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lunes, 12 de diciembre de 2022

WELCOME II THE TERRORDOME

“Welcome II the Terrordome” es un extraño caso de película que, teniendo todos los ingredientes para meterse a la critica sesuda en el bolsillo y ser considerada una de las piedras angulares del cine independiente de los 90, apenas consiguió la indiferencia de este, convirtiéndose posteriormente en una ignota cinta de corte post-apocalíptico a la que rinde culto un número bastante reducido de gente.
Y es que “Welcome II the Terrordome” es la primera película independiente británica enteramente afro, se trata de un film con un fuerte contenido político y, para más inri, está dirigido por una mujer negra, Ngozi Onwurah, activista, modelo y conferenciante. Vamos, raro era que no se hubiera llevado un Oscar, si juzgamos esa película por su currículum.
¿Qué es lo que sucede con “Welcome II the Terrordome” para que sea una de las obras de autor más desconocidas del planeta? Por un lado que se adscribe al género. Trata de mostrar la problemática social de la raza negra en las grandes urbes a través de la ciencia ficción distópica. Otro de sus problemas podría ser perfectamente su bajísimo presupuesto, especialmente destacable en los materiales con los que se ha filmado (puede que sea un 16 mm más costroso de los normal) y el tosco montaje. Pese a unos escenarios futuristas bastante apañados, la película por momentos suelta un extraño aroma amateur. Si sumamos todo eso y le añadimos un argumento que aunque parece lioso lo que resulta es que es inexistente, el verdadero problema que tiene es que es MUY MALA y de ahí su poca prensa, pese a haber sido proyectada en el festival de Sundance y las buenas intenciones generales que lleva implícita. Y cuando digo MUY MALA, quizás me quedo corto.
La película nos muestra un futuro distópico en el que, vistos los derroteros que lleva el mundo, los negros se verán relegados a vivir en un gueto vallado, casi, un campo de concentración llamado Terrordome, donde serán constantemente vigilados por la policía.
En esa tesitura tenemos a Spike (¿homenajeando a Spike Lee?) que vive allí con su novia blanca, quien abandonó a su anterior pareja por que la sometía a continuos maltratos. Ahora están todos ellos confinados en Terrordome y buscarán matarse unos a otros, todo eso sin contar con la represión a la que somete la policía a estos negros.
Cuando uno está viendo “Welcome II the Terrordome” se dará cuenta a los pocos minutos del inicio de que algo falla, y es que se trata de una película muy seria, con un mensaje muy potente, cuyo bajo presupuesto y la poca pericia de la directora la hace parecer una serie Z de tres al cuarto, con actores no muy habilidosos y con un nulo sentido del tempo. Además, hace un uso excesivo de la música rap en su banda sonora, como si tuvieran que insertarla por cojones, y por momentos provoca risas involuntarias, cosa esta que es un autentico logro porque desde el primer momento notamos la seriedad de lo que cuenta y el alto concepto que de sí misma tiene.
Inspirándose en el título de una popular canción de Public Enemy, “Welcome II the Terrordome”, con el hip-hop muy presente durante todo su metraje, como sí de una película temprana de Spike Lee se tratara, brinda homenaje al grupo de rap en no pocas ocasiones, y no solo vemos su popular logo en momentos puntuales, sino que la inserción con calzador del mismo grupo nos dará uno de los momentos más risibles y sonrojantes de la película: Un niño, uno de los protagonistas, destrozará con su inhabilidad rapeando una de las canciones de la banda, “911 is a joke”, en un escenario habilitado para que unos cuantos tipos rapeen en la película, sin que venga en absoluto a cuento. Lo hace tan mal, que no se entiende como esa secuencia se ha quedado en el corte final, puesto que, por otro lado, esas rapeadas en directo de unos y otros, no aportan nada.
En definitiva, un absoluto despropósito.
Obviamente, las élites del mundo de la exhibición y de la crítica, conscientes de la idea inicial de “Welcome II the Terrordome”, tuvieron que darse cuenta de que este material era malo de pelotas, pero claro, se trataba de una película sobre la represión del hombre negro en un futuro distópico y su directora tenía cierta reputación; En esos ambientes está feo decir que un material de estas características es una mierda, así que lo más sencillo era ignorarla a su paso por los festivales, hacer como que no la habían visto y de este modo se ahorraban el tener que decir que esto era una puta mierda XXL. En consecuencia se relegó a la invisibilidad y, posteriormente, comenzó el mini-culto hacia la misma.
Por otro lado, cuando se habla de su directora no se suele obviar “Welcome II the Terrordome” a la hora de abordar su filmografía, pero sí que se suele mantener silencio una vez su película ha sido nombrada. Y a mí todo eso me parece maravilloso.
Ahora, como película rara, misteriosa y desperada, “Welcome II the Terrordome”, con su lioso argumento, su rap impostado, su intención de ser cine político, militante y prestigioso y quedarse en película de la Troma en sus peores años, me parece un título muy a tener en cuenta… pese a la paciencia que hay que tener para verla entera.

viernes, 18 de enero de 2013

DJANGO DESENCADENADO

Lo primero  de todo decir que, despojado de prejuicios, me reconcilié con Tarantino tras ver “MalditosBastardos” donde la estrella (es más estrella que director) alcanza la mayoría de edad como director y autor. Y mi desprecio se dirige hacia ese fandom de Tarantino que lleva camisetas de Jules Winfield, pero desconocen las referencias que homenajea y/o plagia el director. Alaban  el trabajo de Tarantino, pero no tienen ni pajolera de quien es, por ejemplo, Sergio Corbucci.
Y si “Malditos Bastardos” ya me pareció cojonuda, “Django desencadenado” me parece magistral. Atrás quedaron los tiempos “indies” de Tarantino. Estando tras sus películas los grandes estudios, Tarantino  es mucho mejor.
Y me da la sensación, de que para Tarantino, el ser Tarantino empieza a ser un lastre, quiero decir, que parece que se ve obligado a meter con calzador las referencias cinéfilas, pero que ya comienzan a molestarle.  Aquí, obviamente su homenaje al “Spaguetti Western”, las referencias son muy marcadas, parece querernos decir “Aquí os las dejo, y dejadme ya en paz”, así, las dislumbramos en los títulos de crédito, la banda sonora, los zooms y el cameo de Franco Nero, pero están metidas ahí como para  quitárselas de encima. Luego el resto de la película es el film que Tarantino ha querido hacer. Por lo tanto, no encontramos primerísimos primeros planos a lo Sergio Leone, ni la película en general parece un “Spaguetti Western”, parece más bien un homenaje al western Americano, y los tonos que se usan en la película, más grisaceos que naranjas, evocan al western contemporáneo, así que, referencias a parte, “Django Desencadenado” está más cerca de la también magistral “Valor de ley” de los Cohen que de, por ejemplo, “Por un puñado de dólares” o el “Django” original de Sergio Corbucci.
También es cierto, que su estructura, sin dejar de ser la típica de Tarantino, si que adolece un poco de esos eternos diálogos que le han hecho famoso, en pro de conversaciones con menos texto y  planos más visuales, que hay menos acción de la esperada, así como mucha más violencia y sangre de lo habitual, y también, humor más chabacano al estilo de la nueva comedia americana (no en vano, JonahHill aparece en una de esas secuencias), pero lo mejor de “Django desencadenado” es que es la cosa más entretenida del mundo. Tres horas que pasan en un santiamén, dejando al espectador un agradable sabor de boca.
Muchos personajes aparecen en pantalla, y además del anteriormente mentado Franco Nero, podemos ver también a Tom Savini, Don Johnson, y los demás que se me escapan.
En cuanto a los actores, están todos cojonudos, desde Jamie Foxx hasta Samuel L. Jackson, si bien es cierto que quien se lleva la palma es Christoph Waltz, verdadero protagonista de la peli, que da gusto verlo.
El argumento es lo de menos. Un dentista caza recompensas alemán que odia la esclavitud, compra un esclavo para que le ayude a matar a unos antiguos negreros suyos requeridos por la ley. Tras concederle la libertad, el dentista, ayudará al esclavo a salvar a su esposa, que sirve en un campo de algodón de Mississipi.
Por otra parte, decir que a Spike Lee le come la envidia… Por todos es sabido que arremetió muchas veces contra el cine de Tarantino, acusándole de racista por la cantidad de veces que se empleaba la palabra “nigga” en sus películas. “Django desencadenado”, sin embargo, es un alegato antiracista que coloca a los padres fundadores de América en su lugar, y Spike Lee ha vuelto a poner el grito en el cielo, volviendo, como no, a acusar a esta película de racista. Es lo que tiene el ser relegado al video-club.
Así pues, no se me caen los anillos al reconocer que “Django desencadenado” es la película más divertida, vibrante, interesante y bien hecha de los últimos años. Tarantino, sigue así campeón, que te vas a convertir en un clásico.

