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viernes, 14 de octubre de 2022

J.R. CONTRAATACA

Secuela directa de “Le llamaban J.R” y rodada inmediatamente después de aquella con el fin de seguir capitalizando la franquicia que Paco Lara Polop se había sacado de la manga a costa (y pitorreo) de la serie “Dallas”, y sin pagar ningún tipo de copyright al respecto (que se sepa).
Esta secuela, “J.R. contraataca”, es un poco más de lo mismo aunque sustancialmente peor, pero inconscientemente incorrecta, brutalmente incorrecta diría yo, porque la premisa principal consiste en curarle un repentino homosexualismo que le ha venido a J.R. Con ese comportamiento inadecuado no tiene derecho a heredar el emporio Palace y, entre unos y otras, procurarán devolverle la hombría de las maneras más básicas y elementales, mientras por otro lado lidia con los chupópteros.
Al final del anterior film, y al igual que en la temporada en curso de la serie que parodia, a J.R. le pegan un tiro dejando la puerta abierta para esta secuela que comienza con J.R. ingresando en el hospital y descubriendo el espectador que no ha muerto a causa del disparo, solamente tiene un perdigón incrustado en un testículo. Contrata así un guardaespaldas enano (interpretado por un enorme Pepe Carabias) que vigilará que ninguna fémina se acerque a J.R., pues al mantener sexo peligra la salud de su testículo.
Por otro lado, entes envidiosos que ansían el poder de Palace, conspirarán contra el potentado inyectando hormonas femeninas en el whisky que este bebe a diario,  generando así una homosexualidad repentina en nuestro protagonista.
La sal más gruesa, la homofobia más salvaje y el peor de los gustos juntos de la mano en este guion de Juan José Alonso Millán dirigido por el propio Lara Polop, que se ventilan todo el trabajo en un par (o tres) de jornadas con la idea de estrenar pronto y recoger los frutos antes de que se pase el tirón de la serie.
Suena a tópico, pero el humor de la película es tan basto y se ceba tanto con los homosexuales —incluso llegan a definir el termino “pederasta” como “maricón perdido”— que a día de hoy sería tristemente cancelada. De hecho, me pregunto sinceramente si no será este el hecho por el que la película no está, como sí lo está su antecesora, circulando libremente en plataformas de streaming, ni que sea Flixolé, con completa libertad. Por suerte, siempre nos quedará la mula.
Poco más que decir… al margen de esta curación del gay J.R. made in Pepe da Rosa —que asimismo se adjudica parte de su argumento en los créditos—, la película es cutre y chabacana a más no poder, mala como un delincuente, sin embargo su visionado resulta entrañable si no nos tomamos muy en serio el mismo y, lógicamente, naturalmente y mientras se tenga sentido del humor, se ríe uno mucho con los chistes de maricones, más que porque sean buenos, simplemente porque existen y porque hoy serían condenados a muerte. Por supuesto, los espectadores sabíamos a lo que veníamos.
Por lo demás, Antonio Garisa, Mary Santpere, Guillermo Montesinos, José Carabias etcétera, etcétera, como en la primera, se lo pasan divinamente frente a las cámaras soltando diálogos cafres y haciendo su dinerito.
“Le llamaban J.R” llevó a los cines a casi un millón de espectadores; se estrenó en el momento preciso. “J.R. contraataca” por el contrario llegó ya con la fiebre de “Dallas” un tanto paliada, apenas movilizó a los cines de barrio a doscientos y pico mil espectadores. Muy poco.
Al final de la película un Pepe da Rosa metidísimo en el rol de J.R. amenaza con un contundente “¡Volveré! ¡Volveré!” a sus enemigos. Obviamente no hubo trilogía, y da la sensación de que mientras la producción trabajaba en esta secuela, ya se olía que no iban a hacer muchas más películas con el personaje.

