Un mediometraje –apenas dura 45 minutos- que cuenta la
historia de una joven oronda y acomplejada que, por otro lado, tiene cierto
talento para la comedia y los chistes. Un buen día conoce a un joven de exótico
nombre, Tony Moroni, que además de fregar platos en un club de comedia, de vez
en cuando sube al escenario a soltar su mediocre repertorio. Un buen día,
deciden que lo mejor que pueden hacer es, que ella le escriba los chistes a él,
dado que ella tiene miedo a subir al escenario, y así matan dos pájaros de un
tiro.
Bueno, esta película es absolutamente infame, rodada como
sin ganas, con un tempo inexistente y con una historia que no puede ser más
sosa. Todo apunta que la película será una comedia romántica de “chico-majo-conoce-chica-gorda-y-se-enamora”,
pero se queda a medio camino, porque esta historia de amor, luego ni se llega a
plantear a pesar de que esté todo preparado para tal efecto. En definitiva, una
patata hervida.
Por otro lado, la protagonista, Adah Glasbourg, no puede ser más
insoportable. Figura ser una chica de lo más divertida y con sus chascarrillos
y chistes, la sensación que le queda al espectador es que está interpretando a
una enajenada mental. Quienes vieron la película en su momento, además del
encargado del casting y el director, debieron pensar lo mismo, porque lo cierto
es que esta chica no volvió a rodar ni una sola película más, y su partenaire,
Jim Carrey, terminó explotando su vena cómica más facial, y gracias a eso tiró
para adelante, porque lo cierto es que, aún apuntando maneras, el Jim Carrey de esta
película, tiene la gracia brillando por su ausencia. Es más, hay escenitas de
ambos que inmiscuyen al espectador en la más asesina vergüenza ajena.
Y es que esta película quedó relegada al olvido. Hasta que,
claro, por unas cuestiones o por otras, Jim Carrey se convirtió en estrella.
Tras sus apariciones televisivas y sus películas, se le empezó a conocer como
“Rubberface” (Cara de goma), así que las despiadadas distribuidoras de vídeo,
rescataron del cubo de la basura esta vieja película, y titulándola de igual
manera que el apodo de Carrey, la lanzaron al mercado como si se tratara de una
película nueva del cómico en la que se vendían los atributos y la comedia
física por los que Carrey era conocido… y eso que en esta película, Carrey apenas
hace un par de gestos muy poco desarrollados.
Mucho después, a
nuestro país llega la película en DVD, exactamente con las mismas
artimañas que lo hicieron en Canadá y las Américas, pero peor aún, con esta
carátula que les adjunto. En ella vemos que hay un cuerpo al que, en su
imposible postura, han cortado, via fotoshot, la cabeza de su dueño para pegar
de mala manera la cabeza de un Jim
Carrey, que si no es del todo actual, si que es de sus últimos años. Ahora la
cosa está en ¿Todavía hay alguien que pique con estos intentos de engaños? Yo
he adquirido el dvd sabiendo que sería algo de esto y por eso lo he comprado
–por eso, y porque me ha costado 80 centimos-. Y estas cosas deudoras de la
etapa del vídeo club, ejecutadas en los tiempos que corren, bien merecen una
reseña.
Dirigen Glen Salzman y Rebecca Yates, que en su longeva
carrera televisiva, alguna vez tuvieron que decir aquello de “ Yo rodé una de
las primeras películas de Jim Carrey”.
Como anécdota decir que, a juzgar por su aspecto en este telefilm,
Jim Carrey tiene los dientes nuevos –aquí los tiene montados y torcidos- y la
nariz operada, como pasa con la mayoría de las estrellas de Hollywood.
Una porquería.