lunes, 29 de febrero de 2016

CAZADOR DE DEMONIOS

Terrible vuelta al género fantástico por parte de Wesley Snipes. Que lejos quedaron aquellos tiempos en los que Wesley, prometedor actor negro, aparecía en películas políticamente correctas y respetables como “Sugar Hill” o las que hizo con Spike Lee. Eso si, que este “Cazador de demonios” sea una puta mierda no es una cosa nueva en la filmografía del ex presidiario Snipes, quiero decir, que en los últimos años su carrera ya estaba podrida por la roña, si bien, a título personal, la propia saga de “Blade” con la que babearon muchos pre-cholos y fans del, llamémoslo, “cine sin sorpresas”, era igualmente una puta mierda nefasta. Así que la frase promocional que viene en la carátula del DVD, con fines mercantiles -¡Vuelve Blade! no estaría ni tan mal traída. En ese sentido, Snipes está haciendo la misma mierda de siempre.  Además, perdonémoslo, que acaba de salir del truyo no hace mucho.
“Cazador de demonios” sería una especie de Western post-apocalíptico de corte religioso, con ramalazos de, en el papel, haber querido ser un “Mad Max” de corte baratillo del nuevo milenio (hasta que llegó el “Mad Max: Furia en la carretera” de los cojones y los furores uterinos del fandom).
En  ella, un pistolero negro y con barba blanca, resulta ser el hijo de una monja que re nigga (perdón… quería decir “reniega”) de Dios, por lo que le cae la maldición divina de que todo aquél que el negro mate, vuelve a la vida en forma de demonio. Y como se ve que ha matado a unos pocos, pues ahora estos demonios se quieren cepillar a Snipes.
Un coñazo sin sentido, ni del ritmo, ni de existencia, en la que muchas de las cosas que ocurren en la película no son mostradas, si no narradas (lo peor que puede pasar en el cine), al cual podríamos resumir de la siguiente manera: Wesley Snipes camina por el desierto vestido de vaquero, con las piernas arqueadas, de vez en cuando pega algún tiro y arranca alguna cabeza de demonio blanco, para acabar sentándose en el suelo a descansar. Fin.
Al director Andrew Goth ya le van este tipo de productos, y si bien ninguno de sus trabajos podría sonarnos siquiera ni a usted ni a mí, si que se dedica a rescatar personajes que si un día fueron algo en la industria del cine, ahora este les ha olvidado y les ha dado la espalda, caso  de aquí Snipes o del recientemente fallecido David Bowie en “Everybody´s loves Sunshine".

lunes, 24 de agosto de 2020

CÓMO HACER EL AMOR CON UN NEGRO SIN CANSARSE

Vista a día de hoy puede parecer una película totalmente inofensiva, pero en 1989, año de su estreno, causó gran controversia por tratarse de una película que la crítica seria de los USA y los colectivos feministas consideraron racista y misógina. Puede que algo de esto haya porque los estereotipos con respecto al tamaño del rabo de los negros y a sus dotes amatorias están a la orden del día en el argumento, pero también es cierto que en el mismo se critica a la sociedad blanca, dando palos tanto a racistas blancos que tratan a las otras etnias como si fueran poco menos que violadores, como a racistas blancos no diagnosticados que se exceden en la defensa de los negros (racismo inverso), con lo cual, si hacemos una lectura total de la película, llegaremos a la conclusión de que se trata mayoritariamente de una sátira, que además incluye unos buenos chistes de pollas negras. Y eso, los yankees, lo llevan bastante mal.
Como fuere, hay que tener en cuenta también que se trata de una película canadiense hablada en francés, motivo por el cual, posiblemente, los estadounidenses también la cogieron manía. Y con todas estas motivaciones, la prensa se negó a publicitar la película (que además en su título contenía la palabra “negro” que en inglés sirve para dirigirse a los afro-americanos de manera despectiva) y sufrió algún que otro boicot por colectivos  tocapelotas de todo tipo de ideologías.
Sin embargo, si la película existe, es porque está basada en un popular best seller quebequense que, traducido a un montón de idiomas, lo que criticaba era precisamente lo mismo de lo que se le acusaba a la película. Su autor, Dany Laferrière, escritor negro para más señas, es el co-autor del guion. Y la experiencia debió gustarle porque después de esta escribió unos pocos títulos más, amén de hacer una incursión en la dirección con la película “Comment conquérir L’Amérique”.
Al margen de la falta de entendimiento entre culturas, la película casualmente se estrenó en España para el público de cine de arte y ensayo, y la vieron 52.000 espectadores. Recuerdo su estreno porque en autobuses y marquesinas, me llamaba la atención poderosamente aquél póster que nos presentaba a un negro con la polla gigante cubierta por una sábana. Aquí dio igual el racismo, la polla del negro y el cristo que la fundó.
En el argumento apenas hay trama. De primeras se nos presenta al protagonista, un negro que rompe la cuarta pared para decirle al espectador que es caníbal, escritor, y que se encuentra en Quebec porque allí no hay ningún dictador, y sí muchas mujeres blancas. Después nos pone en situación, abandona la cuarta pared,  y ya vemos que se trata de un inmigrante que tiene un compañero de piso y que, por un lado, tienen un problema de algún tipo con unos camellos de la zona que piensan que les quieren quitar el puesto y, por otro, ambos se dedican a follarse a tanta blanca como les sea posible, en un ambiente esnob donde las chicas blancas de sociedad medio alta, se desviven por recibir en sus coños una buena polla negra. Y los negros las tratan como a tontas.
Una comedieta muy ligera, concebida para intelectuales no obstante y que, curiosamente, guarda una deuda estética muy gorda con las películas ochenteras de Spike Lee a las que trata de imitar tanto en tono como en forma, por supuesto, sin los mismos resultados. Su director, Jacques W. Benoit, blanco, ya había dirigido “Le diable à quatre” unos años antes, pero tras “Cómo hacer el amor con un negro sin cansarse” no volvería a dirigir jamás, aunque ejerció de asistente del director en pelotazos del cine cultureta como pueda ser el binomio formado por “El declive del imperio americano” y “Las invasiones Bárbaras”.
Por lo demás, y como digo al principio, una película inofensiva, blanca (jejeje!) que mientras la vemos no sufrimos demasiado, pero que, si no la vemos, tampoco pasa absolutamente nada.
Eso sí, pronunciar el título en su idioma original es todo un placer para los sentidos: “Comment faire l'amour avec un nègre sans se fatiguer”. Prueben a decirlo.