jueves, 15 de noviembre de 2012

PLAUTO

Me dio anoche por ver esta película, simplemente porque estuve pensando en “Crónicas Marcianas”, el “Late show” de telecinco conducido por Javier Sardá, y me di cuenta de que gracias a ese programa se hicieron unas cuantas películas patrocinadas y apoyadas por el mismo donde sus colaboradores, o sencillamente, los freaks que servían de mofa en el mismo, se estrenaban como directores o guionistas e incluso, solo por pertenecer a dicho programa, llegaban casi todos a estrenar en salas. Luego este es un tipo de películas que por peculiares, dementes, curiosas y por ser realizadas por gente ajena al cine, se merecen, al menos, mi atención.
La más exitosa y honesta, fue “F.B.I: Frikis buscan incordiar” del periodista Javier Cárdenas. Era lo que era una suceción de skechts en el que contemplábamos bromas pesadas a gran parte de los colaboradores más patéticos de programa. Es lo que es, un programa televisivo estrenado en cines. La más demencial sería “Hot Milk” de Ricardito Bofill, que usaba el programa como plataforma de promoción. Una absoluta locura, en la que el interés radica en lo que puede hacer un niño rico pasado de escama, si le das los mandos de una producción. Incluso gente con ligero retraso mental como Leonardo Dantés se animó a hacer cine, creando una obra maestra del cine casero con “L.A.R.R”, que el pobre, por mucho que lo anunciara en el programa de Sardá, no tuvo la suerte de estrenar. Su película era un video casero extendido. Sin embargo a mí me parece la mejor de todas. Y por fin tenemos este “Plauto”, el delirio del narcotraficante con ínfulas de escritor Coto Matamoros, que no hacía más que hablar de su película en el programa, llegando incluso a decir cuando se estrenó, que a aquél que no le gustase le devolvería el dinero de la entrada. Incluso devolvió el dinero de unas cuantas, por supuesto.
Pero en contra de lo que muchos creen, el proyecto es suyo, pero no lo dirige el. Matamoros, no tenía ni puta idea de dirigir, así que se encargó de escribir el guión y para dirigirla contó con los servicios de David Gordon, director que obtuvo cierta relevancia en festivales y demás a raíz de una trilogía de cortos tontísimos con títulos como “Kikos”, “Pipas” o “Chicles”. Luego rodó esto, y nunca más se volvió a saber de el.
Sin duda, de los atentados fílmicos que salieron de la factoría “Crónicas Marcianas”, este es el peor de todos. Si tengo que definirlo con una sola palabra, esta sería “Repugnante”.
Cuenta la historia de un circo que está en las últimas, y para salir adelante, a tres de los artistas se les ocurre utilizar el recinto para mover cantidades ingentes de droga. Se meterán en una espiral de violencia en una pseudo “road movie”, que bebe mucho de aquella gran mierda de Juanma Bajo-Ulloa que era “Airbag”. Los tres artistas de circo, acaban asesinando, esnifando y extorsionando. En consecuencia, tanto la gente que les proporcionó la droga, como la gente que les prestó el dinero para comprarla, acaban yendo al circo para acabar con todos ellos en una masacre a ritmo de metralleta. Ahí es donde entra en juego Plauto, el payaso, del que no puedo decir nada más porque acabaría destripando la película… no vaya a ser que a alguien le interese.
Mala hasta decir basta. Mal rodada, montada con el culo, ridícula, de vergüenza ajena, lo peor sin duda es el guión del propio Matamoros, que construye diálogos larguísimos y llenos de tacos y de alusiones sexuales cerdísimas, que en boca de los malísimos actores resultan de lo más patético. Además, hay que prestar gran atención para comprender una trama, que seguro que Matamoros se creía que era acojonante, cuando en realidad es una mierda.
El reclamo para vender la película, a parte de la autoría del proyecto por parte de Matamoros, era el reparto repleto de freaks mediáticos de los que estaban de moda entonces, así tenemos en el papel principal a El Dioni, que está ahí, supongo que porque es un pelín mejor actor que el resto de desgraciados. Le acompañan en cameos o papeles cortos Loli Álvarez, Leonardo Dantés, Arlekin, Nuria Bermúdez, María Bolkan, Tony Genil, Dinio, el Conde Lequio… y seguro que me dejo alguno. También tenemos actores de verdad como José Carabias como el payaso Plauto, que está como siempre: Bien, o a Javier Cifrián.
También tenemos un cameo del escritor José Manuel Serrano Cueto. En definitiva, un producto curioso por todo esto que cuento, pero también una cosa muy mala y muy antipática e incluso desagradable, para la que hacen falta dos cojones muy gordos para ponerse a verla.
Lógicamente, en taquilla, el desastre fue mayúsculo.

