otro lado lidia con los chupópteros.
Al final del anterior film, y al igual que en la temporada en curso de la serie que parodia, a J.R. le pegan un tiro dejando la puerta abierta para esta secuela que comienza con J.R. ingresando en el hospital y descubriendo el espectador que no ha muerto a causa del disparo, solamente tiene un perdigón incrustado en un testículo. Contrata así un guardaespaldas enano (interpretado por un enorme Pepe Carabias) que vigilará que ninguna fémina se acerque a J.R., pues al mantener sexo peligra la salud de su testículo.
Por otro lado, entes envidiosos que ansían el poder de Palace, conspirarán contra el potentado inyectando hormonas femeninas en el whisky que este bebe a diario, generando así una homosexualidad repentina en nuestro protagonista.
La sal más gruesa, la homofobia más salvaje y el peor de los gustos juntos de la mano en este guion de Juan José Alonso Millán dirigido por el propio Lara Polop, que se ventilan todo el trabajo en un par (o tres) de jornadas con la idea de estrenar pronto y recoger los frutos antes de que se pase el tirón de la serie.
Suena a tópico, pero el humor de la película es tan basto y se ceba tanto con los homosexuales —incluso llegan a definir el termino “pederasta” como “maricón perdido”— que a día de hoy sería tristemente cancelada. De hecho, me pregunto sinceramente si no será este el hecho por el que la película no está, como sí lo está su antecesora, circulando libremente en plataformas de streaming, ni que sea Flixolé, con completa libertad. Por suerte, siempre nos quedará la mula.
Poco más que decir… al margen de esta curación del gay J.R. made in Pepe da Rosa —que asimismo se adjudica parte de su argumento en los créditos—, la película es cutre y chabacana a más no poder, mala como un delincuente, sin embargo su visionado resulta entrañable si no nos tomamos muy en serio el mismo y, lógicamente, naturalmente y mientras se tenga sentido del humor, se ríe uno mucho con los chistes de maricones, más que porque sean buenos, simplemente porque existen y porque hoy serían condenados a muerte. Por supuesto, los espectadores sabíamos a lo que veníamos.
Por lo demás, Antonio Garisa, Mary Santpere, Guillermo Montesinos, José Carabias etcétera, etcétera, como en la primera, se lo pasan divinamente frente a las cámaras soltando diálogos cafres y haciendo su dinerito.
“Le llamaban J.R” llevó a los cines a casi un millón de espectadores; se estrenó en el momento preciso. “J.R. contraataca” por el contrario llegó ya con la fiebre de “Dallas” un tanto paliada, apenas movilizó a los cines de barrio a doscientos y pico mil espectadores. Muy poco.
Al final de la película un Pepe da Rosa metidísimo en el rol de J.R. amenaza con un contundente “¡Volveré! ¡Volveré!” a sus enemigos. Obviamente no hubo trilogía, y da la sensación de que mientras la producción trabajaba en esta secuela, ya se olía que no iban a hacer muchas más películas con el personaje.
Victor Olid
miércoles, 12 de octubre de 2022
EL OTRO BAÚL DE TÍO VICENTE 17 - LAS MEJORES DEL 82
En Febrero del 83, el staff de la revista "Casablanca" se curra un listado con lo mejor de la cosecha cinematográfica del año previo según cada uno de sus plumillas. Estas tonterías siempre resultan jocosas por ver qué títulos eran los recurrentes entonces y si encajan en los gustos, y las manías, de cada uno de los firmantes. Luego, pa que no se diga, la cosa se rubrica con esa misma lista efectuada por los lectores quienes, como no podría ser de otro modo, son los únicos que cuelan "Poltergeist" en tan elitista puñado de films.
Tecla Ctrl + boton izquierdo del ratón para ampliar y, seguidamente, no olviden rugir aquello de "¡Graaaaacias ooootra veeeez tío Vicenteeee!"
Tecla Ctrl + boton izquierdo del ratón para ampliar y, seguidamente, no olviden rugir aquello de "¡Graaaaacias ooootra veeeez tío Vicenteeee!"
Naxo Fiol