lunes, 27 de febrero de 2012

EL OTRO HIJO DE SAM

Ignoto producto de la américa de los 70 con un arranque maravillosamente risible y un desenlace sorpresivamente tontuno, lástima que de por medio no haya nada que destacar.
David Berkowitz, o el llamado Hijo de Sam, fue un psycho-killer que en aquellos tiempos mantuvo a todo Estados Unidos con el culo prieto. Su especialidad era disparar impunemente contra cualquier desgraciao que se le pusiera a tiro. Cuando lo pillaron, declaró que fue el perro poseído por un demonio de su vecino el que le había dicho que saliera a matar. El muchacho dejó huella. El puto Spike Lee hizo un especie de pseudo-biopic jodidamente abominable titulado "Summer of Sam". El caso de Dave Adams, productor, guionista y director de "El otro hijo de Sam", es bastante diferente al del racista de la perilla.
"El otro hijo de Sam" no tiene NADA que ver con el auténtico "Hijo de Sam"... el título es una mera excusa explotativa y efectista para sacar beneficio a lo que, cuando se estrenó, era aún un tema candente que daba morbo al personal. La peli narra, simple y llanamente, las fechorías de un asesino en un campus universitario y los esfuerzos que hace la policía para detenerle. Sin más. Lo curioso es el cómo lo cuenta. El inicio solo puede calificarse de sensacional. Después de un montón de texto y más texto dándonos la barrila con psycho-killers y otros rollos carentes de interés, y tras ver cómo el director cuela su nombre hasta tres veces, nos encontramos con una parejita que entra en un pub para presenciar la actuación que se marca un especie de crooner chungo ataviado totalmente con lo peor de los años 70... el peinado patilloso, la camisa abierta, los pantalones acampanados, etc, etc... no falta nada. El tipo canturrea una balada romántica en planos situados a contraluz de los focos del escenario. No hace falta decir que nos comemos la canción completa (según Imdb, el artista responde al nombre de Johnny Charro).
Luego, pues sí, un asesino va matando peña con una pistola. Mucha cámara subjetiva (por eso hay quien otorga al film el haber sido precursor del "slasher", desconociendo que "Navidades Negras", situada en un campus, con un asesino y cámaras subjetivas, se había parido tres años antes), chicas gritando, nada de tetas, escasa sangre y la policía que no casca una. Adams quiere hacer una peli de esas metódicas sobre investigación y actuación policial tan de moda en los 70, pero lo que consigue es crear cero suspense, cero emoción, cero intensidad y mil aburrimiento. Nunca he visto secuencias de disparos más insulsas, macho.
Al final se cargan al otro hijo de Sam, y pretenden incluso que sintamos lástima por él. El chico vivía traumatizado por su mala madre y por eso mataba a todo quisqui. La poli le dice "No te haremos daño" y luego le acribillan. ¡¡Cuanta maldad!!. La chica superviviente y el poli prota hablan, ella dice "Nunca entenderé por qué lo hizo", la imagen funde a negro y FIN. Se acaba. Para entonces a duras penas llevamos una hora y siete minutos. Extraño.
También son extraños los arrebatos artys del realizador. Cada dos por tres congela la imagen, mientras de fondo el audio sigue su curso. Y lo hace sin aparente intención o significado, como eligiendo los planos a puto boleo. Así mismo gusta de relentizar algunos momentos de supuesto impacto, a espera de que ello nos erice el vello del cuerpo... sin lograrlo ni por un momento.
El amigo Adams no volvió a dirigir nada más en toda su perra vida. Y no me sorprende.

viernes, 20 de febrero de 2009

INVICTO

Pensándolo detenidamente, esta estupenda película es la culpable de dos cosas: El declive y condenación videoclubera de una estrella y de una súper estrella de Hollywood. Vingh Rhames venía de hacer secundarios y, quieras que no, esta conversión a producto directo para vídeo creo que no le ha venido mal. Además de que seguimos viéndole en morralla mainstream de vez en cuando ("Amanecer de los muertos", "Yo os declaro marido y marido"...) Pero en el caso de Wesley Snipes, es más duro, ya que ha pasado de ser un actor de prestigio gracias a sus pelis con Spike Lee, a ser el prota de subproductos que se editan a patadas en DVD. Después de esta, repitió en cine con "Blade III" y ya todo lo demás directo a vídeo. Todavía no le he echado el guante a ninguna de esas películas con Wesley Snipes. De las del señorito Rhames, ya saben que opino.
Con todo, y aunque esta podría muy bien ser una más de las pelis que estos caballeros hacen en los últimos años, se estrenó el cine. Quizás porque en la dirección andaba Walter Hill, o bien porque en los USA salió en DVD y en España antes pasó por salas, no lo sé y no me apetece ponerme a buscar la info.
Pero está muy bien, en la línea de lo que Rhames viene haciendo últimamente.
Aquí interpreta al boxeador campeón de los pesos pesados que es detenido por supuesta violación e ingresado en una prisión de máxima seguridad, donde se hace respetar a base de hostia limpia y muy malos modos. Snipes, por su lado, es el campeón de todas las categorías en la prisión y un buen tipo. 
Perdió los estribos al descubrir que su esposa le engañaba  y mató a base de yoyas al amante. Rhames, que está echo un autentico cabrón, hace todo lo posible por pegarse con Snipes. De mientras, un forofo del boxeo (Peter Falk) muy respetado y con pasta, prepara el combate.
Cine de entretenimiento puro y duro con unos combates de poner los pelos de punta y unas macarradas de padre y muy señor mío. Cine para machotes, del que tanto disfrutamos mi progenitor y yo.
Le sigue una secuela producida por la "Nu Image" que no tiene absolutamente nada que ver con esta, aunque está igualmente chula. A pesar de la ausencia de Ving en ella.

lunes, 20 de mayo de 2013

PENITENCIARÍA

Jamaa Fanaka, activista negro que iba predestinado a ser una especie de Spike Lee, pero que se quedó en el camino, rodó una trilogía en la que queriendo dejar su impronta como autor, lo que consiguió es dejar tres clásicos que en nuestro país tuvieron cierta repercusión, al menos en las estanterías de los vídeo clubs, donde se alquilaban como churros.
Me refiero a la saga de “Penitenciaría”, que creó escuela en lo que podíamos llamar “películas de boxeo carcelario”.
“Penitenciaría” cuenta la historia de un joven afro-americano (o sea, un negro), que  intentando salvar a una chica de la violación perpretada por un par de rednecks blancos (que le llaman asqueroso negro), acaba con ellos a golpes y con sus huesos en prisión. Allí, pronto se hace respetar por sus compañeros a base de puñetazos, y al ver su potencial, el alcaide le propone ingresar en el equipo de boxeo de la cárcel a cambio de la libertad condicional que se les ofrece como beneficio a quienes cooperan. Mientras somos testigos de los combates, lo somos también de los distintos dramas que viven los negros de esa prisión.
Obviamente, Fanaka (el exótico nombre del director es debido a su conversión a la nación del Islam) tiene trazos de artista en su película, rueda siempre con un gran angular, y las escenas en el patio de la cárcel parecen grabaciones caseras del interior de un hospital psiquiátrico, máxime cuando algunos de los personajes se dirigen directamente a cámara, para acentuar el dramatismo de la secuencia. Lo que pasa, es que el boxeo carcelario es un tema un tanto de género, y el exagerado activismo del director, hace que la película parezca una muestra más de “Blaxplotation”, cuando lo que pretende es hacer una película de contenido social. Al menos en esta primera entrega de la saga, que en las siguientes (Naxo, da buena cuenta de la tercera) se entregara voluntariamente a encaminar la saga  por unos cauces más palomiteros, eso es otro asunto.
Sexo rancio (ese negro moviendo la lengua a velocidad de vértigo sobre el pezón de una convicta), y una violencia brutal, tanto en los combates como en las peleas al margen, esos negros cachas y sudorosos, son los responsables del look de cine explotation de la película.
León Isaac Kennedy, que si que venía de la “Blaxsplotation” con títulos como “El Samurai negro”, protagoniza la película, y gracias a ella tomó cierta relevancia en films de este corte, y en otros de serie B.
Junto a él, actores negros recurrentes de la época y en el papel de alcaide, que curiosamente no es tan cabrón como se podía esperar en una peli de este tipo, tenemos al mítico Chuck Mitchell, o lo que es lo mismo Porky, de “Porky´s”.
Un clásico. Imposible aburrirse.