viernes, 4 de agosto de 2017

PIERNAS ARRIBA

En un principio “Piernas Arriba” iba a ser una alocada comedia picantona, adscrita al destape, pero sin más que un par de desnudos y mucha diversión. Sin embargo, la exhibición pedía carnaza en sus cines de barrio, y por eso, y por una supuesta falta de metraje para llegar a una duración estándar, se rodaron aparte unas cuantas escenas porno soft de escaso gusto, que se insertarían sin mucho orden ni concierto al metraje cómico existente, pariendo así una película de clasificación “S”, que en aquellos días de 1982, más que una clasificación sinónimo de denuncia, lo era de  comercial. Y en esa tesitura se estrenó.
Cuenta la historia de dos detectives contratados por parte del dueño de un hotel. En este, se están cometiendo una serie de asesinatos contra unas señoritas. Para no llamar a la policía, ya que estos hechos podrían hacerle perder la clientela, los detectives a los que acabo de hacer mención, se ocuparan del caso, y por el camino, se ponen las botas con algunas de las poco higiénicas tías que salen en la película.
Protagonizada por el gran José Carabias –en uno de los pocos papeles protagónicos de su longeva y prospera carrera- y por Tito García (La Guerra de los niños), los actores mantienen que cuando rodaron la película pensaban que estaban rodando una comedia al uso de lo que se llevaba entonces, pero que en ningún momento supieron que rodaban una película porno soft, por lo que, engañados, siempre dijeron que no sabían nada del asunto; que insertaron las escenas de folleteo sin su conocimiento –ni consentimiento-. Sin embargo, si que hay una escena en la que ambos actores chupan los pezones al unísono, de la misma actriz, y bajan al pilón ambos, a unas distancias tan escasas que si no hubo cunilingus real, el olorcillo tuvo que llegarles, y hasta algo de sabor. En la escena de marras, Tito García, escupe pelo. Y si esto ocurre es, con la cámara como testigo, porque tuvo la boca demasiado cerca de los montes de Venus.
En cualquier caso, la película es un puzzle de malas escenas, mal dirigidas, mal interpretadas, peor escritas, y montadas por un mono amaestrado, que mezcla escenas con más luz con otras donde esta escasea, así como se encarga de que los protagonistas hagan gestos lascivos cuando, para justificar un inserto, hacen esos gestos al aire.
El resultado de esto, es la obra de un absoluto inútil.
La película pasó discretita por las salas, 75.000 espectadores, y la dirección corre a cargo de un director más interesante que sus propias películas; Justo Pastor.
Pastor, venía del teatro, dónde en los años 70 tuvo algún que otro sonado éxito y dónde, ocasionalmente, hacía de actor. Iniciado en el cine gracias a su amigo Eloy de la Iglesia, para el que hizo de actor en unas cuantas ocasiones, Pastor debuta en la dirección de cine “S” con títulos tan sugerentes como “Con el rabo entre las piernas”, “Aberraciones sexuales de un diputado” o “Ya no soy virgen, olé, ya no soy virgen” para en 1983 ser condenado al obstracismo y no volver a ponerse detrás de las cámaras  hasta 1997, año en el que vuelve a dirigir. Pero no lo hace con un viejo y acariciado proyecto que no hubiera podido llevar a cabo en su momento, que va, lo hace dirigiendo la primera película porno de Poli Díaz: “El potro se desboca”. Y ahí acaba su carrera cinematográfica.
No obstante, en 2009, pocos años antes de su fallecimiento, también podemos verle haciendo de si mismo en la película de Leonardo Dantés “L.A.R.R” dónde hace de si mismo y le vemos muy a gusto, suelto e integrado, al lado de Tony Genil y diversos freaks que aparecen en esa película y que comparten plano con el director.
Como dato de interés para los más cotillas, decir que durante buena parte de los 70, Justo Pastor, fue amante de Eloy de la Iglesia.
“Piernas Arriba”, puede que sea lo más parecido a una película normal que ha hecho, por mucho que cuele planos de tetas y felpudos en escenas en las que no vienen a cuento, solo para poder meter ese metraje en algún sitio.