lunes, 24 de octubre de 2022

SWINGERS

En pleno 2022 podemos decir, sin que se nos rasguen las vestiduras, que aquello del cine independiente de los 90 que empezó de forma más o menos genuina hasta que llegaron los Wenstein para de manera camuflada convertirlo en mainstream, no fue más que una moda del momento (ya teorizamos sobre todo ello aquí). Un puñado de jóvenes más o menos aburguesados que, como se lo podían permitir, se ponían a hacer películas al margen de los estudios, de relativo bajo presupuesto.
A día de hoy ni Dios recuerda el cine indie y, salvo Tarantino, Spike Lee o Kevin Smith, el resto de sus cabezas visibles se ha quedado para vestir santos.
Aparte de esto, me resulta muy curioso comprobar como una de las películas más pequeñas de aquel movimiento, con un par de buenas ideas, un par de actores con carisma y siendo un film que despertaba mucho menos interés general que la mayoría de sus compañeros de promoción (los Tom DiCillos o Alexandre Rockwells de turno), sin que tampoco fuese un taquillazo —de hecho no consiguió recaudar el dinero que se gastó Harvey Wenstein en comprársela a sus propietarios—, sus principales artífices se encuentran a día de hoy en primera línea del mainstream y gozando, en el mejor de los casos, hasta de cierto reconocimiento por parte de la industria. Y es que “Swingers” es una película con un presupuesto de tan solo 200.000 dólares que realizaron, casi por diversión, un grupo de amigos compuesto por Jon Favreau, Vince Vaughn y Dough Liman. Rodaron sin permisos, en plan guerrilla, sobre la marcha y en dos semanas una película que sin hacer demasiado ruido los lanzó a todos ellos al estrellato cuando no eran más que unos pipiolos que buscaban hacer algo con sus vidas.
“Swingers” no hace referencia a los clubs de intercambio de parejas como pudiera parecer, sino que por lo visto, a finales de los 80 y hasta mediados de los 90 se puso de moda en Los Angeles lo que fue una tendencia pasajera llamada neo-swing, y que consistía en reivindicar la música swing y vestir con camisas de bolos e indumentaria más propia de aquel movimiento de los años 40. Entonces, “Swingers” transcurre dentro de ese entorno, y a los que se apuntaban a ese revival se les denominaba, valga la redundancia, swingers.
Sin un argumento muy preciso, la película nos presenta a un grupo de actores en paro que con la excusa de que a uno de ellos le ha dejado su novia, salen por la noche, beben, ligan y se meten en algún que otro lío. Y poco más. Una peliculita entretenida que sin demasiados aspavientos nos presentó a un par de actores y guionistas, y un director que luego demostraron tener talento y que acabaron haciendo películas de lo más gordas.
El verdadero cerebro de “Swingers” fue Jon Favreau, entonces un joven aspirante a actor que se instaló en el ordenador un programa para escribir guiones. Se puso a trastear con el programita y, para probarlo, comenzó a escribir en forma de guion las aventurillas nocturnas vividas por sus amigos y por él, centrándose en la relación que tenía con Vince Vaughn al que había conocido años atrás en el rodaje de la película “Ruby” donde ambos tenían sendos papelitos. Así que los personajes principales a los que dan vida Favreau y Vaughn están inspirados en ellos mismos.
Cuando terminó de escribirlo, Favreau decidió que ese guion podía convertirse en película y se lo pasó a Dough Liman, que ya había rodado una película independiente en 1994, “Getting in”, y ya tenía hechos los contactos en Hollywood, por lo que movió el guion por los estudios. La idea era que Liman dirigiese y Favreau y Vaughn, que entonces no eran nadie, lo protagonizasen, cosa que no les entusiasmó a los estudios que querían estrellas tipo Johnny Depp en el caso de que se diera luz verde a la película. Finalmente nuestros hombres decidieron hacer la película por su cuenta y de manera independiente, y consiguieron los 200.000 dólares que les costaría por su cuenta, si bien la película ya terminada no interesó a demasiados exhibidores. De hecho, fue rechazada en Sundance.
Sin embargo Miramax andaba por ahí gastando dinero de mala manera y les compró la película a nuestros protagonistas. Wenstein la puso en los cines y fue un pequeño éxito del cine indie que consiguió 4 millones de dólares. Obviamente Miramax no cubrió gastos, pero a nivel taquilla, lo cierto es que se trata de una película que costó 200.000 y recaudó 4 millones. Y los nombres de Favreau, Vaugnh y Liman comenzaron a sonar.
Como parte de esos 200.000 dólares de presupuesto se los gastaron en licenciar la música que suena en la película, con el fin de conseguir los derechos de la banda sonora de “Tiburón” para incluir la música en una escena, se le entregó una copia de “Swingers” a Spielberg que la vio, y decidió fichar a Vince Vaughn para uno de los papeles de la segunda parte de “Parque Jurásico” y de ahí el salto a Hollywood por parte del actor. Los otros irían de cabeza detrás. Favreau, que fue trabajando de lo que le iba saliendo, acabaría siendo por un lado director recurrente de Marvel Studios, por otro combinaría esa tarea con trabajos más independientes —por ejemplo “Chef” de presupuesto nimio si la comparamos con “Iron Man”—. Por su parte Dough Liman pasaría de inmediato a dirigir “El caso Bourne” y de ahí a ser un director eminentemente de estudio, por lo que no les fue nada mal a posteriori con esta película de colegas con un presupuesto por el que casi podemos calificar a la película de semi-amateur.
Por otro lado, marcaría definitivamente el tipo de papeles en los que se encasillaría Vince Vaughn, ya que aunque posteriormente lo intentó en registros dramáticos (fue un extraño Norman Bates en el “Psicosis” de Gus Van Sant) lo único que le funcionaba eran roles como el que interpretó aquí, el canalla juerguista y ligón, arquetipo que pasada la década de los 90 asumiría, llevándole no obstante a convertirse en un solvente actor de comedia.
En definitiva, “Swingers” no es una obra maestra, se trata de una película en la que los actores están muy bien y con momentos divertidos y, sobre todo, que saca mucho partido al bajo presupuesto con el que se contaba, pero sí me parece bastante mejor que la mayoría de películas indies de los 90 que a día de hoy no aguantan un puto visionado.
Por otro lado me hace gracia la autoconciencia de la película de pertenecer a ese movimiento de los 90 y, sabiéndose rival de otras películas de la época, por un lado homenajea el par de planos más celebres de “Reservoir Dogs”, mientras que por otro lado, en una escena que recrea la famosa conversación inicial en torno a Madonna de la película de Tarantino, acusa a este de copiar otras películas en su cine, detalle que me hace mucha gracia, pese a que en la otra mano parece que sus autores tienen devoción por Tarantino y la película de la que en cierto modo se pitorrean.
Unos años después, Favreau y Vaughn intentaron volver a estos orígenes con la estupenda “Crimen desorganizado

lunes, 4 de mayo de 2015

REALIDAD MORTAL

De la etapa  videoclubera de principios de la década pasada – lo que yo llamo “Segunda era doradadel vídeo club”- data esta película, más concretamente de 2002, que yo creo que es, con mucho, una de las peores películas que he visto jamás. Va en serio, de aquellas que no logras sacar absolutamente nada positivo, tan insípida que abruma, sosa como una lechuga sin aliñar, aburrida como una mala cosa…
Una peli de terror sin terror, un “Slasher” (pseudo-Slasher más bien) sin gota de sangre, una tontada como un castillo
Y es que a principios de 2000, los “Reality Shows”  y más en concreto “El gran hermano” se pusieron de moda en todo el mundo, lo que propició que en el cine se explotara esta vertiente; en la gran pantalla con cosas como “My Little eye” por poner un ejemplo que recuerde, “Más de mil cámaras velan por su seguridad” sería el representante español, las series de televisión aportaron su granito con “Dead Set” y montones de subproductos de videoclub se adscribirían a este sub-género (que, prácticamente, hermana con el “Found Footage”), fallido, pero que, al igual que los “Realitys” siguen en activo y en forma: En televisión “Gran hermano” es lo que tiene más audiencia y en la televisión por cable y el VOD,  obtienen buenos beneficios películas que explotan el filón que ofrecen esos programas, como las recientes “Jersey Shore Masacre”, “Jersey Shore Shark Attack” o la saga de “Psicosis en mis superdulces 16” que cuenta hasta con un nutrido fandom en U.S.A. Y en común tienen, todas ellas, que son malas como la peste. Pero este “Realidad Mortal” se lleva, sin duda alguna,  la palma.
Tomando como referente el programa “Gran Hermano”, cuenta como un grupo de chicos y chicas entran en un concurso en el que tendrán que convivir durante tres meses en una casa, mientras un equipo de televisión filma todos sus actos. De repente un señor al que casi no vemos, dará buena cuenta de ellos, mientras que los supervivientes, presos de la histeria, acabarán matándose unos a otros inducidos por las falsas sospechas.
Huelga decir, que hasta el minuto 45 no muere ni uno, y hasta que eso ocurre tenemos que ver intrascendentes escenas entre unos protagonistas que no nos interesan ni un comino. Pero, curiosamente, cuando llegan los asesinatos, la película se vuelve más previsible, más aburrida y nos interesa aún menos. Máxime cuando está tan mal rodada que no sabemos nunca quien es el asesino, ni que está pasando. Para colmo de males, y como  ya he dicho antes, no tiene ni una gota de sangre… entonces ¿Dónde está el interés en una película en la que lo único que nos puede llamar la atención, es ver como masacran a una serie de jóvenes y el gore? Obviamente, una vez explotado el filón que les reporte unos dólares a los productores (en este caso “Gran Hermano”) la película es lo de menos. Y en este caso, eso queda más que patente.
Bien, pues ahora viene lo único que a nivel friko puede interesarnos de esta mierda, que es su director: El Canadiense Rafal Zielinski, que para esta ocasión firma el truño como Rafael Zielinski.  ¿Qué que ha hecho este caballero? Pues se trata del director de, nada menos que “Los Rompecocos”,  y sus secuelas “4 Chalados a tope” y “El Hotel de los líos” y “Loca academia de reclutas”, Carrera en la comedia, muy apreciada, no obstante por los integrantes de este blog. Sin embargo, sus incursiones en el terror, ya entrados los 2000, son poco menos que infames e insoportables. Como ejemplo, este “Realidad Mortal”.
En el reparto, jóvenes y jóvenas de buen ver (y mejol tocaaaaal) con dos o tres titulitos de mierda en sus filmografías y el rapero Sticky Fingaz, el peor componente de uno de los peores grupos de rap de la “New School” como son “Onyx” y que si de rapero no vale nada, como actor parece que siempre esté interpretando a un retrasado mental, cuando no, pensamos directamente que es un actor disminuido. Lástima que al verle el careto, yo se que se trata de un mal rapero. Aún así, hemos visto pasear su careto negro y sus ojos vizcos en películas como “Clockers” de Spike Lee, “Viernes otra vez”, “Leprechaun 6: el regreso”, “House of the Dead 2” secuela de la de Uwe Boll, o “Nite Tales: The movie”. Esas serían las que yo pudiera conocer o haya visto, pero tiene más, lo que no deja de ser una carrera, cuando menos, interesante, para tratarse de un manazas de semejante calibre. Como para investigarlo, vaya….
En definitiva. Una mierda como un universo de grande.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

LOS FOTOCROMOS (Y EL PÓSTER) DE "LOS CHICOS DEL BARRIO"

Trás el éxito del cine independiente que supuso "Haz lo que debas" de Spike Lee, no tardó mucho en aparecer su respuesta en la costa Oeste, más drámatica, más descarnada y que dirigía la nueva promesa del "indie" negro que era John Singleton.
"Los Chicos del Barrio" se convirtió en un fenómeno social que incluso contó con su propio "Spoof" por parte de los hermanos Wayans, "Los Colegas del Barrio" y que convirtió al rapero Ice Cube en una estrella cinematográfica que quizás ahora, mientras escribo estas lineas, vive su mejor momento.
Una buena película de negratas y de ghettos, sin más. Eso si, se mantiene fresca con el paso de los años.
Aquí sus fotocromos y su póster.











jueves, 21 de septiembre de 2017

THE DEFENDERS

A rasgos generales me gustan las series que Marvel elabora para el canal Netflix. La primera temporada de "Daredevil" fue una grata sorpresa gracias a su tono oscuro y su tremenda violencia. La segunda me complació menos. Creo que el rollo místico no casaba bien con el resto de ingredientes, salvo por el más sabroso de todos ellos, "The Punisher". "Luke Cage" me aburrió soberanamente, parecía un dramón dirigido por Spike Lee, y el segundo capítulo fue el último para mí. Ni me molesté con "Jessica Jones", pero por puros prejuicios. No me gustan los superhéroes con vagina (y esta es especialmente cargante por su rollo macarrilla). Y finalmente tenemos a "Iron Fist". En un principio dudé, venía de "Luke Cage" y temía encontrarme con idéntico "muermismo", pero resultó ser una serie tontuna y simpática que, a diferencia del segundo "Daredevil", hacía buenas migas con el misticismo (un poco de chichinabo, eso sí).
Por todo esto, era inevitable que la curiosidad me matara con respecto a "The Defenders", el "Vengadores" de baratillo que junta a todos los arriba mentados. Para la ocasión los malos que han ido apareciendo a lo largo de las series previas -al menos las que he visto-, La Mano, están preparando una buena escabechina en la ciudad de Nueva York. Ello hace que, por avatares del destino -que no se materializan hasta el tercer capítulo-, "Daredevil", "Iron Fist", Luke Cage y Jessica Jones se rejunten, unan fuerzas y decidan desbaratar los planes de la "villanada" que, con el fin de darle más caché al proyecto, cuenta con Sigourney Weaver como jefa y la resurrección de... bueno, mejor lo ven.
En cualquier caso, consumí todos los capítulos y los soporté bien, pero al finiquitar el tránsito me quedé con un poso raro. Como que lo visionado no acababa de funcionar ni trascender. Una serie con cuatro superhéroes juntos y una villana de alto copete creo que tendría que haber sido más explosiva. No sé. Y lo que le sobra es prescindible palique y más palique. Entiendo que cuando el presupuesto no es muy generoso hay que buscarse la vida para compensar la falta de chicha... pero justamente el talento reside en saber salirse airoso de tal desafío, y eso es algo que no se acaba de vislumbrar en "The Defenders". No solo es que haya mucho "bla, bla", es que este resulta repetitivo y materializa en palabras lo que nuestros ojos y cerebro ya habían captado previamente a través de las imágenes. Es tan verdad como que las secuencias de yoyas molan mucho, sobre todo la primera que reúne a la súper pandi, pero hay pocas y, a la larga, se hacen también muy repetitivas. ¡¿Pa cuando otras maneras de combatir el mal que no estén ligadas a rasgos propios de las artes marciales?!. Al final lo que ocurre con "The Defenders" es lo que lleva ocurriendo con el arte audiovisual desde lustros: Si no tienes muchos medios a tu alcance, evita ambiciones desproporcionadas.
No obstante, y a pesar de mis vocablos, pienso seguir dándole una oportunidad a todo producto Marvel/Netflix que me pongan a disposición. Siempre hay algo interesante en ellos y merece la pena por lo menos testearlos. Ahora le toca el turno a la serie del "Punisher" en la que, entiendo, se recuperará el tono urbano, realista, crudo y contundente de la primera temporada de "Daredevil" (y las partes de la segunda en las que salía el de la calavera). Dicho de otra manera, me cago de ganas de verla.

viernes, 17 de diciembre de 2021

HELLAWARE

Michael M. Bilandic, Oriundo de Boston, se muda en 2000 a la ciudad de Nueva York para buscarse la vida en el mundo del cine. Es uno de tantos aspirantes a cineasta que busca una oportunidad en la gran manzana, si bien tiene bastante querencia por el cine independiente y las historias que no requieren de grandes presupuestos.
Entre varios trabajos dentro de la producción  audiovisual ya sea realizando videoclips o formando parte del equipo misceláneo de pequeñas producciones, acaba trabajando  en diversas tareas para “popes” del cine indie como puedan ser Spike Lee (en su época más decadente) o Abel Ferrara con el que, por afinidad, acaba haciendo buenas migas. Así que este acaba soltando unas pocas pesetas para producir el primer largometraje de Bilandic, “Happy Life”. Poca cosa, unos dólares para una producción prácticamente amateur, pero que sirven para incluir en los créditos a Ferrara, lo que ya supone un aval a la hora de presentar la película a los festivales. Así que Ferrara pone a su amigo en el mapa.
Sin embargo, el estilo de Bilandic es muy, muy extraño y curioso. Se trata de películas claramente amateur pero a las que se le ha puesto el suficiente dinero en producción como para que estas cumplan unos mínimos de calidad que no chirríen al publico poco experimentado que las visione una vez se exhiban, entonces nos encontramos con películas grabadas en un vídeo no excesivamente ostentoso, pero con encuadres impecables, buen sonido recogido con pértiga y un montaje lo mas profesional posible. Para que me entiendan, esto serían películas semi-amateur, o películas amateur bien facturadas con el fin de encajar entre sectores más o menos intelectualoides. Cuando vean una de sus películas, sabrán a qué me refiero.
Lo curioso es que no estamos hablando de un nuevo enfant terrible del cine de guerrilla, o un nuevo pope de las películas de bajísimo presupuesto. Biladinc pasa por festivales, se le hace un poco de caso porque el nombre de Ferrara pesa, pero no destaca especialmente en las hordas de nuevos cineastas independientes. Entonces, sigue a lo suyo, se le acercan quizás algunos esnobs que creen haber descubierto las sopas de ajo, y poco más. Para el resto del mundo pasa prácticamente inadvertido.
“Hellaware” sería la siguiente película de Michael M. Bilandic tras “Happy Life”, ya sin Ferrara de por medio, pero con  un mini-nombre hecho dentro del circuito festivalero, por lo cual se trata de una película que, de manera casi marginal, acaba exportándose a Europa (y que si bucean en las cloacas de Filmin, encontrarán subtitulada al castellano) cuya principal baza es lo que les acabo de contar; que tiene trazas de película amateur, pero está bien hecha. Y sin ser una cosa que le vuelva a uno loco, si que genera la suficiente curiosidad como para tener a Bilandic en cuenta en adelante.
“Hellaware” cuenta la historia de un joven fotógrafo que está harto del moderneo y la pose propias del mundo del arte en el cual se mueve. Un buen día descubre en Youtube a un grupo de raperos blancos marginales de Delaware —poco más que unos chavales haciendo el tonto en su casa— y decide que va a convertirlos en un producto vendible en las galerías, y como revulsivo a todo el posturno que envuelve el ambiente, por lo que se presenta allí desde Nueva York para verles en un concierto que han anunciado en las redes. Cuando llega al lugar del evento, se encuentra  con que el concierto se celebra en el sótano de la casa de los padres de alguno de ellos, y que todo es tan precario que los cantantes darán el concierto pasándose un micro entre ellos, ante un público formado por un par de amigos. Aún así sigue pensando que puede colar como marca contracultural y les hace una sesión de fotos que exhibirá en exposiciones.
La verdad es que me ha llamado la atención la película, como está rodada y esa intención de ser barata casi por convicción. Además está entretenidilla. Lo único en lo que se me ocurre sacarle pegas es en el hecho de que siendo una película con una clara intención de hacer sátira del arte, no es consciente de que con ese look limpio de vídeo de gama media, sonido perfecto y montaje estupendo, concebida para el mundo de los festivales con intenciones claramente artísticas y aspiraciones más cercanas a corrientes cinematográficas pedantes que marginales, quizás, también forma parte de esas élites artísticas que enfatiza en criticar.
Por lo demás, me parece una propuesta interesante que me recuerda a cuando irrumpió en el panorama el amigo Kevin Smith, solo que en otro rollo. Tendremos presente a  Michael M. Bilandic porque, yo creo, que no se va a pervertir demasiado aunque ande con un ojo puesto en las galerías de arte y no en el de las salas de cine.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

SON OF SAM

Normalmente, siempre que me dispongo a hacer un visionado, y tengo frente a mis narices una película sobre un “psycho-killer” real, tiendo a una total predisposición y alegría, porque estas me suelen gustar siempre. Y “El hijo de Sam”, no podía ser menos. Eso si, me la pongo sin tener ni puta idea del asunto y, tras ver una introducción muy amateur, con imágenes y audios superpuestos, me quedo un poco perplejo y me pregunto a mí mismo ¿esto que cojones es…? Comienzan los títulos de crédito y lo comprendo todo a la perfección al ver quien dirige. Se trata de Ulli Lommel. Así que me cambio el chip, y veo la peli con la idea de enfrentarme a algo arty y contemplativo. Y veo eso, la historia de “El Hijo de Sam”, que en 1977 hizo temblar a medio Nueva York con sus asesinatos y cuando fue detenido, aseguró que el solo obedecía al perro de su vecino, pero todo ello pasado por el personal tamiz del extraño director, que yo no se si es un artista, o un jeta de cuidado.
Ahora, ¿Me ha gustado la peli? Pues si. A mi estos experimentos que mezclan el rollo mas artístico con temas mas propios del género, me la ponen gorda, y mas si como en este caso, estamos ante una producción tan pobretona, donde el sonido recogido por la propia cámara incluye el viento, de esa manera tan cutre. Se trata de Lommel (actuando también, como no) su vídeo-cámara y unos actores. Eso es todo lo que necesita.
La peli es una sucesión de planos de “El hijo de Sam” caminando por Nueva York, mezclado con ritos Satánicos, que tiran de imágenes superpuestas hasta la extenuación y las únicas líneas de diálogo, en la cárcel, con “El hijo de Sam” y su asistenta social dándole a la charleta, son las únicas parecidas al cine estándar.
No está mal. Pero no se esperen un "Dahmer".
Aprovecho para recomendar la película "Summer of Sam", lo mejor que ha hecho Spike Lee en su puta y negra vida, que cuenta las historias de gentes que andaban por allí cuando el asesino estaba suelto, pero que tampoco profundiza en la vida y acciones del asesino. A la espera de que se ruede algo digno, cualquiera de estas dos pueden cubrir nuestra curiosidad.

viernes, 26 de abril de 2013

GUEST

La idea de partida, me parece formidable: Un director de cine, invitado a diversos festivales para presentar su película, graba  con su video cámara todo lo que pasa, más fuera, que dentro de los festivales, dando como resultado un video-diario de dos horas de duración. Algo barato de hacer, interesante de ver, e intenso en su conjunto.
Graba las palomas, las puestas de sol, las gentes de las calles. Según el país, incluso manifestaciones de protestas por las situaciones políticas de los susodichos.
En definitiva, una pequeña maravilla del vídeo domestico. Pero con un gran problema: Su director.
Porque en el montaje final, lejos de ceñirse a las imágenes bonitas, curiosas o divertidas, sin más, incluso a sus momentos festivaleros, se tira por la profundidad, lo poético y lo político, y todas esas cosas que “deben interesar” al mundo de la cultura.
José Luis Guerín hace una película barata. Pero no puede hacer una película barata sin más, no. Tiene que justificarse, añadiendo a cada uno de los planos que hace, una actitud del todo pedante. Porque una película como “Guest”, obviamente la puede hacer cualquiera con unas nociones mínimas, y eso no puede ser. Así que opto por imprimirlo todo de trascendencia y conciencia social.
Y luego detecto, cuando hace preguntas a la gente de los países de Sudamérica dónde se exhibe el film que presenta, cierto sensacionalismo, otra vez, camuflado de todo eso que les cuento arriba. Se entrevista a gente pobre, con preguntas sencillas, como para ponerse al nivel de la gente a la que entrevista, buscando el morbo… pero siendo Guerín, que no se vea el morbo… es concienciar socialmente.
Pero el público sencillo de este país, no demanda video-diarios; lo demanda el gafapastil de cuello de cisne y “guía del ocio” bajo el brazo, así pues, todo ello tiene una coherencia.
Sería maravilloso ver trabajos así despojados de todo ese halo cultureta e impostadamente intelectual. A mí me gusta el cine de género, los tebeos, las macarradas, pero también el cine distinto y la vanguardia, y me gustaría poder ver algo similar, solo que sin las ínfulas. Pero, me temo, el público así, debemos ser una rara avis. Para estos, gracias a dios, pronto se podrá disfrutar de “A ritmo de Jess”, docu-corto sobre el rodaje de “Al Pereira vs.Alligator Ladies” a cargo de Naxo Fiol, que vendría a ser el equivalente a un “Guest”, pero llevado por el camino que deberían llevar este tipo de productos.
Tras la chupada de polla a mi amigo, y tras expulsar todo el odio, diré que “Guest” tiene momentos preciosos, visualmente estimulantes, todo ello montado con brío, aunque quizás la duración es excesiva para un producto de estas características.
Mención especial para el momento, en el que Guerín se encuentra con el cineasta Underground Jonas Mekas, y tras soltar su pedanterías, que el abuelete no anda exento de ellas, le dice a Guerín algo parecido a “Muy bien chavalote, te has aprendido muy bien la lección”.
También podemos ver por ahí a Spike Lee, que camina hacia algún lugar, en algún festival en el que coincidió con el director de la película.
Odios a parte, se trata de una película agradablemente experimental, incluso disfrutable en su totalidad.

martes, 24 de septiembre de 2024

EL BESO DE LA PANTERA

Paul Schrader es una especie de geniecillo que, según el proyecto, o según la etapa de la vida en la que esté, puede hacerte una obra maestra con la misma facilidad con la que te hace una película del montón tirando a mala, indistintamente de si su labor consiste en  escribir el libreto, dirigir el artefacto, o ambas cosas. Puede que sea uno de los cineastas más irregulares provenientes del nuevo Hollywood. Sin embargo, cuando acierta, que suele ser de vez en cuando, se convierte en un cineasta que está muy por encima de la media.
También es de recibo comentar que muchas de sus películas son el resultado del pedo que lleve o, sobre todo, la cantidad de cocaína — y eventualmente heroína— que haya consumido durante el proceso creativo. Conocidas son sus amarguras, manías y adicciones al respecto.
Entonces esta “El beso de la pantera”, película de resultado económico medio y críticas mixtas, es una de esas que Schrader confeccionó bajo influencia de psicotrópicos, hasta tal punto que, cuenta la leyenda, un día estaba tan colocado que se negó a salir de su camerino echando a perder toda una jornada de trabajo.
El caso es que, causa de las drogas o no, “El beso de la pantera” es una de esas películas que en su momento tuvo algo de relumbrón —tampoco demasiado— y que, sin ser un mega-clasicazo de los 80, a día de hoy se la recuerda menos que se la reivindica.
Yo no la había visto hasta hoy, nunca me apeteció verla. Y, bueno, se deja ver, tiene un par de cosillas (como los efectos especiales, artesanales y maravillosos) estupendas, pero a grandes rasgos no es una película notoria.
Remake del clásico de la RKO “La mujer pantera”, Schrader la adapta con cierta coherencia, pero haciendo una versión soberanamente moderna que al final, y salvo por los contados homenajes, nada tiene que ver con el clásico de los años 40. Entonces, a todo el rollo de la mujer que se convierte en pantera, se le añade un nuevo personaje, el hermano de la protagonista, que como pantero macho que es quiere cohabitar con su hermana, formar pareja incestuosa, del mismo modo que lo hacen estos felinos.
La cosa va de una mujer virgen que acude a visitar a su hermano y empieza a relacionarse con una serie de personas empleadas en el zoológico colindante. Ella no jode, porque como le de por echar un caliqueño se acabará transformando en una pantera. Mientras, el hermano, experto en estas lides, se dedica a ir matando toda suerte de personas, la prota se enamora del médico del zoo, con el que se planteará una relación amorosa a pesar de su pequeño problemilla. Y todo, naturalmente, se complica.
La película entera parece concebida para resaltar la belleza de su protagonista, Nastassja Kinski que, efectivamente, resplandece, así como es un muestrario de su cuerpo desnudo donde podemos divisar incluso ingentes cantidades de pelo. Más del 40 % del metraje la Kinski aparece desnuda. No es tontería si tenemos en cuenta que ella y Schrader mantuvieron una tórrida relación sexual mientras rodaban. Obviamente, él era un hombre fondón, con gafas gruesas y bastante feo. No como un demonio de feo, pero feo. Y Nastassja Kinski es probablemente una de las mujeres más guapas de Hollywood, y más todavía en aquel año del señor, 1982. Entonces sucedió lo evidente; Schrader se enamoró como una bestia de la Kinski y planeó pedirle matrimonio durante la fiesta de fin de rodaje. Llegado el día, Nastassja no solo no hizo acto de presencia, sino que tras el evento perdió todo contacto con el director. Pasaron unos meses hasta que este pudo localizarla y, al preguntarle por el desplante, la Kinski fue clara y le espetó: “Paul, me suelo follar a todos los directores con los que trabajo y contigo no ha sido fácil, ni agradable”. Schrader se quedó a cuadros y, en adelante, se notaría un toquecito misógino en todas y cada una de sus películas, por lo menos hasta bien entrada la década de los 00. Una historia que bien merecería una adaptación al cine… en cuanto a la que nos ocupa, sin estridencias, se deja ver sin más.
No fue un fracaso, pero tampoco un gran éxito de taquilla.
En el papel del hermano pantero de la Kinski tenemos a un sobreactuado Malcolm McDowell con el rostro un tanto devastado (¿a causa de las drogas también?) y a un galán que en pocos años se pondría gordo y grandón, y que no destacaría mucho más en papeles de fucker, Jonh Heard, al que después hemos visto vestir la talla XXL en toda suerte de clásicos mainstream como puedan ser “Big”, “A la caza del lobo rojo” o “Solo en casa”. Anette O’ Toole, más guapa todavía que la Kinski y también en pelotas, ejerce aquí un rol secundario como igualmente hizo en films como “Superman III”, donde dio vida a Lana Lang, o “Limite 48 horas”. El resto de reparto lo complementan dos futuros comediantes como John LarroquetteEd Begley Jr. (poniendo el punto truculento, cuando su brazo es salvajemente arrancado por un felino), Lynn Lowry (rostro habitual en el crudo cine fantástico y de terror setentero) y una de las musas de Spike Lee, Ruby Dee (la única actriz del elenco que no sale en pelotas, porque ya era una anciana), como chacha esotérica que parece va a ser crucial en la trama y en realidad está ahí de adorno y, porque ambientando la película en Nueva Orleáns, es de recibo que salga algún negro. Con la pantera no tuvieron suficiente…

domingo, 22 de junio de 2014

TED BUNDY

Aunque no me convenza como cult-movie prefabricada, reconozco que el "Forbidden Zone" de Richard Elfman es, cuanto menos, curiosa. Incluso con algún momento inspirado. Matthew Bright debutó en ella como guionista y actor -cinematográfico-. Sin salirse de sus funciones de escribiente, volvería a colaborar con Elfman en películas como "Shrunken Heads" o "Revenant: vampiros modernos". Incluso de por medio tuvo tiempo de guionizar una cosa tan convencional como "Guncrazy" (vehículo de lucimiento para una ex-jovencita, y ex-borrachuza, Drew Barrymore). El año 1996 saltó a la dirección con una peli que, pronto, alcanzó -genuino- estatus de culto, "Freeway" o "Sin salida", versión psicótica del cuento de caperucita roja con Kiefer Shuterland haciendo de “lobo” y una aún verde Reese Witherspoon de deslenguada caperucita. Tres años después Bright escribe y dirige una excéntrica y alocada segunda parte, "Trickbaby (Freeway 2)", sin verdadera conexión con la original salvo por el hecho de narrar las hazañas de otra adolescente chalada “on the road”. Esta vez el protagonismo recayó en la morbosa Natasha Lyonne (la Witherspoon era ya demasiado popular).
Convencidos tal vez de que a Matthew Bright se le daba bien eso de dramatizar las vivencias de psycho-killers, los productores de "Ed Gein", biopic de otro puto asesino mitificado por un puñado de gilipollas, le fichan para dirigir "Ted Bundy", que en esencia era más de lo mismo. Recién iniciado el siglo XXI, parece ser que esta clase de reprobables individuos están de moda y los productores de Hollywood toman buena nota de ello… y de la estupidez humana en general.
"Ted Bundy" cuenta la, pues eso, vida criminal del muchacho. Atractivo, carismático y estudiante de derecho, Bundy se puso las botas asesinando y violando (según le venía) un montón de mozas durante los años 70. Lo pillaron dos veces, y dos veces que se escapó. Hasta que finalmente acabó frito en la silla eléctrica.
Bien, cuando "Ted Bundy" se pasó por el Festival de Sitges yo andaba a tope con mi inevitable Bright-manía, así que aquel día me tomé la molestia de levantarme a las seis de la puta mañana para llegar a las ocho al pueblo costero y poder meterme en la sesión de prensa de las nueve. Ya son ganas. Reconozco que entonces la peli me dejó bastante igual, vamos, que me decepcionó. Unas semanas después se estrenó un poco de tapadillo en las salas de la Ciudad Condal y un amigo que llevaba -y lleva- las riendas de un programa dedicado al séptimo arte que se emite por cadenas locales, me dijo que tenía concertada una entrevista con Bright y que si quería acudir y, de paso, redactar las cuestiones ya que yo estaba puesto en su trayectoria. Acepté, aunque sin demasiado entusiasmo. Así que conocí al cineasta y pude preguntarle cuanto quise... lo que pasa es que, a día de hoy, no recuerdo nada. O casi nada. El único dato que retengo en la memoria fue que citó al famoso dibujante de comics Robert Crumb como una de sus influencias. Dicha respuesta vendría propiciada por una pregunta referente al extraño humor, muchas veces negro, que hay en el cine de Matthew Bright y que en "Ted Bundy", tratándose como se trataba de terribles hechos reales, cantaba mucho más. Hay escenas que parecen tomadas a cachondeo, pero de un modo tan sutil y absurdo que dudas. Sobre todo por el modo en que Bundy engatusa a sus víctimas, lo fácil que le resulta y lo ingenuas que son ellas (todas gastan un look de "chica hippie cañón" que recuerda también a los tebeos de Crumb). ¿Acaso "Ted Bundy", the movie, toma a las mujeres por idiotas?. ¿Es Bright un misógino desalmado?. ¿Eran las víctimas ASÍ DE PAVAS?. Supongo que lo que hace el director es exagerar hasta el delirio el mentado CARISMA del serial killer. Ted Bundy era capaz, como se dice coloquialmente, de venderle una nevera a un esquimal. Con su cara bonita, su sonrisa y sus buenos modales, se ganaba la confianza de cualquiera. Hay quien dice que todo obedecía a que por entonces la gente no tenía tanta consciencia de la existencia de bichejos como ese (que para algo fue el primer psycho etiquetado de modo oficial como "asesino en serie") y las mujeres no desconfiaban tanto como hoy lo harían. O tal vez era el buenrollismo inherente a la década, con el hippismo aún coleando... ¡¡qué sé yo!!. Lo que no se puede dudar es que, sí, las víctimas de Ted Bundy en la peli parecen tontas. Cosa extrapolable al personaje de su pareja "seria". Una auténtica novia abnegada, entregada y ultra-enamorada capaz de TODO con tal de mantenerle a su lado. Quizás el momento más intenso y humillante sea cuando Bundy la convence para follar "de un modo diferente", y le pide que finja estar muerta mientras la insulta despiadadamente. Claro que también es un dato real que, una vez metido entre rejas, el asesino recibió innumerables cartas de amor de innumerables féminas. No coment.
Pero para intensidades, todo el segmento dedicado a la ejecución. Narrada paso a paso y sin la más mínima compasión. Bright nos muestra el procedimiento en toda su crudeza y con inusitada frialdad, desde el afeitado de cabeza al taponamiento del culo, pasando por los pañales. Y todo con los sollozos del condenado como banda sonora. El momento en que le dan al "on" de la corriente eléctrica, nos comemos la agonía entera. La guinda la pone el detalle de descubrir qué peinado gasta el verdugo cuando se quita la capucha (¿real o licencia?).
En fin, no es que "Ted Bundy" sea redonda, ni muchos menos, al no tener un argumento demasiado enrevesado (básicamente vamos viendo crimen tras crimen en riguroso orden) puede llegar a resultar algo repetitiva o monótona, pero no demasiado. El extraño tono de la película (el distanciamiento de su director, mezclado con su negro sentido del humor) hacen que el visionado sea bastante "disfrutable", así, entre comillas. A ratos las secuencias más crudas te sacuden sin compasión, como por ejemplo el brutal asesinato de las dos chicas en la caseta o el ya mencionado y escalofriante paseo por la silla eléctrica. Cuidao, no se equivoquen ustedes, no se trata de ver gore a tutiplén, tripas saltando por los aires, ni nada de todo eso. No way. Igual que con "Ed Gein", este biopic apuesta más por el rollo psicológico antes que por el gráfico. Y pal caso, ya me está bien.
Eso sí, no comprendo muy bien las imágenes finales (al parecer una parodia de "Malcom X", peli del insufrible Spike Lee que ni pude terminar). Es decir, sí, entiendo que cualquiera puede ser un asesino en serie... pero creo que se contradicen con el tono poco o nada sermoneador de la empresa. ¿Una imposición de los productores, quizás?.
Por cierto, dato curioso: Al estar ambientada en los años setenta y al incluir una secuencia de baile en una disco (aunque la música que suena parezca más bien moderna), hubo quien calificó a "Ted Bundy" como "El "Boogie Nights" de las pelis de asesinos en serie". Menuda gilipollez. Tanto como las frases promocionales del cartel español, sobre todo lo de "Prohibida en USA", cosa esta que no me consta.
El reparto lo encabeza Michael Reilly Burke como el despreciable criminal. Aunque a ratos su interpretación roza lo histriónico, en general sale bien parado de la aventura, logrando resultar imprevisible e inquietante. La mayor parte de su carrera se centra en la televisión, aunque ha intervenido en "The Collector". Le acompañan algunos nombres bien curiosos y familiares pal aficionado medio, como los de la "scream queen" Tiffany Shepis, el legendario segundón Tracey Walter (la mano derecha de "Joker" en el "Batman" de Burton), Phoebe Dollar, la enigmática musa del chusquero Jeff Leroy (con un aspecto tan raro como su nombre hace suponer) y el gran Tom Savini que, además de interpretar a un policía, se curra los efectos especiales de maquillaje, por pocos que sean.
Después de "Ted Bundy", Matthew Bright la emprende con un proyecto más personal y arriesgado, "Tiptoes". Una demencial historia de amor con enanos y un reparto de luxe, Gary Oldman empequeñecido, Matthew McConaughey, Patricia Arquette, Kate Beckinsale y el hoy reputado (y, pal caso, inevitable) Peter Dinklage. La vi pasados ya un porrón de años, el día que, inesperadamente, la localicé en un video-club. Hacía tiempo que su director ya no me interesaba, y no sé si eso influyó para que me dejara un sabor de boca amargo (eso o la presencia actoral del siempre irritante Santi Segura… a saber). Se dice por ahí que fue la intromisión de los productores lo que jodió la peli, que Bright quería hacer algo estrambótico y le obligaron a dar más presencia al tono romántico. El caso es que fue un super-fracaso en todos los sentidos (hay quien incluso la considera ofensiva para los enanos). Desde entonces Matthew Bright no ha dirigido nada más. Ni telefilms. Las últimas cosas que figuran en su ficha son como co-guionista de un producto zetoso made in "Full Moon" a base de historias de terror y con directores del calibre de David DeCoteau o C. Courtney Joyner. "Tomb of terror" se titula. Y una colaboración en un cortometraje, pero a saber si es él u otro Matthew Bright.
Lo que sí sé con seguridad es que, huyendo de las inclemencias económicas de su tierra, Bright escapó a Guatemala y México, donde se dedicó a pintar cuadros y escribir para tener algo que mostrar/vender a su vuelta. También comentaba en una entrevista de hace algunos pocos años que iba a rodar un capítulo para una serie sobre mujeres entre rejas, pero no hay constancia de que lo llevara a término. Todo un personaje.
En cuanto a “Ted Bundy”,  bueno, no le cambiará la vida a nadie, pero está bien visible.